Cuando Nami duerme, se genera el caos a su alrededor, por eso dejó de dormir hace mucho tiempo para que todo vaya bien. Por un tiempo funcionó pero con la llegada de una persona misteriosa, todo se descontroló. Ahora Nami tiene que luchar para que las cosas vuelvan a la normalidad, ¿podrá conseguirlo?
***
Cada 300 años, Mork, el Dios de la tragedia y Saoli, Diosa de la vida. Eligen a un ser humano para que este porte una pequeña parte de ellos.
La persona que toca Mork, puede generar caos con tan solo un chasquido de dedos.
La persona que es elegida por Saoli, puede curar, reparar cualquier cosa que sea tocada por sus manos.
El equilibrio, el bien del mundo está en manos de esas personas. Solo ellas podrán decidir si esos poderes serán una bendición o maldición.
***
La protagonista, Nami. Es una joven con un carácter calmo y es bondadosa. Cómo todos, ella tiene miedos y traumas.
El protagonista, es un chico un poco serio y rebelde pero con ciertos miedos dentro de su corazón que no lo dejan avanzar en la vida.
***
SPOILER/adelantos:
- Hubo un inconveniente. Uno de los caballos se lastimó y tienen que esperar por otro. Todos están bien, sacando el susto-
¿Cómo puede ser? Yo estoy despierta, no tiene que pasar ningún accidente así sea mínimo. ¿Qué está pasando?
Al menos ella si valoró mi habilidad por unos segundos, no como mi familia que me tiene escondida desde que descubrimos que tengo esto. En realidad, no puedo incluir a Haco porque él es el único que está de "mi lado", nunca sintió vergüenza o miedo de mi habilidad y siempre me apoya en lo que puede.
Si tan sólo mis padres fueran así, pero específicamente mi madre.
- No pasa nada, tranquila- le murmuré aún sabiendo que esas palabras no le harían efecto. Nos levanté a ambas y nos dirigí al baño, esperando que nadie haya visto que le sané la herida y el tema de conversación sea sólo el motivo del accidente.
Abrí la puerta para entrar a mi habitación, antes me quedé observando la puerta abierta de la última habitación del pasillo. Ya tenía en mi mente la escena de lo que estaría sucediendo adentro, la tengo grabada de tanto verla desde pequeña; mamá sentada en piso, recostada sobre la cuna y con algún juguete entre sus manos.
Trataba de entenderla, enserio trataba pero sus actitudes me alejaban de ella. Lo que ella no entiende es que fue duro para todos, no sólo para ella. Y me atrevía decir que yo lo pasaba incluso un poco peor.
Sin dejar que me responda, salí de la habitación.
No me importaba si interpretaba esto como mala educación o falta de respeto. Ojalá se lo diga a su majestad y así ya me nieguen la entrada al castillo y relacionarme con la familia real.
Ya arriba de la carroza le indiqué al cochero que no volvamos a casa sino que me lleve a casa de los Farguelx. Necesitaba con urgencia hablar con Kenoir.
***
Hola! Soy la autora, esto es una introducción y no un capítulo en sí.
"¿Por qué no llegaste antes?"
"Es tu maldita culpa"
"No me mires, me das asco"
¿Qué? ¿por qué estoy escuchando eso? Es una voz lejana
"Espero que cargues para siempre con este dolor"
Inhale con desesperación a la vez que abrí los ojos. Voltee a ambos lados, palpé la superficie dónde me encontraba recostada cómo si estuviera buscando algo.
Fruncí el ceño al notar que la luz de la habitación era tenue, las cortinas trataban de impedir el paso del sol.
Oh por Dios, me dormí.
- ¿Cuánto tiempo estuve durmiendo?- pregunté apenas divisé una silueta en el otro extremo de mi habitación, no sabía quién era, sólo quería una respuesta a mi pregunta.
- Oh señorita, despertó. Durmió 2 horas- contestó dirigiéndose hacía mi
Me levanté apurada y a pesar del mareo que me ocasionó esa acción, salí de la habitación
- Señorita, espere. No puede salir así- la voz de mi mucama personal me perseguía desde atrás.
- No tengo tiempo Yuna- contesté sin prestarle más atención.
Bajé las escaleras con rapidez y entré a la cocina. Las cocineras me miraron sorprendidas, no se si era por el hecho de haber entrado de forma abrupta o por estar en pijama.
- ¿Alguien sabe si sucedió algo malo en el pueblo?- pregunté. Todas se miraron en silencio confundidas.
Les pregunté a ellas porque son las que más salen de la casa para hacer las compras en el mercado, son las más informadas.
- Por lo que sabemos, no pasó nada raro señorita- respondió la cocinera principal.
La tensión del cuerpo disminuyó considerablemente, asentí y salí del lugar
- Tiene que ponerse ropa adecuada, señorita. No puede andar en pijama como si nada-
No contesté pero comencé a caminar de nuevo hacía mi habitación.
El saber que no había pasado nada grave mientras dormía, me tranquilizó. Tenía miedo, ya que dormí bastante. Soy una tonta, no puedo permitir que pase eso de nuevo.
- Cómo ya son las 16 de la tarde, la ayudaré a vestirse para que asista a la clase de Aletran- dijo Yuna mientras buscaba un vestido en mi armario.
- ¿Hoy tengo clase de Aletran?- pregunté confundida, las clases eran 3 veces por semana.
Comprendo bien el idioma, no lo domino con total perfección pero entre la tutora y mis padres decidieron bajar la cantidad de mis clases de 5 a 3 porque era muy agotador para mi y lo agradezco.
- Si, hoy es miércoles- respondió con obviedad
Últimamente mi mente me falla, no puedo recordar cosas y suelo estar confundida la mayor parte del tiempo.
***
Una hora y media, bastó para darme dolor de cabeza. Obviamente no le atribuía la culpa a la tutora, Amedea es una señora amable y enseña de una forma espectacular.
¿Desde cuándo soy tan débil? Okey, nunca tuve buena salud pero estos meses parece que se ha deteriorado más y no sé la razón.
El ruido de una puerta ser cerrada me hizo voltear, sonreí al ver salir de la habitación a mi hermano
- Haco- lo llamé
Acortó la distancia entre nosotros y pude apreciar el hoyuelo de su mejilla izquierda que se hacía presente gracias a su pequeña sonrisa.
- Nami, te estaba buscando. ¿Dónde estabas?-
- Recién terminé la clase de Aletran. ¿Para qué me buscabas?- respondí con curiosidad. Eran escasas las ocasiones en dónde alguno de nosotros buscaba al otro, ya que nos veíamos con frecuencia.
- Para avisarte que nuestros padres regresarán una hora más tarde de lo previsto-
¿Qué? ¿por qué?
Parece que mi rostro comunicó lo que pensaba ya que siguió hablando
- Hubo un inconveniente. Uno de los caballos se lastimó y tienen que esperar por otro. Todos están bien, sacando el susto-
...¿Cómo puede ser? Yo estoy despierta, no tiene que pasar ningún accidente así sea mínimo. ¿Qué está pasando...
Madre, padre- grité al verlos entrar por la puerta principal, bajé los últimos escalones corriendo y los abracé con todas mis fuerzas.
Nadie podía entender el alivio que sentía al verlos sanos y salvos. Esta vez fue un accidente menor pero podría haber sido peor, eso me atormenta siempre.
- Nami, ¿que sucede?- la voz de mamá me sacó de mis pensamientos.
Rompí el abrazo y los miré con cautela. Ambos estaban en perfectas condiciones, el vestido de mi madre estaba impecable como a la hora que partió, su piel blanca no tenía ni un rasguño al igual que mi padre. Suspiré y dejé de lado el tema, ellos saben lo que me sucede pero siempre le quitan importancia.
- Si estás así por lo que sucedió con el caballo, dejame decirte que sólo fue eso. No fue nada grave- habló papá acercándose, apretó mi hombro izquierdo en forma de consuelo y se fue hacía la sala de té.
- Dormiste ¿No?-
No fue la pregunta de mamá que me sorprendió sino el tono con la que lo hizo, era una mezcla de enojo y decepción pero ambos bien disimulados.
- Si, perdón- contesté bajando la mirada. Al no recibir una respuesta levanté la cabeza y me topé con su ausencia.
Tapé mi rostro con mis manos al darme cuenta que mis labios hicieron un puchero de forma involuntaria.
Sacudí la cabeza para alejar las ganas de llorar y seguí a mis padres.
Me senté al lado de Haco, mis padres en el sillón del frente. Todos en silencio mientras las sirvientas servían el té.
- Hay conmoción entre la gente del pueblo- soltó papá agarrando su taza
- ¿Por qué? ¿Qué sucedió?- preguntó Haco, le agradecí internamente ya que no quería preguntar yo para no ser tan intensa.
- Volvió Kenoir- respondió
- ¿ya? Que sorpresa, espero que siga haciendo buenos actos aquí como los estuvo haciendo en Aletrania- habló con cierto sarcasmo en su voz
- ¿Quién es ese tal Kenoir?- pregunté mientras agarraba una de las masitas dulces que había en la mesa. Tengo que saber de quién hablan ya que parece ser alguien con cierta importancia. Si no fuera una persona relevante no sería tema de conversación.
- Nami-
Alcé la mirada al escuchar mi nombre, el tono de mi madre parecía que me estaba retando. Pero ¿por qué? Es decir, si pregunto es porque no sé, ni que fuera el rey como para que yo tuviera que saber de su existencia.
- Déjala Sayda, seguro la niña no lo recuerda y es normal- defendió papá
- Kenoir es el hijo del medio del duque Farguelx. Acaba de volver de su voluntariado en Aletrania, allí estuvo 5 meses-
Asentí levemente ante la explicación. Ahora que lo escuchaba, recuerdo haber escuchado de él antes y no eran cosas buenas.
Se decía que era la decepción de la familia Farguelx, hacía todo lo contrario que le ordenaba su padre.
Cuando el duque quiso que tomara parte de los negocios de la familia, él se negó y entró al ejército del reino. En el ejército tomó la fama de ser uno de los soldados más violentos.
Cuando sus padres quisieron arreglarle un matrimonio, el se negó y pasó lo mismo con el segundo intento de matrimonio. Pero a excepción que con el último prácticamente escapó ya que cuando le dijeron que se iba a casar, el decidió irse de voluntario al reino vecino.
¿Para qué vuelve ahora? ¿No tendrá miedo de que lo quieran casar de nuevo?
Reí en voz alta ante mi chiste interno, borré mi sonrisa al ver que los demás me miraban confundidos.
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