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Olvidada

1. En la torre oscura

El rey Carpio de Susumira cierra los ojos y ruega que el plan que empezó a ejecutar hace años, resulte conforme a lo esperado, su corazón le duele de tratar a quien tanto quiere, con tanta crueldad, pero sabe perfectamente que tal vez esa sea la única forma para que la niña de sus ojos obtenga los poderes que la libren de un terrible mal.

Majic estaba mirando desde la única ventana que poseía aquella olvidada habitación, la cual tenía que asear ella misma con lo que podía encontrar para no terminar picada por algún insecto; pese a ser la hija mayor del rey Carpio, el poderoso gobernante del reino de Susumira, y por ello con derecho a ser heredera a la corona y la próxima reina.

La joven princesa de dieciseis años, era delgada y de un cabello rojizo y ondulado, rasgo característico de la familia real Maruzba de Susumira; había vivido en aquella habitación durante ocho años, que estaba ubicada en una torre oscura, la más lejana de la parte central del castillo; su piel era muy clara porque apenas había recibido algunos rayos de sol, cuando una vez por semana la dejaban salir, para dar un paseo alrededor de la torre; momento que ella aprovechaba en ver el inmenso cielo sobre su cabeza, pensando qué había más allá de los muros del imponente castillo; y si en algún momento vería en alguien esos ojos grises de un niño que aparece borroso en sus sueños.

Majic había sido encerrada en ese lugar, a los pocos días de la muerte de su madre; la única educación que había recibido fue la que se le impartió hasta los ocho años; ese día en especial que cumplía dieciseis años había un inusitado movimiento afuera, al menos era lo que se podía observar desde aquella pequeña ventana, y eso le preocupaba mucho, porque cada vez que eso sucedía, significaba que nadie le traería algo de comida, pasando hambre por muchos días.

De pronto, escuchó la llave ingresar en la cerradura de la puerta que siempre se mantenía celosamente cerrada, pensó que pese a todo alguien le traería de comer y significaría para ella un alivio; sin embargo, se sorprendió ver a varias sirvientas ingresar, traían un hermoso vestido dorado brillante, zapatos de tacón y joyas muy elaboradas.

- "¿Qué sucede?", preguntó la jovencita.

- "Su majestad ha ordenado, que la bañemos, la vistamos y la dejemos hermosa", dijo quien parecía ser la líder de las muchachas del servicio.

- "Pero, ¿por qué?", consultó asustada Majic.

- "Es una orden de su majestad, solo obedezca", dijo la sirvienta, como si el hecho de que aquella muchacha fuera hija del rey no importara.

Majic ya no preguntó más, quería evitar que le dieran algún golpe, eso sucedía habitualmente cuando preguntaba mucho o no obedecía rápidamente las órdenes que las sirvientas, que alguna vez venían, le daban y decían que había sido una orden dada por el rey Carpio, su padre.

Las muchachas del servicio bañaron a la princesa con agua fría, y aunque ella parecía estremecerse nadie tenía compasión por ella, restregaron tanto su cuerpo para sacar la mugre de su piel que sentía que su piel se le despegaría, pues en esa torre la pobre niña podia asearse muy poco, el único lujo que tenía era poder lavarse los dientes, con el agua del rocío que juntaba muy temprano a través de aquella pequeña ventana.

Una vez bañada, fue vestida con ropa nueva, desde el interior hasta el vestido brillante, el corsé no tuvo mucho que ajustar, la pobre niña era tan delgada por los escasos alimentos que recibía, así que sentía como un suplicio tener tanta ropa encima que se sentía muy pesada, luego la maquillaron y peinaron de tal manera que luciera más alta, le pusieron las joyas de brillantes y una delicada tiara; al salir tuvo que ponerse los zapatos, que le incomodaban porque durante ocho años había vivido descalza.

La llevaron a la parte central del castillo y tuvo que esperar en la sala previa a la sala real del trono hasta que la anunciaran, la tierna jovencita aprovechó para verse en el espejo, no podía creer que la imagen que tenía en frente era ella, pues lucía como una princesa, muy diferente a la vida que tuvo que vivir estos últimos ocho años, entre harapos, descalza y falta de cuidado.

Pronto la anunciaron, "princesa Majic de la familia real Maruzba de Susumira", las sirvientas le indicaron que tenía que avanzar, caminó muy despacio porque los zapatos le hacían daño, caminó de frente hacia el rey, desconociendo todos los protocolos, así que no hizo ningún saludo protocolar, ni la reverencia máxima al rey, solo bajó ligeramente la cabeza cuando estuvo cerca a su padre.

- "Cancilleres de la Comunidad de los reinos mágicos de Hurmaya, ella es mi dulce Majic, la niña de mis ojos, mi hija más amada, está acá según lo acordado", dijo el rey, supuestamente fingiendo un inmenso amor a su hija, sin poder descifrar su corazón, ella se sorprendió muchísimo.

La pobre jovencita no sabía quiénes eran las personas que estaban con su padre, pero definitivamente no eran de Susumira, pues la mujer y el hombre que vestían con ropa elegante llevaban en su vestimenta escudos que no eran del reino.

La mujer la miró de pies a cabeza, se acercó a ella le levantó el mentón, Majic había aprendido a mantenerse callada para no recibir ningún castigo, pero cuando la señora le tocó la cintura y bajó a sus caderas se asustó y retrocedió unos pasos.

- "Canciller mi hija es pura, tenga cuidado con ella, es muy preciada para mí", dijo el rey seriamente; lo que sorprendió aún más a Majic.

- "Somos los garantes del acuerdo, debemos garantizar que se cumplan las condiciones, que podrá dar un heredero al rey de Fontana, y naturalmente que sea completamente pura", expresó el desconocido hombre que acompañaba a la Canciller.

- "Acepté este acuerdo porque es lo que pidieron el resto de reyes de Hurmaya para mantener la paz, y estoy dando a mi hija más amada para convertirse en la esposa del rey de Fontana, no me atrevería a darle a alguien indigno, mi hija no ha estado con ningún hombre", expresó el rey Carpio.

- "El rey de Fontana se asegurará apenas lleguemos a su territorio, que la joven princesa sea realmente pura, y seremos testigos; si pasa la prueba entonces se llevará a cabo el matrimonio, garantizando el tratado de paz", manifestó la desconocida mujer.

El rey se acercó a su hija y la abrazo, susurrando a su oído "disfruta tu nueva vida, acá solo podrías regresar muerta", con una mirada melancólica, casi como un imperceptible perdón, le dió un beso en la frente, pensando que no le gusta tener que guardar lo que en verdad siente su corazón.

- "Cuiden a mi princesa, es mi gran tesoro", dijo el rey, dando media vuelta sin ver, como su hija mayor y la legítima heredera a la corona, se retiraba del palacio, en compañía de los Cancilleres.

Entonces Majic entendió, su padre la había ofrecido como si fuera una mercancía a un rey que desconocía, sin comprender qué debía hacer en el nuevo lugar, sabía que por más que proteste seguramente solo recibiría golpes terribles, la pobre niña rogaba que su vida en el otro reino no fuera peor al infierno que le tocó vivir en el lugar donde debió estar más segura.

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2. La llegada a Fontana

De manera solapada, desde una ventana lejana, el rey Carpio ve alejarse a su hija; ruega que como supone el noble corazón del rey de Fontana se sobre ponga al odio, y no lastime a su hija; y que pronto aquel rey que lo considera su mayor enemigo, la lleve a quién ella sin recordar siempre extraña.

Majic subió al carruaje que ya estaba preparado, había un cofre con sus supuestas cosas, pero los cancilleres le indicaron que no podía llevar nada del reino de Susumira, el rey de Fontana había sido muy claro, lo único que aceptaba de ese reino era la princesa, la hija más amada del rey, que él proporcionaría nuevas cosas para ella en su reino.

Mientras viajaba en aquel carruaje, vio los inmensos jardines del palacio, tan hermosos como los vió a los ocho años por última vez, pasaron por la ciudad principal que le parecía bastante bulliciosa, después del sepulcral silencio de la torre donde vivió por ocho años, le parecía que la vida fuera de ese lugar era muy colorida.

Más tarde llegaron al campo, había oscurecido un poco el cielo; los guardias bajaron de los carruajes, y parecían colocar piedras de diferentes colores alrededor de los mismos, uno se le acercó y a través de la ventana la miró severamente.

- "Mantenga todo el cuerpo dentro del coche, o el viaje instantáneo le hará estallar la cabeza", dijo secamente el guardián.

La joven princesa cerró su ventana, y permaneció callada dentro del coche, de pronto sintió por un segundo como si su cuerpo se hubiese separado en millones de pedazos, para luego volverse a ser uno; era una sensación extraña, no se atrevió abrir la ventana del coche por el comentario de aquel guardia.

La princesa había vivido mucho tiempo en aquella torre y desconocía que aquellas piedras de colores, eran artefactos mágicos que servían para teletransportarse de un lugar a otro, siempre y cuando no haya mucha gente alrededor.

Unos minutos más tarde, el coche volvió a moverse, pero parecía que el lugar donde habían estado se hubiese vuelto más oscuro y ventoso de repente. El coche se volvió a detener y otro guardia abrió la puerta.

- "Baje, desde acá cambiaremos de coche", dijo el guardia sin ayudar a la princesa.

Ella tuvo que ver cómo bajar y le pareció extraño porque ya no estaban en aquel campo, sino en un lugar pedregoso y ya era de noche; cómo había sucedido eso en tan poco tiempo se preguntaba, estaba bastante mareada y no entendía la razón, casi se cae antes de llegar al otro coche, pero se logró sujetar de la puerta del mismo, pero la fuerza que ejerció en su brazo para lograrlo, lo dejó adolorido, por un largo rato.

El coche donde estaba ahora tenía las ventanas más grandes, pudo apreciar como pasaban por la ciudad que estaba iluminada por antorchas de luz verde, hasta llegar al palacio de Fontana, las grandes puertas se abrieron, aquel lugar también tenía hermosos jardines, pero las flores eran muy distintas a las de su reino.

Cuando llegaron a la parte central del palacio, un guardia le abrió la puerta, ya sabía que ella tendría que bajar por su cuenta; avanzó un par de metros y se le acercaron los Cancilleres que la trajeron de su reino.

- "Este es un tratado de paz, que el consejo de reyes ha buscado por mucho tiempo, ha habido muchas muertes entre estos dos reinos, espero sepa la responsabilidad que carga sobre sus hombros, sea complaciente con el rey de Fontana y asegure la paz de los reinos de este mundo", dijo la canciller, la joven princesa no tenía ni idea de lo que le hablaba, solo agachó la cabeza y los siguió.

Cuando llegaron al salón principal, vio a un hombre alto, piel canela, cabellos y ojos oscuros, mirada severa, usaba corona así que supuso que era el rey de Fontana, tendría unos veinticinco o veintiséis años, había supuesto que el rey sería mucho mayor que ella, pero se sorprendió que la diferencia quizás no pasara de diez años.

Majic caminó mucho más despacio porque los zapatos le estaban matando; desconociendo los protocolos se acercó y solo agachó la cabeza sin hacer la reverencia que correspondía al rey y futuro esposo, él pensó que la joven princesa era una completa insolente, qué se podría esperar de la hija del rey Carpio.

- "Su excelentísima majestad, ella es la princesa Majic, la hija más hermosa y amada del rey Carpio de Susumira", dijo el canciller.

- "Tiene estrecha cintura y amplias caderas, a pesar de su delgadez, parece tener lo necesario para engendrar hijos, aún así nos quedaremos acá hasta que pruebe la pureza de la princesa y se lleve a cabo el matrimonio, tal como lo estipula el acuerdo", comentó la canciller.

- "Si no hay más remedio, verifiquemos de una vez por todas la pureza de la princesa y que mañana se lleve a cabo el matrimonio. Lady Marila, lleven a la princesa a sus aposentos, pronto estaré ahí, preparen todo para la prueba y tienen que asegurarse de que no posea nada de Susumira", manifestó el rey con total indiferencia.

- "Venga con nosotros princesa", le dijo Lady Marila a Majic y la joven princesa no tuvo más remedio que seguirla.

Cuando llegaron a los aposentos de la princesa, Majic se sorprendió muchísimo, aunque al parecer estaban muy alejados de la parte central del palacio, aquella habitación era limpia e iluminada, tenía una cama al parecer cómoda, muy diferente a la litera de la horrible habitación que le había dado su padre.

- "¿Esta es mi habitación?", preguntó la joven princesa algo nerviosa.

- "Tal vez sea muy pequeña comparada con la que habrá tenido en su palacio, pero será su habitación, debe saber que este es un matrimonio arreglado para mantener la paz de los reinos, cuando se case con su majestad, y él la mandé llamar, solo los días que él haga eso, usted podrá ir a la habitación del rey. Hemos sufrido mucho por su padre, así que sea consciente del lugar que ocupa aquí ahora", dijo con desprecio Lady Marila.

Majic quiso decir que esa habitación era magnífica y que agradecía que se la hubiesen dado; sin embargo, por el tono que había utilizado Lady Marila prefirió callar, había aprendido en estos últimos años que a veces el silencio era su mejor defensa.

Pronto trajeron un gran cofre, le empezaron a sacar las joyas, y las guardaban en pequeñas cajas que ponían dentro del cofre; de pronto desde afuera anunciaron "Su majestad, el rey Fortem va a ingresar", todos adentro se inclinaron completamente y miraban el suelo, Majic quedó mirando a todos, y pensó que debía hacer lo mismo.

El rey Fortem ingresó acompañado de la Canciller y de dos matronas, se sentó en un sillón que daba directamente al frente de la cama; le parecía desagradable tener que casarse con la hija del hombre que había matado a casi todos los miembros de su familia; el cabello rojizo de la joven princesa podía parecerle especialmente hermoso a cualquiera, pero para los pobladores de Fontana significaba muerte y para el rey aún más.

3. La prueba de pureza

El rey Fortem indicó que podían levantarse, así que Lady Marila y las sirvientas empezaron a sacar el vestido a Majic que estaba incómoda ante todo ello; la joven princesa no entendía porque tenían que hacer eso delante del rey.

- "¿Es necesario desvestirme así?, preguntó tímidamente Majic, mientras se quedaba solo en ropa interior y trataba de cubrirse.

- "Es una prueba de pureza princesa, ¿no sabe qué significa?, es algo que tenían que explicarle cuando le informaron del matrimonio", preguntó sorprendida Lady Marila.

- "Recién hoy me enteré que vendría acá, recién hoy me enteré que debo casarme con el rey de Fontana, yo no tengo idea de qué es una prueba de pureza, ¿qué se supone que significa eso?", dijo nerviosa la joven princesa, que temblaba y estaba completamente sonrojada buscando cómo cubrirse con sus manos.

El rey hizo una mueca de molestia, la actitud de la princesa le causaba indignación, no era posible que a la amada hija del rey Carpio no le hayan explicado a lo que venía a su reino, y sentía que ella se estaba burlando de él con esa actitud; además, con la ropa interior que tenía puesta Majic, el rey Fortem podía ver que el cuerpo de la princesa aún no se había desarrollado completamente, era tan delgada que aún parecía algo infantil, y eso para nada le podía resultar atractivo, mas aún si ya era difícil verla de esa manera por ser la hija de su mayor enemigo.

- "¿En verdad quiere que le crea eso, princesa?, es realmente molesto que pretenda hacerse la inocente, y para que quede claro le digo que a mí también me molesta su presencia. (Mirando a las matronas y la canciller) Encárguense ustedes de verificar la pureza de la princesa; confiaré en su palabra Canciller y matronas, estaré esperando el resultado en mi despacho", dijo serio el rey Fortem y salió de la habitación de la princesa, muy molesto que terminó azotando la puerta.

Más tarde, estaba el rey Fortem, en su despacho tomando un poco de vino, cuando llamaron a la puerta.

- "Adelante", dijo el rey, y pronto la canciller y las matronas ingresaron al despacho.

- "Su majestad se hizo la prueba", expresó la canciller.

- "¿Y cuál es el resultado?", preguntó el rey, deseando que la princesa no fuera pura, para devolverla inmediatamente a su padre y acabar con el tratado, obligando al rey Carpio a mantener el acuerdo de paz sin necesidad de casarse con su hija.

- "La princesa es virgen, su majestad, su futura esposa no ha conocido a ningún hombre, su pureza está garantizada", manifestó la Canciller.

- "Ya veo, entonces según lo acordado mañana se llevará a cabo el matrimonio, pueden retirarse", dijo el rey Fortem resignado, no había vuelta atrás, la hija de su enemigo se convertirá en su esposa.

Mientras tanto, la princesa Majic estaba llorando en su cama, no entendía porque esas mujeres tuvieron que ver entre sus piernas, había sido una experiencia muy vergonzosa para ella, la joven princesa no entendía la razón, ella se casaba mañana y ni siquiera sabía lo que eso significaría para su vida.

Se sobresaltó cuando alguien golpeó la puerta, no sabía si debía abrir.

- "Princesa acá está su cena", dijo la sirvienta detrás de la puerta.

Majic se incorporó rápidamente de la cama, y corrió de la manera más veloz posible a abrir la puerta, no podía creer que iba a cenar, en la torre donde vivía antes solo le daban almuerzo y eso no estaba garantizado para todos los días.

Cuando la sirvienta ingresó, colocó la charola en una pequeña mesa en el centro de la habitación; en la charola habían vegetales cocidos, un poco de pollo y puré de papa; no podía creer que le hubiesen traído un banquete así, la pobre princesa acostumbrada solo a frijoles no podía darse cuenta que eso era un plato muy sencillo para quien probablemente sería la próxima reina de Fontana; así que pensó que su vida en aquel lugar tal vez no iba a ser peor que en el palacio de su propio padre.

- "Muchas gracias, muchas gracias", dijo emocionada la princesa.

Para luego empezar a comer con las manos de manera presurosa, la sirvienta se sorprendió muchísimo y no podía entender como una princesa podría comportarse de esa manera, evidentemente carecia de modales básicos, en pocos minutos Majic había terminado la comida e iba a abrir la puerta con las manos sucias.

- "No haga eso princesa, debe lavarse antes", dijo la sirvienta.

- "Ah, pero ¿dónde?", preguntó Majic.

- "En el cuarto de baño, venga conmigo", expresó la sirvienta y abrió la puerta del sanitario.

Majic no había intentado abrir esa puerta suponiendo que estaría cerrada con llave; se sorprendió con todo lo que había dentro. La joven sirvienta no entendía porque estaba ayudando a la princesa, todos en el reino odiaban a los de Susumira porque no había familia en Fontana que no hubiese perdido un ser querido por las guerras desatadas por el rey Carpio, pero por alguna razón la joven princesa le provocaba cierta compasión.

- "Me llamo Yura, seré la responsable de traer la cena para la princesa, espero haya entendido cómo funciona todo", expresó Yura y fue a la habitación para tomar la charola y retirarse.

- "Eres muy linda y gracias por todo", dijo Majic sonriendo y con mirada cálida.

La sirvienta se retiró rápidamente, temía que si se quedaba mucho tiempo terminaría por agradarle la joven princesa, y no podía permitirse eso, Majic era la hija del despiadado rey Carpio.

Majic salió a ver por la ventana, no se había sentido así en mucho tiempo, estaba aseada, tenía el estómago lleno y una cama cómoda; mientras observaba el camino de flores que llevaba a la parte central del palacio, vio a lo lejos al rey Fortem cabalgando, él le parecía imponente, era muy alto y tenía una ancha espalda, su voz era potente y notó que sus manos eran muy grandes, se dijo a si misma que trataría de no molestar al rey que al día siguiente se convertiría en su esposo, sospechaba que si recibía un golpe del rey, con esas manos grandes, terminaría muerta.

El rey Fortem cabalgaba aquella noche tratando de liberarse de sus pensamientos, por alguna razón esa muchacha le inspiraba compasión, pero no podía olvidar que el padre de ella había sido el culpable de la muerte de sus padres, los antiguos reyes de Fontana; entonces sacude su cabeza y se envuelve nuevamente en su rencor.

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