—Papá, he terminado mi entrenamiento. ¿Cumplirás con tu promesa?—
Con el rostro lleno de felicidad, una chica con alrededor de dieciséis años, se acerca a un hombre ya maduro y lo abraza por la espalda, pronunciando estás palabras.
—Mi pequeña guerrera, una promesa es una promesa. El día de mañana iré a la capital para informar a su majestad sobre mi decisión y también para hacer tu nombramiento— volteando, el hombre carga en sus brazos a su hija y la eleva en el aire.
La chica es Sasha, quién desde niña ha querido ser como su padre, quién es uno de los grandes generales del imperio Blue, siempre fue fuerte de espíritu y aguerrida, aún más que sus hermanos. Formando parte de una familia de cinco integrantes, dos hermanos mayores, sus padres y ella. Tomando en cuenta que era la menor, siempre trataron de protegerla y complacerla en todo, sin embargo la pequeña siempre fue independiente y no permitía que nadie la tratara mejor que a las demás personas. Era igualitaria con todos a excepción de su padre a quien demostraba una gran admiración y un gran amor por él, más que por los demás.
—Te lo agradezco papá, entonces está noche habrá una celebración por mis logros. ¿Te parece?— ilusionada preguntaba.
—Creo que será mejor que hagamos eso cuando regrese con la autorización de su majestad. No quiero que por ningún motivo te decepciones— ya un poco más pensativo, el padre habló.
—Cómo digas, pero creo que lo mejor sería que yo te acompañe, así el emperador me conoce y ve que en realidad soy una gran guerrera—
Aquella chica suplicó a su padre, aunque de poco sirvió.
—No lo puedo permitir, deja que yo haga las cosas en este caso. Si no obedeces, estarías insultando nuestro nombre— con la voz muy alta, el hombre habló
—Lo siento padre, por favor perdona mi falta de respeto—
Inclinando la cabeza, la chica se disculpaba. Era claro que había hecho enojar a su padre, ella se había dado cuenta por el cambio de actitud. Aunque era la luz de los ojos del general, ella sabía que cuando se enojaba, eso no importaba.
—Lo siento mi pequeña, no quise levantar la voz, solo quiero que entiendas que esto debo hacerlo yo—
Se acerca y acaricia la cabeza de su hija.
—Lo sé padre, me disculpo por mi falta de entendimiento. Esperaré con ansias tu regreso para celebrar mi nombramiento. Te amo—
Sasha se acerca y le da un beso en la mejilla a su padre. Es algo que puede hacer porque están solos en el despacho. Pues tiene que comportarse más formal cuando están en público.
—También te amo pequeña, eres la luz de mis ojos—
La abrazó y le da un beso en la frente. Un amor de padre e hija tan grande imposible de romper.
De pronto tocan a la puerta y abren.
—Vaya, así que aquí están ustedes dos, mamá los ha estado llamando para cenar—
Un chico de cabello negro y unos ojos negros resplandecientes, había aparecido para llevarlos a cenar.
—Ya vamos Asher, solo estábamos poniéndonos de acuerdo sobre un asunto— se excusa Sasha
—Pequeña Sa, seguramente ya viniste a exigir que padre cumpla su promesa— entre risillas, se burla el hermano.
—Vamos hijos míos que ya quiero degustar esa comida deliciosa que prepararon— diciendo esto, el padre de ambos chicos los llevó fuera del estudio hacia el comedor.
—Padre, bienvenidos. Los esperábamos para poder comenzar— habló otro chico.
Este era de cabello azulado oscuro, ojos del mismo tono del cabello, pero sobre todo guapo y muy varonil, estaba saludando a su padre con mucho respeto.
—Oye Ossian, te he dicho que no debes hacer eso cuando estemos en familia. Se que tengo tu respeto, pero al menos me gustaría que me hablaras más informal estando en nuestro hogar. Soy tu padre y tú eres mi hijo— habló el general, se acercó a Ossian y le dio un fuerte abrazo.
—Me encanta ver cómo se demuestran todo el amor que se tienen, padre e hijos— mostrando una sonrisa radiante, una mujer habló.
—También hay amor para ti mamá—
Sasha habló y corrió literalmente hacia su madre y la abrazó fuertemente. Acto seguido, los demás integrantes de la familia se unieron.
—Agradezco a los espíritus que me otorgaran una familia maravillosa. Si tuviera que rendir cuentas en este momento, estaría listo para irme— mencionó el general, él tenía una gran sonrisa en su rostro.
—No digas cosas absurdas papá, si eres feliz con nosotros, entonces continúa disfrutando de esta felicidad— tomando a broma lo que su padre dijo, Sasha habló.
—Bien, cenemos— pidió la madre.
Así, toda la familia se sentó a disfrutar una cena. Todos se querían y se lo demostraban día a día.
—Padre, madre. Con su permiso, me retiro a descansar, mañana tendré un día muy ocupado— mencionó Asher, despidiéndose así de su familia
—También me retiro, el día de mañana tendré que visitar los alrededores y saldré en la madrugada— está vez fue Ossian quien habló, hizo una reverencia y se retiró.
—Entonces también debo irme, ¿cierto?.— Intrigada, cuestiona Sasha
—Antes de que te vayas, quiero saber de qué tanto hablaron ustedes dos, en el estudio— dirigiéndose a los dos presentes, la mujer habló. Mostraba un rostro lleno de enojo, parecía que sabía lo que iba a escuchar
—Papá irá mañana a visitar al emperador para hacer mi nombramiento lo más pronto posible. Es increíble, ¿verdad?— muy feliz, Sasha respondió
—Quiero hablar a solas con tu padre, déjanos— la mujer ordenó furiosa
Entonces Sasha se fue a su habitación. Mientras tanto en el comedor, la mujer se levantó de su asiento, caminó hasta llegar a lado de su esposo, se sentó en su regazo, lo abrazó y le dio un beso en los labios.
—Creí que estarías conmigo toda la vida, no puedo creer que pueda perderte más pronto de lo esperado— de sus ojos salían lágrimas y solo podía abrazarlo.
—Perdona todo lo malo que he hecho, nunca quise que tú o nuestros hijos sufrieran, pero está reunión solo es una excusa para lo que pasará inevitablemente. Miran, te amo con toda el alma—
Algo sucedería y no podía evitarse, claramente ambos adultos lo tenían presente.
—Te prometo que haré lo imposible para que nuestra familia salga impune de todo lo que está sucediendo, pero si no lo logro, debes estar preparada para lo que venga—
Tomando las mejillas de su esposa, el general habló.
—Desde el día que acepté ser tu esposa, supuse que habría un riesgo. Te amo y amo a nuestra familia, como siempre, afrontaremos lo que venga, juntos—
Miran miró a los ojos al general y lo besó, llena de pasión, combinada con dolor y preocupación. Aunque no lo dijeran en ese momento, ambos temían por lo que podría suceder.
Los dos esposos se retiraron a descansar después de su cruda charla, solo esperarían el amanecer para ver qué era lo que el destino les tenía preparado.
—Johann, es hora amor mío. Debes levantarte, tus hombres están esperando—
Miran trataba de despertar al general, aunque no quisiera, jamás ha ido en contra de las decisiones de su esposo.
Poco a poco, el general se fue despertando. Cómo ya tenía todo preparado, solo desayunó algo rápidamente y comenzó su camino rumbo a la capital, iría al palacio a ver al emperador.
No se despidió más que de su esposa, pues sabía que sus hijos se pondrían tristes, en especial Sasha, que no podía pasar tanto tiempo separada de él.
Durante el camino, los soldados del general se regresaron a las tierras de los Brucks, que era la tierra gobernada por el general, fueron órdenes directas de su señor.
—Soldados, hasta aquí termina su travesía conmigo, son los soldados en los que más confío y también se que los demás confían mucho en ustedes. Sin importar lo que suceda, quiero que ustedes no se opongan a las decisiones que tome el imperio hacia mi persona, en caso de que envíen por mi familia, quiero que protejan con su vida a mi pequeña hija, si ella así lo decide, sin embargo si deciden irse todos a la capital, quiero que los dejen. Agradezco su servicio y les pido que sobrevivan pase lo que pase—
Dando un saludo, esa fue la forma en la que el general se despidió de sus soldados y continúo su camino rumbo a la capital.
El viaje duraba alrededor de tres días a caballo, cuando por fin llegó fue recibido por los guardias imperiales, tenían órdenes específicas de llevarlo a una celda, hasta que el emperador lo pudiera atender.
—«Me reconforta saber que al menos uno de los integrantes de mi familia podrá sobrevivir a todo esto»—
Pensaba el general dentro de su celda. Aunque nadie lo sabía, Miran, la esposa del general era descendiente directa de un espíritu ancestral, los seres a los que debían la vida y prosperidad, los humanos de Blue, eso hacia posible que al menos uno de sus hijos sobreviviera a lo que estaba a punto de pasar.
—General Johann Brucks, el emperador está listo para recibirlo—
Llegó uno de los guardias a informar al general. Ya había pasado un día desde su llegada y él estaba muy ansioso por saber lo que pasaría.
Se acercaron y abrieron la reja, le pusieron unas cadenas en los pies y manos, enseguida a punta de empujones lo llevaron a dónde se encontraría con el emperador.
Al llegar a la sala, estaban presentes todos los de la corte imperial, los príncipes e incluso la emperatriz. Fue en ese momento que el general se dio cuenta sobre su situación; lo que estaba a punto de presenciar, era su propio juicio.
Sentaron al general en una silla alejada de los presentes y entonces él secretario imperial, habló.
—Estamos reunidos aquí para acusar oficialmente al ex general Johann Brucks, quién fue acusado de traición al imperio, las pruebas fueron entregadas y revisadas por su majestad, encontrándolo culpable de todo lo que se le acusa. Esta hoy aquí para recibir sentencia, solo para eso—
Terminó de hablar el secretario y en la sala se comenzaron a escuchar murmullos de los presentes. Algunos parecían realmente sorprendidos, otros asumían que sospechaban del general y hubo algunos otros que no dijeron palabra alguna, pues mostraban tristeza, eran los que apoyaban y creían en el general, pero solo uno de entre todos los presentes, mostró una gran sonrisa, por todo lo que estaba sucediendo.
—General, aunque no debería de ser permitido, el emperador mismo pidió que dijera algunas palabras si tiene alguna objeción por lo que se ha dicho—
Volvió hablar el secretario imperial, está vez se acercó un poco más al general y prácticamente sin que nadie lo notara, le dijo algo al oído.
—Solo es una treta para los que aún lo apoyan, el emperador lo condenó desde un inicio, ayúdese y ayude a su descendencia—
A manera de amenaza, el secretario le pidió al general, que prácticamente aceptara una culpa que no era suya.
—General, estamos esperando, ¿o acaso no tiene nada que decir?—
Preguntó ferozmente, el secretario.
—Si las pruebas demuestran mi culpabilidad, si su majestad me ha encontrado culpable y si ya tomaron una decisión, no tiene caso que intente defenderme. Aceptaré el castigo que se me dé, serví al imperio hasta donde pude y estoy listo para rendir cuentas—
El general por fin decidió hablar, pero en ningún momento aceptó su culpabilidad por nada de lo que se le acusó, cosa que dejó perplejos a los que estaban presentes y algo que molestó mucho al emperador.
Fue ahí cuando por fin el emperador se puso de pie y decidió hablar.
—Por todo lo que ha hecho y por su conspiración en contra de nuestro imperio, lo condeno a muerte junto a toda su familia. En este imperio no quedará rastro de que algún día existió la familia Brucks—
Al escuchar la condena, el general sintió como su corazón se hacía añicos, el presentía algo parecido, pero no lo aceptaba aún.
—¡Guardias!, quiero que se dirijan a las tierras de los Brucks y traigan al resto de la familia, no quiero que falte ninguno, ¿entendieron?—
Fue la orden que dio el emperador.
Haciendo caso a esto, los guardias hicieron una reverencia y se retiraron a hacer lo que les habían ordenado.
Mientras tanto, al general lo regresaron a su celda, aún no sabía cuándo sería su ejecución, pero al menos imploraba por volver a ver a su familia y despedirse de ellos, decirles cuánto los amaba y lo agradecido que estaba por tenerlos a su lado.
Los guardias tardaron exactamente tres días en llegar a las tierras de los Brucks. En la entrada, los detuvieron, pues no cualquiera podía entrar.
—¿Quiénes son y a qué vienen a este lugar?— cuestionaba uno de los soldados que hacían guardia en ese momento.
—En nombre de su majestad imperial, hemos venido por la familia del general Johann, él fue acusado de traición y su condena fue la ejecución—
Respondió uno de los guardias que habían ido por el resto de los Brucks. Eso fue algo que dejó congelados a los soldados presentes, pues siempre fueron tratados de la mejor manera por parte de su general y su familia, aunque ya habían hablado días antes con los soldados que regresaron por órdenes de su general, no pensaban que las cosas llegarían tan lejos. Haciendo caso a la última orden de su señor, dejaron entrar a los guardias y con la cabeza agachada, se resignaron por lo que sucedería.
Al llegar los guardias a la mansión de los Brucks, Miran, la señora de la casa, ya estaba afuera para recibirlos.
—Me informaron que han venido por mi familia, según lo dicho esas fueron las órdenes de su majestad—
—Es correcto madame Brucks, tendrán que venir con nosotros todos los integrantes de su familia—
Respondió un guardia, informando sobre la situación.
—El ex general Brucks se encuentra en una celda en estos momentos, su sentencia ya fue dada, solo falta que ustedes cómo integrantes de su familia lleguen a la capital para llevar a cabo la sentencia—
De pronto aparecieron Asher y Ossian, ambos abrazaron a su madre, que por la noticia recibida, estaba a punto de derrumbarse.
—Madre, todo estará bien si estamos juntos— mencionando esto, Asher le da un beso en la frente a su mamá
—El pequeño tiene razón madre, somos una familia y como tal afrontaremos esto— está vez fue Ossian el que habló, a pesar de ser el mayor, era quien más susceptible se ponía cuando se trataba de ver sufrir a su madre.
—Mis queridos hijos, los amo tanto. Hubiera querido que las cosas no sucedieran de esta manera, por favor perdónenos—
Con lágrimas en los ojos, Miran agachaba la cabeza frente a sus dos hijos.
En el momento que estaban a punto de tomar a los chicos y a su madre, Sasha llegó cabalgando, al parecer había salido.
—¿Qué es lo que está sucediendo aquí?— enfurecida y sacando su espada, preguntó
—Sasha, baja esa espada, ¡ahora!— gritó Miran.
Le explicó todo a su hija y fue ahí cuando Sasha derramó muchas lágrimas. Su padre era su adoración y el simple hecho de pensar en lo que estaba pasando, su corazón se estrujó.
—Sasha, puedes huir. Según las órdenes de tu padre, los soldados tienen la orden de protegerte, incluso a costa de su vida. Hija por favor sálvate—
Suplicaba Miran, al parecer aún no conocía a su hija muy bien. Ella sería incapaz de dejar sola a su familia y menos perder la oportunidad de volver a ver a su padre de nuevo.
—Iré primero si no les molesta—
Adelantándose, Sasha se dirigió al carruaje que los llevaría, pero antes de que pudiera subir, quedó sorprendida por lo que sus oídos escuchaban.
—¡Salve los Brucks, viva el general Johann!, ¡salve los Brucks, viva el general Johann!—
A una sola voz, los soldados hacían reverencia a la familia y les daban sus respetos. Independientemente de si eran o no ciertas las acusaciones en contra de los Brucks, ellos solo veían la forma en como habían sido tratados y los respetaban por sobre todas las cosas.
—Si no hubiera sido por la última orden del general, yo sería capaz de matar a estos malditos guardias—
Decía en voz baja uno de los soldados que estaba al frente de las filas. Claramente muchos más afirmaron lo dicho, pero el respeto que le tenían a su general era muy grande y la palabra del general era sagrada para ellos, por esa razón no harían nada que fuera en contra de sus deseos.
Mientras tanto, los Brucks subieron al carruaje y dieron marcha rumbo a la capital.
—Madre, ¿crees que nos asesinen?—
Curiosa, preguntaba Sasha.
Al mirar que de los ojos de su madre comenzaron a salir lágrimas, se dieron cuenta que era obvio su destino, lo único que los reconfortaba, era que estaban juntos como la familia que siempre han sido.
—Lo lamento mucho mis pequeños, no puedo creer que mi hijo mayor solo haya podido vivir veinticinco años, mi segundo hijo solo veintidós y mi pequeña apenas alcanzó los dieciséis—
Aún llorando, Miran se lamentaba.
—Sabes madre, estos fueron los mejores veinticinco años de mi vida, tuve a los mejores padres y unos hermanos maravillosos, no pude haber pedido mejor familia. Los quiero a todos—
Ossian, se desahogaba y sus palabras reconfortaron a su madre. Casi toda su vida fue el más responsable, el más obediente, nunca le daba problemas a sus padres, además que siempre los respetó por sobre todas las cosas
—Lo que dice mi hermano es cierto, agradezco haber nacido como hijo tuyo y de mi padre, han sido los mejores para mí. Te amo mamá y los amo a ustedes, bribones—
Esta vez fue Asher quien habló, siempre había sido muy extrovertido, pero muy responsable en todo lo que hacía.
—Creo que me toca hablar a mí, ¿verdad?. Bueno, madre, hermanos; tal vez crean que amo más a papá por mi conexión con él, bueno es cierto, pero también los amo a ustedes, son mi razón de vivir y entre vivir sin ustedes a tener que morir a su lado, prefiero la segunda opción. Me arrepiento de no haber hecho muchas cosas contigo mamá, o con ustedes mis hermanos mayores, por eso les pido perdón. A pesar de todo siempre los quise y siempre los querré—
Aunque la situación era para lamentarse, la familia Brucks no se dejaba caer hasta ese momento, eran más fuertes de lo que sus enemigos pensaban.
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