"Cómo engañar al Duque" era una novela que llamó mi atención por su trama un poco distinta a las demás.
No seguía el camino del típico amor imposible o algo parecido. La protagonista en este caso, era como una "trepadora", tenía la misión de engatusar/enamorar al Duque por dinero y poder.
Era una buena novela, no llegué a leerla por completo porque me morí de la manera más tonta posible; ahogada con un trozo de pollo en medio de la noche en mi solitario hogar.
Ahora me encontraba sentada en la orilla de una gran cama con sedosas sábanas, en una habitación mucho más grande que mi departamento de mi anterior vida.
Mi vista estaba fija en el suelo mientras balanceaba las piernas, en esta vida me tocó ser bajita y no alta como antes.
Cansada de pensar me acosté con los brazos abiertos en el medio de la cama. Recién había despierto después de estar cuatro días enferma, supuestamente la sirvienta. En realidad, para mí recién había cambiado de vida. Tenía que procesar la información y pensar que hacer.
No puedo volver atrás, tengo que enfrentar esta vida pero ¿cómo?
Bueno, primero tengo que acostumbrarme a que ya no soy Naomi, ahora soy Caeli Fawzy, la hija del Conde Fawzy.
Ya no vivo sola en un departamento, ahora vivo en una mansión con mis padres y una hermana y muchos sirvientes. Y lo más importante; no hay tecnología. ¿Cómo se supone que sobreviva sin el celular? Está bien que siempre fui amante de esta época y soñé con mandar cartas a un enamorado, pero esto es distinto.
Unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos.
- Puede pasar- indiqué sin levantarme de la cama, era muy cómoda.
La puerta se abrió y entró la misma mujer castaña ya con hebras color blancas, que había estado apenas desperté.
-Señorita Caeli, su padre quiere verla- anunció mirándome preocupada. Sé por qué me mira así, Caeli es una chica tonta y no es la favorita de la familia y que su padre quiera verla no es una buena noticia.
- No me siento muy bien- mentí
-Está bien, le diré que no está en condiciones de reunirse- dijo y se retiró.
Sonreí, sé que Caeli y ella tienen una buena relación. No son amigas, pero esa mujer le tiene una especie de cariño materno a Caeli. Me pone triste no recordar su nombre ahora.
Me levanté y comencé a recorrer la habitación. A pesar de que no era la hija favorita, tenía una linda habitación. Agradecía que no era como en otras novelas que leí dónde la protagonista que no era la favorita la trataban peor que una rata. Es decir, de forma material a Caeli no le falta nada. Ya de otros aspectos es distinto.
Abrí el armario y sonreí al ver tantos vestidos juntos. Anhelo probármelos a todos, se ven hermosos. No niego que al armario le faltan algunos jeanes o chaquetas de cuero, pero no puedo esperar nada de eso aquí.
Cuando estaba por agarrar un vestido, la puerta se abrió de nuevo. La sirvienta me miró nerviosa.
"Karla" pasó por mi mente. Así se llama la sirvienta.
-Señorita, su padre está por venir a verla- anunció.
Carajo, no me dan tiempo para prepararme mentalmente.
Me miraba detalladamente en el espejo mientas Karla arreglaba mi cabello. Mis ojos ahora eran de color celeste cristalino, nunca había visto ojos de ese color en mi otra vida. Son tan hermosos que siento que podrían hipnotizar a cualquiera. Mi piel era tan blanca como antes, de eso no me sorprendí.
-Listo, ya terminé señorita- avisó Karla dando los últimos detalles en el moño que sujetaba mi cabello liso de color rubio.
Tomé aire y me levanté de la silla con cuidado, aún sentía el cuerpo débil.
Di unos pocos pasos hasta llegar al sofá. Me gusta tener un espacio para tomar el té dentro de mi habitación, si no quiero ver a mi familia me quedo aquí. En el departamento de antes no tenía tanta privacidad que digamos, no podía tener visita porque tenía la cama al lado de la mesa y era raro.
La puerta fue golpeada con fuerza y abierta al segundo, ¿para qué golpea si va a entrar de todas formas? No tiene sentido.
El conde Fawzy se hizo presente. Su altura me causó gracia y tuve contener una risa, cuando en la novela lo describieron como un hombre de baja estatura nunca pensé que fuera apenas unos centímetros más altos que Caeli y ella solo mide al rededor de 1.60 cm.
-Buenas tardes, padre- saludé con una sonrisa, no era por simpática era porque seguía intentando contener la risa.
Su rostro no cambió ante la sonrisa de su hija menor, se acercó a mi sólo unos pasos y habló
- Por fin despiertas, estaba preocupado de que no llegaras asistir al baile de los Saxek-
Preocupado por el baile pero no por si su hija muere de una enfermedad desconocida, que buen padre.
-Aún me siento un poco débil- contesté con sinceridad.
- Pero puedes mantenerte parada así que irás al baile- sentenció
No me sorprende. El baile del Duque Saxek era un evento importante en la novela, allí sucedería lo que colmaría la paciencia de los padres de Caeli.
-Así será, padre- afirmé
No me conviene querer hacer lo contrario, no estoy preparada para sucesos inesperados. Hasta esa parte lo leí así que lo puedo soportar, no daré un paso fuera de lugar hasta que tengo un plan, un objetivo al que apegarme.
Sin decir alguna palabra se retiró de mi habitación. Esperé unos minutos y yo también salí de esta, quería recorrer la casa.
Cada detalle era elegante y hermoso, con las yemas de mis dedos acariciaba cada jarrón o cuadro que me cruzaba.
-Oh, que sorpresa encontrarte por aquí hermana-
Voltee ante una voz femenina, supongo que debe ser Maite, la hermana mayor de Caeli. Por lo que pude leer, no es tan mala con Caeli. Es ambiciosa, caprichosa y envidiosa, pero no le hace la vida imposible.
-Desperté hace unos minutos- informé, tal vez ni le importe, pero quiero entablar una conversación para conocerla mejor.
- Me alegro, si no despertabas te perderías el gran baile- dijo sonriente
Dios mío, ¿por qué aquí nadie se preocupa por la salud? O ¿será que no se preocupan por MI salud? es más probable que sea la última.
- No me lo podría perder- dije resaltando mi interés.
En realidad, si me interesa el baile. Me interesa cada suceso de esta novela, de esta vida. Es decir, ¡acabo de renacer! Soy como una niña y quiero explorar todo, todos los caminos excepto el que me lleve a que me corten la cabeza, obvio.
- Obvio que no te lo quieres perder si quieres ir a perseguir al Duque- dijo con un tono malicioso
Perra.
Tensé la mandíbula, tratando de no decir nada inadecuado. No me conviene, no puedo buscar otro problema más.
Cómo si ella no estuviera persiguiendo ya a un hombre, yo lo hago obligada, ella no.
-Tengo que irme, ten un buen día- terminé la conversación.
Bajé las escaleras, estaba por entrar a la cocina para pedir algo para comer, pero otra mujer me interrumpió.
Dios no me dejan en paz.
-¿Qué sucede, madre?- pregunté
Mayde, madre de Caeli. La pude reconocer gracias a la detallada descripción de ella en la novela, y ¿como no hacerlo? Si es una mujer "extravagante". Siempre llena de joyería y maquillaje exagerado, como queriendo demostrar estatus y poder. Un poder que perdimos junto al orgullo y dignidad, por culpa de mi padre.
Wow, me sorprende como me estoy adaptando y acepto mi nueva vida. Supongo que me apasionaba tanto la novela y no extraño mi anterior vida y por eso me adapto así.
¿Cómo extrañar mi otra vida? Si era tan vacía y triste. Mi padre me abandonó cuando era pequeña y mi madre nunca me dio un poco de su atención y amor. Cuándo por fin pude conseguir empleo y mudarme a un departamento, seguía sintiendo un vacío en el medio de mi pecho. Me sentía vacía, perdida. Sinceramente, si no perdía la vida aquella noche mientras cenaba, me la quitaría días después.
Haría mi mejor esfuerzo por tener una buena vida aquí, por llenarla de cosas que me faltaron antes. Quiero vivir.
-Tenemos que ir a la modista, ya está tu vestido- informó mi madre sacándome de mis pensamientos.
-Oh, que emoción. Vamos, madre- contesté sonriendo dirigiéndome a la salida.
Al llegar al mercado, las personas nos miraban de reojo y hablaban entre ellos. Eran tan evidentes.
Mi madre fingió no notarlo y con aires de superioridad entró a la tienda.
Saludé de forma vaga a la mujer que nos atendió, mi atención había sido robada por todas las telas y vestidos que estaban siendo exhibidos. Era impresionante ver tantas cosas elegantes y bonitas en un solo lugar.
Sentí un apretón fuerte en mi brazo, voltee quejándome del dolor que me causó. Mi madre me miraba con enojo mientras que la otra mujer me sonreía de una forma incómoda.
-Caeli, la señora Caterina te está hablando- dijo entre dientes
-Disculpe, estaba admirando sus creaciones- hablé con la verdad
La castaña me sonrió con agradecimiento
- No se preocupe, solo le estaba diciendo que ya puede probarse el vestido. Acompáñeme, mis ayudantes la ayudarán a vestirla- indicó
Asentí y la seguí hasta un cuarto pequeño al fondo de la tienda.
Entre la modista y dos chicas más me ayudaron con el vestido. Ahora me miraba en el espejo, el vestido rosado con detalles plateados me quedaba hermoso. La parte superior se apegaba a mi cuerpo muy bien y la parte inferior no tenía volumen, su falda no era voluptuosa y lo agradecía. No me gustaban los vestidos tan exagerados.
-¿Qué le parece, señorita?- preguntó la modista
Le sonreí atreves del espejo
- Es hermoso, me encanta- respondí
Pero en realidad, el valor del vestido se decidirá dependiendo si el Duque se interesa en mi mañana por la noche o no.
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