Los pétalos de cerezos cayendo en el aire de una grande ciudad me dejó maravillada. Sabia que eso era solo un momento, tan solo unos días y ZAS!
Todo volvería a ser igual de normal cómo lo era antes.
Las personas caminaban en pareja, cogidas de la mano, sonriéndose, sus corazones gozando de un increíble mundo perfecto, lleno de amor.
Cúpido hacia un gran trabajo, pero.....
¿Por qué ese idiota no me hacia lo mismo a mi? ~
Algún día me encantaría tirarlo por la escalera más alta de un edificio, haber si después de la caída podía pensar en mi.
Suspiré al recorrer el mismo camino que me lleva a mi solitaria casa. De seguro el amor no lo era para mi.
Dejé las llaves en la sala y me tiré en el sillón. La televisión me aguardaba en silencio, para acompañarme en una penosa vida solitaria.
¿ACASO ERA YO EL PROBLEMA?
Por si no fuera poco, ese día todos los canales se pusieron de acuerdo de promocionar el amor.
- Estúpideces... -Asentí- Todo lo que se muestra es todo mentira.
Tras mirar durante media hora la pantalla del dispositivo me sentí cansada de esta vida que llevaba. Pensé en unas mil quinientas ochenta y tres veces de cómo acabar con Cúpido, si este, existiera. Lo ahogaría, encerraría en el baño sin comida, lo dejaría en el medio del desierto, se los daría a los tiburones, le clavaría una de sus flechas antes de que me la clavara a mi. Esas y muchas más me pasaban por la mente mientras abría la quinta lata de alcohol que me acompañaría hasta hacerme dormir.
- Cuando te vea viejo inexistente y arrugado, verás lo que es la venganza de todos esos años en la cúal tú no me mandaste ningún granito de amor...
Ya tenía 25 años como para dejar de seguir soltera y que comenzara a obtener mas vida amorosa. Normalmente sobria no le haría caso a nada, pero ebria probablemente le daría la razón a esto: Cuando una esta soltera mucho tiempo tiende a desear más encontrar el amor. Pero, claro, lo único que hay que hacer es aguantar, porque todo tiene que llegar,tarde o temprano.
Pero siempre hay que estar dispuesta a aceptar todo. Por lo menos en mi caso, no me extrañaría si un día de estos toca mi puerta la muerte antes de que el amor llegue primero a mi vida. Todo puede pasar. Ya que, hay miles de formas en que lo imposible se vuelva realidad.
-Mi vida es una gota de frustración!! -Exclamé - Si tan solo pudiera encontrar el amor, sin tener que estar dependiendo del tonto de Cúpido... Tsss... Hasta yo podría hacer el trabajo mejor...
Me cansé, o simplemente me aburrí, no se como termino sucediendo. Después de haber soltado todo un mundo de groserías, antes de que el reloj marcara las una ya estaba soñando arriba de la alfombra del comedor.
El peor momento fue al despertarme: La cabeza adolorida y el estómago revuelto.
_____
La miré. Ví como Maria se adentraba a la cafetería de al lado. Noté que estaba cansada, aunque yo estuviera lejos de ella.
Se notaba que era una chica inteligente... Pero, ¡¡¡Ya era Demasiado!!!
No puedo creer que alguien me haya insultado de tal manera como me insultaron ayer!
La verdad no me esperaba eso de ninguna persona.
¡¡Todo lo que me dijo, todas esas ofensas!!¡¡¡ Yo no soy inexistente, soy REAL!!!
Tomé otro sorbo de café mientras la vigilaba. Debería de darle una lección, ¡por supuesto que si!
Su ignorancia de mi existencia me ha molestado durante toda la santa semana.
-Señor.. ¿Quiere algo más?
- ¿Mmh? - Deje de mirarla un instante para posar mis ojos en una encantadora chica de piel bronceada parada justo a mi lado- No, Gracias.
Sonreí. Ella se retiró educadamente.
Los humanos eran bellezas extraordinarias, realmente me sentía lo bastante cómodo en su mundo; personas que vivían sin importarles si había alguno que otro ser mágico a su lado.
En tiempos pasados no se me permitía entreverarme entre los humanos al menos que fuera una urgencia. Hoy por hoy puedo quedarme en la tierra, pero sin usar mis poderes en un lugar lleno de gente. Y estamos mal si lo hago, porque en todos lados la búsqueda de trabajo es escasa y difícil de conseguir.
Mi trabajo es hacer lo posible para que el amor permaneciera en existencia lo cúal estos últimos años fueron sumamente difícil de conseguirlo.
- ¡Dylan !
Antes de darme cuenta, ya tenía a Ikarus adelante mio sentado con cara sonriente.
-Ikarus -Sonreí-.
-¿Que estás haciendo aquí?
- Solo vengo a disfrutar de mi tiempo libre, ¿ como has estado? ¿Y cómo me encontraste?
- He estado bien...
-Ah.
- Y te he encontrado como siempre lo hice.
Si había una cosa interesante que siempre hacían los Ángeles era eso: Encontrar a cualquiera con su instinto. Lo peor es que nunca fallaban.
- ¿Hay problemas? Porque te noto totalmente pensativo, cosa que no siempre se te puede ver así.
Quise pegarle, pero me inmuté en mirar alrededor viendo como muchas humanas dirigían la mirada hacia nosotros.
- ¿Podrias dejar de llamar tanto la atención Ikarus ?
- ¿Celoso?
- Para nada.
- Y entonces... -se encogió de de hombros- Venga dime que te ocurre, y me iré para que te quedes tranquilo.
Sonrió. Suspiré.
Él no se iría después de que yo le contara lo ocurrido. Si no que me daría ideas para llevar a cabo. Y aunque, fuera un ángel, tenía la mente más siniestra que cualquier otro.
_________
Mi trabajo acabó a las 7 pm. Al fin llegaría a casa y... y pues descansaría, como cualquiera.
Prometí no tomar.
Así que hoy tenía que compartir mi soledad con cualquier otra cosa que encontrara en la heladera.
No creo que hubiera mucho así que al salir me dirigí hacia el supermercado.
No cabe dudas que llené un carrito con chocolate y helado. Aunque por supuesto ya que estaba, compre frutas y verduras, cosas de las cuales necesitaba, y no era por placer.
Cundo llegué a casa el reloj ya había pasado las 7 y media. Dejé las bolsas y antes de comer me fui a dar un baño para relajar mi cansado cuerpo.
No duré ni una hora tranquila cuando sonó la puerta.
- ¡Va!- Me dirigí hacia la puerta con la toalla envuelta en mi cabeza.-
Al abrirla me sorprendí. El parecía estar feliz.
Había un chico con una sonrisa radiante mirándome. Aunque era lo bastante atractivo como para no dejar de mirarlo, noté que traía una maleta a su lado.
-¿Si..?
El abrió sus brazos como pidiendo un abrazo.
- ¡Maria!
Yo me sorprendí. Y miré al pasillo haber si era una broma de los testigos de Jehová o por el estilo.
-¿Te ...conozco? - murmuré-.
El chico se acercó y me abrazó tiernamente. Sin permiso me apartó y pasó hacia dentro con la maleta de tiro.
No sabia exactamente que era lo que estaba ocurriendo, y antes de cerrar la puerta, me giré hacia el.
-¿ Quién eres?
- Hablas de mi pero no sabes quién soy,¿eh? - miró la sala sorprendido- Soy Dylan .
- Dy...lan ... Dylan... Dy...
- Si, Dylan.
Pasó un silencio. El me miró, y yo me encogí de hombros.
¿ Quién carajos era Dylan ?
_______
Nos miramos a los ojos. Ella estaba sentanda en frente de mi, y yo en frente de ella, en el suelo, separados por una mesa.
Su cara era divertida. Me hice el tonto. Por supuesto que tenía que divertirme viéndola de forma tan inocente.
- No entendí....
Sonreí. Poco más y las ganas me daban por soltar carcajadas.
-¿ Que no entiendes?
- Que eres... Que eres... Que dijiste que eras?
- Cúpido.
- Ahhhh... - miró a su alrededor, por supuesto que no se lo creía. Si yo fuera ella, no hubiera pasado mucho tiempo en que me echara por la puerta.
- Sé que no me crees..
- Uf, que alivio. Pensé que la loca era yo.
-Pero es totalmente la verdad. - sonreí-.
Al sonreir creí que podría tranquilizarla un poco,pero al hacerlo, ella me miró asustada, de seguro pensando que tal vez era un psicópata.
-Ehm... Vives lejos de aquí o...
-Si, mi casa no esta en la Tierra...
-Ahh...
- Creo que me debes una disculpa...
Ella se ruborizó.
- ¿Eh?
- Me ofendiste bastante ayer... No soy un estúpido, no soy un viejo, por lo que no tengo arrugas, ¿lo ves? - le aseñalé mi cara- y estoy seguro que no aguantarías estar en mi lugar ni 5 minutos cariño. Así que... Espero una buena disculpa.
No sé como sucedió.
Miré la puerta, y me toqué lentamente mi cachete. Ardía, ardía lo bastante para mantener mi fría mano en él.
Para ser una mujer tenía bastante fuerza.
- Abre Maria, ¡he venido hasta aquí a por ti!
- ¡Loco! ¡Vete antes de que llame a la policía! ¡Te lo advierto! ¡Puedo denunciarte por acoso!
- ¿Eh?
Miré la puerta cerrada adelante mio. Era la primera vez que me ocurría algo así, así que no sabía exactamente como tomarmelo.
¿Había sonado tan mal lo que dije?
Pensé que estaba sonando de lo más normal.
-Abre Maria por favor... No tengo ningún lugar donde ir..
- ¡Puedes irte con tus amigos Elfos y Duendes que estén viviendo cerca de aquí!
- No puedo, de seguro los duendes se enojaran si voy con ellos, y los Elfos me dejarán tirado debajo de un puente...
Hubo un silencio. Me dí cuenta que solo había sido algo sarcástico.
Suspiré. No podía retirarme tan fácilmente, necesitaba que Maria creyera en el amor, necesitaba tenerla de mi lado, no en contra.
-Tus padres.... -respiré hondo y empezé a recordar- Tus padres se conocieron en un día de verano. Tu madre tenía puesto un vestido blanco con flores rosadas, estampadas en todos lados. Iba en patines por el parque. Ella estaba pasando por un mal momento, así que supuse que podría darle algo para que se alegrara. A pocos metros, un chico con su perro, paseando tranquilamente, como todas las mañanas a la misma hora. Me aseguré que se chocaran, pero que ninguno tuviera heridas graves. Ella cayó a causa de la correa del perro, y el, sinitendo culpa la ayudó a levantarse. El perro se llamaba Dipsy. No me gustan los animales, pero le llamé la atención fácilmente para que se llevara a tu madre por delante. Ellos se sonrieron, y ahí fue cuando me dí cuenta que se querrían para siempre.
Tan solo al recordarlo sonreí.
Pensé que no me había escuchado, pero nada más al pasar unos segundos sentí que la puerta se abría lentamente.
Miré nervioso pensando que tal vez me daría otro cachetazo en la otra mejilla.
Los nervios duraron poco. El alivio apareció.
________
Al escucharlo detrás de la puerta me sorprendió. Tan solo yo sabia de eso.
Mi madre siempre me la contaba cuando yo se lo pedía, aunque ya la hubiera escuchado mil veces.
Sin saber porqué abrí lentamente la puerta y lo miré. Si era el... Entonces... Creo que le debía una disculpa; bueno, tal vez dos.
Me dirigí hacia la sala dejando la puerta abierta. Al sentarme sentí la puerta cerrarse.
Dylan apareció otra vez, con la maleta de tiro, dejándola a su lado al sentarse en frente.
-¿Me... crees?
Simplemente lo miré. Sus ojos me sorprendieron. Su mirada era tan brillante. Tenía unos hermosos ojos que combinaban con su rostro, con todo de el.
Parecía perfecto. Sin ningún grano, sin ninguna marca. No sé cuanto habrá pasado, pero pensé que tal vez se había parado el tiempo. En ningún momento imaginé que mis ojos iban a ser tan curiosos, y al final mi mirada se posó en sus labios.
Que puedo decir, me atrajeron al instante. El color de tono inocente y suave, pero la forma de su boca provocativa y intensa, me llevaron a un pensamiento maligno en el que el tema principal que apareció en mi mente fue saborearlos.
Si el era Cúpido entonces debería de andar con cuidado.
-Sé que es díficil entenderlo, pero...
- Ya sé. Tu solo..- Suspiré- Dime, ¿A qué has venido?
El sonrió.
Vaya. Ahora si que ya estoy loca. Y esto es solo es el comienzo.
Me desperté, diciéndome para mis adentros que todo había sido un sueño.
Pero al ir a la sala me encontré con la triste realidad.
Dylan estaba despierto en el sofá, tapado con una cubija que yo le presté, con la cabeza en los almohadones del sofá. Lo miré. El no me miró en ningún momento pero se dió cuenta de mi presencia.
-¡Buenos días Maria! ¿Lista para practicar?
-¿Practi...car?
-Porsupuesto. Te convertiré en la novia perfecta, empezando por tu practica hoy mismo.
- Espera un momento... Me dijiste que venias a ayudarme, no a cambiarme ni nada por el estilo.
-Quiero que me ayudes para que yo pueda ayudarte a encontrar el amor verdadero ¿entiendes?
- Primero,no existe ese tal amor verdadero. Y segundo, si realmente existiera, no cambiaría nada de mi solo por encontrarlo, aunque eso signifique una vida eterna de soledad.
El se paró enseguida del sofá, mirándome molesto, como si hubiera dicho algo ofensivo... otra vez.
- Quiero las disculpas. Ahora.
Me sorprendió al verlo en frente mio,de esa forma.
-¿Que?
-Estoy esperando. No me gusta estar molesto, pero lo hiciste de nuevo. El amor verdadero si existe, te guste o no, así que quiero que te disculpes conmigo, ya que soy el representante del Amor.
Quedé en silencio un momento. Acabaría en el psiquiatra con este chico en mi casa.
-Lo lamento. No... quise ofenderte.
Pensé que enserio estaba enojado. Pero de un momento a otro sonrió feliz, dejándome molesta esta vez.
- Así me gusta. Ahora, vistete, tienes visitas.
Cuando justo iba a abrir la boca el timbre sonó.
En mi sala de estar estaba Dylan con dos chicos más a los cuales no conocía.
- ¿Quién de ustedes es Santa? Necesito reclamar por todas las navidades que pase sin regalos - reí, pero me dí cuenta que fue una terrible idea, ya que los tres me quedaron viendo como si yo fuera la rara-.
- Tú debes de ser Maria.. - me sonrió el chico rubio-.
- ¿Y Quién eres tu?
Dylan sonrió.
-El es Ikarus . Y el es Soviel. No sé si decirte lo que son porque ya tuviste bastante con que yo...
El chico rubio se paró y se me acercó lentamente.
-Somos ángeles, encantados srta.Maria.
-Ah,...¿cómo esta usted? - Estiré la mano en modo de saludarlo formalmente, pero el rápidamente me agarró y la besó sonriendome-.
-Perfectamente.
-Hola- dijo el otro aún sentado, luego miró a Dylan - ¿Con qué teníamos que ayudarte?
-Ah, necesito que alguno de ustedes salga con Maria. Necesito ver como sería si tubiera una cita.
- ¿Qué?
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-Hace un hermoso día no crees?- me miró de forma tierna, agarrándome fuertemente de la mano-.
-Mmm.-Asentí. Por alguna razón me sentía nerviosa con Ikarus.-
Las miradas de la gente se posaban en nosotros, haciéndome sentir incómoda a mi, pero a Ikarus se lo veía totalmente relajado.
-¿Que quieres hacer?
-¿A que te refieres?
-¿Quieres ir a por un helado?
Sus ojos se tornaron de un color más oscuro. Su mirada más inquietante.
-¿Porque los nervios cariño?
Solté un suspiro con si hubiera soltado mi alma.
Sus ojos me incomodaban más, por lo qué quise salir corriendo de un momento a otro. Busqué con la mirada a Dylan, para que pudiera venir hacia mi y sacarme de esta situación.
Cómo era de esperar encontré a los dos sentados en un banco,no muy cerca como para hablarle pero lo suficiente como para que entendiera mi cara.
_________________
Miré atentamente hacia Maria.
Aunque el oscuro vidrio de los lentes de sol no me dejara ver a color, me dí cuenta que le resultaba estar incómoda con Ikarus.
- La noto un poco rígida..
Miré a Soviel. El tenía razón, ella lo estaba.
- ¿Y si vamos hacia allá? Parece como si nos estubiera llamando.
-No. Esperemos -sonreí- Vamos a ver que es lo que pasa. Dejemos que Ikarus se divierta un poco más.
Le sonreí a Maria en todo momento en que me miraba buscando ayuda.
_____________
*Idiota.* Pensé al verlo sonreir sin hacer absolutamente nada, ni siquiera mover un pelo.
Nunca me imaginé que Cúpido podía ser tan vengativo.
-¿Te molesta estar conmigo?
-No,no,no. N..no es eso.
-Entonces...
Por primera vez desde que salí de casa sonreí.
Ikarus parecía ser un buen chico, a pesar de ser tan atractivo y tener una apariencia de chico malo.
-Tienes una sonrisa bastante hermosa.
-Gracias - lo miré, y me sentí más cómoda, al verlo rodeado de luz.-
Noté que los nervios habían desaparecido y me sentí relajada, con ganas de mirarlo en todo el camino. Tal vez era yo misma o... era alguien que me había hechizado.
Caminamos entre los árboles, sin darle mucha importancia a las miradas de Dylan y Soviel .
Ikarus me contó sobre el cielo, sobre sus aventuras y del porque estaba en la tierra. Lo escuché atentamente, durante todo el camino.
-¿Te cuento un secreto?
-Si quieres...
-Nunca he besado a alguien.
Me sentí nerviosa de vuelta al ver que el estaba totalmente serio, mirándome.
- Ah. Que buen.. secreto.
No me dió más para decir. Ikarus actuó lo bastante rápido para apoyarme en un árbol cercano y ponerse adelante mio sin tener escapatoria.
Mis ojos se volvieron más grandes de lo que estaban.
El sonrió. Yo tragué saliva.
Sus ojos ahora parecían felices,sin yo saber exactamente por qué.
-¿Me ayudas a retirar el "nunca" de mis labios?
No comenté, ni siquiera me moví un poco. Estaba paralizada. Mi corazón bombardeaba con fuerza al sentir su respiración más cerca,junto con la mía.
Parecía muy real, aunque Ikarus parecía un sueño. Uno de esos sueños en los cuales están ahí para alegrarte la vida. Pero muchos de esos sueños acaban por tener un final muy...
- ¡Muy bien Ikarus! ¡Con esto terminamos!
Abrí los ojos. Ikarus se separó de mi con una sonrisa en su boca.
Dylan me miró detalladamente, y noté su diversión interna.
Cuando llegara a casa iba a retomar venganza. Al fin y al cabo, no pasaba de ser un idiota más.
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Disimuladamente la miré.
Maria hablaba de forma alegre con Soviel mientras Dylan y yo íbamos juntos sin nada que comentar.
- Gracias por ayudarme con esto Ikarus .
-No es nada.
- Te lo agradezco.
El sonrió. Si tuviera que elegir a alguien con la sonrisa más hermosa que haya conocido ese sería Dylan.
-¡Maria!
Lo miré para luego mirar hacia atrás.
-Que quieres.
Yo sonreí. Esa actitud era nueva para mi. Realmente me pareció perfecta la manera en que Maria le contestó a Dylan. Nunca nadie le habló de esa forma, y me quedé más sorprendido cuando Dylan no hizo ningún comentario molesto para que lo respetara. Si hubiera sido yo, de seguro me hubiera dado unos cuantos golpes.
- Oye, quiero que sepas que no estuvo bien eso que hiciste. Toma nota: Tienes que parecer una chica difícil de conseguir, difícil de manejar, no como te comportaste recién con Ikarus.
-Oye... Me tomo... desprevenida...- Susurró-.
En ese momento me pareció hermosa. Sonreí timidamente, algo que no hacía seguido.
Tal vez era porque es la primera chica que estuvo cerca de mi más de lo normal, pero.. Realmente sentí una profunda atracción hacia Maria.
Soviel me miró por un momento. Aunque sus ojos estaban tapados por los lentes de sol me dí cuenta de su fugaz mirada oculta.
Lo sabia. O como mucho lo sospechaba.
Sospechaba de mis pensamientos, ya que me había quedado callado en cada momento.
El hizo aparecer una sonrisa en su rostro, y me hizo sentir un poco nervioso. Lo supo. Soviel lo sabia hasta el más mínimo detalle. Tenía esa capacidad, y aunque yo quisiera esquivarlo o estropearle sus talentos, aún seguía siendo un simple novato. Soviel tenía experiencia. Y jamas podría competir con él.
- Si claro, que más vas a decir tu..
Dylan me despertó de mis pensamientos. Se veía fresco, radiante. Su sonrisa hacia Maria era bella.
De esa forma me alejé de mi alrededor para adentrarme tan solo a mi mente. Los chicos seguían hablando. Bueno, Maria discutía con Dylan. Soviel de vez en cuando ponía su voz en la conversación.
Tan solo me limite a alejarme. Lo bueno es que cuando lo hacía, todos se daban cuenta, y no me molestaban.
*Fue divertido volver.*
Esas fueran las últimas palabras que pronuncié en mi mente antes de adentrarme en un pasado. El pasado que yo temía.
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