Quizá y solo quizá, mientras comienzas a leer, mi vida se verá como un total cliché y bastante aburrida, déjame pedirte una oportunidad para adentrarte a mi mundo cotidiano y mágico, sin embargo, espero que entre las más de mil letras que rebusque para así, contarte a detalle como mi vida fue cambiando, logre que te quedes hasta el punto final de mi historia, en este mar de angustias y aventuras que me deparó el destino.
Empezaré por contarles unos cuantos meses atrás, cuando era totalmente invisible para la gente que me rodeaba, un poco de esos días grises, en los cuales me sentía desolada.
Pasaba mis días trazando la misma rutina. Sin amigos, incluso, a mis propios padres no les importaba en lo absoluto mi vida, o al menos, eso demostraban.
Una rutina demasiado aburrida para una pobre adolescente de 18 años. Sentía un hueco tan grande en el pecho que crecía día con día, un hueco que nadie quería llenar, nadie quería permanecer. Me sentía cansada de repetir todos los días al abrir los ojos "Este día será diferente" "Hoy si será un buen día" y que ese buen día no llegará. Aunque por más raro que pareciera, un hecho estaba por suceder y cambiar de perspectiva la visión que tenía de la vida.
Un día, de una manera muy extraña, un objeto nada ordinario apareció en mi vida. Con un imaginable poder que al principio desconocía totalmente. Poco a poco, fue dejándome ver qué tan asombroso y valioso era, y no hablo de valor en precio, si no, de la magnitud de su magia. De tal manera, que mi vida en un cerrar y abrir de ojos, cambió por completo.
Nunca entendí si el collar me escogió para llevar una vida nueva o solo tuve suerte de poseerlo.
Aunque, las voces dentro mi cabeza, eran una experiencia nueva, llegué a cuestionarme "loca" y que estaba perdiendo la cordura. Me aterraba escuchar en mi mente, lo que alguien decía, sin mencionar palabra alguna.
Por lo tanto, cuando supe lo que el collar podía hacer y sobre todo, el tenerlo bajo mi poder, intente sacar provecho de mi objeto preciado, acercándome a ese chico por el cual estuve enamorada en toda la preparatoria. Acepto que fue difícil para mí, aceptar la realidad y en ese momento, entendí que en el amor, no es ganar o perder, es saber soltar, dejar ir cuando alguien no es para ti y no termines herido.
Tampoco sabía lo que conllevaba hacer mal uso de el, podía apoderarse completamente de mis pensamientos, aunque gracias a las personas a mi lado, eso no fue problema.
El collar trajo a mi vida personas increíbles. Una amistad la cual no quiero perder, porque cuando creí que las amigas no existían, apareció esa persona tan angelical, alegrando mis días, los cuales pasaron de ser grises a tener todos los colores que forma un bonito arcoíris.
Aún no entiendo si lo que me sucedió fue algo bueno o malo pero he tenido muchas experiencias gracias a eso, tanto agradables como otras que no quiero recordar y si pudiera las borraría de mi vida, lastima que el collar no tiene esa habilidad, en fin, prometo contarte todo, solo sigue leyendome.
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Dudaba mucho en subir la historia, ya que no soy para nada buena escribiendo y no sé si mi historia sea interesante. Mientras mi imaginación vuela, yo escribo lo que surge, poco a poco.
Espero "MENTES" pueda estar en tu biblioteca.
Tantas noches me ha costado para que quede genial, ojalá sea de su agrado.
Gracias a ustedes por leerme, así solo sea el principio o a ti, que esperas que actualicé el siguiente capítulo.
Gracias por regalarme un poco de su tiempo.
Bendecido día.❤️🩹
No voy a mentir y tampoco voy a exagerar de lo frustada que fue la vida para mi desde hace unos años atrás. A veces me siento tan cansada, cansada de no ser notada por nadie, de ser excluida, incluso en mi propia familia. Soy como un fantasma deambulando sin rumbo, perdido y queriendo que lo noten.
No hay nadie a quien contarle que tan pésimo me fue en el día, o si cada día al regresar a casa me encuentro bien o bueno, si hay a quien contarle, el problema es qué no me toman en cuenta.
Y tampoco tengo a quien decirle esas pequeñas e inolvidables cosas que se le cuentan a una mejor amiga.
Quiero sentir el apoyo de mis padres al mostrarles que saque el mejor promedio de mi clase o un regaño por faltar a clases. No hay duda que me encantaría ser castigada por ellos. Sé que es raro y a nadie le gusta que sus padres les den un castigo, solo que los míos, hace años que ni siquiera me preguntan cómo estoy.
Así como, el molestar a mi hermano se volvería la cosa más divertida para mí. Discutir con él por quién va a ver su programa favorito en la televisión o molestarme porque deje algo en la nevera y él se lo comió.
Sentir ser alguien insignificante, me está acabando. Hay días que me gusta mi paz, solo que no siempre es así. No compartir con alguien, los pequeños o grandes momentos que me suceden es ¡TERRIBLE!
Estoy a un par de meses de cumplir 19 años, curso mi último año de preparatoria. Estoy entre ese momento crucial de mi vida, dónde decidiré que voy a estudiar después de acabar esta etapa importante de cada adolescente, y el hecho de tener que experimentar todo sola, me abruma.
A pesar, de que la escuela a la que asisto, está algo cerca de mi casa, aún así tomo un bus, ya que caminar bajo el sol es algo que no me gusta. Aunque hay veces, cuando tengo muchas dudas en mi cabeza y el sobre pensar me domina, es cuando si prefiero ir caminando, con los audífonos puestos y la música tan fuerte, sin pensar en nada más; me gusta ver a las personas ir y venir, pasar por mi lado e imagino, que en su vida no tienen ninguna preocupación, mientras yo, soy la que está cayendo por dentro.
Sinceramente no sé si esa persona se sienta bien pero yo deseo que sí.
El ambiente en mi preparatoria me hace sentir cansada, últimamente todo me agobia o me estresa; la escuela, las tareas, mis compañeros. Tengo que decir que ellos no me hacen bullying, simplemente es como si yo no estuviera ahí. Supongo, deben estar pensando que si a estas alturas, aún no me acostumbró a la soledad.
La respuesta es que, ver a mi alrededor lo divertido que es bromear entre ellos o que las chicas lleguen diciéndole a sus amigas mas cercanas que tienen algo muy interesante que contarles, es lo que ha hecho que jamás me acostumbre. Y créanme, he intentado ser parte de ellos, he tratado de incluirme pero sus miradas y su trato así mi, solo hacen que me avergüence. Siempre dicen que soy la chica rara o la que no habla.
Hay un chico que probablemente jamás se fije en mi. Su nombre es Natan, es alto, piel pálida, su cabello es negro intenso y de rulos marcados. Tiene mucho tiempo viviendo aquí aunque su nacionalidad es Coreana, habla perfectamente el español. Me encantan sus ojos alargados, pequeños y cafeces.
Natan es perfecto, solo hay un detalle, a él le gusta Jazmyn, la chica mas popular de la clase.
La odiaria por tener esa suerte pero cualquiera puede decir que ella es bonita. Su sonrisa tan brillante y esos ojos verdes que enamoran a cualquier persona, su cabello con mechones dorados y ondulado se irradia bajo la luz del sol, los demás siempre hablan de ella adulando que es buena persona, en clase es la típica chica que quiere participar a cada momento sin darle permiso a alguien más, cabe destacar que también es inteligente.
Todos las mañanas, tengo que soportar como Natan y ella juegan y rien con cada cosa que dicen. Hasta se van juntos al terminar las clases. Sé que tienen mucho tiempo siendo buenos amigos y que son demasiado cercanos, para ser sincera, solo quisiera estar en el lugar de ella, cuando está con él.
Recuerdo bien el día en que, desde mi asiento pude sentir como nacía algo entre ellos. Mi corazón se hacía chiquito que poco a poco, se rompió. Natan tomó la mano de Jazmyn, regalandole una mirada llena de ternura, forma en la que nunca me verá a mi.
Seguido de eso, por todo el salón, se escuchó un "VIVAN LOS NOVIOS", sus caras comenzaron a tener un color rojo instenso, estaban sonrojados por qué la clase se había emocionado mientras yo, quería salir corriendo dejando tras de mí un camino de lágrimas.
Me dieron ganas de llorar, la verdad, si llegaba a llorar justo en ese momento, en esa esquina desolada, nadie lo iba a notar. Mi lugar está al fondo, junto a la gran ventana.
La vista al enorme patio, a veces me distrae. Nadie quería ese asiento, así que yo lo tome.
De cierta manera, me sentí destrozada. Tengo dos años deseando que él se diera cuenta que es mi razón de siempre llegar a clases con una gran sonrisa, aunque no la vea o trato de tener mi mejor ánimo, aunque no me hable.
A nadie le gusta ver qué su amor platónico está siendo feliz con otra chica, mucho menos ver cómo sus ojos desbordan brillo, al verla.
Luego que terminó la ultima clase del día, espere por un rato. Sin salir del salón. Me sentía mal, tenía un enorme nudo en la garganta.
Mi mirada estaba puesta justo en la ventana, viendo que el gran cielo celeste con sus nubes blancas y esponjosas, me querían abrazar. Sin darme cuenta, ya había lágrimas rodando por mis mejillas. Natan seguía dando vueltas por mi cabeza. Antes de ponerme peor, tomé mis cosas para salir lo antes posible de ese odioso lugar.
Quería caminar, pensar, darme unos buenos consejos. Ese momento era perfecto para tomar mi celular y escribirle a mi mejor amiga, que necesitaba verla y así contarle que tan mal estuvo mi día, pero exacto, yo no tengo mejor amiga. Solo me quedaba secarme las lágrimas con mi viejo pañuelo.
Algunas calles antes de llegar a mi casa, algo me distrajo. Ví algo sobre el suelo brillando junto a un árbol de higos dulces, este destello me trajo a la realidad. Brilló de tal modo de logar llamar mi atención. Me acerque de a poco, hasta que pude ver que era un collar. Una piedra azul, algo rara, en forma de corazón colgaba de el. "Esto parece viejo y de oro" pensé, mientras lo analizaba, era encantador, quizá lo podía usar, solo había que limpiarlo. Seguí mi camino, guardando el objeto en el bolso de mi jean azulado.
Luego de tan horrible día, llegué a mi casa (supongamos que la parte de Natan, fue lo que lo hizo horrible por completo). Al parecer no había nadie en ese lugar llamado "hogar". No era ninguna novedad que se olvidarán que hay un cuarto integrante en la familia (yo) y salen a comer o pasear sin avisar.
Subí a mi cuarto, me recosté un breve momento sobre un sofá blanco con pequeños dibujos de jacintos púrpuras que está cerca de mi ventana, mientras que observaba el paisaje aún con los pensamientos perdidos, me percate como un pájaro hacía su nido en una rama que casi topa en el vidrio de mi ventana, me pareció tierno —Yo te lo cuidare cuando no estés. —Le dije al pajarillo rojizo y verdoso, aun que no me entendiera.
Salí de mis pensamientos y recordé que había encontrado aquel collar, metí mi mano al jean para sacarlo y limpiarlo, no tarde en darme cuenta, que ya no estaba sucio. Este, brillaba más que una estrella solitaria en el cielo nocturno. Pensé que quizá, se limpio en mi pantalón camino a casa, sin darle importancia lo deje dónde están mis demás accesorios, no había necesidad de que me lo pusiera en ese momento.
Después de una larga tarde, de infinitas tareas de fin de semana para las siguientes clases, mis ojos se comenzaron a hacer pesados y lo único que quería recostarme y dormir. Necesitaba un buen descanso.
Desperté algo temprano y agradecí que fuera sábado, al fin podía descansar, aunque, por otro lado, me ponía feliz que no iba a ver a Natan, mi corazón también debía tomar un descanso, sin olvidar mi paz mental iba a estabilizarse un poco.
Por no cenar la noche anterior, desperté con un agujero negro en mi estómago, así que baje para ver cómo había amanecido mi bella y querida familia; estaban ahí, desayunando sin mi, como cada mañana.
—Despertaste temprano, eso es bueno. —Dijo mi madre
—Me comenzaba a doler la espalda y ya tenía hambre. —Le dije algo desinteresada.
—Muy bien, come tu parte, ahí está en el sartén. —Era extraño que me dejaran algo, siempre tenía que hacerme mi propio desayuno, igual agradecí y comí lo que dejaron.
Antes de terminar mi desayuno, mi madre comentó que íbamos a ir a la casa de una tía, la única por parte de mi padre, de hecho, es mi tía favorita.
Vive lejos de la ciudad, a mí me encanta visitarla, a pesar de que las visitas no suelen ser constantes. No voy a mentir cuando era niña amaba ir y correr entre las mil flores que nacen por el alrededor de su enorme patio. Sentí un brinquito en mi corazón.
—Lleven lo necesario para 3 días. —Nos comentó, mientras se dirigía a su habitación.
Mi hermano y yo, no podíamos con la noticia, por nuestros rostros era evidente que la felicidad se adueñó de nosotros.
Nos levantamos de la mesa, casi peleando por quién iba a subir primero la escalera, parecíamos niños de 5 años de nuevo.
Metí a mi mochila la ropa más cómoda que encontré, sin faltar también mi manta de arcoiris, por si en la noche quería ir a dar un paseo mientras todos dormían (son mis momentos favoritos), tome mi cargador junto con mis audífonos, esos jamás se pueden olvidar.
Me acerque al espejo como de costumbre para ver mi aspecto después despertar, me peine algo rápido, use mi perfume favorito y una tinta labios, para tener algo de color en mi rostro, cabe destacar que mis pestañas son abundantes y rizadas de nacimiento, y mis cejas son bonitas por si solas, mis mil pecas desagradables siempre toman el papel protagónico en mi piel, junto a unos cuantos lunares distribuidos en todo mi cuerpo.
—5 minutos y nos vamos. —Dijo mi madre dándonos un grito algo apurado. Tome mi mochila, y en cuanto estaba por salir de mi habitación, una sensación extrañaba invadió mi cuerpo, es decir, como si olvidará algo, aunque no sabía que era. No podía moverme de ahí sin tomar lo que me faltaba. Mis pies parecían estar pegados al suelo de madera en mi habitación. De pronto, recordé el collar, lo tome y lo guarde, bajando rápido de las escaleras. Mi mamá estaba esperando en la puerta. Por grande que sea, una alegría inmensa recorría mi cuerpo.
Se sentía como cuando mi madre, me llamaba "su hija favorita" para molestar a mi hermano.
*Flashback:
Hace 7 años, mi madre nos dió una increíble noticia. Un embarazo de 2 meses trajo alegría e ilusión a la familia, por supuesto, era un poco riesgoso por sus casi 40 años, así que, tratamos de cuidarla mucho.
La llegada de un nuevo integrante en la familia se sentía bastante bien, aunque nuestra felicidad, fue como una estrella fugaz, demasiado corta. Al cumplir casi los 3 meses de gestación, ocurrió un accidente.
Mi madre resbaló de las escaleras, así mismo, sucedió un aborto espontaneo. Nunca la vi tan triste, tan apagada. Su mirada durante meses estuvo perdida, no era tristeza, era algo más que eso, y no sabía cómo ayudarla porque yo también me sentía así.
Para nosotros como familia, era algo desgarrador y sobre todo, traumático para ella.
Mi padre sufrió en silencio, él trato de hacernos sonreír, a pesar de su dolor.
Llego un momento, en que se alejo de todo y se apego un poco al alcohol.
En cambio, mi hermano, fue el más fuerte en la situación, siendo el más pequeño de la familia, entendió perfecto que ya no habría nuevo integrante en la casa.
Luego de lo sucedido ya nada fue igual y lo peor, es que yo terminé siendo excluida.
Estábamos en medio de la carretera cuando mi mamá de la nada pregunto.
—Samy, y ¿Como te va en la escuela? ¿Bien? —Sentí tragar medio litro de saliva. Estas preguntas estaban muy en el pasado. Giro a verme, regalandome una de sus bellas sonrisas
—Vamos, hace mucho que no hablamos bien. —En su cara ví un interés, era algo extraño para mí.
—Últimamente me va bien, aunque me esfuerzo mucho soy la segunda de la clase. —Le dije con el mismo interés con el que pregunto.
*—No te preocupes, Samantha, sé que serás la mejor de tu clase. —*Comento mi papá. —Sólo con que aproveches tu estudio no importa que seas la segunda o tercera. -Agrego mi padre mientras miraba por el retrovisor.
Sonreí ante su comentario y me gire a ver por la ventana, la verdad, deseé tanto que se preocuparan por mí y ahora que está sucediendo lo siento incómodo.
Faltaba como una hora y media para nuestro destino, cuando mi papá decidió parar por un momento para que fuéramos al baño, cargar gasolina o solo estiráramos los músculos por unos minutos, ya que el viaje estaba siendo lento y cansado.
Yo aproveché en ir al baño, necesitaba desechar el litro y medio de agua que me había bebido. Los baños de las gasolineras no son para nada agradables. Hice mis necesidades rápido, ya que el olor, me estaba matando.
Posteriormente, a un largo rato viajando, llegamos a la casa de tía Regina.
Mi tía es viuda y solo tiene un hijo, el cual se fue a vivir a Estados Unidos, hace 13 años, los mismos que tiene sin saber de él.
La única familia que le queda cerca y quiza muy literal, solo somos nosotros.
Su felicidad al vernos no la compra ni todo el dinero del mundo, yo tambien estoy feliz de estar aquí, de nuevo, después de casi 6 años.
—Mi Samy, que grande estás. —Me sonrió. —Ven acá, mira qué alta y hermosa estás. —Lo dijo mientras me jalo del brazo y me daba un abrazo demasiado asfixiante que me sano todas las heridas. —Que agradable sorpresa, nunca espere que vinieran, apenas anoche me llamaron. —Dijo a mis padres, mientras me soltaba y yo aprovechaba para respirar.
—Como nos íbamos a olvidar que hoy es tu cumpleaños, no trajimos regalo, pero podemos prepararte la cena ¿Que dices? —Le dijo mi mamá bromeando.
—Pero vamos, pasen, traigan sus cosas. —Dijo mi tía Regina, mientras ella se introducía a la casa.
Sin embargo yo tenía unos nervios en el estómago, mi niñez la mayor parte del tiempo la viví ahí y ahora con 18 años regreso. Estoy nostálgica.
Paso la tarde y después de ponerse un poco al día, optaron por que la cena comenzara a prepararse.
Mi tía, mi madre y yo, estábamos por terminar de hacer la pasta más rica que pueden probar, el secreto solo es de mi tía.
Mi Mateo y mi padre, terminaron de poner la mesa.
—Podrías pasarme otro plato para la lechuga. —Me ordenó mi mamá. Asentí con la cabeza.
Los platos estaban sobre el lavabo y justo enfrente estaba una ventana, por la hora que era el vidrio ya solo daba el reflejo del interior, y pude notar como mi reflejo tenía puesto el collar, cuando lo deje guardado en mi bolso.
Cerré mi ojos por unos segundos y los abrí de golpe. Mi reflejo ya no tenía puesto el collar, sentí un alivio. Supuse que el viaje me dejó cansada, por lo tanto, podía ser la razón de imaginar cosas extrañas.
Por un momento, hasta olvide que iba por un plato. Tome el primero que vi y se lo lleve a mi madre. Todos estaban sentados en la mesa, parecía una familia muy estable, reuniéndose con gran alegría, así que, me senté para acompañarlos.
Comenzaron a hablar sobre el trabajo de mi padre, ya que Tía Regina preguntó. Ella está muy ansiosa por saber cómo nos ha ido, su cara me dice que la felicidad de que estemos con ella, no le cabe en el pecho. Luego de terminar con mi papá, se dirigió a Mateo y a mi para preguntar sobre cómo nos iba en los estudios —Bien, por mi parte puedo decir que me gusta mucho la preparatoria. —Mentí, me gusta estudiar, leer, aprender temas tan a detalle, más no me gusta la preparatoria.
Mis pensamientos estaban fuera de la cena. Mi cuerpo estaba ahí, acompañándolos. Por otro lado, mi mente estaba vagando en lo que había visto antes. El reflejo en la ventana. El collar puesto en mi, brillando con intensidad.
De repente, el llanto de mi mamá, me trajo de vuelta a la realidad.
—No puedo hablar sobre eso. —Se podía notar en su llanto, que le duele el abrir los labios y tocar el tema. Antes de secar sus lágrimas, mi madre me observó con una mirada despreciable
—Disculpame Catalina, yo solo quería saber si ya te sentías mejor, después de lo sucedido. —Podía ver en la cara de mi tía, que estaba realmente apenada. Ella no sabía que mi madre iba a reaccionar así.
Extrañada aún, por como mi madre me había mirado de tal manera, le dije a mi tía que no se preocupará, regalandole una sonrisa enorme.
—Todos hemos sufrido con eso, pero fue hace años y como familia, salimos adelante. —Agregó mi hermano, queriendo remediar la situación.
—Sí, creo que mis padres, sobre todo han sido los más fuertes con lo que paso. —Le hice saber a mi tía, para que el ambiente se relajara un poco.
Ya que estaba sentada a mi derecha, tomé su delicada mano, sosteniendola fuerte, no quería que la visita iniciara con tropiezos amargos.
En realidad, ella solo quería estar al tanto de todo, después de mucho tiempo.
Mi madre después de unos minutos se tranquilizó. Las risas no faltaron después de unos chistes nada graciosos de mi papá pero la vergüenza hacía que las risas resonaran en esas 4 paredes del comedor, aunque todos me los sé de memoria, aún así, me siguen dando risa.
No tenía idea de que mi mamá sufría tanto por el aborto. Ella luce tan fuerte todos los días, siempre regalando impecables sonrisas, que desconocía por completo su dolor.
Espero algún día, pueda ayudarle a superarlo.
Me ofrecí a limpiar la mesa y lavar los platos, mi hermano optó por ayudarme, para terminar más rápido, así que accedí.
—Una ayudita no estaría mal. —Le pegué en el brazo y comenzó a perseguirme por toda la cocina, lanzadome la espuma que forma el jabón de platos. Yo con 18 años y el con 16, imposible madurar así.
A su vez, terminanos ensuciando más, teníamos que limpiar antes de recibir un regaño de mi madre. Hace mucho que no teníamos interacción entre hermanos, me sentí feliz. Mi corazón se alegro al sentirme cerca de Mateo.
Ya era algo tarde, así que, cada quien fue a su habitación después de limpiar. Antes dormía junto con Mateo, ahora nos dieron habitación por separado.
Tome un baño rápido, ya que el jabón de platos me estaba picando por todo el cuerpo, dejándome ver manchas rojas en la piel. Encendí la música con el volúmen algo bajo en mi celular. Mi tía siempre tiene velas aromáticas, así es que, le tomé una prestada.
El cuarto de baño comenzó a tener un olor a madera muy agradable.
El diseño de esta casa siempre ha formado parte de mis cosas favoritas. Un toque de vintage y elegante que me relaja demasiado. Desearía vivir aquí, con toda mi familia.
Termine la ducha y me fui a la cama, esa cama gigante para mi sola.
Estaba algo cansada, de tal manera que mis ojos se cerraban por si solos. Siempre, antes de dormir, divagó un poco por alguna red social.
Por lo que, tome mi celular y comencé a ver si había algo interesante en que perder un poco de tiempo. Entonces, me di cuenta que Natan, Jazmyn y algunos de mis compañeros de clase, parecían disfrutar de su fin de semana en una fiesta. Claro, yo nunca soy invitada a ese tipo de eventos sociales, tampoco no estoy en el grupo de WhatsApp dónde todos hablan sobre tareas, temas de la escuela o incluso las fiestas que harán. Lo más cerca que estoy de Natan es por su cuenta pública de facebook.
Dejé el celular a un lado, pensando algunas cosas. Por lo tanto, me dormi sin darme cuenta.
De pronto, un ruido extraño me saco del sueño profundo, me senté en la cama, sintiendo mi corazón latir muy apresurado. De pronto, se escuchó un golpe. Me percate, que el ruido venía de la ventana, ví como la sombra de una rama, se mecía con el viento, ocasionando ese raspar en el vidrio.
—Estúpida rama. —Maldije por lo bajo, me senté en la cama, colocandome mis pantuflas favoritas.
Tienen una carita de gato, tan tierna.
Mientras me dirijia al baño, me estremecí, al ver en el espejo frente a la cama, que mi reflejo, de nuevo, tenía el collar puesto. El dije de corazón, brillaba demasiado. Irradiando luz por toda la habitación. Coloqué mi mano sin pensarlo sobre mi pecho pero no tenía el collar, o sea que, solo podía verlo en el reflejo.
Cerré mis ojos deseando que al abrirlos, el collar no estuviera más, pero al abrirlos, seguía estando ahí. Mi yo del espejo seguía teniendo ese collar. La situación ya era aterradora. En mi interior, nacía una sensación extraña, como si me estuviera "llamando" el collar.
El ruido que escuche antes en la ventana, apareció de nuevo, haciendo que quitara la mirada del espejo por unos segundos. Cuando regrese mi mirada al frente, el collar ya no estaba en mi.
Apenas pude moverme, volví a la cama de inmediato, olvidando que iba al baño. Me acosté boca abajo, cubriendo totalmente mi cuerpo con la frazada suave que posaba sobre mi.
Puedo agradecer que no tarde mucho en quedarme dormida.
En la mañana siguiente, mi hermano me despertó sacando de un jalón las colchas que me cubrían del frió de la mañana.
*—Mamá preparó el desayuno.* —Tomó mi brazo, levantando de la cama mi delicado cuerpo, en contra de mi voluntad —¡Baja ya! —Le hice saber que "sí" con la cabeza y un gesto de molestia para que se fuera rápido.
Había un sentimiento raro en mi, de verdad, podía sentir en mi corazón, que había algo extraño con ese collar.
Decidí ignorar por completo lo que estaba pasando, supuse que si les contaba lo de anoche, no me iban a creer, así que, me ahorre la historia.
Baje al comedor en cuanto me aliste un poco.
De nuevo, estaban todos en la mesa. Olía bastante bien, que hasta el apetito se me abrió.
Vi que en la mesa, habían unos ricos hotcakes y platos con muchas frutas.
—¡Mango! Que delicia. — Dije feliz.
—Después de terminar el desayuno, los llevaré a tomar un paseo. —Dijo mi tía Regina, mientras yo tomaba asiento. En sus ojos había una cierta emoción.
—¿A dónde iremos? —Siempre soy muy impaciente para las sorpresas.
—No les voy a decir, pero sé que les va a gustar muchísimo. —Nos sonrió, dándome unas pequeñas palmaditas en la espalda —No seas ansiosa, Samy. Además, mañana sería el cumpleaños de su Tío Carlos (Sí, mi tío Carlos, cumplía años dos días después de ella) —Su sonrisa se desvanecio de poco, suspirando y termino con un —¡Lo extraño mucho!
Mi padre es una persona que se conmueve muy fácil, no le gusta ver a su hermana triste. Sé que su corazón se hizo chiquito, cuando se levantó de su silla para abrazarla. Fue una escena tierna y muy amorosa, sentí como unas lágrimas se formaban en mis ojos, para terminar desbordándose de ellos.
Extrañaba y anhelaba momentos así.
A punto de salir de la habitación para dicho paseo, estuve viendo por unos minutos el collar —¿En verdad quieres que te use? —Le preguntaba como si fuera a obtener una respuesta. Me daba un poco de miedo tenerlo en mis manos, aún así, lo puse adornando mi cuello.
Se veía bonito puesto.
Ya que todos estábamos en la camioneta de mi papá, emprendimos este viaje. Ojalá esté paseo, sea agradable para recordar.
Podía ver qué todos ahí dentro, estaban disfrutando del viaje, conversando y riendo juntos. Mi tía le indicaba que caminos tomar.
Por mi parte, solo ocupaba algo de música en mis oídos para que el camino fuera más ameno. Observaba atenta por cada milla que pasábamos. Estábamos llegando a un punto dónde ya todo era árboles gigantes y la zona urbanizada se quedaba atrás. El aire poco a poco se iba poniendo más frío, así que subí la ventana.
El olor a naturaleza, es mi debilidad.
Luego de unos instantes, mi tía le ordenó a papá ir por un camino que parecía conectar pueblos pequeños o algo parecido. Tengo que decir que la zona donde vive mi tía era mi favorita, por la plantas mixtas con diferentes fragancias en su jardin, con ese olor a aire limpio, entrando por mis fosas nasales, llenando mis pulmones de vida, ahora, probablemente este lugar se ganó mi corazon.
Las flores de incontables formas y colores, naciendo del suelo. El color verde del pasto, se expande hacia esas montañas enormes.
Mis ojos deben brillar más que el sol en este momento. Incluso, el aire tiene mejor aroma.
El lugar donde llegamos es tan preciosamente perfecto.
Mi tía comentó que la cabaña a dónde nos llevó, era de mi tío Carlos. Su padre, que vivo siempre en el campo, se la heredo, siendo de la familia por generaciones.
*—Después de que el murió, solo en este día tan especial vengo a visitar y a pedir porque su alma esté en un lugar mejor*. —Dijo con un nudo en la garganta. —Estoy feliz que esta vez, ustedes estarán conmigo.
*—Este lugar es extremadamente hermoso, podría vivir aquí lo que me resta de vida.* —Todos en ese lugar podían ver qué yo estaba muy feliz. —¿Por qué de niños nunca nos trajeron aqui? —Pregunte molesta. Ella simplemente sonrió y me dijo que ahora podía disfrutarlo más.
Todos habían ido dentro de la cabaña, menos yo. La oportunidad de ver el sol poniéndose, tras esas montañas, era unica.
Mi celular se estaba llenando de fotos, no solo se podía quedar este lugar en mis recuerdos, así que estaba plasmando cada rincón en la galería de mi celular. Puedo decir que soy fan de tomar fotos de todo lo que veo.
Luego de un rato, Mateo salió, sentándose en una vieja amaca blanca, se mecia con los pies de atrás hacia adelante, me invitaba a sentarme a su lado, yo solo negué con la cabeza; mientras que él admiraba el cielo azul, yo estaba sacando una foto de una mariposa posada en una flor, parecía que se había colocado ahí, para mí.
Luego, puse mi mirada de nuevo en Mateo, le estaba sonriendo al celular como todo un enamorado, así que me acerque para molestarlo.
*—¿Qué haces, hermanito? *—Pregunte sin tener éxito. —¿Me estás ignorando? —Hice puchero y aún así fracasé.
*—No*. —Fue lo único que contestó pero pude escuchar algo más —Te escribo al rato, que mi hermana me está molestando. —Puedo jurar que de sus labios no salió ninguna palabra pero yo pude escucharlo.
—¿Qué dijiste? —Pregunte molesta y con la mirada fija hacia sus ojos de pestañas achinadas.
*—Pero si yo no dije nada.* —Solo se rió algo confundido, extendio sus brazos hacia el cielo seguido de un suspiro profundo. —¿No quieres algo de beber? Puedo preparate un café, yo traje galletas de la casa de tía —Me miraba esperando ansioso que dijera que sí y, como negarme?
—El mío preparalo sin mucha azúcar y mucha leche.—Comenté, y en un segundo corrio para adentrarse a la cabaña.
Pasados unos 15 minutos, quise ir al baño, igual, aprovecharía en buscar a Mateo.
Iba a entrar a la cabaña para preguntar a mi tía dónde quedaba el baño. Por querer entrar rápido, tope con mi hermano, tirando las tazas llenas de cafe, derramando todo en ese bonito piso de madera.
Un trozo grande de porcelana, no sé cómo, pero se incrustó en la pantorrilla de Mateo, comenzó a sangrar de manera abundante.
Mi madre corrió hacia él y le decía cosas como "cálmate" "respira hondo" "no te asustes" sin embargo, ella era la que estaba alterada.
Mi papá ordenando que todos subieramos al auto, mi tía le quitó las llaves sin dejarlo hablar. Decidió que ella iba a manejar, ya que mi padre estaba temblando al ver a mi mamá enloqueciendo. No queríamos otro accidente.
Como se darán cuenta, mi mamá es toda una dramática cuando se trata de Mateo. Y yo, acabo de arruinar este paseo en familia. El día especial de mi tía. Me siento fatal.
En el camino, mi hermano se desmayo, quizá del dolor o estaba perdiendo mucha sangre, supongo que ambas, no tengo idea pero mi mamá me miraba como si realmente me odiaria, de repente escuché un "¿Por qué siempre arruinas todo, Samantha?". Mi mamá ni siquiera mencionó alguna palabra. Aún así, estoy segura que era su voz, justo como paso con mi hermano momentos atrás. Seguido de eso, escuché a mi tía decir "Seguro Samy está muy asustada"
¿Me estoy volviendo loca?
—Tía... —No pude decir más, ya que me interrumpió.
—¿Me leíste la mente? Apenas te iba a hablar ¿Estás bien, Samy? —Pregunto mi tía mientras miraba por el retrovisor.
—Sí, solo estoy preocupada por mi hermano.
Claro que no estoy bien, si estoy escuchando que hablan cuando en realidad no lo hacen "¿Por qué solo en mi cabeza puedo escucharlos?"
Me sentía angustiada.
De nuevo, la voz de mi madre apareció "¿Por qué todo nos pasa por tu culpa? ¿Por qué no te paso a ti?" No entiendo que es esto y un accidente no puede ser mi culpa.
Lo menos que quisiera en este mundo es que Mateo este herido.
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