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Pide Un Deseo

Capítulo 1. El inicio de todo.

15 de Julio del 2018.

La casa de los Evans parecía feria, la música retumbaba por todos lados y los gritos y risas de las personas que allí había eran fuertes. Pero era normal, pues ese día la hija menor de esa familia cumplía sus trece años.

Los Evans era una familia muy adinerada, eran dueños de una cadena de hoteles y restaurantes además tenían una de las empresas petroleras más grandes de toda España.

Mía Anastasia Evans, una hermosa niña de larga cabellera negra y con unos deslumbrantes ojos azules, su piel parecía de porcelana, era toda una muñeca, frágil y delicada.

Estaba cumpliendo trece años y sus padres habían hecho un festón con invitados que ella no conocía, pero que dejaban buenos regalos. Una de sus mejores amiga, Clara, que era su única acompañante en esa fiesta, que en vez de un cumpleaños parecía una reunión de negocios a excepción de los amigos de su hermano que se encontraban en la alberca dándose un chapuzón en la piscina.

- Cuando sea grande seremos cuñadas-. Le dijo Clara observando al hermano de Mía que reía con unos de sus amigos.

- Serás mi cuñada favorita-. Dijo con emoción Mía abrazando a Clara.

Clara arrugó el entrecejo y la codeó.

- Solo tienes un hermano-. Dijo riendo.

Mía encogió sus hombros y salió corriendo antes de que Clara entendiera la indirecta.

- ¡Eres una mala amiga, Mía!-. Le gritó Clara corriendo en la misma dirección por dónde se había ido Mía.

No muy lejos de Mía y Clara, en la alberca, Anderson el hermano mayor de Mía, sostenía una botella de soda.

- Vamos a jugar verdad o reto-. Dijo elevando las dos cejas.

- Paso-. Habló Rolan, uno de los amigos de Anderson.

- No seas aguafiestas tío-. Le recriminó Dylan, otro de sus amigos.

Rolan le sacó el dedo del medio y Dylan la lengua, todos tenían quince años y eran mayores que Mía y Clara por dos años.

- Yo juego si Lían lo hace-. Dijo Rolan viendo al susodicho que lo fulminó con la mirada.

- Deja de meterme en tus líos-. Vocifero Lían mientras se sentaba cerca de Anderson.

Rolan sonrió de lado y se acercó a él, le gustaba provocarlo, pues se enojaba con facilidad y eso lo divertía mucho.

- ¿Miedo de las verdades por decir?-. Le preguntó Rolan con un deje de burla.

Lían soltó una risa ronca y miró al resto de sus amigos que esperaban la respuesta de él.

- Esa palabra no está en mi diccionario de vida-. Aseguró levantándose de dónde estaba.

Todos aplaudieron y comenzaron a sentarse haciendo un círculo para empezar el juego.

- Somos muy pocos-. Se quejó Dylan.

- Tranquilo amigo, que más que un juego de botella, será un juego de desafío-. Aseguró Rolan sin dejar de mirar a Lían.

- ¡Que empiece el desafío!-. Gritó Anderson moviendo la botella.

La primera tirada cayó en Anderson y Dylan, y el primero sonrió con malicia, tenía la pregunta perfecta o si su amigo prefería reto también lo tenía.

- ¿Verdad o reto?-. Le preguntó Anderson.

- Empiezo con verdad-. Respondió Dylan frotándose las manos de los nervios.

Él ya sabía las preguntas íntimas que siempre hacia Anderson y estaba preparado para responderlas sin tapujos y vergüenza alguna.

- Bien-. Aceptó Anderson-. ¿Verdad o mentira que tu mamá te llevó al prostíbulo, te escogió la puta y te esperó hasta que salieras de allí?.

Todos miraron a Dylan que se había puesto como papel, por eso estaba nervioso, sabía que el mayor de los Evans era un hijo de puta que no sabía cómo, pero que se enteraba de todo.

- Solo fue una vez-. Murmuró Dylan y todos se echaron a reír.

- No me jodas, Dylan-. Dijo entre risas Rolan.

Dylan enrojeció de la vergüenza, Anderson se las pagaría y como sabía que el muy gilipollas jamás iba a decir verdad, en su mente estaba planeando el desafío perfecto para él.

Anderson volvió a lanzar la botella y está vez cayó entre Lian y Rolan, este último sonrió con suficiencia, pues no tenía secretos o bueno, no tenía secretos que Lian supiera.

- ¿Verdad o desafío?-. Le preguntó Lian.

- Desafío-. Respondió Rolan con una sonrisa

- Perfecto-. Dijo Lían-. Quiero que vayas a dónde están nuestros padres y le quites el whisky al tuyo y lo derrames en el sofá favorito del papá de Anderson.

La sonrisa de Rolan se desvaneció, y la de Lian se ensanchó, sabía que era un buen desafío y gozaría de los resultados.

Rolan miró al interior de la casa y suspiró profundo, se iba a meter en un buen lío, pero jamás rechazaría un desafío y menos aún proveniente de Lían.

- Estamos esperando-. Dijo con pereza Lian

- No me presiones-. Crujió los dientes.

Anderson y Dylan no aguantaban las ganas de reírse, ellos sabían que para el papá de Anderson, aquel sofá era su vida y pobre aquel que hiciera algo en su contra.

Con pasos lentos, Rolan se adentró a la casa seguida de Dylan que por nada del mundo se iba a perder lo que en segundos sucedería allí.

Todos los padres de los chicos estaban reunidos hablando de negocios y cada uno con una copa de whisky, Rolan miró hacia atrás y Dylan le dio ánimos, no porque quería que le fuera bien, al contrario, quería ver la reacción de todos allí.

- Hola hijo ¿paso algo?- Preguntó el papá de Rolan viendo cómo su hijo se acercaba a él.

Rolan tragó grueso y en un movimiento le quitó la copa a su padre y sin esperar un segundo más la vacío en el sofá favorito del papá de Anderson.

- ¡¿Qué carajos hizo tu hijo, Rubén?!- Dijo enojado el papá de Anderson mientras corría a limpiar su sofá.

Rubén miró de inmediato a su hijo y este por poco y se hacía en los pantalones.

- ¡Rolan Gutiérrez estás castigado por un mes y dame las llaves de la Ducati ahora mismo!-. Lo reprendió Rubén extendiendo la mano para que le diera las llaves.

Rolan negó, pero el ceño fruncido de su padre le advirtió que no estaba para negociar nada, su labio inferior tembló y quiso llorar porque le estaban quitando su alma gemela, su amor, su moto, pero reprimió las lágrimas y se las entregó.

- ¡¿Qué diablos te hizo mi sofá para que me lo trataras así?!-. Le preguntó el papá de Anderson.

- Lo siento señor Duncan, es que estábamos jugando verdad o desafío y...

- ¡¿Verdad o desafío, es en serio Rolan?!-. Lo interrumpió Rubén-. ¿Acaso son niños preescolares para jugar esas pendejadas?.

- Lo siento papá, es que yo...

- Dos meses más sin Ducati y sin videojuegos-. Sentenció Rubén y está vez Rolan si quiso dejar salir sus lágrimas-. Largo-. Señaló la puerta Rubén.

Con la cabeza agachada, Rolan salió del salón donde estaban los adultos, Lían se las iba a pagar bien cara, ya se iba a enterar con quién se había metido.

Las risas de Anderson y Dylan no se hicieron esperar y Lían sonreía con suficiencia, había sido un buen golpe, ahora solo le tocaba esperar lo que sea que Rolan le preguntara o lo desafiara.

Anderson volvió a tirar y está vez le tocó a Dylan con Lían y escogió verdad, algo sencillo y un poco aburrido, luego le tocó a Rolan con Anderson y este se ganó un buen guantazo de su madre, pues escogió desafío y al instante se arrepintió cuando Rolan le dijo lo que tenía que hacer.

- Creo que se hará un morado-. Le dijo Dylan poniéndole hielo en el cachete.

- Jódete-. Le respondió Anderson lanzando otra vez la botella.

La botella parecía que iba en cámara lenta y cuando se detuvo, Rolan sonrió como maniático mientras que Dylan y Anderson se persinaban.

- ¿Verdad o desafío?-. Preguntó Rolan sin borrar su sonrisa.

- Desafío-. Lo retó Lían, porque sabía que Rolan quería sacarle una verdad que jamás la diría menos con los otros dos presentes.

- Como quieras-. Se encogió de hombros Rolan mirando por todos lados.

Quería ponerle un desafío que lo hiciera sufrir así como lo hizo él, pero no le llegaba nada que Lían no pudiera superar, hasta que las risas de dos niñas llamaron su atención.

- Sigo esperando-. Dijo Lían al ver que Rolan no hablaba rápido.

Rolan volvió a mirar a las chicas que reían de algo y después centró su mirada en Lían, sabía que el capullo frente a él tenía cero paciencia y no toleraba las rabietas y caprichos de niñatas malcriadas y engreídas, justo como lo eran Mía y Clara.

- Lían, Lían, mi gran y competitivo amigo Lían, espero que esté desafío no sea mucho para ti-. Escupió Rolan con una sonrisa siniestra en sus labios.

- Dispara-. Dijo Lían

- Esa es la actitud-. Aplaudió-. Te desafío a ser el genio de la lámpara mágica de nuestra querida cumpleañera, o sea que le vas a cumplir un deseo a Mía cada cumpleaños empezando desde hoy hasta que tenga los diecisiete años-. Puntualizó Rolan y el azúcar a Lían se le quiso bajar.

- ¿Me estás jodiendo?-. Preguntó dudoso Lían.

- Nope-. Respondió Rolan-. ¡Mía ven acá!-. Le gritó.

La sangre de Lían se le bajó, odiaba los berrinches de niñas como Mía, él había sido testigo de los múltiples caprichos de la hermana de su mejor amigo, era insoportable y el no tenía ni una pizca de paciencia.

- Espera Rolan, no puedes poner un desafío por muchos años, el juego empezó hoy y se termina hoy-. Le recordó Lían.

- Que yo sepa nadie puso reglas, así que mi geniecillo de la lámpara mágica, es hora de hacer realidad los deseos de nuestra cumpleañera-. Dijo Rolan guiñándole el ojo…

💓💓💓💓💓💓💓💓💓

Hola mis amores, he vuelto y más recargada que nunca, con una nueva historia que estoy segura de que te va a encantar, quería decirles que lamento no haber escrito en estos meses, he estado saturada y estoy en proceso de divorcio así que ya saben cómo son esos trámites, pero ya soy libreeeee y lo voy a festejar con esta novela.

Espero les guste.

Besos y abrazos

Con mucho amor.

Su fiel autora Mayu 😘, los quiero un montón.

Capítulo 2. Primer deseo

Mía.

No es el mejor de mis cumpleaños, pero no me quejo es mejor esto que nada, hoy estoy cumpliendo mis trece años y estoy muy emocionada, anhelaba cumplirlos pues el resto de mis amigas ya lo hicieron y solo faltaba yo.

Somos cuatro amigas incluida yo, Clara es la más cercana a mí, de allí sigue Dana y por último Nora, todas vamos al mismo instituto y estamos en la misma aula.

Hoy solo pudo venir Clara, pues las demás siguen de vacaciones o recién están empezando a llegar como es el caso de Dana, que me llamó para decirme que recién había aterrizado en suelo español.

El lunes es el primer día de retorno a clases después de casi dos meses de vacaciones, las mejores en mi opinión, pero le hace falta algo para que termine siendo sin duda un cumpleaños inolvidable.

- No es posible que no nos dejen ir-. Se lamenta Clara mientras estamos acostada en mi cama.

Suspiro un poco triste, ya me había cansado de pedirle a mi mamá que me dejara ir, pero mientras no tuviera con quién ir no podía moverme de la casa.

- Anderson se niega a acompañarnos-. Digo con pesar.

- Si, es por eso que a veces deja de gustarme menos-. Dice Clara y me echo a reír.

Ella no demora en contagiarse de mi risa y en menos de nada estamos bajando las escaleras jugando a las cogidas.

Clara no demora en alcanzarme y ahora soy yo la que la persigue por toda la sala, me detengo en seco cuando veo como mi padre limpia con ímpetu su sofá favorito.

- En verdad lo siento mucho amigo, no se que le pasó a Rolan para que hiciera esto-. Se disculpa el señor Rubén.

Mi mamá sonríe por lo bajo, ella es la más beneficiara si ese sofa se dañaba, así tenía una excusa para al fin deshacerse de ese estorbo, palabras de mamá no mías.

- Tranquilo Rubén, no es para tanto, además ese sofá necesitaba un cambio con urgencia-. Dijo mi madre sonriendo como el gato de Alicia.

Di dos pasos al costado y me desvíe, los adultos estaban ocupados en lo suyo y yo quería darme un chapuzón en la alberca.

Las risas de los amigos de mi hermano fue lo primero que escuché cuando puse un pie en la parte posterior de la casa. Estaban riendo de algo que al parecer le era muy divertido pues Dylan y Anderson reían a carcajadas mientras que Rolan parecía ido y Lian tenía cara de pocos amigos.

- ¿Que crees que estará pasando allí?-. Me preguntó Clara con curiosidad.

Ella era así, nunca se quedaba con la duda y es por eso que siempre nos metiamos en lío, bueno yo me metía por seguirla a ella.

- Algunas bobadas que de seguro Rolan o Anderson han hecho-. Dije sin interés.

La verdad es que casi nunca me interesaba los asuntos de mi hermano y muchos menos cuando se trataban de sus amigos, prefería quedarme al margen de todo y así evitar ser una molestia para ellos, porque estaba casi segura que nos veían como unas niñas malcriadas en especial Lian que no simula ni un poquito cuando estamos cerca de él.

- ¿Vamos a saludarlos?-. Me anima Clara y rápidamente niego.

- No pienso ir, además sé que quieres ir solo para que mi hermano te vea-. Le digo cruzando mis brazos.

- Que bien me conoces, amiga-. Dice con dramatismo.

Mi risa se une con la de ella cuando de la nada nos ataca una ola de carcajadas sin saber el motivo de nuestras risas, simplemente nos reímos como si nos estuvieran haciendo cosquillas.

- ¿De...de que nos reímos?-. Pregunto entre risas.

- Ni puta idea-. Me dice Clara y nos volvemos a reír.

Estamos riendo como locas, pero el grito de uno de los amigos de Anderson llamándome me hace dejar de reír.

- ¡Mía!-. Grita y miro en su dirección.

Es Rolan quien me hace una seña con la mano para que valla donde esta él.

- ¿Que querrá?-. Pregunta Clara dando el primer paso hacia donde están ellos.

- Capaz y es algún reto que están haciendo y ahora quiere que sea parte de ello, espero y sea algo con lo que pueda lidiar-. Digo recordando el último reto que hizo Rolan.

Fue al culminar el año lectivo, le pidieron que fuera a la casa del papá de Lian y tocara el timbre como loco, pero ellos no contaban que justo ese día yo iba a la casa de mi amiga Dana que para mala suerte mía es la hermana de Lian, y cuando fuí a tocar el timbre el señor Gerardo por casi y me quiebra los tímpanos con el grito que pegó.

Con pasos poco dudoso llegó hasta donde están los amigos de mi hermano, al primero que saludo es a Dylan que me devuelve de inmediato la sonrisa.

Dylan es muy majo, cabello castaño, ojos marrones y es el más risueño de ese grupo, le sigue Anderson mi hermano que al parecer tiene la misma aura de chico malo junto con Rolan, este último es sin duda la tentación de muchas de mis amigas en especial de Dana.

Mi pobre amiga está súper mega enamorada de él y bueno Rolan apenas y ve que existe, pero que se puede hacer, el amor es así, no siempre puedes estar con la persona que tú corazón eligió querer.

Pero si me preguntan que de los tres amigos de mi hermano a cual prefiero sin duda diré a Lian Collins, la verdad no sé que es lo que me llama más la atención, a veces creo que es su aura de chico misterio y otra veces creo que es su hipnotizante mirada grisácea.

No es que me guste, bueno si me gusta, pero a quien no, si Lían tiene todo lo que una mujer busca, pero sé que él poco soporta mi presencia y justo ahora reafirmo mi teoría cuando estoy por saludarlo y gira su rostro.

Engreído narcisista, hijo de su chingada ma...

- ¿Que tal estás pasando la fiesta?-. La pregunta de Rolan detiene mis insultos mentales hacía el chico de ojos grises que tengo enfrente.

- No me quejo-. Digo con simpleza, porque es verdad, a pesar de todo me he divertido mucho.

- Bueno Mía hermosa eso está por cambiar, porque te aseguro que mi regalo será el mejor de todos-. Dice con emoción.

- ¿Cómo estás tan seguro de eso?-. Pregunto interesada.

- Fácil, pide un deseo y yo haré que se te cumpla, bueno yo no, pero si tu genio de la lámpara mágica-. Explica y no le estoy entendiendo nada.

- ¿Estás borracho?-. Mi pregunta lo hace reír.

- Más sobrio que nunca-. Dice-. Vamos Mía dime un deseo de cumpleaños y se te hará realidad-. Me anima.

Miro a todos a esperar que me digan que es una jodida broma, pero todos esperan mi respuesta incluído Lían, que a mí parecer es el más interesado lo cual es muy extraño.

Mi mente viaja rápido y hay algo que deseo o más bien anhelo hacer, no lo pienso mucho y se lo digo a Rolan.

- Mañana es el concierto de Tylor Swift y en verdad deseo ir, pero mi mamá no me deja ir si no voy con alguien respon....

- ¡No se diga más, tú irás a ese concierto!-. Me interrumpe y mi corazón empieza a bombear desefrenado.

- ¿En serio?-. Pregunto y en verdad espero y no sea una de sus estúpidas bromas.

- Más seguro que nunca-. Dice y yo me lanzo a abrazarlo.

- ¡Gracias, gracias Rolan, por ir al concierto conmigo!-. Digo eufórica.

Las risas de Dylan y Anderson me ponen tensa, sabía que era una de sus estúpidas bromas.

- Yo no iré al concierto contigo-. Dice y en ese instante dejo de abrazarlo.

- ¡Eres un...

- Ey, ey, las niñas hermosas no dicen malas palabras-. Calla mi insulto.

- Y los caballeros no juegan con las emociones de una mujer-. Digo con rabia.

Mis manos se vuelven puños y mis ojos se cristalizan, quiero llorar pero no de tristeza sino de coraje, son unos bastardos y más tonta yo que les creo.

- Nadie está jugando con tus emociones-. Asegura Rolan-. Tú si irás al concierto pero no conmigo-. Dice.

Miro a todos y Dylan y Anderson desvían la mirada, solo me queda uno y dudo mucho que sea él quien me lleve al concierto.

- Ya déjate de bromas y dime quién carajos me va a cumplir mi deseo-. Digo ya enojada.

Un silencio breve se instala dónde estamos y es una voz ronca que conozco muy bien, porque es el que más pasa en casa con mi hermano.

- Irás conmigo, seré tu genio de la lámpara mágica por cinco cumpleaños seguido, empezando desde hoy-. Dice con los dientes apretados.

Mi cara de seguro es un poema al igual que el de Clara que niega incrédula.

- ¿Estás de joda?-. Habla Clara y Lían la fulmina con la mirada.

- Habla muy enserio-. Asegura Rolan-. Vamos amigo te faltó decir la última parte-. Le dice.

Veo como Lían aprieta los puños y suspira varias veces, al parecer lo que está por decirme le cuesta mucho.

- Pide un puto deseo y yo te lo cumpliré sin quejas ni excusas-. Dice y yo solo puedo hacer una cosa.

Sin que se lo espere me lanzo a sus brazos y lo abrazo, me vale que su cuerpo se tense y que no me devuelva el abrazo, lo importante aquí es que no se cómo lo hizo Rolan para que esté amargado chico sexy esté dispuesto a llevarme al concierto de mi cantante favorito....

Capítulo 3. Seré tu ama

Lían

Nunca han tenido ganas de estrangular a alguien, de partirle la madre o simplemente meterle un puñete en la boca, pues déjenme decirles que yo sí y si no fuera porque el pendejo al que le quiero partir la madre es uno de mis mejores amigos, hace un buen rato estaría en el hospital o en nuestro eterno hogar.

Mía por casi y me estrangula, que coño con esta niñata, ¿no sabe lo que es el espacio personal?, si así es ahora que se enteró, no quisiera saber que pasará mañana en el puto concierto.

- ¡En serio estoy súper feliz Lían, muchas pero muchas gracias!-. Me dice una Mía eufórica.

- Estoy para cumplir tus deseos-. Digo con los dientes apretados que, si no fuera por su euforia, ya los habría escuchado.

Dylan y Anderson se quieren cagar de la risa, pero se las aguanta porque las niñatas están aquí, pero estoy seguro de que solo les faltará darse la vuelta y sueltan todo lo que están reteniendo.

- No pensé que fueras así de tierno-. Confiesa Clara un poco dudosa.

Quiero decirle que se puede ir a la mismísima mierda, pero me trago mis palabras y solo le sonrío.

- Solo es con Mía para que quede claro-. Dice Rolan y la mencionada clava sus ojos en mí.

La verdad que Mía es hermosa, no hay como negarlo, pero no es de mi tipo además tener a Anderson de cuñado sería un dolor de culo.

¿Pero qué carajos estoy diciendo?, ya hasta la mente me bloqueó esta niñita.

- ¿Por qué solamente con ella?-. Pregunta Clara un poco enojada y Mía la mira con el entrecejo arrugado.

- ¿Es en serio?-. Le pregunta Mía cruzándose de brazos.

- O sea no me malinterprete amiga, pero que cojones tienes tú para qué Lían haya decidido llevarte el concierto, si ni siquiera quería llevar a Dana-. Más que una pregunta es como un reclamo.

Un silencio incómodo se percibe en el ambiente, por eso siempre he dicho que el enemigo de una mujer es otra mujer, la verdad no sé que coño con el sexo femenino, siempre andan tirándose hater entres ellas.

Mía se queda mirando por unos segundos a su amiga y pienso que se irá llorando o se le van a jalones de greñas, que sé yo, pero la verdad es que me sorprende cuando la veo reírse y acercarse a mí.

- ¿Cómo que porque únicamente yo?-. Dice posándose a mi lado.

Giro mi cabeza como el exorcista al ver cómo vuelve a irrumpir mi espacio personal, pero a ella le vale un pito mi expresión y nuevamente le habla a su amiga que está de brazos cruzados esperando la respuesta de Mía.

- ¿No ves la relación que hay aquí?-. Nos señala y mi cara tiene que ser un poema.

- No, no veo que relación hay allí-. Responde Clara y veo que su enojo no ha pasado.

¿Pero qué le pasa a esa tía?, ni que yo fuera de su propiedad para que esté haciendo esas ridículas preguntas.

- Esta es una relación de genio y ama ¿no ves?-. Dice con orgullo Mía y yo solo puedo escuchar como Dylan, Anderson y el propio Rolan se cagan de la risa.

Empuño mis manos lo más que pueda, soy un hombre de poca paciencia, siempre lo he sabido, pero desde ya anuncio que con Mía mi poca paciencia será puesta a prueba.

- ¿Genio y ama?, no inventes Mía, Lían no es tu genio ni tú eres su ama, mejor dile a Rolan que te diga la verdad-. Dice Clara más enojada.

Mía se aleja un poco de mí y se para frente a Clara que está con los brazos cruzados.

- Esa es única verdad que quiero saber, el resto me vale un reverendo pito-. Dice.

- Mía deja de decir groserías o mamá pensará que me las has escuchado a mí-. La reprende Anderson.

- Tú dices peores-. Le responde Mía y su hermano mejor se queda callado.

Clara va a decir algo más, pero Mía se acerca a ella y se la lleva a un lugar donde veo que están discutiendo.

Rolan se sienta dónde estoy y sin apartar la vista de las niñas que al parecer no se ponen de acuerdo, me dice lo que según él son palabras de aliento.

- Tranquilo amigo, no te estreses, además para que veas que soy bueno contigo, he decidido que el último deseo lo pidas tú y no ella-. Niego con una sonrisa para nada amigable.

- Vaya que bondadoso eres mi gran amigo-. Digo con ironía.

- No desesperes Lían además solo será una vez al año, aguanta cuánto más puedas-. Me anima Dylan

Rolan va a decir algo, pero Mía y Clara vuelven hasta donde estamos, Mía sigue sonriendo mientras que su amiga parece que quiere matar a alguien.

- Bueno nosotras ya nos vamos a seguir con nuestras cosas, pero te doy las gracias a ti Rolan por este regalo, en serio es el mejor y no lo digo por Lían, porque vamos, mira como está, parece que tuviera hemorroides, pero ese no es el punto, te doy gracias es por hacer que este amargado me lleve al concierto y...

- Ya entendimos Mía-. La para su hermano y ella solo le sonríe.

¿No sé cansa de reír?, desde que se acercó no ha dejado descansar su boca, y ¿por qué carajos le estoy viendo la boca?, en serio necesito salir de aquí.

- ¿Y así me piden aguantar?-. Le pregunto a Dylan y el muy gilipollas se encoge de hombros.

- Solo será una vez al año-. Me recuerda Rolan, pero eso no me anima ni una mierda.

- Únicamente tienes que hacer una cosa-. Dice Dylan.

- ¿Y es?-. Pregunto.

- Ella te lo pide y tú se lo cumples, fácil-. Me dice Anderson.

- Ese es el problema, que no sé si le pueda cumplir todos sus deseos-. Digo viendo por dónde se fue Mía.

Anderson se sienta al otro lado de donde estoy y me palmea la espalda.

- Pues tienes que hacerlo además que ¿tan difícil será cumplirle los deseos a una niña de trece años?-. Pregunta.

Y a esa pregunta es que le temo su respuesta, porque Mía no tendrá trece años para siempre y la verdad que no quisiera saber cuáles serían sus deseos en sus próximos cumpleaños.

- Haré lo mejor que pueda-. Digo resignado y Dylan me entrega una cerveza.

Olvidamos por un momento el tema del desafío y nos ponemos en onda con un porro que preparó Rolan, no es que seamos drogadictos o algo por estilo, pero de vez en cuando nos pegamos nuestros jale para liberar estrés y el mío desde esta noche se llamará Mía Evans.

Cuando ya son casi las diez de la noche y solo quedo yo, me levanto y camino por los pasillos de la casa Evans que dan a la salida. Al parecer ya están todos dormidos o cada quien en sus habitaciones a excepción de Anderson, que recibió una llamada y salió dejándome solo en la alberca.

Agarro mi chaqueta y mi casco, abro despacio la puerta para no hacer ruido, pero cuando creo que ya me libre de mi estrés escucho su puta voz detrás de mí.

- ¿Ya te vas?-. Me pregunta susurrando.

- No, acabo de llegar-. Digo con ironía y ella tuerce los labios.

- No te queda el comediante-. Dice.

Me detengo a repararla y me encuentro con una niña vestida con una pijama de Phineas y Ferb, ¿cuántos años tiene?.

- Linda pijama-. Le digo y sonríe como si le hubiera dicho un cumplido.

- Gracias genio-. Dice y le miro mal.

- No me digas así-. Digo entre dientes.

- Pero es que eso eres, eres...mmuumu

Le tapo la boca para que se calle, ¡, Dios!, de dónde le salen tantas palabras, debería dedicarse a locutora, habla cien palabras por minuto.

- ¿Te podrías callar?-. Le susurro y asiente.

Le saco mi mamo y me da un pequeño empujo.

- Que patán eres, a una dama jamás sé la calla de esta manera-. Dice apuntando mi pecho con su dedo.

Bueno en eso tiene razón, debería cargar de ahora en adelante una cinta o un puto cemento de contacto, si, eso es, prometo comprarlo mañana mismo así me ahorro de andarle tapando la boca con mis manos.

- Como sea, nos vemos-. Camino hasta la puerta.

- Mañana ven a las ocho-. Me dice o más bien me ordena.

- Vengo a la hora que me dé la gana-. Le respondo.

- Ven a las ocho, te estaré esperando-. Me vuelve a ordenar.

Mi mente se nubla y en un impulso me regreso y choco su espalda con la pared presionando mi cuerpo con el suyo dejándola sin salida.

- No eres mi puta jefa o algo por el estilo para qué me des órdenes-. Le digo cerca de su mejilla.

Pienso que con esto la voy a intimidar, pero está niñata en serio necesita ver a un psicólogo de urgencias.

- No, no soy tu jefa-. Me dice empujándome para que la deje salir-. De ahora en adelante seré tu ama-. Con esto se da la vuelta y se pierde en las escaleras.

Me quedo viendo por dónde fue fué y lo único que quiero en estos momentos es ir a buscar a Rolan y mandarlo a la mismísima mierda.

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