Erick
Camino entre la multitud con cuidado sin tropezar, curiosamente, Mackenzie viene detrás de mí con su mano encima de mi hombro para no caer. El suelo de madera se ve negro por la tenue luz que hay entre el público, llegó a la fila y tomó asiento en la silla que está reservada, Mackenzie se sienta a mi lado y se acomoda el pelo rubio. Mi esposa va tan pulcra como siempre, con el cabello bien peinado y lacio con olor a recién lavado, sus labios pintados de rojo sangre, lleva un vestido de color negro y uno tacones del mismo color. Por supuesto, a pesar de todas su artimañas, Mackenzie no deja de ser aquella muñeca rubia que embelesa a todos.
Por suerte, eso ya no es una preocupación para mí, de hecho, lo dejó de ser hace mucho tiempo que ya se me es difícil recordarlo.
El tiempo se ha ido volando, me sorprendo a mí mismo porque en cuanto menos me lo esperé, ahora estoy sentado entre los demás padres mientras veo a mi hijo tener su diploma de preescolar. Toda mi atención se centra en Sam, mi gran artista de ojos marrones se encontraba asustado, con un mohín en los labios y las cejas levemente fruncidas hacia arriba. Esta asustado y nervioso y su maestra intenta calmarlo dándole suave toques en el pelo. Sus ojos se mueve con desespero entre la multitud y eso es porque no me ve, ¡pero estoy aquí! ¡Papi llegó a tiempo para verte!
Sacudo la mano en el aire para llamar su atención y cuando sus ojos por fin cae en mí, su expresión cambia y vuelve a ser el mismo niño risueño. Sam sonríe con un brillo grande en los ojos, se balancea con sus tobillos esperando su medalla y cuando la recibe siento ganas de llorar porque mi hijo acaba de graduarse del kinder. Todos aplauden y luego la mestra da un discurso, la ceremonia termina y los padres salimos al jardín. Mackenzie se engancha en mi antebrazo y me acaricia suavemente el mentón.
-Como ha pasado el tiempo, nuestro pequeñito acaba de graduarse del kinder y dentro de poco cumple cinco años. -Dice sonriendo.
-Sí, así es.
La veo y con ello persibo un brillo triste en sus ojos. Me alejo disimuladamente de su toque y pongo mi atención en la puerta, una bola de niños salen disparada y corren a sus respectivos padres. Los brazos me pican por querer abrazar a Sam y lo veo corriendo con su birrete, su diploma en mano y um globo naranja.
-¡Papá, mamá! -Grita y salta en mi brazos y me aprieta fuerte-. Papá, si viniste y mami también.
-Por supuesto que vinimos, ¿cómo faltar a la graduación de mi hijo? ¿Qué tipo de padre hace eso? -Sam me abraza y me llena las mejillas de besos.
-¿Para mami no hay besos dulces? -Dice Kenzie en tono dulce y hace que Sam se sonroje y luego estira sus brazos hasta ella, lo carga y repite la misma acción.
Veo la escena con ternura y a la vez con tristeza. Me cuesta aceptar pero siento que he hecho un buen trabajo. Son muy pocas veces en las que Kenzie muestra ese tipo efecto con su hijo, porque por lo general, no le gusta que Sam de le arrime mucho, sin embargo; le hace saber a Sam que ella lo quiere, lo quiere pero a su manera. Ha sabido cumplir con si papel de madre, pero hay veces que ese papel le queda muy grande y me toca interferir.
Noto que la maestra se nos acerca, una mujer joven con el pelo suelto y color miel, de ojos grandes y rostro redondo, ella sonríe y nos saluda. La reconozco de inmediato porque es la maestra y tutora de Sam.
-Maestra Sophia. -Dice Sam cuando se da cuenta de su presencia.
-Ha finalizado una etapa y próximamente entra otra. Quería hablar con ambos padres, casi no tenemos la oportunidad de verlos juntos a ambos.
-Usted sabe que siempre tratamos de conseguir pasar más tiempo con nuestro hijo, siempre tratamos de estar involucrados en sus actividades.
-Por supuesto, señor Fürts, la escuela está al tanto de eso como también está al tanto de otras cosas. -Su tono de voz a cambiado a un sombrío cuando dice lo último.
Sé a lo que se refiere.
-Para los niños es importante que sus padres se vean involucrados en sus actividades, les hace sentir importantes y queridos, es fundamental sobretodo para su salud mental. He sido la tutora de Sam desde que entró a estudiar y he quedado muy sorprendida por sus avances y el nivel académico alto para su corta edad.
-¿Oiste eso, Sam? ¡Eres muy inteligente! Mi niño salió a su padre, inteligentisimo ambos. -Mackenzie le hace cosquillas a Sam y él se ríe.
-Esperamos que siga así, Sam tiene mucho potencial y sobretodo en lo que tenga que ver con arte o pintura.
Juraría que si nunca hubiese echo esa prueba paternidad hace cinco años atrás, estaría seguirísimo de que Sam es mi hijo biológico hasta la médula porque lo miro y es como ver mi reflejo pero con un alma más viva y radiante. Sam tiene los mismos gustos del arte que yo, le gusta mucho la pintura y dibujar y puede que dentro de muy poco lo inscriba dentro de una escuela de arte, inclusive, ya tengo en mente su regalo de cumpleaños.
Casi nunca recuerdo que Sam no es mi hijo, de hecho, ni lo recuerdo porque... ¿acaso debería? Yo creo que no. No pienso en eso nunca y Mackenzie tampoco me lo recuerda, o por lo menos no es nuestra discusiones.
Nos quedamos un rato más en el jardín y platicamos con los demás padres. Entonces alguien me toca el hombro y volteo.
-¡Pero miren nada más a Stewart! -Alzo la voz cuando veo a Gaten.
Nos abrazamos como si no nos viéramos desde hace años pero la verdad es que nos vimos hoy en la mañana en la última videoconferencia.
-¿Y qué se siente que tu hijo ya sea un hombrecito?
-Orgulloso, dímelo tú, ¿qué se siente que tu princesa ya sea una princesa graduada?
-Nunca en mi vida me había sentido tan orgulloso como ahora. Sin duda alguna, Mika es lo mejor que me ha pasado.
-¿Y qué hay de Nico?
Gaten hace una mueca.
-A él también lo quiero pero esa cosa no tiene sentimientos.
-¿Y Lizy? -Le pregunto por su esposa.
-Lizy está cada vez más hermosa y embarazada. Mi esposa la más bella. -Dice orgulloso.
-Me alegra que ella y el bebé estén bien.
-Quien lo diría..., hace años me llenaba la boca diciendo que nunca tendré hijos y mira, ya voy por el tercero. El tiempo pasa volando, Erick.
-Sí, tienes razón. Ya hasta tu hija tiene novio.
-¿Qué? -Gaten palidece y yo le apunto con el dedo en la dirección que está Mika y Sam tomados de la mano. -Esto es inaceptable. Erick, te he dicho miles de veces que controles a tu hijo, no me gusta que...
-Gaten, son solo niños. ¿Qué saben ellos sobre un noviazgo? -Me enconjo de hombros.
-No lo sé, pero ve poniéndole un freno a tu hijo.
-Yo creo que harían linda pareja en el futuro. -Sonrio y miro como Sam arranca una flor de un arbusto para dársela a Mika.
-Mi hija no tendrá novio hasta los treinta y siete. -Dice él seguro de si mismo.
-Sí, Gaten, como tú digas. -Digo sin ponerle tanto interés en lo que dice porque claramente es mentira.
Al final, todos los padre se ponen de acuerdo para hacer una fiesta y luego todos nos despedimos. Sam va feliz en el asiento del medio con sus padres en cada lado. El chófer conduce hasta la mansión Fürts. Mamá ha preparado una cena especial para celebrar la graduación de Sam.
-Iremos a cenar con la abuela y con Evelyn.
-¿Estará el abuelo? -Sam pregunta y yo me tenso.
-Sí, hijito. -Se apresura Kenzie-. Pero también estarán la abuela Jennifer y el abuelo Malcoml, y ellos sí te quieren mucho.
Suspiro mirando por la ventanilla y pienso que esta situación ya no tiene remedio. Llegamos a la mansión y bajo a Sam en brazos. Mi madre nos recibe en la entrada con una linda sonrisa y un vestido púrpura.
-¡Abuela! -Sam corre y abraza a mamá.
Evelyn aparece y me recibe con abrazo fuerte y a Mackenzie con un beso en la mejilla.
-Evelyn, ese vestido te queda espectacular. -Le dice mi esposa.
-Me regaló una amiga. -Ella sonríe tímida y luego pone su atención en Samuel.
Mi hermana menor se ha convertido en toda una señorita muy guapa.
Precisamente, en ese momento llegan los padres de Mackenzie y se bajan de la camioneta. Malcolm me lanza una mirada rara y yo se la devuelvo porque él no es mejor que yo.
-Bueno, ya podemos pasar todos al comedor.
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Estar en esta casa me sigue provocando el mismo sentimiento de terror y Dominik lo hace aún peor. Todos estamos en comedor cenando lo que mamá ha preparado con mucho cariño para Sam y se lo agradezco en lo más profundo de mí.
Malcoml habla sobre temas políticos e intenta incluirme en la conversación y me hace preguntas a cerca de mi puesto de ministro de trabajo y yo intento responder lo más franco posible, pero estoy tan ocupado intentando de ignorar las miradas extrañas y turbias de Dominik hacia mi hijo.
-Siempre es bueno tener un contacto dentro del gobierno porque... ya saben. Guerra avisada no mata soldado. -Malcolm ríe y toma de su copa de vino.
-¿No tienes hambre, cielito? -Mamá le pregunta a Sam, entonces me percato de que Sam tiene la comida casi entera.
-Estoy lleno.-Responde en voz baja y solo yo puedo oírlo.
-Lo que sucede, mamá, es que Sam comió muchas botanas y dulces en el jardín -le explico-. Seguramente si le ofreces algo más ligero puede que se lo coma.
-Es de mala educación tirar la comida. -Dominik al saca la primera ficha.
Me le quedo viendo y aprieto la servilleta.
-La comida no se va a tirar. René, por favor guardar esta comida en una bianda para llevar. -Digo, pero jamás sin apartar la mirada de Dominik.
La empleada hace lo que le pido y se lleva el plato de Sam. El comedor queda en silencio.
-¿Quieres helado, Sami? La abuela mandó a comprar hoy porque sabía que venías.
Sam asiente con energía. Al rato, le traen un tazón helado chocolate y fresa.
-Tienes a ese niño muy caprichoso, Alexander.
-Dominik. -Mamá le llama la atención. -Yo quisiera hacer un anuncio especial. Esta mañana Hugo ha llamado y nos ha dado la alegre noticia que dentro de unos meses regresa, antes de diciembre.
Miro a mamá sorprendido.
-Hugo de vuelta.
-Sí, tú hermano está de vuelta.
-Pero si todavía le falta un semestre.
-Lo mismo pensé, pero tu hermano ahora es tan inteligente que lo adelantaron un año más. Pronto tendremos a Hugo de regreso.
-Otro parásito más en esta casa.
Y ¡Puff! Golpe bajo.
Y ahí esta. Ya salió la carta tan esperada. Mi cerebro recibe una señal y siento como mi corazón comienza a bombear con rapidez, una presión en el pecho que se riega por mis brazos y aprieto con fuerza los cubiertos. La ira se está apoderando de mí y me contengo por la presencia de mi hijo que nunca ha visto a su padre enojado y mucho menos hacer un acto de violencia.
-¿Y quien es el parásito, Dominik?
Mamá suelta un jadeo, porque es primera vez que llamo a Dominik por su nombre en frente de mi hijo.
Todos están silencio. El lugar se convierte más sombrío de lo que ya es. Los empleados se ven con la obligación de abandonar el lugar porque saben que esto no terminará bien. Sam se encoje y percibe la tensión, se arrima más a mí e intenta cogerme la mano.
-Erick... -Mamá interviene.
-Te hice una pregunta, Dominik.
-Erick, Sam está aquí... -Mackenzie habla.
-Te lo vuelvo a preguntar, Dominik. ¿Quién es el parásito? -Pero Dominik huye de mi mirada, de repente parece arrepentido-. Dilo. -Y sigue en los mismo-. Mírame, Dominik, quiero que me mires a los ojos y me digas en mi propia cara en frente de todos que mi hijo es un parásito. Quiero que lo hagas. ¿No lo harás? ¿Te quedarás callado como una rata?
-¡Erick, ya basta! -Mi madre alza la voz.
-¡Tú no te metas, Eleonor! Esto es entre esta rata y yo. No voy a quedarme callado -alzo la voz y Sam sobresalta a mi lado-, jamás voy a quedarme callado cuando se trata de defenderme a mi hijo. ¿Qué? ¿Qué esperas, Dominik?
-Soy tu padre.
-No salgas con esa porquería ahora mismo, tú no eres mi padre, ese papel te quedó muy grande y por eso no supiste cumplirlo. Me generas tanto rechazo y tengo tanto asco que me da hasta vergüenza decir que soy tu hijo y que llevo tu apellido. No me muelo a los golpes contigo porque después me lamentaría, no por ti, sino por mi hijo a quien tengo que darle el ejemplo y que sepa que el hombre que engendró a su padre en un miserable.
Pongo la servilleta encima de la mesa y me pongo de pié dada por terminada la cena.
-Nos vamos. Y de una vez te voy avisando que no volveré a poner un pie en esta casa y si lo hago, la única razón por la que volveré será para tu funeral y espero que sea ponto.
Hola, quiero lectores!! Que gusta saludarlos de vuelta y más es la segunda parte de "Amor Clandestino", cuya novela se encuentra en mi perfil, ya finalizada. Si eres nuevo y no te has leído la primera parte, te invito a leerla para que conozcas más a cerca de esta historia.
Para mis viejos lectores, ya se dieron cuenta de que hice un cambio de nombre, pero OJO, solo cambio nombre de la novela, la trama y los capítulos siguen siendo los mismos.
Lucía
Me miro en el espejo una vez más y suelto el cepillo encima del tocador. Mi rostro está neutro, no hay pisca de emoción alguna, mi rostro se ve como siempre, como si nada hubiese pasado. Me levanto lentamente y estiro mi vestido negro, se me forma un nudo en la garganta pero me lo trago a la fuerza. <
Cierro los ojos una vez más, e imagino que esto no está pasando. Me siento en la cama... ¿Ahora qué? Esa es la pregunta que me hago Intento ignorar el miedo que corre por mi médula y abandono todo cuando siento que abren la puerta.
-Cariño, ya es hora.
Tomo mi bolso y me gabardina negra y salgo en pasos lentos, detrás de mí viene Emma cabizbaja, me sigue hasta la puerta y me detengo brevemente para darle un abrazo.
-Tienes que ser fuerte, mi corazón.
Lo intento, de veras que lo intento. Me despido en silencio y me subo a la camioneta.
<
Mi Julián, mi querido esposo, mi mejor amigo, el padre de mi hijo, cariño, ¿por qué te fuiste tan rápido? Aún no lo comprendo.
No sé de dónde saco fuerza, pero aún lo veo. El alma se me parte en pedazos cuando lo veo dentro de ese ataúd. Se me escapa un sollozo retenido y envuelvo el ataúd con mi brazos, acuesto la cabeza y lo miro. Se ve tan sereno y tan cómodo allí adentro pero... ¡no es justo!
Siento que alguien me abraza por detrás, y por su perfume, percibo que es la madre de mi marido junto a su hija.
-No lo entiendo... ¿Esto de verdad esta pasando? ¿De verdad mi marido está muerto? -Me comienza a doler la cabeza, estoy mareada y siento que en cualquier momento caeré inconsciente-. Julián, ¿cómo se supone que yo le voy a explicar a nuestro hijo?
Me niego a creerlo. En este mundo hay tantas personas malas y crueles, ¡mi esposo no tenía porque morirse! Mi dulce y jovial esposo.
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Siento frío, mucho frío. El salón de mi hogar está en silencio y sólo se oyen las pisadas de Emma por la casa y cosas que mueve en la cocina, amablemente nos ofrece una taza de chocolate caliente con galletas de vainilla. Todos estamos en silencio, nadie dice nada porque todos estamos tratando de asimilar que hace una horas Julián fue sepultado.
Son casi las tres de la madrugada, nadie ha logrado conciliar el sueño. Mi suegra es un mar de lágrimas en brazos de su esposo. La oigo sollozar y suspirar de una manera brusca. Mi cuñada se encuentra en brazos de su novio también hecha un mar de lágrimas.
La noticia de la muerte de mi esposo salió no tarda en salir por televisión y en la radio. Pero caso omiso a todo porque estoy perdida, mi mirada está perdida y me siento en el limbo. Lloro. Y durante quince años, pensé que había olvidado ese sentimiento vacío, me siento igual como cuando falleció mi padre. Pero me recuerdo que tengo que ser fuerte y tengo que levantarme porque tengo que aceptar que este no es el final, necesito estar fuerte.
Un llanto desgarrador sale del pecho de mi suegra y llama mi atención, se siente desgarrada, le han quitado una parte de sí y se siente incompleta, sufre tanto, llora tanto y llama el nombre de Julián una y otra vez. Su hija no tiene más remedio que intervenir y yo solo me quedo ahí sentada en el sillón solo mirando. Yo estoy sufriendo, pero no puedo imaginar el dolor que siente ella como madre al perder a su hijo, un dolor desgarrador en el alma.
La muerte de un hijo nunca se olvida, nunca se supera, jamás se aprende a vivir con ello. ¿Cómo aprendes a vivir con ese espacio vacío dentro de ti? De repente esa idea me aterra, no quiero sufrir como lo hace la madre Julián, no quiero experimentar eso nunca. No quiero que mi hijo se vaya, la idea de pensarlo me vuelve loca y desquiciada, lo que me lleva a levantarme del sillón y correr y subir las escaleras y me detengo en frente de la puerta blanca que, con letras azules dice "Oliver Nail". Giro la parrilla suavemente y entro a la habitación oscura, cierro la puerta detrás de mí. Me acerco a su cama, me quito las botas y me recuesto a un lado de su cuerpecito cálido y envuelto de una pijama azul de carros. Lo acerco tanto a mí como puedo hasta sentir su frescura y olor champú de niños.
Mi bebé, mi corazón, mi vida entera. Mami está aquí y nadie te hará daño.
El techo brilla el sistema solar. Los planetas ubicado en su orden correspondiente y estrellas regadas por doquier. El cuarto de mi hijo era como estar en el espacio. Cierro los ojos y trato de no pensar, Oliver se remueve entre mis brazos.
-Mami. -Dice y me abraza más fuerte.
Oliver es lo mejor que me ha pasado. El amor y cariño que siento por él no se compara con nada, lo amo más que a mi propia vida, es lo único que llena mi vida de sentido, mi única razón de vivir. Mi hijo.
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Había pasado dos semanas exactas desde que Julián se fue. La casa se siente tan sola y fría. La cama se sienta inmensa, y todo están callado, hasta Oliver se ha vuelto callado. Retiro la vista de unos documentos y veo a Oliver sentado en el porche delantero de la casa con un dinosaurio entre sus manitos. Se me parte el corazón, ha empezado a hacer eso desde que su padre ya no está, es su forma de extrañarlo.
Me levanto de la mesa y me siento a su lado.
-Parece que va a llover de nuevo. ¿No te apetece salir a jugar debajo de la lluvia?
Niega con la cabeza.
-Podemos jugar y saltar en los charcos, haremos barquitos de papel y...
-¿Cuándo regresa papá, mami? ¿En dónde está papá? ¿Por que no regresa con nosotros? ¿Dejó de querernos y se fue?
Niego frenéticamente.
-No, mi cielo, no pienses en eso. Papá en ningún momento nos abandonó.
-Entonces, ¿por qué no regresa? Me prometió que terminarimos la partida.
Hago es el esfuerzo por no llorar. Por estas razones, por estas preguntas es que tengo que ser fuerte.
-A ver -tomo su dinosaurio y lo hago a un lado-. Hijito, mírame. -Oliver me mira, casando-. ¿Recuerdas cuando hablamos de los abuelos de mami? -Él asiente.
-Se convirtieron en estrellas y están el cielo.
-Exactamente. Verás, Oliver, tu aún eres muy pequeño para entenderlo pero... hay veces que las personas que amamos se convierten en estrellas y suben al cielo con las demás. Algún día todos seremos una estrella.
-¿Yo seré una estrella?
-Sí, pero para eso aún falta mucho, pero muuucho tiempo. Cuando seas así de viejito como el abuelo o como el señor de las gomitas. Papá no te abandonó, mi cielo, papá está más vivo que nunca, él está en todas partes. Papi Julián se ha convertido en una estrella y ha subido al cielo para hacerle compañía a los padres mami. ¿Sí comprendes?
-No mucho.
-Solamente quiero que sepas, Oli, que tú padre no nos abandonó. Él nos ama. No lo olvides nunca.
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Actualmente, estoy posición difícil. Después de que el abogado leyera el testamento de Julián -cuyo testamento yo no sabía de su existencia-, pero tampoco me sorprendía. Testamento que él mismo redactó y que yo no me di cuenta. Su familia se quedó con sus propiedades en Turquía, solo eso, mientras que yo y Oliver nos quedamos con todos los bienes y el bufete de abogados de Julián quedó también a mi nombre.
Honestamente, pienso en aquello y me doy cuenta de Julián realmente confía en mí por dejarme un cargo tan grande. Pero tal vez lo que él no tomaba en cuenta eran mis próximas decisiones.
-Que bueno que hayan podido venir. Necesito decirles algo muy importante.
-Sabes que siempre estaremos para ti, Lucy. -Mi suegra, Jocelyn, me toma de las manos.
-Sinceramente yo no me esperaba nada de esto..., seré muy breve e iré al grano. Voy a regresar a Alemania.
-Lucía, pero..., Julián acaba de...
-Sí, lo sé. -Contestó enseguida-. Mi esposo acaba de morir y es por eso que voy a regresar a mi país de crianza. Pero tranquilos que no pienso irme ahora, antes tengo que resolver unas cosas aquí en Turquía. Julián dejó varios asuntos sin resolver y mi deber como su esposa es llevarlos acabo.
-¿Cuándo se irán?
-A principios del año que viene, aún falta.
A mis suegros parece no haberles tomado la noticia con tanta sorpresa.
-Yo necesito regresar. Cuando me vine a vivir aquí dejé muchas cosas sin resolver, mis empresas quedaron en manos de otras personas. Debo de regresar.
-¿Qué pasará con Oli?
-Oliver tiene que venir conmigo pero vendremos a visitarlos, eso es seguro. Oliver los ama tanto a ustedes y yo... Yo tengo que agradecerles por tanto. Por darle esa familia a mi hijo y haber...
-No tienes que decirlo, hijita. Julián se enamoró profundamente de ti y somos nosotros quienes tenemos que darte las gracias, Julián fue el hombre más feliz después de que se casó contigo, le diste el privilegio de ser padre y tener lo que siempre ha soñado.
Ellos me sonríen con gratitud. Y vuelvo a darle las gracias una y mil veces, porque sin ellos, yo no podría haberle dado aquella familia que Oliver se merecía y necesitaría. Julián se casó conmigo sabiendo que él no es el padre biológico de Oliver pero lo amó desde que estaba en mi vientre. Llegué a enamorarme de él, me casé profundamente enamorada de mi esposo y no me arrepiento de haberle dado el sí a Julián, porque me hizo la mujer más feliz del planeta.
A Oliver no le costó mucho entender que su padre no regresaría. Poco a poco dejó de preguntar cuando regresaría, y me doy cuenta de que hice bien en no llevarlo a funeral, no quería que mi hijo se llevase esa imagen de su padre en esa tumba. Quiero que Oliver recuerde a su padre como el hombre valiente que fue.
Logró desviar su atención con las clases de natación y las clases en casa. Mi hijo no iba a la escuela como un niño normal, por seguridad, yo quise que fuese así porque el que el padre de mi hijo sea abogado tiene mucha influencia, Julián ganaba casos constantemente como también ganaba enemigos y a menudo recibía amenazas. Todo eso me llevó a convertirme en una madre sobreprotectora. Ni siquiera dejo que Oliver vaya solo a baño de lugares públicos, ni siquiera dejó que salga solo a la esquina, solamente puede salir si está acompañado de sus abuelos o conmigo. Me metí en el papel de maestra y comencé a darle clases de alemán y de francés a Oliver, de modo que se vaya acostumbrando y por suerte, le salen muy bien las palabras.
-¿Mami, cuando regreso a clases de natación? -Me pregunta mientras lanza su camión de juguete que choca sin fuerzas en unas de las patas del viejo Balto que lo mira con flojera desde su cama.
-Dentro de unos meses vas a regresar, mi cielo. -Digo sin apartar la vista del montón de papeles que tengo encima de la mesa.
-Extraño el agua, mami.
-Lo sé, cariño.
Estoy revisando unas cuentas pendientes, los papeleos y cuentas de bancos de Julián. Oígo que Oli suspira con desgano en el suelo. Lo miro de reojo, lleva puestas unas botas de goma azul con unos jeans y un suéter también azul. Le encanta el azul. Tiene un mohín en los labios y observa el camión con recelo, y luego mira a Balto.
-Perro aburrido. -Dice y se levanta del suelo. Percibo como se acerca y se guinda de mi silla e intenta ver lo que estoy haciendo. -Mami.
Está aburrido. Eso es lo que pasa.
-Mami. -Me llama de nuevo y me quito las gafas para mirarlo.
-Mami está trabajando.
La carita de ángel de mi hijo se vuelve otra vez aburrida. Miro los papeles de nuevo, y luego lo miro a él de vuelta y él mismo se sube a mis piernas y se sienta a horcadas encima de mí.
-Oliver aburrido. -Dice y juega con mi collar de perlas.
Hago una mueca con los labios y le aparto el pelo de la cara. Ya necesita un corte. Pienso. Honestamente, no sé qué decirle para quitarle el aburrimiento. Lo observo con detalle y sonrío. Le agradezco a Dios por haberme dado un hijo tan guapo como lo es mi Oliver. Mi niño dulce con pequitas, de piel clara y cremosa, una narizita del tamaño de la punta de mi dedo, su cabello negro, tan negro como la noche, casi igual al mío, y sus ojos..., madre mía. Sus ojos son tan... de él. Esos ojos verdes claros me recuerdan tanto a él, la mirada de Oliver es tan de él que aveces me cuesta mantener el contacto visual con mi propio hijo, porque mi bebé es la imagen exacta de él, de ese hombre que ya ni siquiera me atrevo a pronunciar en voz alta su nombre.
-Oliver, ¿te acuerdas que te hablé sobre Mika? -Le pregunto entonces en sus ojos se despierta el interés.
-¡Mika!
-Sí, Mika, hija de la tía Lizy, ¿Recuerdas? Cuando vayamos a Alemania, vas a conocerla y vas a jugar con ella.
Oliver ya conoce a Mika, lo conoce por mis videollamadas constantes de Lizy.
-¿Te parece si cocinamos algo y luego vamos a ver una película?
-¡Los Minions! -Grita.
-Entonces los Minions serán.
...⸺⚋ׅㅤ♡ㅤׁ⚋⸺ׅㅤ♡ㅤׁ⸺⚋ׅㅤ♡ㅤׁ⚋⸺...
-Seis meses. Seis meses habían pasado desde entonces y nada ha vuelto a ser como antes. Ya es navidad y Oliver está feliz, pero no para de preguntar por ti, Julián. Te extraña. Te extrañamos.
Dejo las flores margaritas encima de su lápida. Sus flores favoritas, ahora esas son mis favoritas también y espero que también sean las favoritas de Oliver, aunque él prefiero los insectos que las flores.
-Hoy es noche buena, y será la última Navidad que pase en Turquía. Me iré pero siempre estarás en mi corazón, Julián. Te quiero.
Salgo del cementerio destrozada, caminando sobre la nieve, me abrazo a mí misma y me subo al coche que me lleva de vuelta a mi hogar y cuando entro me invade el olor a galletas de jengibre y oígo voces en la cocina.
-¡Mami! -Grita Oli de pie en una silla con Emma al lado.
La encimera está llena de harina y masa, Oliver tiene todas las manos y la ropa llena de harina y ni hablar de su cabello.
-Mami, Emma y yo hacemos galletas.
-Ya veo. -Digo.
Emma me mira con expresión graciosa y como diciéndome: Lo siento. Pero la verdad es que ya estaba acostumbrada a ver este tipo de escenas, la única diferencia que no era Emma quien acompañaba a mi hijo sino Julián. Me entra nostalgia y recuerdo la escena pero me recuerdo que Oli está aquí.
-Emma, ¿ya todo está preparado?
-Todo listo como me lo pidió.
-Perfecto. Entonces, ¿Ya decidiste si vendrás con nosotros?
Emma sonríe con tristeza y mira a Oli jugando con la masa de galletas que queda restante en la encimera.
-Creo que he tomado una decisión. Desde que Julián nació he sido su nana y al igual con Oliver, quiero seguir siéndolo.
-Entonces, ¿eso es un sí?
Ella asiente contenta y yo sonrío.
-Significa mucho para mi que vengas con nosotros, Oliver te va a necesitar mucho y más cuando yo empiece a trabajar.
-¿Se quedará definitivamente, señora? -Me pregunta y yo suspiro.
-La verdad es que no estoy segura, Emma. Dejé toda mi vida en Alemania y regresar a mi antigua vida es como... me asusta.
-Tengamos fé en que todo saldrá bien.
-Sí...-siento como la ansiedad está a punto de invadirme y decido cambiar de tema-. Esta mañana me ha llamada la diseñadora de interiores, nuestra casa en Alemania ya está casi lista. ¡Oliver, tu cuarto te va a encantar!
Pero Oliver parece más concentrados en su bola de masa que en su propia madre.
-Yo lo que creo es que Oliver necesita un baño. -Dice Emma quitandole la bolita de masa.
-No me quiero bañar. -Chilla mirándome.
Me le quedo mirando unos segundos y entonces aplico la técnica de Julián. Nunca falla.
-Vamos a bañarte, Oliver. El pato Donald y los demás patitos nos esperan.
-¡Baño, baño! -Se lanza en mi brazos y luego sale corriendo al baño.
...⸺⚋ׅㅤ♡ㅤׁ⚋⸺ׅㅤ♡ㅤׁ⸺⚋ׅㅤ♡ㅤׁ⚋⸺...
Ya es año nuevo. Ya es primero de enero, un nuevo capitulo se abre en nuestras vidas y me estoy preparando mentalmente para regresar. Oliver esta notoriamente emocionado, pero es más porque se montará en un avión y conocerá a Mika.
Esta mañana he salido algo turbada de la casa con las maletas detrás de mí.
Hoy en su cumpleaños y eso me genera tanta ansiedad y lo peor es que es absurdo. Emma sabe mi historia al igual como toda la familia de Julián. Pero la nana de mi hijo es tan transparente a veces y yo sé que ella sabe que es lo que me tiene ansiosa y casi de mal humor.
-Ya deja la ansiedad, tu hijo lo puede notar.
Lamentablemente no puedo, además, Oliver está tan distraído en la ventana que ni se ha dado cuenta.
-Señora, yo sé que ha usted no le gusta nada hablar sobre este tema pero creo que es necesario. El padre biológico de Oliver...
-No, Emma, no comiences con eso, por favor.
-¿Es que no se ha puesto a pensar que tal vez ese hombre puede sospechar desde el primer momento que ese niño es su hijo?
-El padre de Oliver es Julián y nadie tiene por qué sospechar nada.
-Ya no siga negándose.Tarde temprano se sabrá la verdad, o por lo menos él la sabrá porque es más que obvio y mucho más si usted misma fue la que decidió ocultarle al mundo que tiene un hijo.
Lo último ya era tema y un situación muy complicada. Porque por culpa de mi pánico y miedo, me llevaron a tomar una estricta decisión de ocultar a mi hijo de la prensa y del ojo público en redes. Casi nadie sabe que tengo un hijo. Nadie en Alemania lo sabe o al menos eso espero. Después de que me casé con Julián mi vida cambió drasticamente; me convertí en ama de casa y cumplía mi papel de madre y esposa. Me alejé de las cámaras, mi nombre no volvió a aparecer en las revistas ni en los periódicos y mucho menos por los canales de comunicación. Prácticamente me desaparecí del mapa. La última noticia que se supo de mí fue que me había casado.
En su momento todo era tan frustrante, con lo sensible que me puse estando embarazada, todo era un total caos. Mi empeño en no querer que nadie supiera sobre mi embarazo era lo que me hacía terca y tener mucho miedo. Si esa noticia se hacía pública, Erick iría a buscarme y sin pensarlo le soltaría todo lo que tuvimos al mundo entero y la historia sería completamente otra.
Se les quiere muchísimo. Saludos.
Erick
Los empleados me sonríen cuando me ven llegar y me desean feliz cumpleaños. ¡Es mi cumpleaños! Para mí, es un día como cualquier otro, más bien, el inicio de año. Hace más de quince años que dejé de ver mi cumpleaños como un día especial y me siento más cómodo cuando todos lo pasan desapercibido.
Llego a mi oficina y me tumbo en mi silla. Miro el computador hasta que me percato de un pequeño obsequio encima del escritorio. Me imagino quien debe de ser. Lo tomo y lo abro, una pequeña caja, es pesada y roja, la abro y es un reloj de plata brillante. Muy caro. Pienso. Miro la tarjeta.
..."Aunque se hayan ido la gran mitad de mis ahorros. Lo vi y pensé en ti de inmediato. Espero que sea de tu agrado"....
...Te quiero....
...Rebecca...
Suelto un suspiro cuando termino de leer. <
Guardo la caja y la coloco en una lugar donde nadie la pueda ver. Poco rato después, la puerta se abre de golpe que me llega de sorpresa y me sobresalta en mi silla. Miro con ojos muy abiertos a Gaten que canta <
-¡Feliz cumpleaños a Erick! ¡Whoo! -Y luego aplaude escandalosamente. -¡Ahora sopla las velas!
Lo miro de reojo. Pero mi expresión se ablanda y le sonrío si mostrar los dientes.
-Sopla.
Hago lo que me dice y luego aplaude emocionado y con los ojos soltando chispas. A mí se me escapa una sonrisa tímida mientras lo miro. Aún sigo admirando estos detalles de Gaten, los hace sin falta y creo que después de los dibujos de Sam, éste, es mi regalo favorito.
-Me pregunto quién te hace pasteles sin falta en todos tus cumpleaños.
-De hecho, no eres el único, alguien más me ha echo pasteles.
Entonces señalo la mesa que está junto a la pared con paquetes, pastelillos y tarjetas. Gaten lo mira de reojo.
-Pero ninguno como el mío. -Dice con recelo.
-¿Cómo el tuyo o como el de Lizy? -Digo con ironía-. Porque claramente este pastel no lo hiciste tú.
-Me duele mucho que pienses así de mí.
Me alzo de hombros y luego miro el pastel con más detalle.
-Lizy te manda feliz cumpleaños, al igual que los niños. Pensamos en hacerte un pequeña reunión en nuestro hogar, ¿qué te parece? Y si no, podemos hacerla en algunos de tus clubes. -Hago una mueca y Gaten pone los ojos en blanco-. Estoy seguro de que a tu hijo que le encantaría celebrar tu cumpleaños.
-Tu mejor que nadie sabes que no me gusta celebrar mi cumpleaños y no uses a ni hijo para manipularme. Sam ni siquiera se molesta en pedirme que hagamos una fiesta, con una comida con la familia basta y sobra.
-¿Y piensas hacer una comida con tu familia después de suceso que viviste la última vez?
Yo suspiro.
-Hace meses que no pones un solo pie en esa casa, Erick. Ellos son tu familia.
-Ellos no son mi familia. -Le digo mirándolo fijo-. Mi única familia es mi hermana y mi hijo. Yo no tengo padres, de hecho, ni siquiera los tuve.
-Si tu lo dices. Aún pienso que..., sería bueno que celebremos tu cumpleaños, una reunión pequeña. Cenamos y a las siete acostamos a los niños y después de nos vamos para el club nuevo que ignaguraste.
Miro mis manos fijo. La idea de Gaten no suena mala.
-Lo pensaré.
-Por algo se empieza.
Gaten sonríe. La puerta de la oficina se abre y los dos dirigimos la atención a la puerta, en ella está Rebecca.
-Buenos días, señor... -Tiene una sonrisa gigante pero se desvanece cuando ve a Gaten.
Entre ello se quedan viendo por un largo rato. Rebecca parece apenada porque las mejillas se le han tornado de rojo. Gaten la observa con un expresión ilegible.
-Buenos días, Rebecca. -Digo con un tono de voz suave. Típico.
-Buenos días..., yo creí que el señor Fürts estaba solo pero... regreso después. -Da media vuelta y sale.
Quedamos en silencio, Gaten voltea a mirarme con recelo.
-¿Y dices que no está enamorada de ti?
Ya vamos con lo mismo. Pongo los ojos en blanco y suelto un suspiro.
-Gaten, Rebecca es solamente mi asistente y secretaria.
-Sí, eso ya lo sé, como también sé que esa chica se muere por ti desde que puso el pie en esta empresa.
-Ella no está enamorada de mí.
-Erick, ¿Tú sabes con quién estás hablando? Estas hablando con el hombre que se estaba liando a media Alemania, como dicen los españoles. Mi experiencias con las mujeres han sido más que suficiente para darme cuenta de cuando están enamoradas y que no se trata de una simple atracción. A esa chica -señala la puerta con el dedo- le gustas y mucho. Cada vez que te mira se le iluminan los ojos, se pone nerviosa y las mejillas se les pintan de rojo.
-Pienso que exageras.
-No, no estoy exagerando y tú lo sabes. Dime una cosa, ¿te acostaste con ella?
Lo miro boquiabierto por la pregunta que me ha soltado. De repente, siento que me ha pillado.
-Yo no me acosté con nadie.
-Haré como que te creo. Te dejo, quedé con Lizy es comprar las cosas para la habitación del nuevo bebé.
Asiento con la cabeza y Gaten sale de la oficina. Se va algo enojado conmigo, honestamente no es algo que me importe mucho porque no es la primera vez que tenemos este tipo de discusiones a cerca de Rebecca. Le he mentido en su cara porque me da algo de pena aceptarlo. Miro la caja de regalo debajo del escritorio y suelto suspiro hondo. Rebecca vuelve a aparecer en mi oficina, parece como si la hubiese invocado con la mente.
Cierra la puerta tras de sí y se acerca con timidez a mí escritorio.
-Siento lo de...
-No, Rebecca, no te preocupes por lo que acaba de pasar, fue algo sin importancia alguna y además Gaten es algo imprudente.
-Yo solo quería darle feliz cumpleaños, ¿si vio mi regalo?
Entrelaza sus dedos debajo de su abdomen, ladea la cabeza y sonríe dejando mostrar sus hoyuelos. Me produce ternura y yo también sonrío.
-Sí, sí vi tu regalo y... no puedo aceptar tal obsequio, es muchísimo y te costó mucho dinero.
-El dinero es lo que menos importa, lo compré pensando en usted.
Los ojos le brillan. Maldición. Odio que Gaten siempre tenga razón. Esta chica de verdad está enamorada de mí. Yo mejor que nadie lo sé.
-Fue demasiado que hayas gastado todos tus ahorros en este regalo...
-Acéptalo, Erick. Nada me haría más feliz.
Me le quedo viendo por unos segundos.
-Aceptaré tu obsequio con una breve condición. Voy a devolverte todo dinero que gastaste en él. Eso me haría sentir más cómodo.
-Me parece bien.
-Perfecto, entonces te daré un cheque.
Busco mi chequera en los cajones. Ella se sienta en frente de mí. Sé que me observa con mucha atención, cada movimiento que hago, entonces, cuando despego el cheque de la chequera y se lo tiendo me encuentro con sus ojos oscuros exageradamente grandes mirándome fijo. Ni siquiera se molesta en disimularlo, pero no lo hace porque estamos solos.
-Aquí tienes el cheque, puedes ir a cobrarlo al banco cuando quieras. -Le digo en un tono de voz bajo. Suave, sin despegar la mirada de ella y de sus ojos.
Ella suspira y ladea la cabeza.
-¿Hasta cuándo te vas a seguir rehusado de lo nuestro, Erick?
-Rebecca, creí que esto ya los habíamos hablado.
-No, de hecho, la último que hemos echo es hablar. Hemos echo de todo pero hablar se queda muy lejos.
-No creo que sea correcto que aquello se vuelva a repetir. -Digo con nudo en la garganta.
-Para usted es muy fácil decirlo, para mí no. Yo a usted lo quiero como nunca en mi vida he querido a a otro hombre. Es usted el primero hombre del que me he enamorado perdidamente y no quiero que esto se acabe...
-Rebecca, de verdad lo siento. De verdad te pido disculpas si te ilusioné o te hice pensar algo que no era mi intención. No quiero lastimarte.
-¿Lo dice porque es usted un hombre casado?
-Por eso y por otras cosas. Tú te mereces a alguien mejor en tu vida. Eres una chica talentosa con mucho potencial, eres bella y has de tener muchos pretendientes detrás de ti.
-Pero ninguno que me interese -responde decidida y en sus ojos veo sus ganas de llorar-. Me he enamorado de usted. Yo no me enamoré de mi jefe, me enamoré de un hombre solitario, tímido, de un hombre que como padre es el mejor y que tiene una inteligencia maravillosa. Te quiero, Erick.
-No llores, no hagas eso por favor.
-¿Por qué no puedes verme de la misma manera?
-Porque yo no soy para ti.
Quiero dejar la conversación hasta aquí y no seguir. Me limito a ponerme de pie y salir de la oficina, camino en pasos rápidos y rígidos y llego a la cafetería. Lo empleados cuando me ven se vuelven severos y regresan a sus actividades al tiempo de un parpadeo. Una chica de cabello rubio bien recogido se me acerca.
-Señor Fürts, ¿se le ofrece algo?
-Un café sin azúcar. -Respondo.
-¿Quiere que se lo llevemos a su oficina?
-Me lo tomo aquí. Gracias.
-Como usted diga.
Tomo asiento en una de las mesas. Espero con paciencia el café. Me sobo la cien con los dedos y cierro los ojos. No he estado durmiendo bien, mi cuerpo no descansa lo necesario y siempre tengo una preocupación encima que me atormenta. Mi situación familiar es complicada. Hace meses que no le dirijo la palabra al hombre que me engendró. Mamá y Evelyn vienen a visitarme seguido los fines de semana. Sus visitas son agradables, al menos para Sam, para no tanto para mí porque Mamá y yo siempre terminamos en disputa. Nunca perdonaré a mi padre. Aún no estoy listo para ello.
Mi relación con Rebecca Baker es cada vez más complicada. Pasó precisamente lo que no quería que pasara. Rebecca se enamoró de mí y yo no puedo corresponderle. Lo que empezó como una relación entre secretaria y jefe llegó a algo más, a algo más íntimo y comprometedor. Rebecca y yo compartimos varias veces la cama y no precisamente para dormir, y todo comenzó en nuestro viaje a Chicago. Habíamos tenido acercamientos y roces previamente pero nunca llegamos a tener relaciones hasta esa noche. Suspiro. Rebecca Baker es una mujer joven inglesa que acaba de cumplir los veintitrés años, es una muchacha bonita de piel blanca, cabello negro, liso y con flequillo japonés. Está por terminar su último semestre en psicología. Tiene potencial, es responsable, talentosa y sobre todo es inteligentísima..., pero yo no soy el hombre que ella necesita a su lado. No puedo corresponderle. Ella no sabe que hay detrás de mi matrimonio, sabe que mi relación con Mackenzie es vaga pero eso no es ni siquiera una parte de la historia. Además, yo aún sigo pensando en otra persona.
En ella.
La misma chica me trae el café y lo deja encima de la mesa y luego se retira. Bebo el café lentamente sin atapujos. Miro la taza y mi al rededor, parece que mi presencia les ha alterado un poco.
Un grupo de chicas se sientan detrás de mí. No les doy importancia y sigo bebiendo el café. Recorro el borden de la taza con los pulgares mientras observo fijo el líquido oscuro. Ellas hablan de una fiesta. Yo pienso, recuerdo y siento. Es inevitable no extrañarlo y no sentirme nuevamente herido. La pienso, la pienso. La imagino, la revivo una y otra vez.
-¡Dios mío! -El chillido de unas de a chicas me saca de mis pensamientos.
-¿Qué sucede? -Le pregunta otra voz diferente.
Acerco la taza a mi boca.
-Oigan esto: después de cinco años de ausencia, la empresaria y viuda del licenciado Julián Hoffmann, está de vuelta. Lucía Bernard, la dueña de Bernard Interprises esta de regreso a su país de crianza.
Siento que me ahogo. Me tapo la boca rápido y como puedo trago el café. Comienzo a toser exageradamente y la gente comienza a acercarse.
-Señor, ¿está bien?
No, yo no estoy bien. Ella. Ella está de regreso. Lucía. La mujer que no me he podido sacar de la mente ni de mi corazón. Está de vuelta, después de cinco años, ha regresado.
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