Mi nombre era Sena Lee antes de que transmigrara a este mundo, mundo del cual, ya había leído una vez.
—¡Señora!
—Señora, esta despertando.
—Rápido, den aviso al Duque y traigan al Doctor.
Escuche varias voces a mi alrededor gritando. ¿Podrían callarse? Me duele mucho la cabeza, también el estómago... tengo sed... quiero...
—Agua...— Susurre en un tono algo bajo debido a la resequedad se mi garganta.
—¡Rápido traigan agua!
Grito una de las voces qué estaba cerca de mi.
—¡El Gran Duque y el Doctor están entrando!— Se escuchó otra voz.
¿Cuantas personas había en esta habitación?
Abrí un poco mis ojos y pude notar a varias personas con vestidos de sirvientas, solo que sus ropas eran más largas y nada modernas.
—Denme el agua— Pronuncio el hombre de tercera edad con el maletín. —Mi Señora, con su permiso le daré el agua.
No dije nada, solo abrí la boca un poco e ingeri un poco, en lo que mi garganta trataba de recobrar mi voz. Gracias al agua, pude ver con un poco de más claridad y vi a un apuesto hombre vestido de una manera tan peculiar. Lo mire un poco más, realmente era hermoso, un cabello negro tan hermoso y brillante, y unos ojos de un tono verdoso qué sin duda me hacía pensar en dos piedras esmeraldas.
—Y bien, ¿como esta?— Pregunto el apuesto hombre al adulto de mayor edad.
—Su pulso es débil, pero es normal ya que acaba de despertar después de dormir tanto— Le respondió y después me miro. —Mi Señora, ¿como se siente?
¿A quien le estaba hablando? Me pregunte. Parecía que a mi, pero ¿por que me llama así?
—¿No vas a responder Hanrietta?— Esta vez fue el hombre guapo quien hablo.
¿Quien? Pensé.
—Henrietta, acabas de despertar y ya quieres iniciar una pelea. Si no quieres responderme a mi esta bien, pero mínimo respondele al medico para que termine de hacer su trabajo, que solo le estas quitando el tiempo— Soltó un fuerte suspiro y se llevo una de sus manos a la cabeza. —Me preguntó si este es otro de tus sucios planes para liberarte antes de que termine el contrato.
¿Contrato? ¿A que se estaba refiriendo? ¿Me estaba llamando a mi?
—Sabes no me importa lo que te pase, si quieres morir o no, solo no vuelvas a hacerlo frente a Hender, ¿sabes lo asustado qué estaba?— Volvió a suspirar fuertemente.
¿Hender? Fue entonces cuando sentí que realmente había recuperado la voz. Abrí mi boca y pregunte.
—¿Quien... eres...?
Pude notar como su expresión cambio y miro al hombre de tercera edad algo impactado. El hombre de tercera edad y todos los demás que estaban en la habitación se quedaron igual de impactados cuando hice la pregunta.
—Madame Henrietta, ¿no reconoce al Duque?
—¿Henrietta? ¿Duque?— Volví a preguntar.
Se quedo más asustado y volvió a preguntarme.
—¿Sabe quien es usted?
Negué con la cabeza. Es obvio que yo era Sena Lee, pero, ¿por qué me llamaban Henrietta? Por eso no quise responder eso.
El hombre guapo miro al Doctor y pregunto.
—¿¡Qué significa esto Doctor!?
El doctor algo asustado por el tono de voz del Duque, me hizo una revisión más y después le respondió.
—Esto... mi Señor, es probable que la Señora sufra de una leve perdida de memoria, se recuperará con el tiempo, mientras tanto yo digo que es mejor que descanse. Nunca he tratado a un paciente con perdida de memoria, así que creo que debería de traer al Médico Imperial.
Aquellos ojos verdes molestos, cambiaron a unos preocupados qué me miraron algo incrédulos, antes de acercarse.
—Tu... ¿realmente no sabes quien soy?
Negué con la cabeza.
—Lo lamento, realmente no se quien es usted.
No se si fue por el cansancio, pero parecí ver que si mirada fue algo dolorosa, como si quisiera llorar. ¿Por que alguien tan bonito como él querría llorar?
—Mi Señor— El Médico trato de decir algo, pero aquél chico lo ignoro y se acerco a mi.
—Más te vale que no sea otra de tus mentiras— Me miro directamente. —Tu nombre es Henrietta Elinas de Firetz, eres la Gran Duquesa de Ruselford, del Imperio de Verace. Mi Esposa y Madre de nuestro hijo.
Sin más que decir, se dio la media vuelta pata comenzar a salir.
Un minuto... dijo... Henrietta... Me quede pasmada al escuchar eso. No puede ser, ese nombre era el de...
—Es... espe...— Quise detenerlo, pero me fue imposible.
No pude reaccionar más, debido a que volví a sentir la gran pesadez en mi cuerpo y caí inconsciente nuevamente.
—¡Señora!
—¡Duquesa!
Lo último que pude ver, era el hermoso rostro de aquel hombre me miraba con preocupación mientras se acercaba corriendo. Estaba diciendo algo, ¿qué será? Tengo sueño, no hagan mucho ruido, necesito dormir.
Y con esto cierro mis ojos una vez más.
No se cuanto tiempo más estuve inconsciente nuevamente, sentía que estaba en un lugar muy oscuro, donde escuchaba el llanto de una voz Femenina, llanto y al parecer arrepentimientos, creo que era eso.
Después sentía una leve sensación de calidez en las manos, como si alguien estuviera agarrandolas y negandose a soltarlas. Había momentos en los que sentía algo de pesadez en los labios, como si algo chocará con ellos.
Escuchaba una dulce y dolorosa voz, era la voz de hombre, también parecía que estaba llorando y susurrando algo.
—Hari, por favor... no me dejes...
¿Hari? ¿Quien es Hari y por que la llamas con tanto dolor? Quería abrir mis ojos y ver quien era, quería ver quien estaba llamándome, o no lo se.
—Hari...
Te equivocas... mi nombre no es Hari...
—Te amo, por favor.
Hice un gran esfuerzo por abrir mis ojos, y lo logre... solo pude ver la silueta borrosa de un Hombre que me besaba.
—No me dejes...
Mi nombre es...
CONTINUARÁ...
Henrietta Elinas de Firetz, era la menor de los hijos del Marqués de Firetz y la única que había nacido como mujer de sus otros 3 Hermanos Mayores. Ella era una Hermosa Mujer de cabellos tan blancos y brillantes como la nieve y la plata, según se decía que tenía unos ojos qué brillaban tal cual dos piedras preciosas o diamantes violetas. Ella era la Madre del Protagonista Secundario y Villano de la Novela "Rosa Carmesí".
Ahora, yo soy Henrietta.
Me quede mirando fijamente a la ventana viendo como todo a mi alrededor era extraño y mentalizando aun el hecho de que estoy aquí. Ha pasado ya una semana desde que desperté como Henrietta. Realmente no sé cómo es que llegue a este lugar, solo recuerdo que estaba en un autobús en un viaje escolar con los demás chicos de mi facultad y de la nada hubo oscuridad.
Bueno como sea.
En la novela Rosa Carmesí, se hablaba de Henrietta muy poco, solo cuando el Protagonista Secundario cuenta algunas cosas de su pasado, ya que ella fue la causante de todos sus Traumas. Suspire. La historia se centra más en el Príncipe Heredero quien es el Protagonista, y en la Princesa Rehén, aquella de ojos dorados y un cabello tan rojo como la sangre, la Protagonista, Rubí Orlovan. Ella era la Princesa del Imperio Isaev, un Imperio Poderoso el cual atacó a Verace y provocó varias bajas en el ejército, al final Verace gano la guerra y como castigo para que Isaev firmara un Tratado de paz con Verace, trajeron a la Princesa más Joven para asegurarse de que seguirían el Tratado. Al traerla, ella se encontró con ambos Protagonistas, quienes al principio la ignoraban, pero al final terminaron cayendo. Ambos la amaban y se convirtieron en sus mejores amigos, pero el Príncipe Heredero y Rubí se enamoraron perdidamente el uno del otro, y aunque el Hijo de Henrietta también amaba a Rubí, al saber que la Mujer que tanto amaba se Casaría con alguien más, término cometiendo traición y quiso usurpar el trono, pero como castigo fue detenido y ejecutado.
Para el Hijo de Henrietta, Rubí fue quien lo saco de la oscuridad en la que su Madre lo había dejado, así que no quería perderla, por eso enloqueció al saber que se Casaría con su Primo y quiso matarlo, pensó que solo de esa manera Rubí solo lo amaría a él, pero la Protagonista lo rechazo antes de que fuera ejecutado y le dijo que no importaba si mataba al Príncipe Heredero, preferiría morir junto a él qué estar con el Protagonista Secundario, y de esa manera término la Novela, con los Protagonistas casándose y viviendo felices para siempre.
Que final más cruel. Pensé.
Amé esa Novela, pero el pasado del Protagonista Secundario era muy trágico, es por eso que lo convertí en mi Protegido y Favorito. Puede ser que sus acciones no hayan sido las mejores, pero fue Henrietta quien causó todo eso.
Y ahora mismo yo soy Henrietta...
Pase lo que pase, debo evitar que mi Favorito acabe con ese triste destino. Apreté mi mano decidida a hacer lo que fuese necesario con tal de que mi niño no terminará de esa manera.
▪︎Toc, toc, toc▪︎
Mis pensamientos fueron interrumpimos por el llamado de la puerta.
—Adelanté— Hable accediendo a que entrará quien llamaba a la puerta.
—Mi Señora.
Mire a Celia, el ama de llaves y quien se encarga del cuidado personal de Henrietta.
—¿Qué sucede?— Le pregunte para saber que pasaba.
—Mi Señora, la cena está casi lista, ¿quiere bajar al comedor o le gustaría que se la suba a su habitación?
Aún no me siento preparada para ver al Protagonista Secundario y mi Favorito en persona, debo de saber primero que le diré. Además, siento un poco de presión por parte de la mirada qué me da el Duque. Una cara tan bonita no debería desperdiciarse con miradas de enojo, pero no lo culpo, según el Protagonista Secundario, Henrietta y el Duque Ruselford se odiaban a muerte. Quisiera evitar cualquier tipo de conflicto. Aclare mi garganta y respondí a la pregunta que me estaba haciendo Celia.
—Comere aquí Celia— Dije con un tono amable.
—De acuerdo— Ella se inclinó ante mí. —Entonces vendré en unos momentos.
—Si, gracias— Le regale una sonrisa.
La cara de Celia se sorprendió al verme sonreír, ¿será que Henrietta no sonreía a menudo?
—Entonces, con su permiso— Ella salió al decir eso.
Me quede pensando por unos minutos la cara de Celia al ver la sonrisa de Henrietta, creo que ya lo recordé. En la novela se mencionó una vez que Henrietta era una mujer de corazón frío, así que supongo que el hecho de que le sonriera le pareció extraño, la ventaja es que como todos creen que he perdido la memoria excusa un poco la actitud que estoy teniendo, en fin.
Después de unos minutos más, Celia entro con la bandeja de comida, sin duda parecía muy rico todo.
—Mi Señora, por favor coma algo— Nuevamente se inclinó al pedirme eso.
—Lo haré, una vez más, gracias Celia— Le regale otra sonrisa, la cual hizo que vuelva a poner esa misma mirada.
—Ni lo mencione.
Y así estuve casi 1 mes entero. Lo único que hacía, era despertar, mirar al exterior, comer, volver a mirar al exterior, leer, mirar al exterior nuevamente y dormir. Sin duda la rutina ya comenzaba a agobiarme.
También gracias a Celia y a las otras 2 Sirvientas qué se encargaban de atenderme, Sara y Elisa. Son muy buenas personas, me han tratado con mucha amabilidad y me han explicado casi todo lo que debía de saber. Gracias a ellas, he aprendido un poco del Duque y del Hijo de Henrietta, tanto que creo estar lista.
—Oye Elisa— Llame a Elisa quien estaba terminando de arreglar mi cama.
—Dígame mi Señora.
—Estoy un poco aburrida, ¿crees que puedo salir?— La mire.
Ella pareció muy sorprendida y sus ojos se iluminaron.
—Mi Señora, ¿usted quiere salir?— Se acercó para preguntarme.
—Si, solo a dar un paseo al jardín— Señale la ventana. —El estar aquí ya me agobia, así que me gustaría saber si puedo salir.
—¡Claro que si!— Dijo de una manera emocionada. —Llamaré a la Señora Celia y a Sara para que sepan de esto y la ayudemos a arreglarse.
Y con eso Elisa salió de la habitación. Parecía muy animada, eso me ponía feliz.
Recuerdo cuando Celia las trajo para informarme qué me servirían en lo que me recuperaba. Apenas llevaba 2 días en este lugar y me imagino que le temían a Henrietta por los rumores qué habían escuchado de ella, bueno no las culpo, si la verdadera Henrietta estuviera aquí, esas pobres ya estarían fuera del Ducado.
Solté un suspiro y miré entrar a las 3.
—Duquesa, escuche de Elisa qué quiere salir a dar un paseo, ¿Es eso cierto?— Celia me miro con bastante curiosidad.
—Estoy cansada de estar aquí adentro, además pienso que si salgo podría tener un poco más de tranquilidad— Las mire a las 3.
Estoy tratando de ser lo más amable posible. Quiero que todas ellas sepan que Henrietta ha cambiado, que no será la misma, quiero que todo el mundo sepa que todo será diferente a partir de ahora, porque voy a cambiar el rumbo de esta novela, para salvarnos a todo. Y para eso, necesito que él sea el primero en ver mi cambio.
—Si es lo que la Duquesa quiere, entonces la ayudaremos a alistarse— Me dijo Celia con una sonrisa.
También les sonreí.
—Gracias.
Elisa y Sara se apresuraron a cepillar mi cabello para que no hubiera nudos, mientras que Celia buscaba un vestido, les dije que no quería algo sencillo, que no llame mucho la atención, ya que en este tipo de épocas, todos tenían la costumbre de ser lo más extravagante qué podían. Afortunadamente, Celia eligió un bello vestido qué se adaptaba a lo que le había solicitado.
—Duquesa, ahora le pondremos un poco de maquillaje— Me indico Sara antes de que me movieran al tocador.
Ella me hizo un peinado sencillo y Elisa me maquilló solo un poco, fue entonces cuando realmente admire la belleza de Henrietta.
—¿Qué tal quedo Señora?— Ambas me miraron entusiasmadas.
Dios mío, pensé. Henrietta era realmente una mujer sumamente preciosa, me preguntó como es que alguien tan Hermosa como lo era ella, podía tener un corazón tan sucio.
—Me gusta como me veo, muchas gracias— Agarre las manos de Elisa y le di una sonrisa.
Ellas se mostraron felices porque me había gustado y yo me sentí tranquila de lo que estaba haciendo, ya que al parecer ellas eran testigos de que yo no seré igual a la Henrietta de antes.
Gracias a las Chicas, finalmente pude salir al jardín de la Mansión. Dios mío, nunca espere que fuera tan bello, era... no podía explicarlo con simples palabras, pero sin duda nunca había visto algo así. Rosas rojas y amarillas, Mariposas volando sobre ellas, flores de diversos colores, árboles qué le daban una decoración Hermosa, todo era tan lindo.
Puede que mi rostro haya expresado mucho asombro, ya que eso hizo que Celia se acercara a mí y comenzará a contarme un poco del jardín.
—Este jardín ha estado bajo el cuidado de mi Señora— Me dijo con una leve sonrisa. —Pese a todo, usted amaba y cuidaba de este jardín con su corazón. Mi Señora, ¿usted lo recuerda?
La miré algo sorprendida por lo que me dijo. Ya que en la novela se hablaba muy poco sobre el pasado de Henrietta, y en la época qué su hijo era el Duque, según en las palabras de la Protagonista la Mansión del Gran Duque de Ruselford era muy sombría, sin vida y con las plantas muriendo.
—Yo— Mire a Celia. —No lo recuerdo, pero sin duda este jardín me transmite mucha tranquilidad— Mire a las flores. —Tal vez porque mi cuerpo siente mucha familiaridad con todo esto— Sonreí y tome una de las flores.
—Eso me tranquiliza, mi Señora— Con eso Celia volvió a su lugar.
Seguí caminando un poco más, admirando todo a mi alrededor, hasta que llegue a una fuente. Estaba rodeada de flores y tenía varios peces dorados nadando en el agua que salía de ella. Fue entonces que me pregunte, ¿cómo una mujer tan fría y sin corazón como Henrietta podía cuidar tan bien de un hermoso jardín como esté?
Solté un suspiro y seguí caminando hasta llegar a un gazebo victoriano muy lindo, también estaba lleno de flores, lo cual se me hizo aún más bello. Me acerque un poco más y note que dentro de él gazebo estaba una figura sentada leyendo un libro. Mi corazón se agitó y algo nerviosa me acerque aún más, cuando la figura de esa persona comenzaba a hacerse más clara, entonces lo note.
Una ráfaga de viento fuerte llego, lo que hizo que varias hojas se levantarán y tuviera que cubrirme los ojos para evitar que el polvo entrará en ellos. Cuando todo se calmó, baje mi brazo y mire al pequeño qué estaba dentro del gazebo. Cabello tan oscuro qué consumía la luz, un negro único e implacable, ojos violetas cuál dos piedras preciosas o diamantes.
No cabía duda, este niño era a quien yo jure proteger y defender, el único Heredero del Ducado Ruselford, el Segundo Protagonista y Villano de esta historia, mi Favorito y el Hijo de Henrietta... mi hijo...
Henderson Francois de Ruselford...
CONTINUARÁ...
(esto es un gazebo. no se como lo conozcan en sus Países, pero es para que se den una idea)
En la primera semana que estuve aquí, fue la primera vez que le pregunte a Celia sobre la existencia del Hijo de Henrietta, ya que sinceramente no recuerdo el motivo por el cual se convirtió en el Villano. Si quería evitar el cruel destino qué nos esperaba a todos, debía saber como era la relación de Henrietta y su hijo antes de que la Historia comenzará.
Mis pensamientos fueron interrumpidos al ver a Celia entrar con un juego de té en un carrito de comida.
—Duquesa, ¿desea beber Té?— Me preguntó mientras sacaba una de las tazas de Té qué traía en el carrito de comida.
Solo asentí y ella comenzó a prepararlo. Celia acercó a mí el Té y un par de galletas aperitivas, creo que si quería saber más de Henrietta, debía preguntar por él.
—Oye Celia.
Ella volteó para verme.
—¿Sucede algo Duquesa?— Ella me miro mientras se quitaba sus anteojos para limpiarlos debido al empañamiento de estos por el vapor del Té.
—Escuche que tengo un Hijo, no recuerdo nada de él, así que me gustaría que me hablaras un poco de él— Tomé una de las galletas y me la lleve a la boca.
Celia me miro sorprendida por pregunta que le había hecho, tanto que hasta casi se le caen los anteojos, pero los recogió rápido.
—Señora, ¿entonces también ha olvidado al Joven Maestro?
Me puse algo nerviosa por la manera en la que me lo preguntaba, pero si quería que no me descubrieran, debía continuar con esta farsa.
—Lo siento Celia, pero realmente no recuerdo nada...— Baje la mirada para ocultar el poco nerviosismo qué sobresalía.
Ella se quedó callada por unos segundos, lo cual hizo que me sintiera incómoda, pero afortunadamente si me respondió.
—¿Qué es lo que mi Señora quiere saber sobre el Joven Maestro?— Respondió.
Me puse feliz al escuchar qué había accedido a decirme.
—¿Cuál es su nombre y como era nuestra relación antes de que perdiera la memoria?— Si, esto era con lo que debía comenzar, no haría muchas preguntas, ya que parecería algo sospechoso, pero creo que con estás esta bien.
Ella pareció algo incómoda, pero solo soltó un suspiro y me respondió.
—Henderson François de Ruselford, ese es el nombre del Joven Maestro, tiene 7 años y medio... en cuanto a su relación... yo... no sabría como explicarla— Su tono fue algo apagado y desvío la mirada mientras me decía eso. —Usted y el Joven Maestro no convivían a menudo, así que no eran lo suficientemente cercanos para que dijera como era su relación verdaderamente, perdone qué no pueda responder a las preguntas que me ha hecho— Dejo la taza de Té frente a mí y se inclinó para pedir disculpas.
—Descuida— Tomé la taza de té y bebidas un poco de él. —Me siento algo culpable por no saber nada de mi hijo, me gustaría conocerlo.
—Lo conocerá cuando logré recuperarse por completo.
Asentí y seguí bebiendo mi té.
—Oye Celia, una pregunta más— Deje de sorber el té qué tenía.
—Dígame Señora.
—¿Qué fue lo que ocurrió antes de que perdiera la memoria?
Ella se quedó fría, con la mirada baja y sin decir una sola palabra. No sé porque, pero algo en ella me hizo sentir una ligera sensación de malestar, de hecho ahora que lo pienso, aquel día que desperté en este lugar, recuerdo que el Duque me dijo que si era una manera de deshacerme del contrato antes de tiempo. ¿De qué contrato hablaba? Comí una de las galletas qué Celia me dejo ¿Casamiento? ¿Divorcio? ¿Emparejamiento con alguien más? ¿Custodia? ¿Bienes? Todo esto ya comenzaba a agobiarme y eso que solo llevaba una semana aquí.
—Eso...— Ella se dio la vuelta y recogió algunas cosas que estaban en el suelo. —El Duque ordenó qué no se le dijera nada, ya que él sería quien le explicaría la situación cuando se recuperará.
—Ya veo— Dije con un tono bajo y llevé mi dedo pulgar a mi boca para limpiarme las migas qué las galletas dejaron.
Celia término de recoger las cosas y las acomodo antes de despedirse de mí.
—Si la Señora no tiene más preguntas, me retiro para ver el trabajo de la cocina— Se inclinó ante mí para que le concediera el permiso.
—Si está bien— Accedí a que se retirara.
Celia salió del cuarto y me dejo con una ligera duda de lo que había sucedido aquel día. El Duque es el Hermano Menor del Emperador, por eso fue nombrado "Gran Duque", en la Novela solo se habló 1 sola vez de él, a comparación de que de Henrietta aparece mínimo 5, de él solo se habla cuando se menciona qué Henderson para obtener el Ducado tuvo que asesinar a su propio Padre.
—Así que él será quien me dirá todo...— Me puse de pie y me dirigí a la ventana para mirar el Jardín. —No creo que realmente me lo diga... solo hay una persona que puede decirme lo que sucedió, pero debo de encontrarme con esa persona.
Si, solo había una sola persona en la que podría confiar, ya que por él es que ocurren todas las cosas desastrosas de la Novela, el Duque no me lo dirá, ya que desde que desperté, no lo he visto. La única persona en la que puedo confiar y a la que debo salvar, es el Segundo Protagonista y Villano, el Hijo de Henrietta...
Mi hijo ahora...
Henderson François de Ruselford.
Y ahora quien está frente a mí, este pequeño de solo 7 años y medio, este pequeño qué me tiene hipnotizada con su mirada, Henderson François de Ruselford.
Él me miro algo sorprendido y su mirada tembló por unos instantes.
—Du... ¡Duquesa!— Él se puso de pie rápidamente y me saludo con una reverencia. —Duquesa le pido una disculpa por no darme cuenta de que usted estaba acercándose.
Me quede impactada al ver la actitud de Henderson. Educado y temeroso, un niño tan lindo que estaba tan feliz, pero al momento de ver a su Madre, sintió un gran temor.
Trague mi saliva y hable.
—Tú... levanta el rostro— Al principio sentí que mis palabras no querían salir, tenía miedo de decir algo que lo lastimase más, solo pude dar una orden... como lo hacía la anterior Henrietta.
—Si— Finalmente levanto su rostro una vez más.
Pequeño Henderson... me tienes miedo, ¿no es así? No pude evitar pensar eso en el momento que levanto su rostro y me miro nuevamente.
—Henderson, yo...— Maldición, nuevamente no pude hablar.
Apreté con fuerza mi vestido, y sentí una mano sobre mi hombro. Gire mi rostro y pude ver a Elisa y Sara dándome una sonrisa, también a Celia acercándose y sonriéndome, parecía decir que me tranquilizara.
—Joven Maestro— Celia se acerco un poco más a mí. —Se le ha informado de la condición de su Madre, ¿no es así?— Henderson asintió y Celia siguió. —Su Madre ha perdido la memoria, así que es algo difícil para ella dirigirse al Joven Maestro, así que no la culpe, ni la mire de esa manera. Qué su Madre se siente algo nerviosa al verlo así.
Henderson pareció comprenderlo y se volvió para mirarme nuevamente.
—¿Eso quiere decir que me has olvidado?— Su rostro mostró cierta tristeza.
No pude evitar sentir mi corazón romperse al ver las expresiones de mi pequeño hijo, ¿qué debía decir para no lastimarlo? Tenía miedo, no quiero que este lindo niño se transforme en un monstruo qué destruya a todo el Imperio por amor, quiero salvarlo.
—Perdóname Henderson, realmente he perdido mis recuerdos sobre todos ustedes— Acepte lo que me había preguntado. —No sé que tipo de relación teníamos, pero— Me acerque y me arrodille frente a él para tomar su mano.
Su rostro se sonrojó al ver que lo había tomado de la mano y se sobresaltó un poco, cuestionándome sobre que estaba haciendo.
—¡¿Du- Duquesa?!— Sin duda su cara sonrojada era muy linda. — Duquesa no haga esto por favor, usted no debe de hacer esto...
—Henderson, aunque he perdido mis recuerdos sobre ti, quiero crear nuevos— Levante mi otra mano para tomar su mejilla. —Así que Henderson, ¿podrías darme algo de tu tiempo para poder crear nuevos recuerdos contigo?— Le di una ligera sonrisa.
Su rostro pareció sorprenderse y su mirada baja. Algo dentro de mí sabía que probablemente él no acceder y se sentiría desconfiado por la actitud de la anterior Henrietta, pero quiero que vea que estoy dispuesta a que ya nada sea igual, solo quiero que él me lo permita.
—Yo...— Su voz pareció salir algo temblorosa. —¿Podría darme tiempo para pensarlo?
Me sentí algo feliz al saber que lo pensaría, puede que aun tenga una oportunidad.
—¡Si!— Asentí emocionada. —Por favor, cuando estés listo para hablar conmigo, envíame una carta o haz qué un Sirviente venga a verme... te esperaré el tiempo que necesites— Tras decir eso me levante. —Lamento haber interrumpido tu tiempo— Acaricie su cabello. —Nos vemos, Hender.
Sin más que decir, me aleje de ellos y retome mi camino para seguir disfrutando del Jardín. Mis acompañantes me siguieron y se mantuvieron calladas hasta que finalmente regresamos a mi habitación. Espero que Hender pueda darme la oportunidad para cambiarlo todo...
Pov en tercera persona.
Por la noche, en los largos pasillos de la Mansión principal, cierta Sirvienta se dirigía hacia la oficina del Duque para informar sobre los eventos acontecidos durante el día, tal y como lo hacía cada noche.
La Mujer soltó un suspiro mientras se paraba frente a la puerta de la oficina, para después tocarla.
•Toc, toc, toc•
—¿Quién?— Se escuchó la voz del Duque provenir de adentro.
—Soy yo mi Señor— Respondió la sirvienta.
—Adelanté— El Duque concedió el permiso para que la Sirvienta entrará.
La Mujer abrió la puerta y pudo ver a su Excelencia el Gran Duque firmando un par de documentos, junto a su Secretario.
—Mi Señor— La Sirvienta se inclinó ante él.
—Puedes ponerte recta— La Sirvienta obedeció la orden del Duque, pero mantuvo la mirada al suelo. —¿Qué ha sucedido hoy?
—La Duquesa se reunió con el Joven Maestro durante el día.
Después de decir eso, el Duque quedo sorprendido y a la vez algo alarmado.
—¿Ella se reunió con Hender?
—Si— Asintió la Sirvienta.
—¿Por qué?— Pregunto el Duque.
—La Duquesa solo estaba dando un paseo por el Jardín, aunque sus recuerdos fueran olvidados, parece que la sensación y el cariño que le tenía a su Jardín no desapareció— Soltó un suspiro. —El encontrarse con el Joven Maestro fue una casualidad mientras daba el paseo. Cuando se acercó a él, pareció que había algo de temor en su mirada por como había actuado el Joven Maestro.
—¿Qué hizo Hender?— El Duque pareció algo confundido con eso.
—El Joven Maestro actuó como si le temiera, sé que era algo de esperarse, pero aun así la Señora se sobresaltó demasiado. Ella parecía confundida y se puso nerviosa al hablar, la ayudamos y con eso él ambiente entre ambos pudo relajarse. La Señora parece tener curiosidad por su hijo, así que le pidió reunirse con él si se lo permite— La Criada miro a su Señor y pudo ver la gran sorpresa en su rostro. —Mi Señor, ¿usted aún piensa que la Señora está mintiendo? Ha pasado más de un mes y he estado a su lado desde entonces, puedo asegurarle qué la Señora no miente.
El Duque bajo la mirada y soltó un suspiro.
—¿Cómo puedo volver a confiar en la Mujer que un día me dijo que ojalá hubiese muerto para qué nunca nos hubiésemos Casado? ¿Cómo puedo confiar en quien dijo que la existencia de nuestro hijo era la peor desgracia qué pudo haber experimentado?— Soltó una pequeña risa sarcástica al decir eso.
—Pero, Duque— La Sirvienta quiso decir algo más, pero el Duque levanto la mano para decirle que se guardará silencio.
—Mañana voy a salir rumbo al Palacio Imperial, me quedaré ahí por 2 semanas— Levantó la mirada una vez más para mirar a la Sirvienta. —Mantenme informado de todo lo que suceda, Celia.
Celia inclinó el rostro y acato la orden.
—Como diga.
Después de eso, el Duque le pidió a Celia qué saliera de su Despacho y esta siguió su orden. Pronto su Secretario se retiró a descansar y él se quedó pensando un poco más en todo lo que había ocurrido en este mes y las cosas que ocurrirán en la semana que no esté.
Había tantas cosas que sentía que no lo dejarían en paz en estas semana que estaría acompañando a su Majestad el Emperador en una reunión de comercio con gente de otro Reino. Debía estar tranquilo, pero una vez más los recuerdos del pasado volvieron a él. El ver a una linda niña qué lo había cautivado cuando aún eran Jóvenes, intentar hacer todo por ella, hasta terminar cometiendo lo que sucedió...
—¿Cómo se supone que debo de volver a confiar en ti? Si fui yo quien te obligó a actuar de esa manera— Soltó un fuerte suspiro y miro la pintura de él y Henrietta el día de su Boda. —Aún no quiero darme falsas esperanzas... si para cuando vuelva sigues siendo igual, tal vez... podamos intentarlo una vez más... ¿No lo crees? Hari...
CONTINUARÁ...
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