RENÉ
Mi nombre es Rene Walton Ortega, actualmente estoy por cumplir dieciocho años de edad. Soy la menor de los hijos de Sol y Ángel Walton. Fui la niña no planeada, pero sí muy amada.
Mi mamá me tuvo a sus 37 años y para ese entonces mi papá tenía 50 años. Ellos me cuidan y me quieren mucho, como no si soy la única hija biológica de ambos. Bueno, aunque eso en nuestra familia no importa mucho, pero es lo que nos hace una familia única y excepcional, o al menos eso pienso yo.
Tengo seis hermanos. Ángela es la mayor de todos y la razón por la cual mis padres se casaron y se enamoraron. Mi papá conoció a mi mamá cuando ella tenía 16 años y estaba en trabajo de parto. Cuando mi papá conoció a mi hermana, se enamoró de ella y le pidió matrimonio a mi mamá. Al principio no se amaban. Ellos eran dos desconocidos. Pero al final se enamoraron y entonces sí se casaron por la iglesia.
Y gracias a eso, nuestra familia creció mucho. Luego de Ángela llegó Gaél, quien está casado con Luz, la hija del tío Camino, y juntos tienen una hermosa familia. Después de Gaél, llegaron los trillizos Andrey, Alonso y Agustín. Ellos viven en el extranjero y son unos importantes CEO. Mis padres están muy orgullosos, pues ellos siempre fueron traviesos y ver lo que han logrado les hace sentir que hicieron las cosas bien, aunque son los solteros más codiciados del mundo.
Pero mi mamá espera que encuentren unas bellas mujeres que los hagan sentar cabeza y les den nietos, como Gaél y Ángela.
Después de los trillizos llegó Blanca. Ella es especial, no es hija de mi papá ni de mi mamá biológicamente, pero sí de corazón. El hecho de que sea adoptada no tiene nada de malo en nuestra familia y no hacemos diferencias. Blanca es mi hermana y siempre quiero ir a visitarla, pues ella vive sola en su departamento. Es soltera y trabaja con mis hermanos, Ángela y Gaél.
Cuando visito a Blanca, nos divertimos muchísimo. Ella es muy divertida e inteligente, aunque mi mamá dice que de niña no le gustaba ir al colegio. Pero ahora es diferente, es una gran empresaria y hace sentir a mis padres muy orgullosos, al igual que a todos mis hermanos. Y como espero hacerlos sentir yo algún día.
Yo soy la última, como ya lo había dicho, y al igual que Blanca no tengo novio. Creo que la razón es porque crecimos viendo el amor tan inmenso y único que se profesan nuestros padres, y luego con los años vimos el amor de mi hermana Ángela por su esposo Dimitri, y el amor de Gaél por Luz. Nuestros estándares con respecto al amor están demasiado altos. Y ¿quién podría culparnos con las parejas a nuestro alrededor?
Yo sueño con un príncipe como lo es mi papá, Ángel Walton. Él, con mi mamá y con todos, es un caballero respetuoso, educado y nos llena de amor y atenciones. Por eso entiendo por qué cada día veo a mi mamá más enamorada de él y a él de ella. Aunque se llevan trece años, eso no importa. Su amor es tan fuerte que cualquiera desearía un amor así.
Yo creí encontrar a mi príncipe, pero me equivoqué. Ese tonto me destrozó el corazón. Fue mi primer amor y mi primer beso, de hecho, el único que he dado en mi vida. Ese tonto de Antón Kuznetsov Walton, el hijo del esposo de mi hermana Ángela, fue la razón por la que ellos se enamoraron. En ellos se repitió la historia de mis padres: mi papá se acercó a mi mamá por Ángela y Dimitri se acercó a Ángela por Antón.
El punto es que crecí junto a él y su hermana Grecia, quien nació tan solo tres meses después que yo. Ella no es una sobrina para mí, es casi como mi hermana. Les explico.
Cuando cumplí quince años, estaba muy feliz. Por fin pude descifrar lo que sentía por Antón, a quien conozco desde que nací. Él es dos años mayor que yo, pero desde que recuerdo, siempre sostuvo mi mano. En cada foto con él, estábamos sujetando nuestras manos.
Yo creí que nunca la soltaría, pero en mi fiesta de quince años, le confesé cuánto lo amaba y él me dijo que también me amaba. Así que nos dimos un beso, mi primer beso en realidad, pero me gustó mucho.
Después del beso, él me entregó mi regalo: un collar con un dije que al abrirlo mostraba una foto nuestra tomados de las manos. Además, me hizo una promesa.
"Eres la luz de mi vida, sin ti nada tiene sentido. Por eso te prometo, mi mariposa hermosa, que jamás soltaré tu mano y siempre estaré a tu lado", recuerdo muy claramente esas palabras de su parte.
Palabras que nunca cumplió, pues tres meses después de mi cumpleaños se celebró el cumpleaños de su hermana Grecia, quince años al igual que yo. Yo esperaba verlo, ya que después de aquel beso y de la fiesta no lo volví a ver. Pero para mi sorpresa, después de la fiesta de Grecia, en cuanto volví a casa con mis padres, nos enteramos que dejó el país y se fue a Rusia a vivir con su abuelo Iván Kuznetsov.
Saber eso me destrozó. Esa noche lloré como nunca y por primera vez me oculté para que mi padre no me diera el beso de buenas noches como siempre, pues si lo hacía descubriría que mi corazón está roto.
Esa noche mis papás volvieron a ver a Ángela, pues ella estaba destrozada porque el muy ingrato se fue sin despedirse de nadie, dejando un dolor muy fuerte en el corazón de mi hermana y en el mío, esa noche mi vida cambió y mi opinión con respecto a Antón kuznetsov Walton cambió por completo.
RENÉ
La noche en que mis padres regresaron con mi hermana, me quedé sola llorando y tomé mi celular para llamar a Grecia. Discutí muy fuerte con ella, ya que ella sabía que su hermano se había ido y no me lo dijo.
Ella, de toda nuestra familia, es la única que sabía lo que yo sentía por su hermano. La consideraba más que una sobrina, era mi amiga, mi hermana, mi todo, y me traicionó al no decirme nada sobre la partida de Antón. Aunque entiendo que él es su hermano de sangre, nuestra amistad ya no es la misma.
Estaba tan molesta con ella y Antón que le pedí que nunca más lo mencionara frente a mí. No volví a visitar su casa, siempre nos reuníamos en casa de mis padres, en el centro comercial o en cualquier lugar público. Ir a su casa era una tortura, ya que Ángela siempre hablaba de su hijo Antón y de lo bien que le iba en Rusia. Por eso dejé de visitarlos como antes, cuando podía quedarme una semana a dormir sin problemas.
Ahora solo voy con mis padres y regreso a casa con ellos. Cuando mis padres viajan, me quedo con Blanca en su departamento y cocino para ella, ya que ella no sabe cocinar. La abuela Rocío me enseñó a mí y finalmente mis padres la convencieron de tomar vacaciones y relajarse, al igual que mis abuelos, que están muy mayores. Por eso están en el extranjero con enfermeras y médicos atendiéndolos todo el tiempo. Allá está Pamela, sé que ella es hija del abuelo Axel y que se conocieron meses antes de mi nacimiento. Esa es la única información que tengo y sé que ella cuida de mis abuelos.
Mis padres siempre están viajando por mis abuelos, que están muy mayores y enfermos. Pamela siempre está con ellos en el extranjero y mi papá viaja seguido a verlos.
La verdad de Pamela la sé muy poco. Sé que es hija de mi abuelo con una mujer con la cual tuvo una aventura de una noche. Según era imposible que él tuviera más hijos, pero parece que los médicos se equivocaron. Mi abuela aceptó a Pamela, pero sé que ella cometió errores que mi papá aún no le perdona del todo. Nunca me contaron nada de esos errores, aunque creo que tarde o temprano sabré lo que pasó antes de que yo naciera.
Por otra parte, un mes después de que Antón desapareciera de mi vida, comenzó a llamar a cada miembro de la familia para explicarse y disculparse por haberse ido sin despedirse. Yo, en cuanto lo supe, no pude evitar sentir una pequeña ilusión de que me llamara, pero eso nunca pasó y entonces terminé de cerrar mi corazón. Un año después, Grecia viajaría con su familia a Rusia para ver a su hermano y a su abuelo. Pasarían allá las vacaciones y me invitaron a ir con ellos, pues mis padres estaban de viaje en ese momento. Pero me negué.
Si Antón decidió que yo no merecía una llamada de su parte explicándose o por lo menos para que yo no me sintiera mal, yo decidí que debía olvidarlo. Por eso, le envié el collar que me regaló en mis quince años con Grecia y le pedí que le dijera que si él no cumplió su promesa, no tiene caso que mantuviera la mía.
Sí, yo también le prometí algo cuando me entregó ese collar. Cuando me prometió que jamás me soltaría, yo le prometí que me casaría con él y que siempre estaría esperándolo. Lo cual ya no hago, sigo mi vida y él la suya. Lo eliminé de mis redes sociales y de mi habitación quité cada foto que tenía junto a él y las reemplacé con fotos de mis padres y Grecia. Ya Antón no forma parte de mi vida y no sé nada de él.
TOC TOC
—Adelante, papá —respondí, saliendo de mis pensamientos sabiendo que era él. Siempre viene por mí para desayunar.
—Princesa, vamos a desayunar. Es tu último día de clases en la secundaria y luego tu graduación —mi papá con su hermosa sonrisa, mi príncipe, mi ejemplo a seguir, al igual que mi mamá.
—Buenos días, papi —me acerqué a él, lo abracé y le di algunos besos.
—Mi niña hermosa, ya estás muy grande. Un día te casarás o te irás de casa —mi papá melancólico.
—Aunque eso pase, tú siempre serás mi príncipe hermoso —le di un par de besos más y bajamos abrazados hasta el comedor, donde ya nos espera mi mamá.
—¿Para mí no hay abrazo? —preguntó mi mamá y yo corrí a abrazarla.
—Mi pequeña niña, estás tan grande —mi mamá.
—Ya los dos, no estén de sentimentales. Mejor desayunamos o se me hará tarde —indiqué y comenzamos a comer.
—Buenos días, Grecia. Como siempre, llegó por mí y se sentó a desayunar con nosotros.
—Buenos días, bebé del abuelo. ¿Cómo estás? —mi papá, quien es muy consentidor con Grecia, podría decirse que más que conmigo, pero no soy celosa. Sé que mi papá me ama.
—Bien, abuelo hermoso. Feliz con el último día en la secundaria —Grecia llena de besos a mi papá y luego a mi mamá.
—¿Cómo estás, la tía más hermosa del universo? —Grecia me llena de besos y la miro con cara de molestia porque sabe que odio que me trate así y me diga tía.
Si me molesta que me ocultara lo de Antón y estoy molesta por ellos, pero aún seguimos siendo como hermanas y no la trato nunca como mi sobrina.
—No me pongas esa carita, sabes que te amo y eres mi tía favorita —continuó hablando la muy tonta.
—Mejor llena esa boca de comida, a ver si dejas de decir tonterías —le indiqué, y ella, junto a mis padres, rió a carcajadas.
Al terminar de desayunar, nos despedimos de mis padres y nos fuimos caminando a la secundaria. Como siempre, me encanta caminar, me da paz.
RENÉ
De camino a la secundaria, recordé la primera vez que Grecia y yo lo recorrimos. Antón nos acompañaba, ya que él estudiaba allí y nos llevaba de la mano. Él era el típico niño popular al que todas querían como novio, pero siempre estaba a nuestro lado. No quería recordar más sobre Antón, así que sacudí mis pensamientos y seguí caminando con Grecia.
—¿Recuerdas la primera vez que caminamos a la secundaria? —indagó Grecia.
—Sí, pero no importa tanto el comienzo como el final. Ahora somos tú y yo. Somos de las mejores de nuestra clase y nos espera un gran futuro por delante —respondí para evitar que ella mencionara a su hermano mayor.
—¿Ya has escogido universidad? —preguntó Grecia.
—Sabes que no. Ni siquiera sé si quiero ir al extranjero o quedarme. Mis padres dicen que si quiero ir al extranjero, los trillizos me recibirán felices, pero aún no me decido —confesé.
—Mi papá me dijo lo mismo, aunque mi abuelo quiere que vaya a Rusia con él y mi hermano, pero la verdad no sé qué hacer —dijo Grecia.
—Sí, te vas o te quedas. Espero que no me olvides. Rusia o el extranjero, siempre te veré como mi mejor amiga y hermana, más que como mi sobrina —respondí, aunque por dentro deseaba que ella no hiciera lo mismo que su hermano y se fuera a Rusia, olvidándome para siempre.
—Bueno, aún tenemos las vacaciones para decidir. Además, mira quién está en la puerta de la secundaria esperándote —señaló Grecia y vi a mi amigo Juan José esperándome en la puerta, como siempre. Corrí a abrazarlo y darle algunos besos.
A Juan José, lo conocimos después de la partida del innombrable hermano de Grecia. Él es muy especial, además de guapo. Sus ojos son de un azul único, es rubio, atlético, alto, súper guapo y sexy. Para todos, él es como mi novio, pero hay algo que ni siquiera Grecia sabe. Juan José es gay.
Los papás de Juan José son chapados a la antigua y no toleran a los gays. Él les miente y oculta muy bien el hecho de que le gustan los hombres. Sus papás son felices con nuestra amistad, creen que entre él y yo pudiera haber algo, pero no tienen ni idea de que no soy el prototipo que le gusta a su hijo.
—Hola Juanjo —lo saluda Grecia también con un abrazo.
—Hola par de cómplices, ¿cómo están hoy? —Juan José feliz.
—Felices por terminar la secundaria, aunque aún no tenemos universidad decidida —respondí haciendo un puchero y él apretó mis mejillas.
—Tranquila peque, la vamos a encontrar. Tenemos todas las vacaciones para decidirlo —Juan José mientras me hace caritas.
—Bueno, entremos, ya es tarde —Grecia se adelanta a caminar y yo la miro con pesar.
Ella no sabe que Juan José es gay y cuando él comienza a hacerme caritas y niñerías, se aleja porque cree que traiciono a su hermano. Para empezar, el que me traicionó fue él. Se fue sin decir adiós y nunca más me llamó. Él siguió con su vida y yo con la mía. No tiene nada que reprocharme.
—¿Sigue creyendo que tú y su hermano pueden estar juntos? —me preguntó Juan José mientras caminamos tomados de la mano dentro de la secundaria.
—Sí, aún no entiende que su hermano me olvidó y yo tengo derecho a seguir adelante. No puedo encerrarme a esperarlo cuando él nunca me dio una explicación de su partida —respondí.
—Tranquila, pequeña, a tu sobrina se le pasará. Por ahora, mis papás me pidieron que las invite a comer después de clases para celebrar que no vendremos más a este lugar —Juan.
—Está bien, con tal de que no mencionen un compromiso como la última vez, no habrá problemas —acepté.
—No te preocupes, ya le advertí que somos demasiado jóvenes para hablar de matrimonio y prometió no mencionar nada al respecto —Juan José.
—Bueno, entonces digámosle a Grecia —alcanzamos a Grecia y le comentamos los planes. Ella aceptó y, al ver que Juan José ya había terminado sus niñerías conmigo, no se volvió a separar de nosotros.
Al terminar el último día de clases, todos salieron felices. Muchos harían fiesta en sus casas, pero nosotros iríamos a comer con los padres de Juan José y Grecia. Celebraremos después de la graduación, cuando yo ya sea mayor de edad. Mi papá conoce al dueño de un club y nos dejará celebrar ahí, aunque Grecia seguirá siendo menor de edad. Será una fiesta privada donde Grecia no tomará ni una gota de alcohol y yo... bueno, mi papá dijo que podía probar el alcohol, pero no emborracharme. Lo cual me causó gracia, pero le prometí que si llegaba a tomar, solamente sería un trago. Él sabe que siempre cumplo lo que le prometo.
En la casa de los señores Villa, los padres de Juan José, ellos veían con muy buenos ojos los juegos y cariños entre Juan y yo. Aunque Grecia no tanto, sé por qué lo hace, pero ella debe entender que su hermano es pasado y si Juan José no fuera gay, lo hubiera intentado con él sin dudarlo. Es un gran hombre, aunque sea gay.
Al finalizar la comida, los padres de Juan José nos enviaron a mi casa con chófer, felices, pues ellos juran que Juan y yo terminaremos casados.
Al llegar a la mansión oficial de los Walton, Grecia y yo bajamos y nos despedimos del chófer.
—Al fin, creí que terminaríamos en su boda —dijo Grecia molesta.
—Grecia, por favor, él ya me olvidó. No puedo esperarlo toda la vida, cuando ambas sabemos que no regresará —respondí un poco molesta con su actitud.
—Mi hermano te ama —soltó Grecia sin más.
—Pues no es lo que demuestra. En casi tres años de ausencia, jamás me llamó ni escribió. Les explicó a todos sus razones para irse, pero a mí no. Me dejó sin decir adiós y tú pretendes que lo espere toda la vida —cuestioné llena de rabia.
—Tú no entiendes nada —Grecia entró a la mansión molesta y yo me quedé un momento afuera para tranquilizarme. Luego entré detrás de ella, encontrándome con sus padres y los míos reunidos. ¿Ahora qué pasará?
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