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La Tercera Estación

Bella, bella.

—¡Corte! —suspiro una vez que las cámaras son alejadas de mí, quiero dormir, pero no creo que sea posible, menos cuando sigo teniendo tanto trabajo acumulado.

—¡Bella! —Rodrigo se acerca hasta mí, con una manta, me envuelve apenas estoy cercas de él y me entrega un termo, debe traer té caliente, quiero reírme, pero le agradezco, está haciendo demasiado frío.

—Nadie me dijo que grabar en otoño podría causarme una hipotermia —susurro, Rodrigo palidece.

—Cancelaré el resto de tu agenda para que vayamos al hospital, deben hacerte un chequeo médico... —Rodrigo, mi representante, hace un lío y habla sin parar, aunque solo hice una tonta broma.

—Rodri —lo callo cuando veo algo que llama mi atención—. ¿Eso es vino? —le pregunto y sigue mi mirada, maldice entre dientes y quiero golpearlo, por no decirme que trajeron vino al set, no deberían, pero es parte de la grabación, creo que hay una escena donde mi personaje bebe vino mientras tiene una discusión—. ¡Vamos! Quiero grabar esa escena de inmediato —le digo, le entrego el alcohol y me sigue.

—Bella, les dije que cambiaron el vino por jugo de frambuesa y arándanos —me detengo y miro a Rodrigo como si quisiera asesinarlo, retrocede un poco—. Recuerda lo que me dijiste, me pediste que te ayudará a controlar tu... hmm... tu gusto excesivo de vino, se lo prometiste a la señorita Thames —maldigo y recuerdo que sí fui yo la que le pidió a Rodrigo eso.

—Estaba loca. Obviamente quería quedar bien, pero Stacy está feliz en alguna parte del mundo, así que cállate —me acerco hasta el director, que está hablando con alguno de los extras—. ¡Director! ¿Podemos grabar la escena de la discusión antes? —pido de manera inocente, el director se interrumpe y me disculpo de inmediato con el resto del reparto por interrumpir su conversación.

—Sobre eso, creo que debemos retrasarlo. ¿Lo olvidas? —mi ceño se frunce—. Me pediste que retrasara tus escenas hasta inicio del siguiente mes, ¿recuerdas? Me pediste la última semana de octubre libre —me tenso, lo había olvidado.

—Ah, cierto... octubre —susurro. Mierda, no me he preparado mentalmente para esto o tal vez sí y por eso fingí ignorancia y decidí olvidarlo.

—Entonces haremos la escena cuando reanudes tus actividades —me sonríe, es demasiado comprensivo. Si me exigiera que me quede y grabe, tendría la excusa perfecta, pero ningún director rechaza mi estúpido pedido de darme la última semana de octubre libre.

—Sí, gracias —me envuelvo con la manta y me alejo del director, me despido de todos con palabras, y voy directo a la camioneta.

—¿Qué pasa, Bella? —me pregunta Rodri en cuanto entro a la camioneta, veo al señor Min, quien es mi guardaespaldas principal.

—Es la última semana de octubre —les digo y ninguno dice nada más. Aunque no les he dado mucha información sobre lo que significa la última semana de octubre para mí, entienden perfectamente que algo malo pasa durante esa semana y no es algo que pueda evitar, tengo que enfrentarlo, año tras año, mes tras mes, según mi terapeuta es lo mejor que puedo hacer por ella y por mí.

—Mi Bella, bella —puedo escuchar su voz en mi cabeza, perturbándome.

Capítulo uno.

Olivia

—¿Entonces? —pregunto sin mucho interés, mi madre me fulmina con la mirada y mi padre suspira.

—Kristel no quiere vernos, obviamente deberías ir tú —arqueo mis cejas.

—¿Por qué yo? Si no los quiere ver a ustedes, ¿qué les hace creer que me querrá ver a mí? —eso es lo más estúpido que he escuchado, quiero que se vayan para que me dejen trabajar, pero no creo que se rindan, mi madre está dispuesta a gritarme, pero mi padre se adelanta y se acerca hasta mi escritorio.

—Olivia, tú no has intentado llegar a ella. Su terapeuta dijo que necesitábamos acercarnos a ella, y la única persona que en realidad puede hacerlo eres tú —no respondo, prefiero evitar negar sus palabras para que no piensen que es una afirmación, reconocer que soy alguien importante para Kristel, lo dudo, demasiado.

—¿Entonces? ¿Qué quieres que haga? ¿Qué pasa si se niega? No puedo perder el tiempo en ella cuando estoy ocupada —me cruzo de brazos y mi padre cuenta hasta diez en susurros, cuando ha terminado de contar me mira fijamente.

—Me siento culpable con esa niña, Olivia.

—Tú no tuviste nada que ver con su estado actual —arqueo mi ceja.

—Olivia, sigue siendo mi hija y no la voy a abandonar —me mira con esos ojos llenos de cursilería.

—¿Qué pasa con el parlamento? Luego de su escándalo, te quitaron tu postulación, ¿en serio crees que si ella está bien recuperaras tu lugar?

—No estoy necesitado de entrar al parlamento, era algo que quería hacer porque tú me lo pediste —confiesa, desvío mi mirada y suspiro.

—Está bien, iré. Si se niega a verme, dejaran de molestar con que vuelva a ir, ¿cierto? —arqueo una de mis cejas y mi padre me sonríe.

—Por favor, intenta llegar a ella, para que podamos ayudarla —me pide y asiento, me pongo de pie y eso llama la atención de mis padres.

—Tengo una junta a la que asistir, mañana es fin de semana, así que puedo ir, dejaré un espacio libre en mi agenda —me encojo de hombros, mientras más rápido termine con esto mejor, si voy antes de lo que piensan, por obvias razones Kristel se negará a verme y entonces no tendré que volver a intentar verla. Es una pérdida de tiempo.

—Gracias, cariño —me dice mi madre y asiento, salgo de la oficina y mi asistente me sigue.

—Cancela lo que sea que tenga que hacer mañana, estaré ocupada —no me pregunta, solo asiente.

—Le entrego esto, es con respecto a la junta, aquí viene la información recolectada y las encuestas —me entrega una Tablet y la reviso en lo que me dirijo a la sala de juntas.

-

Veo el hospital, no tengo ánimos de entrar, pero tengo que hacerlo, pero no quiero hacerlo. Me encuentro en ese dilema, hasta que me harto de mí misma y entro. Llego a la recepción y me dirijo con la enfermera.

—Hola, quisiera saber si puedo ver a mi hermana, me dijeron que estos eran los horarios de visitas —miro mi reloj de muñeca, solo para confirmar que no me he pasado la hora, la enfermera me sonríe, es amble.

—Así es, ¿a qué paciente quiere ver? —mantiene su sonrisa de profesional que me enferma. Me sé el nombre, pero es algo difícil pronunciarlo, solo me queda pedirle al universo que no me quiera ver.

—Kristel Davies —la mujer parpadea, pero enseguida escribe algo en su monitor, mientras espero, miro los alrededores. El hospital es amplio y alejado de la ciudad, está a dos horas en auto de donde vivo, por eso no quería venir, mucho tiempo perdido. Es un hospital normal, la diferencia es que cuenta con un edificio de psiquiatría, donde tienen en observación a sus pacientes, luego del juicio contra Kristel, fue sentenciada a esto. Ya que no estaba en condiciones mentales fueron indulgentes con ella.

—Disculpe, ¿qué es usted de la paciente? —miro de nuevo a la enfermera.

—Su hermana, mi nombre es Olivia Davies —la mujer vuelve a mirar su monitor, hago muecas, no me gusta esperar.

—¡Bella! —alguien hace mucho ruido cercas de donde estoy, pero no volteo a ver—. Qué bueno que viniste, te ha estado esperando todo el día.

—Traje esto...

—Ay, que linda.

—Bien, para poder visitar a su hermana, señorita Davies, primero tendría que acudir con su psiquiatra, la doctora Saiz ha estado esperando por usted, sus padres le avisaron, así que puede ir a su consultorio.

Con un demonio, no solo pueden preguntarle a Kristel y que se niegue y terminar con esto. Sonrío fingidamente.

—De acuerdo, sé dónde es. Gracias —me alejo del mostrador y me dirijo al ascensor.

El consultorio de la doctora de Kristel está en el otro edificio, tengo que subir al quinto piso y de ahí cruzar un puente que esta encima de la carretera, para poder llegar al otro edificio, estando ahí, tengo que subir otros dos pisos y llegaré al consultorio. Hago todo eso, cuando llego al consultorio, solo toco y me dejan entrar.

—Señorita Davies —la psiquiatra de Kristel luce emocionada de verme, me sonríe y señala una silla frente a ella—. Por favor, tome asiento. He estado esperando su visita desde hace un tiempo —eso se me hace sospechoso.

—Sí, bueno, he estado ocupada —no es mentira, es una parte de la verdad, en realidad ni siquiera quería venir.

—Sé que puedo estar siendo descortés, pero me gustaría acelerar esta platica para que pueda ver a su hermana cuanto antes —mi ceño se frunce, ¿en serio voy a verla? Ruedo mis ojos—. Hay algo que me pregunto —espero a que siga hablando—. ¿Por qué Kristel insiste tanto en que usted mató a su amigo?

Capítulo dos.

Olivia

Honestamente no me extraña el camino que está tomando esta conversación, si es que fue una conversación, en cuanto llegue me soltó la pregunta. Finjo pensarme la respuesta, bien podría decirle que Kristel está loca y esa no es una mentira, pero si quiero que Kristel deje de ser una molestia, entonces tengo que ser honesta.

—No está muerto —le digo, es lo principal que tiene que saber para que no intente demandarme por algo que no hice—. Kristel cree que sí, y bueno, nunca me moleste en hacerla entender que era mentira —me encojo de hombros—. Kristel era estúpida desde pequeña, creía ciegamente en las personas, así que cuando un tipo quiso ser su amigo, ella lo aceptó. Pero no entendió que el sujeto solo quería robarle, casi ayuda a su secuestro —recuerdo—. Sin embargo, lo evite. Cuando se sintió presionado salió corriendo despavorido sin mirar si venía un auto, fue atropellado accidentalmente. Kristel lo vio y creyó que había muerto, incluso yo pensé que estaba muerto —le confieso—. Pero no, se recuperó. Lo aleje de Kristel por su propio bien.

La psiquiatra me mira fijamente y yo arqueo una de mis cejas.

—Es verdad que está vivo.

—No lo dudo —quiero suspirar, lo último que necesito es que ahora me consideren una asesina—. Creo que hay muchas cosas que oculta, pero está bien, usted no es mi paciente.

—Gracias.

—Me gustaría hablarle de la condición de su hermana, pero sería mejor si se encuentra con ella —me tenso y la doctora se pone de pie—. Acompáñeme.

—¿Kristel quiere verme? —me pongo de pie solo para seguirla, la doctora me mira de reojo antes de detenerse en la puerta.

—Kristel siempre quiere verla, señorita Davies —eso se escucha tenebroso.

-

—Espere aquí un momento —me dice la doctora, dejándome en una habitación aparte, quisiera decirle que reconsidere su opinión de que yo ayudaré en algo a Kristel, ya que verme no creo que la haga más coherente—. Hola, Kristel —escucho la voz de la doctora—. ¿Cómo te encuentras? —no escucho una respuesta, pero la doctora se ríe—. Me alegra. Kristel, hoy a venido alguien que quiere verte —en realidad me están obligando, me cruzo de brazos—. Entra —la doctora aparece de repente y me hace una señal.

Respiro hondo, suelto el aire cuando estoy entrando a la habitación. El lugar no tiene mucho chiste, es solo una habitación vacía, veo el suelo y tampoco hay nada interesante, entonces miro a mi hermana, quien está meciéndose en una silla mientras teje, eso es raro.

Levanta su cabeza y nuestros ojos se cruzan, sus manos dudan y suelta las agujas.

—Hola, Kristel —la saludo, porque nadie más dice nada. Kristel parpadea y mira a la doctora y luego a mí.

—¿Qué haces tú aquí? ¿Por qué ella está aquí? —no me extraña su reacción. No digo nada, solo veo a la doctora, quien se ha acercado a Kristel.

—Kristel, tu hermana estaba muy preocupada por ti —¿cuándo dije eso? —. Es por eso por lo que vino a verte en cuanto le dije que estabas más estable, a pesar de todas las insistencias de tu hermana, acordamos en que te vería al menos una vez al mes, ¿te molesta? —de nuevo, ¿cuándo dije eso? ¿Cuándo fui insistente? Siento que esa doctora es una charlatana.

—¡Vete! —me grita como respuesta, ruedo mis ojos—. No le creo doctora. Esa loca no pudo estar preocupada por mí, porque no se preocupa por nadie, solo por ella misma —¿soy una sociópata a la mirada de mi hermana? Pero me conoce demasiado bien para saber que la doctora charlatana está mintiendo.

—Vamos, Kristel. Ya estoy aquí —incluso si no estoy preocupada, estoy aquí, debería ser algo, ¿no?

—¡Lárgate! ¡Te odio! ¡Eres una asesina! ¡Tú... lo arruinas todo! ¡Siempre arruinas todo! ¡Arruinaste la relación de nuestros padres! ¡Arruinaste mi vida! ¡Arruinas la vida de tus novias! ¡Arruinas a todos!

—Que infantil —murmuro, la doctora me fulmina con la mirada, intenta detener a Kristel, para que no se levante, pero ya me está lanzando sus bolas de estambre y lo que sea que estaba tejiendo—. Ay, sabes qué. No tengo por qué perder mi tiempo aquí, lo siento, doctora —salgo de ese lugar extraño. No espero a la doctora, creo que ya perdí mucho tiempo.

-

Veo fijamente al árbol, es interesante. Quisiera irme a mi casa, pero estaba tan enojada por el comportamiento infantil y estúpido de Kristel que no pude subirme al auto, no debo manejar estando enojada, podría causar un accidente. Así que ahora, estoy paseando por el enorme jardín del hospital, viendo árboles y lindos animalitos, si al menos las aves no fueran molestas y dejaran de piar por un jodido segundo.

—Oh —me giro para ver a la persona que hizo ese otro sonido molesto, miro fijamente a la mujer, sé que la he visto en algún lado, pero ¿dónde fue? Tengo buena memoria, pero sigo enfadada, así que solo puedo recordar el comportamiento infantil de Kristel y eso solo empeora mi humor—. Tú eres la amiga de Mason, Olivia, ¿cierto? —me sorprende que su reconocimiento sea por Mason y no por Kristel, ya que la recuerdo.

—Tú eres Bella Derrickson —sus ojos se agrandan.

—¿Te dije mi apellido la última vez? —resoplo y vuelvo a ver el árbol.

—No, pero he escuchado de ti —es actriz, algunas veces Kristel me pedía que interrumpiera sus avances en el mundo del espectáculo, cosa que no hice, porque es ridículo.

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