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MENOPÁUSICA SU ABUELA

Prólogo

Me tienen miles de apelativos, víbora, serpiente, perra, bruja, pero me da lo mismo, digan o hagan lo que quieran. Soy Flor Inés Villamizar, en el mundo de la moda, un referente a vestir, rodeada de glamur y clase.

No negaré que mi nombre es temido y respetado, no soy de las perras que ladran, sino de las que muerden.

En el amor me va como los niños abandonados en la calle, no existe la vida perfecta. A mis 43 años soy adicta al deporte. He pasado unas cuantas veces por el bisturí, ya que lo que se cae hay que levantarlo.

Más de una jovencita desearía mi cuerpo, tengo un temperamento de los mil demonios, por lo tanto, solo tengo una amiga, que para ser sinceros me soporta por conveniencia.

Con mis padres soy de las hijas ausentes que los visitan una vez al año, quizás en sus cumpleaños. En navidades y año nuevo evito estar cerca, no soporto el cuento de la solterona, que un hijo hace falta y ese verso ya me lo sé de memoria.

¿Qué les puedo decir de mí? Inicié mi proyecto de vida a los 17 años, me encanta el diseño de joyas, el glamour, el verme y vestirme con las últimas tendencias de la moda.

 Me casé dos veces; mi primer matrimonio fue a los 24 años, un hombre hermoso, divino, con un solo defecto, quería tener hijos. Cosa que no estaba en mis planes presentes o futuros. Tuve que tomar la decisión más dura de mi vida, escoger entre mi carrera o él. No estaba dispuesta a abandonar mis ideales por convertirme en madre, así que con el corazón doliendo, le dije adiós.

A mis 34 volví a casarme, no fue el mismo amor, era un amor más maduro, más responsable, al cual vuelve y juega el mismo defecto, querer tener hijos; mi carrera en la cima y los hijos no estaban en mi lista, nuevamente abandoné esa relación.

Hoy a mis 43 años, soltera, exitosa y empoderada, la tía más alcahueta, no siento que un hijo me haga falta.

Escuchar a uno de mis diseñadores hablando con el nuevo fotógrafo, al cual no conozco y que pronto vendrá a tomar las fotos de mi última colección de joyas; llamarme vieja Menopáusica, no lo soporte. Eso sí que no: MENOPÁUSICA SU ABUELA.

¡Vieja la Cédula!

Bienvenidas a esta nueva historia, deseo de todo corazón que me acompañen."El Destino Continúa" terminará en 15 días. Nos quedan los últimos capítulos, mientras tanto de esta novela solo publicaré dos capítulos por semana.

Gracias por estar aquí.

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Flor Inés Villamizar.

Está que me lleva al diablo, discutí con el inepto del fotógrafo. Hay tiempos programados, estoy a 20 días del lanzamiento de mi nueva colección, no tengo material para imprimir la publicidad. Además, que las tomas realizadas, son una porquería.

El maldito fotografió las tetas, las nalgas y las piernas de las modelos. ¿Para qué mierda me sirve eso a mí? Es el fin, pero este estúpido me las va a pagar, puesto que me encargaré que jamás en su vida vuelva a participar en una campaña publicitaria. Yo no estoy pintada en la pared, se estrelló con la que no era.

¡Toc! ¡Toc! «¿Quién demonios es? ¿Qué quiere?» Pienso

— Adelante.

—Buenos días, amiga —me saluda Karla. La veo ingresar con su típica sonrisa algo necesita, ella no es de las que viene en este horario. Se acerca y me da un beso en la mejilla.

—¿Qué deseas? Sé que su visita no es una simple cortesía.

—¡Veo qué alguien anda de malas! Si quieres puedo regresar luego —dice. Mientras hace pucheros, los cuales sabe muy bien que conmigo no van.

—Cómo prefieras es tu decisión —no digo nada más y la ignoro.

—Con razón no tienes más amigas —exclama. Me cruzo de brazos, esperando su siguiente oración. —Flor, amiga, necesito otra vez tu ayuda, Darío no ha pagado la colegiatura de Simón —dice. Mientras se acomoda en la silla que tengo en frente.

—¿Lo mismo de siempre? —pregunto. Ella asiente. —¿Dime, cuándo tomarás cartas en el asunto? —Karla, agacha su cabeza —¿Cuándo entenderás que ese hombre no te ama y es un pésimo padre? —se lo digo en un tono de voz fuerte. La miro esperando su respuesta, pero como siempre comienza a llorar.

—No soy Flor Inés Villamizar, la gran empresaria, la mujer implacable. Soy una simple ama de casa, que lo único que sabe hacer es tender camas, organizar una casa y cocinar. Nunca terminé mi carrera. ¿Lo recuerdas? Además, soy una vieja de 44 años, que es una completa inútil, que no sabe valerse por sí misma.

—¡Vieja la cédula! ¿Cuántas veces te he dicho que te vengas a trabajar aquí? Sinceramente, hoy no estoy para tus lamentos, tengo problemas reales —le digo. Mientras me levanto de la silla.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué hoy estás más sangrona de lo normal? —la fulminó con mi mirada por su comentario.

—Necesito un fotógrafo, por primera vez en 20 años de trabajo, creo que no voy a cumplir —confieso. "Estoy que mato y como del muerto" me siento frustrada, ¿Cómo pude ser tan descuidada? No soy una novata.

—Conozco a alguien, pero no sé si lo quieres —dice. Veo que está nerviosa, pero en este momento si tuviese que hacer un pacto con Lucifer lo haría.

—Obvio,Tontica, que quiero. ¡No me importa quién sea! Mi reputación y mi empresa están en juego; si no cumplo con las fechas que estableci seré devorada sin piedad por mis enemigos —lo digo sinceramente.

— ¿Estás segura? ¿No te vas a arrepentir? —vuelve a preguntar. Le lanzo una mirada de furia, la cual comprende al instante y saca su teléfono del bolso y luego envía un mensaje —En dos horas está aquí ¿Qué tal si mientras tanto me invitas a almorzar y me cuentas del cargo que me ofreces? – Finalmente ha despertado, cosa que me alegra. Tomo mi bolso y nos dirigimos hacia la puerta.

Karla es mi única amiga, nos conocimos en la universidad, era el celebrito y al mismo tiempo la tonta sin experiencia en la vida. Una chica tímida, insegura de su aspecto y retraída. Abandonó todos sus sueños por el imbécil de su marido, el cual no soportó. Porque le coloca los cuernos con cuánta perra se le atraviesa.

Perdonarán el calificativo, ¿Pero cómo se le puede llamar a la mujer que se mete en la cama de un hombre casado y que tiene dos hijos?

El malnacido ejerce sobre ella abuso económico y psicológico cuando Karla le descubre una de sus aventuras y amenaza con separarse, le corta los fondos.

Ese es el método que utiliza para someterla. Mi pobre amiga es muy insegura de sí misma, ya que tiene el complejo del patito feo. Hay instantes en que me provoca estrellarla contra la pared a ver si reacciona, pero soy la única persona con la que cuenta y no pienso dejarla en las manos del mequetrefe ese.

Darío, es un hombre ocho años mayor que ella, criado en la escuela antigua, donde la mujer solo sirve para hacer los quehaceres de la casa y atender al marido. Es un hombre sumamente machista, varias veces he querido mandarlo a golpear, pero recuerdo que quién lo tendría que cuidar en su convalecencia es ella, así que me detengo.

Su hija mayor, Sophie, de 23 años, vive en Canadá, se fue huyendo del yugo de su padre y de la falta de carácter y firmeza de su madre. Por supuesto que soy su benefactora, no permitiría que el troglodita arruinara su vida también.

Sophie, a quien considero mi sobrina, es una chica inteligente, vivaz, muy parecida a su madre físicamente, cabello negro, ojos negros expresivos, piel blanca, realmente tienen un rostro y un cuerpo armonioso. Solo que Karla siempre ha sufrido un complejo de fealdad; producido en su infancia y adolescencia por sus hermanos que se creen la última coca cola del desierto. No negaré que en sus años mozos fueron guapos, pero ahora Homero Simpson es más atractivo que ellos.

El otro hijo de mi amiga, Simón es un adolescente de 15 años rebelde, pero un buen chico que no comparte los ideales de su padre y siempre está en defensa de su madre.

Cierto, no quise tener hijos, pero bien dicen "a quién Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos".

¡Esa voz!

Flor Inés Villamizar.

Antes de salir a almorzar, solicito en la recepción, que por favor en el momento en que el fotógrafo llegue, sea enviado a mi oficina. Comparto el edificio con otras prestigiosas marcas, ya que se encuentra ubicado en Manhattan, el corazón glamur y el Jet Se.

Obtener esos dos pisos situados cerca del rascacielos, no fue una tarea sencilla; debido a la excelente posición dentro de la ciudad, muchos estaban tras ellos. Poder contemplar la ciudad desde el piso 80 es un privilegio.

No mentiré, soborné al arquitecto dueño del proyecto, su esposa deseaba un anillo diseñado por mí para los quince años de su hija. Me negué en múltiples ocasiones porque no es mi línea. Sin embargo, ante las nuevas circunstancias, ellos tenían algo que yo deseaba, por lo que solo fue un intercambio. La joya por la información necesaria para ser la mejor oferente en la compra del inmueble.

Mi taller de diseño y orfebrería se encuentran aquí en el edificio. En el piso 79 al igual que el área de marketing y publicidad. En el piso 80 se encuentra una de mis principales bóvedas con piedras preciosas.

En este lugar se llevan a cabo prototipos y pruebas con materiales de imitación.

En el montaje final de los materiales originales y de alta calidad, siempre estoy presente.

La otra bóveda principal está localizada en el sótano de mi mansión, la razón es la seguridad. Cada sitio cuenta con el mejor sistema de alarmas y cámaras. Además de ser monitoreados las 24 horas.

Un diminuto diamante puede valer aproximadamente entre uno o dos millones de dólares.

Soy una mujer bastante desconfiada, y a la vez confiada en este negocio, aprendí que el mejor lugar para mantener un tesoro oculto es a la vista de todos.

Mi negocio no es a gran escala, nunca encontrarán mi marca en un centro comercial o en una joyería.

No negaré que en mis inicios lo hice, pero cada vez adquirían mayor prestigio y los fui haciendo exclusivos. Los usan personalidades de la política, magnates, primeras damas, embajadoras, celebridades y modelos.

Los precios oscilan entre los cuatro millones de dólares mínimo y son de excelente calidad; mi línea se enfoca exclusivamente en mujeres.

Participo en los desfiles de moda de alta costura, no en todos, París evidentemente y New York sin duda.

Donde encuentras personalidades dispuestas a pagar por las piezas de orfebrería tres veces su valor real, cómo el capricho es capricho. Por esta razón, la importancia del lanzamiento de la nueva colección.

Ya están confirmados los invitados y algunas joyas serán subastadas.

Mi cabeza piensa en una cosa y en otra.

–¿Flor, que vas a ordenar? ¡El mesero está esperando que le digas! –exclama Karla, sacándome de mis pensamientos.

–Disculpa, estaba algo distraída. Tráeme por favor el especial del día y un vaso de vodka frío —solicito, él toma la orden y se aleja.

–¿Qué te tiene, tan distraída? –me interroga. Hay veces que realmente envidio la vida de Karla, tranquila, sin tanto ritmo. Obvio que el animal ese no existiría en mi panorama, pero en fin cosas que pasan.

–El fotógrafo, el lanzamiento, los tiempos, las modelos, ¿no crees que tengo bastante? –contesto, ella asiente.

–¿Sabías qué tu ex regreso, a la ciudad? —cuestiona Karla.

–¿Marchello? ¡No sabía que se había mudado! –respondo, sé que no pregunta por él, lo hace por René, mi primer esposo, la persona que más he amado en esta vida, sólo que queríamos cosas diferentes. El hombre que me produjo mi mayor depresión. Me casé con él cuando tenía 24 años, compartimos los mismos ideales para ser exitosos y éramos los mejores en lo que estamos haciendo.

—¿Sabes que no te hablo de él? —contraataca mi amiga. Pensar en él duele, aún. Éramos la pareja del momento. Todo fluía bien, llevábamos tres años juntos; cada vez más reconocidos en lo que cada uno se desempeñaba. El triunfo estaba llegando a nuestras vidas, todo parecía felicidad.

—¡Pues no sé de qué Ex me hablas! —Miento. Recuerdo lo que nos separó. Él pidió algo que no estaba en mis planes… un hijo, no soporto los llantos de los bebés, tener que cambiar pañales. Que la vida de alguien más dependa de mis acciones, ¡No es lo mío! Sí, me ofreció varias alternativas, entre ellas: que él se ocuparía del pequeño, contratar una nana, o adoptar. Pero me parece más cruel traer al mundo un hijo o tenerlo, para ser criado por otra persona. Así que mi respuesta fue un rotundo ¡No!

—Te hablo del hombre, que más has amado – dice ella.

—¿De mi padre? —digo tratando de desviar su atención. La relación con René se vino abajo, solicité el divorcio. Él me pidió innumerables veces que lo pensara, sin embargo, ya tenía una decisión tomada, así que firmé los papeles y Salí del lugar. Al llegar a casa reaccioné ante lo que hice, pero ya era demasiado tarde. Mi esposo se marchó ese mismo día, tomó sus pertenencias y se las llevó; también cambió de ciudad, colocó tierra de por medio. Lloré durante seis meses, me sentía vacía, mi carrera ya no era importante. Quise buscarlo y pedirle una nueva oportunidad, pero no existían huellas de mi amor, era como si la tierra se lo hubiese tragado. 5 años después me enteré de que se casó nuevamente, que tenía una niña y era feliz.

–No te hablo de tu padre, te… –comienza a hablar, pero la interrumpo, le señalo con mis manos sobre mis labios que calle. No quiero saber nada, ya ha pasado muchísimo tiempo, él tiene su vida, yo tengo la mía. Cada uno obtuvimos lo que deseábamos.

–¿Qué tal si en vez de hablar de cosas sin sentido lo hacemos de tu puesto, o ya te arrepentiste? –la cuestiono. Ella se pone nerviosa y empieza a jugar con sus manos, demostrándome que otra vez, se echó para atrás. –¡No digas nada, que ya entendí que no tienes el más mínimo interés en cambiar tu vida! –trata de excusarse, pero no me interesa, así que comemos en silencio total.

Me dirijo nuevamente a mi oficina, posiblemente ya esté el fotógrafo esperando, del cual no pregunté el nombre, Dios, ¿Será qué los cuarenta me llegaron con la estupidez y la pérdida de memoria? Que paso muchas cosas por alto. Antes de ingresar a mi oficina, saludo Amalia, mi secretaria, una mujer de 37, años, muy centrada.

–Buenas tardes, Amalia, ¿Tenemos alguna novedad? —le pregunto.

–Sí, ya llego el fotógrafo —me informa, señalándome con su boca el lugar donde se encuentra. Antes de girar escucho.

–¡Hola! ¿Flor o señora Villamizar?.. —¡Esa voz! Que hace más de 16 años no la escuchaba. Siento mis piernas temblar y mi cuerpo se ha petrificado.

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