"En una habitación de color negro, la cual era iluminada por las lámparas de luz blanca que estaban en el techo, una niña de unos seis años estaba observando todo con suma curiosidad, despacio, se adentró más en la habitación. La niña observó con detenimiento hacia un costado de la habitación en donde había un gran caldero en el fuego, se acercó a ese lugar y se puso de puntillas para ver que se estaba calentado dentro, lo hizo con cuidado para no quemarse, y vio que dentro del caldero había una especie de masa de un color blanco brilloso. La niña miró aquella extraña masa con genuino interés.
De pronto sintió como alguien la tomaba por la cintura y la cargaba, haciendo que la pequeña soltara un chillido por el susto.
-Yumiko, no debes acercarte tanto al caldero mi pequeña-dijo una voz grave en un tono cálido-Mira que está caliente y puedes causarte una quemadura.
Yumiko miro al hombre que la estaba cargando, era sumamente apuesto con piel blanca, barbilla fuerte y nariz recta, cabello tan negro como la noche, unos bellos ojos color malva cenizos y sus labios perfilados, la niña a pesar de que había visto ese rostro prácticamente desde que nació, aún se quedaba fascinada por la belleza de ese hombre, ya que él es su más grande admiración.
-Lo siento papi-dijo la niña bajando la vista-¿Estas molesto conmigo?
-Claro que no-dijo mientras acariciaba los suaves cabellos color caramelo de su hija-Solo te lo digo porque no quiero que te lastimes. ¿Quieres ver cómo es que tu papá trabaja?
-¡Sí!-dijo con un brillo de emoción en sus ojos.
El hombre aun con la Yumiko en brazos se acercó a una mesa de mármol negro tan grande como para que en ella estuvieran tres personas acostadas sin problema alguno, dejo a su hija sentada en uno de los bordes, mientras, Yumiko pudo ver mejor a su padre, que vestía con un pantalón, camisa y zapatos negros y una bata blanca con las mangas remangadas hasta los codos, su padre se alejó de la mesa y fue hacia un pequeño armario de donde saco una bata igual a la que él llevaba puesta, volvió donde la su hija y le coloco la bata; le quedaba grande pero eso no les importo a ninguno de los dos. Una vez que le arreglo un poco la bata a su hija, fue a donde se encontraba el caldero, se colocó unos guantes, desmonto el caldero del fuego y lo llevo hasta la mesa colocándolo a una distancia prudente de su hija para no quemarla; y se fue a buscar sus herramientas, una vez que las encontró las coloco en orden en otra mesa.
Yumiko solo vio como su padre colocaba en la mesa sus herramientas entre ellas, una espátula de pintura, un bisturí de plástico para moldear, un termómetro entre otras cosas. Ya con todo lo que necesitaba, su padre tomo el pequeño termómetro y comprobó la temperatura de la mezcla, al ver que tenía la temperatura ideal, la vacío sobre la mesa de mármol, le dijo a su hija (la cual lo observaba desde el otro extremo de la mesa) que viera con suma atención lo que iba a ser.
Ya sin más preámbulos, empezó a moldear la masa, Yumiko observo con fascinación como su padre moldea toda la mezcla hasta crear la figura del cuerpo de una mujer, ya con la figura hecha, su padre tomo unas cuantas herramientas más, y empezó a pulir los ultimo detalles de aquel cuerpo, el pelo, los labios, las manos etc. hasta que por fin, quedo un perfecto cuerpo humano.
-Genial-fue todo lo que pudo decir.
-Y aún falta la mejor parte-dijo él llamando la atención de su hija.
Fue hasta un estante de donde saco varios pinceles, brochas y unas pinturas de colores brillantes. Volvió a la mesa, destapo las pinturas que iba a utilizar, tomo un pincel y se empezó a pintar el cuerpo de la mujer, pinto la piel de un tono moreno, el cabello de un negro azabache, los labios de un ligero tono rosa, y los ojos de un suave color azul. Una vez que termino de pintar, guardo todas las cosas, fue donde su hija, la tomo en brazos y se colocó de nuevo frente al cuerpo que moldeo.
-Mira mi angelito-dijo mostrándole lo que hizo-Por esto es que nos llaman maestros creadores, porque poseemos la habilidad de crear cuerpos, brindarles vida y plasmarle ciertos sentimientos, así como también conocimiento, es un don que nos brindaron los seren mitológicos a nosotros los humanos antes de volver a su mundo, pero muy pocos saben de este don y los que lo saben muy pocos pueden usarlo, además este don tan bien con lleva un deber y una responsabilidad. El brindarle felicidad a las personas, pero si el ser que creamos se va por el camino del mal poseemos el poder para acabar con su existencia si la situación lo requiere, entiendes.
-Si papi.
-Y una cosa más. Esta habilidad no se puede utilizar para el uso personal, no podemos crear a un familiar o pareja para nosotros mismos, ya que al hacerlo estaríamos rompiendo con nuestro voto de no usar nuestra habilidad para beneficio propio, nos corromperiamos la propia magia que nos otorga el don nos castigaría, además al crear a un ser con sentimientos tan egoístas para tu propio beneficio, solo traerá un gran sufrimiento al ser creado, así como a nosotros mismos, así que si tú algún día quieres ejercer este deber debes recordar eso. ¿Ok?
-Ok-dijo ella haciendo que su padre sonriera.
Luego de explicarle estas cosas a su hija, el hombre se inclinó y soplo en el rostro de la mujer y está poco a poco empezó a parpadear"
Un par de ojos color malva cenizos se abrieron poco a poco, en claro signo de que su dueña despertaba de su sueño, la chica de unos dieciocho años se sentó en su cama y estiro los brazos.
-Ese fue un lindo sueño. Bien hora de comenzar el día.
Se levantó de su cama y fue directo al baño, al entrar se miró en el espejo y observo las características de su cuerpo, se formó una sonrisa en su rostro al ver su piel blanca, y sus ojos idénticos a los de su padre. Su cabello estaba recogido en un moño así que se lo soltó dejando que callera en ondas por su espalda, observo su larga cabellera color caramelo con mechones negros.
-Ojala mi cabello hubiera sido del mismo color que el tuyo papá-dijo para sí misma recordando que su color de pelo era el mismo que el de su madre.
Sin darle más preámbulos, se cepillo los dientes y se dio un baño; al terminar volvió a su cuarto y busco algo para vestirse, optando por unos pantalones negros, una camisa de tirantes de color celeste y unas botas azul marino.
Fue a la cocina se preparó un desayuno rápido, luego fue a su taller para empezar a trabajar.
Al entrar en su taller lo primero que hizo fue colocarse su bata blanca, para luego revisar las pinturas que usaba para trabajar,
-Hum, tendré que hacer más-dijo viendo que ya casi no tenía pintura.
Busco en uno de sus armarios y encontró unas pinturas en óleo, ya con ellas en sus manos se dispuso a prepararlas, vacío las pinturas en unos frascos y se cortó un poco la palma dejando caer una gota de su sangre en cada una de las pinturas, para que así el resultado al pintar fuera más vivido. Después de limpiar y vendar el corte que se había hecho, agarro unas semillas de flor de rayo de luna y sol, las molió bien hasta conseguir un fino polvillo, agrego el polvo en las pinturas y lo mezclo, ya por último coloco las pinturas en un horno a una temperatura moderada pero lo suficientemente alta para que los ingredientes se unieran sin derretir los frascos.
Mientras esperaba a que las pinturas estuvieran listas, empezó recordar cuando su padre aún estaba vivo y ella lo ayudaba a hacer las pinturas mientras el moldeaba, recordó como su padre le enseño a moldear para poder crear a un ser vivo, fue difícil aprender pero también fue una experiencia gratificante. Aun le costaba creer que ya habían pasado tres años desde la muerte de su padre. Desde que ella nació, él se había ocupado de ella, la había criado y educado de la mejor manera que considero, cuando la infeliz de su madre los abandonó a ambos.
Desde su muerte ella se había encargado del negocio, cada vez que alguien llegaba y le encarga una creación, ella se esforzaba al máximo por conseguir los ingredientes para crear lo que se le había pedido, y formar al ser para que el cliente estuviera feliz, el llevar esta vida era agradable pero solitaria. No es que a ella le importara estar la mayoría del tiempo sola, desde que era pequeña los niños no se le acercaban porque según ellos, ella era extraña solo porque no se interesaba en las cosas normales, ya que ella al igual que su padre se interesaba era por las cosas que no se pueden explicar con la ciencia, le fascinaba todo aquello que no se podía explicar de la manera normal, puesto que aunque en su mundo existía una pizca de magia, la gente ya estaba empezando a olvidarla.
Se acostumbró a estar sola, solo eran su padre y ella, pero ahora solo era ella y el recuerdo de todo lo maravilloso que vivió con su padre y lo que él le enseño.
Una vez que las pinturas estuvieron listas, saco los frascos del horno y mientras los puso a enfriar, fue al frente del taller, al recibidor y coloco el cartel de abierto, no pasaron ni cinco minutos cuando ya tenía al primer cliente frente al mostrador. Un señor de unos cuarenta años de cabello castaño cobrizo, piel blanca y ojos azul celeste.
-Buenos días señor, ¿En qué puedo ayudarlo?-pregunto esperando a que el señor le dijera que era o mejor dicho cuál sería la creación que quería.
-Buenos días señorita-contesto el hombre con una sonrisa-¿Podría llamar por favor al maestro creador? Quiero pedirle una creación muy especial.
-Claro. De hecho, usted ya está hablando con el maestro creador, corrijo, maestra-dijo ella sonriendo al ver la cara de sorpresa del señor.
-¿Tu-tu jovencita eres la maestra creadora?-pregunto perplejo-¿Pero cómo? Tú eres muy joven para serlo.
-Ser un maestro creador no tiene nada que ver con la edad, sino sobre la habilidad y el conocimiento, todo lo que yo sé sobre el arte de crear a un ser lo aprendí del mejor, y además ya llevo en el negocio tres años, y me ha ido muy bien, los clientes no tienen quejas de mis creaciones-dijo ella con seguridad.
El hombre vio sus ojos llenos de orgullo, pero no era uno de vanidad, era uno el cual mostraba lo feliz que era al saber que su trabajo era apreciado, con ver esa mirada logro convencerse de que su pedido estaría en buenas manos.
-Está bien, confió en su palabra, estoy seguro de que me realizara un ser esplendido.
-De eso no tenga la menor duda, hare mi mayor esfuerzo para que vea que mi trabajo es excepcional-dijo mientras sacaba un cuaderno de debajo del mostrador junto con un lápiz, y lo abrió, lista para anotar-Por favor siéntese-dijo señalando un sofá negro que se encontraba en un extremo del lugar, y el señor obedeció-Bien dígame como quiere que sea el ser que quiere que cree.
-Es simple, quiero que me haga un hijo-dijo con tranquilidad, pero al ver que ella lo miraba con una ceja enarcada, se dio cuenta del doble sentido de su frase-No lo dije con esa intención-se apresuró a explicarse-Me refiero a que...bueno...pues...
-Señor no se preocupe, entiendo lo que quiere decir-dijo aguantando la risa con dificultad, le encantaba poner nerviosos sus clientes de vez en cuando-Así que un hijo ¿He?-el hombre asintió-¿Niño o niña?
-Niño.
-Espero que no le moleste pero... ¿Me puede decir porque quiere un hijo?-ante la pregunta él la miro con sorpresa y un toque de desconfianza-No malinterprete mi pregunta, no me quiero meter en su vida privada, pero...si voy a crear a un niño necesito saber la razón, ya que el crear un niño es una tarea más complicada que el crear a un adulto, ya que ellos a medida que crecen se irán desarrollando según su entorno, si le hago esta pregunta es por quiero asegurarme de que mi creación estará en buenas manos, ¿Comprende? Además, siempre me aseguro de que mis creaciones estarán con buenas personas.
-Comprendo, no se preocupe. Y me parece algo maravilloso que a pesar de que ser tan joven se preocupe tanto por la seguridad de lo que crea-dijo y ella sonrió, él dio un suspiro preparándose para hablar-La razón del porqué hago este pedido es porque...-se quedó un momento en silencio, y ella dejó el cuaderno a un lado prestándole toda su atención-Mi esposa murió hace un mes. Ella estaba embarazada, esperábamos un niño.... pero al momento en que estaba por dar a luz el parto se complicó y tanto ella como bebe murieron-dijo soltando algunas lágrimas.
Yumiko al ver esto dio rodeo el mostrador, se acercó hasta él y le pasó un pañuelo, y le dio un apretón en el hombro como consuelo, algo que el hombre agradeció internamente.
-Yo sé que ese bebe era una gran ilusión para ella, y también lo era para mí, no le pido que me haga a una mujer porque ninguna conseguirá remplazar a mi esposa, pero en el caso del pequeño...
-Ya no tiene por qué explicarme más, comprendo sus razones.
-Papá, ¿Ya terminaste?-pregunto un chico de la misma edad de Yumiko de piel blanca, cabello negro y ojos grises, mientras entraba a la tienda.
-Aun no Keitaro-dijo mirando a su hijo, mientras se terminaba de secar las lágrimas-Le estoy informando a la joven maestra sobre el pedido-termino de decir viendo que su hijo tenía justo la misma cara de sorpresa que había puesto él al saber que esa linda chica era la maestra.
-Bien, ya con lo que me dijo puedo asegurar que será un gran padre-dijo volviendo tras el mostrador a tomar su cuaderno-Entonces su pedido es el de un bebe de...
-¡No!-dijeron ambos, ella los miro un tanto sorprendida por el repentino sobresalto de ambos hombres.
-A mi hijo y a mí nos gustaría que el niño no sea tan pequeño, ya sabe por...
-No hace falta que se explique, creo entender a lo que se refiere. Bien ¿Alguna característica en específico que quieran para el niño?
-Que sea alegre, carismático, honesto, dulce, fuerte, pero que también sea tranquilo, comprensivo, obediente, e independiente -dijo el señor, y ella anotó rápidamente todas las características.
-¿Alguna característica física?
-Hum-el señor se puso pensativo por unos momentos y luego la miro-Dejare que lo haga según su opinión.
-Ok-dijo ella y guardo el cuaderno-Una cosa más, necesito una gota de sangre tanto suya como de su hijo.
-¿Y eso para qué?-pregunto el joven desconfiado y con altanería, su padre le dio un ligero codazo para que no fuera irrespetuoso.
-Para agregarlas a la creación y que así el niño posea su mismo linaje de sangre- ambos la miraron confundidos-Permitan que les explique. Señor, con una gota de su sangre el niño ya sería automáticamente su hijo de sangre, con la sangre de su hijo puedo obtener el ADN de su esposa y así sería también completamente el hermano de sangre de su hijo, claro que si no me quieren dar la sangre no hay problema, aun así puedo crear al niño, pero sin su sangre seria como si el niño fuera adoptado, ¿Me entienden?
-Entendemos, así que le daremos la sangre.
Ya con la confirmación Yumiko le paso una pequeña navaja, y tanto padre como hijo se realizaron una pequeña cortada y dejaron caer cada uno una gota de su sangre en un pequeño frasco, Yumiko les paso a cada uno, una venda para cubrir los cortes y les pidió sus nombres y teléfono para poder informarles cuando la creación estuviera terminada y pudieran ir a buscarla, y una vez que ellos se fueron cerro la tienda.
-Bien, hora de buscar los ingredientes para crear a un bello niño-se quitó su bata y fue de nuevo a su casa, se colocó una gabardina de color negro, salió de su casa tomando un bolso grande, en el cual se traería todos los ingredientes una vez que los encontrara, subió a su camioneta, y se fue a buscar los ingredientes que iba a necesitar.
Manejo hasta salir de la ciudad y se dirigió al bosque, al llegar al inicio de este, bajo de la camioneta y se internó entre los árboles, camino de forma pausada hasta llegar a un lago en el cual había una cascada, se sumergió en las cristalinas aguas y nado hasta la cascada, cerró los ojos una vez que estuvo bajo las aguas de la cascada, dejando que las aguas de esta le cayeran encima empapándola por completo. Cuando volvió a abrir los ojos se vio en el mundo donde todas las criaturas magicas, míticas y de fantasía vivían, salió del lago y saco del bolsillo de su abrigo una bolsita de plástico de la cual extrajo un papel.
-Bien, ahora veamos que ingredientes voy a necesitar-dijo empezando a caminar-Para la pureza e inocencia que lleva todo niño necesitaré los cabellos de un unicornio y la pluma de un ángel, que también me servirá para la comprensión, la pluma también me servirá para la honestidad y la obediencia, para alegría y el carisma el ala de una hada, para su dulzura y calidez un rayo dorado del sol naciente, para su fuerza e independencia el pelaje de un grifo, y para la tranquilidad una lagrima del lobo de los sueños, ah y no se me puede olvidar del agua de la gruta de la juventud, para que el niño sea de piel fresca, juvenil, tersa y radiante-termino de decir mientras guardaba el papel.
Conseguir la mayoría de los ingredientes fue fácil, ya que tanto los ángeles, como los unicornios y las hadas eran seres dulces y gentiles, y solo tuvo que pedirles permiso para tomar lo que necesitaba y ellos se lo dieron sin dudar, la lagrima del lobo de los sueños también fue fácil, ya que la criatura era muy pacífica, y solo tuvo que hacer que bostezara un poco para que soltara una lagrima, cosa fácil ya que el lobo siempre estaba durmiendo guiando el sueño de las personas, con el rayo del sol solo tuvo que ir al este en donde siempre quedaban rastros del nacimiento del sol como pequeños rayos danzantes, con una pequeña vasija de barro logro atrapar un pequeño rayo,.
Lo que si se le complico fue el pelaje del grifo ya que esta criatura al ser mitad águila y león, tiene un muy mal temperamento, tuvo que esquivar varios de sus zarpazos y dar un gran salto para evitar que se la comiera, y cuando al fin logro obtener parte del pelaje, se escapó solo por un suspiro de que la hiciera picadillo con sus garras, pero lo que si no se salvo fue su gabardina.
-Haaaa-dio un suspiro resignada al ver su gabardina rasgada casi hasta la mitad de su espalda-Tendré que comprarme otra.
Luego de obtener el pelaje del grifo solo le faltaba el agua de la gruta, lo cual obtuvo con mucha facilidad, solo te iba que tener cuidado de no tocar el agua si no quería ser de nuevo una niña, ya con el agua guardada en su bolso se iba a retirar de la gruta cuando una hermosa y refinada voz le hablo.
-Que gusto verte Yumiko.
-Lo mismo digo Kou-dijo ella mientras se daba vuelta para ver al apuesto joven de cabellos rebeldes, cortos hasta el cuello de color negro con las puntas grises, de piel blanca, y unos ojos de un profundo tono azul, vestido con una elegante túnica blanca con bordados de azul celeste, él cual caminaba sobre el agua de la gruta hacia ella -¿Qué hay de nuevo?
-Nada en particular-dijo él con una sonrisa-Veo que te encargaron otro pedido-dijo al ver el bolso que colgaba de su hombro-Sigo sin entender cómo es que tus creaciones envejecen de forma normal si les echas agua de la gruta de la juventud
-Tú sabes bien su envejecimiento se retardaría solo si les agregara más de diez gotas del agua, pero como solo les agrego unas cinco, eso basta y sobra para que envejezcan como humanos normales, así es el poder de tu gruta.
-Sí, ya lo sé, y tú tienes suerte ya que así no envejecerás casi, ya que al estar manejando a diario el agua de la gruta retardara tu propio envejecimiento.
-Eso ya lo sé-dijo ella cerrando los ojos un momento- No tienes que repetírmelo siem...-se calló cuando sintió un rápido y fugas beso en los labios, Yumiko se movió para darle un buen golpe al atrevido ese, pero Kou ya se había alejado como diez pasos de ella-¡Kou ya te he dicho que no hagas eso!-espeto molesta.
-Sí, pero no te hago caso, porque me encanta besarte, y tú sabes bien que lo hago por me has gustado desde el primer momento en que te vi entrar a la fuente, cuando viniste con tu padre hace ya 9 años.
-Era una niña Kou, ¿Cómo te enamoraste de mí a esa edad? Condenado pedófilo.
-No soy ningún pedófilo, cuando eras niña solo me llamaste la atención, empecé a enamorarme de tí cuando cumpliste los quince años.
-Será mejor que me vaya-dio media vuelta para irse.
-Ya verás que algún día lograre conquistar tu corazón-dijo él antes de perderla de vista.
Mientras, fuera de la cueva en donde se encontraba la gruta, Yumiko respiro profundo antes se seguir con su camino, ya iba llegando a la cascada cuando se llevó los dedos a sus labios recordando lo de hace un momento.
-Siempre me dice lo mismo, me pregunto si debería darle una oportunidad, después de todo él es quien más cerca ha estado de mí después de mi padre muriera. Aún recuerdo a la perfección el momento en que lo conocí.
Flash back
Caminaba justo detrás de su padre mientras entraban en la cueva en donde se encuentra la gruta de la juventud, según la explicación que su padre le había dado.
-Ya llegamos mi pequeña-dijo con una sonrisa, mientras Yumiko observaba el lugar con suma fascinación.
Era una cueva de luz azulada con un estanque de aguas claras, cun una pequeña cascada de dónde salía agua.
-Es hermoso.
-Verdad que sí, ahora te mostrare como debes de tomar el agua,-dijo mientras de su gabardina, sacaba un pequeño frasco de cristal, y se inclinaba sumergiendo en frasco en el agua con delicadeza, cuidando de que su piel no tocara el agua, al terminar con su tarea se levantó, tapando el frasco y lo seco con un pañuelo-Listo, podemos irnos mi corazón.
Yumiko asintió, pero luego su vista se desvió a un punto en específico de la cueva, en donde vio la figura de alguien oculto en las sombras, sintiendo algo de miedo, Yumiko se escondió detrás de su padre, agarrando fuertemente con sus manos su gabardina.
-No tengas miedo-le dijo él en un susurro-Él es el guardian de la gruta, y también un buen amigo, no nos hará daño-la miro y sonrió, luego volvió su vista hacia donde se encontraba la figura-Que bueno verte Kou.
-Lo mismo digo Takahiro-dijo un joven muy guapo de ojos azules, vestido con una túnica blanca saliendo de las sombras, y dirigiéndose había ellos- El hecho de que vengas seguido quiere decir te está yendo bien con tu negocio, y no sabes cuánto me alegro-dijo contento.
Takahiro solo sonrió, gesto que Kou le correspondió, pero sintió la mirada de alguien más sobre él, así que bajo la vista y vio que detrás de su amigo se encontraba una niña la cual lo veía con curiosidad, misma curiosidad que el mostró al ver su pequeño rostro.
-¿Quién es esta hermosura de niña?-pregunto mientras se ponía a la altura de Yumiko.
-Es Yumiko, mi hija.
-¡Vaya!, no sabía que tuvieras una hija, te estas volviendo viejo amigo-le dijo con burla.
-Mira quien habla, el que tiene más de 800 años-contrataco Takahiro, y luego miro a su hija-Ten cuidado con él, a pesar de que se ve joven es un anciano con muchas mañas y secretos, estate atenta porque buscara engatusarte-dijo con un exagerado tono de preocupación mientas hacía gestos muy exagerados, por lo que Yumiko supo que solo bromeaba.
-¡Oye, no me avergüences ante una dama tan bella!-se quejó Kou moviendo frenéticamente los brazos, lo que le causo gracia a Yumiko, la cual no pudo evitar reírse un poco-Vaya, que risa más hermosa, ¿Qué edad tienes lindura?
-Nueve años-dijo apenada por el halago, sus mejillas se sonrojaron levemente.
-Pero que tierna eres-dijo, y en su mano derecha hizo aparecer una hermosa rosa de color azul-Es pero que te guste-se la entregó-Una flor hermosa para una niña hermosa.
-Gracias-dijo mientras tomaba la rosa, y su sonrojo aumentaba.
Fin de flash back
-Mejor no pienso más en eso y me ocupo de mi trabajo-dijo para sí, mientras entraba en el lago y se colocaba bajo la cascada, mientras una sonrisa surcaba su rostro ante el recuerdo.
Luego de unas cuantas horas ya estaba de nuevo en su casa, vio la hora y eran las cinco y media de la tarde, tardo menos de lo que esperaba.
-Bueno aún es temprano, creo que me pondré a trabajar de una vez para crear al pequeño.
Se fue directo a su taller se colocó su bata, y procedió a cortar, moler y colocar todos los ingredientes en el caldero; lo monto al fuego, y durante las próximas dos horas se concentró en subir el fuego lo suficiente y mezclar todo hasta que la mezcla se compactó, formado así una masa blanca brillosa. Una vez que la mezcla estuvo lista, la desmonto del fuego y la llevo a la mesa, y busco sus herramientas para poder moldear.
Cuando la mezcla estuvo a la temperatura ideal, la coloco en la mesa de mármol y empezó moldear la figura de un niño de cinco años, ya con la figura hecha, solo se dispuso a terminar al niño, puliendo los últimos detalles, como el perfilar el rostro, los ojos, la boca, el cabello, manos, etc. hasta que tuvo listo el cuerpo.
Guardo sus herramientas y saco sus pinturas, le pinto al pequeño la piel de un tono blanco, los ojos de un azul grisáceo, y el cabello de un tono cobrizo oscuro. Al terminar guardo las pinturas, y finalmente se dirigió al cuerpo del infante y le dio un ligero soplo en la nariz, al hacerlo el pequeño empezó a parpadear.
El pequeño al acostumbrarse a la luz de las lámparas dirigió su vista por toda la habitación, estaba muy confundido hasta que su grisácea vista se posó en la muchacha que estaba un lado suyo, y con un suave susurro dijo lo primero que se le vino a la mente...
-¿Mamá?
-No pequeño-dijo ella con una sonrisa conmovida, no importaba cuantas veces creara a una persona, su corazón siempre saltaba de gusto al ver que la consideraban su madre-Yo no soy tu madre, aunque en teoría lo vendría siendo.
-¿En teoría?-pregunto en pequeño.
-Sí, pero deja que te vista primero, te hago algo de comer, y luego te explicare todo. De acuerdo.
-Bien, ¿Pero cómo te llamo entonces?
-Llámame mamá si gustas, la verdad es que no me molesta que me llames así-dijo y vio como el niño le sonreía feliz.
-Y ¿Cómo me llamo?
-Hum-ella se llevó un dedo al mentón pensativa por un momento y finalmente le dijo con una sonrisa-Akemy.
Luego de eso Yumiko tomo al pequeño en sus brazos y salió del taller para ir hasta su habitación, dejo al niño sentadito en su cama y le busco algo para vestirlo.
-"Que bueno que siempre tengo mudas de ropa para poder vestir a mis creaciones"-fue lo que pensó cuando encontró un pantaloncito beige suelto y bastante cómodo, una camiseta de algodón de color verde claro, unos zapatitos blancos, y la ropa interior-Creo que esto te quedara bien-le dijo mientras se dirigía hasta la cama.
Una vez que lo vistió, lo tomo de la manito y bajaron a la sala, ella lo dejo sentado en el sofá con unos cuanto peluches que le pertenecían a ella cuando era más pequeña, y mientras el pequeño jugaba ella fue a la cocina para preparar algo de comer para los dos. Al entrar en la cocina vio la hora en el reloj que se encontraba arriba del refrigerador, faltaban veinte minutos para que fueran las once de la noche, por lo que decidió preparar algo rápido y sencillo. Volvió a la sala con una bandeja en la cual había un par sándwiches de queso y jamón, junto con dos vasos de leche, vio que Akemy se encontraba muy entretenido jugando con un leoncito de peluche, llamo su atención y dejo la bandeja en la mesa de centro de la sala, cuando Akemy se colocó a su lado para comer, pudo escuchar el rugido de su pancita.
-Parece que aquí adentro hay un leoncito, y se ve que esta hambriento-dijo tocando la barriga del pequeño el cual de sonrojo.
Cuando terminaron de comer, Yumiko lavo los platos, y llevo al pequeño a una de las habitaciones de invitados de la casa, le dio un baño, lo vistió con una pijama con dibujos de animales, lo acostó y arropo, le dio un beso en la frente y se fue a su cuarto. Se dio una ducha rápida, se colocó una bata para dormir y se acostó.
A la mañana siguiente Yumiko se llevó una gran sorpresa, ya que al despertar vio que a su lado se encontraba Akemy durmiendo tranquilamente, una sonrisa se instaló en su rostro al verlo con su carita tan relajada mientras dormía, se levantó con cuidado para no despertarlo, y se fue a bañar, se vistió con un vestido purpura que le llegaba un poco más arriba de las rodillas, y unas sandalias negras, y se peinó en cabello en una trenza, al ver que Akemy aún no despertaba bajo a la cocina para preparar el desayuno. Alrededor de una hora después, ya había terminado de preparar unos ricos hotcakes con miel y fruta fresca, cuando Akemy entro en la cocina tallándose un ojo.
-Hola "mamá".
-Hola mi niño-fue hasta él y le dio un beso en la frente- ¿Cómo dormiste?
-Bien, pero me desperté durante la noche y me dio miedo quedarme solo en el cuarto, así que mi fui a tuyo para dormir contigo.
-Si lo note, bueno el desayuno ya está listo, pero usted jovencito se debe dar un baño primero, así que vamos.
Lo tomo en brazos y lo llevo al cuarto, lo baño y vistió con la misma ropa de la noche anterior, y después bajaron a desayunar, una vez que terminaron el desayuno y los platos estuvieron limpios, fueron al frente del taller en donde Yumiko llamo al señor Kushino para informarle que su pedido ya estaba listo, luego le explico a Akemy lo que él era y que dentro de poco vendrían a buscarlo para llevarlo a su nuevo hogar, al oír eso el niño se puso triste.
-No quiero ir con ese señor-dijo con voz firme haciendo que Yumiko lo mirara-Si me voy con el ya no te podré ver, ¡Yo no me quiero alejar de ti "mamá"!-grito con los ojos llenos de lágrimas.
-Akemy-lo llamo con voz suave y el pequeño la miro-El hecho que el señor Kushino te lleve con él no quiere decir que tú y yo no nos volveremos a ver-dijo mientras se arrodillaba frente a él para secarle las lágrimas-Recuerda que siempre que me necesites o me quieras ver puedes venir a visitarme, las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para mis creaciones.
-¿De verdad?
-Claro que si mi angelito-dijo antes de abrazarlo, y el pequeño le devolvió el abrazo enterrando su carita en el cuello de su "mamá", en ese momento alguien toco a la puerta del local que seguía cerrado-¿Quién es?
-Soy Akio Kushino junto con mi hijo, venimos a buscar al pequeño.
Al oír eso Akemy se escondió detras de las piernas de Yumiko y se aferró a ellas con fuerza.
-No tengas miedo, ya verás que te agradaran-dijo mientras le acariciaba la cabeza, y se dirigió a abrir la puerta con Akemy pegado a ella como un chicle-Buenos días señor Kushino, pase, los estaba esperando.
-Buenos días señorita, debo de admitir que me sorprendió el que me llamara tan rápido para decirme que ya había terminado.
-Eso es cierto, de verdad que fue muy rápida señorita-dijo Keitaro viendo hacia todos lados-Y bien ¿En dónde está mi hermanito?
-Bueno-dijo ella mirando hacia abajo en donde se encontraba Akemy, aun aferrado a sus piernas.
Ambos hombres siguieron su mirada y vieron al niño escondido tras las piernas de la señorita, el señor Akio, al verlo se llenó de alegría, ya que sus características físicas se perecían tanto a las suyas como a las de su hijo, se agacho poniéndose a la altura del infante.
-Hola pequeño, ¿Cómo estás? Yo soy Kushino-dijo con una gran sonrisa, lo cual causo que el niño lo mirara con interés-Y él es mi hijo Keitaro
-Un gusto pequeñín-dijo Keitaro imitando a su padre y colocándose a la altura del niño.
-Yo soy Akemy.
-Akemy, que nombre tan bello-dijo Akio levanto la vista, le dio una sonrisa a Yumiko dándole a entender que estaba de acuerdo con el nombre-Akemy, a partir de hoy, tú formaras parte de nuestra familia, ¿Te gusta la idea?
-Yo...-en niño dudo y miro a su "mamá" la cual le dio una suave sonrisa-Me gusta, pero, si me voy con usted... ¿Podré seguir viendo a "mamá"?
-¿A mamá?-pregunto Keitaro claramente confundido, pero al ver que el pequeño miraba a Yumiko entendió a lo que se refería el niño.
-"Claro es normal que él la vea como a una madre, después de todo ella lo creo"-pensó Akio con una sonrisa-Claro que podrás seguir viéndola, cuando tú quieras visitarla solo dime y yo te traeré las veces que quieras.
Al oír esas palabras los ojos del niño se iluminaron y ya perdiendo todo su miedo fue donde el señor Akio y le dio un abrazo mientras le decía un gracias lleno de alegría, el señor Akio le devolvió el abrazo al pequeño, y su corazón se llenó de una gran calidez al ver la sonrisa que el niño tenía en el rostro.
Luego de ese momento tan tierno, familia estaba por irse.
-Hizo un trabajo maravilloso señorita, ¿Cuándo le debo?
-Gracias, y...-pensó durante un momento mientras veía a Akemy pidiéndole a Keitaro que lo cargara, pedido que este realizo-Veinticinco mil yenes estarán bien señor.
-¿Enserio? Me parece muy poco para tan magnífico trabajo-dijo mientras sacaba su billetera y le daba setenta mil yenes-Esto me parece lo más justo por su gran trabajo.
-¡Pero señor esto...!-antes de que siguiera hablando él la interrumpió.
-No diga nada, eso es lo mínimo que usted se merece, y una vez más gracias por su magnífico trabajo-termino de decir mientras él y sus hijos salían del local
Yumiko se quedó viendo la puerta por un momento y luego dirigió su mirada al dinero que le dejo el señor Yamamoto, negó suavemente con la cabeza y guardo el dinero, luego abrió el local y se preparó para otro día de trabajo.
Diez años después.
Se puede apreciar a una hermosa mujer de cabello color caramelo con mechones negros revisando unos papeles en el mostrador de su negocio, cuando la campana de la puerta suena anunciando que tiene un cliente nuevo.
-Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarle?-pregunta amablemente al levantar la vista de los papeles.
-¡Vengo a ponerle una queja!-dijo con molestia un hombre parecía tener la misma edad que ella.
-¿Disculpe?
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