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¡No Soy Un Omega! Ver.1

Introducción

Los sigmas son una sub-dinámica del omegaverse, más extraños que los propios alfas y omegas, un género que ha sido ignorado e invisibilizado por siglos, que hasta en la antigüedad se consideraban simplemente como omegas o alfas defectuosos.

Con estudios de las últimas decadas se ha descubierto que los sigmas son un género completamente aparte que inclusive tienen comportamientos y procesos biológicos diferentes de los omegas y alfas, e incluso los betas. Aunque se desconocen los orígenes de los sigmas se cree que son producto de una mutación.

Las principales diferencias de los sigmas hacen que estos estén entre un espectro entre los tres principales segundos géneros de la sociedad, alfas, betas y omegas. Sus principales características son que es posible que queden embarazados por alfas o betas, aunque las posibilidades son incluso menores que las de un omega recesivo y carecen casi totalmente de un instinto maternal nato, incluso pueden anudar y dejar embarazados a otros omegas y betas hembras. Los sigmas no pueden amamantar ni sienten el instinto de hacer nidos, su comportamiento, fuerza y feromonas pueden llegar a ser como las de un alfa aunque suelen ser más debiles y por ende menos dominantes.

Los sigmas físicamente se parecen mas a los alfas que a los omegas, así que socialmente se suelen percibir como alfas no dominantes aunque dependiendo de la apariencia del sigma incluso pueden ser percibido como omegas dominantes, en cambio no son percibidos como betas ya que los sigmas si tienen la capacidad de percibir y producir feromonas. El ciclo de celo también es más parecido al de un alfa en cuanto a duración y frecuencia, aunque inclusive durante el celo la lubricación natural es difícil de lograr.

Los sigmas pueden vincularse con una pareja alfa u omega aunque la probabilidad de éxito de que la marca logre la vinculación es muy baja.

Aun menos probable es que los alfas puedan convertirse en sigmas al ser marcados por otro alfa, al igual que los betas pueden convertirse en omegas, pero la probabilidad es igual de baja.

Los alfas convertidos en sigmas puede experimentar fuertes problemas hormonales que podrían causar que sus feromonas se vuelvan "repulsivas" si no se controla con medicamentos.

Samuel Lorenz es uno de ellos, un sigma que decidió ser percibido por la sociedad por lo que era, más que nada por orgullo.

Este sigma odia ser tratado como un omega o confundido con un alfa ya que tiene un rencor particular a ellos.

Esta es la historia de Sam, un joven sigma con una vida difícil, pero que conoció a un alfa que lo cambiaría a él y su manera de vivir, todo esto debido a las difíciles circunstancias que tenía en su camino, no teniendo mejor opción que acceder a convivir con este alfa, por el bien de su madre y de su hermana, dejando su rencor y orgullo de lado para poder salir adelante, y aunque en un principio creyera que apenas todo estuviera bien se alejaría de este alfa, claramente las cosas no salieron como planeaba, la conexión entre ambos se habría hecho demasiado profunda como para volver atrás en el tiempo.

Cuando lo conocí

Mi nombre es Samuel Lorenz, aunque me suelen decir Sam o Sammy, soy un sigma de diecinueve años, mido aproximadamente un metro y ochenta centímetros, si me tuviera que describir más a fondo diría que soy delgado, mis ojos son verdes y mi cabello prácticamente blanco al igual que mi piel, si hay algo que detesto en mí es mi cintura, es muy delgada para mi gusto y podria hacerme parecer un omega, a pesar de mi altura, por eso suelo usar ropa holgada, porque odio ese rasgo de mí, odio parecer débil o ser asimilado a un omega por cualquier motivo.

Todo empezó un día normal cuando salí de casa y fui a una plaza cercana para poder fumar tranquilo, había estado intentando evitar fumar cerca de mi casa desde que echaron a mi padre, más que nada por el bien de mi madre y de mi hermana menor, pero a veces simplemente no podía y necesitaba fumar, así que por eso mismo trataba de alejarme, lo que menos quería era empeorar la situación de mi casa.

Estaba muy tranquilo con mi cigarrillo en una banca, hasta que sentí un aroma desagradable acercarse a mí, podría reconocer ese aroma de mierda hasta dormido.

-Sam, ya hablamos que a la próxima debes invitarnos a un cigarrillo a nosotros también, supongo que tendrás uno para cada uno.- Dijo Josh de manera burlona, era un alfa del barrio, rubio y de ojos grises, que solía estar con su grupito de amigos buenos para nada, definitivamente nunca nos llevamos bien.

-No estoy de humor Josh, vete a joder a otro lado.- Respondí molesto, frunciendo el ceño y apagando mi cigarrillo en la banca en la que estaba sentado.

Josh se me acercó y me levantó tomándome por el cuello, mirándome con desprecio. -Puto omega de mierda, ya te he dado suficientes oportunidades y aún no conoces tu lugar.- Dijo Josh molesto, lanzándome contra la banca en la que estaba sentado hace un momento.

-Ya te he dicho que no soy un jodido omega.- Respondí incluso más molesto, arreglando mi camiseta negra, sentía asco de solo verlo.

-¿Y qué? Si te follara aquí mismo saldrías preñado igual que uno, como una pequeña zorra, ¿o no? Tal vez debería intentarlo después de todo no estás tan mal.- Josh comenzó a liberar feromonas con la intención de intimidarme y someterme, por un momento sentí miedo, pensé "Este tipo realmente piensa violarme" pero no me dejé llevar por esos pensamientos, aunque sabía que era capaz de hacer eso, incluso había escuchado en ese tiempo que había dejado a un omega embarazado y lo había obligado a abortar.

Me levanté tratando de imponerme con mis propias feromonas. -No uses tus putas feromonas asquerosas, pedazo de mierda.- Sin pensarlo dos veces, le di un puñetazo en la cara a Josh, los otros dos su grupito se interpusieron y empezaron a insultarme, pero solo eran unos betas que fácilmente les podría ganar en una pelea.

-Estás jodido...- Respondió Josh lanzándose a golpearme de vuelta.

En solo unos segundos, ambos nos estabamos peleando, aunque a simple vista se podía ver que estabamos a la par, el que estaba siendo más lastimado era yo, pero por mi orgullo no podía dejar ganarme, no por alguien tan repulsivo como Josh. Estaba tan enfocado en la pelea y no dejarme vencer por ese idiota que no noté que de pronto un auto se detuvo frente a la plaza donde estabamos, de este salió un hombre de unos veintisiete años años, que media al rededor de un metro y noventa centímetros, de verdad era muy alto, de cabello negro, corto y ondulado vestido con traje, y con él las feromonas de un alfa dominante se hacían presentes, lo primero que pensé era que estaba jodido, igual que Josh y su grupito pero al fin y al cabo jodido, podía reconocer que era un alfa dominante y para peor, un policía.

-¡Detenganse, los llevaré a todos a comisaría!- El alfa dominante se acercó y Josh con su grupito de amigos salieron conrriendo, cosa que no me sorprendió, siempre habían sido unos cobardes, pero apartes de cobardes eran unas ratas huidizas, así que lograron escapar. Yo por mi lado estaba tirado en el piso, con moretones, el labio roto y mi nariz sangrando, no era la primera vez que estaba así pero si era la primera vez que un policía me atrapaba en esas condiciones. El hombre me llevó a su auto. Su auto apestaba a sus feromonas de alfa, y para peor alfa dominante así que no pude evitar sentirme asqueado.

-Esos tipos me empezaron a molestar primero, no volverá a suceder, solo déjame ir a casa.- Dije adolorido, y preocupado ya que no quería preocupar o causarle mas problemas a mi madre, solo quería defenderme y salir de ahí lo antes posible.

-Me temo que no puedo hacer eso.- El alfa buscó un botiquín en la guantera del auto con el que empezó a limpiar y curar mis heridas, dolía como el infierno, no era alguien particularmente gentil al momento de tratarme, mas bien parecía torpe, incluso se me hizo tierno que un alfa dominante de su edad fuera torpe en algo así, aunque fue un pensamiento rápido y que olvidé al instante ya que estaba mas concentrado en querer irme y mi disgusto general por la situación.

Solté un pequeño quejido cuando limpió la herida de mi labio. -Nunca lo había visto antes... Se nota que no eres de aquí, señor policía.- Quería burlarme de él por su torpeza, pero pensé que eso podría empeorar las cosas.

-Supongo que debes conocer a los policías de este sector, pero tienes razón, soy Egan Hoffmann, detective, y soy parte de la investigación de un asesinato ocurrido en el sector.- Egan sonrió con amabilidad, no entendía porqué me sonreía así, realmente quería golopearlo con su estúpida amabilidad falsa. Cuando terminó con las heridas, comenzó a conducir a la comisaría. Ya en la comisaría Egan bajó y me llevó dentro. -Dame tu nombre, llamaré a quién este a cargo de ti para que venga a buscarte.- Me dijo con mas seriedad.

-¡No! No soy menor de edad, puedo irme solo a casa.- Reclamé, odiaba que me trataran como si fuera un niño indefenso.

-Aunque no lo seas debo asegurarme que irás a casa y no te meterás en problemas de nuevo, así que debo llamar a alguien para que venga a buscarte.- Respondió Egan con seriedad.

-Soy Sam, pero no llames a nadie, prefiero quedarme aquí hasta que te aburras a que llames a alguien para buscarme.-

Egan suspiró y se cruzó de brazos. -Bien, supongo que te llevaré a casa, Sam.-

Estaba confundido, no me esperaba esa respuesta, pero prefería llegar a casa lo más rápido posible para tener tiempo de cubrir mis heridas antes de que mi madre llegara a casa.

Egan me terminó llevando a casa. -Promete que no te meteras en problemas, estaré al pendiente de ti, niño.- Dijo ese alfa con una ligera sonrisa, una sonrisa que me hacía enfadar.

Bajé del auto molesto y le levanté el dedo del medio a Egan antes de entrar a mi casa, él solo me sonrió como si yo fuera algo adorable y yo sólo podia pensar que ahora estaba jodido porque estaba en la mira de un detective.

¿Por qué me sigue molestando?

Un par de días habian pasado y me sentía intranquilo, de hecho estaba harto, el policía, detective o lo que fuera se pasó por mi casa, aunque la mayoría de veces me dediqué a ignorarlo, o al menos lo intentaba, pero era fin de semana y mi madre y hermana estaban en casa, así que estaba prácticamente rezando que el alfa no viniera a mi casa, ya que ni siquiera podia fumar tranquilo con mi familia estando ahí, menos sabiendo que ese policía se podía aparecer en cualquier momento.

Había bajado desde mi habitación a la cocina para ayudar a mi madre.

-¿Pudiste conseguir trabajo, Sammy?- Preguntó Elizabeth, mi madre, una mujer albina al igual que mi hermana y yo, era una pregunta que estaba deseando no escuchar pero ya empezaba a ser hora de que consiguiera un trabajo, ya que desde que mi padre se fue de casa ahora solo teníamos a mi madre de sustento.

-¡Si Sammy no trabaja puede pasar a buscarme al jardín!- Hizo un puchero mi hermana pequeña Lilah, luciendo muy adorable y jaló con suavidad mi ropa.

-Si apliqué... Pero a este punto no creo que me vayan a llamar, en mi último empleo mi jefe fue un imbé... un tonto.- Me corregí para no tener que decir "malas palabras" delante de Lilah.

-Entonces tal vez podrías estudiar para poder aplicar a algún lado, puedo trabajar horas extras para poder pagar estos meses.- Mi madre se mostró comprensiva, ya sabía que mi anterior jefe era un pervertido, porque me empezó a acosar fue que lo golpée y terminé siendo despedido, y probablemente habló pestes mi después de eso.

-No mamá, seguiré buscando trabajo, prometo que encontraré algo antes de que debas pagar el alquiler.- Le respondí con una sonrisa, aunque algo apenada.

Me apoyé en la encimera, tomando a mi hermana en brazos, en eso escucho sonar el timbre así que fui a abrir, era extraño que viniera gente a mi casa, exceptuando que últimamente venía cierto alfa policía, así que mi expresión tranquila cambió rápidamente a una de molestia.

Abrí la puerta. -¿No te aburres?¿Por qué estás aquí de nuevo?- Dije apenas vi a Egan.

-Aunque no lo creas no estoy aquí por ti, es fin de semana así que es probable que esté tu madre, debo hacerle unas preguntas.- Respondió Egan con una sonrisa tranquila.

De mala gana dejé pasar a Egan, sin soltar a mi hermanita.

-¿Quién era, Sammy?- Preguntó mi madre.

-Ah, disculpe la intromisión, soy el detective Egan Hoffmann, usted debe ser Elizabeth Lorenz, supongo que se habrá enterado del asesinato que ocurrió dos casas más allá, así que por eso debo hacerle unas cuantas preguntas.-

-Oh, sí claro, pero por favor ocupe mi apellido de soltera, es McKenzie, acompañeme a la sala.- Mi madre lavó sus manos y dejó de cortar las verduras para la cena, yendo así a la sala de estar, sentándose frente a Egan en el sillón, yo me fui a sentar a la escalera para poder escuchar y le dije a Lilah que se fuera a su habitación.

-Así que usted es la madre de Sam, es un gusto conocerla.-

-¿Conoce a Sam?¿Se metió en algún problema?.-

-Oh no, claro que no, simplemente me lo encontré un día, desde entonces somos amigos y cuido de que no se meta en problemas, también le hice en su momento las preguntas que le haré a usted.- Respondió Egan con una sonrisa amable, esa sonrisa que odiaba.

-Mentiroso...- Dije para mi mismo, Egan claramente no era mi amigo.

-Ay, me alegro que Sammy se haya hecho amigo de alguien como usted, es que últimamente se ha estado aislando desde que su padre se fue de casa así que las cosas han sido difíciles para nosotros...- Mi madre parecía genuinamente contenta de que un tipo como Egan se metiera en mi vida.

-Entiendo, no se preocupe, cuidaré bien de Sam. Pero volviendo al tema, ¿usted conocía a la señora Martinez?- Preguntó Egan, mirando hacia el pasillo como si me estuviera buscando, para mi suerte la escalera no se alcanzaba a ver desde la sala de estar.

-Sí la conocía, aunque no era cercana a ella claramente, una vez descubrí al padre de Sammy y Lilah engañandome con ella... y bueno, desde entonces que lo eché de casa, verá... ese hombre sólo... sólo traía desgracia a nuestras vidas... Disculpe, no vino a escuchar sobre él, lo siento.-

-No se preocupe, es información útil. ¿Notó algo extraño en los alrededores de la casa de la señora Martinez o en ella misma?-

-No realmente, he estado tan ocupada en el trabajo... A penas he podido pasar tiempo en casa o con mis hijos.-

-Bueno, si recuerda algo más que crea que pueda sernos útil, agradecería mucho su ayuda.-

-Oh si, no se preocupe, ¿después de esto debe seguir trabajando? Seguro a Sam le gustaría que te quedaras a cenar.-

-Mmm... bueno, podría quedarme a cenar si no le molesta.- Sonrió Egan, realmente quería borrar esa sonrisa de su cara, no entendía por qué de un momento a otro ese alfa estaba tan apegado a mí.

Elizabeth llamó a mi hermana y a mi para que bajaramos a cenar junto a Egan. Ya en la cocina, donde estaba nuestra mesa, mi expresión no era buena, no entendia porqué ese alfa seguía ahí y eso me ponía de mal humor, pero no dije nada.

-Egan se quedará a cenar, preséntate Lilah.-

-Uhm... Soy Lilah, ¡ya tengo cuatro años!- Dijo con confianza mi hermana pequeña pero esta confianza solo duró un instante, así que procedió a esconderse detrás de mi, agarrando con fuerza su peluche de conejito, Lilah se sentía algo intimidada por el alfa, como no iba a sentirse intimidada si el alfa que más conocía era alguien como mi padre y probablemente solo vio tipos como él y Josh en el barrio, unos completos imbéciles.

-Está bien Lilah, él no te hará nada.- Traté de calmar a mi hermana.

Aunque estaba incómodo, la cena fue bastante tranquila, la mayoría del tiempo Egan y Elizabeth hablaban, Egan me miraba de reojo con su sonrisita de siempre y así estuvo todo hasta que se hizo tarde.

Cuando ya Egan ya estaba por irse, este se despidió de todos pero yo fui a dejarlo a la puerta.

-¿Qué se supone que quieres?¿Planeas burlarte de mi solo porque eres un policía o porque eres un alfa? Responde en serio, no quiero que otro alfa venga a joder a mi vida, a mi familia... No confío en ti solo porque eres un policía y te haces el amable.- Mi rostro no ocultaba mi enojo.

-Solo veo a un jóven que intenta proteger a su familia y a sí mismo a toda costa... Solo quiero ser amable contigo, probablemente lo necesites.-

-¡No necesito tu amabilidad! Estaba bien incluso antes de que aparecieras de la nada... De verdad detesto que me tengas pena, no necesito eso, puedo cuidarme, ¿de verdad eres un policía? No deberías formar vínculos personales con la gente solo porque sí, menos en un lugar como este porque probablemente te deprimas y te termines matando, supongo que sabes cuantos asesinatos han habido aquí este año, ¿qué vas a hacer si mañana un puto loco me mata? Claramente te olvidarías de mi en un par de días.- No fui sutil con mis palabras, estaba muy molesto, no con Egan en específico sino con la vida que a mi familia y a mí nos había tocado vivir.

-Está bien, lo entiendo... Pero si me necesitas siempre puedes recurrir a mí. No te molestaré, tienes razón no somos cercanos, y tal vez solo me estoy metiendo en tu vida, pero Sam, tal vez también deberías aceptar la amabilidad de los demás.- Egan se inclinó y me besó en la mejilla para despedirse y se fue a su auto para tomar rumbo a su casa, yo quedé perplejo tocando mi mejilla y viendo como este se alejaba.

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