Siempre miro a los humanos con gran curiosidad, su vida es tan efímera, me digo entre dientes, tan moldeables, me gusta verlos ir y venir, sus risas, sus llantos, todo. Me gusta su entrega, algunos están llenos de bondad otros no tanto. Pero cada uno me intriga a tal punto de querer ser uno de ellos.
Desde aquí se ven tan pequeños, tan frágiles. Veo su vida pasar en un segundo, un día para mí aquí en el cielo son años para ellos en la tierra. Por cierto soy Raziel un arcángel y vivo aquí en el cielo al lado de Dios, desde hace miles de años.
Mi nombre significa el guardián de los secretos y me fue dado por estar cerca del trono de Dios donde escucho y guardo todo lo ocurre allí, también me encargó de brindar conocimiento a los humanos y ayudarlos a entender mejor los caminos de Dios. De igual manera los ayudo a limpiar su karma, les enseño astronomía y adivinación. Pero ya esto no me basta es tanta la curiosidad que tengo sobre los humanos que me gustaría ser uno de ellos, vivir y sentir la vida cómo ellos.
Fue así como un día le pedí permiso a Dios para bajar a la tierra y vivir la experiencia, fui advertido de los peligros que corría al hacerlo, pero no me importó necesitaba eso, tanto fue mi deseo que fui liberado de mis cargos y enviado a la tierra como un simple mortal, pero debía volver en tres años o me quedaría para siempre en ese estado.
Acepté dichoso y vi cómo mis enormes alas azules fueron desapareciendo, tome una figura humana, rasgos asiáticos, estatura alta, delgado, pero con músculos y entre en un sueño profundo. Al despertar me encuentro desnudo en medio de la carretera, corrí aturdido por las luces y al verme en ese estado sabía que no era correcto, quería cubrir mi cuerpo a como diera lugar, todos me miraban, tocaban las bocinas, incluso algunos me ofendieron gritando loco, depravado, fue así como en mi lucha por pedir ayuda fui interrumpido por un estruendo horrible.
Ese estruendo había sido mi cuerpo al chocar con un auto rojo, sentí a los pocos segundos un dolor enorme que se apoderó de todo mi cuerpo, jamás creí que se pudiese sentir algo así, de mis ojos salieron líquidos eran lágrimas de dolor, estaba en medio de la calle en un charco de sangre. Lo último que sentí fue una sirena y perdí el conocimiento.
Tres horas antes…
En un cuarto de hotel Lía, una chica morena de pelo ondulado negro y ojos verdes descubre a su novio de tres años siendo infiel con su mejor amiga. Ella tiene 20 años, se suponía que se casarían en otoño de ese mismo año con él, Lía estudia tercer Año de medicina, su novio cursa el cuarto año, están juntos desde que comenzó a estudiar allí, ella jamás había tenido novio, su meta era convertirse en médico y darle un futuro mejor a su madre, pero el o intentó todo y poco a poco ella cedió. Lía provenía de una familia muy humilde, llevaba el estudio junto con un trabajo de medio tiempo con el cual podía pagar un pequeño cuarto con todo incluido en un barrio cerca de la escuela, llevaba rato sospechando que su novio la engañaba, pero no sabía con quién, fue así que un día decidió seguirlo sin que se diera cuenta.
Tomó su pequeño auto que pudo comprar gracias a unos ahorros que su madre le había dado y lo siguió, mantuvo una distancia prudente pero él ni sospechaba que estaba siendo seguido. Vió cómo aparcó en un hotel, sabía que algo malo pasaría, ya que al llamarlo dijo que iba de visita a casa de sus padres, se bajó y lo siguió al lobby, ya tenía reservado observó hacia dónde se dirigía logrado esquivar al personal del hotel lo siguió hasta que lo vio entrar en la habitación y espero unos minutos y tocó, abrió ella.
Al ver a su amiga sintió que su mundo perdía sentido, el era su primer y único amor. Ella la única persona en la cual confiaba venían juntas desde pequeñas y ambas habían tenido una infancia dura. Salió a toda prisa, su corazón sangraba, era una doble traición, condujo sin mirar atrás, en su mente no había cabida para nada más que planear su muerte. Fue así que no vio a Raziel en medio de la calle y terminó impactando su auto sobre él.
Lía no podía creer lo que sus ojos veían, había atropellado a una persona, él estaba inerte en el suelo cubierto de sangre, le llamó la atención que estuviese desnudo, rápidamente bajo de su auto y corrió hacia él, estaba vivo, sintió una leve esperanza, presionó sobre su cabeza que era la que más imparto había sufrido e inspeccionó su cuerpo en busca de otros daños, hasta que llegó la ambulancia.
Ella se apartó para que los paramédicos hiciesen su trabajo, pero al subirlo a la ambulancia ella tomó asiento a su lado, debía acompañarlo y velar porque nada malo le hubiese ocurrido por su culpa. Al llegar al hospital fue llevado a rayos x para ver la magnitud del asunto. Ella esperó afuera, unos guardias vinieron por ella para tomar declaración de lo ocurrido y así paso el tiempo hasta que él fue llevado hasta una habitación para ser observado esa noche, los golpes no presentaban peligro para la vida e increíblemente no había fractura craneal.
Lía decidió pasar por la habitación para verlo con sus propios ojos y pedir perdón. Al entrar pudo ver a un chico muy apuesto, piel tersa, cutis perfecto. Estaba siendo motitoreado por una enfermera cuando ella entró está al verla le puso al tanto de la situación actual de Raziel.
- los médicos dijeron que tardaría en despertar hubo que administrador sedante dijo la enfermera antes de marchar y dejarlos solos.
Al quedar completamente sola en la habitación con el muchacho y Lía sintió pena por él. De algún modo raro este accidente le había salvado la vida a ella pero casi provocado la muerte de él, ya por la mente de Lía no corría idea alguna relacionada con el suicidio, sino más bien, curiosidad, curiosidad y pesar por aquel joven al que había atropellado y tenía frente a ella.
Su teléfono no paraba de sonar era su ex y su amiga. Seguro querían explicarle lo ocurrido, ella bajo el volumen para no molestar al joven y decidió pasar la noche con él en el hospital para acompañarlo, era lo menos que podía hacer por él y más al ver que no tenía compañía alguna.
Ni los médicos, ni la policía podían explicar quien era aquel joven, ya que en el momento del accidente no presentaba documentos que lo identificará, no estaba reportado como desaparecido y nadie lo buscaba en los hospitales, tampoco llevaba celular en ese momento. Sus huellas no aparecían en el sistema era como si hubiese salido debajo de la tierra. Sólo quedaba esperar a que despertase y se explicará el mismo.
Lía llamó a su madre para que no se preocupase, ya que cada noche aunque no viviesen juntas ella la llamaba contaba su día y ella igual, también le informó que en la mañana cambiaría su número de teléfono y no debía darlo a nadie. Le contó lo que había sucedido con su novio.
Raziel por su parte dormía plácidamente ignorando su estado, tenía una sutura en la cabeza de diez puntos, el brazo izquierdo con fractura y algunos moretones. Lía tomó asiento a su lado y espero pacientemente a que despertará, cosa que no ocurría y terminó dormida su lado.
Eran las cinco de la mañana cuando Raziel despertó. Estaba algo mareado, intentó incorporarse, pero terminó desistiendo su cabeza le dolía a mares y pudo ver el estado de su brazo, al mirar hacia el otro lado noto la presencia de una joven que dormía a su lado con la cabeza sobre la cama.
Era muy hermosa, nunca había estado tan cerca de un humano y menos de uno tan hermoso así con su materia. Ella tenía tal belleza que Raziel llegó a cuestionar quién era el verdadero Ángel allí. Luego de unos segundos la muchacha comenzó a moverse y miró directo a los ojos de Raziel, eran de un verde sin igual,se podía ver claramente su alma a través de ellos. Quedaron unos segundos viéndose fijamente.
Lía quedó impregnada con la mirada de Raziel, no fue capaz de apartar la mirada, sus ojos le transmitían una calidez indescriptible, se le movió el mundo entero, pero de una manera positiva, tardó unos segundos más en dejar de verlo.
- Hola soy Lía, dijo finalmente, lamento mucho haberte causado daño con mi auto. Mientras se presentaba y pedía perdón le extendió la mano en señal de saludo. Recuerdas algo sobre lo ocurrido o sobre ti, quieres que llame algún familiar tuyo, alguien.
- Hola, dijo Raziel. Dando un apretón a la mano de Lía.
Fingió no saber nada de él, ni nombre, ni familia, nada, aprovechando su golpe en la cabeza, era más fácil fingir amnesia que explicar que era un ángel caído y su casa era el cielo.
Lía fue a por los médicos para decirles que había despertado, también les comento sobre la amnesia. Ellos dijeron que era posible que había que darle tiempo. Luego que los médicos comprobaran que todo estaba bien, le dieron de alta, solo debería hacer algo de reposo y le recetaron antibióticos.
Programaron una cita para dentro de nueve días, ya que debían retirar los puntos, pero no había peligro Alguno, fue muy afortunado. Sin lugar a donde ir Raziel, la policía le sugirió un albergue cerca del hospital, allí tendría techo y comida hasta que recordará quien era, pero en ese momento Lía se ofreció a llevarlo con ella a casa, de cierta forma se sentía responsable por él y se perdonaría abandonarlo en ese estado.
La policía tomó sus datos para que todo estuviese correcto, quedaron en pasar por su hogar dentro de una semana a ver cómo marchaba todo, no era muy recomendado acoger a un desconocido en casa, pero ella insistía, no quedó más alternativa que dejarla. Al otro día le harían una identificación provisional a Raziel para que continuase con su vida hasta que recordara quien era. Para ello debía elegir un nombre co el que se sintiese identificado, el les dio el suyo original ya q no había manera de comprobar que mentía y cómo apellidos de los angeles. La dirección tomaron la de Lía, ya con ese documento podría hacer su vida hasta que volviera su memoria. Pasarían esos datos, sus huellas y si foto al sistema.
Al terminar el proceso con la policía Lía tomó un sillón de ruedas en el que con mucho trabajo subió Raziel, aún estaba adolorido, ella recogió las pocas cosas que tenía y pidió prestado el piyama del hospital para Raziel el cual no poseía ninguna pertenencia, al llegar al parqueo Raziel entró en el auto y ella devolvió el sillón. La primera parada fue la farmacia, compró sus antibióticos. Raziel miraba cada detalle con atención, no se le escapaba nada, todo era nuevo para él, nunca había visto las cosas tan cerca.
Luego de la farmacia fueron a por ropa para Raziel, el espero en el auto mientras ella compró lo que consideró correcto ya tendría tiempo luego él para comprar a su gusto. Compro pillamas, ropa interior, cepillos, aseo y ropa con algunos zapatos, nada muy costoso ya que ella no poseía mucho dinero.
Al llegar a casa de Lía ella le abrió la puerta del auto y él pudo moverse bastante bien hacia la entrada a pesar del dolor físico que tenía aún, los golpes en los pies eran superficiales. La casa era pequeña pero acogedora, muy bien decorada, para él era perfecta. Al entrar había un gran espacio compartido, el cual era sala,cocina y comedor.
El espacio destinado a la sala había dos butacas acorchonadas, de color rojo con una mesita de madera carmelita y un tapete a juego con los muebles, sobre el una planta, era un cactus. Luego le seguía una mesa redonda con cuatro sillas de color negro, pero con tapicería en rojo y luego la cocina. A mano derecha habían dos puertas una era el baño pequeño de color blanco, con una pequeña tina. En la otra puerta estaba el cuarto, solo había un cuarto, estaba decorado un poco infantil, con cortinas doradas a juego con las sábanas, una mesita con una laptop y una pequeña lámpara en un costado, sobre la cama un peluche de hello Kitty.
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