Han pasado 5 años desde la última vez que Amelie estuvo en la casa de la manada. Después del incidente de ese día con la que fue novia de Armand en ese entonces, ella decidió no volver y mucho menos quiso volver a hablar con su entrañable amigo, quien dudó de ella. Con suma tristeza salió de aquel lugar que fue testigo de sus travesuras. Hoy regresa pues la luna Rebecca le ha pedido especialmente que regrese para que prepare la torta del cumpleaños número 2.301 de Antoine. Ella quiere que sea Amelie, pues todos conocen las exquisiteces que prepara la egresada del Cordon Blue.
- Buen día - saluda amable y respetuosa como siempre.
- Pequeña Amelie, que gusto verte, hace mucho que no nos visitabas - saluda uno de los guardias de la entrada a la mansión Lune de Sang.
- Sí, hace mucho. Recién regreso de París.
- Sí, nos enteramos que eres toda una pastelera repostera. Si abres una Pastelería, seremos tus fieles clientes.
- Son muy amables chicos, pero trabajaré con mis abuelos.
Se estaban riendo un poco por la sugerencia de los dos lobos, sobre que la Omega pusiera competencia a sus abuelos, y es que nadie hace mejores postres, tortas y panes que ellos. Tienen 300 años de tradición.
Un gruñido acompañado de un fuerte olor a maccadamia retumbó en el umbral de la entrada, poniendo serios a los tres. Cuando dieron vuelta para mirar, los ojos de Amelie y Armand se encontraron y el tiempo para ambos se detuvo al igual que sus corazones.
- Amelie - dijo Armand en apenas un susurro, que no ser hombres lobos, nadie hubiera escuchado.
- Hola Armand, ¿cómo estás? - trató de sonar tranquila, pero su loba Valcana quería saltarle encima a ese suculento filete en frente de ella.
- Bien, pero tú definitivamente estás demasiado... demasiado hermosa.
''Ni creas que porque somos mates se te va a hacer sencillo que me tengas''. - sonrió con malicia la pequeña omega de cabello rojo y rostro pecoso.
- ¿Me podrían indicar por favor, dónde encuentro a la luna Rebecca? - se dirigió nuevamente a los guardias que miraban al frente pues se dieron cuenta de que Buker, el lobo de Armand había marcado territorio con su gruñido.
- Mi madre está en la biblioteca con mi padre, dudo mucho que salgan por ahora, así que si gustas esperar - la voz grave del lobo la hizo erizarse todita.
- Sí, gracias, esperaré en la cocina con mi madre, con permiso - le habla sin ninguna emoción, pasando de largo.
- Amelie... - la Omega se detiene sin voltear - ¿podríamos hablar?
- No creo que sea prudente, disculpa - sigue su camino sin darle más largas.
Armand siente que su corazón se contrae y su lobo aulla con dolor dentro de sí. Amelie parece no querer olvidar y perdonar su silencio de hace años, han pasado 5 años y ella sigue indignada. Y no es para menos, ellos habían crecido casi como familia y él simplemente calló cuando Marion humilló e inculpó a Amelie, lo peor es que acaba de descubrir que la Omega es su mate y sigue resentida.
Con un lobo exigiendo que debe reclamar a la chica, no se puede dar el lujo de hacerse el de la vista gorda. Lo cierto es que él está más que feliz por tener a la chica que amó desde que eran niños, y sí, él la ama desde que eran niños, nunca le importó que fuera una Omega y él un alfa de sangre real.
- ¿Qué tienes mi bebé? - pregunta Becca, sentándose a su lado en el sofá después de salir del despacho.
- Amelie acaba de llegar... - recuesta su cabeza en el hombro se su mamá.
- ¿Aún está molesta contigo?
- Sí, y acabo de descubrir que es mi compañera.
- ¡Oh cariño! Debes reparar la situación, sé que la amas desde que son niños.
Amelie había ocultado su olor porque escuchó que Armand y Becca estaban hablando de ella. Su corazón saltó de alegría, al igual que su loba Hera.
Él la amaba, y no por el vínculo, la amaba desde mucho antes de saber que eran mates.
Volvió a dejar salir su aroma y Armand guardó silencio. Sonrojado por la presencia de la pequeña omega quien estaba más hermosa que nunca.
- Buenas tardes Luna Rebecca, ¿cómo está?
- Oh pequeña Amelie, que hermosa estás. Yo estoy super bien, ¿cómo estás tú? - preguntó Becca, recibiéndola en sus brazos.
- Muy bien, Luna Rebecca. - contesta con una sonrisa afable - Mi madre me dijo que usted requiere de mis servicios de repostera.
- Así es, deseo una torta con rostro del lobo de mi amorcito - indicó aplaudiendo como una niña pequeña.
- Bien, necesito una foto del lobo del alfa Antoine.
- Perfecto, te daré una tarjeta ilimitada para que compres todo lo que necesites. - y como buena mamá alcahueta que es - Armand, quiero que acompañes a Amelie en todas las compras, serás su chaperón.
La loba se sonrojo ante la posibilidad de pasar tiempo con su mate. Por otro lado, Armand no desaprovecharía la oportunidad de conquistar a esa lobita que tanta ama.
Amelie
Armand
El compartir tiempo y espacio con la persona que se ama es la cosa más maravillosa, sin embargo, si por alguna razón, tu comunicación con esa persona se hace casi inexistente por errores pasados, lo que debe ser agradable, termina volviéndose una situación tensa.
Amelie es una chica dulce, pero cuando le tocan los ovarios, puede llegar a ser muy rencorosa. Ella reciente mucho de Armand, pues este solamente se quedó callado ante una injusticia. Piensa que si eso hizo ante la primera prueba de confianza, no quiere imaginar lo que hará cuando sea algo mucho más grave.
- Jóvenes, ya llegamos al centro comercial - avisa Marlon, el chofer.
- Muchas gracias Marlon. - dice Amelie sonriendo, una vez este le abre la puerta.
Armand gruñe por ver la amabilidad de la chica con su chofer, en cambio con él, ni ríe.
- Gracias, Marlon, cuando vayamos para casa te llamo.
Si bien, Armand es el hijo menor de los ex alfa y luna de Lune de Sang, es bastante temido por su presencia y fuerza. Tiene la estatura de su padre, además del porte impresionante. Bien podría conformar su propia manada si así lo quisiera pues es un líder innato.
- Iremos a la sección de panadería y repostería - indica la Omega.
Como si fuera un perrito faldero, la sigue entusiasmado, no se piensa rendir, ella le pertenece por decreto de su loca abuela.
''Me muero por besarlas, Valcana me tiene enamorado'' - suspira Buker al imaginar montar a su linda omeguita rojiza.
''Yo también muero por besarlas, ellas son nuestro tesoro'' - afirma Armand.
Ella va escogiendo los productos y él lleva el carrito. Todos en el lugar se quedan admirando la belleza de los jóvenes. Sobretodo, la hermosa pareja que hacen pese a la diferencia de estatura, pues Amelie apenas si alcanza los 162 cms, debido a su condición de omega, aunque ella es hábil como ninguna.
- Creo que es todo, ya podemos pagar. - indica.
- Bien, tú ordenas, yo obedzco. - dijo coqueto.
Amelie ante aquella galantería se pone como un tomate maduro. Ella lo ha amado desde que eran niños, pero él jamás pareció corresponder sus sentimientos y que ni crea ahora que porque son mates ella va a ceder, aunque su loba calenturienta está que lo devora todito.
''Eres una loba bandida'' - la reprende su humana.
''Dime, ¿si no te lo comerías completito? Está deli deli ese cachorro de alfa... grrr'' - mejor cerraba el enlace antes de que esa loba coqueta la haga pasar vergüenza.
- ¿Quieres ir a tomar algo? - pregunta Armand con la esperanza de que acepte.
''Vamos, di que si'' - le ruega Valcana.
- ¡Esta bien! - responde.
Salieron del super y fueron a un café donde ambos pidieron una bebida, mas un postre. Habían tantas preguntas que el lobo quería hacerle, la ha extrañado tanto que pasó los peores años de su vida desde que ella se fue. Su relación con Marion terminó ese mismo día que ella se marchó de la casa de la manada. Siempre se lamenta el haber siquiera mostrado un atisbo de duda en su expresión. Ahora agradece que la diosa lo haya bendecido, pues siempre pidió que esa pequeña lobita fuese suya.
- ¿Y cómo estuvo París? - rompe un poco el silencio.
- Hummm... supongo que bien, ¿Y Estados Unidos?
Armand recién había regresado de Estados Unidos donde estudió derecho en Harvard. Por un tiempo ninguno supo del otro, ella evitaba preguntar por él. Así que jamás se enteró de que la relación con Marion se acabó ese mismo día.
- Digamos que bien, pero siempre añoré a la manada, a la comida de mamá y pasar tiempo con papá y mis hermanos.
- La familia siempre es lo más importante, sobretodo cuando se tiene una como la de ustedes. Definitivamente, el alfa Antoine y la Luna Rebecca, han formado una hermosa familia. - suspiró sin notar cuánto anhelo había salido de ese suspiro.
Terminaron sus bebidas y llamaron a Marlon para volver a casa, la hermosa Amelie tenía mucho trabajo por hacer, serían días sin pegar un ojo.
Eon; lobo de Antoine.
Valcana; loba de Amelie.
Buker; lobo de Armand.
Las travesuras de nuestra querida Becca no terminan solo ahí, ahora le ha pedido a Armand delante de Amelie que la asista en la elaboración del pastel de cumpleaños de Antoine y Eon. Sabe perfectamente que su hijo no sabe nada del tema, pero ella está empeñada en que esa unión se dé. Para ella lo más importante en el mundo, es ver a sus hijos felices y viviendo el amor como ella lo hace con su lobo gruñón.
- Ni creas que porque la Luna Rebecca te ha pedido que seas mi asistente, vamos a ser grandes amigos. - advierte la chica.
- Eres Mía. - gruñe Buker.
- No si nos rechazamos.
- Pues fíjate que no te voy a rechazar y tendrás que vivir conmigo la eternidad... ja ja ja - ironiza el rubio.
- Eres un... - toma una bocanada de aire.
- ¿Un qué? - se acerca a ella peligrosamente, atrayéndola a él por la cintura.
El corazón de ambos bombea con más fuerza y sus lobos se ronronean.
- Déjame demostrarte que te amo...
- Eso es por el vínculo.
- No, no es por el vínculo... maldita sea... te amo desde que cumplí 12 y tú solo tenías 10.
Esa confesión le hizo vibrar el pecho, ella no podía creer lo que le estaba diciendo, pero vino el recuerdo de ese último día, cuando él permitió la humillación de Marion.
- Y aún así dejaste que tu noviecita de turno me humillara. - le dijo con ojos cristalizados que al lobo le dolieron en el alma.
- Ese mismo día, Marion salió de mi vida... - finalmente confesó, dejando muda a la Omega - te busqué, pero no quisiste verme de nuevo.
Sí, ella le había prohibido a su mamá que dejara pasar a Armand. Simplemente se cerró a todo, por orgullo y necedad.
- Armand yo... yo...
El chico dio media vuelta y salió de la cocina, esa confesión lo dejó aturdido. Llevaba años guardando todo aquello que tenía en lo más escondido de su ser. La Omega se sintió por primera vez culpable, sus testarudez la llevó a alejarse del amor de su vida. Las lágrimas salieron como agua de cascada, colocó una mano en su pecho porque sentía que se le venía en pedazos. Rebecca entró y corrió en su auxilio. Con amor maternal la abrazó y la chica lloró con el dolor que le causó esa verdad.
- Tranquila, él te ama, es solo que llevaba años queriendo decirte la verdad. - consoló la rubia.
- He sido egoísta, orgullosa y soberbia, comprendo si ahora quiere rechazarme. - decía entre sollozos.
- Claro que no va a rechazarte, él está loco por tus huesitos. - bromeó un poco, logrando que sonriera.
- Gracias Luna Rebecca, le prometo que voy a hacer feliz a su hijo.
- Estoy segura de ello, ahora hazlo que ruegue un poquito, me encanta el drama.
Ambas rieron por aquello.
Armand estaba en su habitación, no sabía cómo sentirse por todo ese asunto. La verdad es que aquella vez su cerebro funcionó en modo lento, por tal razón se perdió 5 años sin su pequeña Omega. Aunque ahora no estaba dispuesto a perderla, ella era suya y él era de ella, así que iba a tomar lo que por derecho le pertenece.
La chica lo vio regresar a la cocina, un poco más tranquilo al igual que ella. El aroma a maccadamia lo relajó aún más. Ella también se deleitó con el aroma a bosque y a cacao, de él.
- ¿Por dónde iniciamos? Solo indícame por dónde empiezo, y me pongo manos a la obra.
Ella asintió.
Así iniciaron con la clasificación de los materiales e indumentaria que se utiliza para ese tipo de trabajos que son arte repostera y pastelera. Las horas del primer día de elaboración de la masa se fue, entre charlas, risas y miradas llenas de amor.
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