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Poderes Contrarios

Prólogo

Esta es la historia de dos personas totalmente opuestas en actitud y personalidad, pero similares en cuanto a sus responsabilidades en la vida diaria.

Alicia FuenteMayor es una chica que aunque ha nacido en cuna de oro, no es una niña mal criada como muchas a su edad. Tiene un carácter fuerte y no se deja de nadie, sabe lo que quiere y no permitirá que nadie más lo obtenga.

Arturo Altamira ha perdido a sus hermanos por causa de un accidente hace siete años, lo que da lugar a su actitud fría y reservada. Él nunca se ha enamorado de nadie porque no ha tenido tiempo para cosas como el amor desde que es el único heredero y desde los diez años se ha estado preparando para ser el próximo Altamira en el linaje.

Su familia es muy prestigiosa, siendo también una de las más antiguas de la ciudad.

Tiene el sueño de algún día ser padre, pero sabe que eso no podrá ser posible ya que no tiene tiempo; además, debe estar preparado para que el próximo año asuma el liderazgo de la empresa.

Alicia se despierta una mañana, somnolienta. Ella abre sus ojos, ya que el incandescente sol desde la ventana, la hace despertar.

Ve con rapidez su reloj y son las ocho de la mañana. Su entrada a clases es a esa misma hora.

Se levanta con velocidad. Acomoda sus cosas para salir, se va a bañar y se arregla. Todo esto lo hace muy molesta con sigo misma y con su despertador.

*¿Por qué no sonó mi alarma?* piensa ella para sí. *El profesor Collins es muy exigente con la puntualidad*

El profesor Collins es su profesor de cálculo, odia la impuntualidad, casi tanto como en el momento en que alguien lo llama por su nombre.

Sale casi corriendo de su habitación, baja las escaleras y ve a Berta. Berta es su nana y siempre le tiene el desayuno listo antes de salir.

-¡Buenos días Berta! -le dice Alicia al saludar a su nana, como todos los días.

-Buenos días señorita Alicia, ¿Cómo se encuentra? Veo que sale tarde hoy.

-Si Berta, no sonó la alarma -responde tocando su frente con una cara que parece casi de dolor-. Es el profesor Collins el que me dará clases hoy.

-Vaya, creo que guardaré tu desayuno para que te lo lleves y puedas comer luego de su clase, ya que no da tiempo -dice Berta sabiendo que el profesor Collins odia la impuntualidad.

Alicia sale de su mansión, se dirige hasta el estacionamiento y saca sus llaves de su descapotable rojo, un regalo de su padre por su cumpleaños número dieciocho hace unos meses.

Conduce hasta la entrada, saluda al portero y se dirige hasta su universidad.

...----------------...

Arturo Altamira ha estado despierto toda la noche, en su computadora trabajando en una nueva estrategia que le presentará a su padre esa misma mañana.

Son las ocho de la mañana cuando Arturo, contento por su esfuerzo, sonríe con satisfacción a la laptop que tiene enfrente.

Consciente de que la reunión es en dos horas, se levanta y se dirige hasta su armario contemplando su traje azul rey con su corbata de rayas grises. Este traje lo había mandado hacer especialmente para esta ocasión, ya que hoy seria el día que se presentaría a su padre como accionista.

Aunque Arturo ha estado preparándose siendo el mejor en todo, obteniendo las mejores calificaciones, aún no formaba parte de la empresa y tendría que hacer una estrategia ante los accionistas de la empresa a los veinte años y así demostrarles a todos que podría estar capacitado para dirigirla el siguiente año, siendo así, el reemplazo de su padre, quien ha dirigido la empresa Altamira desde hace más de tres décadas.

Él no quería esperar más y quiso presentarles su estrategia en su cumpleaños número veinte; es decir, hoy es el cumpleaños de Arturo.

El joven con una despampanante sonrisa en su rostro, se dirije a la empresa Altamira con su chofer, esta reunión decidiría si seria considerado apto por los demás accionistas para ser el reemplazo de su padre, o tendría que esperar otro año más.

-Hoy es el día Alfred -le dice, emocionado, Arturo a su chofer.

Max

 Alicia está frente al profesor Collins, parada en la puerta escuchando lo que él piensa acerca de la impuntualidad.

 Alicia solo lo ve fijamente sin decir una sola palabra. Ni siquiera escucha lo que está diciendo, mira hacia el interior del salón de clases y nota a su amigo Max mirando por la ventana, como si hubiera algo interesante afuera. Eso no es extraño en él, siempre dice que espera a alguien, pero Alicia no tiene idea de a quien se refiere.

Voltea de nuevo hacia el profesor Collins y resulta que la estaba viendo hace rato. Había dejado de hablar cuando notó que ella no estaba prestando atención.

-Señorita FuenteMayor, ¿Le sucede algo?

Ella, sorprendida por escuchar su apellido lo voltea a ver con cara de confusión.

-Disculpe profesor por mi impuntualidad, le prometo que no volverá a suceder.

 El profesor Collins viendo la inutilidad de hablarle de valores a estos jóvenes, la dejó pasar a su clase.

Pov: Alicia FuenteMayor

 Entro al salón y acomodo mis cosas en mi silla, silla que ha sido mi lugar de observación hacia todos mis compañeros.

Sofia y Mica, las amigas inseparables siguen ahí, hablando entre ellas como si estuvieran en una pijamada.

Alberto, el típico estereotipo de chico malo está observando su teléfono, sin importarle nadie a su alrededor.

Natalia, una chica de pocos amigos que parece que cometió un crimen por lo reacia y fría que trata de ser.

Veo a Max que sigue observando por la ventana, trato de levantarme un poco de mi asiento para ver también por la ventana cuando oigo al profesor hacer un ademán con su mano para indicar que reanudará la clase.

Estoy prestando atención y tomando nota cuando siento que alguien me empuja un poco. Es una chica que corre fuera del salón de clases sin pedir permiso, sin sus cosas y parece que ha visto un fantasma, sale casi corriendo y todos nos quedamos viendo hacia la puerta, empiezo a escuchar murmullos de mis compañeros.

Es Nicole, otra vez, es la segunda vez esta semana. No se junta con nadie y por eso nadie sabe que está pasando con ella, solo rumores, desde que está embarazada, hasta que está enferma y por eso tiene que salir a tomarse algún medicamento.

Luego de un rato, vuelve a entrar como si nada y toma asiento.

Culminó la clase. Todos, excepto Max, se van casi sonriendo por haber terminado de escuchar sobre números.

-Oye, ¿que tanto observas?

Max parece que no se dió cuenta que todos se habían ido y solo quedábamos nosotros.

-¿Qué? -preguntó Max volteando la cara con confusión.

-Pregunté que tanto observas. Desde que entré a la clase ves la ventana -aclaro con paciencia, él no suele ser así.

-!Ah! sí, es solo que... ya sabes... -se rasca la nuca con cierta incomodidad. Se veía un poco triste, desilusionado tal vez. Sé que está esperando a alguien, pero ni él debe de saber quien es. Es como si no notara nada a su alrededor desde que "espera a alguien".

-Lo sé, lo sé. ¿Cómo te sientes? te ves un poco triste, si quieres podemos ir a desayunar en la plaza de la universidad. Tal vez te distraigas un poco hablando conmigo -intento animarlo aunque no soy tan buena con estas cosas.

-Está bien -aceptó sin decir más. Ha estado un poco callado desde hace un tiempo.

Max es mi amigo desde la secundaria. Me ha apoyado en todo lo que he pasado estos años y creo que es un amigo de verdad, de esos leales que nunca harían nada en contra de tí o siquiera te mirarían con malicia, se alegra de mis logros, estando para mí en todos y cada uno de ellos. No pertenece a una familia adinerada, pero no le ha faltado nada, aún si pasara, siempre le digo que si necesita algo, me lo puede decir, siento que lo conozco de toda la vida y me siento muy feliz de tenerlo a mi lado.

Estos últimos meses él la ha estado pasando mal porque su padre falleció. Cuando lo conocí pensé que era su hermano, era un hombre alto, apuesto, ojos color azul, cabello negro, piel pálida, complexión gruesa y bien vestido. Iba para el trabajo en aquella ocasión.

...*Flashback*...

-Buenos días, señor Manuel. Soy amiga de Max ¿Se encuentra en casa?, tenemos que hacer una tarea -me miró como si tuviera otra oreja en la cabeza.

-Sí, si, él está aquí, es solo que voy tarde al trabajo y me sorprende que alguien venga a visitarlo.

-Vengo a hacer una tarea señor Manuel. ¿Dónde trabaja usted?

-En la empresa Altamira, soy de recursos humanos. Si me disculpas, tengo que irme. ¡Dejé comida en el refrigerador! -gritó hacia dentro para que Max oyera.

*Que hombre tan extraño* pensé en mi interior.

...*Fin del flashback*...

Sarah

-¿Alguna vez has sentido que sin importar lo que hagas... no puedes cambiar como te sientes? -me pregunta Max con algo de nostalgia cuando estoy a punto de darle un mordisco a mi desayuno-.

Lo miré extrañada, ya que no es de hacer preguntas al azar. Supongo que está en modo reflexivo desde la muerte de su padre.

-Hay veces donde no podemos cambiar las cosas porque no está en nuestro poder, incluso cuando se trata de nuestra vida o de como la vivimos; sin embargo, eso puede causarnos un mal en vez de un impulso a mejorar; es decir, si es una situación que no puedes controlar... no importa cuanto lo anheles cambiar, simplemente te desgasta emocionalmente-

 Él me observa en silencio un segundo para volver hacia el frente y su expresión cambia a una preocupada.

 Miro hacia esa dirección y me encuentro con una escena regular en esta Universidad. Mi "mejor amiga" como solía llamarla Max cuando empezamos la carrera hace un año solo para molestarme, estaba haciendo de las suyas nuevamente.

 Sarah, con una cómplice que siempre la acompaña, estaba en el campus gritándole a una chica. *No me parece extraño* pienso para mí.

 Seguimos observando Max y yo cuando la chica es abofeteada por la cómplice de Sarah, solo de oír su nombre se me retuerce el estómago. Esto es regular, cada mes se ve algo así sobre ella. No la han expulsado porque su padre es el supervisor del sector al que pertenecemos, a lo que los profesores no quieren ser malinterpretados o reportados por una clase de discriminación, aunque a mi parecer y al de todos deben ser reportados por favoritismo.

 Vemos que la chica se acerca un poco más a ellas, les dice algo y luego se va, desde aquí, parece que está llorando. Veo a Max.

- Parece que hizo de las suyas nuevamente -dice Max.

 Ya habíamos tenido un problema con ella cuando comenzamos. El primer día de clases para ser exactos.

 Ese día estaba tan ilusionada de por fin comenzar la carrera que seria un impulso a mis conocimientos en cuanto la industria financiera se refiere. Ese primer día hablé con Sarah, me presenté y me pareció una chica muy agradable. La saludaba y a veces me quedaba después de clases para ayudarla en cualquier cosa que me pidiera.

 Un día nos hicieron un examen sorpresa.

 A lo que yo, que había estudiado todos los temas mandados por el profesor en clases pasadas, me sentía lista para este examen.

 Lo resolví en veinte minutos cuando nos habían dado una hora para hacerlo. Regresé a mi casa temprano ese día y estaba entusiasmada por saber los resultados.

 Al día siguiente cuando regresé a las clases. Me dieron mi calificación y no era la que esperaba, ni siquiera había alcanzado las expectativas.

Sorprendida exigí que me entregaran la hoja en donde había hecho el examen.

-No puede ser... estudié durante semanas -pensaba yo durante todo ese tiempo que duró el proceso-.

Me entregan mi examen luego de haberlo pedido muchas veces y fui a la oficina del director para que hiciera valer mi esfuerzo.

 El director con una cara de pocos amigos mandó a que me dieran lo que me correspondía.

 Al ver, no era la mía, era la de Sarah, lo sabía porque conozco su letra, de las veces que la ayudé.

 Me dirigí a ella...

- ¿Por qué me hiciste esto?- le pedí explicaciones al momento de plantar con brusquedad el examen en su mesa-.

-¿De qué hablas?- Me miró como si no supiera, podría decirse que hasta confundida. Le arrojé la hoja.

- De todo el esfuerzo que sabías que hice. Sabías que estudié durante semanas para esto -le vuelvo a repetir con frustración-.

 Cuando vió que no había nadie en el salón de clases en donde estábamos, se quitó su mascara, se paró de su asiento y me hizo frente.

-¿Qué tienes amiga? -sonrió cínica-.A veces el esfuerzo de uno es la recompensa de otros-.

-¿Qué quieres decir?- La miré con asombro, aún la consideraba mi amiga.

-Digamos que hice unos arreglos en las calificaciones con ciertas influencias- me dijo casi mirándome casi con orgullo-.

-¿Compraste los exámenes?- Siempre he sido directa, esta no será la excepción-.

-No. No podría, solo digamos que si veo una oportunidad la tomo. Tú fuiste muy oportuna haciéndome la tarea-.

-Yo no..- Recordé que todas esas veces, no la ayudaba, hacía todo por Sarah mientras ella solo hablaba y estaba en su teléfono.

Me avergoncé por un segundo, pero luego recobré la compostura.

-Nunca en esta vida me vuelvas a siquiera dirigir la palabra, ¡falsa!- solo recuerdo que me fui lo más enojada que pude, ya que esto es importante para mí, aunque sé que no soy perfecta, siempre se me ha exigido demás-.

 Semanas después de eso me enteré de que no compró a los profesores, los profesores le tienen miedo y no se negarían a nada que les pidiese por ser hija de quien es. Ella aprovechándose de eso al máximo, hace lo que quiere aquí sin importarle los sentimientos de nadie.

 Yo podría decir que mis padres son Héctor FuenteMayor, uno de los empresarios más poderosos de este lado del país o que mi madre es la famosa modista Cecilia Bracamonte, pero no quiero que todos me vean como a ella la ven, una niña mal criada que pisotea a todos sin importarle nada más que ella.

Nadie (excepto Max) aquí sabe de donde vengo o a donde voy, siempre me ha gustado mantener un perfil bajo.

...----------------...

Llego a mi casa y me dispongo a estudiar cuando recibo un mensaje de texto.

..."Sé lo de tus padres"...

*Qué extraño*

Pov: Arturo Altamira

Estoy en la entrada de la empresa y aunque estoy cansado porque no he dormido nada, a la vez me siento feliz y nervioso.

Saludo al recepcionista como de costumbre.

Entro en el ascensor y oprimo el botón del último piso.

Mi mente es un torbellino de pensamientos mientras estoy en el ascensor, estos segundos me parecen eternos.

Entro a la sala de reuniones que aunque no llegué tarde porque me cercioré de ello, todos están listos para oírme, ya que esa es mi estrategia, hacerlos esperar no al punto de la impaciencia sino a la expectación.

Al entrar todos me miran. Cosa que me agrada, los veo un poco, allá está mi padre en la silla del accionista mayoritario mirándome con mayor expectación que todos ellos, pero con una mirada de aliento para transferir seguridad. Sé que no ha sido el mejor padre, pero siempre me ha apoyado.

Estoy en frente y empiezo a hablar acerca de mi estrategia, la cual es... -"Todos aquí compremos según las acciones correspondientes, empresas de menor alcance para potenciarlas a nuestra imagen y así lograr mayor alcance en el mercado, a los consumidores y a publicidad en cuanto a diferentes localidades se refiere. Estas empresas deben ser referentes a nuestro contenido para que no sea un cambio tan brusco en los consumidores"-

Muchos se quedaron pensando, la clave de todo el que se presenta ante un público es la seguridad, entonces mientras estos están pensando yo no muevo ni un músculo en señal de nerviosismo o peor, inseguridad en mis palabras, ya que sí, planeé esto por meses.

En la sala de reuniones hay siete personas, aunque solo cuatro sean accionistas en la empresa.

Esos instantes me parecieron eternos. Nadie dijo nada.

De un momento al otro, el Señor Albert, viejo amigo de mi padre y accionista de la empresa levanta la mano

-A mí me parece bien tu idea, pero debo consultarla antes con un asesor financiero-. -Igual yo -dijo el Señor a su lado y todos dijeron lo mismo, incluso mi padre, no sé porqué hicieron eso-.

Es una idea sencilla y eficaz a mis ojos y sé que a cualquiera que lo viera, también lo aceptaría.

-Está bien. Esperaré a que lo piensen y regresaré la próxima semana a esta misma hora. Buenos días.- Dije eso sin mostrar expresiones en mi rostro. Regresé a casa, me muero del sueño. No esperé pasar mi cumpleaños durmiendo, pero que más da. Sé que lo aceptaran, valió la pena.

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