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Mi Amada Cecilia

1

Irlanda, 1899.

Durante el último tiempo y luego de una cruda sequía el pais de Irlanda atraviesa un difícil momento económico, ya que al no tener la suficiente agua los cultivos de granos que es su principal sustento han disminuido notoriamente, esto es más grave en los pequeños pueblos y poblados que se dedican en exclusivo a esta actividad agrícola. En el pueblo de San Bernardino hasta las familias nobles han sufrido y muchas de ellas han tenido que reinventarse.

En este pueblo, pero no precisamente por la sequía actual está ubicada la cantina del pueblo cuyo dueño Don William Persi era un prominente noble, pero después de la muerte de su esposa hace 10 años perdió casi todo su patrimonio en el juego y bebida, actualmente vive solamente de los ingresos de su negocio, pese a esto mantiene actitud altanera y maltratadora, esto principalmente hacia Cecilia Persi su única hija, una joven morena, de 18 años de cabello largo y labios gruesos que tiene su cuerpo muy escondido; ya que su padre desde que cumplió quince años la obliga a trabajar en la cantina pese a que los hombres muchas veces han querido propasarse con ella, pero él sabe que su belleza hace que vayan más clientes aunque sea solo a mirarla. Cecilia le ha rogado a su padre no trabajar en la cantina, ya que se siente acosada con las miradas e insinuaciones de los clientes, pero su padre le dice que por lo menos así pague el plato de comida que se lleva a la boca.

Cecilia recuerda con pesar su infancia cuando su madre la cuidaba con esmero y mimaba con todos los cuidados que ella requería, hasta se acuerda vagamente cuando su padre la tomaba en brazos y la alzaba y jugaba con ella, pero todo cambio cuando una neumonía fulminante acabo con la vida de su madre, y a la vez convirtió a su padre en el ogro que es hoy, muchas veces la golpea sin motivo incluso, en su mente Cecilia ha pensado muchas formas de huir, pero no tiene a donde ir. Su único familiar que le queda es su tía Rita; sin embargo, ella apenas tiene para vivir ella y no quiere ser una carga para ella, por las noches a escondidas sin que su padre la vea lee libros usados que un cliente de la cantina le regala, esto es su refugio y escape de su realidad.

A las afuera de ese pueblo vive la familia Wallace conformada por Don Simon Wallace y su único hijo Rubén Wallace quien muy pocas veces visita el pueblo, es un joven de 25 años alto y de cabellos claros medios cobrizos , bien educado, pero desde la muerte de su madre cuando él tenía 7 años cambio para siempre, ya no habla casi con nadie y está dedicado a leer y a llevar el negocio de crianza de caballos, ya que su padre no está nunca en casa y solo su mayordomo Arthur es su compañero y amigo, podría decirse que quiere más a Arthur que a su propio padre.

Arthur - Joven Rubén hizo un excelente negocio con la venta de esos caballos.

Rubén - veamos cuando dura esta ganancia, así como mi padre gasta no creo que mucho.

Arthur- eso es verdad usted trabaja mucho y su padre malgasta todo en vicios, por que no hace algo joven .

Ruben - que mas quisiera yo, pero mi padre es terco y sabes que no se le puede llevar la contra en nada , pero cualquier dia de estos no lo soporto mas y me voy sin mirar para atras.

Arthur- ese dia seremos dos los que nos iremos de esta casa, yo nunca lo dejare solo le prometi a su madre en su lecho de muerte y lo cumpliré mientras viva.

Rubén - yo te confiaría solo a ti lo más preciado, eres mi fiel amigo y compañero, te quiero mucho.

Arthur- hijo yo también te quiero, tú eres todo lo que tengo en esta vida, tú madre cuando me salvó y cuido mientras me buscaban los soldados estaba embarazada de ti así que te conozco desde antes que nacieras, te vi caminar y hablar, jugar.

Rubén - mi madre dice que esconderte y cuidarte de esos soldados es lo mejor que hizo en su vida.

Arthur- así era ella mi niña pura bondad, puso mucho en peligro por protegerme y confío en mí sin conocerme, yo pude ser un criminal y aún así me auxilio.

Rubén - así era ella decía que los ojos no mentían y que si uno mira bien a alguien puede saber si era una buena persona o no.

Arthur- así es joven , su madre tenía mucha razón .

Rubén - viejo Arthur mañana vamos al pueblo necesito hablar con el hombre que me venderá unos potrillos.

Arthur- como usted diga mi joven.

2

Al día siguiente Rubén y Arthur van al pueblo y pasan a la cantina donde les pidió encontrarse el hombre que les vendería los nuevos potrillos.

Arthur- que lugar más pintoresco es está cantina.

Rubén - pese a vivir tantos años en el pueblo nunca había venido a esta cantina.

Arthur- la verdad usted no visita ningún lugar mucho, pero que raro que el vendedor le sugiera encontrarse en este lugar

Rubén - a mí también me pareció curioso, ¡mira! llegó de quién hablamos precisamente

Carlos Gres- veo que llegaron antes que yo, son muy puntuales.

Rubén - tenemos la costumbre de ser muy puntuales en mi familia.

 Carlos - eso está muy bien, pidieron algo para comer?

Arthur- usted comerá en este lugar.

Carlos - no se dejen engañar, este sitio tiene su magia y una de ellos es su comida, yo por lo menos pediré. - en ese momento levanta la mano y la joven Cecilia se acerca a la mesa donde estaban conversando los tres.

Cecilia - buenos días, caballeros, se servirán algo?

Carlos Gres- Hola señorita Cecilia, cómo ha estado? está semana le traje su encargo, creo que será mucho de su agrado.

Cecilia - gracias señor Carlos, enseguida le traigo el otro libro y se lo devuelvo.

Carlos Gres- te dije que puedes quedarte con ellos y que no tienes por qué devolverlos.

Cecilia - temo que si se quedan conmigo podrán ser destruidos, así que mejor sigamos como estamos hasta ahora.

Carlos - está bien como tú desees, ahora traeme algo para comer para mí y mis compañeros.

Cecilia - hoy tengo albóndigas en salsa con patatas picante asadas.

Carlos - excelente! queremos tres ordenes y una botella de licor.

Cecilia - enseguida se los traigo.

Rubén no pudo ignorar la naturalidad con que se trataban Carlos y la mesera.

Rubén - ¿Usted conoce a la mesera?

Carlos - así es, ella antes no era mesera y dónde usted la ven era niña de sociedad de una de las mejores familias de la zona, pero después que su madre murió su padre cayó en los vicios y perdió todo, hoy solo tienen está cantina para subsistir, ella no se merece esta vida, pero su padre la obliga a trabajar en este lugar, además le prohíbe distraerse de cualquier forma, por eso yo le traigo encargos a escondidas cada semana .

Arthur- ¿A qué se refiere con "encargos", señor?

Carlos - no piense mal, a esa señorita le gusta mucho leer pero su padre no le dinero para nada y no puede comprarlos, ella y mi hermana menor eran amigas cuando eran pequeñas así que ahora una vez a la semana yo vengo a este lugar y le traigo un libro a escondidas que le envía mi hermana y me llevo de regreso el que leyó semana anterior.

Arthur- que triste historia me cuentas.

Carlos - su papá es muy maltratador con ella, ningún hombre decente pondría a su hija a atender a clientes en su cantina .

Rubén - supongo que en este lugar algunos hombres se deben sobrepasar con ella.

Carlos - lamentablemente así, y su papá no la defiende, pero ella se da a respetar muy bien.

Después de un rato llego Cecilia con la comida y los tres hombres comían mientras hablaban del negocio de la venta de potrillos, mientras esto sucedía un hombre quiso acercarse indebidamente a Cecilia y está puso un cuchillo en manera muy amenazadora cerca de el que lo hizo retroceder de inmediato. Ante esto Carlos les dice a sus acompañantes- Ven a lo que me refería? esa señorita sabe hacerse respetar.

Rubén - esa muchacha y yo nos parecemos, a ambos nos cambió la vida después de la muerte de nuestras madres y debemos ahora lidiar con los vicios de nuestros padres.

Carlos- viéndolo de esa manera tienes razón, pero tú eres hombre y tienes dinero estas en mejor posición que esa pobre muchacha.

Rubén - eso es verdad, para ella es mucho peor.

.

3

Ha pasado una semana desde el encuentro en la cantina de Rubén con el vendedor Carlos y hoy se concretaba la entrega de los potrillos en la casa de Rubén.

Carlos- te has quedado con unos hermosos ejemplares, estos potrillos son de buena cría y si los cuidas les sacaras mucho provecho.

Rubén - yo también lo creo y espero que lo logré, estoy más que mi trabajo es mi pasión me encantan los caballos y cada vez que logramos vender uno de ellos me produce una gran tristeza.

Carlos- todos los criadores tienen un caballo viejo al que quieren mucho y no se logran desprender de él.

Rubén- así es, mi caballo más querido lo tengo desde los 15 años se llama "Apolo" es muy especial para mí, y creo que nunca podré desprenderme de él pese a ser viejo, tiene buena salud.

Carlos- me alegro de que así sea.

Rubén - espero que sigamos haciendo negocios de ahora en adelante.

Carlos- a mí también así tengo una excusa para venir a la cantina del pueblo.

Rubén - usted tiene un interés especial en esa cantina.

Carlos- esa señorita Cecilia me agrada mucho, pero pese a mis insinuaciones me rechaza y dice que no me merezco una mujer como ella que solo quiero acercarme a ella por lástima para sacarla de su situación.

Rubén - y tiene algo de razón lo que esa señorita piensa.

Carlos- honestamente no lo sé, me gusta mucho hablar con ella y la encuentro muy atractiva, me gusta su comida, pero de ahí a quererla como mujer no lo creo.

Rubén - entonces la apreciación de esa señorita es verdadera.

Carlos - me da mucha tristeza su situación y me gustaría ayudarla, pero sé que no le atraigo como hombre y ella solo me ve como el hermano de su amiga y por lo mismo no se aprovecha de lo que yo le ofrezco.

Rubén - eso habla bien de ella, de su integridad y valores.

Carlos - ojalá alguien logré alguna vez ayudarla y darle la vida que ella se merece.

Rubén - yo también lo espero ella ya ha sufrido mucho en su vida, yo por lo menos tengo a Arthur que me acompaña y con quién puedo hablar y ella hasta para leer un libro debe hacerlo escondida.

Más tarde en casa de Rubén.

Arthur- joven avisaron que su padre no llegara a dormir y se quedara en la casa amarilla está noche.

Rubén - mi padre no aprende, por lo menos tuvo la decencia de avisar que se quedará a dormir con esas mujeres, yo no sé cómo no se ha contagiado de alguna enfermedad venérea de tanto que frecuenta ese lugar.

Arthur- y si se contagia lo más seguro es que no lo contará. Fue la señorita Cristina quien envío el recado.

Rubén - Cristina como siempre.

Arthur- Esa mujer siempre está preocupándose de usted.

Rubén - yo le debo mucho a Cristina, sin su ayuda mi padre no me hubiese dejado en paz.

Arthur- me voy a acostar joven, no necesita algo más?

Rubén - no Arthur descansa, buenas noches.

A la mañana siguiente llegó el padre de Rubén muy enojado gritando a la casa como loco.

Simón Wallace - Rubén desgraciado baja ahora mismo!¡No sabes la vergüenza que he pasado por tu culpa, desgraciado baja ahora mismo!

Rubén al escuchar los gritos bajo al encuentro de su padre y lo encuentra con su rostro herido como si hubiera estado involucrado en una pelea.

Rubén - ¡padre! que te sucedió?¿te asaltaron?¿por que estás herido?

Simón Wallace -Claro que no me asaltaron! quien se atrevería a hacer tal cosa? pero un desgraciado me ofendió riéndose de mí delante de todos diciendo que a mi único hijo Rubén no le gustan las mujeres, por supuesto que reaccione y lo golpee por sus palabras.

Rubén blanco- padre no debes darle importancia a esos rumores déjalos que hablen lo que quieran.

Simón Wallace- ¿Cómo crees que voy a soportar que humillen nuestro apellido con una calumnia así? esto es tu culpa hace tiempo te dije que debías casarte o por lo menos frecuentar la casa amarilla algunas veces, así nadie duraría de tu hombría.

Rubén - padre, a mí eso no me importa que hablen lo que ellos quieran.

Simón Wallace- eso debe acabarse de una vez por todas, ya no soporto que se dude de nuestro honor, así que te casás de una vez o me veré obligado a denunciar a Arthur con la policía.

Rubén - padre tú no puedes hacer eso, Arthur es familia, mi madre me encargo a su cuidado.

Simón Wallace- tu madre no sé en que momento me convenció de ocultarlo, Arthur es un soldado desertor, que tu madre auxilio y cuido, luego ya a salvo me convenció de dejarlo en casa y hasta le compré su nueva identidad, pero ya me cansé.

Rubén - hazlo por la memoria de mi madre, no denuncies a Arthur, él ya es mayor y no se merece ir a prisión por algo que no cometió.

Simón Wallace- Esto depende de ti, te casas o denunció a Arthur, pero no seguiré luchando por los rumores sobre la hombría de mi único hijo, ya no me cansé.

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