En el castillo los empleados corrían de un lado a otro, sólo dos habitaciones llenaban la atención de todos, la habitación del novio y de la novia, aunque por diferentes razones, de hecho, una guardia vigilaba que nadie se acercara a la habitación de la novia y lo más importante que ella no tuviese oportunidad de escapar. Nervioso el primer ministro observaba a su amigo y emperador porque francamente no entendía porque se comportaba de este modo, jamás lo había visto de esta manera.
-Alteza, todo está listo – dijo Esteban al emperador
-¿Estás seguro que es ella? – Preguntó el emperador, el hombre más poderoso del continente, probablemente del mundo
-Sí, Señor –contestó tragando saliva con dificultad – puedo asegurar que es la chica, de acuerdo a su descripción – los nervios le estaban matando, sabía que si se equivocaba no sólo la cabeza de la chica caería si no también la suya.
- Puedes salir – dijo sin prestar más atención ajustando la bufanda ceremonial de color blanco la cual resaltaba sobre el traje color azul marino.
- La capa – indicó recordando lo que le faltaba\, el consejero intentando tocarla estiró la mano\, pero fue detenido
- Me la pondré yo solo\, asegúrate que ella lleve el vestido que elegí y que se encuentre cómoda – aunque su tono no era intimidatorio el hombre se encogió un poco\, haciendo una reverencia salió de la habitación.
Al cerrar la puerta se recargó un segundo en ella, temblando un poco, a pesar de que tenía casi toda su vida de conocerlo, aun no podía descifrar quién era ese hombre que había cambiado tanto su estilo de vida y que,
sin embargo, contrario a las apuestas de los nobles tenía un gran refinamiento y conocimiento. El esclavo que se convirtió en emperador, temido, odiado, admirado, envidiado, pero sobre cualquier otro sentimiento el temor ganaba sobre los otros, nunca mostraba compasión o preocupación por nadie.
Por ello cuando insistió en casarse con la hija del Marqués Viridi, Esteban quedó con la boca abierta, había sido específico, sólo ella sería la emperatriz, el Marqués intentó negarse al principio, pero no le dieron alguna alternativa, lo extraño es que el mismo le dijo que el Marqués no presento a su hija de 16 años, si no que presentó a otra (que a su parecer era inferior) de unos 20 años, alegando que era su única hija, el emperador sonrió entonces, le pidió que la aceptara, comprobó una característica específica en la chica y al ser afirmativa la respuesta le pidió que investigara los planes del Marqués.
Este tenía un carruaje preparado para cuando entregara el cordero para el sacrificio y se iría a toda velocidad, su esposa e hija estaban en la frontera junto a sus tres hijos varones, esperando la llegada de su padre, los bienes habían sido liquidados y llevaba su fortuna con ellos, fuera de la frontera hacia el único país que aún no caía ante el emperador, o que ellos suponían que no había caído Espa.
Los ojos negros del emperador se cerraron en el momento que le dieron el informe, se formó una ligera sonrisa siniestra, Esteban conocía esa expresión, cuando acabó con los nobles de Aqua, o con la familia del duque Aran, le dijo que le permitiera llegar hasta donde estaba la familia, y al reunirse sus soldados justo antes de cruzar la frontera los masacrarían, no deseaba que ninguno sobreviviera, NINGUNO, ni los sirvientes, debía informar a la reina de Espa sobre esto para poder pasar la frontera en caso de ser necesario.
Muy pocos sabían que Roberto el emperador demonio no tenía planes de invadir Espa por el pequeño detalle que Espa se rindió desde hacía mucho tiempo y gracias a ello la reina evitó la masacre que sufrieron los otros
cuatro reinos que se le resistieron, donde los nobles fueron aniquilados sin piedad, así que la reina cooperaría, otra razón era que la reina se enamoró de Roberto, por ello ahora ella sufría en su castillo y el odio hacia la mujer que
se casaría con Roberto era sobre la que depositaba su enojo, intentó envenenarla, pero estaba muy bien vigilada, así que acercarse a más de 5 metros ya era mérito, la vigilaban de lejos y evitaron los tres arqueros intentando
que las flechas la mataran.
Nadie se dio cuenta, pues se mantuvo bajo el más estricto silencio, cuando Esteban le preguntó a Roberto si castigaría a la reina este le dijo que mientras sus intentos pudieran ser detenidos no lo haría, pero que, si llegaban a dañar a la novia o cortar el largo de su cabello, eliminaría esa tierra dejándola estéril por 100 años, después de una carta diplomática explicando esta decisión la reina se retiró con el orgullo herido explicando que no asistiría a la ceremonia, Roberto se encogió de hombros, diciendo que no la invitaría de todos modos, y así era, para ser una boda de un ser tan grande que unió cuatro reinos, sólo estarían presentes en la boda, el regimiento personal del emperador, el celebrante, el padre de la novia (bueno no sabían cuánto se quedaría) él mismo, aunque temía por su propia seguridad, y la novia, claro el emperador que era el novio en persona.
Además, Esteban no pudo evitar abrir la boca por el asombro pues el emperador dijo que la esperaría en el salón de la ceremonia, él solía hacer que le esperase todo el mundo, aun cuando no era tan grande como ahora, por lo que sólo podía deducir que la chica en cuestión debió hechizar a su amigo y compañero de armas. Pero hasta donde sabía nunca se vieron así que no hallaba explicación para este comportamiento.
Cuando se hubo calmado se dirigió a la alcoba de la novia moviendo la cabeza sin poder entender el proceder del emperador y un tanto intranquilo, a ella no se le diría una palabra del destino de su familia era una orden que él pensaba cumplir.
El emperador Roberto miró su aspecto en el espejo, el traje era sencillo pero confeccionado por los mejores sastres, además contaba con un cabello prolijo, se miró como siempre pensando que en realidad no era apuesto, al verse solo pudo esbozar una sonrisa sin doblez ante el espejo “me llaman el emperador demonio” se dijo a sí mismo, si al menos pudieran saber la mitad de la historia, ahora ya nada importaba, estaba ahí impaciente esperando por ella, la única luz de su niñez si no era la indicada mataría a todos los que se involucraron en el engaño. Se acomodó la capa púrpura indicativo de su título como emperador. El escudo de Aqua brillo con hilo de oro, abrió la puerta, bajó las escaleras y esperó en el sitio del novio.
Sus hombres tragaron saliva, el celebrante tembló pues era nativo del reino Frige en el que se encontraban, justo al centro del continente y el reino que medio año atrás era considerado el más poderoso del continente, esa boda simbolizaba a ojos extraños el fin de la guerra, o como le llamaron algunos la masacre, pues del anterior rey no quedó más que la ropa y sus descendientes fueron torturados ante el pueblo (que a decir verdad no le lloró), odiaban a su monarca por una razón significativa, mató a su hermano para hacerse del poder a pesar que éste le tuvo misericordia en su intento fallido de rebelión y además fue pésimo gobernante, así que casi agradecieron a
Roberto por liberarlos del incompetente que les gobernó por casi 20 años, sólo les dolió perder el prestigio que habían ganado por 500 años como un reino inconquistable.
Con una altura de casi dos metros y un cuerpo musculoso curtido en las batallas libradas, se removió cuando la campana sonó y la novia no entró frunció el ceño, su piel morena un poco más por el sol, sus penetrantes ojos negros y su mentón fuerte en realidad eran los únicos rasgos que sobresalían, no era hermoso, pero a su modo era atractivo y poseía un magnetismo que le había llevado a donde estaba.
Se miró en el espejo después de ponerse el vestido que recibió, era hermoso, pero no esperaba “eso” como vestido de novia, se trataba de un estilo único y que le hizo preguntarse si el emperador en realidad estaba
loco como afirmaban los rumores.
Una lágrima escapó de su mejilla pues no esperaba que su padre ni dudara en entregarla en vez de su hermana, cerró los ojos y se preguntó si moriría de inmediato o al cabo de unas horas, cuándo el demonio se diera cuenta que no era Sabrina, sino Darla, la hija que supuestamente murió a los 11 años.
Trataba de contenerse pues desde que recordaba no había hallado la simpatía de su padre, específicamente desde que Sabrina nació, no era que Darla fuera fea ni nada parecido o que Sabrina fuese más amable o
linda, sólo que tenía el mismo color de cabello que su padre un rubio casi blanco platino y debido a ello, además del hecho de ser niña que ella al tener un común color castaño hizo que comenzara a ser desplazada por su hermana. De su madre ni hablar, no la soportaba porque cuando nació enfermó por un mes y desde entonces no la quiso cerca.
Poseía una estatura considerable para ser mujer aproximadamente 1.70 m lo que la hacía resaltar, Sabrina era un poco más baja de estatura, razón por la que el padre decidió que si bien ella usaría para la boda el vestido que el emperador eligió, luchó porque ella llevara un velo denso color rojo, que, apenas le dejaba ver algo, permitiría que el color de su cabello pasara desapercibido.
Colocó la mano en el espejo, tocando el rostro de su reflejo, le habían hecho un peinado que tapaba la cicatriz en su cara, aquella por la que su padre la había despreciado más, si fuera posible que antes pues al menos no le prestaba atención le consideraba su hija, pero al recibirla el padre se distanció tanto al punto que al final decidió declararla muerta para la familia Viridi, era irónica que la “trajera de nuevo a la vida” para que su padre y familia pudiesen escapar. Por supuesto sabía que su padre ganó mucho chantajeando a quienes le hicieron la herida.
Suspiró una vez más miles de veces lo había hecho en los últimos años, sin encontrar respuesta a sus oraciones, ¿Por qué su amigo había muerto?, ¿Por qué sus padres no la amaban?, ¿Por qué sus hermanos decidieron callar las humillaciones que recibía?, a estas alturas la muerte que le esperaba le parecía un regalo más que una amenaza, le atemorizaba seguir de este modo, en realidad había recuperado su autoestima y valor, sin embargo, el
golpe por la decisión de su padre la tenía sumida en una profunda depresión. Si debía seguir sus órdenes y el destino la odiaba tanto entonces ella al final tomaría su última decisión ya no deseaba ser controlada.
-Señorita- toco la puerta Esteban, la chica dejó de ver su reflejo, sus impresionantes ojos color violeta se desviaron hacia donde el sonido se escuchó, bajó el velo, con la indicación de su padre de no mostrar su rostro, de ello dependía salvar la vida de diez niños y la anciana que tanto la amó, la única persona que le demostraba cariño: su nana, el consejero volvió a tocar nervioso.
- Adelante - dijo la chica tomando aire profundamente\, Esteban entró y la doncella salió sin decir palabra\, iba a escapar en cuanto saliera de la habitación la “novia”
-El emperador pregunta si usted está bien – dijo después de una ligera pausa, porque el vestido que el emperador había elegido era uno color rosado, que no era el tradicional dorado dada la boda noble que era, ajustaba a cada una de las curvas de la chica, lo extraño es que el vestido había sido determinado por el emperador, pero a Esteban le constaba que nunca había estado cerca de ella, era de un encaje fino y vaporoso, que sólo tapaba lo mínimo necesario, se preguntó si la joven se sentiría incomoda pues el decoro no permitiría algo así y creyó que en vez de querer hacerla emperatriz deseaba avergonzarla, pero no debía juzgar a su Alteza o lo mataría.
Aunque había que admitir que ella tenía un bello cuerpo, piernas largas torneadas, cadera y busto voluminosos, sino fuera por el detalle en su cara, ella sería la digna esposa de un emperador.
- Estoy bien – respondió la chica que debía fingir tener 17años y no 22 como en realidad tenía
Entró una doncella desconocida para la novia entregando una capa ligera de color dorado hecha para la novia del más fino tejido, se la colocó a la novia y todos se sorprendieron, la mujer mayor dijo:
- El emperador dijo que nadie debía ver lo que hay debajo de la capa en la ceremonia o de lo contrario morirían – tras la corta explicación se alejó
- Al menos me da un poco de ayuda para salvar el decoro – se consoló la chica, el padre nervioso al extremo abrió la puerta sin tocar y Esteban frunció el ceño
- ¿Ya estás lista? – apremió con mal modo y sudando nervioso, para nada se parecía al padre que se negó en un principio a entregar a su única hija, le parecía sospechoso a Esteban, que lo vio todo, pero aún no sabía porque su emperador fingía no darse cuenta de la estafa
- ¿Puede dejarnos Sir Esteban? – preguntó la joven inquieta viendo la actitud de su padre, si ella podía fingir, era obvio que su padre no era capaz
- Si, con permiso – dijo parcamente sonriendo el consejero, pues sabía el destino del marqués
El hombre vio la capa que portaba su hija y pensó que al menos debió costar 15 monedas de oro, demasiado dinero desperdiciado en una niña maldita que terminaría muerta cuando mucho al atardecer, había hecho bien
en salvar a su adorada Sabrina.
- En verdad debo casarme, ¿verdad? – Darla conservaba esperanzas que su padre recapacitara
- Entre más demores que te descubra ese demonio puedo prometer que nada les pasará a los rehenes, debes lograr que no te descubra antes del atardecer – las lágrimas cayeron del rostro de Darla, pero su corazón dolía aún más – y no olvides el regalo – la joven tembló- vamos
La campana sonó a fin de anunciar que la brillante novia se acercaba el peso de un vestido que, si bien ligero era largo, la falta de habilidad para usar zapatillas delicadas como esas, una capa que también era larga y un velo que no le permitía ver bien unido a un padre que la llevaba rápidamente ocasionó que cayera a mitad del pasillo, casi no había probado alimento, tenía el estómago revuelto, los nervios de punta, cayó al piso al borde de perder la conciencia.
El primero en levantarla fue Esteban que procuró tocar sólo los brazos, si el emperador descubría que tocó algo más lo volvería eunuco, basándose en la actitud posesiva que estaba mostrando con ella. El padre ni preguntó si estaba bien, simplemente avanzó de nuevo cuando la campana volvió a sonar y les dieron permiso para entrar.
El emperador miró a la novia, esa capa ocultaba su figura, sus hombres encabezados por Marius sonrieron pues por fin su emperador se coronaba como el hombre más poderoso del continente, y con esta alianza la guerra llegaba a su fin.
El celebrante afinó un poco la voz pues sentía seca la garganta, minutos antes el emperador le dijo que si decía una palabra incorrecta lo degollaría, el padre entregó el sacrificio al verdugo, al menos es lo que Darla pensó, el emperador poseía unas manos grandes y fuertes, maltratadas por estar en medio de la guerra y del mal tiempo tantas veces, la única vez que le había tomado las manos así un chico tenía unas manos delicadas y suaves, se estremeció y otra lágrima rodó.
- Marqués puede irse – dijo el emperador antes de voltear hacia el celebrante, el hombre de unos cincuenta años se quedó pasmado, creyó escuchar mal - ¡acaso quiere que lo repita! Largo de aquí – la voz era más cortante que un cuchillo, la joven se estremeció, pero el padre en cuanto logró encontrar sentido a lo que le ordenaron salió a toda prisa, la novia se deprimió demasiado, al menos un velo tapaba su tristeza.
- Majestad damos inicio a la ceremonia de boda entre la hija del Marqués Viridi y su alteza Roberto – el celebrante fue tomando un poco de ánimo conforme hablaba y gracias a que practicó por días sin fin con la única intención de no cometer errores.
Aunque le llamó la atención en lo enfático que el emperador había sido, jamás pronunciaría el nombre de Sabrina, en toda la ceremonia ella sería la hija del marqués de Viridi una excentricidad del hombre pensó, pero al saber que el marqués sólo tenía una hija no había razón para negarse y aunque la hubiera ni en sueños se atrevería a decirlos en voz alta
Los novios intercambiaron sus anillos y él le envolvió su bufanda en la muñeca como dictaba la costumbre como símbolo de eterno cuidado, ella temblando estiró el brazo, sorprendiéndose por lo delicado que era al tocarla, si hubiera podido ver a través del velo, hubiera visto la mirada que él le dedicaba al hacer sus votos, pero estaba tan nerviosa que no levantó la vista ni una vez. La ceremonia llegó a su fin y los hombres salieron de la habitación
vitoreando, los que estaban al tanto de lo que iba a suceder llegaron a sus puestos.
- Ven – dijo el emperador – bebe una copa y come un poco – tratando de calmarla - luego se separó de ella y continuó - debo atender algo
- Majestad, permita que me quede así hasta que caiga la noche – suplicó la joven con la esperanza de hacer tiempo para que su padre y familia escapara, ya no los amaba, sin embargo, adoraba a su nana y por ella haría lo que necesitara hacer, ¿este hombre la tomaría ahí mismo?, se estremeció, en cambio una mano le acaricio la cara sin quitar el velo, justo sobre su cicatriz
- De acuerdo – dijo el emperador casi en un susurro – ve a la alcoba, hay un asunto que debo atender, espera sin la capa y sin el velo – su voz se volvió indescriptible, ella se estremeció debido al miedo.
En cuanto la joven novia desapareció por la puerta tras la doncella; el emperador tomó su espada, la daga que le había acompañado por muchos años y que atesoraba más que a su vida y subió a su caballo un imponente ejemplar color azabache, Esteban le indicaba el camino. Por supuesto contaban con atajos conocidos que muchos ignoraban.
Cuando llegó el marqués en su carruaje abrazó a su esposa e hija, Sabrina, saludó a sus tres hijos con la cabeza y todos se dispusieron a continuar a la frontera. Podía divisarla, en unos minutos la cruzarían y serían libres, suerte que estaban tan cerca de la misma; de pronto el carruaje se detuvo.
-¿Va a algún lado marqués? – preguntó una voz fría como el agua de los lagos congelada en el invierno, un escalofrío le recorrió la espalda al noble era inconfundible
-Esa infeliz ni esto pudo hacer bien – exclamó irritado – mátenlos – ordenó, pero no hubo ningún sonido
- Espera que algo suceda\, este hombre no deja de asombrarme – aseveró divertido Roberto
Esteban apareció con la nana viva y segura tras él, los niños temblando cada uno en brazos de soldados que sostenían espadas ensangrentadas. Al ver esta escena la familia del marqués palideció la mujer comenzó a llorar desesperadamente como una loca maldiciendo a su hija mayor.
- Creo que se refiere a mi esposa, la emperatriz, no permitiré que nadie la maldiga, córtenle la lengua – gritó enojado, con esta orden la mujer dejó de gritar, pero era demasiado tarde, un soldado la tomo por el cuello y le cortó la lengua sin piedad
- De todos modos, los vas a matar, ¿Por qué no lo haces ya? – preguntó Esteban en voz baja harto del salvajismo, no veía importante a estas personas
- No lo merecen – respondió con un odio mayor al que le había visto nunca y eso que creía que no podía ser más cruel – ellos merecen sufrir
- Marqués, ¿Cuánto vale la vida de su primera hija para que la deje a mi cuidado? – Roberto parecía lleno de un aura que no le habían visto antes, ¿primera hija? Pensó Esteban de que hablaban, antes lo había dudado ¿entonces esa joven si era su hija? Y por primera vez sintió que Roberto era mucho más extraño de lo que imaginaba.
- Ella, ella – no sabía que decir, después de ver lo que hizo con su esposa no podía decir que no valía y ahora se preguntaba que sucedía – no lo sé su alteza – le costaba decirle de este modo – es su esposa – intentó esbozar una sonrisa hipócrita pero quedó en mueca
- Ya veo, Lisandro ¿Cuánto vale su hermana?
- Yo no comercio con humanos, ¿quizá usted sepa cuánto? – replicó el hermano mayor de Darla con ironía. Todos se estremecieron incluido Esteban, ese hombre no sabía que Roberto no era alguien a quien retar.
- Tampoco comercio con humanos así que no lo sé, Esteban, que le corten el brazo derecho y le saquen un ojo, después de veinte latigazos, me lo traen.
El interrogatorio se extendió a todos los miembros de la familia, el segundo hermano recibió el castigo de que se le rompieran las piernas, el tercero fue acuchillado en el hígado, los sirvientes murieron más rápidamente que los nobles, para Sabrina el castigo fue brutal, la desnudaron en medio de la tropa, la hicieron bailar y varios cortes en el cuerpo, el marqués veía todo lo que ocurría sin dejar de preguntarse si no hubiera sido mejor entregarle a su amada hija dado que el emperador enfurecía si alguien criticaba a su mujer. Después de la danza sangrienta de la chica un soldado se propuso a violar a la noble, el emperador lo detuvo.
-Ella ya ha tenido muchos amantes, no deseo una epidemia entre mis hombres – concluyó de manera indignante, sollozando la antigua mujer altiva bajó la mirada, ella había estado con varios jóvenes a pesar de su corta edad, al final su padre podría casarla con quien ella deseara pensaba la muy libertina. Pensó que disciplinaría a este soldado, sus hombres no deberían andar aprovechándose de nadie si al investigarlo detectaba una conducta impropia le mataría como escarmiento
- No es verdad – gritó el Marqués – calumnia
- Ha tenido más de diez amantes incluido su mozo de cuadra\, por favor todos lo sabían – dijo Esteban\, tratando de ahorrarse el drama\, lamentaba la suerte de la joven\, pero era verdad\, en cuanto llegaron a Frige Roberto había mandado investigar cada detalle de la vida de la familia Viridi\, la madre sollozaba con la lengua sangrando justo a su lado. El emperador los miraba con una furia atroz\, los hombres del emperador le habían visto matar y
torturar, pero esta vez parecía demasiado personal.
Después de un tiempo prolongado donde varias horas pasaron y la familia Viridi suplicaba para que su sufrimiento terminara, el emperador los miró
- He tenido suficiente, mátenlos, pero el Marqués es mío
- Espera, ¿Por qué haces esto?, a los otros nobles les dejaste huir, - preguntó el cabeza de familia, Roberto sonrió, ¿huir?, claro que no, todos habían desaparecido del radar porque así lo deseó, todos, menos uno - ¿Por qué a nosotros no?
- Porque ustedes son lo más detestable que queda en el reino, porque era el último de mi lista y si ella no hubiera dicho que deseaba ser entregada por su padre el día de la boda yo hubiera terminado con usted más rápido.
Sacó entonces su pequeña daga, la cual le había valido la burla de sus hombres y de muchos otros, una daga de mujer, específicamente de una niña, el marqués abrió los ojos como si fueran platos y su miedo se transformó en terror, estaba su mente trabajando a mil por hora.
- No puedes ser tú, ¡te vendí como esclavo! – expresó - ¡Imposible! – Los hombres y Esteban se quedaron mirando como si este hombre supiera un poco del pasado del emperador, pero antes que pudiera decir nada más cortó la lengua, y las manos, ordenó lo llevaran a las mazmorras y que no lo cuidaran, el hombre observó como toda su familia moría, él no tendría ese privilegio tan pronto.
El marqués y toda la familia Viridi con excepción de Darla fueron aniquilados antes del atardecer, miró a la nana que temblaba y abrazaba a los chicos los miró por un instante. Estaba aterrada, ella había aceptado su destino, el propio marqués había dado la orden de matarlos cuando cruzara la frontera, así que en su mirada no había más que resignación y un poco de miedo. No era para menos después de los gritos que escucharon aterrorizados
- Llévalos al castillo – ordenó – que estén cómodos – la mujer abrió los ojos con asombro
- Como ordene majestad – dijo el hombre mirando la última luz desaparecer en el horizonte, antes que terminara el día,
- Iré con mi esposa – dijo en un susurro – con ella al fin
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