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Vida Después Del Divorcio

¿Principio o Final?

¿Qué hice mal? Esta pregunta se repetía una y otra vez en mi mente al escuchar esa palabra. “Divorcio”, ¿por qué divorcio?

Siempre fui una buena esposa, atenta y siempre quise lo mejor para mi matrimonio, aun si eso significa dejar un poco de lado mis propios intereses y todo por el amor de mi familia, actualmente estaba dando todo de mí para ser una gran madre, sin embargo, mi marido acaba de pedirme el divorcio.

Mi nombre es Gala Dalí, apenas acabo de cumplir veintiocho años, aunque crecí en medio de una familia amorosa, al cumplir veinte años me comprometí con Peter Saavedra, el hijo de uno de los socios más ricos de mi padre, esto con el fin de elevar el nivel social de ambas familias y conservar un alto nivel económico.

La apariencia de este era bastante buena, un joven rubio de ojos color esmeralda, un físico bastante trabajado y lo más llamativo de este era su sedosa y suave cabellera totalmente rubia con algún que otro mechón castaño claro.

Las bajas expectativas en mi matrimonio eran realmente abismales para mí, pero contrario a aquel mal augurio que se había sembrado en mí, mi esposo era un hombre amable y carismático, el cual aportaba mucho para que nuestro matrimonio fuese bien, dando un rumbo natural a nuestro enamoramiento.

Con el paso de los años la relación entre ambos se volvió fuerte, aunque Peter me respetaba, los otros miembros de su familia me veían por debajo de ellos, empezando por su despreciable madre, una mujer llena de orgullo, lo suficientemente pedante como para maldecirme cada día de su vida.

El desprecio de Patricia, madre de Peter, iba, lo suficientemente lejos como para meterse con mi físico, cosa que me parecía estúpida, pues, siempre tuve una autoestima regular, mis ojos son azules, mi piel es clara y mi cabello oscuro, aunque me parezco mucho a mi padre, estuve, estaba y estoy segura de que mi apariencia es bastante buena.

A pesar de los malos ratos, las peleas familiares y el poco tiempo en pareja debido al trabajo, no fueron impedimento para que la relación entre Peter y yo tomara un buen curso, aunque en cierto punto las cosas cambiaron.

Aproximadamente dos años antes del divorcio las cosas se enfriaron, estoy segura de que no fue mi culpa, puesto que la causa fue una situación que se salía de mis manos.

Por un par de años estuvimos en un difícil y tedioso intento de tener hijos, aunque mi mayor deseo también era tener un hijo, fue realmente difícil hacerlo, pero al menos no fue imposible, pues después de los duros años de intento logre al fin un embarazo. Ni siquiera yo puedo explicar la razón, tal vez no era mi destino o simplemente no debía ser madre, ya que semanas después de enterarme de mi embarazo tuve un aborto involuntario.

En ese terrible momento creí que recibiría el cariño y atención de Peter, en cambio, recibí una gran ola de frialdad, en ese preciso momento hubo una fuerte ruptura en nuestro matrimonio, un punto sin retorno con el que tuve que lidiar.

Aquel hombre que al principio y por varios años fue cálido, y en pocas palabras el hombre y esposo perfecto, había creado un muro imposible de ignorar o pasarlo, Peter comenzó a ausentarse más y pasar más tiempo en la empresa, por más que me esforzara las cosas no tenían remedio.

Al menos hasta que hace poco hable sobre mi embarazo, después de meses de aquella terrible perdida de forma casi increíble descubrí que estaba embarazada, eso apaciguó las aguas e incluso mi suegra empezó a tratarme con más respeto.

Pensé que todo estaría bien a partir de ese momento, pues, había dejado casi totalmente de lado mi vida laboral para dedicarme a quedar en cinta y tampoco quise reintegrarme de forma inmediata en la empresa de mi familia, ya que estuve en medio de un periodo depresivo por la anterior perdida.

Aunque todo parecía bien, cuando mi hija ya tenía un mes de nacido de la nada y sin razón aparente, Peter se acercó a mí con una absurda petición de divorcio que solo necesitaba una firma, recibiría una buena suma de dinero y una pensión alimenticia, me estaba dando todos los derechos sobre Pete, nuestro pequeño recién nacido.

-¿Esto es real? - pregunté totalmente confundida.

-No deseo seguir a tu lado, mi vida es miserable y ya no tolero tu presencia en esta casa, mi madre piensa lo mismo que yo, aunque mi padre no está para nada de acuerdo -dijo Peter con una expresión sería y un tono frío como hielo.

Las lágrimas comenzaron a desbordarse por mis ojos, sabía que nuestro matrimonio estaba roto, pero no sabía que estaba roto hasta ese punto, era evidente el desprecio que ese hombre sentía por mí y mi querido hijo el cual para su pesar tenía un increíble parecido a él.

Aquellas palabras marcaban el final de la cercanía entre ambos, el final de la vida que intente mantener a toda costa, un amor que por años fue creciendo lentamente y murió mucho más rápido de lo que pude asimilar, estaba siendo despreciada y abandonada sin explicación alguna mientras el hombre frente a mí solo me miraba con fastidio y desprecio.

¿Que podía hacer?, según el ambiente era evidente que nada, Peter no quería tener nada que ver conmigo y yo solo sentía que había derrochado ocho largos años de mi vida en una vida totalmente vacía y solo en niño que dormía en una cuna junto a mi cama había valido tanto sufrimiento y desprecio.

-Espero y jamás te arrepientas de esto… -susurre mientras sujetaba el bolígrafo con rabia y firme rápidamente el documento frente a mí.

Eso era todo, el final de mi vida como casada, simplemente me sentía estúpida, aunque posiblemente aquello no era un final, tal vez cabía la posibilidad de que fuese inicio de una vida nueva, solo seríamos mi hijo y yo, de todos modos aquel hombre no me amaba, ¿por qué debía aferrarme a él?

No está tan mal

La soledad no sería algo que me arrastraría, la finalización de aquel largo matrimonio dejo un profundo vacío en mí y me cambio bastante, sin embargo, no estoy tan sola después de todo, pues, ahora tengo un pequeño hijo, el cual depende totalmente de mí.

Si puedo ser sincera, esto no es sencillo, no sé por donde empezar, no sé lo que podría hacer, tengo un niño recién nacido el cual llora bastante, en estos momentos al menos como mínimo mi exmarido debería intentar convivir con nuestro hijo, pero no, él decidió abandonarme sin más.

Antes de que siquiera se acercará la hora en la que el despertador cumpliera su función, un débil llanto resonó en la habitación haciendo que abriera los ojos casi de forma inmediata, mis pies se arrastraron al otro lado de la habitación, el pequeño Pete había despertado y no estaba del mejor humor.

Casi se cumplía un año de mi divorcio y las cosas estaban yendo de forma bastante buena, en realidad solo en mis cosas, pues, era evidente que no recibiría ninguna ayuda de Peter, pero aun sin esperar mucho de él había logrado decepcionarme. Era increíble que faltaban un par de semanas para el cumpleaños de Pete y Peter no había querido verlo ni una vez.

Solo en este momento pude pensar con claridad y despreciar el egoísmo de aquel hombre, jamás quise ser consciente del egocentrismo que este poseía, pero ahora solo me quedaba reír por eso.

-Buenos días -la amable voz de Gabriel, mi hermano menor, me saco de mis pensamientos.

Pete estaba en el suelo jugando sobre una manta y también gateaba tanto como podía, por el momento no me quedo más que regresar a la casa de mis padres, contrario a lo que supuse, fui bien recibida e incluso mi hermano iba todos los días para ver a Pete.

-Buenos días, es raro verte tan temprano por aquí -respondí con una sonrisa mientras sacaba un peluche de la boca de Pete.

-Solo quería ver a Pete… -Gabriel, guardo silencio por unos y después de un suspiro pesado me miro con un poco más de seriedad-, hablé con Peter el día de ayer.

Con solo escuchar aquel nombre una gran amargura se sembró en mi corazón, ninguna palabra que pudiese salir de la boca de aquel hombre debía ser interesante o coherente, después de todo no había dudado en desechar a su hijo recién nacido y despreciarlo.

-¿Qué pudo decirte?, todos los lazos entre ambas familiar terminaron y él mismo se encargó de terminar todos los contratos que había de por medio gracias a nuestro matrimonio.

-Bueno, quería reunirse conmigo o con papa desde hace semanas, al parecer quiere hacer un trato con la empresa, es un completo idiota, no entiendo que fue lo que fue lo paso por su cabeza al creer que siquiera estaríamos dispuestos a aceptar algo así.

Suspire con frustración, yo si sabía el tipo de cosas podían pasar por la cabeza de ese hombre, él solo buscaba cosas convenientes, no involucraba sentimientos en el trabajo, menos si sabía que algún trato le daría dinero.

-Es un completo idiota, ni siquiera le preocupa la salud de Pete y aun así es capaz aparecer en frente de ti, pedir un negocio entre empresas como si nada y considerar que tendrá éxito.

-Me reí en su cara, aun así se atrevió a decir que estaba rechazando un trato bastante beneficioso, intente no decir nada, ya que una mujer lo acompañaba y no deseaba hacer una escena.

Sabía quién era aquella mujer, en realidad ella fue la razón por la que fui abandonada. Marian Anderson, una mujer joven y hermosa la cual solo tenía veintitrés años, los ojos de esta eran de color miel, cabello largo y rizado de un color castaño claro, la cereza del pastel era la envidiable figura de esta teñida de un tono de piel morena.

En realidad, no tenía nada en contra de aquella mujer, solo fue una de las innumerables amantes de Peter. Por lo que a tales alturas era un poco contradictorio enojarme con aquella mujer, pues, en cualquier contexto, también podría pasar por lo mismo que yo, ya que un hombre que la había conocido por una infidelidad, no le daría ni un poco de fidelidad.

-Estoy cansada de todo, realmente estoy soportando mucho estrés, mientras tanto ese estúpido solo manda dinero sin velar por la salud de Pete, como cereza del pastel quiere volver a vincularse con la empresa, es demasiado ridículo, creo que ni siquiera sabe que la encargada seré yo en unos meses -dije mientras me sentaba en el sofá.

-¿Seguirás así?, algún día Peter debe asumir su rol como padre, él fue el primero en hablar sobre tener hijos y ahora simplemente finge que jamás estuvieron casados, simplemente no puedo comprender la mente de una persona así -las palabras de Gabriel mostraban una preocupación genuina.

-En el momento en el que firme el divorcio supe que estaría sola, en ese momento decidí no quedarme de brazos cruzados, en un par de meses me haré cargo de la empresa y no dejaré que Peter me vea caer, no necesito nada de él y me aseguraré de que Pete tampoco. Desprecio a Peter, lo suficiente como para desear destruirlo, pero es el padre de Peter y es la única razón por la que a pesar de todo, deseo que el mismo note su error.

Mi hermano me observo con preocupación, pero asintió, hasta el momento había estado tranquila, en realidad eso preocupo a mi familia, pero aunque estuviese deprimida, no deje que mis sentimientos negativos se apoderarán de mí, mi preciada tranquilidad no sería arrebatada por Peter o su familia.

Aunque al parecer los medio públicos los estaban masacrando, obviamente ante la sociedad fue muy mal vista la actitud de Peter, también el hecho de que sin pena alguna se mostró junto a su nueva pareja tan solo tres semanas después del divorcio.

Al menos aquello trajo calma a mi vida, ya no tenía que soportar a mi suegra ni tampoco a ninguna otra persona perteneciente al círculo de amistad de Peter, ya no sufriría denigraciones, comparaciones o simples e hirientes insultos.

Aunque esto no sería como pensé, pues, aquella familia no estaba conforme con mi cortante y desligada actitud, al parecer mi hijo era importante para ellos, precisamente por ser un primogénito nacido en medio del matrimonio, ese simple hecho no me dejaría vivir en paz.

¿Caprichosa?

El sol estaba en lo más alto del cielo, mi corazón latía de forma precipitada mientras el jardín se llenaba de gente, las personas entrenan y se ubicaban mesas mientras sus ojos bailaban de un lugar a otro, al menos el lugar y las decoraciones era del agrado de los invitados, puesto que no había malos comentarios hasta el momento.

El pequeño Pete estaba en brazos de mi padre, desde el inicio mi padre adoro la idea de ser abuelo, ahora estaba más que feliz que nunca al poder cuidar más tiempo del normal a Pete, aunque al principio estuvo descontento por la actitud de Peter.

-Los invitados ya están terminando de llegar -dijo mi padre con una amplia sonrisa en su rostro, mientas sostenía con fuerza a Pete.

-Te dije que una fiesta tan grande no era necesaria papa, ¿cuántas personas vendrán? -pregunte con una expresión preocupada, en realidad si quería una reunión más íntima.

-Gala, es la celebración del primer año de mi nieto, es más que obvio que vendrán todos nuestros socios, la empresa está en un buen momento y no hay nada mejor que las fiestas para que los niños de todas las familias se conozcan.

-Estoy segura de que son solo excusas para hacer una gran fiesta -dije para después sonreír alegremente-. Aunque debo admitir que después de meses tan estresantes, una buena fiesta no está tan mal.

Mi padre sonrió y se fue hacia un grupo de personas mientras llevaba a Pete en brazos, aunque estaba tranquila, sentía una gran incomodidad en mi pecho, por mucho tiempo solo en mi imaginación podría tener un hijo y a pesar de lograr tenerlo, ahora era una madre soltera.

La tranquilidad de la reunión lleno de alegría mi corazón, mi hijo sonreía junto a otros niños, los invitados gozaban del ambiente de la fiesta y en especial mi padre parecía estar más que satisfecho, hasta el momento supuse que todo saldría a la perfección, sin embargo, invitados ligeramente indeseados llegaron sin previo aviso.

Felipe Saavedra, padre de Peter había llegado junto a Patricia, su esposa, aquella mujer seguía con aquella postura erguida y orgullosa mientras caminaba con elegancia hacia mí, al mismo tiempo sujetaba el brazo de su esposo. Ni siquiera el montón de joyas que llevaba o aquel vestido color vino que se ajustaban a su figura podrían ocultar el horrible y podrido corazón que aquella mujer desagradable poseía.

La amargura en mí se amplió al ver a Peter caminar detrás de su padre con una mirada totalmente aburrida, aquel hombre el cual vestía un traje de alta costura ni siquiera deseaba estar presente en la fiesta de nuestro hijo, ¿por qué decidió aparecer?.

Cuando estuvieron frente a mí pude notar la incomodidad del señor Felipe, él no era un mal hombre y jamás recibí malos tratos de él, incluso se disculpó con nuestra familia y en especial conmigo por el divorcio, por lo que en el fondo de mi ser no tenía ningún sentimiento negativo hacía él.

-Gala, realmente estoy avergonzado por llegar tarde -dijo Felipe mientras sonreía.

-No hay problema, lo importante es su presencia, aunque creí que no vendrían -respondí con un tono amable, aunque las últimas palabras fueron un poco más agresivas.

-Después de todo Pete es el primer nieto de la familia Saavedra, era evidente que asistiríamos a su primer cumpleaños -respondió Patricia con arrogancia y aquella sonrisa tan despreciable que yo en especial despreciaba desde el fondo de mi corazón.

-Esa parte es bastante debatible, después de todo, ningún integrante de la familia Saavedra ha venido a ver a Pete en alguna ocasión, resaltado la poca paternidad que Peter ha asumido hasta ahora, simplemente asumí que no somos bienvenidos en su familia -respondí con una sonrisa que reflejaba mi soberbia, en respuesta Patricia frunció el ceño.

-Gala… -murmuro Felipe, ni siquiera sabia que responder para refutar mi argumento.

-Señor Felipe, lo respeto mucho, pero estoy en todo mi derecho de ser honesta, me importa poco la imagen que tengan de mí, pero no lo suficiente como para no ser consciente de sus figuras en la vida de Pete, sin embargo, ninguno de ustedes desea formar parte de la vida mi hijo, no entiendo… ¿Qué hacen aquí?.

-Has cambiado bastante -dijo Pete con un tono lleno de ironía-. Te has vuelto mucho más caprichosa.

-¿Caprichosa? ¡Ja! - pregunté con sarcasmo-. ¿Desde cuándo los deberes paternos son caprichos?, supongo que tu mente está confundida, aunque no es mi culpa que no sientas absolutamente nada por tu propia sangre.

Los ojos de los invitados estaban sobre nosotros, no estábamos hablando lo suficientemente fuerte como para que escuchasen, pero era más que evidente que estábamos discutiendo, la incomodidad que sentía sobrepasaba mi nivel de tolerancia, estaba cansada y simplemente el odio que sentía por los Saavedra se estaba desbordando. Bueno al menos Felipe se veía genuinamente preocupado por conservar una buena relación familiar.

-Entonces, ¿insinúas que no debimos venir? -pregunto Peter.

-No lo insinuó, te digo directamente que debiste venir antes, pero en este punto decirlo es inútil, tomen asiento donde mejor les parezca -después de aquellas palabras me aleje hasta donde estaba mi hermano.

Mi hermano sujeto mi mano, él sabía que estaba demasiado enojada como para calmarme por mí misma, tango bastantes razones para estar descontenta, sin embargo, no podía arruinar la fiesta de mi hijo, probablemente mi amado hijo no lo recordaría, pero no es una excusa válida para hacerlo.

No volví a cruzar palabra alguna con aquellas personas en el resto de la fiesta, sin embargo, podía sentir aquella mirada, aquella mirada fija e incómoda que hacía que mi nuca doliera, simplemente me dedique a fingir que no había notado la insistente mirada de Peter sobre mí. Puedo suponer que jamás espero mi tranquila reacción después del divorcio, yo no estaba dispuesta a rogar por su atención ni tampoco quería pedirle que viera a Pete.

Posiblemente, estoy siendo arrogante, pero no puedo dejar que esa familia y sobre todo Peter, sigan pisoteándome a placer, en estos momentos no debo dar mi brazo a torcer fácilmente.

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