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LA HEREDERA DE LA MAFIA

PRÓLOGO

Había sido una noche bastante difícil, pues hacerme cargo de los negocios familiares no es nada fácil, y mucho más al estar rodeada de hombres que se rehúsan a ser liderados por una mujer joven como yo. Sé que la mayoría de ellos esperan que mi padre tome las riendas de la organización Liu de nuevo y recupere el poder que nos fue arrebatado, pero lamentablemente eso no va a pasar. Ahora la que está a cargo soy yo y voy a recuperar lo que por derecho me pertenece. Aunque me cueste la vida, juro que lo haré.

................................

Ya era casi la medianoche cuando llegué a la mansión. A esa hora, todos los empleados ya estaban durmiendo y solo quedaban los guardias de la entrada.

Pasé directamente a mí cuarto en donde me quité la ropa que estaba salpicada de sangre y sin perder tiempo, me dirigí al baño en donde me metí a la tina para limpiar mí cuerpo.

Pasé varios minutos dentro del agua, tratando de despejar la mente de tantos pensamientos que me estaban agobiando. Una vez que estuve más calmada, me envolví en una bata y por último me dispuse a ir a la cama ya que necesitaba con urgencia una larga noche de reconfortante sueño. Sin embargo, cuando estaba a punto de acostarme, mí teléfono comenzó a sonar insistentemente.

Al tomarlo, noté que se trataba de un número desconocido, por lo cual dudé en contestar, pero debido a que seguían insistiendo, decidí tomar la llamada.

—¿Quién habla? —pregunté de inmediato.

Durante unos segundos esa persona no emitió palabra alguna, incluso estaba a punto de colgarle, y entonces, un largo suspiro se oyó desde el otro lado de la línea.

—Mei… —esa voz y ese acento eran inconfundibles.

—¡Tú! ¿Qué quieres? ¿Para qué me estás llamando?

Otra vez un largo silencio y después otro pesado suspiro.

—Te extraño, mí hermosa flor de cerezo.

Al oír esa frase no pude evitar reírme. Para ser sincera, era una ironía escuchar algo así viniendo del hombre que tanto mal me causó a mí y a mí familia.

—¿Acaso estás ebrio o solo eres un maldito desquiciado? Ya te he dicho que no me llames. Yo no quiero saber nada de ti.

—Solo déjame verte. Necesito tocarte y oler tu exquisito aroma una vez más.

—¡Eres un maldito imbécil! Tu sabes que entre nosotros no hay ni habrá nada, y mucho menos, después de lo que hiciste. Tu y yo somos enemigos y eso no va a cambiar. Además, tienes a miles de mujeres a tus pies, ve a buscar alguna de ellas y déjame en paz.

—Sabes bien que para mí eres la única.

—¡No me importa! ¡Ya no vuelvas a llamarme!

—Por favor, déjame verte. Tengo algo importante que decirte —parecía estar suplicándome, pero ni siquiera con eso iba a lograr conmoverme.

—No me interesa escuchar nada que venga de ti…

—Y si te dijera que se trata de ese idiota del que estás enamorada —al escuchar eso no pude evitar sentir curiosidad y un poco de inquietud al mismo tiempo.

—¿Ian? ¿Qué pasa con él?

—Si quieres saber, ven a verme. Te estaré esperando en el lugar donde comenzó todo.

Estaba claro que lo último que quería era encontrarme con él, pero no podía evitar sentir preocupación con respecto a lo que tenía para decirme sobre Ian. Entonces, en medio de la obscura noche me dirigí hacia el lugar donde me había citado.

Fui sin custodia porque sabía perfectamente que él no se atrevería a lastimarme. Después de todo, creo que muy en el fondo, le importo un poco.

Al llegar a la fábrica abandonada, dejé mi automóvil aparcado en la entrada y luego me dirigí hacia el interior sin saber lo que me esperaba.

Apenas crucé el gran portón de metal, lo busqué con la mirada por los alrededores hasta que inesperadamente fui sorprendida por sus brazos que me rodearon desde atrás.

—Mei… —murmuró con su voz grave sobre mí oído ocasionando que mí piel se erizara por completo.

Por un leve instante sentí como mi cuerpo se estremeció tan solo con su presencia, pero inmediatamente entré en razón y retomé mi postura fría e indiferente.

—Ya estoy aquí, ahora dime, ¿qué ocurre con Ian? —le pregunté quitando sus brazos de mi cuerpo.

Me giré de inmediato para quedar frente a él debido a que no confío en lo que pueda hacer. Sin embargo, solo recorrió mí cuerpo con su mirada lasciva mientras esbozaba una pequeña sonrisa de lado.

—Te ves hermosa.

—¡Déjate de estupideces y habla de una maldita vez! —le exigí.

—De acuerdo —acentuó su sonrisa como si se estuviera burlando de mí —. Me llegó el rumor de que hay alguien que quiere cobrar venganza contra sus padres, y al parecer el chico es su objetivo.

—¿Quién es esa persona?

—Eso no lo sé. Solo supe que está en peligro —me respondió observándome con sus profundos ojos oscuros.

—Tengo que hacer algo. No puedo dejar que lo lastimen —pronuncié en voz baja.

Inmediatamente intenté marcharme ya que sentía la obligación de hacer lo que estuviera a mí alcance para proteger a Ian, pero ni siquiera pude dar un paso hacia la salida debido a que él me detuvo sujetándome del brazo.

—En tu posición, no hay nada que puedas hacer. Ya no tienes el poder para brindarle protección —me susurró al oído mientras me acercaba a su cuerpo —. En cambio yo, puedo mantenerlo a salvo.

Lo miré a los ojos porque no podía creer que estuviera diciendo algo así. Lo último que hubiese esperado de su parte es que se ofreciera a proteger al hombre que he amado desde hace años.

—¿Por qué lo harías? A ti no te importa él.

—Por supuesto que no, pero si me importas tú. Además, no dije que lo haría gratis. Tendrás que darme algo a cambio de su protección.

Esboce una sonrisa irónica ya que era obvio que él no haría tal cosa sin obtener algo a cambio.

—¿Qué es lo quieres? Ya me lo arrebataste todo —contesté apretando los puños.

—Tu sabés que lo único que quiero es a ti. Haría cualquier cosa para que estés conmigo —me sujetó del mentón sin dejar de mirar mis labios —. Incluso si tengo que cuidar de ese imbécil.

Me sentía profundamente frustrada y decepcionada por no poder siquiera proteger a las personas que quiero, aunque también estaba enojada conmigo misma por tener que aceptar sus términos sin poder negarme a ello.

—Supongo que no tengo otra opción —respondí resignada —. Pero antes, quiero que te quede algo bien en claro —lo tomé del cuello de la camisa acercándolo a mí rostro —. Podrás obtener lo que quieras de mí a fuerza de tus sucios chantajes, pero jamás tendrás mí corazón.

Luego de decirle eso, estampé mis labios contra los suyos a medida que él rodeaba mi cintura con sus fuertes brazos…

CAPITULO 1

Me miré una vez más en el espejo para constatar que mí atuendo estuviese impecable como de costumbre y luego me dirigí hacia el comedor de la mansión en donde estaban mis padres.

Al llegar frente a ellos hice una pequeña reverencia para mostrar mis respetos, sin siquiera levantar la mirada del piso.

—Padre, madre. Buenos días.

—Cariño, ya te he dicho que no seas tan correcta con nosotros —me dijo mí madre.

—Es mi manera de mostrarles cuánto los respeto —respondí con humildad mientras ambos me sonreían.

—Siéntate a desayunar con nosotros —me pidió papá.

—Lo siento padre, pero hoy no podré acompañarlos. Tengo un examen muy importante y quiero llegar temprano a la universidad.

—Está bien mí amor, pero por favor, come algo en la cafetería. No es bueno para tu salud que estés tantas horas sin comer.

—Si, mamá. Lo haré —les di un beso en la mejilla a cada uno de manera amorosa y de inmediato me encaminé hacia la puerta del comedor —. Los veo más tarde.

—Que tengas un buen día, cariño —me deseó papá.

—Ustedes también —le respondí para después dirigirme  hacia la salida en donde me esperaba mí chófer.

«Gracias al cielo, la relación que tengo con mis padres es muy buena. Ellos constantemente me hacen saber cuánto me quieren y lo orgullosos que están de mí, aunque no es para menos, ya que tengo excelentes calificaciones; soy buena en las artes marciales, toco el piano y el violín, también sé hablar varios idiomas y además, poseo una conducta intachable. En pocas palabras, soy la hija que todo padre desearía tener, solo que hay un pequeño detalle, no soy tan perfecta como todos creen.»

Después de veinte minutos que dura el recorrido, el automóvil se detuvo en la entrada de la institución más prestigiosa de la ciudad, y a la cual acuden únicamente hijos de millonarios y algunos becados de la fundación Liu.

Antes de salir del automóvil, le agradecí amablemente al chófer por haberme traído y después me encaminé hacia el interior del edificio yendo directamente hacia el final del corredor dónde está la salida de emergencia que da al patio trasero de la institución, y en donde por cierto, ya me estaban esperando mis muchachos.

—¡Jefa! —pronunciaron al unísono haciendo una reverencia en cuanto me vieron.

—¡Ya les he dicho que no me llamen así, manga de idiotas! —los regañé a los cuatro —. Ahora díganme dónde está esa escoria.

—Lo tenemos dentro del depósito del conserje —me respondió Snake, a lo cual asentí.

Seguí a los muchachos hasta el final del patio en donde se encuentra aquel cobertizo en desuso, y una vez que crucé la puerta vi que adentro estaba el idiota que ha estado vendiendo pastillas en los alrededores de la universidad. Estaba de rodillas con sus manos atadas en la espalda, su rostro comenzaba a hincharse producto de los golpes que le habían dado y un delgado hilo de sangre caía desde su boca directamente hacia el piso.

—Así que tú eres el imbécil que está vendiendo drogas en mi territorio —le di una patadita en la pierna para que me mirase —. ¿Creíste que podías vender esa basura aquí y no habría consecuencias?

Él levantó la cabeza mirándome directamente a los ojos y se rió como si le estuviera haciendo una broma.

—¿De qué te ríes, idiota? ¿Acaso no sabes quién soy?

Al decirle eso, soltó una carcajada más fuerte que hizo enfurecer a Snake, quien inmediatamente le dio un puñetazo en el estómago para que dejara de reírse.

—¡Te enseñare a respetar a la señorita Liu, bastardo! —le gritó enfurecido.

Debido al golpe ese sujeto comenzó a toser y a escupir sangre, pero en cuanto se recuperó, volvió a mirarme de manera desafiante como si no me tuviera miedo.

—La familia Liu tiene los días contados —volvió a sonreír de manera burlesca —. La organización a la que pertenezco acabará con todos ustedes y tomará el control de esta ciudad.

—Y se puede saber, ¿cuál es esa organización de la que hablas? —pregunté de forma sarcástica haciendo comillas con mis dedos — Sabes cuántos idiotas como tú han dicho lo mismo y, sin embargo, mi familia sigue controlando todo Portland.

—Solo espera y verás. Ya no les queda mucho tiempo. La organización Liu, tiene los días contados.

Es cierto que muchos han dicho lo mismo, pero esta era la primera vez que alguien me lo decía tan seguro de sus palabras. Incluso me hizo pensar que podía haber algo de verdad tras sus dichos. Aunque si eso fuese cierto, ¿cuál es esa organización a la que se refiere y que es lo que ellos planean hacer?. De alguna manera tengo que averiguarlo para advertirle a mí padre.

Les pedí a los muchachos que lo siguieran interrogando por mí, ya que yo no podía quedarme porque faltaba poco para que comenzara la próxima clase. Después de todo, es mi deber mantener intacta la imagen de estudiante modelo frente los demás.

Ni bien entré al edificio, seguí por el corredor en dirección al salón en donde debía tomar la clase de economía, solo que antes de llegar (alguien que por cierto no quería ver), se interpuso en mi camino.

—¿Por qué no asististe a la clase de francés? —me preguntó sin levantar la mirada de su tonta planilla —. Es la segunda vez que te saltas esa clase en esta semana.

—No necesito tomar esa estúpida clase. Es una perdida de tiempo para mí. Además, ¿desde cuándo te importa lo que haga?

Él soltó un leve suspiro y luego me miró con sus hermosos ojos color miel. Esos ojos que logran despertar un profundo sentimiento de nostalgia y tristeza en mi interior.

—Soy el presidente del centro estudiantil y es mi responsabilidad monitorear que los estudiantes acudan a sus clases —me respondió —. Si sigues faltando a las clases de francés tendré que darte un apercibimiento.

—Y yo que pensé que te preocupabas por mí —esbocé una sonrisa irónica —. ¿Sabes qué? Tu ferais mieux de t'occuper de tes affaires et de me laisser tranquille *

En cuanto dije eso, Ian se puso completamente colorado, era obvio que no sabía lo que le había dicho y eso le molestaba en demasía.

—¿Qué fue... lo que me dijiste? —murmuró entre dientes mientras apretaba la planilla con sus manos.

Lo miré con arrogancia y luego solté un largo suspiro. Lo cierto es que, es un poco divertido ver cómo se frustra cuando hay algo que no puede controlar.

—Creo que las clases de francés te hacen más falta a ti que a mí. Porque mejor no te pones un apercibimiento a ti mismo —le respondí, dejándolo sin saber que responder.

Cómo ya no había más que discutir, seguí mi camino sin voltear a verlo.

«Puede que disfrute provocar a Ian hasta sacarlo de sus casillas, pero debo admitir que en el fondo, me entristece ver cómo nuestra relación terminó de esta manera... Antes éramos muy unidos y nos queríamos mucho, pero él de un día para el otro se distanció de mí sin darme una explicación. Quizás dejó de quererme o se enamoró de alguien más, la verdad no lo sé. Lo único que sé es que cada vez que lo tengo enfrente, mi corazón se exprime dentro de mi pecho sin que lo pueda evitar.»

Traducción:

* Mejor ocúpate de tus propios asuntos y déjame en paz.

...************...

CAPITULO 2

Desafortunadamente, mis muchachos no pudieron obtener información de aquel sujeto. Lo que más me sorprendió es que ni siquiera dijo una sola palabra mientras ellos lo torturaban. Al parecer era muy leal a su organización o había hecho un pacto de silencio; cuál fuere la razón, sabía que no obtendría nada de él, y por eso les pedí a los chicos que lo dejaran ir.

Los días que siguieron comencé a notar una atmósfera rara, tanto en casa como en la compañía. Era como si todos supieran que algo estaba a punto de ocurrir, incluso mis padres se notaban preocupados; y aunque trataban de ocultarlo frente a mí, yo me daba cuenta de que algo andaba mal.

Por suerte, hoy tuve pocas clases y regresé más temprano a casa para pasar tiempo con mis padres, pero cuando llegué a la villa vi que papá se estaba alistando para salir mientras mamá lo ayudaba.

—Papá, ¿vas a algún lado? —le pregunté dando un golpecito en la puerta de su habitación consiguiendo que ambos se giraran hacia mí —. Creí que hoy íbamos cenar los tres juntos.

—Cariño, lo lamento, pero hoy tengo un compromiso al que no puedo faltar —me respondió mientras se colocaba el saco.

—¿Y se puede saber a dónde vas? —seguí indagando sin dejar de mirar a mi madre, la cual estaba demasiado callada.

Después de oír mi pregunta ambos se miraron entre sí e inmediatamente mamá se dirigió a la mesa de noche de dónde tomó su teléfono celular.

—Iré afuera a hacer una llamada —dijo ella antes de salir por la puerta del balcón que hay en la habitación.

Era muy extraño verla comportarse así, cuando siempre está de buen humor. Definitivamente, ellos me estaban ocultando algo.

—¿Y bien? ¿Me vas a decir a dónde vas tan elegante o es un secreto de estado que no puedo saber? —le pregunté con una sonrisa en mi rostro para ablandarlo un poco.

—Hoy es el aniversario número 20 de la fundación Luz, y como su principal benefactor, debo asistir al cóctel de celebración.

Debo admitir que su respuesta me sorprendió porque no esperaba que él vaya a ese tipo de eventos y mucho menos sin la compañía de mi madre.

—Pero, ¿por qué vas tú solo? Mamá siempre va contigo a todos los eventos importantes. ¿Acaso pasó algo?

—No, por supuesto que no. Es solo que, hoy tu mamá no se siente bien y se va a quedar a descansar.

—Entonces, si ella no va, ¿yo puedo acompañarte? —al parecer mi padre no esperaba que le pidiera tal cosa y por eso dudó unos segundos en contestarme.

—No lo sé, esas reuniones suelen ser aburridas para los jóvenes —respondió tallando su frente.

Era obvio que no quería que yo fuera al cóctel y estaba buscando una excusa para no llevarme, pero como heredé la astucia de mi madre, sabía perfectamente como persuadirlo.

—Estaré bien, papá, no te preocupes. Para mí lo más importante, es pasar algo de tiempo contigo y poder compartir los mismos intereses — rodeé su brazo con mis manos haciendo un pequeño mohín con mis labios.

Si hay algo que jamás falla con mi padre, es la técnica de manipulación psicológica.

—De acuerdo, cariño. Si tú quieres, puedes acompañarme. De todos modos no estaremos mucho tiempo o sino tú mamá se va a enfadar por haberte llevado conmigo—eso último lo dijo en voz baja haciéndome sonreír.

—Entonces, no perdamos el tiempo y vámonos antes de que regrese —le susurré.

Cómo salimos apresurados de casa, no tuve mucho tiempo para poder arreglarme, pero afortunadamente, hoy tenía puesto un delicado y elegante vestido de color rosa que iba perfectamente con la ocasión.

Al llegar a la mansión dónde funciona desde hace 20 años la fundación Luz, no pude evitar sentirme nerviosa, ya que posiblemente, Ian este presente y no sé cómo va a reaccionar cuando me vea aquí.

Lo que aún no entiendo y no deja de sorprenderme, es por qué su familia teniendo una mansión tan grande, eligió seguir viviendo en su modesta casa y a esta, convertirla en una fundación que asiste a personas con problemas de visión.

La verdad es que, ellos son personas admirables.

Ni bien pusimos un pie dentro de la mansión, todos los presentes se acercaron a mi padre como moscas a la miel; cosa que me hizo enfadar porque es bien sabido que toda esta gente solo se acerca a él debido a su poder e influencia.

Cómo no estaba interesada en presenciar esa demostración de falsedad, decidí recorrer el salón principal mientras observaba las diferentes fotografías que hay dispuestas sobre las paredes. Estaba concentrada admirando las imágenes cuando de pronto, me pareció escuchar la voz de Ian entre el murmullo de las personas, por lo que inconscientemente dirigí la mirada en dirección hacia donde se encontraba. Entonces, vi que estaba saludando a un grupo de doctores.

Él sonreía ampliamente mientras estrechaba la mano de esos señores como si no se sintiera incómodo en absoluto. Es más, parecía que estaba disfrutando de la conversación; aunque no es para menos, ya que ha querido ser médico cirujano desde que era un niño.

No me había dado cuenta de que lo estaba mirando fijo sino hasta que él se percató de mi presencia, y entonces, se quedó mirándome sorprendido. Incluso hizo un movimiento involuntario como si quisiera venir hacia mí y por eso, salí rápidamente del salón tratando de escapar de esa vergonzosa situación.

Seguí por un corredor sin saber a dónde iba, hasta que noté que al final de este, había una puerta entreabierta de lo que parecía ser un despacho.

Estaba a punto de regresar cuando de pronto, escuché la voz de mí padre provenir desde el interior de esa habitación.

Juro que no quería espiar, pero la curiosidad fue más fuerte y al final terminé acercándome a la puerta. Entonces, vi que la persona que estaba con mi padre, era la madre de Ian. Ella es una mujer muy reservada a la que he visto pocas veces, y con la cuál, ni siquiera he tenido el gusto de hablar. También es muy hermosa; de una belleza simple y delicada, muy diferente a mi madre que tiene una belleza más deslumbrante.

Desde donde estaba, pude notar que mi padre la tenía tomada de las manos mientras ella le decía algo que yo no podía escuchar debido al ruido que provenía del salón principal, luego ambos sonrieron y se dieron un cálido abrazo que duró unos cuantos segundos.

Debo admitir que presenciar esa escena me dejó un poco confundida, porque jamás había visto a mi padre mirar así a una mujer. Era como si se conocieran de toda la vida y hubiese un cariño especial entre ellos.

Regresé sobre mis pasos antes de que alguien me viera husmeando, aunque fracasé rotundamente en mi intento de huida debido a que mi tío Li ya me había descubierto.

—No te han enseñado que oir conversaciones ajenas es de mala educación —me dijo cruzándose de brazos.

—No estaba oyendo, solo quería saber con quién estaba mi padre.

—Ahora que ya lo averiguaste, es hora de irnos —me hizo una seña con la cabeza.

—Pero si acabamos de llegar —resongué —, ¿por qué tenemos que irnos?

—Porque hay movimientos extraños alrededor de la mansión y no es seguro que se queden aquí. Ve al auto y esperanos ahí, yo iré por tu padre.

—De acuerdo —le respondí sin objetar.

No es la primera vez que tengo que abandonar un sitio porque corremos riesgo de sufrir un ataque o emboscada. Para ser sincera, ya estoy acostumbrada a vivir este tipo de situaciones debido a las actividades de mis padres. Lo único que me molesta, es no haber podido conocer personalmente a la madre de Ian, aunque supongo que este no era el momento indicado.

Al salir del corredor, atravesé el vestíbulo y seguí en dirección a la salida, en busca de nuestro automóvil. Pero cuando estaba a punto de llegar a la puerta, Ian se cruzó en mi camino, obstruyéndome el paso...

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