Nunca imaginé que mi vida daría un giro tan drástico. Mi madre se casó con un hombre rico y ahora vivo en un pueblo llamado Peace, en medio de la nada. Me siento como si hubiera aterrizado en otro planeta.
Recuerdo el día que mi madre me dijo que se casaría con él. Me sentí como si me hubieran golpeado en el estómago. No quería dejar mi vida en la ciudad, mis amigos, mi escuela. Pero mi madre estaba decidida a empezar una nueva vida con su nuevo esposo.
Así que aquí estoy, en Peace, un pueblo que parece sacado de una película de terror. No hay nada aquí, solo casas viejas y calles vacías. Me siento como si estuviera en un lugar abandonado.
Mi madre y su esposo, el señor Johnson, me llevaron a nuestra nueva casa ayer. Es una mansión enorme, con jardines y una piscina. Me siento como si estuviera viviendo en un sueño.
Pero no me siento feliz. Me siento como si hubiera perdido todo lo que conocía y amaba. Me siento sola y asustada.
Hoy es mi primer día en la escuela de Peace. Estoy nerviosa. No sé qué esperar. ¿Serán amables conmigo? ¿Me aceptarán?
Me puse mi uniforme escolar y bajé a desayunar. Mi madre y el señor Johnson estaban en la cocina, bebiendo café. Me sonrieron y me desearon suerte.
—Todo saldrá bien, Sofía—, dijo mi madre. —Te encantará este pueblo.
No estoy segura de eso. Pero estoy dispuesta a intentarlo.
***
Llegué a la escuela de Peace con el corazón latiendo fuerte. No sabía qué esperar. La escuela era un edificio viejo y grande, con ventanas altas y puertas de madera. Me recordó a una escuela de otra época.
Entré en el edificio y me dirigí a la oficina de la directora. La secretaria me recibió con una sonrisa amable y me dio un horario de clases. Me explicó que la escuela era pequeña, con solo unos pocos cientos de estudiantes.
Me sentí un poco mejor al saber que la escuela era pequeña. Pensé que sería más fácil hacer amigos.
Mi primera clase fue de inglés. La profesora, la señorita Thompson, me recibió con una sonrisa cálida. Me presentó a la clase y me asignó un asiento.
Mientras la señorita Thompson hablaba, miré a mis compañeros de clase. Todos me miraban con curiosidad. Me sentí un poco incómoda.
Pero entonces, una chica con el pelo rubio y ojos azules me sonrió. Me pareció amable. Me sentí un poco mejor.
La clase de inglés fue interesante. La señorita Thompson habló sobre la literatura estadounidense y nos pidió que leyéramos un poema de Emily Dickinson.
Después de la clase de inglés, tuve una clase de matemáticas. El profesor, el señor Patel, era un poco más serio que la señorita Thompson. Pero me pareció justo.
En el almuerzo, me senté con la chica rubia y sus amigos. Me presentaron como Olivia, y me dijeron que era la estudiante más popular de la escuela.
Me pareció un poco intimidante, pero Olivia me pareció amable. Me preguntó sobre mi vida en la ciudad y me contó sobre su vida en Peace.
Me sentí un poco más cómoda en la escuela. Tal vez, pensé, este lugar no sea tan malo después de todo.
***
A medida que pasaban los días, empecé a notar algo extraño en la escuela. Todo parecía normal, pero había un aire siniestro que me ponía los pelos de punta. Las personas a mi alrededor se veían pálidas, como si no hubieran visto el sol en meses. Y había algo en sus ojos, algo que me hacía sentir incómoda.
En algunos casos, parecía que ni siquiera respiraban. Me sorprendí varias veces mirando a mis compañeros de clase, esperando ver su pecho subir y bajar, pero no era así.
Me sentí como si estuviera viviendo en un sueño, como si todo fuera irreal.
Un día, mientras estaba sentada con Olivia en el almuerzo, le pregunté sobre lo que estaba pasando.
—Olivia, ¿qué pasa con la gente aquí?—, le pregunté. —Todos se ven tan pálidos y... y extraños.
Olivia me miró con una expresión seria.
—Sofía, no deberías estar aquí—, me dijo. —Este no es un lugar para ti.
—¿Qué quieres decir?—, le pregunté, confundida.
Olivia se inclinó hacia mí y me susurró:
—Todos aquí son vampiros, Sofía. Todos menos tú—.
Me sentí como si me hubieran golpeado en el estómago. —¿Vampiros?—, repetí, incrédula.
Olivia asintió.
—Sí, vampiros. Y tú eres la única humana en la escuela.
Me sentí aterrada. No sabía qué hacer.
—¿Por qué me trajeron aquí?—, le pregunté.
Olivia se encogió de hombros. —No lo sé, pero debes irte antes de que sea demasiado tarde.
Me sentí como si estuviera en peligro, como si mi vida estuviera en juego. ¿Qué debía hacer? ¿Debía huir o intentar descubrir más sobre los vampiros de Peace?
Decidí ir a casa y reclamarle al esposo de mi madre por haberme traído a este lugar sin decirme la verdad. Me sentía enojada y asustada.
Mientras caminaba por la calle principal de Peace, me topé con un chico guapo de cabello negro y ojos rojos. Me sorprendió ver sus ojos, ya que nunca había visto ojos de ese color antes.
El chico se burló de mí, sonriendo con ironía.
—¿Qué hace la pequeña humana en un lugar como este?—, me preguntó.
Me sentí incómoda, pero intenté mantener la calma.
—Solo voy a casa—, le dije.
El chico se rió.
—¿A casa? ¿A la casa de los vampiros? ¿No sabes que no eres bienvenida aquí?
Me sentí enojada. —¿Y tú quién eres para decirme eso?—, le pregunté.
El chico se inclinó hacia mí, con una sonrisa perversa.
—Me llamo Selko—, me dijo.
Me sentí aterrada, pero intenté no mostrar mi miedo.
—Encantada de conocerte, Selko—, le dije, intentando sonar sarcástica.
Selko se rió de nuevo.
—Me encantará verte de nuevo, Sofía—, me dijo. —Pronto.
Y con eso, se desvaneció en la oscuridad, dejándome con una sensación de inquietud.
Hola decidí cambiar la trama de la historia porque no me sentía cómoda con la anterior. Muchas gracias por el amor y apoyo.
Llegué a casa, aún conmocionada por el encuentro con Selko. Mi madre estaba en la sala, leyendo un libro. Me senté frente a ella y le conté todo lo que había descubierto.
—Madre, tengo que contarte algo—, le dije. —La escuela está llena de vampiros. Y Olivia me dijo que todos en Peace son vampiros, incluyendo el esposo de tu esposo.
Mi madre me miró con una expresión extraña. No parecía sorprendida.
—Lo sé—, me dijo. —Siempre lo supe.
Me sentí confundida.
—¿Por qué no me lo dijiste?—, le pregunté.
Mi madre se encogió de hombros.
—Quería protegerte—, me dijo. —Pero ahora que lo sabes, es hora de que te unas a nosotros.
Me sentí aterrada.
—¿Unirme a ustedes? ¿Qué quieres decir?
Mi madre sonrió.
—Quiero que te transformes en vampiro, Sofía. Quiero que seas una de nosotros.
Me sentí horrorizada.
—No—, le dije. —No quiero ser un vampiro.
Mi madre se acercó a mí.
—Sofía, es la única manera de que podamos estar juntas para siempre—, me dijo. —Y de que puedas vivir en Peace sin peligro.
Me sentí atrapada. No sabía qué hacer. ¿Debía aceptar la oferta de mi madre y convertirme en vampiro, o debía encontrar una manera de escapar de Peace y regresar a mi vida normal?
—Madre, no quiero ser un vampiro—, le dije, intentando mantener la calma. —No quiero ser inmortal. Solo quiero tener una vida normal con mis amigos.
Mi madre me miró con tristeza.
—Sofía, no entiendes—, me dijo. —La inmortalidad es un regalo. Puedes vivir para siempre, ver y experimentar cosas que los humanos solo pueden soñar.
Me negué con la cabeza.
—No, madre. No quiero eso. Quiero ser humana, con todas las debilidades y limitaciones que eso implica.
Mi madre se acercó a mí, con una expresión suplicante.
—Sofía, por favor—, me dijo. —No me dejes. No me abandones. Si te vas, nunca podré verte de nuevo.
Me sentí conmovida por las palabras de mi madre, pero sabía que no podía ceder.
—Madre, lo siento—, le dije. —Pero no puedo quedarme aquí y convertirme en algo que no soy.
Mi madre me agarró del brazo, con una fuerza sorprendente.
—No te irás—, me dijo. —No te irás sin mí. Te quedarás aquí y te convertirás en vampiro, como yo.
Me sentí atrapada, sin saber qué hacer. Mi madre no me iba a dejar ir, y yo no sabía cómo escapar.
***
En la cena, mi padrastro me miró con una expresión seria.
—Sofía, entiendo que no quieras convertirte en vampiro—, me dijo. —Pero debes saber que si no lo haces, serás... vulnerable.
—¿Vulnerable a qué?—, le pregunté.
—A los vampiros que no tienen control—, me respondió. —Los que no pueden resistir la sed de sangre. Si no te conviertes, serás como... comida para ellos.
Me sentí un escalofrío.
—¿Qué quieres decir?—, le pregunté.
—En Peace, hay un sistema de clases—, me explicó. —Los vampiros sangre pura, que nacieron de vampiros, son la clase alta. Luego están los vampiros mestizos, que nacieron de la unión de un vampiro sangre pura y un humano. Y finalmente, están los vampiros creados, que son los que han sido convertidos por otros vampiros. Son la clase más baja en Peace, y son los que actúan como los vampiros de las películas, sedientos de sangre.
Me sentí horrorizada.
—¿Y qué pasa con los humanos?—, le pregunté.
—Los humanos son... presas—, me respondió. —Son la fuente de alimento para los vampiros. Pero si te conviertes, no tendrás que preocuparte por eso. Serás una de nosotros, y estarás a salvo.
Me sentí atrapada. No quería convertirme en vampiro, pero tampoco quería ser una presa. ¿Qué debía hacer?
Mi padrastro me miró con una expresión comprensiva.
—No te preocupes, Sofía—, me dijo. —Tómate tu tiempo para tomar una decisión. No hay prisa.
Pero mi madre no estaba de acuerdo.
—No te demores mucho, Sofía—, me dijo, con una nota de urgencia en su voz. —No quiero perder la oportunidad de tenerte conmigo para siempre.
Me sentí presionada. Mi madre parecía temer que si no me convertía en vampiro, la perdería para siempre. Pero yo no estaba segura de que fuera lo que quería.
—Madre, por favor—, le dije. —No me presiones. Necesito tiempo para pensar.
Mi madre suspiró.
—Está bien—, me dijo. —Pero no te demores mucho. La eternidad es un largo tiempo para esperar.
Me sentí un escalofrío al escuchar sus palabras. La eternidad era un concepto difícil de imaginar. ¿Estaba yo lista para comprometerme con algo así?
Esa noche, me fui a la cama con la mente llena de pensamientos y dudas. Pero no logré descansar. Tuve una pesadilla.
Soñé que estaba en un lugar oscuro y lleno de gente. Todos me rodeaban, con ojos hambrientos y sedientos de sangre. Me sentí atrapada y sin escapatoria.
Intenté correr, pero mis piernas no se movían. La gente se acercaba a mí, con sus dientes afilados y sus manos extendidas. Me sentí aterrada.
De repente, una figura se destacó entre la multitud. Era Selko, el chico vampiro que me había burlado en la calle. Me sonrió con ironía y se acercó a mí.
—¿No quieres ser una de nosotros?—, me preguntó, con su voz seductora. —¿No quieres vivir para siempre?
Me sentí horrorizada. No quería ser un vampiro. No quería vivir para siempre.
Intenté gritar, pero mi voz no salió. La gente se acercaba a mí, cada vez más cerca. Me sentí como si fuera a ser devorada.
De repente, me desperté. Estaba sudando y mi corazón latía con fuerza. Me sentí aliviada de que solo fuera un sueño.
Pero la sensación de miedo y ansiedad permaneció conmigo. Me sentí como si estuviera en peligro, como si la pesadilla fuera a convertirse en realidad.
Al día siguiente, me dirigí a la escuela con la mente llena de pensamientos y dudas. Mientras caminaba por el jardín, escuché el sonido de un piano. Me detuve, fascinada por la belleza de la música.
Seguí el sonido y me encontré con un chico rubio de ojos azules, sentado al piano. Tenía una expresión melancólica en su rostro, como si estuviera tocando con el corazón.
Me oculté detrás de una columna, sin querer que me viera. Pero no podía apartar mis ojos de él. Me sentí atraída por su música, por su expresión, por todo él.
Mi corazón latía con fuerza, como si estuviera viviendo algo especial. Me sentí como si hubiera encontrado algo que había estado buscando sin saberlo.
El chico siguió tocando, sin saber que lo estaba observando. Me sentí como una intrusa, pero no podía moverme. Estaba hipnotizada por su música, por su presencia.
De repente, se detuvo de tocar y se quedó en silencio. Me sentí como si hubiera sido descubierta, como si me hubiera visto. Pero no se movió, no se dio cuenta de mi presencia.
Me quedé allí, escondida, sintiendo mi corazón latir con fuerza. Me sentí como si hubiera encontrado algo especial, algo que podría cambiar mi vida para siempre.
Salí corriendo hacia mi próxima clase, sin poder sacudirme la sensación de que acababa de vivir algo especial. Olivia me salió al paso en el pasillo.
—Sofía, ¿qué pasa?—, me preguntó, notando mi agitación. —Estás pálida.
Me detuve y respiré profundamente.
—Acabo de ver a un chico en el jardín—, le dije. —Estaba tocando el piano y... y me sentí atraída por él.
Olivia me miró con curiosidad.
—¿Y eso es todo?—, me preguntó.
Me sentí un poco avergonzada. —No—, le dije.
—Me escondí para que no me viera y... y me sentí como si hubiera encontrado algo especial.
Olivia sonrió.
—Creo que sé de quién estás hablando—, me dijo. —Se llama Roy. Pero lo que no sabes es que Roy, junto con Selko y Erwin, son candidatos para ser el próximo rey vampiro.
Me sentí sorprendida.
—¿El próximo rey vampiro?—, repetí.
Olivia asintió.
—Sí. Cada ciertos siglos, se elige al próximo rey vampiro. Debe ser alguien que demuestre su valía para el clan, alguien que tenga el poder y la inteligencia para liderar a los vampiros.
Me sentí intrigada.
—¿Y cómo se elige al rey vampiro?, le pregunté.
Olivia se encogió de hombros.
—Es un proceso complicado. Los candidatos deben demostrar sus habilidades y su fuerza en una serie de pruebas. El que salga victorioso será el próximo rey vampiro.
Me sentí emocionada. ¿Sería Roy el próximo rey vampiro? ¿Y qué significaría eso para mí?
***
Durante la clase, no pude concentrarme. Las palabras de Olivia seguían resonando en mi mente. ¿Quién sería el próximo rey vampiro? ¿Roy, Selko o Erwin?
Al salir al recreo, me encontré con un chico de cabello rojo y sonrisa pícara. Se me acercó con confianza y se presentó.
—Soy Erwin—, me dijo, con una inclinación de cabeza.
Lo miré con curiosidad. Era uno de los candidatos para ser el próximo rey vampiro.
Erwin me miró con una sonrisa. Me miró como si estuviera viendo a una presa. Pero yo no me sentí intimidada. No le hice caso, simplemente seguí caminando.
Erwin se emocionó. —¡Eh, espera!—, me gritó. —Nadie me ha ignorado así antes. ¡Me gusta!
Me detuve y lo miré.
—¿Qué quieres?—, le pregunté.
Erwin se acercó a mí.
—Quiero saber por qué no te asustas de mí—, me dijo. —Soy un vampiro, después de todo.
Me encogí de hombros.
—No tengo miedo de ti—, le dije.
Erwin sonrió.
—Me gusta tu valentía—, me dijo. —Pero debes tener cuidado. Hay muchos que no son tan amigables como yo.
Me sentí un poco incómoda. ¿Qué quería decir Erwin? ¿Qué había detrás de su sonrisa pícara?
Erwin se acercó a mí de manera brusca y me puso una flor detrás de la oreja. Me sentí un poco incómoda, pero no me moví.
—Erés la única humana en Peace—, me dijo, con una sonrisa. —Sentí curiosidad por conocerte.
Me miró con intensidad, como si estuviera estudiándome.
—Eres diferente a los demás—, me dijo. —No tienes miedo de nosotros.
Me encogí de hombros.
—No sé por qué debería tener miedo—, le dije.
Erwin sonrió de nuevo. — Bueno, supongo que no deberías—, me dijo. —Pero pronto serás uno de nosotros. ¿Cuándo piensas convertirte?
Me sentí un poco sorprendida por la pregunta. No esperaba que Erwin me preguntara eso.
—No lo sé—, le dije. —No he decidido nada aún.
Erwin asintió. —Entiendo—, me dijo. —Pero debes saber que es solo cuestión de tiempo. Todos nos convertimos eventualmente.
Me sentí un poco incómoda con la conversación. No quería pensar en convertirme en un vampiro. Quería mantener mi humanidad.
Erwin se fue con pasos ligeros después de hablar conmigo. Lo vi partir con sentimientos encontrados. No sabía qué pensar de él.
Por la tarde, a la hora de la salida, un grupo de chicas se acercó a mi asiento. La líder era una mujer de cabello negro y ojos rojos. Por su expresión, no venía a hacer amigos.
—Soy Mirtha—, me dijo, con una voz fría. —Y tú eres la humana que ha estado hablando con Erwin.
Me sentí un poco incómoda. No sabía qué quería Mirtha.
—Conoce tu lugar, humana—, me dijo Mirtha, con desdén. —No te mezcles con nosotros.
Justo cuando Mirtha iba a atacarme, la esquivé y salí corriendo del aula. Me tropecé con Selko en el pasillo.
—¿Qué pasa?—, me preguntó Selko, con una ceja arqueada.
—Mirtha—, le dije, sin aliento. —Me atacó.
Selko sonrió.
—Mirtha es una mujer peligrosa—, me dijo. —Pero esto se está poniendo divertido. La humana que se cree que puede jugar con los vampiros—.
Me sentí un poco confundida. Selko parecía disfrutar de la situación, pero no parecía preocuparse por mí.
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