Linda
Me encuentro al borde del acantilado repasando todo lo que ha sido mi vida, nunca fui una mujer realmente feliz, comenzando por el desprecio que he recibido por parte de mi madre, quien solo me soporta porque soy la heredera universal de mi padre y de mis abuelos, estos últimos fueron las únicas personas que de verdad demostraron amor verdadero hacia mi persona.
Las palabras ofensivas de mi madre retumban en mi mente.
- ¿Acaso crees que Fabián se va a fijar en una mujer patética como tú? Eres realmente patética, solo a ti se te ocurre pensar que se fijaría en ti y abandonaría a Crissia, siendo ella tan perfecta y tú... solo mírate en un espejo, pobre ilusa, me siento avergonzada de ti.
El odio y el asco en los ojos de mi madre, son una puñalada que ha desgarrado en lo más profundo. Ni siquiera me importa la burla de Fabián cuando me vio en el club en mi traje de baño. Su risa y la de sus amigos me dejó claro que como dice mi madre, no soy más que una patética. Corrí lo más que pude y antes de llegar a mi auto, me resbalé, raspando mis rodillas, como pude me levanté y subí hasta llegar aquí, donde me encuentro tratando de tomar una decisión que será crucial.
Sé que pensarán que soy una cobarde por querer darle fin a mi existencia, pero han sido años de soportar humillaciones de todo el mundo, maltratos físicos y verbales de parte de la mujer que me parió, se supone que una madre debe proteger.
Estoy tan metida en mis pensamientos suicidas que no advierto que alguien está detrás de mí.
- Eres tan patética que ni eso eres capaz de hacer para evitarme más vergüenzas - tuvo que haberme seguido.
No respondo nada, solo me quedo allí debatiéndome entre sí debo hacer caso a lo que propone o si simplemente irme y sacarla a la calle para poder respirar tranquila. Sus manos tocan mi espalda en un fuerte empujón que me lanzan directo al precipicio, siento mi cuerpo caer al vacío, la adrenalina se filtra en mis venas y mi estómago se siente llano. Ha llegado mi final, el final de una triste vida que jamás pedí.
Antes de caer sobre la roca que de vez en cuando es cubierta por el mar, un reflejo plateado me ciega un poco y siento que algo cambia mi dirección abruptamente y caigo un poco más alejada de la costa bravía. Me sumerjo en lo profundo de las vastas aguas del océano gélido. Conservo los ojos cerrados cuando de repente siento unos labios posarse en los míos ¿unos labios? Abro los ojos y en lo borroso de la imagen, logro ver unos ojos claros que me observan sin expresión. Ahora si creo que morí y ésta debe ser una especie de alucinación post-morten.
El hombre frente a mí, nos impulsa a la superficie del océano. Cuando por fin emergemos puedo ver sus facciones un poco mejor, luego de toser un poco.
- ¿Có... cómo es... - toso un poco - q... ue me sal... vaste?
Sin embargo el extraño no me responde y en cambio se sumerge y ¡Oh carajo! Revela una cola al zambullirse. Trato de mantenerme a flote y chapoteo un poco el agua dando vueltas sobre mi eje, buscando al extraño, pero ya no hay nadie, no hay nadie.
Nado hasta la costa más arenosa que diviso, salgo a la orilla y me dejo caer de espaldas sobre la arena, mirando el cielo rojo de la tarde.
- ¿Qué fue todo eso, Dios? - me digo a mi misma, las lágrimas brotan de mis ojos de manera simultánea. Después de un largo rato, busco la manera de salir del lugar y me dirijo a casa de mi padrino, quien es mi abogado.
Al llegar a la casa de mi padrino, tocó la puerta y él me ve con asombro, tanto que me abraza fuerte como no creyendo que de verdad sea yo.
- Tu madre dijo que te lanzaste por el precipicio, que no logró alcanzarte - soltamos en llanto, mi madre quiso asesinarme y miente deliberadamente - pensé que también te había perdido a ti, mi princesa.
- Yo no me lancé padrino, ella... ella me empujó - confieso, y este se separa de mí aún sosteniendo mis hombros - ella va detrás de la herencia que me dejaron mis abuelos y mi padre, ella hace días me dijo que si yo no existiera, ella podría ser la única heredera.
- Esa maldita, pero lo va a pagar - afirma con enojo - debemos denunciarla.
- ¡No! - exclamo, y él me mira extrañado - déjala que crea que crea ha triunfado, luego conocerá la calle, porque es allí donde vivirá.
- Está bien, esa mal nacida morirá siendo una pordiocera.
Una vez acostada en la mullida cama, vuelve a mi mente el rostro de ese ser extraño que me salvó de un trágico final, ¿era real?, era tan hermoso que ni en mis más locos sueños he visto a una criatura igual.
- ¿Estarás bien? - con ese pensamiento me quedo dormida, mañana iré a la costa a ver si consigo algún indicio sobre ese extraño.
Linda Selleck
Articus
Articus
Me encuentro cazando un pequeño tiburón para alimentarme a mí y a mi pequeña hermana, hace unos días atrás, un barco pesquero dio con nuestra pequeña colonia de rocas en una isla en la mitad de la nada. Mis otras hermanas fueron masacradas, logrando escapar solo la pequeña Zei y yo.
- ¡Mira hermano! - mi hermana me señala arriba del gran acantilado, veo a una mujer muy cerca de la caída - ella está muy triste - dice Zei, quien puede sentir lo que los demás sienten.
La mujer pasa un largo rato allí con sus brazos cruzados sobre su cuerpo, de un momento aparece otra mujer, por los movimientos de su cuerpo parece hablarle a la mujer de la orilla, quien no se mueve para nada. La verdad no se logra apreciar mucho ni mucho menos oir por lo alto que es ese acantilado. La otra mujer la empuja y de un rápido movimiento me impulso sobre la roca que la esperaba aquí abajo y la atrapo cayendo al fondo. La veo ahora sí nítida, y es la criatura más hermosa que he visto en toda mi vida, mantiene sus ojos cerrados y yo por no sé qué arrebato, uno nuestros labios. Ella abre sus ojos a más no poder, me la quedo viendo sin expresión alguna, solo no puedo quitar mis ojos de su hermosa carita. Nos llevo a la superficie y ella tose varias veces, hasta que por fin balbucea algo.
¿Có... cómo es... - toso un poco - q... ue me sal... vaste?
Yo no le digo nada, no es que no quiera, es solo que nada sale, por lo que oigo, su idioma es inglés. Los tritones y las sirenas podemos hablar todos los idiomas, no importa qué tan extraño sea, simplemente nuestro cerebro puede aprenderlo casi en el acto. Me alejo de la humana y me zambullo en el agua para ''desaparecer'' en el agua, aunque la observo desde el fondo.
La mujer nada hasta la orilla luego de dar varias vueltas como buscando, supongoque lo es que está haciendo. Mi hermana se une a mí para observar el panorama.
- Ella ha sufrido demasiado - me dice mi hermana.
Quisiera volver a ver a esa preciosa criatura de ojos tristes.
- Esa mujer que la empujó es mala y la quiere herir hermano, debemos protegerla.
- No podemos intervenir en el mundo humano, pequeña Zei.
- Ella nos necesita, nuestro padre me lo susurró.
La miro con algo de preparación, acabamos de sobrevivir y ella piensa en ayudar a alguien de la especie que nos quitó todo.
- Ella no es como los que mataron a nuestras hermanas... ella es diferente.
Un momento después nos fuimos a la cueva que quedaba bajo el acantilado para poder descansar un poco. Mañana vería qué rumbo tomaremos, lo que si es cierto, es que me gustaría ver una vez más a esa maravillosa criatura.
- Mañana decidiremos qué hacer, por ahora trata de descansar - le digo a mi hermana.
Nos vamos al fondo de la cueva, donde es arenoso y allí nos recostamos. No logro sacar de mi cabeza su bello rostro, quisiera poder tocar de nuevo sus labios con los míos. Mañana será un nuevo día, trataré de nadar hacia la costa de arena para ver si la puedo volver a ver, aunque sea una última vez antes de irnos al Sur.
Abro mis ojos de golpe cuando mi mente reproduce la masacre de la que fueron víctimas mis hermanitas menores y yo no pude hacer nada para protegerlas. Los humanos ahora tienen un arma que quema como hunga-tonga y si no fuera por mi velocidad, habría sido herido. Los maté a todos, tenía sed de venganza, mis hermanitas eran inocentes y tan buenas que muchas veces auxiliaron a humanos extraviados. Esa es nuestra naturaleza, porque nuestro padre siempre ayuda a los humanos que según él, lo merece.
Nado hasta la superficie y veo a mi hermana sentada en una roca mirando al infinito océano, nuestro hogar.
- La humana está en la costa, mi padre me lo dijo.
Me voy hacia la costa y allí la diviso, salgo del mar, convirtiéndome en casi un humano, ignorando mi naturaleza oceánica. Ella es realmente preciosa, tiene un vestido blanco que la hace ver mágica, como decía el viejo Duvall, un pescador que conocí hace 70 años.
Mis pies humanos hacen el sonido de ramillas quebrándose y ella voltea a mirarme con sus lindos ojos claros.
- ¡Eres tú! - me dice entre asombrada y ¿feliz? ¿Acaso no sabe que soy un depredador natural? - vine con la esperanza de verte otra vez, ayer no te agradecí - me habla con cuidado - soy Linda - ¡Y si que lo es! Pienso - ¿Cómo te llamas? ¿No hablas inglés? Que tonta soy, seguramente tendrás tu propio idioma - eso último lo dice más para ella.
- ¡Articus! Ese es mi nombre - la veo asombrarse aún más.
- ¡Fascinante! Hablas mi idioma.
Zei
Fabián
Me encuentro en el club junto a mis amigos, mi prometida no pudo venir pues se encuentra ocupada en un proyecto de la oficina. Estamos riendo de todas las ocurrencias de Frank, él suele ser el alma de la fiesta desde que estábamos en la secundaria, ahora como adultos, él sigue siéndolo. De pronto todos se quedan en silencio y aparece ella, Linda Selleck con un traje de baño que si bien no mostraba mucho, le queda de infarto.
- ¡Jesús, acabo de tener una erección! - exclama Jamie y juro que vi en rojo.
- No le veo lo fantástica, está demasiado gorda y nada que ver - reviro para que dejen de mirarla con tanta lujuria - que mal gusto tienen, de verdad.
Yo no quiero que la miren, si por mi fuera, la escondería de la vista de todo aquel que se atreva si quiera a mirarla. Yo fui su primer hombre, pero jamás podría presentarla ante socios internacionales, ella simplemente no encaja dentro de los estándares de etiqueta que se requieren. Si bien es multimillonaria, eso ni siquiera se nota en ella, suele ser muy... sencilla para vestir, de hecho, mi novia que es su prima suele decirme que ella no entiende como es que no hace nada por su imagen, aunque a mí me parece perfecto que no realce esa belleza extravagante que poseé y que sé de sobra, me pertenece.
- Definitivamente hay mujeres que no conocen cuán mal lucen y pretenden usar ropa que ni les va - comento muerto de celos por ver a estos imbéciles babear por ella.
- Fabie tiene razón - habla Caroline acercándose a nuestra mesa - esa horrible gorda ya no tiene pudor, ya lo perdió todo - ambos nos reímos a carcajadas, mirándola con descaro, aunque por dentro me muero por volver a tomarla como lo hice ayer.
- Eres una envidiosa Caroline, porque esa mujer es una diosa que le pone el pie a muchas anoréxicas aquí y en cualquier lado - habla John, quien se levanta para irse al bar.
Nosotros nos reímos tan fuerte que ella levanta la mirada fija en mí.
- Por Dios Fabie, la gorda te quiere llenar de grasa jajajajajaja - se burla la insípida de Caroline.
- Dios me libre - devuelvo la broma y veo en sus ojos la desilusión, eso me parte el alma.
La veo retroceder e irse corriendo, yo me tengo que quedar fingiendo no sentir nada por ser el maldito causante de su dolor. Veo a su madre salir detrás de ella, seguramente a seguir diciéndole barbaridades que la hagan sentir peor.
Salimos del club ya por la tarde, nos detenemos en una estación de servicio para tanquear cuando se me da por entrar al mini market que hay, estoy pagando los productos que agarré y en la imagen del televisor veo la bonita cara de mi gordita.
- ... la joven heredera multimillonaria, decidió acabar con su vida en horas de la tarde, según declaraciones de Amanda Selleck, madre de Linda, no logró llegar a tiempo cuando vio que ésta se arrojaba al precipicio. Miembros del cuerpo de la policía, bomberos y guardia costera se encuentran buscando el cuerpo de la mujer... - dejé de escuchar, ella no podía estar muerta, ella no me puede dejar, todo esto es por mi culpa.
- ¿Qué ocurre Fabián? Estás pálido - no sé cuál de los chicos me habla.
- Es... es... - las palabras no me salen.
- ¡Mierda! - lo escuchó decir - pobre chica, nadie merece morir así.
No sé cuántos segundos han pasado cuando me siento desvanecer ante la realidad de la noticia de su muerte. Es evidente que he sido el culpable de tal cosa, por mi maldita cobardía ella tomó la decisión de acabar con su vida.
Abro mis ojos y me doy cuenta que estoy en la habitación de un hospital, a mi lado se encuentra mi novia con notoria preocupación.
- Amor, me tenías muy asustada, el médico dijo que tuviste un bajón de azúcar y por eso sufriste el desmayo.
- Linda, tu prima... se suicidó por mi cul... pa - suelto en llanto.
- No amor, ella tomó la decisión, claro que no es tu culpa, nadie la obligó a tomar tal decisión, no te tortures más.
- No lo entiendes, me burlé desfachatadamente con Caroline de ella, nos comportamos como una mierda.
La puerta es abierta de golpe y por ella entra John con mala cara.
- Caroline se tomó varios antidepresivos de su madre y ahora se encuentra en la UCI, no soportó la culpa de la muerte de Linda... ¡Maldita sea! Todo esto es una locura.
- Jesús, pobre Caroline, ella no es tan estable debido a los problemas de depresión de su madre... mi prima, tampoco merecía ese final - expresa mi novia.
Luego de un par de horas me dan de alta y me voy a mi casa, Crissia se queda conmigo pues no quiere que cometa alguna locura, pero la locura más grande ya la cometí, y es justo haber despreciado tanto a la mujer que amo.
''Perdóname mi amor, soy un miserable '', las lágrimas salen silenciosas, a mi mente viene el recuerdo de nuestra última noche juntos, de sus besos y de su desnudez tan exquisita, no sé cómo voy a poder vivir sabiendo que ella ya no está, que ya no volveré a oir su risa mágica cuando la perseguía por el jardín de nuestro refugio íntimo. Juro que si tuviera una nueva oportunidad de volverla a ver, la haría mi esposa y la haría la mujer más feliz del mundo.
Download MangaToon APP on App Store and Google Play