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Linne

I

Hoy me asalta la duda de nuestro destino, de este ir y venir sin raíces ni hogar. Mis padres cambian de proyecto y de lugar como quien cambia de ropa, y nosotros los seguimos sin chistar.

Me gusta mirar el paisaje por la ventana del auto, mientras nos acercamos a nuestra nueva casa. Es lo único que me relaja en estos viajes. Mi sitio es el asiento del medio, entre mis hermanos menores, Logan y Loan. Son gemelos y tienen trece años. Siempre se están peleando por cualquier cosa, y yo tengo que hacer de mediadora para que el viaje sea más llevadero.

Hoy se han quedado dormidos, apoyando sus cabezas en mis hombros. No me molesta el contacto humano de vez en cuando, pero solo se lo permito a ellos. A los demás los prefiero lejos de mí. No me gusta que la gente se me acerque demasiado. Ellos son los únicos que hacen mi vida más interesante.

En esta familia yo soy la única normal, si es que se puede llamar así. No tengo nada extraordinario, como ellos. Estos chicos a los cinco años provocaron un apagón nacional con sus experimentos.

Es lo que tiene ser hijos de científicos. Yo no lo soy, y ellos no saben que yo lo sé.

—Cuando lleguemos, te tienes que teñir el pelo —me dice mi mamá.

—Ya lo sé, mamá —le contesté.

—Es lo primero que tienes que hacer —me recuerda mi papá, mirándome por el retrovisor.

—No entiendo por qué las tintas duran tan poco —se queja mi mamá.

—Debemos hacer una nosotros mismos, sabes que podemos. Además, así comprobamos la calidad —propone mi papá.

Dicen que soy albina, y que tengo que teñirme el pelo para no llamar la atención, porque los albinos sufren mucho por las burlas. Por eso no quieren que nadie me vea así. Mi pelo es blanco como la nieve, igual que mis cejas y mis pestañas. Pero mi piel no es tan pálida, sino más bien dorada. Y mis ojos son de un color gris plata por eso uso lentes de contacto oscuros y tiño mi pelo de un color oscuro. La verdad es que me gusta cómo soy sin tener que cambiar nada, pero estoy de acuerdo con mis padres en algo: no quiero llamar la atención. Estoy bien siendo una más, así mantengo a la gente alejada de mí.

El tiempo pasa y llegamos al lugar. Es un pueblo rodeado de árboles. Incluso la casa donde vamos a vivir tiene un bosque en el patio trasero.

Cuando bajo del auto, miro directamente hacia el bosque. Me atrae, me encanta la naturaleza.

Mi mamá parece leerme la mente y me dice, tocando mi hombro: —Recuerda que lo primero es lo primero. Entra a ver la casa, tu cuarto está en el segundo piso —Señala una hermosa ventana que da al bosque, al lado de la casa—. Esa de ahí, pensé que te gustaría la vista.

—Gracias —le sonrío suavemente, tomo mi mochila y mis cosas y entro a la casa.

Por detrás oigo cómo mi mamá despierta a los niños: —Despierten ya, saben lo que tienen que hacer: ayuden a desempacar y a ordenar las cosas.

—¿Qué pasa con Linny? —pregunta Logan.

—Sí, ¿por qué ella siempre se libra? —se queja Loan.

—Ustedes son los hombres de la casa, sin reproches. _Además ella tiene cosas que hacer.

La habitación es bastante amplia, tiene muchos estantes para poner libros.

Al mirar por la ventana hacia el bosque, siento algo extraño, como si ya hubiera estado aquí antes. Pero sé que nunca he estado.

Al rato oigo que alguien golpea la puerta.

—Linny —es la voz de Logan.

—Pasa…

Él entra a la habitación y se queda callado un momento. Luego dice: —Veo que aún no te has teñido…

—Ya lo haré pronto. ¿Qué quieres?

—Si no fuera porque te conozco, con ese paisaje de fondo donde cae el sol detrás de ese bosque, la combinación perfecta para creer que eres como un hada atrapada.

Ignoro por completo lo que dice y le respondo: —¿A qué viniste?

—Bueno, me preguntaba si podías ir con nosotros a echar un vistazo alrededor.

—No puedo, aún no hice nada con esto —Me levanté un buen mechón de cabello para mostrarle.

—Mamá y papá están peleando, y es una discusión muy fuerte. No queremos estar aquí. ¿Puedes cubrirte el cabello y los ojos? —Me preguntó Logan.

—Bien —Acepté.

Busqué entre las cajas un gorro y unas gafas de sol. Me los puse bien y dije: —Ya…

Ni siquiera terminé de hablar y Logan me tomó del brazo acelerando el paso. Él estaba muy apurado.

Mientras bajábamos las escaleras, desaceleró el paso para escuchar un poco de lo que mis padres discutían.

—¿Qué haremos ahora? —Dijo mamá exclamando con un tono desesperado en su voz.

—Lo siento, en serio… No sabía que terminaríamos metidos en el ojo del huracán —Se disculpó papá.

—¿No hay una forma de cancelar el contrato? —Preguntó mamá.

—Ya es tarde, querida... Ya sabes cómo es la parte legal —Explicó papá.

—Es muy peligroso para todos nosotros… me dijiste que este seria un buen lugar para quedarnos ¿como dejaste pasar algo así? —Se lamentó mamá.

—Lo podemos controlar… Lo hemos mantenido bajo control con un bajo perfil. ¿Qué cambiará ahora? Somos buenos en lo que hacemos —Intentó tranquilizarla.

—No podemos seguir así. Estamos poniendo en riesgo nuestra vida y la de nuestros hijos —Dijo mamá con angustia.

—Lo sé, lo sé. Pero no tenemos otra opción. Firmamos un contrato con la empresa y tenemos que cumplirlo. Si no, nos demandarán y perderemos todo lo que hemos trabajado —Dijo papá con resignación.

—¿Y qué hay de la seguridad? ¿Qué pasa si nos descubren? ¿Qué pasa si algo sale mal? ¿Qué pasa si…? —Mamá se interrumpió al sentir un nudo en la garganta.

—No va a pasar nada, cariño. Confía en mí. Hemos sido muy cuidadosos — La consoló

—¿Qué hacen, chicos? —Dijo mamá al notar nuestra presencia.

—Solo íbamos a dar un paseo —Respondió Logan.

—Bueno, pueden ir —Nos dio permiso mamá.

Mamá parecía otra. Ella no le ha importado que todavía no me tiñera. Nunca me hubiera dejado salir así. Me pregunto qué será lo que los tiene tan sacados de sus órbitas.

—Vamos —Logan tironeó mi brazo.

II

Tan pronto salimos, ellos continuaron su conversación.

Salimos a la calle y nos encontramos con Loan, que nos estaba esperando en la esquina. Él también llevaba un gorro y unas gafas de sol, como yo. Era su forma de solidarizarse conmigo, aunque él no tuviera que teñirse el pelo ni usar lentes de contacto. Él tenía el pelo castaño y los ojos marrones, como nuestros padres.

Nos pusimos en marcha. Decidimos ir al bosque que rodeaba la casa donde vivíamos. Era un bosque frondoso y verde, lleno de árboles altos y antiguos. Mientras más nos entrabamos,, más fascinante nos parecía.

—Apúrate Linny o te dejaremos atrás —dijo Loan.

Ellos empezaron a correr directo al bosque, riendo y gritando.

—Una carrera hasta el lago —dijo Logan, desafiando a su hermano.

—Esperen chicos… —se quejó Linny, pero ellos se movían tan rápido que cada vez se veían más pequeños a medida que se alejaban—. ¿Qué lago? No, esperen.

Por estos motivos no me gusta tener que cuidar de ellos, nunca me hacen caso. Mis habilidades atléticas no son muy buenas, aún así empecé a correr muy torpemente hasta llegar al lugar, extremadamente agotada y sin aliento. Cuando pude levantar la vista, vi a los niños salpicando el agua entre ellos. El lago era grande y cristalino, rodeado de árboles verdes y flores silvestres. Poco más lejos vi a un par de personas acercarse, venían de una casa enorme que se encontraba muy cerca. Parecía una mansión de lujo, con un jardín bien cuidado. Decidí acercarme más a mis hermanos para decirles que debíamos volver.

—Logan, Loan, ya debemos irnos —les dije en voz baja.

—Deberías relajarte un poco —me contestó Logan, mojándome con una mano.

—Hay un par de personas que vienen hacia nosotros, creo que no podemos estar aquí —les advertí, señalando con la cabeza.

Cuando terminé de decir estas palabras, escuché la voz de un chico que dijo: —Lo supones bien.

La chica que estaba con él se paró justo frente a mí y me observó de pies a cabeza.

La chica Era muy bonita; colorada, alta y delgada, con ropas blancas y unos zapatos negros. Tenía una expresión de superioridad en su rostro. —Parece como si tuvieras miedo al sol —dijo burlonamente, mirando mi ropa oscura y mi gorro que cubría mi cabello.

—Pues sí, ¿qué más esperas? El sol causa cáncer —le dije muy seria y confiada, inventando una excusa.

Ella se echó a reír y luego dijo: —Eso es demasiado tonto.

—¿Y cuál sería el problema? No creo que sea de tu importancia —le respondí con firmeza, sintiendo su mirada hostil.

—Tienes razón, no lo es. Lo que sí me importa es por qué invaden una propiedad privada —dijo con arrogancia, cruzando los brazos.

—Perdón, no vimos ninguna limitación antes. Supuse que el lugar en sí no tenía un dueño fijo, nuestra casa está al otro lado —dije rápidamente, tratando de apaciguar la situación.

Eché un vistazo detrás de la chica. Estaban dos chicos muy guapos pero con una mirada muy seria. Uno de ellos tenía el cabello oscuro y ojos azules, ese chico parecía estar queriendo leer mi alma, sus ojos eran muy profundos y estaban fijos en mí.

“¿Qué personas más idiotas? ¿Tanto problema por una tontería? Y a la ricitos de zanahoria, ¿qué tanto le molesta lo que use o no? Parece una reina, con sus dos secuaces que le cuidan la espalda. ¿Se cree intocable o qué?” pensé con irritación. Sin demora escuché provenir una fuerte carcajada por parte de este sujeto. La chica giró bruscamente a mirar hacia él para ver qué le causaba tanta gracia. “¿Y a este qué le pasa? ¿Ya se volvió loco? Deberíamos irnos ya” pensé con nerviosismo.

—¡Oye! —gritó el chico, llamando mi atención. Lo miré extrañada, él parecía haberse enojado sin razón.

El otro le dijo: —¡¿Joey qué te pasa?! —con un tono de reproche.

—Lo siento, solo es que me acordé de algo —dijo Joey con una sonrisa traviesa.

—Bien, veo que ustedes estaban ocupados en lo suyo, así que nosotros iremos a ocuparnos en lo nuestro —dije con sarcasmo, aprovechando la distracción. Levanté a mis hermanos del suelo y les dije: —¡Vamos ahora!

La chica me detuvo sosteniendo de mi ropa, quiso quitarme el gorro, pero mis hermanos saltaron sobre ella y le dijeron: —No toques a nuestra hermana. Solo nosotros podemos molestarla. Aunque parezca muy rara, este es el beneficio que tenemos. Consigue a tu propia hermana —dijeron al unísono, defendiéndome.

—Corre Linny —me animaron.

Les hice caso y me fui primero, los chicos me siguieron, dejando atrás a esas personas. Miré hacia atrás y vi que Joey me seguía con la mirada, con una expresión de curiosidad y diversión. ¿Qué le habrá causado tanta gracia?” me pregunté, sintiendo un cosquilleo en el estómago. Seguí corriendo hasta llegar a casa, sin saber que ese encuentro cambiaría mi vida para siempre.

Después de que Linny y sus hermanos escaparon, los tres chicos se quedaron mirando cómo se alejaban. Aris estaba furiosa por el atrevimiento de los intrusos. Davian solo pensaba que la actitud de Aris fue un poco exagerada. A Joey le pareció divertido por la ocurrencia de los niños, y por la reacción de Aris.

—¿Deberíamos seguirlos? —preguntó Davian.

—¿Qué sentido tiene eso, Davian? —respondió Aris, con desdén—. Ya la veremos en la escuela. Es un pueblo pequeño.

—Solo pensé que eso era lo que querías —dijo Davian, en un tono burlesco. A él le daba pereza hacerlo.

—Igualmente ¿Por qué tanto empeño ricitos de zanahoria? —preguntó Joey, soltando una carcajada.

—¿Eso fue lo que ella pensó? —preguntó Aris—. Esa niña me molesta y apenas la conozco —admitió Aris, frunciendo el ceño.

—Aris, no te preocupes. Aún seguirás siendo nuestra reina… —dijo Joey, bromeando con ella.

—Joey, deja de bromear conmigo —le pidió Aris, sin gracia—. Yo me encargaré de investigar sobre ella. No se metan en esto. Igual no ha de tener nada especial. ¿Han visto lo mal que corre? Tiene cero habilidades físicas —dijo Aris, con desprecio.

—Bueno, es un área menos dónde buscar —comentó Joey, con ironía.

Aris tomó una hoja que vio en el suelo y la contempló de un lado al otro.

—¿Con qué ricitos de zanahoria? Será que esa chica es a prueba de fuego —dijo Aris, con malicia.

La hoja que tenía en su mano se empezó a quemar hasta desaparecer espontáneamente. Aris tenía el poder de controlar el fuego con su mente.

—No puedes pasarte. Sería un error enorme si solo es una humana normal —dijo Davian, advirtiéndole.

Davian tenía el poder de controlar el agua con su mente, y lo usaba para proteger a su familia (Joey y Aris) o para apagar los incendios que causaba Aris.

—Lo tendré en mente… —dijo Aris, sin hacerle caso.

—Debemos volver —dijo Joey, cambiando de tema—. Mi papá pronto volverá a casa y quiere hablar con ustedes.

Joey tenía el poder de leer la mente de las personas, es como el lider del grupo, todo lo que haga el grupo estara bajo su responsabilidad.

III

—Mamá, ya volvimos —dijo Logan con entusiasmo.

Loan me empezó a empujar desde la espalda y dijo en tono de broma: —Ve a tu cuarto y termina lo que debes hacer o nos ayudarás a desempacar todo.

—Sí, sí, ya voy papá —le respondí con sarcasmo.

—No te hagas la graciosa, eso estuvo muy cerca —me advirtió con una mirada seria.

—¿Qué estuvo cerca? —dijo mi mamá que apareció de repente con una bandeja de galletas.

—Nada —dijimos todos juntos, tratando de disimular.

—Bueno, no importa. Deben estar cansados después del viaje. ¿Por qué no se van a descansar un rato? —nos sugirió mi mamá con una sonrisa.

—Yo debo ir, los veo luego —dije yo, aprovechando la oportunidad para escapar.

Empecé a subir las escaleras hasta que mamá gritó: —¡Alto ahí!

Me asusté y le respondí dudando si me iba a regañar ahora por lo del cabello: —¿Sí?

—Piensa rápido —Desde donde ella estaba me lanzó un frasco negro con unos bordes dorados, lo atrapé por instinto. —Es tu calmante para la ansiedad, tiene un sensor, se abre en la hora que debes tomarlo y solo te permite sacar uno. Si sacas más sonará una alarma, se cierra cuando esté hecho. Si no lo tomas a tiempo sonará otra alarma. Es decir, tu padre y yo sabremos si lo tomas o no a tiempo.

—¿Era necesario esto? —pregunté con fastidio.

—Si no queremos ver otro ataque como el que tuviste en la anterior casa, hasta te desmayaste. Lo tomarás hasta que sepas manejar tu ansiedad. —me dijo con firmeza.

—Sí, sí jefa. ¿Ya? ¿Eso era todo?

—Sí, ya vete. —me dijo con un gesto de cariño.

Subí las escaleras mientras veía el frasco y pensaba: «Espero que no haga ruidos muy fuertes, sería un desastre si sonara dentro de la clase».

Llegué a mi habitación y cerré la puerta. Me tiré en la cama y miré el techo. No tenía ganas de hacer nada. Solo quería dormir y olvidarme de todo.

Pero sabía que eso no era posible. Al día siguiente empezaba el nuevo colegio. Y eso significaba enfrentarme a un montón de desconocidos otra vez, siempre es difícil.

Odiaba cambiar de colegio cada pocos meses. Odiaba tener que adaptarme a una nueva ciudad, una nueva casa, una nueva vida.

Mis hermanos eran diferentes de mí, traviesos y divertidos que se adaptaban fácilmente a cualquier lugar.

Estaba agotada de todo esto. No tendría que estar tan medicada si no fuera por toda la ansiedad que me causaba el conocer personas nuevas todo el tiempo. No podía solo alejarme si estaba obligada a ir al colegio, por suerte este era mi último año.

Cuando mis pensamientos cesaron caí en un sueño profundo hasta el otro día.

Un rayo de luz entró por la ventana, me desperezó para luego cubrirme el rostro con mi antebrazo.

No deseaba ni tenía fuerzas para levantarme… pensé con resignación.

Sabía que un día difícil me esperaba.

Sentí cómo golpearon suavemente la puerta de mi habitación, para después abrirla. Mis hermanos entraron en puntitas sin hacer mucho ruido y saltaron sobre mí tan pronto llegaron a la cama. Se colocaron uno de cada lado para abrazarme.

Querían sorprenderme, pero yo los oí llegar, no esperaban que estuviera despierta.

Esto se había vuelto como un ritual cada vez que empezábamos un nuevo colegio, ellos venían a mi cama y se quedaban un rato acostados conmigo, era para darnos fuerzas. Empezar desde cero no era nada fácil, no importaba qué tan extrovertido fueras.

_Todo estará bien —suspiré.

_Estaremos bien —afirmó Logan.

_¡Sí! —dijo Loan.

_¿Puedo dormir media hora más? —pregunté somnolienta.

_No. Mamá ya hizo el desayuno. —dijo Loan.

Suspiré llevando mis ojos hacia atrás.

_Ahhh y encontré tus lentes de contacto, los puse en la repisa del baño. —me informó.

_Gracias. ¿Qué haría sin ustedes? —les agradecí.

Me levanté de la cama y me dirigí al baño.

Me levanté de la cama y me dirigí al baño. Me puse los lentes de contacto que cambiaban el color de mis ojos grises a azules. Era una forma de disimular mi condición genética, solo hay unas pocas personas en el mundo que tienen el pelo y los ojos blancos, esto me hace diferente. Prácticamente una maldición. No quiero destacar sobre los demás, eso hace que más personas se acerquen, por eso me encargo de cubrirlo todo.

Me miré al espejo y me peiné el cabello. Era largo y lacio, de color negro.

Salí del baño. Me vestí con unos jeans, una camiseta y una chaqueta. Cogí mi mochila y bajé las escaleras.

Mis padres y hermanos ya estaban en la cocina, desayunando. Mi padre veía su teléfono, mi madre revisaba su laptop, Logan comía unas tostadas y Loan bebía un jugo.

—Buenos días —dije yo, sentándome en la mesa.

—Buenos días, hija —dijo mi padre, mirándome sin despegar su vista del celular.

—Buenos días, cariño —dijo mi madre, cerrando su laptop.

—Buenos días, hermana —dijeron mis hermanos al unísono.

Me serví un bol de cereales y leche y empecé a comer. El ambiente era tranquilo, todo iba bien. Tan pronto terminamos de comer nos levantamos y nos fuimos juntos al colegio.

Mamá se ofreció a llevarnos y aceptamos.

Para ser un pueblo tiene lugares hermosos y mundialmente conocidos como la biblioteca Fénix. Es una gran empresa editorial, y esta a su vez se encarga de guardar y preservar todos los libros habidos y por haber, dicen que los Fénix son una familia muy antigua que aún conservan viejas costumbres. Tales como elegir a un sucesor que se haga cargo de todas las finanzas y de la extensa familia.

Y luego está nuestro colegio, un colegio privado, muy grande. Hasta cuenta con asistencia terapéutica como un psicólogo. Permiten que sus alumnos elijan un taller, hay muchas áreas; artísticas, musicales, teatro, científica, ambientales, fotografía, etc… todo lo que puedas imaginar. Esto se debe a que es para el desarrollo pleno de cada estudiante, para que cada uno pueda desarrollar sus habilidades innatas. Yo no tengo ninguna, pero mis hermanos son de otro mundo. Esta escuela es la mejor para ellos.

Llegamos al colegio y nos bajamos del auto.

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