Nota
Hola. Solo quería decir que esta historia la tenía subida en otra plataforma, la escribí mucho antes que Mejor amigo. Pero he decidido mejorarla y subirla aquí. Es cortita y tendrá alrededor de veintidós capítulos.
Vacaciones de verano. Esa temporada del año en que los jóvenes aprovechan para salir con sus amigos, viajar, quedarse en casa jugando videojuegos, ver series o leyendo historias. Matthew esperaba con ansia hacer todo lo mencionado anteriormente. Sin embargo, no imaginó que sus padres decidirían que sus vacaciones las pasaría con unos desconocidos.
Aunque él manifestó reiteradamente que podría cuidar de la casa y de él mismo, a sus padres les preocupaba que estuviera solo. Así que, allí estaba, en la cocina de una vivienda de madera de dos plantas, en un pueblito remoto, rodeado de extensas praderas y un montañoso valle.
Al principio le preocupaba que no tuvieran internet, al menos quería tener algo con que entretenerse para no morir de aburrimiento. Pero se relajó al ver las torres de comunicación durante el trayecto.
Antes, Matthew vio cientos y cientos de colinas grandes y pequeñas color verde claro, verde oscuro y verde pantano. El paisaje era hermoso, sí. Sin embargo, no estaba acostumbrado a presenciar el reinado de la naturaleza en todo su esplendor alrededor, menos a vivir en fincas y propiedades tan separadas unas de otras. Aun así, debía admitir que la vista era relajante. Era como si respirara aire puro en un mundo completamente diferente, separado de la gran ciudad con sus altos edificios y calles atestadas.
Su parte favorita había sido la bienvenida a la morada donde pasaría los siguientes días de su receso escolar. Los cuadros, los objetos decorativos e incluso el color cálido de las paredes de la vivienda le transmitieron una sensación hogareña, en especial la señora Copper, que los trató con mucha afabilidad. Desde que se sentaron en el comedor él no había parado de sonreír y para su grata sorpresa no se sintió como un extraño; sino como un pariente lejano que venía de visita, aunque literalmente apenas se estaban conociendo.
La señora Copper era la amiga, excompañera de la escuela o familiar de uno de sus padres -no le había quedado muy claro por estar distraído- y una mujer rechoncha y amable. Pudo percibir tras unos segundos de charla amena que era una persona dulce, divertida y de carácter franco. La agradable mujer les tenía preparado un banquete de recibimiento, pese a que habían llegado pasada la hora de la cena.
Les habló con cierto reproche (pero aun así se notaba el cariño que les tenía) de sus dos hijos gemelos: Samuel, apodado Sam y Louis, siendo este el más atrevido de los dos según las numerosas travesuras que les contó. En determinado punto de la animada conversación, se volvió hacia Matthew y le preguntó con una sonrisa:
- ¿por qué no vas a conocerlos? Ya deben de estar abajo.
Matthew no quiso ser descortés y se levantó del asiento. Se sentía contagiado de un buen humor inusitado. Descendió por las escaleras mientras meditaba cómo sería vivir con ellos. Pensó que no sería tan malo pasar el resto de sus vacaciones con esa familia, si todos fuesen así de agradables. Le resultó curioso. Él no era dado a intimar con nuevas personas ni a tener expectativas en ese aspecto, aparentaba sentirse satisfecho para no molestar a otros, en especial a sus padres, quienes se esforzaban porque fuera feliz. Pero, no podía evitar sentirse mal cuando se forzaba a hacerlo.
Terminó de bajar los escalones adyacentes a la estancia y a lo lejos vio el espaldar del sofá y dos melenas cobrizas viendo la tele. Caminó en dirección a ellos y uno de los chicos, el que estaba en el lado izquierdo del mueble debió haberlo escuchado porque notó su presencia.
- tú eres Matthew ¿cierto? -preguntó sonriente. A Matthew le pareció que se estaban divirtiendo. Su compañero giró el cuello para verle.
-Mamá debió haberte hablado de nosotros- dijo este. En seguida ambos se colocaron de pie para acercársele y se pararon frente a Matthew, uno al lado del otro. Eran idénticos, en las facciones de la cara, el color del cabello, los ojos castaños, probablemente hasta tendrían también la misma estatura. Nunca en su vida había visto dos personas más parecidas.
-Te apuesto a que no puedes adivinar quién es quién-le retó el que estaba a su derecha. El segundo chico que le dirigió la palabra. Matthew los reparó un escaso segundo. Luego miró a su retador.
-tú eres Louis- dijo y el chico abrió los ojos con sorpresa. El otro gemelo agachó la cabeza tratando de ocultar su sonrisa.
- ¿cómo lo supo? - preguntó Louis mirando a su hermano.
…
Después de dejar a Louis boquiabierto y habiéndose despedido de sus padres, quienes conducirían toda la noche hasta la posada más cercana y luego a la urbe donde se llevaría a cabo la reunión a la que debía asistir su padre, la señora Copper llevó a Matthew a la habitación en la que dormiría las próximas semanas. Era un cuarto de tamaño medio con un armario, una cómoda de cajones horizontales y una cama mucho más espaciosa que la que tenía. Matthew pensó en la posibilidad de que se tratara del dormitorio del señor y la señora Copper. Ella confirmó sus pensamientos al decirle que podía dormir allí, pues su marido casi siempre estaba fuera por trabajo. No parecía importarle demasiado, por lo que Matthew decidió aceptar su generosa oferta.
Creyó que ya iba a irse a dormir. Pero, en ese preciso momento aparecieron Louis y Sam diciendo que no era justo que tuviera para él solo la cama más grande y cómoda de la casa. Su madre los mandó a callar y salió de la habitación pasando, por un lado, e ignorándolos por completo. Cuando los gemelos empezaron a discutir cuál de los dos dormiría con el invitado esa noche Matthew les prestó atención un poco perturbado.
- ¿qué están diciendo? No pueden estar hablando en serio si creen que uno de ustedes va a dormir aquí.
- tienes razón- coincidió uno de los gemelos.
-podemos dormir los tres- contribuyó el otro.
- ¿qué? –Matthew estaba desconcertado. Los gemelos se acercaron y él retrocedió atemorizado enseguida. Sin embargo\, los otros fueron más rápidos y le agarraron cada uno por un brazo y lo llevaron casi a rastras.
- ¡Esperen! -gritó Matthew- están bromeando ¿verdad?
No fue ninguna broma. A Matthew le disgustó bastante tener que compartir la cama y estar en el medio de dos varones esa noche. Además, porque ellos parecían dormir plácidamente, a diferencia suya. Se prometió a si mismo que a partir del día siguiente no dejaría que le molestasen.
Matthew pensaba dejar que sus melosos padres pasaran algún tiempo a solas, ya que su padre debía viajar por negocios y su madre planeaba acompañarlo. No obstante, ellos le dijeron lo que planeaban hacer con él poco antes de llegar a la residencia de los Copper.
- ¡¿qué?!- fue su reacción. No podía creer lo que estaba escuchando- ¿por qué apenas me lo dicen ahora?
-porque conocemos tus cambios de humor y sabíamos que te ibas a negar en el último momento -expuso su madre. Tenía razón. Sin embargo, se sentía traicionado.
-cómo me conocen- dijo Matt apoyándose en la ventanilla con un puchero -me habéis hecho una mala jugada.
-sabes que te queremos- expresó su madre sonriente.
-pero no te íbamos a dejar solo- agregó su padre mirando por el retrovisor.
-me queréis demasiado- se quejó Matthew. Enseguida este pensó que de todas formas no habría hecho mayor cosa en el trabajo de su padre así que se resignó a vivir con los Copper.
…
En la actualidad, Matthew quería vivir en paz. Desde la noche anterior los gemelos se empeñaron en fastidiarlo a la hora de dormir. Llegando incluso a sugerir turnarse por día. Sin embargo, se las ingenió para evitar semejante cosa. Para Matthew, ese tipo de acoso invadía su espacio y el normal desarrollo de su heterosexualidad. Casi se sentía como dentro de una película de comedia en la cual era el objeto principal de las bromas.
Así pasó una semana desde su llegada. Matthew fue rápidamente aceptado por el dúo y los amigos de estos. A veces los acompañaba en sus salidas o jugaban futbol afuera de la casa como en ese momento hacían.
Era sábado y el esposo de la señora Copper, un sujeto igual de agradable que la mujer regresó de la ciudad donde acostumbraba a quedarse por cuestiones de trabajo y transporte, aprovechando para conversar con Matthew buena parte de la mañana y unírseles al juego.
A pesar de que Matthew no sabía con exactitud todas las reglas (él era más de jugar videojuegos), solo que había que meter la pelota en una de las porterías, a ellos no les molestó. Al contrario, parecía divertirles.
- ¡vamos Matthew\, tú puedes! - le alentó Sam\, su compañero de equipo.
De alguna forma él tenía en su poder el balón y el señor Copper le perseguía. Iba tan concentrado en patear, que solo notó a Louis cuando se lo llevó por delante.
Matthew cayó encima del gemelo. En una pose vergonzosa. Tenía las piernas a ambos costados del otro chico y las manos sobre sus hombros. Enseguida se sonrojó y no ayudó que Louis se riera. Era obvio que disfrutaba de la situación. El padre de los hermanos apareció a su lado para ayudarle a levantarse. Sin embargo, Louis le sujetó del brazo haciendo que se volviera a caer. Matthew no recordaba la última vez que un evento le causó tanto pudor. No, sí que lo recordaba, había sido la primera noche que pasó en esa casa.
Un rato después, unos jóvenes también quisieron jugar con ellos. El señor Copper algo cansado de correr prefirió quedarse fuera a charlar con un vecino que se le acercó. En ese momento, Louis abrazó a Matt.
-parece que se llevan bien- opinó el recién llegado. Matthew alcanzaba a escucharlos desde su lugar.
-Sí, ellos le quieren- coincidió el Señor Copper y volvió a mirarlos. Entonces su hijo acercó su rostro al de Matthew y rozó con sus labios la mejilla del muchacho.
-…demasiado- Añadió turbado.
Matthew se apartó de inmediato, tan rápido que tropezó en el proceso. Por suerte, Sam, quien se aproximaba en ese instante lo alcanzó sujetándole por la cintura. Entonces Matthew se quedó quieto por la sorpresa y se encontró con los ojos de Sam. Un rubor cubrió sus mejillas instantáneamente al recordar en que posición se encontraban y después de alejarse por segunda vez extendió sus brazos en ambas direcciones para guardar cierta distancia.
- ¡aléjense de mí! -gritó Matthew alternando su mirada de un gemelo al otro con cautela. Los chicos le miraban con una sonrisa perversa. Matthew estaba lejos de imaginar que así serían el resto de sus días hasta que se terminaran las vacaciones.
…
Era temprano. Matt acababa de despertarse y salía bostezando de su habitación. En eso uno de los gemelos apareció por un recodo del pasillo actuando de forma extraña (más de lo acostumbrado).
-Buenos días, Matthew- saludó en un tono que pretendía sonar elegante. Aunque sonreía de manera incontenible como era típico en ellos- ¿cómo estas hoy?
-jaa…-exhaló Matt frunciendo el entrecejo. Trataba de comprender qué ocurría.
-Acompáñame a tomar el desayuno- le invitó con un ademán de su mano. Matthew lo escudriñó con la mirada antes de preguntar.
- ¿qué estás haciendo Louis? - el chico suspiró e inclinó la cabeza hacia un lado con decepción.
-te dije que no iba a funcionar- dijo Sam manifestándose.
- ¿qué sucede? - preguntó Matthew.
-Louis quería engañarte para que creyeras que era yo y así probar que también podías confundirnos- explicó Sam.
-Ah- dijo Matthew.
Louis mantuvo un rato una expresión de meditación. Luego los miró a ellos, a su hermano y sonrió. Después se aproximó a la escalera y empezó a bajar los escalones para ir a desayunar. Sam se giró hacia Matthew.
-Me he estado preguntado algo -dijo este- ¿Cómo haces para diferenciarnos? Incluso nuestros padres y amigos suelen equivocarse.
-No puedo decírtelo. No quiero revelar mis secretos -contestó Matthew en tono misterioso. Sam entornó los ojos y enarcó una ceja. Una sonrisa en sus labios. Al final Matthew se decidió a hablar.
-tú no sonríes- soltó abruptamente. Esta declaración sorprendió a Sam, quien dejó de hacerlo en ese instante, pero de inmediato volvió a sonreír divertido con un matiz de confusión.
- bueno\, no lo haces tanto como Louis- se corrigió Matthew y su interlocutor le miró en silencio y con expresión ceñuda- En la mayoría de las ocasiones él es quien toma la iniciativa -La madre de ambos mencionó que Louis era el más travieso de los hermanos lo que le dio a pensar que actuaría de forma más descarada. ´´Por eso acerté cuando me retó a adivinar quién era quién el primer día´´.
-Además, tu forma de andar es un poco distinta -siguió Matthew- Louis se mueve rápido y siempre parece ansioso por hacer alguna broma. Tú eres más lento y tranquilo. También…no demuestras… ¿Tus sentimientos? No… - Matthew se esforzó por encontrar las palabras correctas.
- ¿Cómo decirlo? …Es difícil saber lo que estás pensando.
-eres muy observador- opinó Sam. Matthew se encogió de hombros con una sonrisa. Sin embargo, no se fijó en que Sam bajaba la mirada con gesto pensativo. Considerando lo que había dicho.
- ¿qué hacen ustedes dos? -la voz de Louis sacó a Sam de sus cavilaciones internas. Su gemelo ya se encontraba en la primera planta y los estaba esperando.
Los chicos planeaban algo y habían pasado cerca de dos semanas desde que llegó Matthew. Sin embargo, el aludido no estaba precisamente emocionado y tampoco se acordaba siquiera de alguna fecha especial en los próximos días. Los gemelos hicieron lo posible por salir a escondidas de la casa. Y, aun así, Matthew se dio cuenta al escuchar cuchicheos, risas, pasos apresurados y la puerta trasera cerrarse. La señora Copper no tardaría en enterarse también de que sus hijos se habían marchado sin su permiso cuando los necesitara para hacer el almuerzo. Por lo que Matthew decidió asistirla en la cocina.
-Gracias Matthew- le agradeció la mujer con una sonrisa. Luego viró la mirada y tomó un cuchillo y un tubérculo para volver al trabajo- Aunque los que deberían ayudarme son otros.
Al final ella dejó que le ayudase, porque dos pares de manos eran más eficientes que una y mientras cocinaban charlaron entre ellos. Matthew disfrutó de su compañía.
En tanto Matt lavaba unas papas se preguntó en una primera instancia a dónde irían los gemelos y segundo, por qué no le habían invitado. Habían pasado varios días saliendo juntos. Sin embargo, esta vez no fue llamado. No obstante Matthew se dijo a sí mismo que no era asunto suyo y trató de no darle más vueltas, así que sacudió la cabeza y rápidamente lo olvidó al concentrarse en su tarea.
De esta forma, entre ayudar a la señora a pelar verduras, leer unas cuantas páginas de un libro y ver la tele con los muchachos, quienes estaban extrañamente callados, el tiempo pasó volando para Matthew.
Finalmente, al anochecer los gemelos se acercaron a Matthew y le invitaron a dar un paseo afuera de la casa. Matthew miró el reloj de mesa. Era muy tarde y faltaban unos minutos para las doce.
Aunque Matthew estaba soñoliento, se levantó del sofá. Por suerte la caminata le ayudó a despertarse y despejar un poco su mente. Siguió atentamente a sus guías por el jardín frontal y por un sendero de tierra dejando detrás arbustos, maleza y las ramas bajas de los árboles. Aproximándose cada vez más a la zona montañosa. En el camino los chicos dijeron que querían mostrarle algo. Como era de esperarse Matthew estaba ansioso por saber de qué se trataba y la expectación crecía cuanto más avanzaba. No obstante no le dijeron cuál era la sorpresa cuando preguntó y lo hicieron aguantarse su curiosidad.
Llegaron hasta un sitio limpio en lo alto de una colina. Allí se podía ver buena parte del pueblo. Por lo que Matthew se quedó absorto al ver el paisaje mientras los chicos se adelantaban y se ponían de cuclillas en el suelo frente a unas bolsas. Minutos después, una serpiente luminosa surcó el cielo y estalló con un estruendo en miles de luces brillantes.
Apenas si escuchó decir a los gemelos ´´feliz cumpleaños´´ al unísono. Entonces el desconcierto que había sentido Matthew durante el día fue sustituido por la fascinación de los fuegos artificiales.
Los observó durante un largo rato sin emitir palabra, por completo anonadado ante el sonido de explosiones y colores intensos. Luego, miró a un lado donde estaban los gemelos. Louis percibió su mirada y le sonrió.
- ¿No te acordabas? -preguntó divertido. Matt curvó sus labios en una sonrisa y frunció el ceño. No obstante antes de que pudiera decir algo el otro se adelantó.
- ¿es porque eres adoptado? -La felicidad se esfumó. Matthew miró al gemelo con igual o mayor estupor que Sam.
- ¿qué? -dijo Matt procesando lo que acababa de escuchar.
- ¿eh? - Louis los miró a ambos confundido.
- ¿cómo sabes eso? -le preguntó Matthew. Se hizo un breve e hiriente silencio.
-mamá nos lo dijo- contestó Louis después de varios segundos- mucho antes de que llegaras.
-Matthew...-Sam extendió una mano en su dirección con un gesto compasivo, pero no llegó a tocarlo.
Matthew tenía la cabeza gacha. No le había gustado nada saber que ellos estaban enterados. Era algo que él no quería que supiera nadie en lo posible. Las personas tendían a pensar que su condición debía ser una pena o un hecho desafortunado y lo trataban con lástima. Aunque Matthew aparentaba que no le afectaba, la verdad es que la sola mención del tema le provocaba dolor.
En sus registros de nacimiento figuraba una fecha aproximada. Esa fue probablemente la que le dieron a la señora Copper sus padres. Siempre supo que había sido abandonado y que había tenido suerte a diferencia de otros chicos por haber sido adoptado, sobre todo por una pareja amorosa. Por eso pidió a sus padres que celebrasen su cumpleaños el día que fue recogido por estos. Era una especie de recordatorio de un nuevo comienzo en su vida junto a sus personas más queridas, las cuales realmente lo apreciaban. Matthew estaba resuelto a no pensar más en sus progenitores biológicos.
Sin embargo, había algo que le molestaba profundamente. Más que el haber sido dejado en la puerta de un hospital o no saber con exactitud cuándo nació ni quiénes eran o por qué habían hecho eso sus padres. Se cuestionaba hasta qué punto llegaron las conversaciones de sus padres con la señora Copper y si lo habían hecho sentirse a gusto solo por lástima. En ese momento como adivinando sus pensamientos Sam manifestó:
-es cierto que mamá mencionó que fuéramos considerados, pero lo olvidamos desde que charlamos la primera vez.
-ni siquiera nos importó eso- agregó Louis despreocupadamente.
-lo que quiere decir Louis…- replicó Sam tratando de arreglar lo que soltaba su hermano sin pensárselo dos veces- es que no te tratamos de forma especial porque fueras adoptado, en realidad no lo recordábamos. Solo fuimos nosotros mismos- Louis asintió para apoyar lo que decía Sam.
- Sí- añadió este- ya sabes cómo somos.
Después de eso siguió un incómodo y largo mutismo en el que nadie expuso nada. Al menos hasta que Matthew levantó la vista del suelo, miró a sus amigos y sonrió incapaz de seguir enojado. Los hermanos le sonrieron de vuelta.
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