Hoy es un día especial, es el cumpleaños de mi mejor amiga y después de celebrar la acompañaré a una fiesta del trabajo de su hermano, estoy emocionada porque será en uno de los mejores sitios de la ciudad...
Me levanto como todos los días, perezosa por ser fin de semana, ya que mi trabajo me absorbe los cinco días de la semana y en mi descanso prácticamente hiberno como los osos en época fría.
Salgo de mi habitación dando pequeños pasos arrastrados hasta llegar a mi cocina buscando que comer y al ver la nevera vacía solo tomo un tazón sirviéndome cereal con la escasa leche que aún quedaba en reserva.
Al terminar, lavo lo que utilice para desayunar y me voy a mi habitación para darme un rápido baño, ya que Leo, no tarda en llegar para ir al salón.
Después de salir de la ducha busco un deportivo, estoy por terminar cuando escucho el timbre insistente dándome a entender que mi amiga habia llegado.
Recojo mi cabello en un chongo mientras camino aprisa, abro la puerta recibiéndome con un cálido y largo abrazo.
— hola bebe, ¿estás lista?— asentí con una sonrisa al separarnos, camino a tomar mi bolso.
— lista beba, vámonos que el día aguarda por nosotras— la escucho gritar y brincar de emoción.
Salimos de mi pequeño departamento, subimos a su auto yéndonos a toda velocidad hasta el salón de belleza, al llegar de inmediato nos recibieron e hicieron un largo tratamiento en nuestro cabello y mientras llegaba el tiempo estipulado nos hicieron las uñas de manos y pies.
Leo solo sonreía de felicidad, ya que este, era el regalo de Bernart para su cumpleaños y el mío sería en tan solo algunas horas.
Nos peinaron y maquillaron dejándonos más que hermosas y listas para festejar, íbamos de regreso a mi casa cuando Leo volteo a verme.
— bebe, ¿si me acompañarás?, las fiestas de la empresa siempre son aburridas — sonreí asintiendo— gracias de verdad Ka, créeme lo compensaré, sé que tu fin de semana es sagrado.
— no te preocupes Leo, sabes que por ti haría mil cosas— hizo un puchero llevando su mano al pecho.
— por eso te quiero bebe— volvió a sonreír aumentando la velocidad del auto— ahora si, a gozar que es nuestro día.
Gritamos al mismo tiempo mientras el auto se detenía para esperar la luz del semáforo, la gente volteo a vernos como si fuéramos extrañas o raras, seguimos gritando mientras Leo subía el volumen de la radio cantando a todo pulmón escuchándose nuestro aullido.
Al llegar de inmediato nos cambiamos por nuestros vestidos, nos retocamos un poco y salimos, pero en esta ocasión nos fuimos en mi auto, ya que le vende los ojos, todo el camino estuvo interrogándome e intentando sacarme una pista, la cual jamás se la di.
Estacione, la ayude a bajar, guiándola hasta la entrada y al atravesar las puertas metálicas se escuchó en coro.
— ¡feliz cumpleaños Leo!— se quitó la venda y al ver a toda la gente reunida y entre ellos a sus familiares.
Giro a verme con sus ojos enrojecidos y una gran sonrisa— feliz cumple Leo— asintió abrazándome escuchando un pequeño quejido.
— gracias por esta gran sorpresa— nos separamos y limpié sus lágrimas.
— este día es para divertirnos, así que ya no llores beba— asintió suspirando— vamos que todos quieren felicitar a la cumpleañera.
Sonrió y caminamos hacia donde estaban todos, lo que comenzó como una pequeña reunión se transformó en una gran fiesta donde las bebidas corrían por la gran mesa, solo veía a mi amiga bailar y celebrar su cumpleaños número veintisiete.
Estábamos bailando en la pista cuando Leo contestó una llamada y por su semblante deduje que era su hermano, la vi suspirar me jalo hasta salir de la pista de baile.
— ¿qué sucede?, Leo— me mostró una sonrisa apretada y fue a despedirse de los invitados, al regresar entrelazo su brazo en el mío.
— nos tenemos que ir, Bernart está furioso porque aún no llegamos— asentí saliendo del club.
Nos subimos al auto poniéndolo de inmediato en marcha, mientras manejaba la veía de reojo y solo estaba seria— Leo, ¿nos tenemos que cambiar?, o ¿así nos vamos?— solo negó viéndome a los ojos.
— nos tenemos que cambiar, ya que Bernat dejo nuestros vestidos en tu casa y me repitió antes de colgar, que fuéramos presentables— suspire asintiendo.
Al llegar a mi puerta estaba en el suelo una gran caja de color negro, busque las llaves en mi bolso, abrí y entre las dos hicimos que entrará la enorme caja, al abrirla sacamos dos hermosos vestidos con glitter que nos haría brillar esta noche.
Nos retocamos el maquillaje recogiéndonos el cabello, nos cambiamos me quede impactada en verdad Bernart conocía mejor mi talla que yo, al verme al espejo el vestido era más que hermoso.
Vestido de Leo.
Vestido de Kailin.
Nos perfumamos y al salir pensé que nos iríamos en mi auto, pero me di cuenta de que estaba una camioneta blanca esperando por nosotros, al cerrar la puerta de inmediato se puso en marcha.
Después de unos muy largos minutos estacionó la camioneta, abrieron la puerta ayudándonos a bajar, caminamos juntas hacia la entrada, pero me sentía un poco ansiosa, era la primera vez que venía a un evento de estos.
Entrelace mi brazo en el suyo y me acerque a su oído susurrandole— estoy nerviosa Leo — le confieso teniendo mis manos más que temblorosas.
Hasta que detuvimos nuestros pasos, tomó mis manos mostrándome una leve sonrisa — calma Kailin, verás que todo saldrá bien.
Asentí suspirando y continuando nuestro andar, atravesamos el gran marco adornado, al entrar había demasiada gente seguimos caminando siendo el centro de atención de la mayoría de las personas.
Seguimos nuestro andar cuando se escuchó la voz de Bernart atras de nosotros.
— hasta que se dignan en aparecer— volteamos hacia la dirección de su voz y Leo lo abrazo.
— perdón Bernart— se quedó en silencio bajo la mirada de su hermano.
— Bernart, fue mi culpa la demora— me vio fijamente hasta desplazar sus ojos de arriba abajo, sintiéndome un poco extraña, lo vi tragar saliva hasta que asintió.
— está bien, Leo necesito que esto lo tomes enserió, hoy será tu nombramiento oficial de vicepresidente en la empresa que nuestros padres nos dejaron— Leo asintió caminando junto a él hasta que volteó a verme de nuevo sonriéndome— preciosa, disfruta de la noche.
Asentí y los vi alejarse, camine hacia una mesa, me senté soltando el aire retenido, aún no me acostumbraba a sentirme así cada que veía a Bernart, después de que hace un poco más de un año tuvimos nuestra muy corta historia, pero al final nos dimos cuenta de que lo nuestro nunca funcionaria.
Estaba perdida en mis pensamientos mientras pasaba mi dedo al rededor de la copa, cuando un toque en mi hombro me hizo salir de inmediato de mi mente, al voltear, frente a mí estaba un hombre demasiado guapo sonriéndome, extendió su mano hacia mí quedándome pasmada.
— ¿me concede esta pieza?— abrí mis ojos sin poder despegar mi vista en la de él, su voz de trueno hacía ponerme nerviosa.
Mis sentidos reaccionaron un poco pudiendo escuchar de fondo una melodía, ¿tan perdida estaba?, que ni cuenta me di que había música, disipe mis pensamientos, pose mi mano sobre la suya hasta sonreírle— claro.
Al caminar hacia la pista, sentí su mano tocar mi cintura, me giro estando frente a él, volví a sentir su mano sobre mi cintura, pero en esta ocasión me acerco más a él, embriagándome de inmediato con su loción tan enigmática.
La melodía era tan pausada que cada movimiento al que él me guiaba provocaba que mi piel se erizara, por un segundo nuestras miradas se cruzaron conectándose de inmediato, vi sus labios curvarse mostrándome una muy sensual sonrisa.
— ¿mañana estarás libre?— volví a escuchar su voz tan sexy sorprendiéndome por completo por su pregunta hasta que solo asentí, ya que mi voz se me había perdido y no sé si la encuentre en este momento.
La melodía terminó e inicio un pequeño discurso de Bernart, el hombre guapo tomó mi mano llevándome de nuevo a la mesa, me ayudo a sentarme hasta que sentí su aliento cálido golpear mi piel— perfecto.
Fruncí mis facciones a su respuesta, al voltear él ya no estaba, suspire y giré para prestar toda mi atención al nombramiento de mi mejor amiga.
Cuando termino toda la ceremonia me levante de mi asiento para ir a abrazar a mi amiga, quien al verme grito de emoción.
— felicidades, sé que harás un magnífico trabajo— asintió apartándose un poco de mí, sintiendo una cálida mano posarse en mi cintura.
Al girar era Bernart quien me sonreía, se acercó a mí, dejando un beso en mi mejilla— gracias por estar aquí— tomó mi mano haciéndome que girará en mi propio eje— estás hermosa y aún no olvido tus medidas.
Cuando me dijo eso me sentí tan incómoda y más porque Leo se había ido de mi lado, aclare mi garganta intentando controlarme — gracias por el vestido Bernart, pero creo que ya es hora de irme.
Me alejé de él, pero me jalo del brazo hasta topar con su pecho— Kailin, hoy quiero recordar viejos tiempos— tocó mi mejilla hasta que intento besarme.
— Bernart, creo que esto no está bien— me alejé de él y caminé entre la gente en busca de mi amiga.
Después de unos minutos buscándola la encontré hablando con el hombre guapo junto a otro dos más que estaban de buen ver, me acerque a Leo sintiendo su mirada sobre mí.
— Leo, me tengo que ir— giro hacia mí abrazándome.
— está bien y perdóname por haberme ido así, pero Bernart me obligo— nos separamos y al verla solo asentí.
— no te preocupes, todo está bien, nos llamamos y nuevamente felicidades por tu nombramiento— asintió, mi vista recorrió aquellos ajustados trajes hasta conectar con su mirada.
Les sonreí despidiéndome a distancia, ya que estaba muy nerviosa, camine al área de sanitarios y después de hacer lo que mi cuerpo ya no necesitaba, lavé mis manos al salir camine distraída sin darme cuenta de que alguien me esperaban.
— hola, ¿tienes hambre?— y al escucharle, mis sentidos entraron en crisis, mi vista no dejaba de verlo haciendo conexión como si de un hechizo se tratara.
Y solo asentí sintiendo su cálida mano sobre mi cintura.
Kailin Olsen Moe.
Leo Nanni.
Bernart Nanni.
Al sentir su toque en mi cintura una vibración que jamás había sentido recorrió todo mi ser, caminamos hasta salir del majestuoso salón, entrelazo su mano en la mía me llevo a su auto, abrió la puerta y como todo un guapo caballero me ayudo a subir.
Y cuando él subió me vio por unos breves segundos sonriéndome, trague saliva y su auto se puso en marcha, su mano la posó en mi rodilla y yo estaba que me derretía por todo lo que estaba experimentando por primera vez en toda mi corta vida.
Después de unos minutos agonizantes encerrados en su auto y un par de curvas por fin había estacionado frente a un restaurante, iba a abrir cuando el tomo mi mano escuchando de nuevo su estremecedora voz.
— espera — bajo y casi corrió para abrirme, extendió su mano para ayudarme a bajar.
Caminamos tomados de la mano hasta entrar al ostentoso restaurante, nos guiaron hasta una mesa más que privada, el hombre guapo y sexy deslizó la silla para sentarme sintiendo sus dedos recorrer parte de mi brazo.
Se sentó frente a mí y solo me sonrió— me llamo Bazil— asentí suspirando.
— un gusto Bazil, mi nombre es Kailin— asintió mordiendo ligeramente su labio.
En verdad este hombre se veía tan jodidamente sexy, carraspee intentando controlarme porque estoy tan segura que en cualquier momento babearía con solo verlo un segundo más.
La mesera levantó nuestro pedido sin quitarle la mirada a Bazil, podría jurar, corrijo, juro que se lo estaba comiendo con la mirada.
Él sonrió viéndome, ladeo sus labios y asintió, cuando la misma mesera regreso con nuestra cena solo vi que le entregó un papel, Bazil lo vio por un instante y lo arrugó.
— esto que acaba de hacer, es una falta de respeto para mi esposa— tomó mi mano y juro que mis ojos se saldrían de mis cuencas de tal asombro por sus drásticas palabras.
Giró la mesera viéndome y en su rostro se notaba algo, pero era indescriptible, agacho su cabeza escuchándola hablar— una disculpa señora.
Aún no salía de mi asombro cuando de nuevo la chica se volvió a disculpar y se fue, al estar solos alejé mi mano de la suya— Bazil, no era necesario que dijeras esa gran mentira.
Escuché su risa sintiendo la vibración de su voz resonante en mis piernas— ¿cuál mentira?, preciosa mejor comamos que se enfriara.
Asentí degustando el platillo, al terminar pago y salimos, al llegar a su auto de un solo movimiento me tenía contra su auto, su aliento golpeaba en mi cuello y con solo sentir esa sensación mi respiración se aceleró al igual que mis latidos.
Sentí sus dedos ser tan hábiles deslizándose por mi piel desde mi brazo pasando por mí cintura hasta terminar en mi pierna, el cual me hizo suspirar, su mano se posicionó en mi nuca y solo fue una desconexión total.
Sus besos provocaron que me perdiera por un instante, pero cuando se separó solo quería más, sus pupilas estaban dilatadas y su mirada destilaba pasión junto a deseo el cual yo también lo sentía.
Entrelace mis manos en su cuello y ahora yo probé sus labios con total desesperación, hasta que en un lapsus de cordura él habló entre mis labios.
— vámonos preciosa— y solo asentí, abriendo la puerta.
Subimos aprisa, manejo tan rápido que ya estaba estacionado en el subterráneo, bajamos del auto extendió su mano y al posar la mía jalo de ella hasta que me tenía entre sus brazos mientras mis piernas por si solas se entrelazaron en sus caderas.
Al estar dentro del ascensor era fuego total, solo se escucha el sonido de nuestros labios y pequeños gemidos que se me escapaban al sentir su tacto, al abrir sus puertas camino y sin ver más nada me bajo sentándome sobre la cama.
Lo vi desatar su corbata con desesperación, se deshizo de su saco y desabotono su muy ajustada camisa, pudiendo ver su tan llamativo torso haciéndose agua mi boca.
Se acercó volviendo a tomar con dominación mis labios, sus manos eran hábiles que para este momento mi vestido ya estaba por el suelo, se separó de mí recorriéndome tan despacio con su mirada la cual sentía quemar mi piel.
Me cargo entrelazando mis manos en su cabello mientras seguíamos devorándonos nuestros labios, me recostó sobre la cama y lo vi subir como una fiera a punto de devorar a su presa— serás mía.
Y antes de poder decir alguna palabra ante su afirmación sus labios recorrieron cada milímetro de mi piel llevándome al límite de las sensaciones, mi boca la sentía seca de tanto gemir y sin tener algún descanso.
Lo sentí entre mis piernas y fue el éxtasis total, era algo nuevo, pero era tan exquisito que me hacía tocar el cielo solo con sentir sus delicados movimientos en mi debilidad.
Sus húmedos labios subieron por mi vientre hasta terminar en mi cuello sintiendo un ligero y excitante mordisco, hasta de un solo movimiento lo sentí abrirse paso en mí.
Dándole paso a la pasión entre los dos, experimentando diferentes posiciones las cuales nunca pensé que existían, pero la sensación iba en aumento siendo una mejor que la otra, hasta que nuestros cuerpos cayeron agotados por la larga demanda de nuestro deseo...
Al abrir mis ojos, mi sonrisa fue enorme al solo recordar la excitante noche que habíamos pasado, al moverme mi cuerpo protesto, sentía dolor hasta en mi último mechón de cabello, me senté dándome cuenta de que él, no estaba en la cama, al girar mi vista pude ver una rosa negra sobre la mesita de noche con una pequeña nota.
...〰️〰️〰️...
...no tardo, por favor no te vayas...
...〰️〰️〰️...
Sonreí hasta terminar suspirando, me levante de la cama y camine con un poco de dificultad, ya que nuestro encuentro había sido un poco rudo y pues yo ya tenía tiempo que no tenía contacto ni del tercer tipo, abrí la primera puerta dándome cuenta de que era el extenso armario de Bazil.
Camine hacia la segunda puerta y por fin era el baño, al entrar un enorme espejo me recibió viendo mi cuerpo desnudo notando en el reflejo ligeras marcas en diferentes partes de mi cuerpo y sabía quien era el culpable por su gran intensidad.
Me di una ducha con agua tibia sintiendo mi cuerpo relajarse, al salir me envolví en una toalla y al no tener que ponerme saque del armario una sudadera.
Volví a acostarme y de nuevo me quede dormida, hasta que un beso en mis labios hizo despertarme viendo al guapo hombre frente a mí.
— hola preciosa, ¿has descansado?— me senté y solo asentí a su pregunta, me observo por un largo tiempo hasta ver una amplea sonrisa, se acercó a mi cuello dejando un sutil beso sobre mi piel— te ves tan sexy con mi ropa que me tienes así, con solo verte.
Tomó mi mano llevándola a su muy ajustado pantalón notando a lo que se refería, hice un inocente sonido y solo eso, basto para tener una extensa y caliente sesión...
El día paso relativamente rápido entre sabanas y en sus fuertes brazos, al llegar la noche me levanté viéndolo a él dormir, recogí mis cosas estaba por salir cuando sus fuertes brazos me abrazaron.
— ¿no piensas despedirte?, ¿tan malo fui?— giré mi cuerpo estando frente a él y solo negué.
— no, solo, solo que me tengo que ir, mañana regreso a mi realidad— asintió dándome un corto beso— Bazil gracias por este día.
Asintió viéndolo suspirar— no puedes irte así, espérame yo te llevaré.
Asentí viéndolo cambiarse tan rápido que ya estábamos en camino, de mi bolso saque mi celular encendiéndolo y se puso como loco, entre vibraciones y sonido por los excesivos mensajes, de seguro de Leo.
Cuando estacionó frente a mi edificio, bajo y me ayudo a bajar sintiendo sus cálidos brazos y un delicado beso en mi frente, nos separamos y del auto bajo mi vestido, ya que traía aun su sudadera puesta haciendo juego con las hermosas zapatillas de anoche.
— cuídate preciosa— asentí despidiéndonos con un apasionado beso.
Y sin mirar atrás caminé hasta atravesar la puerta, subí al ascensor, al caminar por el pasillo venía distraída revisando los mensajes cuando una voz me sacó de mi concentración asustándome por el factor sorpresa.
— ¿dónde...— se queda en silencio por unos segundos viéndome de arriba abajo escaneandome hasta que sonrió— ¿quién es?.
— quién es que, beba, ¿de que hablas?— entrecerró sus ojos cruzándose de brazos— no se a que o quien te refieres Leo.
— Kailin, no soy tonta, dime, no puedes dejar así a tu mejor amiga con la intriga— solo negué hasta encogerme de hombros, saque las llaves de mi bolso y abrí la puerta.
— ya deja el drama, mejor entremos — ella asintió estirando la enorme sudadera.
Al entrar nos fuimos a la cocina tomando una taza de mi bebida preferida, un caliente y aromático café, donde Leo no desistió en saber de quién se trataba, pero en realidad para qué lo iba a mencionar, si entre él y yo solo quedo en un bello encuentro, ¿no?.
Bazil Russo.
Hoy iniciaba una semana más de mi estresante trabajo, al sentir las gotas caer en mi rostro por un instante cerré mis ojos y aún tenía las imágenes en mi mente de su cuerpo sobre mí, en verdad ese hombre era candela pura, al salir me cambié con lo primero que vi, ya que ayer por vivir un apasionado día no hice mis deberes y hoy no tenía ropa limpia.
Desayune rápido y salí corriendo para subir a mi auto, el tráfico era fatal, pero a pesar de pelearme con medio mundo por su transitar a nivel tortuga, llegué a la tolerancia, cheque mi entrada subiendo por las cansadas escaleras porque para mi muy mala suerte el bendito ascensor estaba en reparación.
Después de subir cada escalón sintiendo un calambre en mi pierna por fin llegaba al onceavo piso, en este preciso momento odiaba con toda mi alma trabajar en este edificio, llegue casi muriéndome, el aire me faltaba notándose mi pésima condición física, tosí infinidad de veces hasta que el aliento regreso a mí, carraspee y avance hasta mi diminuta oficina como si nada hubiera pasado.
Al sentarme no pude ni relajarme cuando entro el hombre más fastidioso que podrá existir— Kailin llegas quince minutos tarde.
Negué ante su absurda afirmación— el checador demostrará lo contrario, quizás me tarde en subir por las escaleras once odiosos pisos.
Me vio serio y me entregó unos planos— el jefe necesita que los revises y cuando estén listos se los entregas al arquitecto— asentí sin decir una palabra más.
Cuando él se fue, me levante cerrando la puerta con seguro, en este momento necesitaba toda concentración para revisar si no había algún error en el plano.
Mi trabajo en esta empresa consistía en que yo siendo arquitecta solo arreglaba los desastres y grandes errores de mis colegas de alto renombre, sé que suena pésimo ser yo la autora intelectual de majestuosas edificaciones, pero ovacionando a terceros.
Que más quisiera renunciar y buscar donde me den un mejor trato y que aprecien mi talento, pero lamentablemente esta profesión es muy reñida entre cavernícolas y si a mí me dejarán sobresalir obvio los desbancaría de inmediato.
Así que por el momento este es mi escape, ya que no es una opción regresar con mi familia y soportar a mi madre junto a sus lamentaciones.
Me senté y extendí el plano en la mesa, lo observé por unos segundos y mientras la cafetera prepara mi preciado impulsador, comencé a medir y leer el informe de que edificio sería, pasando toda la mañana corrigiendo en su totalidad el plano.
Ya que por un minúsculo error todo el trabajo se vendría abajo, después de tomarme dos tazas de café me levante estirando mi columna, pues las largas horas sentada y en una sola posición era un poco molesto.
Volví a enrollar el plano, lo metí en su contenedor y salí de mi oficina dirigiéndome a las malditas escaleras, subí cuatro y acalorados pisos más, camine hasta la oficina de mi jefe, toque y al escuchar el pase, entre bajo su mirada.
— buenas tardes— asintió indicándome para que tomara asiento— el plano ya está listo.
— puedes extenderlo para revisarlo— asentí levantándome, me acerqué al escritorio y lo extendí.
Lo vi acercarse y como siempre su observación era tan minuciosa, volteo a verme hasta sonreír— por esta obra es que confío mucho en ti.
Solo me limite a asentir, guarde el plano entregándoselo en sus manos, me indicó que me sentará y de un cajón saco una carpeta.
— abre la carpeta, esas son las imágenes de una construcción— asentí viendo las imágenes y leyendo unos escritos— será un hospital, pero están mal los planos de una área, Kailin necesito que viajes para que corrijas esos planos y supervises la obra.
Me sorprendí por lo que había dicho mi jefe— gracias por esta oportunidad, de verdad no lo defraudaré.
— lo sé, por eso es que tú eres la indicada para que arregles los desastres que a ocasionado Alex— asentí con una enorme sonrisa en mis labios— en tres semanas te vas.
— gracias, gracias— asintió y solo volvió su vista a sus papeles.
Salí de la oficina tan contenta que al bajar las escaleras no me queje y ni mucho menos maldije, seguí con mi trabajo hasta la hora de mi salida, mi reloj marcaba las ocho con quince y ya iba en camino a mi casa.
Al estacionar, entre y al revisar mi buzón, se encontraba una rosa negra con una pequeña nota.
...〰️〰️〰️...
...Te extraño preciosa...
...〰️〰️〰️...
Al leer esas tres palabras mi corazón se aceleró, suspire tan profundo que mi corazón se estrujó, iba a dar el primer paso cuando sentí que me detuvieron, al girar era él con su traje a la medida viéndose tan, tan, uff que calor.
— ¿vamos a cenar?— lo vi por un instante hasta que mi estómago protesto por la falta de alimento y solo asentí— te gustará el postre.
Cuando dijo lo último fue de una manera tan sexy y extraña que una sensación erizante recorrió todo mi cuerpo.
Al ser guiada a su auto a lo lejos vi a Leo, quien solo me saludaba y me mostraba sus pulgares en forma de aprobación, sonreí por lo que hacía mi amiga cuando la voz profunda de este sexy hombre me hizo voltear.
— esa hermosa sonrisa, quisiera provocarla yo— volví a sonreír mientras él se me acercaba tan pausado.
Sintiéndome acorralada o como una presa feliz que se la coma esta deseosa pantera, beso mi cuello y todo mi cuerpo templo por ese toque, se escapó de mis labios un pequeño gemido al sentir su lengua recorrer mi piel hasta llegar a mis labios donde nos devoramos sin piedad.
Al separarnos mis mejillas las sentía arder al igual que nuestro espacio se sentía más cálido de lo que era, él tomó mi barbilla regalándome una sexy sonrisa.
Y en total silencio manejo por las calles iluminadas, tomando diferentes calles hasta que llegamos a un restaurante diferente, abrió mi puerta y al posar mi mano en la suya dejó un beso sobre mi dorso.
Caminamos tomados de la mano que cualquiera que nos viera, jurarían que somos pareja, pero sé que eso está a millas de serlo.
Entramos sentándonos en la mesa más apartada del lugar, cenamos bajo nuestras miradas juguetonas y una que otra insinuación, al terminar salimos, pero antes de poder llegar al auto me atajo a él cargándome.
Devoro mis labios con dedicación y solo sentí que camino y en ese lugar apartado, desolado, oscuro, era perfecto para dar rienda suelta a esta tensión que ambos sentíamos.
Me subió a una pequeña cerca abriéndose paso entre mis piernas, ahogue mi gemido en su hombro, mientras él seguía embistiéndome con fuerza, los árboles eran los testigos de nuestro apasionado encuentro.
— me encantas preciosa— nos besamos mientras yo suspiraba entre sus labios.
Al bajarme mis piernas no respondían mientras mi risa de nervios me delataba y nuevamente me cargo para llevarme a su auto.
Me sentó y mientras abrochaba el cinturón de seguridad dejo un beso en mi frente— y tú a mí— solo dije eso, al verlo directo los ojos pude notar su curvatura en sus labios volviendo a besarme siendo más diferente, pero igual de rico y adictivo.
Puso en marcha su auto y solo me perdí viendo por la ventanilla, era la primera vez que salía mi lado perverso el cual pensé que no existía, no sé que tiene él que lo causaba, pero en definitiva me encantaba.
Sentí un toque en mi pierna y lo tenía frente a mí con su emblemática sonrisa, tome su mano para darme cuenta de que estábamos en el subterráneo, baje y antes de poder dar un paso me cargo como si fuera un costal de papas.
Me mantuvo sobre su hombro hasta que entramos a su departamento, me bajo y al ver a mi alrededor me quede boquiabierta, este lugar era hermoso y demasiado lujoso, camine por el lugar escuchando su carraspeo.
— ¿te gusta?— asentí sin verlo, estando aún maravillada— ¿te gusto?— asentí en automático a pesar de que lo que dijo fue muy bajo.
No le tomé importancia, cuando sentí sus brazos rodearme mi cintura, beso mi cuello sintiendo mis vellos erizarse, me giro y con solo verme me abalance sobre él, sintiendo en mi intimidad su muy firme herramienta de placer.
Camino conmigo entre sus brazos, nos recostamos en la cama, sintiendo su cálida mano recorrer mi pierna y con esa habilidad que lo caracteriza mi ropa está sobre el suelo, seguimos besándonos hasta que termino susurrándome el oído.
— eres mía Kailin— con delicadeza se comenzó a mover provocando un escandaloso gemido gracias a la maravillosa sensación que él me producía, beso mis labios y terminó hablando entre ellos— dime que eres mía.
Y al estar rendida a tan extenuante placer asentí hasta confirmárselo con mi voz soñolienta— soy tuya Bazil...
Cada noche al llegar de mi trabajo rosas negras me recibían y con un pequeño mensaje en ellas, era tan romántico y a la vez tan salvaje, que ese hombre tenía todo para complementarme.
Todas las noches, teníamos nuestros apasionados encuentros, acostumbrándome a su manera tan ruda, pero exquisita de llevarme al cielo.
Hasta que la última noche que estaría aquí, un enorme ramo de rosas negras me recibió en mi puerta de mi departamento y con una pequeña nota.
...〰️〰️〰️...
...Me harás mucha falta preciosa...
...〰️〰️〰️...
Sonreí por su manera de ser, levante el enorme ramo y entre a mi casa, aliste mi maleta, al terminar me senté en la sala a intentar ver una película, pero solo pasaba de canal tan rápido que ni cuenta me daba que era lo que estaban dando.
Suspire, porque sería la primera noche que no lo vería, odiaba comenzar a depender de sus besos y caricias tan únicas, me levante sintiéndome como leona enjaulada, cuando se escuchó el timbre corrí con la esperanza que fuera mi hombre sexy, pero al abrir era Leo.
— quita esa cara, perdón por decepcionarte bebe— sonreí negando dándole el pase— ¿y tu hombre misterioso?.
— me imagino que trabajando— asintió caminado hacia el ramo de rosas que estaba sobre una pequeña mesa.
— que clase de hombre regala flores negras, acaso es funeral— ruedo los ojos jalándola del brazo para ir a la cocina.
— no es un funeral beba, pero a mí me gustan— asintió sentándose.
Y mientras le servía café, mi amiga no perdía pisada como intentando descifrar mis movimientos o mi mirada, hasta que deje caer mis manos en la mesa viéndola fijamente.
— ¿qué quieres saber?— sonrió tan ampliamente que daba escalofríos.
— todo, has sido muy mala en no contarme nada— sonreí negando, me senté frente a ella.
Y le conté absolutamente todo, pero no a gran detalle de nuestros acalorados encuentros.
— ¿Qué opinas?— la escuché suspirar.
— ¡ay bebe!, que envidia y de la buena, creo que le pediré clases para que le enseñe al tarado de Argenis— me carcajeo por lo que dice— es verdad dile que le pago lo que quiera con tal que le muestre como debe ser un verdadero macho alfa.
— no inventes, como le voy a decir— reímos las dos hasta terminar suspirando.
Nos quedamos en silencio perdiéndonos ambas en nuestros pensamientos, Leo no sé que estará pensando, pero yo solo revivo cada encuentro hasta que sin darme cuenta tenía una gran sonrisa dibujada en mis labios.
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