Esa mañana, Flavia había despertado más temprano, debía ir al hospital por el resultado de sus análisis, no se había sentido bien en esos días, aunque sospecha lo que puede ser, no quiere pensarlo siquiera.
Ella puso el desayuno en la mesa y se fue a despertar a su gordito, un hermoso niño de cuatro años dormía en su cama plácidamente, Flavia tiene 26 años, ella se había divorciado del padre del niño cuando su gordito tenía año y medio, fue su novio de la universidad, ella estudió derecho y era muy buena, en cuanto salieron profesionales se casaron y Flavia se embarazó de inmediato, paro todo fue cuesta abajo cuando al bebé le diagnosticaron una cardiopatía congénita, los jóvenes no sabían qué hacer, la internación, los terribles gastos, la cirugía que necesitaban era por mucho una fortuna para ellos que apenas y podían sobrevivir, ciento ochenta mil dólares costaba el procedimiento para que su hijo se salve y tenga una vida de calidad, Un año y medio después, Flavia había cargado prácticamente sola con la carga, su esposo nunca encontraba trabajo y cuando lo conseguía lo perdía en un par de meses, ya que terminaba peleando con sus superiores, no entendía que debía aferrarse a ese trabajo para poder ayudar con los gastos del niño y la hospitalización.
Así fue como un día, el flamante marido salió a buscar trabajo y nunca volvió, Flavia lo buscó en todo lado, fue a ver a los padres de él y sus hermanos, quienes no sabían nada y se desentendieron de la terrible situación que enfrentaba la joven con su hijo en peligro de muerte y sin un peso más que su pequeño sueldo.
En ese entonces, ella entró en desesperación, y como si el destino se burlara de ella, fue despedida ese mismo fin de semana, la compañía había quebrado.
Ese día Flavia se quedó en la banca de una plaza, su mente estaba en caos, no sabía qué hacer, no podía ir con sus padres, ellos eran del campo y muy humildes, no podrían ayudarla y podría generar más angustia y problemas.
Sin darse cuenta la lluvia había llegado, pero la joven no sintió nada, estaba catatónica, ella no respondía a nada, fue un hombre de mediana edad quien se acercó a ella con un paraguas y al verla en trance la llevó a un pequeño café para que se caliente, Flavia al reaccionar solo pudo contar su trágica historia, su desesperación, el hombre que se veía guapo y distinguido le ofreció un trabajo como su asistente, aunque no era en su profesión, el sueldo era muy adecuado para lo que ella necesitaba.
Así fue como Flavia fue la asistente de Marc Flabel, un magnate reconocido de la ciudad, el hombre la ayudaba con préstamos que le hacía por medio de la empresa y se descontaba de su sueldo, no podía prestarle todo el dinero de una, ya que no era ni correcto ni permitido por más que sé el dueño, pero si Flavia ahorraba cada préstamo para la cirugía, muchas de las empleadas chismean sobre las prestaciones que tenía Flavia con el jefe, así fue como el rumor de que la desaliñada y simplona asistente del jefe era su amante.
Flavia dio un beso a su querubín que no quería despertarse y salió del lugar encontrándose con la dueña de casa, quien la quiere un montón y la ha ayudado en lo que puede.
—Flavia, ve tranquila, yo me quedo con Saúl, me encargaré de que desayune — dijo Aleida sonriente mientras Flavia la abraza con mucho cariño, no sabe qué habría hecho sin Aleida en su vida.
—Gracias, eres alguien que aprecio mucho — dijo Flavia sonriente mientras se despedía, pero Aleida no dejaría de consultar lo que le había propuesto antes.
—Flavia, ¿pensaste en lo que te dije?, ya tengo el comprador del edificio, me iré a la hacienda de mis padres para hacerla trabajar, ya sabes que si quieres venir conmigo yo sería feliz, Saúl se criaría bien y con aire puro, ¿no quiero dejarte sola? — dijo Aleida un poco preocupada, aunque no sabe por todo lo que ha pasado Flavia, se imagina que debió ser muy duro.
—Sí, lo estoy pensando, hablemos de esto mañana que es sábado, será mejor tomar una decisión con más calma — dijo Flavia para salir de ahí corriendo.
Cuando llegó al hospital, recibió el informe con gran angustia, algo en ella lo sabe, así como lo supo con Saúl, y así fue, efectivamente estaba embarazada haciendo que todos los yunques caigan en su cabeza.
¿Cómo me pasa esto, por qué ahora? Se preguntaba mientras se dirigía a su trabajo si es que así se puede llamar a ese lugar donde ella es tratada con desprecio todo el tiempo, aunque sabe que ella no tiene cara para reclamar, también sabe que no era por su voluntad lo que hacía.
En la gran oficina de las empresas Flabel, Santiago Flabel, estaba sentado en su sillón con unos papeles en la mano, el guapo CEO de 30 años estaba sentado en su cómodo sillón con cara seria y sin mucha expresión.
—Buendía señor, la agenda está en su correo y ya las reuniones están listas — Flavia entró con su habitual forma de vestir, una camisa blanca, una talla más grande de lo debido, una falda tubo que es también casi dos tallas más de lo que ella debería usar, un moño simple y sus lentes de montura negra que la hacen ver aún menos atractiva, ni una gota de maquillaje la muestra ante la sociedad como una mujer descuidada y hasta floja con su arreglo personal.
Santiago levantó la vista para ver a su asistente e inmediatamente largó la bomba.
—Flavia, estás despedida, el acuerdo acabó y ya no necesito de tus “servicios” — dijo con burla la última palabra, Flavia sintió su corazón apretarse, ella sabía a lo que se refería, sabía que hablaba del acuerdo que habían hecho hace un año cuando Mark Flabel había fallecido y su hijo mayor Santiago Flabel tomó el control de la empresa, ella había vendido su dignidad, había quedado en una situación de las peores, pero Saúl lo valía todo, ella no lo dejaría morir por tres gotas de orgullo y amor propio.
—Entiendo, sé que el contrato ha terminado, si me permite — dijo ella mientras se daba la vuelta para retirarse.
—¿Dónde vas?, el contrato es hasta hoy a media noche, aún quiero que hagas lo de siempre, si bien mañana no quiero verte ni en pintura, hoy aún eres mía, eres de mi propiedad, así que ve a la habitación y desnúdate que quiero hundirme en ese coñito sucio que tienes — dijo tranquilo mientras ordena unos papeles dejando a Flavia molesta, ella aportó los puños y se fue hacia ese lugar, él tiene razón, su contrato termina el día sábado a las 0 horas, Flavia es libre, ella por fin podrá hacer de su vida lo que quiere y su Saúl está sano y salvo, la cirugía había sido un éxito y el niño se recupera como solo los niños lo hacen rápidamente.
Flavia entró en el descanso que tiene el CEO para cuando se queda a trabajar en las noches, un lugar que ella conoce y odia también, ahí es donde ella ha pasado por momentos muy vergonzosos y humillante, aunque ya no quiere pensar en ello, pronto para ella solo será un mal sueño, malos recuerdos y nada más.
Ella soltó su cabello, largo y dorado, sacó sus grandes gafas de marco grueso y negro, dejando salir sus hermosos ojos azules como el cielo, sacó su camisa mostrando su piel perfecta, blanca y sensual, con unos senos posados al frente, grandes y redondos.
La razón por la que Flavia vestía ropa grande era para no mostrar sus curvas, ella había sido acosada incluso por doctores al verla en semejante situación, pero jamás se le pasó por la cabeza que a pesar de verse tan mal Santiago Flabel quiera volverla su amante, pero después lo comprendió, más tarde se dio cuenta de lo que todos creían y pensaban.
Flavia quedó solo en calzones esperando que ese hombre haga lo de siempre y no se alargue mucho, aunque ella sabía que eso pasaría, a Santiago le gustaba mucho la cópula, podía estar horas en eso antes de terminar.
Mientras ella estaba perdida en sus pensamientos, sintió unos brazos que la abrazaron de forma posesiva por detrás y unos labios se posaron en su cuello con sensuales besos.
Flavia no podía negar que él era guapo, que su cuerpo era de un Dios griego, que ella había disfrutado muchas veces ser su deshago, pero ella sabía que era solo atracción física, ese hombre no la respetaba en lo más mínimo.
Así fue como Santiago la poseyó con venencia, era como si quisiera cobrar más de lo que ella debía hasta ese momento, aunque Flavia no pudo evitar disfrutar, ella sabía que todo terminaría ese día.
Después de eso, Santiago volvió a su escritorio a trabajar, mientras Flavia salió de la oficina ya arreglada como si nada hubiera pasado, aunque con que ella lo sepa le bastaba para sentirse sucia.
Unas horas más tarde llegó la pesadilla de Flavia, Leonor Trading la prometida de Santiago, aunque no sospecha nada entre Flavia y Santiago, ella odia a Flavia por lo que la familia Flabel le ha dicho, Flavia es como un ser despreciable, si no ha pedido que la despidan es porque ella aún debía pagar una deuda que tenía con la empresa, claro que ella había pagado esa deuda y aún más, había pagado con su cuerpo todos los deseos perversos de Santiago.
—Vaya, ¿aún sigues aquí?, hasta donde sé hoy es tu último día, deberías irte de una vez y dejar de manchar el buen nombre de esta empresa — dijo Leonor con arrogancia.
—Cuando sean las 18:00 me iré, no se preocupe, no es que quiera quedarme aquí por mucho tiempo — dijo Flavia mientras sigue escribiendo.
—Ja, no te hagas a la mosquita muerta, bien que sabes lo que hiciste, pero ni creas que vas a poder sacar más ventaja de lo que ya lo hiciste, por lo menos ya todos saben que ese hijo que tienes no era de mi difunto suegro, aunque lo hayas embaucado a él, a nosotros no, espero no verte más desde mañana — dijo Leonor mirándola con asco mientras Flavia no responde y sigue trabajando, pero cuando la joven intentó jalarla para que la escuche, una voz gruesa y varonil la detuvo en seco.
—Leonor, basta, si vienes a mi empresa a causar problemas es mejor que vuelvas a tu casa — dijo con frío, mientras que Leonor lo miró con ojos de cachorro regañado.
—Mi amor, es esa mujer que siempre está aquí con cara de mosquita muerta, es tan desagradable — dijo ella mientras que Santiago asintió y la hizo pasar a su oficina, se tardaría un buen rato, Flavia hizo una mueca de disgusto, ese hombre era un desvergonzado, hace unas horas estaba teniendo sexo con ella y ahora lo hace con su prometida, era realmente asqueroso.
Leonor se fue una hora más tarde con cara de pocos amigos, a Flavia no le extrañaba, esa mujer siempre estaba así, pero en cuanto Salió Santiago la mandó llamar, quería hablar con ella, en cuanto Flavia entró, Santiago la arrinconó contra la puerta, ellos tenían un trato, nada de besos en la boca, solo sexo y nada más.
Santiago comenzó besando su cuello mientras sus manos se metían bajo su falda, ella sabía lo que buscaba y tal cual lo supuso, el hombre la cargó hasta el escritorio y la poseyó con más ansias que antes, Flavia no terminaba de entender a ese hombre, debería estar feliz de no tener que verla, aunque tal vez el sexo fácil es lo que extrañe.
Después de poseerla por más de una hora sobre su escritorio, por fin la dejó ir, ya era hora del almuerzo y Flavia debía traer el almuerzo de su jefe.
Ella salió del lugar y aprovechó de comer algo ligero, pero su mente aún no quiere procesar lo que se ha enterado, está embarazada y claro que es de Santiago, supone que ha fallado el dispositivo que se había puesto para que esto no pase, solo que le parece absurdo que sea justo antes de que todo esto termine, aunque ella solo quiere irse, la propuesta de Aleida ahora le parece la mejor, está realmente convencida de que si quiere tener a ese niño debe alejarse de esa despreciable familia.
Flavia regresó con el almuerzo de su jefe y lo vio reunido con Martín Narváez, el mejor amigo de Santiago, el cual siempre la trata con amabilidad, para Martín eso que hablan de ella es pura especulación, además que está seguro de que esta absurda situación con Santiago es una tontería más de su familia.
Después de que ella le dejara su almuerzo volvió a su escritorio, estaba ultimando detalles para irse, no veía la hora de salir de ahí, para esa gente Flavia era la amante de Mark Flabel, así que nadie la trataba bien y prueba de eso era Santiago y la forma como la usaba.
Por fin habían llegado las 18:00, hace meses que Fulvia había dejado todo listo para su retirada, así que con todo en orden fue a decirle a Santiago que se retiraba.
—Presidente Flabel, me retiro, ya he entregado mis activos y documentación en orden como lo requiere el reglamento — dijo ella con intenciones de salir corriendo, lo que debió hacer ya que Santiago se acercó a ella y la alzó de repente llevándola al cuarto de atrás, eran obvias sus intenciones, Flavia fue devorada de nuevo, desde las 6 de la tarde hasta unos minutos antes de la medio noche, Santiago no podía soltarla, Flavia tomaba esa posesión como un juguete de debe botar y no se conforma, así se sentía con él, pero Santiago no pudo evitar terminar dentro de ella y marcar su delicada piel de forma descarada, algo que él tenía prohibido, no le importó nada en ese momento.
—Bien, puedes irte, recuerda que te vas llena de mi semilla, y si le abres las piernas a otro hoy, sabrá que ya estuviste ensuciando tu sucio coñito más de lo que deberías, ahora vete, cierra la oficina cuando termines — dijo terminado de vestirse y saliendo del lugar, Flavia quien apenas puede moverse después de la maratón se incorporó adolorida, ella se vistió como pudo y salió del lugar a paso lento, era la última vez que era tomada así, que era lastimada en su amor propio de esa manera, no volvería a pasar.
Flavia llegó más de media noche cansada, Aleida estaba ahí sonriente hasta que vio su semblante y corrió a verla, Saul ya dormía y Aleida la esperaba para informarle que todo estaba bien.
—Flavia, ¿Qué tienes, estás pálida y eso en tu cuello?, te hicieron algo, alguien te agredió— dijo Aleida preocupada.
—No, Aleida, no te preocupes, solo quiero descansar, mañana hablemos de tu propuesta, creo que es mejor que me vaya contigo — dijo resignada, solo quería dormir y despertar para convertir todo lo que había pasado en una pesadilla, algo que nunca había pasado.
Al día siguiente, Flavia despertó un poco tarde, su gordito ya estaba parado al borde de su cama mirándola expectante mientras abraza a su oso de peluche.
—Mami, ¿te sientes bien?, no quiero que te enfermes, Saul te quiere mucho, te va a cuidar bien — dijo poniendo su manito en la frente de su madre quien se incorpora con pesadez, ella se siente mejor, pero es como si el peso del mundo bajara de sus hombros, desde que salió de la empresa, ella siente que necesita un largo descanso, una siesta de muchos días.
—Mi amorcito, claro que estoy bien, solo cansada, pero debemos desayunar, vamos — dijo con una sonrisa, pero el niño la detuvo con sus pequeñas manos.
—No, mami, tía Aleida está preparando el desayuno, solo descansa, Saul te cuida ¿bueno? — dijo Saul para irse no sin antes darle un amoroso beso a su madre y salir corriendo a buscar su desayuno.
Flavia lo vio salir como un rayo y sonrió mientras lagrimas salen de sus ojos, por fin había terminado, por fin todo había acabado, aunque ahora lleva una vida en su vientre, solo saber que ellos la odian tanto que no tendrían problema con ignorar todo sobre ella incluso al niño en su vientre.
Flavia no podía detener su llanto, no quería que Saul la viera llorar, pero lo necesitaba, había sido un año de aguantar, de resistir, de amar y odiar, por fin había terminado, era hora de avanzar.
Aleida entró tratando de no ser metiche, pero al verla llorando, inmediatamente le pidió a Saul que vaya a hacerle un hermoso dibujo a su madre y se reponga pronto, solo así no la vería en ese estado.
—Flavia, ¿qué te ha pasado?, anoche me preocupaste, estabas pálida, desaliñada, se veían esos chupones en tu cuello, tu incomodidad para caminar, dime la verdad, ¿alguien te agredió? — dijo Aleida abrazando a Flavia quien no deja de llorar a mares, pero ella negó, no quería contarlo aún, no quería hablar de lo que había tenido que hacer este último año, ella era la amante de Santiago Flabel el CEO más importante de la ciudad quien está comprometido con Leonor Trading, aun no quería decir semejante cosa a su amiga, aunque Aleida tiene cuarenta años es la amiga más leal que ha tenido Flavia y la hermana mayor que siempre quiso tener.
—Aleida, no es así, ya te contaré lo que pasa, ahora te digo que me voy contigo, yo y mi gordito nos vamos contigo, ayer terminó mi contrato, así que te ayudaré en la granja de tus padres, quiero tener una vida sencilla y tranquila — dijo Flavia aun sin poder parar sus lágrimas, ella necesita sacarlo todo, ella requiere salir de esa ciudad, de la vista de esa gente.
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Un mes después, en la oficina de Santiago Flabel, la madre del joven está indignada.
—Santiago, es el colmo que trates a Leonor de esa forma, ya están comprometidos hace tiempo, sabes que es lo mejor para las dos familias y las empresas, deberías tratarla mejor — dijo Silvia mirando a su hijo con reproche, las constantes quejas de Leonor sobre la forma fría y desinteresada de Santiago eran irritantes, Santiago no soportaba a Leonor y era por dos razones, la primera es que ella había promovido ese compromiso que a él no le interesaba, la segunda era que a Santiago no le gustaba cualquier mujer, era un hombre de fobias peculiares, los perfumes, las voces, las texturas de la piel de una mujer lo irritaba si no eran de su agrado, Leonor tenía todos los defectos.
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