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ARMA DE FUEGO.

1-

Giada Della Rovere.

—Con los presentes como testigos procederé a preguntar.. Giada Della Rovere, ¿Acepta por esposo a..?

Ésta soy yo, Giada Della Rovere, más conocida cómo la princesita de Don Gabrielle Della Rovere, el capo más poderoso que pudo existir en la mafia. El poderoso, invencible... O al menos eso creía, sólo hasta que le dieron fin en una reunión con supuestos "amigos".

Sé que se preguntarán el cómo fue que llegué a mi boda, pues déjenme contarles.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

(Tiempo atrás...)

Luego de que me fué notificada la baja de mi padre, quien era un hombre de bien. (" No me crean eso por favor.") Definitivamente tenía que tomar su lugar, quedando ahora como la jefa de los llamados "negocios familiares."

¡Claro que soy mujer! Pero es que mi padre no era alguien que decidiera preparar a el varón como sucesor, a él esas cosas no le importaban en lo más mínimo. Ya que desde que tuve la suficiente edad para saber que la bala no tenía que ir a mi cabeza, comenzó a entrenarme, dejando claro que una vez él faltara, yo sería quien se ocupe de los negocios familiares.

¡Bien, lo acepté ! Después de todo soy su hija mayor, bueno... Su única hija.

Mi madre murió cuando cumplí mis 15 años, que en paz descanse la bruja.

No era una mala mujer, pero definitivamente cargaba con un terrible carácter, uno por el cual decías " No quiero ser como ella" y pues sí, al parecer tanta locura la llevó a la tumba.

Salud por eso.

Quedando totalmente sin madre y sin padre, no quedaba otra que disfrutar de la buena vida, quiero decir... Trabajar, trabajar lo que me resta de vida.

En una de las tantas aburridas reuniones que teníamos con los más allegados a mi padre, tuve una pequeña reprensión por parte de su mano derecha, el fastidioso de Tommaso.

—¡Es suficiente niña! —habló en el perfecto Italiano —.Tu padre ya no está para cuidarte el trasero, por ello deberás de sentar cabeza y hacer las cosas bien si no quieres una maldita bala en tu cerebro.

—Pero que molesto resultaste ser, Tommaso —respondí en el mismo idioma —Deberías de conseguirte una novia.

—¡Dejate de tonterias! —continuó —.Tienes que empezar a tomarte la vida con total seriedad, no puedes seguir de este modo. Les estás entregando tu cabeza en bandeja.

—Estoy tomándome el asunto con seriedad, pero en ninguna parte dice que no pueda disfrutar de los beneficios que el dinero te otorga, Tommaso —me defendí —. El asunto aquí es que tú eres un aburrido y pretendes que sea la jefa seria que anda todo el día con su cara de poker.

—Eso no es así y tú lo sabes.

—¿Qué es lo que sé? —pregunté —Ya deja de dar tantas vueltas Tommaso, di lo que quieres conseguir de esta conversación.

—Tienes que casarte Giada, es lo que tu padre hubiera querido.

—Casarme... —repetí —Bien, supongamos que acepto casarme ¿Con quien debo hacerlo, Tommaso?

—Candidatos no faltan —añadió y rei con falsedad, quizás hasta adivinando a quienes nombraría —Tienes una larga lista para elegir.

—Deslumbrame.

—Bien —continuó —En la primera opción tienes a Domenico Giuseppe, hijo del segundo jefe más poderoso entre muchos otros.

—No no no, mi esposo no tiene que estar ligado a éste tipo de trabajo —interrumpí rapidamente.

—¿Que quieres decir?

—Quiero decir que si tomo la decisión de casarme, no será con el hijo de algun jefe, será con un hombre que esté fuera de esto, uno a quien yo tenga que entrenar y hacer fuerte.

—Pero...

—Si escogiera a uno de los hijos de esos jefes, tendría que cederle mi poder, dejar el mando en sus manos y eso no pasará —contesté, caminando a la ventana ubicada a pasos del escritorio que tenía en mi despacho —No estoy dispuesta a eso.

—Sabes que liarse con alguien fuera de éste negocio implicaría...

—Acepto de buena voluntad el casarme, pero seré yo quien escoja a mi esposo, Tommaso, será con quien yo elija.

Y ya no dijo más, algo que me aliviaba porque... La verdad es que Tommaso debe conseguirse una novia urgente, de esa manera ya no estaría todo el tiempo sobre mí.

...----------------...

Decidí salir en busca de ese futuro esposo, uno que sea desafiante en cuanto a tomar decisiones,difícil de conseguir y sobre todo... Que me deje sentir una pizca de lealtad.

—Para aquí —dije a Mannuele, el más leal de todos mis hombres —Si sigo el recorrido en carro, no lograré encontrar a mi futuro esposo sin obviar que el brillante sol está para pasear a pie por el centro.

—Tendré que acompañarla, señora Giada —respondió y sólo asentí.

Pese a que deseaba mucho estar sola no podía negar que siendo ahora la jefa, nada me sería fácil.

Suspire resignada y cansada de ver de un lado a otro sin obtener nada, sin saber donde más buscar.

De repente mi mirada viajó a través de una vidriera de un restaurante notando a un muy guapo camarero, quien quitándose su delantal salió apresurado.

Por simple curiosidad, tomé la decisión de seguirlo, saber que era eso urgente que lo llevó a correr tan rápido cómo sus pies le permitieran.

—Sígueme Mannuele.

No voy a decir que corrí desesperadamente detrás de él, me tomé mi tiempo para alcanzarlo y encontrarlo en el pequeño parque que estaba cruzando la calle. Él estaba frente a una mujer y un hombre.

—Yo no... No comprendo —dijo el sujeto, bajando la mirada frente a esas dos personas —. Son cuatro años que..

—¡Hay por favor! —lo interrumpió la mujer —bien sabías que nuestra relación no tenía futuro, no vengas aquí a llorarme y joderme la paciencia.

La verdad es que el show era bastante entretenido, por lo cual saco un cigarro colocándolo en mi boca y encendiéndolo mientras me entretengo con la escena.

—Tú... Dijiste amarme, estar dispuesta a seguir conmigo sin importar los obstáculos —continuó el guapo —pero luego te encuentro con mi mejor amigo y...

—Mis enemigos tienen más sentimientos que esos dos —Comenté para mí sin borrar la sonrisa que se formó en mis labios y despidiendo el humo retenido en mi boca.

—¿Qué esperabas? ¿Que viviera mi vida junto a un mesero de cuarta? —pregunto la bruja y dí otra calada a mi cigarro —no, ni en sueños quiero una vida así —continuó —. Prefiero a alguien cómo Samael, quien cuenta con mejores planes a futuro.

—Pero nosotros...

—Hay ya —intervino el tal Samael, dándole un empujón al don —debes aceptar perder. cuando no es para ti, no es y punto.

La verdad es que me intrigaba la escena, pues el don era mucho más alto y  musculoso que el tal Samael, no entiendo porque razón se deja humillar de esa manera.

Por fuera parece un adonis poderoso, orgulloso y fuerte, pero en cuanto a caracter y actitud, sólo es un niño asustado en busca de su madre.

—Jamás te he tocado un pelo en lo que llevamos de relación, sólo por respeto —continuó el desafortunado hombre —pero... Al parecer el del respeto sólo era yo —añadió y tiré la colilla, para luego girarme dispuesta a marchar.

La verdad es que esta escena me resultó bastante aburrida al final y sinceramente, él es un idiota que no quiere ser abandonado por una infiel que le rompió el corazón.

—Imbécil.

—¡YA TE DIJE QUE NO LA TOQUES! —oí gritar y rápidamente me giré notando cómo el tal Samael, le daba un golpe en el rostro al fortachón tirándolo al piso.

—¡YA! —grité cabreada dirigiéndome en esa dirección y llamando la atención de esos tres —¿Cual es tu problema? —pregunté empujando al tal Samael. ¡Primero te metes con la zorra de novia que tenía y luego te crees con el derecho de golpearlo! —añadí dándole una fuerte patada en su trasero —¿Es que acaso no tienes modales?

—Niña estúpida ¿quien te crees que eres? —gritó el bastardo, intentando venirse contra mi pero siendo detenido por Mannuele —¿Y tú que te metes?

—Señora, ¿Da usted la orden? —preguntó mi guardia mientras les enseñaba a esos dos cómo podría resolverse rápidamente el asunto con una nueve milímetro.

—Quita esas pestes de mi vista —ordené viendo como Mannuele, sacaba su preciosa arma y les mostraba a ambos el camino a seguir.

—Espera Amelie, no te vayas —dijo el imbécil tirado en el piso, quien rápidamente se puso de pie dispuesto a seguirlos.

—¿Conoces la palabra orgullo? —pregunté, viendo como detenía sus pasos —porque eso acaban de pisotearte esos dos.

—Señorita, no es asunto suyo —respondió el idiota y me acerqué a él, dandole una bofetada —pero que...

—Despierta tontito, esa mujer pisoteo y escupió sobre tus sentimientos —contesté —¿Aún así piensas seguirla?

—Sé que está confundida en éste momento, pero recapacitara y se dará cuenta que no quiere tirar cuatro años de noviazgo a la basura —argumentó y la verdad es que no pude contener mi risa.

—Pobre imbécil —mencioné em Italiano.

—¿Qué? —preguntó.

—Quiero decir que ese soldado tiene muchas guerras encima, excepto la tuya —respondí, girandome dispuesta a marchar —. Deberías cambiar tu actitud, ser más determinado y quien domina —añadí comenzando a caminar lejos de él.

Me pareció alguien interesante a quien puedo dominar con facilidad y volver un arma de fuego.

—Señora Giada ¿A donde quiere ir ahora? —preguntó Mannuele, una vez me alcanzó.

—Ya encontré lo que buscaba —informé con una sonrisa —. Llevame a casa Mannuele, luego busca toda la información de ese sujeto —ordené —quiero saber absolutamente todo de él.

....

Poco tiempo más tardé tenía sobre mi escritorio la información completa de ese sujeto, todo lo que quería saber.

Nombre completo: Ryle Hudson.

Edad: 30 años.

Estado civil: Soltero.

Estudios: Completo.

Situación laboral: Trabaja medio tiempo cómo mesero y en una pequeña editorial.

Información extra: Actualmente está al cuidado de su hermana de 7 años, Maddy Hudson, debido a que su madre murió dos años luego de dar a luz a la niña, de su padre no se sabe absolutamente nada.

La mayor parte de ganancias son invertidas en alimentos y vestimenta para su hermana, pago de deudas atrasadas eh hipoteca de la casa.

Abandonó la universidad a la edad de 24 años debido a que sus trabajos no le daban tiempo para cuidar de su hermana y estudiar a la vez.

- Interessante.

'

.....

- ¡Hola! Tú debes ser Maddy ¿Verdad? - Dije una vez estuve frente a la niña, quien acababa de salir de la escuela.

- ¿Quien es usted y cómo me conoce? - Preguntó la niña y sonreí.

- Soy una muy buena amiga de tu hermano. - Respondí. - Y me envió por ti.

- Mi hermano no tiene amigas. - Respondió y pensé en lo lista que la niña era.("Nada que ver con su tonto hermano.")

- No tenía, pero llevamos poco tiempo de conocernos y cómo se le hizo tarde me pidió que pasara por ti. - Contesté, señalándole el carro que esperaba por mi. - ¿Me dejas llevarte? Prometo comprarte lo que quieras.

- No puedo ir con desconocidos. - Añadió y frunci levemente mi ceño. "Mocosa, no me hagas perder la paciencia. "

- Ya veo. - Dije, bajando mi mirada. - Bien, supongo entonces que tendré que darle esas muñecas a otra niña, quizás y las done a un orfanato o...

- ¿Muñecas? - Preguntó y asenti. - Am.. Bueno, si es amiga de mi hermano supongo que no tiene nada de malo que vaya con usted.

....

Lo sé lo sé, soy de lo más cruel por llevarme a la niña, pero no le eh echo ningun daño, sólo quería que su hermano llegara hasta mi mansión y de esa forma obtener lo que quiero.

No pasó mucho rato cuando veo el carro estacionarse y a el sujeto bajar corriendo de el, dirigiéndose a la puerta.

- ¡MADDY! - Gritó, siendo detenido por uno de mis guardias, quien le dió un golpe en la boca del estómago.

- Che diritto hai di colpire il mio ospite? ("¿Con que derecho golpeas a mi invitado? ") - Pregunté una vez llegué a su lado, viendo a mi guardia bajar su cabeza. - 'Non farlo di nuovo. ("Que no se vuelva a repetir.")

-Mi dispiace, signora. Non sarà ripetuto. (" Lo siento señora, no volverá a repetirse.")

- Lamento mucho la bienvenida. - Dije mirando a el sujeto frente a mi.

- ¿Donde está mi hermana? - Preguntó con su ceño fruncido, sacándome una sonrisa.

- No tiene de que preocuparse, ella está bien. - Respondí, invitándolo a pasar.

No lo dudó ni un instante, entró corriendo a mi mansión, llamando a su hermana a los gritos.

- Grite todo lo que quiera, ella no puede oírlo. - Respondí, ganandome su fría mirada. - Oh Dios, no me mire de esa manera que se me derrite el corazón.

- Devuélveme a mi hermana.- Añadió y sonreí.

2.

"

Giada Della Rovere.

La verdad es que no entendía porque tanto drama. Bueno, en parte si lo entendía, pero tampoco era para tanto, no es como si fuera a asesinar a la niña (" Aunque ganas no me faltaron después de las 700 preguntas que me hizo.")

- ¿ Podría dejar de gritar? Ya le dije que ella no puede oírlo. - Comenté, encendiendome un cigarro.

- Devuelvame a mi hermana. - Volvió a decir y suspire, dándole otra calada a mi cigarro.

- Sigame señor Hudson.

- ¿ Cómo sabe mi apellido? - preguntó y le sonreí.

- Creeame que no sólo sé su apellido. - Respondí, volviendo mis pies en dirección a mi estudio. - Si quiere que le regrese a su hermana, sigame. - Añadí, sintiendo sus pasos detrás de mi.

- Giada, cosa stai... (Giada, Que estás...)

- Non disturbare Tommaso, così saprai tutto. ("No molestes Tomado, luego sabrás todo. ") - Dije interrumpiendolo, mientras llegaba a la puerta de mi estudio en compañía del señor Hudson y Tommaso. - 'Lasciaci soli. ("Dejanos a solas.") - Dije a Tommaso, quién muy a su pesar suspira y se marcha del lugar. - Adelante.

- Mi hermana no está allí ¿Verdad? - Preguntó nuevamente el sujeto y suspire, la verdad es que ya me estaba cansando.

- Escucha, sólo mueve tu trasero adentro y luego sabras de tu hermana. - Respondí, notando la furia en sus ojos, una que quería ver despierta cuando lo vi por primera vez.

No dijo nada, sólo entró a mi despacho y se sentó donde le indiqué que lo hiciera.

- No le eh echo daño a su hermana. - Comenté, girando la portátil que estaba sobre mi escritorio y mostrándole el video en el cual su hermana aparecía comiendo y jugando con unas cuantas muñecas. - La verdad es que se ve feliz. - Añadí, viendo su rostro relajarse.

- ¿Porque trajo a mi hermana aquí? - Preguntó con total seriedad.

- Porque quería hablar con usted, pero sé bien que si se lo pedía de buena voluntad, no hubiera accedido. - Respondí, cruzando mis manos sobre  el escritorio.

- No la conozco en absoluto, por lo tanto no tengo razón o motivo para estar aquí. - Contestó y prendí un nuevo cigarro. - Si quiere morir intoxica, le pido de favor que lo haga sola, no conmigo aquí. - Añadió, sacudiendo su mano para que el humo no le fuera a la cara.

- Que molesto. - Contesté, apagando el cigarro y viéndolo de mala manera. - En fin, hay una razón para querer que me preste un poco de su tiempo.

- Sea cual sea la razón no es de mi incumbencia, sólo vine por mi hermana. - Respondió y suspire nuevamente, echando mi cabeza hacia atrás y contar hasta diez para no sacar mi arma y meterle un tiro. - Ahora si no es mucho pedir, por favor traiga a mi hermana.

- Primero oirá lo que quiero decir, luego le devolveré a su hermana.

- No tengo porque...

- Mannuele. - Hablé, llamando a quien consideraba más leal de todos mis guardias.

- Al tuo comando, capo. (" A sus ordenes, jefa. ")

- Mannuele, mostrargli il modo di negoziare che abbiamo. ("muestrale la forma de negociar que tenemos.") - Ordené, viendo a Mannuele asentir y sacar su arma.

- ¿Que hace? ¿Que le dijo? - Preguntó una y otra vez, mientras veía la pistola de Mannuele apuntar en su dirección.

- Ya que no desea tener una charla conmigo, dejaré que Mannuele y su arma hablen con usted a sola. - Respondí poniéndome de pie, dispuesta a salir de aquí. - Solo.. No lo mates. - Añadí, viendo a Mannuele asentir nuevamente.

- No no no, no te vayas. - Dijo el señor Hudson, por lo que detuve mis pasos y voltee a verlo. - Está bien, hablaré con usted de lo que quiera hablar. - Agregó, volviendo su mirada a la mano extendida de Mannuele. - Pero luego de la charla, me dejará marchar con mi hermana.

- Mmm por el momento estoy de acuerdo. - Respondí, moviendo mi mano a Mannuele, quien entendió que debería de retirarse. - Entonces hablemos.

- Usted está completamente loca, no puede ir por la vida amenazando a las personas porque si, sólo para que le den lo que quiere. - Comentó y sonreí divertida.

- Puedo y acabo de ganarme un poco de su tiempo. - Respondí, volviendo a mi lugar. - Seré muy breve. - Agregué. - Estoy en busca de un esposo y aprovechando que usted tiene una deuda conmigo, creo que no hay mejor trato que ese.

- No tengo ningúna deuda con usted. - Respondió y levante una de mis cejas.

- ¿A no? - Pregunté, sacando de una de las gavetas de mi escritorio una copia de las deudas que eh comprado. - Pues yo creo que si. - Añadí, dejando a su disposición la copia, la cual él toma rápidamente y repasa una y otra vez. - Como usted puede observar, señor Hudson, tiene una deuda de medio millon de dolares conmigo.

- ¿Que es esto? - Preguntó mostrándome la copia.

- Sus deudas. - Respondí tranquilamente. - Supuse que luego de pagar sus deudas, usted sentiría el deseo de pagarme el favor de alguna manera, entonces lo hice.

- Yo no le pedí que lo hiciera, de todos modos pagaría poco a poco. - Respondió y asentí.

- Quizás tiene razón, pero mi forma de pagar fue mucho más rapida y lo que necesito es menos costoso. - Agregué, viéndolo negar. - Es casi nada lo que tiene que hacer.

- Sólo firmar un acta matrimonial con una mujer a quien NO amo y condenarme hasta la muerte en un matrimonio que NO quiero. - Respondió y asentí.

- No se preocupe por el amor, es un sentimiento traicionero que nos lleva a perder más de lo que podemos ganar. - Comenté, golpeando el escritorio con mis dedos. - Es claro que si acepta casarse conmigo, no podrá estar con otras mujeres porque... La lealtad lo es todo para mi, sacando aparte de que si llegara a serme infiel una bala podría atravesar su craneo. - Agregué, viendo la cara de espanto que puso.

- ¿Y que pasa si me niego a eso? - Preguntó y sonreí.

- Esa es la mejor parte. - Contesté. - En caso de que usted se niegue a el matrimonio, tendrá que desocupar la casa en la cual vive con su hermana y rogar por conseguir trabajo, algo que me parecería imposible.

- ¿¡Está amenazandome!?

- Claro que no, sólo le estoy dando a elegir entre una vida llena de comodidades y lujos, a otra miserable y sin futuro. - Respondí, viéndolo ponerse de pie. - No estoy en contra de darle tiempo para pensar, aunque posiblemente preferiría que no fueran más de dos semanas.

- ¿Que hay de mi hermana? ¿Que pasará con ella si acepto? - preguntó luego de un breve silencio.

- Eres su tutor, está claro que podrías cuidar de ella cómo hasta ahora, sólo que no podrá frecuentar la escuela cómo de costumbre.

- ¿Porque no? ¿Le quitará también su libertad? - Preguntó y a su igual me puse de pie.

- Señor Hudson, ¿Puede quizás sonarle el apellido Della Rovere? - Pregunté esta vez yo.

- Por supuesto. - Contestó. - Pese a que muchos digan que su fortuna se debe a las empresas que manejan, para muchos otros son una banda de delincuentes mafiosos.

- Oye, lo de delincuentes está de más. - Respondí, viéndolo negar con confusión. - Déjeme presentarme para que conozca la razón por la cual su hermana no podría salir sin custodia de ésta mansión. - Continué. - Soy Giada della Rovere, hija única del capo más poderoso que pudo existir en la mafia Italiana, Don Gabrielle Della Rovere. - Añadí, viéndolo dar dos pasos atrás con miedo.

- Yo no...

- Tampoco es para que me tenga miedo, no he asesinado a tantos como mi padre, no aún. - Agregué viendo mis uñas.

Él no dijo nada más, sólo quedó allí parado, viéndome como si fuera una pesadilla echa realizado, aunque me consideró más un lindo sueño para alguien que no tiene absolutamente nada en el mundo.

Dejé que digiera la información por un buen rato, después de todo comprendo un poco su punto de vista, el ser sólo un camarero a medio tiempo, para pasar a ser el hombre en quien se interesó la jefa de la mafia.

Observé mi reloj desde que quedó en silencio y la verdad...no podía seguir esperándolo, tenía otros asuntos que atender.

- Mannuele. - Llamé, viendo a el nombrado aparecer luego de abrir la puerta. - ' Porta la ragazza così possono tornare a casa. ("Trae a la niña para que puedan irse a casa. ") - Ordené, viéndolo asentir y salir nuevamente.

-¿Que le dijo? - Preguntó, pero preferí no responderle. - Oiga.. - Continuó, más sin embargo seguí sin responder, volviendo a mi asiento. - Escuche, sé que quizás necesite urgente un esposo, pero creame que ese no soy yo. - Añadió. - Usted misma pudo verlo, un tipo mucho más bajo que yo pudo tirarme de un sólo golpe, ¡incluso usted me abofeteó! - Continuó diciendo con desesperación. - Por favor, por lo que más quiera, dejenos ir, prometo pagarle la deuda peso por peso, pero dejenos ir.

Sólo lo observé sin decir nada, notando en sus ojos la desesperación que aumentaba poco a poco, quizás y hasta creyendo que le pedí a Mannuele un equipo de tortura.

Lo vi abrir su boca para decir algo más, siendo interrumpido por la puerta que se abrió nuevamente.

- ¡Ryle! - Oí decir a la niña, para luego verla correr en dirección a su hermano, quien rapidamente le abre sus brazos envolviendola y sintiendo quizás la calma que no sentía hace un momento.

- Mi pequeña. - Dijo él y me puse de pié dirigiendo mi mirada a la ventana, dándoles la espalda. - ¿ Estás bien? ¿No te hicieron daño?

- ¿Pero que dices Ryle?,- preguntó la niña. - Tu amiga fue muy amable conmigo, incluso me compró muchas de las muñecas que siempre quise.

- Maddy...

- Nuestras balas van dirigidas a enemigos o personas que se lo merezcan, no a niños. - Comenté, girandome a verlo con toda la indignación del mundo. - Mannuele. - Volví a decir.

- Al tuo comando, capo. (" A sus ordenes Jefa. ")

- Il signor Hudson ha molto a cui pensare, per favore portali a casa. (" El señor Hudson tiene mucho para pensar, por favor llevalos a casa. ") - Respondí, viéndolo asentir.

- Signor Hudson, mi segua da questa parte. (" Señor Hudson, síganme por aquí.") - Oí decir a Mannuele, mientras volvía a darles la espalda.

- Señorita Della Rovere...

- Piense en su respuesta, prometo que no habrán más amenazas. - Dije interrumpiendolo, para luego mover mi mano dándoles a entender que se fueran.

- Hasta pronto señorita Giada y gracias por los obsequios. - Oí decir a la niñas, más no me moví del lugar.

Detestaba cuando me señalaban como mala persona, porque si, puede que muchos murieran debido a una bala que salió de la pistola que tenía en mi mano, pero jamás fueron inocentes ni mucho menos niños, todos y cada uno de los muertos por mí, eran enemigos o simples estafadores que creían poder hacer conmigo lo que quisieran por ser mujer.

"Detesto los prejuicios."

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Pasadas unas tres semanas, no volví a contactar al señor Hudson, pues luego de que me tachara de tortura niños, preferí buscar por otra parte a alguien que fuera menos prejuicioso y aceptara la propuesta.

Claro, tenía mis metodos de someterlo cuanto yo quisiera, pero la verdad es que ya tenía suficientes enemigos cómo para querer meter uno a mi casa.

Dispuesta a empezar otro nuevo día de busqueda, frustrada y cansada por las insoportables palabras de Tommaso, salgo de mi despacho, oyendo justamente a el nombrado discutir con Mannuele.

Sólo alcancé a oír cómo Tommaso le decía a Mannuele que lo sacara de aquí y cómo éste otro le respondía que yo lo solicité.

Dispuesta a no quedarme como chismosa oyendo detrás de las paredes, me dirigí a ellos.

- Puoi dire cosa diavolo sta succedendo? ( "¿Se puede saber que carajos está pasando?") - Pregunté, viendo a ambos girar a mi y hacer una mini reverencia.

- Capo, il signor Hudson è fuori e aspetta di essere accolto da lei. (" Jefa, el señor Hudson está fuera esperando ser recibido por usted.") - Respondió Mannuele y lo vi con seriedad.

- E perché sta aspettando fuori? Avrei dovuto superarlo ormai. (" ¿Y porque razón está esperando fuera? Ya deberías haberlo echo pasar. ") - Respondí.

- Queste erano le mie intenzioni, capo, ma il signor Tommaso mi ha chiesto di licenziarlo e di non farlo più entrare. (" Esas eran mis intenciones, jefa, pero el señor Tommaso me pidió que lo despidiera y no lo dejara entrar nuevamente.") - Respondió Mannuele y volví mi mirada a Tommaso, quien rapidamente baja la cabeza.

- Con quale diritto congedi i miei ospiti? SEI TU QUELLO CHE COMANDA QUI!? ("¿Con que derecho despides a mis invitados? ¿¡ACASO ERES TU QUIEN MANDA AQUÍ!? ") - Pregunté ya cabreada, viendo a Tommaso negar. -Mi sto stancando della tua audacia, Tommaso, e questo non ti si addice. ("Estoy casándome de tus atrevimientos Tommaso y eso a ti no te conviene.") - Añadí, volviendo mi mirada a Mannuele. - Que pase a mi despacho.

....

En verdad estoy irritada, cansada de las tonteras de Tommaso.

Lo escuché en muchas ocasiones debido a que era la mano derecha de mi padre, pero creerse con el derecho de despachar a personas sin mi consentimiento, eso realmente me enfurece.

- ¿Que lo trajo por aquí, señor Hudson? - Pregunté una vez se puso frente a mi.

- Dijo que me daba dos semanas para pensar sobre el asunto, pero pasaron tres y nunca volvió por mí. - Contestó y reí con falsedad.

- ¿Porque lo haría? Dejó bastante claro que era capaz de asesinar a un inocente niño. - Respondí, abriendo la gaveta de mi escritorio y sacando de ésta la caja de cigarros y mi encendedor. - No quiero tener en mi vida a alguien prejuicioso.

- ¿Prejuicioso yo? - Preguntó y encendí mi cigarro, negándome a responderle. - No fui yo quien secuestro a la hermanita de alguien sólo para conversar con ese alguien. - Añadió, caminando en mi dirección y arrebatando el cigarro de mis labios, para luego apagarlo. - Y ya deje de fumar, es malo para la salud.

- Usted no vendrá a decirme que debo y que no debo hacer y para completar, no lastimé a su hermana para que asuma un "secuestro". - Respondí, tomando otro cigarro de la caja y colocarlo en mi boca.

- Si quiere que sea su esposo, tendrá que tomar en cuenta mis palabras. - Dijo, quitando nuevamente el cigarro de mi boca y rompiéndolo.

- GIÀ! ("YA") - Grité cabreada, viéndolo observarme sin mucho que hacer. - Di de una vez que es lo que quieres y luego largate.

- Creí que necesitaba de mí. - Respondió y reí con falsedad. - Dijo que buscaba un esposo y que yo calificaba para el puesto.

- ¿Y que lo hizo querer el puesto? - Pregunté cruzando mis brazos, resignandome al hecho de que si él estaba frente a mi, me iba a ser imposible prender un maldito cigarro.

- Perdí ambos empleos. - Respondió y reí. - Lo qué quiero decir es que por medio de dinero no podré pagarle, entonces no me queda más salida que aceptar su propuesta para poder pagarle. - Añadió. - En un principio creí que fue usted quien intervino para que perdiera mis trabajos, pero luego descubrí que no fue así.

- ¿Acaso soy la causa de todas sus desgracias? - Pregunté con mi ceño fruncido. - Intervine cuando ese sujeto lo golpeó, teniendo como paga un "no te metas" de su parte, luego recogí a su hermana de la escuela y me acusó de lastima niños, ahora perdió sus trabajos y asumió a que fui la responsable.

- Usted comentó algo sobre el perder los empleos y no conseguir, lo único que hice fue comparar lo que me pasaba con lo que dijo. - Respondió y negué sin poder creer lo que me decía. - Si aún sigue en pie su propuesta, la aceptaré, pero quiero algo a cambio.

- ¿Que quieres? - Pregunté.

- Que mi hermana pueda asistir a una buena escuela en la cual tenga su propia habitación. - Contestó y lo vi con sorpresa.

- ¿Quiere deshacerse de su herman? - Pregunté, viendolo negar.

- Estuve pensando mucho en su propuesta y consideré que si aceptaba, no quería que mi hermana viviera en un mundo rodeada de mafiosos, entonces el enviarla a una buena escuela y visitándola seguido, era la mejor forma de darle algo mejor más su seguridad. - Respondió. - Entonces... ¿Acepta o no?

- Mmm está bien, aunque tendrá que firmar un contrato. - Contesté.

- No tengo problemas con ello.

3.

"

Giada Della Rovere.

Con el contrato firmado y la celebración dada por el compromiso de bodas, todo iba rumbo a mejorar.

Creí que luego de aquella charla él iba a ser más accesible, pero también puso sus condiciones, lo cual tube que aceptar para que el negocio sea parejo y beneficioso para ambos.

Una vez nuestra boda fuera efectuada, su pequeña hermana se iría a una de las mejores escuelas privadas internas, así él podría mantenerse más tranquilo, algo que me favorecía por el echo de sus entrenamientos.

Ahora, volviendo a lo que estábamos en un principio...

- Con los presentes como testigos, procederé a preguntar.. Giada Della Rovere, ¿Acepta por esposo al señor Ryle Hudson, para amarlo, respetarlo, acompañarlo tanto en la salud cómo en la enfermedad, en lo bueno y en lo malo.. Hasta que la muerte los separe? - Preguntó el sacerdote.

- Aunque no entiendo para que son tantas promesas, acepto. - Respondí, viendo al señor Hudson rodar sus ojos.

- Ryle Hudson.. Misma pregunta. - Dijo el sacerdote y pegué una fuerte carcajada.

- Usted es de los míos. - Dije con una sonrisa, mientras chocaba puño con el sacerdote.

- La paciencia es virtud de pocos.- Respondió, chocando puño conmigo. - ¿Entonces señor Hudson?

- Si, acepto. - Respondió sin más.

- Por el poder que me fué otrogado eh importandome poco quien quiera oponerse, yo los declaro marido y mujer. - Dijo el sacerdote, uniendo nuestras manos. - Señor Hudson, puede besar a la novia.

La verdad es que no esperaba que lo hiciera, o cómo mucho me imaginaba un beso en la mejilla, pero no.. Él me tomó de ambas mejillas y poco a poco unió sus labios con los míos, comenzando a moverlos muy lentamente.

Claro que yo no era una santa, aclarando el echo de que mi ahora esposo estaba para chuparse los dedos, así que con todo lo que tenía guardado en mi interior, envolví su cuello con ambos brazos profundizando aún más el beso eh incluso metiendo mi lengua en su boca, saboreando el increíble y delicioso gusto a miel que tenía.

"Me derrito 🤤🤤"

Él me aparta sin dejar que se note mucho su rechazo, consiguiendo que le sonría.

- Estuviste fumando. - Dijo molesto y levanté mis hombros. - Ya te dije que..

- ¡Vamos a nuestra fiesta! - Lo interrumpí, caminando delante de él sin importarme que los novios tienen que salir juntos de aquí.

Claro estaba que la mayoría de invitados eran todos amigos o "amigos de negocios" míos, por parte de él sólo había uno que otro ex compañero de trabajo y su pequeña hermana.

Cómo la boda se realizó en el jardín de mi mansión, solo estábamos a unos pasos del salon de fiesta.

- Capo.- Dijo Mannuele, acercándose a mi. - La donna di quel giorno è fuori dalla villa, dice che vuole vedere il signor Hudson. (" La mujer de aquel día está fuera de la mansión, dice que quiere ver al señor Hudson.")

- Fai entrare Manuelle, voglio mettere alla prova la lealtà di mio marito adesso. (" Dejala entrar Mannuele, quiero probar la lealtad de mi esposo justo ahora.") - Respondí, viéndolo asentir.

- ¿Que sucede? - Preguntó el señor Hudson una vez se puso junto a mi.

- ¿Quien dijo que pasaba algo?

- Cuando el señor Mannuele se acerca a usted es sólo para informarla de algo y aparte de ello dijo mi apellido. - Respondió y me voltee a verlo, regaladole una sonrisa.

- Bien, hay una visita para ti. - Contesté, cruzando mis brazos y dirigiendo mi mirada a la entrada, por la cual esperaba ver pasar a esa insoportable mujer.

No fue mucho lo que tube que esperar, pero una vez la vi atravesar la puerta, giré sobre mis talones dispuesta a irme.

"Veamos que tan leal me serás. "

- ¡Ryle! - Oí decir a la muchacha, para seguido de eso, sentir un fuerte jalon de mano, el cual me llevó junto a mi ahora esposo.

- ¿Que hace esa mujer aquí? - Me preguntó y levanté mis hombros.

- Mannuele dijo que llegó hasta la puerta pidiendo verte. - Respondí. - Y no voy a ser quien eche a tus invitados.

- No es ninguna invitada. - Respondió, dirigiendo la mirada a la muchacha, quien ya se encontraba a unos cuantos pasos de nosotros. - Largate, no eres bienvenida.

- Ryle. - Dijo la muchacha, dando nuevamente un paso adelante. - Cariño, hablemos por favor. - Continuó y voltee la mirada a mi esposo, quien la veía con su ceño fruncido.

- ¿Ahora si soy tu cariño? - Preguntó el señor Hudson. - ¿Ahora que ese imbécil se cansó de ti?

- Él no se cansó de mi, yo lo dejé. - Respondió ella y sonreí.- Al darme cuenta que mi corazón aún te recordaba yo... Terminé con él y vine de inmediato para recuperarte. - Añadió. - Tengo cuatro años de recuerdos junto a ti en mi memoria y...

- Mannuele. - La interrumpió y vi a mi guardia dar un paso al frente. - No conozco a esa mujer, sacala de aquí. - Añadió y vi a Mannuele voltear su mirada a mi.

- Mio marito non conosce quella donna e vuole che tu la porti via di qui. ("Mi esposo no conoce a la mujer y quiere que la saques de aquí.") - Traduci, viendo a Mannuele asentir y tomar de ambos brazos a la mujer.

- ¿¡Que hace!? ¡Suelteme! - Dijo la mujer, viendo en dirección a mi esposo. - Ryle, por favor, dile que me suelte.

Y sin volver a verla, el señor Hudson se giró en mi direccion y me vió con seriedad.

- No quiera probar mi fidelidad, porque en cuanto a pareja se trata la infidelidad es algo imperdonable para mi. - Comentó y asentí con una sonrisa. - Y para la próxima, pregunta primero si quiero recibir a alguien que me busca.

- Ya te dije que yo...

- La única invitada que tendrá siempre de mi parte... es mi hermana. - me interrumpió, girando sus pasos y alejandose de mi.

- Penso che il capo sia arrabbiato con la signora.(" Creo que el jefe está molesto con la doña. ") - Dijo Mannuele al llegar junto a mi y reí.

- Com'è facile cambiare capo, Mannuele. (" Que fácil cambias de jefe, Mannuele.") - Dije entre risas, viéndolo levantar sus hombros.

- Quelli erano i tuoi ordini, mia signora. (" Esas fueron sus ordenes, mi señora. ")

Sólo negué con una sonrisa para luego caminar a la celebración de nuestra boda, en la cual al entrar me llevo la fría mirada de mi ahora esposo.

"No puedo creerlo, el día que lo vi por primera vez parecía un hombre completamente debilucho, ahora, viéndolo sentado allí, parece un poderoso jefe de la mafia, uno que podría arrancarte el alma con sólo una mirada."

Vamos por buen camino.

......

Horas más tarde, Mannuele junto a Joseph se encargaron de llevar a mi pequeña cuñada a su respectivo lugar, uno en el cual viviría a partir de ahora a pedido de mi esposo.

Claro está que en sus tantos " acuerdos" señaló como cláusula el que cada cual debería tener su propio cuarto, algo a lo cual no me opuse, ya que puedo visitar cuando quiera el suyo.

Cómo lo dije anteriormente, no soy una santa a la cual no le gustara la diversion y no me reservare ahora que tengo un esposo, porque definitivamente yo si planeo consumar la noche de bodas.

Luego de colocarme un conjunto de encaje negro al cual se le sumaba una bata de ceda fina totalmente transparente, decido salir de mi habitación con la llave extra en mano y caminar a la habitación de mi ahora esposo.

Una vez frente a su puerta, pude comprobar que cómo lo creía, él había puesto seguro, lo cual no era un impedimento para mi.

Luego de unos cuantos movimientos para tirar la llave que seguía colocada por el lado de adentro, ingreso la llave extra abriendo sin problema alguno la puerta.

" Al parecer se está duchando." - Dije para mi misma, al oír el agua correr.

Sin perder más tiempo, desato la bata y me siento sobre la cama apoyando ambas palmas en esta y dejando mi mirada clavada en la puerta, la cual después de unos 10 minutos se abre.

- ¿Que haces aquí? - Preguntó el señor Hudson, agarrando con fuerza la toalla que rodeaba su cintura cómo si pudiera bajarla con la mirada.

- Cariño, es nuestra noche de bodas y tenemos que consumar nuestra unión. - Respondí, poniéndome de pie.

- ¡Largo! - Dijo señalando la puerta y sonreí divertida. - ¿No oíste? Dije que te fueras.

- Oí bien, pero me es imposible salir de la habitación ahora. - Respondí, tomando el reloj que se encontraba en su mesita de noche. - Media hora después de que ambos entramos a nuestras habitaciones, los guardias se paran a vigilar las puertas y no creo que quieras que vean a tu esposa salir de esta manera. - Añadí, viendo como apretaba su mandíbula.

- Te pasaré una bata, pero tienes que irte a tu cuarto. - Dijo girándose y me tiré sobre su cama, dejando todo mi cuerpo al descubierto, sólo con aquel conjunto que remarcaba mi sexy cuerpo. - Giada..

- Oh Dios, que sexy suena mi nombre en tu boca. - Dije fingiendo un gemido y oyendolo bufar.

- Estoy agotado y quiero dormir, por favor ve a tu habitación. - Pidió nuevamente y negué con mis ojos cerrados.

No sabía porque fue que se quedó en silencio, pero momento después siento su mano tomar de mi muñeca y jalandome con fuerza hasta ponerme de pie.

- ¡Hey! - Me quejé.

- Aquí tienes la bata, ahora por favor. - Finalizó señalándome la puerta.

- No. - Dije cruzando mis brazos y volteando mi mirada a otro lugar.

- ¿¡QUE CARAJOS QUIERES!?

- ¿¡TU QUE CREES, IMBÉCIL!? - Grité también, viéndolo dar un paso atrás. - ¿Ya vez? Ahora soy la bruja despiadada sin corazón por haberte gritado.

- Quiero que te vayas, estoy molesto contigo. - Añadió y reí con falsedad.

- Cuando desistí de este matrimonio fuiste tú quien golpeo la puerta de mi casa. - Respondí, viéndolo girar su mirada a mi.

- ¿Que quieres decir?

- Que no cargues el peso de este falso matrimonio sobre mis hombros, porque te lo propuse una vez, pero luego no te busqué más, no te obligué a nada. - Añadí.

- Pagaste mis deudas y dijiste que ahora te debía a ti, ¿No es eso una buena razón para venir por voluntad propia? - Preguntó y negué.

- ¿Que más daba regresar? Son sólo unos 500 mil dólares, no me afectaban para nada. - Respondí. - Si decidías no aparecer jamás, sería otro hombre el que ocupe tu lugar, no iba a asesinarte por algo que decidí hacer voluntariamente.

- ¡Hiciste que Mannuele me apuntara con un arma!

- ¡Solo para que me des un poco de tu maldita atención! - Respondí, tomando mi entrecejo y suspirando resignada. - ¿Sabes que? Olvida todo esto. - Finalicé, caminando nuevamente a la puerta.

- ¿A donde vas?

- ¿A donde más? A mi maldito cuarto. - Dije ya cabreada e intenté abrir la puerta viendo su mano apoyarse por ella y cerrarla rapidamente. - ¿Que haces?

- No saldrás de aquí vestida de esa manera. - Contestó y le di un leve empujon.

- Esos hombres me vieron caminar desnuda por toda la casa ¿Crees que les afecte verme de esta manera?

- Pues ahora eres mi mujer y no dejaré que seas tan descarada en mostrar tu cuerpo a otros hombres. - Respondió y reí negando, para volver a tomar la manija de la puerta dispuesta a salir.

Como antes lo hizo, apoyó fuertemente su mano en la puerta para luego tomarme fuertemente de la cintura y aferrarme a su cuerpo.

Ambos nos miramos desafiantes para luego acortar la distancia que nos separaba y unirnos en un beso desesperante.

Sus manos me levantaron para luego aferrarse a mi trasero mientras que las mías se colocaban en su rostro, luchando por quien llevaría el control de este desesperado beso.

Entre jadeos, giró en dirección a la cama y sin romper el beso me dejó caer en esta, posicionándose sobre mi y frotando su duro miembro sobre mi feminidad, algo que me estaba volviendo completamente loca.

Sus besos abandonaron mis labios y poco a poco se dirigieron a mis senos, los cuales comenzó a lamer y chupar una vez que hizo a un lado el brasier.

Mis gemidos no pudieron ser retenidos, pues era muy bueno en lo que hacía y yo sentía que explotaría en cualquier momento.

Sin apartar sus labios de mis senos, bajó sus manos hasta las ligas de mis bragas y de un sólo jalón terminaron abandonando mis piernas, otra de las cosas que me exito aún más.

A su igual, bajé mis manos hasta la toalla que rodeaba su cintura y la arranqué, notando que no había nada debajo de ésta, claro, nada excepto su grande y gruso miembro, el cual ansiaba con locura dentro de mi.

- Oh Dios. - Dije al ver el gran tamaño, uno que no parecía tener cuando usaba esos sexys pantalones.

- Seré cuidadoso. - comentó luego de ver la sorpresa en mis ojos.

- No por favor, no lo seas. - Dije, aferrando mis manos a su espalda y viendo una sonrisa dibujarse en su rostro.

- ¿Eres virgen?

- ¿Que importa eso ahora? - Dije deseosa, ansiando que ya metiera su miembro dentro de mi.

- Importa para mí. - Contestó y lo vi tratando de dar con la razón de su pregunta.

- ¿Y que si lo soy?

- Si lo eres iré despacio, no quiero lastimarte. - Respondió y sonreí. ("No cariño, yo quiero fuerte y duro y tú me darás fuerte y duro. ")

- No lo soy. - Contesté, viéndolo asentir.

Sin dejarme pensar en el echo de mi respuesta, dió una gran estocada dentro de mí, haciéndome gritar cómo una perra loca.

- ¿Qué? - preguntó asustado.

- Ah.. Si era virgen. - Respondí, viendo cómo fruncía su ceño.

- Te dije que me dijeras, no quería ser brusco.

- Que importa ya, sólo dame placer. - Contesté, sintiendo cómo se movía poco a poco, tratando de ser lo más sutil posible. - ¡ Más rápido!

- ¡Voy a lastimarte!

- ¡Más rápido dije!

Y cómo si mis palabras fueran ordenes, él comenzó a darme mucho más duro, dejándome sentir el sabor del dolor y el placer mezclarse entre si, algo que me resultaba placentero, fascinante y excitante.

'A quien dijo que los polos opuestos no se atraen, tengo que decirle que es un estafador y mentiroso, porque me estoy tirando a mi polo opuesto.'

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