El ruido que estaban haciendo mis compañeros de clase callaba cualquier pensamiento que pudiera tener en mi mente.
La profesora Mercury había faltado el día de hoy por haberse enfermado. Miré la pequeña ventana que se situaba al lado de mi pupitre, estaba lloviendo y el vapor del invierno empeñaba el vidrio.
Realmente no culpaba a la profesora, hacia mucho frío.
Me encontraba escuchando música y ignorando a mis compañeros de clase. Como cada día que estoy en esta institución.
Parece una broma que estemos en nuestro ultimo año de preparatoria. Ese cambio no les dice nada a ellos.
Mientras escuchaba Amber run miré a mi compañera Hayley quién hace unos minutos estaba hablando de los lugares que había ido en las vacaciones. Ella jugaba con su cabello algunas veces.
Recorrí con la vista el salón y observé como Will armaba un avión de papel con su hoja de apuntes de matemática.
Ese chico no va a sobrevivir a la universidad
Negué con la cabeza divertida y saqué mi celular para cambiar la canción. Está vez puse Bare de WILDES.
Un ruido muy fuerte casi me hace soltar un grito y giré mi cabeza para ver que había sucedido. Era Will quién se había caído de la silla por una broma de uno de sus amigos. Todos rompimos a carcajadas y yo lo ayudé a levantarse.
—¿Tú trasero está bien? —me burlé mientras lo miraba con los ojos entrecerrados.
Will río y se limpió los pantalones, luego volvió a colocar su banco como estaba.
—Sí gracias Kerstin —me agradeció y yo asentí para luego volver a mi sitio. Me puse de nuevo mis audífonos y estaba sonando Moondust de Jaymes Young.
Me encontraba tarareando la canción cuando la puerta se abre de golpe y entra el profesor Harrys acompañado de un chico. Todos se callaron y volvieron a su asientos rápidamente, yo me saqué los auriculares y guardé mi celular en la mochila con miedo a que me lo quiten.
—¡¿Que es este desorden?! —cuestionó alzando la voz —. ¡Son grandes para estar haciendo estupideces! ¡Sus gritos llegan hasta la sala de profesores!
Nadie se atrevió a siquiera respirar y todos bajamos la mirada fingiendo estar apenados.
El profesor cerró la puerta y le echó una mirada de disculpa al chico.
—Siento todo este desastre Haru, no pensé que tendrías esta clase de bienvenida.
El tal Haru le regaló una sonrisa más falsa que el amor entre Trump y Obama y luego contestó.
—Estás cosas suelen ocurrir —habló en un perfecto acento Inglés.
[¿Quién mierda era este chico?]
Los murmullos se empezaron a oír por todo el salón y el profesor los calló.
—Como pueden ver, tenemos un nuevo alumno — Harrys miró a Haru con gran admiración —Él viene de Japón y está aquí por una beca, así que quiero que todos se comporten como los adultos que son.
El profesor le hizo una seña a Haru para que se presente y él nos miró a todos antes de hablar.
—Me llamo Haru Nakamura y espero que todos nos podremos llevar bien —dijo con voz aburrida. Como si esto lo hubiera hecho muchas veces.
—Muy bien Haru, siéntate aquí —el maestro le señaló un pupitre que estaba justo detrás del mío y él se sentó colocando su mochila prolijamente sobre el respaldar de la silla.
Pude notar como muchos lo miraban y lo analizaban, seguramente pensando en lo diferente que era de nosotros.
—Como pueden ver —habló el profesor y todos dejamos de ver a Haru para prestarle atención —. La profesora Mercury no pudo asistir hoy por temas de salud, por lo cuál yo les daré la clase.
Se acercó al pizarrón y escribió:
Las invasiones bárbaras y la disolución del imperio romano.
—Empiecen a copiar, que el tema que les daré es largo —avisó, y mis compañeros y yo nos quejamos en voz baja.
Empezamos a copiar lo que nos estaba dictando y yo casi estaba a punto de soltar la lapicera del dolor que sentía en mi muñeca.
De pronto tocó la campana del receso y todos suspiramos de alivio para recoger nuestras cosas rápidamente.
Miré de nuevo al chico de intercambio y este estaba guardando sus lápices lentamente en su cartuchera.
¿Debería hablarle? ¿Debería intentar ser su amiga? Yo más que nadie sabía perfectamente lo que era estar en un país desconocido.
Pero no sabia como acercarme exactamente.
Decidí planear como acercarme a él cuando estuviera en mi casa. Salí del aula y caminé hasta mi casillero sacando los próximos libros que usaría.
Cuando me disponía a dirigirme hacia la cafetería pude divisar un nombre al lado de mi casillero. Este decía "Haru Nakamura" Me acerqué un poco más para ver mejor su caligrafía pero recibí un empujón que me hizo a un lado.
Era Haru quién me miraba con el ceño fruncido. Se puso frente mío y era apenas unos centímetros más alto que yo, su cabello caía desprolijamete sobre sus afiladas mejillas.
—何してるの?
Yo abrí la boca para contestarle pero la cerré inmediatamente. ¿Acaso me estaba hablando en japonés? ¡¿Como iba a entender yo japonés?! ¡Los dos únicos idiomas que sé son el español y el Inglés! ¡¿Él no había hablado Inglés antes?!
Me hice a un lado para que pueda abrir su casillero pero él no se movió, me siguió escrutando con la mirada.
¡¿Espera que le conteste?!
Haru se acercó un poco más a mi y quedamos en una posición rara, con él acorralandome pero sin tocarme, contra uno de los casilleros y yo mirándolo con cara de consternación.
—私の物に入らないで —luego de que dijo eso, dejó de mirarme y se apartó de mi.
Abrió su casillero y dejó también sus libros y agarró otros nuevos. Yo me acerqué a él y decidí preguntarle.
—¿Sabes hablar Inglés?
Haru sonrió y me miró como si fuera estúpida. Y tenía razón pero no pensé que él lo sabría tan pronto.
—¿Como voy a ir a un país sin saber hablar el idioma? —me contestó y luego se marchó hacia la cafetería.
Y así es como acabó de ser troleada por el chico nuevo de intercambio. Un aplauso para mí.
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Repasé nuevamente mis apuntes de Biología y sonreí, era realmente buena en esa materia. La profesora nos había dejado algunas actividades para realizar en su ausencia pero nadie excepto yo las estaba haciendo.
El salón se encontraba más calmado que otras veces pero eso no significaba que dejara de escucharse el palabrerío de mis compañeros.
No pude evitar mirar a Haru quién se encontraba en la otra punta del salón, al parecer estaba dibujando. Se veía realmente lindo concentrado.
Me gustan los chicos que dibujan.
Hoy si o si tenía que buscar una manera de acercarme a él, no podía perder más tiempo, ya había pasado una semana y no le había dirigido la palabra desde que me humilló frente a los casilleros.
Desde ese día Jayden, otro compañero mío que no me caía para nada bien, empezó a molestar a Haru. Siempre en el receso aprovechaba para buscar pelea con él, pero el otro no se dejaba intimidar por nada del mundo. Aunque Haru era más pequeño que Jayden, cada vez que este último se acercaba para intimidarlo, él le devolvía una mirada tan oscura y afilada que el otro terminaba por no querer acercarse por su lado.
El chico asiático si sabía defenderse. Con la mirada pero algo era algo.
Por otro lado, los profesores parecían amarlo y adorarlo cada vez que veían sus trabajos y lo oían hablar en clase. Haru era una especie de erudito para ellos.
Aprovechando que todos estaban en su mundo y que la profesora se había ido al baño hace algunos minutos, me acerqué hasta el banco de Haru y me senté en una silla que habían tirado los del fondo.
Me miró confundido y dejó de dibujar casi al instante.
—Hola, soy Kerstin —me presenté —. No se si te acuer-
—Eres la chica que intentó robar mi casillero —tapó su dibujo con sus brazos —. Si me acuerdo de ti.
Por un momento me imaginé intentando llevarme un casillero y arrastrándolo por todos los pasillos. Solté una risa. ¿Hasta donde es capaz de llegar mi estupidez?
—En ningún momento quise robarte, solo me extraño que tu casillero estuviera al lado del mío, generalmente a los chicos nuevos los asignan juntos.
Él miró alrededor nuestro con gesto neutro y luego respondió.
—Pues yo no veo a otro chico nuevo, ¿O sí?
¿Por qué tenía que ser así? Pensé que en Japón los chicos eran más caballerosos o más educados pero veo que me equivoqué.
—Adam Rojas es nuevo, vino unos días antes que tú —informé
Haru observó a Adam lo que parecía ser una eternidad y luego volvió a mirarme asintiendo.
—Ah si, lo siento —se disculpó y yo lo miré con ternura.
—No pasa nada, yo más que nadie sé lo que es estar en un país nuevo y desconocido para ti —conté y él levantó una ceja interrogante —Soy de Argentina.
—Ah sí Argentina, es un bonito país.
—¿Y cómo es Japón? —pregunté queriendo saber más sobre esa nación.
—Supongo que bien, no sabría como describirtelo de una manera sencilla, pero me resulta más fácil vivir aquí que allá —dijo marcando con sus hermosos dedos su escritorio.
Eso me resultó un poco extraño pero no quise preguntar más por si lo hacía enojar.
Nos quedamos en silencio, pero pude notar que ya no estaba a la defensiva conmigo.
Nos quedamos mirándonos fijamente y nunca había notado los rasgos finos de Haru antes. Su pelo negro, sus ojos rasgados parecidos a los de un gato, su piel blanca sin ninguna imperfección, sus dedos largos y finos, tan delicados...
¡Que lindo es este chico! ¡¿Todos los asiáticos son así?!
Aparté la mirada de él solo cuando nos interrumpió la profesora Adele llegando del baño.
—Señorita Weber, le ruego que deje de mirar así a su compañero, y tenga algo de decencia —me regañó y todos rieron. Me fui a sentar a mi banco tan colorada como un tomate —. No puede ser que los deje solo por unos cuantos minutos y ya reciba regaños de la directora, por que están haciendo escándalo.
Como siempre que nos regañaban, bajamos la cabeza y nos disculpamos.
—Muy bien, si así quieren que sean las cosas... van hacer un proyecto en grupos de a tres —declaró.
Se oyó un barullo en todo el salón y la profesora los mandó a callar.
—Aquí tengo la lista, y yo voy elegir a los grupos —avisó y todos nos callamos para escuchar con atención —. Celia Johan, Liam Payn, y Nicolás Edhod van hacer el grupo A.
Y así es como empezó a llamar a todos hasta que se oyó mi nombre.
—Kerstin Weber, Jessica Johnson, y Haru Nakamura, van hacer el grupo G.
Mierda, Jessica no me caía muy bien que digamos, pero ya qué, todo sea por no perder el año.
Miré a Haru y este seguía dibujando, pero noté que estaba mirando a Jessica muy recelosamente.
—Muy bien, ya que todos tienen a su grupo, quiero que hagan una lámina sobre las implicancias, éticas y sociales de la investigación científica. También dibujar, nombrar y describir el cuerpo humano. Eso es todo lo espero el próximo jueves. Les sugiero que se junten con su grupo ahora para empezar a organizarse.
Guardé todas mis cosas y me fui a sentar con Jessica.
—Hola Jess —saludé sentándome en su mesa y luego vino Haru sentándose a mi lado frente a ella.
—Hola, hace mucho que no hablamos —dijo y a mi me pareció oírlo como un regaño —. Pero no importa, hola Haru —lo saludó también.
Él tan solo levantó su mano vagamente.
—Muy bien, necesitamos saber como vamos hacer esto —dijo Jessica y Haru y yo asentimos.
—Okey, supongo que yo puedo comprar la lámina y lo podemos hacer en mi casa —propuse.
—¿Realmente puedes? —me pregunto ella preocupada.
—Claro que si, para mi no hay problema.
Jessica me miró desconfiada pero luego accedió, las dos miramos a Haru que parecía perdido en su mundo hasta que habló.
—Me parece bien.
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En la hora de la salida, Jessica, Haru y yo nos encontrábamos caminando por mi vecindario para poder llevar acabo el proyecto lo más rápido posible.
Jessica y yo hablábamos de cualquier cosa mientras que Haru nos seguía, pero sabía que nos escuchaba por los comentarios que lanzaba a veces.
Jessica era buena en sacar temas de conversación, no me aburría hablando con ella.
Llegamos a mi casa y les abrí la puerta para que pasaran.
Jessica miraba todo a su alrededor y sonreía como si fuera una niña, mientras que Haru sólo se quedó parado en la entrada de la casa.
— Entra Haru, te juro que no muerdo — bromee y él levantó una ceja para dar unos pasos adelante y cerrar la puerta.
Que tierno.
— ¿Quieren algo de comer? — les pregunté dirigiéndome a la cocina. Los dos me siguieron — Tengo café y galletas, o si quieren algo salado también tengo un poco de lasaña que sobró de anoche.
— Con un café estaría bien, gracias — me dijo Haru caminando a la sala.
Jessica se quedó a solas conmigo y se acercó para susurrarme.
— Es aterrador, ¿No crees?
Yo coloqué la pava en la hornalla y la miré confundida.
— ¿Por qué dices eso?
— Tan solo tienes que verlo y te darás cuanta.
— Ya lo estoy viendo Jessica — asentí mientras la miraba — Y solo veo a un chico.
Ella se quedó callada y yo me dediqué a colocar el café en polvo sobre la taza de porcelana y luego me entró una duda.
Dejé a Jessica en la cocina y caminé hasta Haru que estaba viendo una foto mía con mi mamá.
— Haru, ¿Te gusta el café dulce o amargo?
Él se giró y me dedicó una sonrisa, al parecer lo que dije le causó gracia.
— Me gusta dulce, gracias — contestó y yo asentí volviendo a la cocina y colocando dos cucharaditas en el café negro.
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Nos encontrábamos en el piso alfombrado con una gran lámina sobre nosotros. Las tazas de café estaban entre nosotros y había un platillo de galletas a mi lado.
Agarré una galleta y me la metí a la boca.
— Las implicaciones éticas del investigador son aquellas en las que se ven los lados positivos o negativos que pueden tener un avance científico.
— Muy bien Jessica — la felicité y señalé a Haru — ¿Puedes anotarlo? Quedaría muy bien con tu tipo de letra.
Él asintió para inclinarse sobre la lámina, y Jessica lo empezó a decir nuevamente en voz alta, para que lo escribiera. Pude notar que cada vez que le hablaba a Haru se ponía nerviosa o su voz se le entrecortaba.
Miré la lámina y estábamos yendo por un buen camino, si seguíamos trabajando así quizás terminemos mañana.
Nos habíamos organizado bastante bien para que no haya problemas.
Yo buscaba información y hacia un resumen para ponerlo en la lámina.
Jessica dictaba y se encargaba de traer los materiales necesarios para el trabajo.
Y Haru le tocó escribir, ya que su letra quedaría muy linda en la lámina. Realmente tenía muy linda caligrafía, escribía con tanta rapidez y desenvoltura que varias veces me quedaba prendada mirándolo. Su pelo negro caía sobre sus ojos tapandolos y sus dedos sostenían el resaltador de una manera que...
¡Basta Kerstin! ¡Tienes diecisiete años, déjate de pendejadas!
De un momento a otro cuando a mi me tocaba buscar información, me hice hacia atrás y sin querer rompí mi taza de cerámica cortándome con ella.
— ¡Auch! — me llevé el corte hacia mi boca para aliviar el dolor.
— ¿Estás bien? Déjame ver — me ordenó Jessica mientras se inclinaba para examinar mi herida.
Haru seguía impasible mirándome, aunque pude notar que su respiración se volvió errática.
— No pasa nada, solo fue un pequeño corte — la tranquilicé — Voy a limpiarme, ustedes sigan con el trabajo.
Me encaminé hasta el baño y lavé mi herida, no era muy profunda lo cuál agradecí, por que no me gustaría tener que ponerme puntos.
Todavía recuerdo cuando me caí desde un tobogán a la edad de diez años y me abrí la cabeza, tuvieron que hacerme unos dieciséis puntos para dejarme como estaba.
Saqué una curita del botiquín y me la puse. Creo que con esto estaré segura hasta que deje de sangrar y sino siempre existen las gasas.
— ¡Kerstin! — me sobresalte cuando me llamó y entró al baño corriendo, la observé un tanto preocupada. Se veía muy agitada y asustada.
— ¿Que ocurre? — me acerqué a ella y le acaricié la espalda intentando calmarla en un vano intento.
— Haru se fue — avisó y yo me quedé congelada por un momento analizando lo que me había dicho.
— ¿Como que se fue? Si todavía no terminamos el trabajo, no puede irse así sin más — aclaré y las dos caminamos hasta la sala, está se encontraba vacía, sin ningún rastro de Haru.
Los trozos de cerámica estaban esparcidos por todas partes y el café se encontraba derramado por la alfombra dejando una gran mancha marrón en esta.
— Te lo contaré — Dijo Jessica y me tomó del brazo para llevarme hasta el sofá — Cuando tú te retiraste para ir al baño, pude notar que Haru se ponía un poco nervioso. Y no dejaba de ver específicamente un trozo de cerámica con un poco de tu sangre allí.
Okey... eso es Creepy.
— ¿Y luego qué pasó?
— Él agarró ese pedazo y se lo llevó, me dijo antes de abandonar la casa que podíamos terminar el trabajo sin su ayuda.
Me quedé mirando el piso procesando la información.
¿Que mierda?
— ¿Como que se lo llevó?
— Si, como lo has oído — suspiró y observó los pedazos de porcelana en la alfombra — A mí también me dio miedo, quise pararlo o hacer algo, pero temía que pudiera golpearme.
— No pasa nada Jess, hiciste bien — dije tratando de calmarla mientas mi mente no podía procesar todo lo que había dicho.
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