Érase una vez, en un mundo muy, muy lejano, llamado Amatista, donde la magia aún existía, y las Hadas concedían dones al primogénit@, heredero o heredera del reino. Existía una hermosa y dulce niña de 21 días de nacida, ella yacía dormida, en una elegante cuna con altos relieves, bordeada de oro. Asistian caballeros y damas nobles del Reino y de los Reinos vecinos; todos vestian a la usanza de la Edad Media, con sus mejores galas, largos y pomposos ropajes, ataviados con sus más valiosas joyas, de piedras preciosas: Diamantes, rubíes, esmeraldas, se veian por doquier, colgando en los regordetes cuellos y largas orejas, de otras Reinas, Marquesas, Duquesas, Condesas y hasta de damas de menores rangos.
Todos se encontraban reunidos, en un lujoso salón de fiesta del Gran Palacio Real; una alfombra de terciopelo púrpura, marcaba el camino hacia la primogénita. Celebrando el feliz acontecimiento, el nacimiento de la Princesa Aurora. Sus padres eran los felices y orgullosos Reyes: Dorotea y Eriberto, del Reino Amatista, no paraban de sonreir.
La linda niña de piel blanca como la nieve, de ojos verdes, como dos esmeraldas, de brillo profundo cual bosque encantado y una cabellera dorada, que hasta el mismísimo sol podía envidiar, (la verdad sea dicha: era pelona, solo unas pelucitas en su adorable cabecita, pero eso son, solo detalles de la narración). Bien, continuemos: la bella niña era presentada a la sociedad de nobles.
Empiezan a desfilar por la alfombra roja, las Hadas buenas, otorgándole sus mejores bendiciones y grandes dones, a la tierna primogénita, la Princesa heredera, Aurora:
1° HADA: Lucinda
"Princesita Aurora, serás poseedora de belleza sin parangón, notable inteligencia haz de tener, a los 18 años, el Don de sanación en tus manos, la luz del bien, refulgurará"
2°HADA: Palomina
"Princesa, princesita, inocencia y gran Bondad en tu corazón albergarás, ante ti, todos quienes te conozcan, se rendirán. Dulce y melodiosa voz poseerás y con ella, a partir de los 8 años, con la naturaleza y animale te comunicarás"
De pronto, un estruendoso sonido, se escucha en el salón, es el preludio de la aparición de la Bruja tenebrosa: Malaquistá, abriéndose paso, caminando con un andar lento y elegante, cual felina al acecho de su presa, entre la multitud de nobles, quienes al verla con sus grandes cuernos y túnica negra como la noche oscura, se apartan de inmediato, temblando, con el miedo reflejado en sus desorbitados rostros, casi a punto de explotar, dejándole el camino libre.
Un pasillo bordeado de ineptos nobles dejaban la alfombra para que la pisara la Bruja del Mal. Ella muy molesta, por no haber sido invitada a la Ceremonia Real de presentación; golpeando el piso con su básculo, produce un trueno ensordecedor, ante la mirada aterrorizada de los presentes, quienes poco a poco van saliendo, cobardes y despavoridos del salón, empujándose unos contra otros, para evitar la furia de las maldiciones de la Bruja Malaquistá, que muy bien conocen; dejando solo a los reyes con la pequeña princesita:
-Veo que todos, se han reunido muy felices. Y nadie se dió a la tarea de enviarme una miserable invitación, ni siquiera con una paloma mensajera, más bien me pintaron la mayor de las palomas- habla sosegadamente, aunque se notaba que estaba por dentro, llena de furia.
-¡Ah, pero, cuál ratas cagadas, abandonan el Palacio! Como si de un barco hundiéndose se tratara- luego ríe, sarcásticamente: Ja, ja, ja.
-Sí, lo reconozco, este barco se va a hundir- continúa pausadamente:
-Sin embargo, eso no es lo que importa, a decir verdad, no necesito de frívolas invitaciones. Igual vine sin invitacion, pues supongo, fue un error del mensajero. Ya que estoy aquí, no me iré sin darle mis "mayores maldiciones" a la princesita, que dicho sea de paso, no voy a perder la ocasión para convertirme en su "Hada Maligna". Así que, vayamos directo al grano, ¡A lo que vinimos!-
Con su básculo levantado en el aire, una nube oscura con truenos y relámpagos ensordecedores que de su vara mágica emanan, lo dirige hacia la princesita, con una voz entre ecos, profunda y grave, maldice:
- Princesa Aurora, heredera del Reino Amatista, serás la más adorable criatura que sobre la tierra haya existido, dos B te otorgaron: Bella y Bondadosa; la tercera B de Bellaca, yo te la ofrezco, hasta los 16 años así serás, pero al cumplir esa edad, con una espina de pescado te atragantarás, quedando muerta en el acto, pues atragantada, respirar el aire jamás podrás, y de la total oscuridad tu alma nunca regresará" JAJAJAJA- hace una pausa para reirse. Se ríe de forma siniestra, siendo interrumpida por el Hada Crisálida. Sin esperar a que la Bruja culmine, quiere enmendar la maldición.
Los reyes, quedan horrorizados por la maldición de la bruja, están inmovilizados. La pobre princesita heredera, está condenada a una temprana muerte,(¿Ustedes se imaginaban que Aurora, ¿Se convertiría en la Bella Durmiente"? ¡Pues No!. No se me adelanten a los hechos). Prosigamos:
Saliendo del estupor por la sorpresa, toma la palabra, la tercera Hada: Crisálida, como dijimos anteriormente, interrumpiendo a la Bruja, Malaquistá. Se escucha su cantarina voz:
-"Aurora, Bella y Buena niña, humana día y noche serás, hasta cumplir los dulces16, cuando la espina del vil pescado tu garganta atraviese, no morirás, en una sirena esa noche su forma adoptarás, cuando las aguas de la fuente de la purificación tu cuerpo transforme, pudiendo la espina expulsar, pagarás la maldición con tu cuerpo, ojos azules como el mar profundo tu rostro cambiará, con cabellos rojos como la sangre, en el agua respirarás, a partir de ese día, cada noche a las 12 campanadas, dos piernas tendrás, hasta encontrar al Príncipe azul, quien con el beso del amor verdadero, la maldición destruirá, humana nuevamente serás y en un feliz por siempre juntos vivirán"-
Malaquistá muy molesta, termina su maldición:
-Bien, Crisálida querida, siempre haz sido muy maleducada, permíteme terminar mi hechizo y no me sigas interrumpiendo. ¡Oh es verdad!, ya acabaste con tu hechizo y no podrás modificar nuevamente el mio, nunca dejarás de ser una Hada Tonta. Ja, ja, ja ¿Dónde nos quedamos? ¡Ah sí!:
"En tus dulces 16, como Sirenas siempre nadarás día y noche, únicamente con la luz de la luna llena tu cola dorada, en dos piernas transformarán, desde las doce campanadas hasta el alba, cuando tu cola, al amanecer, nuevamente aparecerá. Los recuerdos de tu vida pasada, buenos y malos, cada uno perderás, ni tus padres tu existencia recordarán, hasta tu dulce voz nunca nadie escuchará. Y si aun así, un Príncipe llegase a amarte, entonces solo así, con el beso del amor verdadero, esta maldición a su fin llegará"-
-¡Ahora Crisálida querida! ¿Cómo te quedó tu ojo de abejorro?-¡Ja, ja, ja!
Con su risa maléfica, Malaquistá desaparece en el acto, envuelta en su nube negra, dando otro golpe en el piso con su básculo, resonando nuevamente, el aterrador y estruendoso sonido.
Los reyes quedaron muy consternados, ya que su hermosa hija, de cabellos dorados como el trigo y ojos de tonalidades verdes, como brillantes esmeraldas, estaba condenada a convertirse en una sirena, a partir de sus dulces 16.
¡Pobre e inocente niña!, no será la Bella Durmiente, pero será una Sirena a los 16 años. ¡De ahora en adelante, solamente le espera una vida colmada, de muchos pesares!
Aurora se transformará en una Sirena, a partir de sus 16 años. Es terrible, porque no podrá heredar el trono bajo esas horribles predicciones. Los Reyes ocultaron aquella maldición de todo los súbditos del reino. Las tres Hadas buenas, ya habían dado sus dones y bendiciones, no podían rebatir la maldición de Malaquistá. Muy avergonzadas, así como llegaron, desaparecieron, envueltas en una ráfaga de luz, hacia su mundo mágico y etéreo.
Lejos de allí, en el Reino Obsidiana, una mujer campesina, llamada Eliodora, estúpidamente enamorada de un hombre, se entregó a él. (Ruperto Trevor, ese era el nombre del susodicho), quien aunque no correspondía a los sentimientos de ella, bien que supo aprovechar la oportunidad que se le ofreció, para acostarse en más de una ocasión con la virginal mujer, o mejor dicho, la exvirginal mujer.
Así que Eliodora tramó un plan para engatusarlo, cuando se enteró de que él estaba comprometido, pues se trataba de un rico comerciante, y ella era una pobre campesina, aunque muy hermosa, hay que reconocer. Ella se quería casar con aquel rico comerciante y de esa fácil forma, salir de la pobreza, o eso era lo que ella suponía.
Como les decía, elaboró un plan, haciéndole creer a su amado, que estaba embarazada (Sí, ya sé, es muy trillado, pero que les puedo decir, este es un cuento, otra vez). Ella se había entregado por amor a ese hombre, sabiendo que él estaba comprometido con otra mujer. Ruperto, (el susodicho en cuestión), había viajado hacia otras tierras para comprar mercancía.
Mientras tanto, Eliodora, (toda una aprendiz de villana), buscaba la manera de raptar a un bebé, su impúdico plan, consistía en hacerle creer a su amado, que aquel bebé era el fruto de su apasionado amor, puesto que, a pesar de todos los encuentros de entradas y salidas, que tuvo con Ruperto, nunca logró quedar embarazada.
Para mala estrella de la princesita Aurora, ese fatídico día, la paseaba su niñera Casipea, una mujer ladina, enamorada del apuesto guardia de Palacio: Frodo, (sí, el mismo, el de las Tierras Bajas), quienes no desaprovechaban ninguna ocasión para besarse a escondidas. Esta vez, no era diferente, entre los arbustos de la entrada del Bosque Encantado, disfrutaban absortos de las caricias que ambos se ofrecían, (y ya todos sabemos, que dos adultos lascivos, no se quedarían solamente en simples besos). Así fue, disfrutaron sin parar la dulce miel del amor, mientras descuidaban la carriola de la inocente princesita.
La Bruja Malaquistá, sentada en lo alto de su nube negra, miraba con regocijo la escena, así que, con un solo toque de su básculo, conduce a Eliodora por el camino del Bosque, para que se encuentre con la carriola de la Princesita Aurora.
-¡Vamos mujer, es por allí que debes ir!- hace que unas ramas se opongan a su camino, solamente dejando libre el camino hacia la carriola.
Eliodora desconoce que se trataba de la princesa Aurora, simplemente, se encontraba de cacería por un bebé, y no iba a desaprovechar la oportunidad que se le presentaba en bandeja de plata, para llevarse raptada a la pequeña de un mes de nacida; y así, sin pensarlo, lo hizo.
Huye de allí, la adrenalina y la felicidad la embriagan, y aunque su corazón palpita con furia, corre lo más rápido que sus piernas le permitían, con la niña entre sus brazos, desaparece en el Bosque Encantado, donde tenía un caballo oculto, cabalgando a todo galope, el día y la noche.
Mientras tanto, la niñera y el guardia seguían disfrutando absortos, su encuentro, ¿cómo diriamos..? ¡Del tercer espacio!, quiero decir, del tercer tipo; sin percatarse de lo que sucedía a su alrededor, con la princesita a su cuidado. Cuando terminan su ardiente labor del delicioso. La niñera, Casipea, desvergonzada, sintiendo todavía un cosquilleo entre sus partes, descuidadamente, toma la carriola, y con una gran sonrisa, se dirige al Palacio, sin darse cuenta de que solamente yacía un bulto inerte allí, era un oso de peluche envuelto entre las suaves y mullidas mantas, ¡la princesita, había sido raptada!
Cuando Casipea y Frodo, están próximos a llegar al Palacio, ella se dipone a sacar a la niña de la carriola para alimentarla, es allí cuando se percata de que la Princesita ya no está. Horrorizada por lo sucedido, un frío recorre su espalda, y allí sintió el verdadero terror. Sin nada más que esperar, le informa a Frodo el terrible suceso:
-¡Frodo, la Princesa, no está!-
-¿Cómo que no está?- contesta con terror Frodo.
-¡Debemos huir!- sin pensarlo mucho, grita Frodo, Casipea asiente, temblorosa. Esconden la carriola, lanzándola por un barranco, se escapan por el Bosque Encantado.
Ambos entienden la magnitud del problema en el que están inmersos, serán decapitados sin compasión, puesto que, vease por donde se vea, son culpables de la desaparición de la Princesa heredera. Entonces, ni cortos ni perezosos, se dicen al unísono: "patitas pa'que te tengo", huyendo juntos despavoridos, evitando ser acusados por el rapto de la Princesa.
Al caer la noche, la Reina Dorotea, después de terminar sus labores, se dirige a la habitación de su hijita, se sorprende de no conseguirla en su cuna, empieza a preocuparse:
-¿Dónde está la Princesa Aurora?- pregunta a las doncellas.
-Majestad, no la hemos visto desde la mañana, la niñera Casipea, ella la llevó de paseo, se dirigía hacia el Bosque Encantado- responde una de ellas temblorosa.
La Reina, no duda en sacar las conclusiones que la aterran, "algo no anda bien".
-¿Cómo? ¡Búsquenla de inmediato!- grita la Reina Dorotea, fuera de sí.
La Reina, con gran desesperación, corre y avisa rápidamente al Rey Eriberto de lo sucedido, está muy nerviosa y angustiada, está pensando lo peor.
-¡Búsquen a la Princesa, por todo el Reino!- ordena el Rey, a la Guardia Real.
Los Reyes están devastados, la Reina Dorotea, llora desconsoladamente por la tragedia sucedida, su única y preciosa niña ha desaparecido. Suponen que la niñera y el guardia la raptaron. Colocan avisos por todas partes, con sus rostros dibujados en papel; los cuales, los hicieron colgar por todos lados, son los más buscados del reino Amatista.
Malaquistá, quien observaba lo que sucedía acostada tranquilamente, en su nube oscura, desde lo alto del cielo, mira hacia el Bosque Encantado, observa a Casipea y a Frodo:
-¿No pensarán que los dejaré ir cómo si nada, verdad?- con un rayo atraviesa a Casipea y a Frodo, matándolos en el acto, (hay que recordar que Malaquistá, odia todo lo relacionado con el amor). La Bruja, continuará siguiendo desde lejos, la suerte de Aurora, ayudando en su rapto a Eliodora, y no descansará, hasta que su maldición suceda, como lo tenía friamente planificado; mientras tanto, de ahora en adelante, mantendrá a salvo a la princesita Aurora, después de todo, Malaquistá, es su "Hada Maligna".
Ya era demasiado tarde para rescatar a la Princesa Aurora. Eliodora había cruzado la frontera a través del Bosque Encantado, hacia el Reino Obsidiana con la bebé oculta. Y cual rayo veloz, llegó al anochecer a su hogar, una cabaña perdida en la profundidad del Bosque, donde jamás sería encontrada, pues así lo dispuso Malaquistá.
Después de algunos meses fuera de casa, mintiéndole descaradamente a su vieja madre Perséfones. Eliodora le relata, sin pudor alguno, el cuento que se había tejido en su mente. "Ella había tenido a la niña en el Reino Amatista, (había llevado un vientre falso todo esos meses); se había ido al Reino Amatista, en busca de Ruperto"; eso fue lo que le dijo a su madre. Vano pretexto para poder ir por un bebé, para llevar a cabo, su oscuro plan. Pues, la verdad era, que aprovecharía el tiempo en el que su amado estaba de viaje por alta mar; ella se había ido hasta el reíno Amatista, únicamente tramando el plan del rapto de un bebé, pues quería evitar a toda costa, que Ruperto se casara con su prometida: Tremaine.
La niña raptada, era rubia con ojos verdes, con algún lejano parecido a los de Ruperto; por lo cual, no le sería difícil hacerla pasar como su hija. Sonreía pensando, que la suerte estaba de su lado, (la verdad, es que quien persiste a su lado, es la Bruja Malaquistá, y por eso todo le va sobre ruedas).
Eliodora continuaba viviendo con su madre en la pequeña cabaña del bosque; finalmente, le escribió a su amado Ruperto, para que cuando regrese, conozca a su supuesta hija. Ni mandado a hacer, el tiempo cuadraba perfectamente con lo planeado, pues antes de irse Ruperto había tenido sexo durante, dos ardientes meses con ella, en aquel mismo bosque, donde la había conocido por casualidad.
Pasaron las semanas, y Ruperto regresó de su viaje; al ver a la hermosa niña, quedó prendado de su hermosura, no pudo dudar ni por un instante, de que era su hija. Cualquiera se enamora de la belleza de esa tierna criaturita, envuelta en los encantos dados por las Hadas y ratificados por la Bruja Malaquistá. Decidiendo entonces, casarse con Eliodora, reconociendo a la niña como su hija.
Y fue así, como la Princesita Aurora, la heredera del Reino Amatista, se convirtió de noble a una simple plebeya, viviendo en el Reino Obsidiana, llamándose de ahora en adelante: Bianca Trevor.
Así continuaron pasando los años. Bianca, desde que estaba en su cuna, observaba la sombra de Malaquistá, que la acompañaba todas las noches. Por lo que nunca sintió miedo de ella, antes bien, era su Hada protectora. Eliodora, no fue la mejor de las madres, solo le interesaba Ruperto, y él, como sabemos, vivía viajando por ser un mercader. O eso, era lo que siempre les decía...
Cuando, Bianca lloraba por hambre, Malaquistá preparaba su biberón y se lo daba desde lejos con magia, pues le parecía repulsivo tocar a la bebé, ella la llamaba "Cosita". También estuvo a su lado, cuando dijo sus primeras palabras, y cuando dio sus primeros pasitos.
-¿Eres mi otra mamá?- un día preguntó la inocente niña de apenas 3 añitos.
-No, soy tu Hada Malig...- se calla de repente y le contesta, luego resuelta:
-Soy tu Hada Melina, ese es mi nombre Melina, tu madrina, pero solamente tú puedes verme, así que no debes mencionar mi existencia a nadie ¿De acuerdo?- le aclara Malaquistá. Bianca, se acerca y la abraza, tocando sus cuernos, con cariño.
-¡Eres muy linda y te quiero mucho! No hablaré con nadie de ti, Madrina- dice la dulce criatura, derritiendo un poquito el frío corazón de Malaquistá, quien al percatarse que también estaba callendo bajo sus encantos, se separa rápidamente de ella.
-Duerme Cosita, ya es hora de dormir- Bianca se acuesta y se queda rendida, en el acto.
Bianca, cumplió en un abrir y cerrar de ojos 10 años. Ella nunca se imaginó que era una princesa. Recién se percataba de algunos de sus dones, podía torpemente entender a los animales; vivía en las afueras de la ciudad, a pesar de haber sido raptada, su madre adoptiva la trataba con mucho afecto, bien sea porque es una niña encantada o porque era sencillamente su boleto ganador de su amado Ruperto.
Eliodora, no dejaba de cuidarla, le ponía a Bianca, una caperuza de terciopelo rojo para el frío, a Bianca le gustaba tanto, que lo usaba a diario, por lo que todos comenzaron a llamarla "Caperucita Roja".
Ella vivía más con la madre que con el padre, pues éste, siempre se ausentaba de casa, por sus "negocios".
Pero, Caperucita bajo la influencia de Malaquistá, no era tan inocente. De inmediato se percató de que su padre se traía gato encerrado; todas esas ausencias, bajo el pretexto de que estaba viajando como mercader, regresando a casa sin mercancías. Era obvio que algo escondido tenía.
-¡Padre, llegó de viaje! ¿Trajo nuevas telas o algún producto nuevo?- le pregunta Bianca emocionada, con su tierna sonrisa, haciéndose la inocente.
-No hija, hubo problemas con los barcos mercantes, tendré que volver a ausentarme en una semana, para resolver ese problema con la aduana del puerto- Ruperto, nervioso da una larga explicación, de su falta de mercancías después de ausentarse todo un mes de casa.
-Tu padre está muy cansado, ve a servirle un café, y tráele sus pantuflas- Eliodora se adelanta en pedirle a Bianca más atención hacia su padre, confiando ciegamente en su marido.
Bianca, se aleja, y le sirve su café. Pero no cree, en nada de las excusas que su padre da; definitivamente, su madre es muy tonta.
No hay peor ciego, que quien no quiere ver. Pero, la pulga estaba, haciéndole comezón en la oreja a Caperucita: "algo, definitivamente no anda bien".
Una vez que su padre se acostó, Caperucita, le comenta a su madre, intentando abrirle los ojos, mientras la ayuda a lavar los platos en la cocina:
-Mamá, ¿No se te hace raro que mi papá, viaje tanto y casi nunca trae mercancías?-
-Niña, no seas malpensada, tu papá trabaja mucho, y no siempre hay buenos negocios, él cuida de los gastos, por eso no compra cuando todo está muy caro; así funcionan los negocios, cuando seas mayor, entenderás- responde Eliodora, brindando una tonta sonrisa.
Caperucita se rinde, su madre no quiere darse cuenta de lo que está pasando delante de sus narices, pueden estar metiéndole el dedo directamente en el rabo y ella dirá que tiene estreñimiento, ¡Está muy ciega!, va pensando Caperucita, al dirigirse a su habitación, muy molesta por la actitud de su madre.
Bianca, ahora en su habitación, decide expresar todas sus dudas que carcomía su tierno corazón, con la única persona que sí la entendía y sí la escuchaba: su Madrina Melina, quien sin dudarlo, le ofrecerá el "mejor de los consejos".
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