Era una tarde sombría en la mansión de la familia Miller. El aroma a antiguo dinero y tapices pesados impregnaba el aire, mientras que las paredes de la lujosa sala de estar parecían susurrar secretos de generaciones pasadas. En medio de esta opulencia, Emily Miller, la hija mayor de la familia, se enfrentaba a su padre, John Miller, en una feroz pelea que sacudiría los cimientos de su mundo.
Emily, de cabello oscuro y ojos brillantes, estaba visiblemente enfurecida. Su voz temblaba de indignación mientras enfrentaba a su padre, un hombre de negocios frío y calculador que había construido un imperio bancario a lo largo de los años.
"¡No puedo creer que estés haciendo esto, papá!, Gritó Emily, sus mejillas enrojecidas de ira. ¿Cómo puedes esperar que me case con ese hombre?
John Miller, un hombre alto y distinguido con cabello plateado y ojos penetrantes, miraba a su hija con determinación. "Emily, esta es una decisión que beneficiará a la familia y a la empresa. Nuestro banco está en problemas, y la única manera de salvarlo es a través de esta alianza.
Emily sabía a quién se refería su padre. El hombre al que estaba destinada a casarse, William Thornton, un empresario que había quedado parapléjico en un accidente hace años. Los rumores sobre su mal carácter circulaban por toda la ciudad, y Emily había escuchado suficiente para saber que esta unión no sería nada parecido a un cuento de hadas.
"¡No me importa el banco, papá!" exclamó Emily con pasión. "No me casaré con él. No me casaré con alguien que apenas conozco y que tiene esa reputación.
"El rostro de su padre se endureció aún más. "Emily, esto no es una opción. El contrato matrimonial está firmado, y no podemos dar marcha atrás. La empresa necesita a William Thornton, y eso significa que tú también lo necesitas.
"La joven se sintió impotente y atrapada. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras luchaba con sus emociones. No podía creer que su propio padre la estuviera presionando de esta manera.
"Papá, ¿no entiendes lo que me estás pidiendo?" Sollozó Emily. "¿Cómo puedo casarme con alguien a quien no amo? ¿Cómo puedo ser feliz así?
"John Miller suspiró, pero su expresión no se ablandó. "A veces, Emily, el amor no es suficiente. Tienes un deber con esta familia y con la empresa. La felicidad personal debe ceder ante las responsabilidades.
"La joven se alejó de su padre, con el corazón roto y la mente llena de conflicto. Sabía que esta batalla estaba lejos de terminar, pero también sabía que se avecinaban tiempos difíciles en su vida. Emily Miller se enfrentaba a un matrimonio forzado que amenazaba con cambiar su destino para siempre.
La mansión Miller había caído en un silencio tenso después de la acalorada discusión entre Emily y su padre. Los días siguientes transcurrieron en un estado de tensión constante, con ambos evitándose mutuamente en la casa. La joven se encerraba en su habitación, tratando de encontrar una solución a su situación imposible.
Mientras Emily contemplaba su futuro incierto, una tarde soleada de otoño, decidió dar un paseo por el amplio jardín de la mansión. Caminando por el sendero de piedra que serpenteara a través de las exuberantes flores y arbustos bien cuidados, trató de aclarar su mente y encontrar la fuerza para enfrentar lo que venía.
Mientras se perdía en sus pensamientos, una voz profunda la sacó de su ensimismamiento. "Emily, ¿puedo hablar contigo un momento?
"Se dio la vuelta bruscamente para encontrarse con su hermano menor, Daniel, de pie detrás de ella. El rostro de Daniel mostraba preocupación, y sus ojos azules la miraban con comprensión.
"¿Qué quieres, Daniel?" Preguntó Emily con voz apagada.
Su hermano la alcanzó y caminaron juntos por el jardín. "Sé que estás pasando por un momento difícil. Papá no está siendo justo contigo, pero sabes cómo es cuando se trata de los negocios.
"Emily asintió, su mirada fija en el suelo. "Lo sé, pero... no puedo casarme con William Thornton. No puedo hacerlo, Daniel.
"Daniel suspiró y colocó una mano en el hombro de su hermana. "Entiendo tu dilema, pero a veces, no tenemos más opciones. El banco está en una situación delicada, y papá está desesperado por salvarlo.
""¿Y qué pasa con mi felicidad?" Emily miró a su hermano con los ojos llenos de lágrimas. "¿No significa nada?
"Su hermano la miró con simpatía. "Tu felicidad significa mucho, Em, pero a veces, debemos hacer sacrificios por el bien de la familia. Tal vez, con el tiempo, puedas encontrar una forma de llevar una vida feliz, incluso con esta unión forzada.
"Emily sabía que su hermano tenía razón, pero la idea de pasar el resto de su vida al lado de un hombre al que apenas conocía y que tenía fama de ser amargo y malhumorado la atormentaba. La incertidumbre del futuro la llenaba de ansiedad.
Los días pasaron, y el momento del matrimonio se acercaba rápidamente. Emily no podía evitar sentirse atrapada en una pesadilla. A medida que se preparaba para el día de la boda, sus pensamientos la consumían.
Finalmente, llegó el día en que Emily se encontró vistiendo su vestido de novia blanco, rodeada de familiares y amigos en la iglesia. El corazón le latía desbocado mientras caminaba por el pasillo hacia el altar, donde William Thornton la esperaba en su silla de ruedas.
El hombre en cuestión era más joven de lo que Emily había imaginado, con cabello oscuro y ojos intensos. Sin embargo, la expresión en su rostro era sombría, y sus labios se mantenían firmemente cerrados mientras observaba a Emily acercarse.
La ceremonia fue un torbellino de emociones para Emily. Mientras intercambiaban votos, su mente vagó lejos de las palabras pronunciadas por el sacerdote. Se preguntó si alguna vez podría encontrar algún tipo de conexión con William, o si su vida estaría destinada a ser una farsa.
Después de la ceremonia, Emily y William se dirigieron al lujoso salón de recepciones de la mansión Miller para la celebración. A pesar de la magnificencia de la fiesta, el ambiente estaba cargado de tensión. Emily intentó sonreír y socializar con los invitados, pero su mente seguía enredada en sus pensamientos.
Finalmente, cuando la noche llegó a su fin, Emily y William se encontraron solos en su habitación. Los nervios la invadieron mientras cerraba la puerta detrás de ella y se enfrentaba al hombre que ahora era su esposo.
William la miró durante un largo momento antes de hablar. "No espero que esto sea fácil para ti, Emily. Pero estamos en esto juntos ahora.
"Emily asintió con dificultad, incapaz de articular sus pensamientos. La habitación estaba llena de un silencio incómodo mientras los dos se enfrentaban a la realidad de su matrimonio forzado. Lo que el futuro les deparaba era incierto, y solo el tiempo diría si encontrarían una forma de reconciliar sus diferencias y, tal vez, descubrir el amor en un lugar inesperado.
Emily se quedó en la habitación, sola y desorientada, mientras las palabras hirientes de William resonaban en su mente. La oscuridad que rodeaba la habitación parecía reflejar el estado de su alma, y no pudo evitar sentirse abrumada por la tristeza y la soledad.
Durante lo que pareció una eternidad, Emily permaneció quieta, contemplando las sombras en la habitación y preguntándose cómo había llegado a esta situación. El sonido de pasos se acercaba a la puerta, y una mujer de mediana edad, con un delantal manchado de harina, entró apresuradamente.
"Disculpe la demora, señorita," dijo la mujer, mirando a su alrededor con sorpresa antes de enfocarse en Emily. "Soy Margarita, el ama de llaves de la casa. El señor Thornton me ha pedido que prepare una habitación para usted.
"Emily asintió, agradecida de tener algo en lo que enfocarse. Margarita, con eficiencia y simpatía, ayudó a Emily a instalarse en una habitación adyacente a la de William. La habitación era más luminosa y acogedora que la suya, con una gran cama y ventanas que dejaban entrar la luz de la luna.
"Gracias, Margarita," murmuró Emily, sintiéndose un poco más reconfortada en su nuevo entorno.
El ama de llaves le ofreció una sonrisa comprensiva. "Entiendo que esto no es fácil para usted, señorita. Si necesita algo, no dude en pedirlo.
"Después de que Margarita se retirara, Emily se quedó sola en su habitación. No sabía cómo enfrentar la situación. La fría bienvenida de William le había dolido profundamente, pero también sabía que no podía permitirse sentirse vulnerable en su nuevo hogar.
Decidió explorar la habitación antes de enfrentar a su esposo nuevamente. Encontró un escritorio con una colección de libros en una esquina y una chimenea que estaba apagada. Un espejo en la pared le devolvió la imagen de una mujer con los ojos cansados y el corazón lleno de incertidumbre.
Emily pasó horas en la habitación, sintiendo que el tiempo se deslizaba entre sus dedos mientras meditaba sobre su situación. Finalmente, reunió el coraje para enfrentar a William una vez más.
Caminó por el pasillo oscuro que la llevó a la puerta de la habitación de su esposo. Respiró profundamente antes de tocar la puerta con delicadeza.
"¿Qué quieres?" Gruñó la voz de William desde el interior.
Emily se aclaró la garganta antes de responder. "William, necesitamos hablar. No podemos evitar vivir bajo el mismo techo, al menos por ahora.
"Hubo un silencio incómodo antes de que la puerta se abriera lentamente. William estaba sentado en su silla de ruedas, mirándola con ojos que parecían más cansados que enojados en ese momento.
"¿Qué es lo que quieres, Emily?" Preguntó él, con un dejo de resignación en su voz.
Ella dio un paso hacia adelante. "Quiero que entendamos que esta situación no es fácil para ninguno de los dos. Estamos atrapados en esto juntos, y creo que sería mejor si pudiéramos encontrar una forma de convivir de manera pacífica.
"William la miró durante un largo momento antes de asentir con resignación. "Tienes razón, Emily. No quiero vivir en un constante conflicto. Aceptaré vivir bajo el mismo techo, pero eso no significa que tengamos que compartir más de lo necesario.
"Emily asintió, agradecida de que al menos estuvieran dispuestos a considerar la posibilidad de una convivencia menos hostil.
Los días siguientes fueron difíciles pero algo menos tensos. Emily y William compartían la misma casa, pero cada uno tenía su espacio y rutina separados. Aunque no se comunicaban mucho, habían logrado evitar las peleas constantes.
Sin embargo, a medida que el tiempo pasaba, Emily comenzó a notar pequeños gestos de bondad por parte de William. Él le dejaba una taza de té en su habitación por la mañana o le proporcionaba un abrigo cuando el clima se volvía frío. Poco a poco, comenzaron a construir una tímida base de respeto mutuo.
La vida bajo el mismo techo no sería fácil, pero Emily comenzaba a ver una luz de esperanza en la oscuridad de su matrimonio forzado. Tal vez, con el tiempo, podrían encontrar una forma de sanar sus heridas y descubrir la verdad detrás de las personas que habían sido obligadas a casarse, buscando en su interior la posibilidad de un amor improbable.
La tercera noche en la mansión Miller transcurría en un silencio inquietante. Emily se había acostumbrado a la rutina de vivir bajo el mismo techo que William, una rutina que, aunque incómoda, les permitía evitar conflictos. Sin embargo, esa noche todo cambiaría.
En medio de su sueño, Emily fue despertada de golpe por un grito ensordecedor que resonó por toda la casa. Su corazón latía con fuerza mientras trataba de comprender de dónde provenía ese terrorífico sonido.
Se dio cuenta de que el grito provenía de la habitación de William. Sin pensar en las consecuencias, Emily se levantó de la cama, sin siquiera tomar el tiempo de ponerse algo de ropa sobre su camisón de dormir. La urgencia la impulsaba hacia la fuente de aquellos gritos desgarradores.
Corrió por los pasillos oscuros y llegó a la puerta de la habitación de William. Se detuvo en seco, recordando las palabras de su esposo cuando le prohibió la entrada. Sin embargo, el miedo y la preocupación la empujaron a actuar en contra de su voluntad.
Con un resuelto empujón, abrió la puerta y entró en la habitación. La oscuridad era casi total, iluminada solo por un tenue rayo de luna que se colaba por la ventana. Emily, gracias a su memoria fotográfica, pudo orientarse y llegar a la cama.
Lo que encontró la dejó sin aliento. William estaba tendido en la cama, empapado en sudor y agitado. Sus ojos estaban abiertos, pero no parecían reconocerla. Emitió otro grito de angustia antes de murmurar palabras incoherentes.
La joven se acercó con cautela, temerosa de asustarlo aún más. La fiebre de William era evidente, y sus delirios revelaban una lucha interna que Emily no podía entender completamente.
"William, soy yo, Emily," susurró ella, colocando una mano en su frente cálida y sudorosa. "Estás teniendo una pesadilla, todo está bien.
"El hombre se retorció en la cama, sus ojos aún sin enfocar. Emily se sentó a su lado, intentando calmarlo mientras las horas pasaban lentamente.
Las palabras que había escuchado de Margarita comenzaron a resonar en su mente. El ama de llaves había mencionado que William no siempre había sido un hombre amargado, que había sufrido mucho después de su accidente y que eso había cambiado su personalidad.
Emily se encontraba en una encrucijada. Por un lado, tenía razones para estar enojada y herida por la manera en que William la había tratado. Pero en ese momento, viéndolo luchar en medio de sus pesadillas, no podía evitar sentir compasión por él.
La noche fue larga y angustiosa. Emily cuidó de William, refrescándole la frente y susurrándole palabras de consuelo cuando parecía calmarse por un momento. Finalmente, cuando el alba tiñó el cielo con tonos dorados, William cayó en un sueño más tranquilo.
Agotada, Emily se deslizó fuera de la habitación, asegurándose de cerrar la puerta tras de sí. Sabía que debía mantener su distancia, pero no pudo evitar sentir que había visto un lado vulnerable y herido de su esposo.
Pasaron los días, y la salud de William mejoró gradualmente. Emily continuó con sus tareas en la casa, tratando de mantener una cierta distancia emocional, pero el recuerdo de la noche en la que lo cuidó lo perseguía.
Finalmente, una tarde, William la abordó en el pasillo. Su mirada era más suave, menos fría que antes. "Emily, quiero agradecerte por lo que hiciste aquella noche. No debiste hacerlo, pero lo hiciste de todos modos.
"Ella le devolvió la mirada, sus ojos reflejando una mezcla de emociones. "William, no pude evitarlo. Nadie merece sufrir así.
"Hubo un largo silencio antes de que William asintiera. "Tal vez tengas razón, Emily. Tal vez no soy el hombre que pensabas que era.
"A partir de ese día, algo cambió entre ellos. Aunque todavía estaban lejos de ser amigos, habían compartido un momento de vulnerabilidad que les permitió ver un atisbo de humanidad en el otro. La vida bajo el mismo techo seguía siendo complicada, pero tal vez, solo tal vez, estaban comenzando a descubrir que había más en su matrimonio forzado de lo que habían imaginado.
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