¡Hola! Si ya me leíste antes, sabrás que mis novelas contienen otras "micro historias" dentro de la misma. En ellas, personajes secundarios cuentan sus tragedias y triunfos o dan su versión de los hechos.
Te aviso que esta novela aún no está editada del todo, así que puede haber algunos errores ortográficos o de otro tipo 🙏🏻
La historia se divide en dos partes.
...Primera Parte...
Mí nombre es Milagros y esta es mí historia de vida y del amor más profundo, inesperado y dulce que haya vivido jamás. Si tienen el valor de seguir escuchando este relato, es mejor que estén preparadas y preparados.
Aún recuerdo mí primer día en la agencia de acompañantes "Latidos únicos". Yo tenía solo 18 años y llegué allí por casualidad, necesitaba trabajo con desesperación ya que había dejado el orfanato y por más que dejaba currículum en diferentes empresas, estas no me llamaban. Ya me estaba hartando cuando leí un pequeño anuncio en el periódico que decía:
"Se buscan jóvenes de ambos sexos, excelente presencia, sin experiencia y amplia disponibilidad horaria, agencia de citas. Único llamado".
Quedé sorprendida, ¿Una agencia de citas? ¿Eso era legal? Sin duda era riesgoso presentarse, pero también me daba curiosidad y necesitaba el dinero.
Finalmente, tomé valor y me decidí a ir, solo para ver de qué se trataba.
— Buenos días, vengo por lo del anuncio — dije al entrar en una pequeña oficina en el centro de Ciudad Portuaria. Una mujer alta y rubia me recibió con una sonrisa, parecía muy amable. Iba vestida con una falda y un suéter negro
— Adelante, por favor, ¡Eres bienvenida! Se han presentado pocas postulantes, solo las más curiosas y atrevidas. Por cierto, mi nombre es Cleopatra, como la reina — me dijo mientras me miraba con unos ojos color café penetrantes.
— Oh, mucho gusto señora Cleopatra, mi nombre es Milagros. Y para ser sincera, no sé bien qué hago aquí, vengo más que nada a buscar información — le dije mientras me sentaba, atenta a cualquier situación extraña para escapar por la puerta si era necesario
— Bueno, si estas aquí entiendo que estás interesada. Somos una agencia de citas. Como bien sabes hay personas muy solitarias en esta gran ciudad
— Sí lo sé mejor que nadie, intuyo que ustedes se venden como ¿una solución a esa soledad?
— Exacto. Nosotros vendemos una experiencia, la cual siempre garantizamos al cliente que será única. Una acompañante para salir a una fiesta o para cenar, para lo que sea en realidad
— Perfecto ¿Pero qué es todo lo que yo debería hacer? ¿Esto sería legal? No estoy muy de acuerdo con la prostitución para ser franca
— Me gusta tu sinceridad, Milagros. Eso puede ser lo que te permita trabajar con nosotros. De ningún modo tu trabajo implicaría prostituirse, a menos que tú lo decidas claro está. Y si, nuestro negocio es legal
— Oh ya veo, sin embargo he de admitir que estoy más confundida que nunca — le respondí muy intrigada, pero aún con desconfianza
— En realidad es muy simple. De acuerdo a tus aptitudes se armará un perfil para que lo puedan ver los clientes en la web. Hay acompañantes que solo salen a citas como si fueran novias, otras van a eventos o cumpleaños fingiendo ser parejas de quienes las contratan — me explicaba mientras me entregaba un formulario.
— ¿Y entonces, ninguna de ellas está obligada a tener relaciones con sus clientes? — pregunté Incrédula, una vez más.
— Absolutamente no, ninguna de nuestras acompañantes tienen la obligación de hacerlo, aunque esa opción la dejamos abierta por si desean obtener más ingresos.
— Entiendo, es una propuesta innovadora
— Por eso somos tan especiales y si tú decides trabajar con nosotros y prefieres no tener sexo con ningún cliente, no habría problema.
— Ya veo. Perdón que pregunte tantas veces lo mismo, es que me parece extraño que algunos clientes solo busquen compañía para ir a cenar o hablar.
— Hay toda clase de clientes, con gustos diferentes y de todas las edades. Tal vez tu perfil le guste a una señora de 60 años que solo busque que la acompañen a comprar ropa y a cenar. O a un jovencito de 21 años que busca una novia por un solo día, para presentarla a su tradicional familia. Nunca se sabe — me explicó ella mientras revisaba unos archivos.
Yo estaba perpleja. Al parecer, estaban muy organizados y les daban a sus empleadas el poder de decidir qué hacer y qué no hacer, al menos hasta cierto punto. Era venderse, pero no necesariamente para sexo.
Al mirar las preguntas del formulario, estas me parecieron demasiadas y muy invasivas. No obstante, respondí la mayoría con sinceridad.
"¿Con quién vives?"
"¿Tienes pareja?"
"¿Has tenido enfermedades sexuales?"
"¿Eres virgen?"
"¿Has posado para fotos?"
"¿Has sido o eres modelo?"
"¿Saldrías con alguien del mismo sexo que tú?"
"¿Sabes bailar?"
"¿Qué idiomas hablas?"
"¿Eres estudiante universitaria?"
"¿Cuál es tu estatura?"
"¿Te gustaría que te vean por una web cam?"
Y así continuaba por varias páginas. Me demoré unos 50 minutos en contestar todo: vivo con una amiga, soy soltera, no tengo movilidad propia, no soy virgen, no soy modelo, no estudio en la universidad, se inglés básico, mido 1.70 cm, etc.
Luego, Cleopatra me despidió mientras me entregaba un último papel con las supuestas ganancias de las acompañantes. Me quedé impactada, $400, $500, $1,000 por citas con hombres, mujeres, por salir a eventos, por dar masajes, etc.
Para ser honesta, el trabajo me interesó mucho, ya que con una sola cita podría ganar lo mismo que en dos semanas como camarera o cajera.
Personajes:
*Milagros : acompañante, masajista
*Joel: estudiante universitario de psicología
*Máximo: padre de Joel, empresario
*Orfelia: madrastra de Joel, empresaria hotelera
*Roldán: empresario, cliente de Milagros
*Sofía: hermanastra de Joel, hija de Orfelia
*Lucas: mejor amigo de Joel
*Carol: mejor amiga de Sofía y Mili
*Jennyfer: amiga de Carol, amante de Óscar
*Dylan: novio de Sofía
*Karen: ex novia de Joel
*Cleopatra: fundadora de "latidos únicos"
*Oscar: socio y pareja de Cleopatra
*Mora: tía de Joel, hermana de Máximo
Luego de la extraña entrevista laboral, mi primera cita fue ese mismo día, solo que por la noche. Cómo yo acababa de dejar el orfanato por tener 18 años, no tenía a dónde ir ni mucho dinero.
Para mi fortuna, una amiga de nombre Cindy, quien también había dejado el orfanato recientemente, había conseguido un buen trabajo. Ella me invitó a dormir en el sofá cama de su casa hasta que yo consiguiera algún ingreso y me pudiera mudar sola.
Eran las 20 PM y yo estaba sentada en su cómodo sofá mientras, con una taza de café, trataba de procesar lo que había ocurrido en la oficina "Latidos Únicos".
Me imaginación volaba y me veía a mí misma siendo acompañante y bailando para hombres con mucho dinero. Era como si de repente se me hubieran despertado muchas fantasías juntas.
De repente, sonó el teléfono fijo de mi amiga. Ella estaba dándose una ducha así que decidí responder:
— Buenas noches, quisiera hablar con Milagros — me dijo una voz peculiar que reconocí de inmediato: ¡Era Cleopatra!
— Si soy yo — atiné a responder, algo paralizada por la llamada
— ¡Milagros! ¡Qué bueno que eres tú! Hemos revisado tu perfil y creemos que eres perfecta para este trabajo — me dijo rápidamente
— ¿De verdad? Pues estoy muy interesada, pero aún no lo he decidido — le dije todavía sorprendida por la situación
— Mira, nosotros necesitamos a alguien para un encuentro con un cliente importante hoy. Él no desea tener sexo, solo una cita. Si aceptas y todo sale bien quedarás oficialmente dentro
— Es que ni siquiera hemos firmado un contrato
— Firmaste el formulario, con eso basta por ahora Milagros. Además, nuestro único filtro es justamente que concluyas exitosamente una primer cita
— Oh ya veo, entonces ¿Sería esta misma noche?
— Exacto, a las 22:45. Un coche negro particular podría recogerte a las 22:15, te llevaría al sitio de la cita y luego el retorno es por tu cuenta. El pago te lo daríamos a tu cuenta bancaria, una vez que el cliente nos diga que te presentaste en el sitio y todo salió bien.
— Ya veo, ¿Cuánto ganaría yo?
— Por hoy son 600 dólares. La mitad es para ti, es decir 300 dólares por dos horas aproximadamente. Hacemos las transferencias en el momento. Las nuevas reciben el 50%, si trabajas y te califican bien los clientes, ganarás más.
— Ya veo, es bastante dinero. Emm... está bien. Sí, acepto— le respondí algo nerviosa. Aún tenía dudas, pero pensaba en mi billetera y solo tenía 20 dólares, prestados.
Una vez que me dieron todos detalles del encuentro, me di cuenta de que no tenía ningún vestido sin imperfecciones para ver al cliente. Toda mi ropa era de segunda mano. Para mi fortuna, la agencia parecía estar en cada detalle.
— Una cosa más Milagros, te haremos llegar con el chofer un vestido rojo y unos zapatos para que puedas usar en tu primera cita, en caso de que los necesites.
Recién en ese momento recordé que algunas de las preguntas del formulario eran:
* mis medidas
* mi color favorito
* si tenía ropa nueva de ocasión para salir y estar elegante o al menos presentable.
También tenían la dirección de mi amiga, ya que me habían preguntado dónde estaba viviendo. Había sido imprudente darles esa información sin avisar a Cindy, pero no había tenido opción.
— Muchas gracias, espero que todo salga bien — fue lo último que les dije, algo perpleja e incrédula al mismo tiempo
— Seguro que sí, Milagros. Y si te sientes en peligro, sabes que puedes llamar al número que te llegará en una tarjeta con el vestido. Éxitos y hablamos —.
Así nada más y ya estaba trabajando de acompañante. ¿Quién lo creería? Por un momento sentí que me estaba vendiendo por 300 dólares, además tenía algunas dudas. Sin embargo, la posibilidad de vivir esa nueva experiencia y ganar algo de dinero era tentadora.
Cuando era más joven, en el orfanato, descubría de a poco mí sexualidad. Había fantaseado con ser prostituta y vivir de eso. Incluso, con Cindy y un joven llamado Germán, habíamos jugado a que ella manejaba una especie de cabaret; Germán era el cliente y yo la chica prostituta. Teníamos los tres 15 años y casi jugando, Germán y yo habíamos llegado a tocarnos íntimamente.
Pero, nada en mi vida parecía estar hecho para darme satisfacción o felicidad. Mi encuentro con Germán se transformó en pesadilla cuando su hermano más grande me tomó por los brazos. Mientras yo gritaba, ambos me lastimaban, con sus bocas, sus manos y su violencia. Esa fue mi primera experiencia sexual, traumática, asquerosa y aterradora.
Por supuesto, nadie me creyó. Cindy, quien había presenciado todo mientras se escondía debajo de una mesa, se había salvado de que abusaran de ella. Pero nunca se pudo perdonar a sí misma el no haber intentado algo para ayudarme. Quizás por eso, ya de adultas, era tan buena conmigo.
La directora del maldito orfanato nos acusó a nosotras de promiscuas. Los hermanos no recibieron ningun tipo de castigo. Meses después, ambos escaparon y no volvieron.
Desde entonces, no pude volver a tener intimidad con otro hombre, me aterraba que me volvieran a lastimar. Y es que de hecho, llevo las marcas en mi piel hasta el día de hoy. Cuando me sujetaban me lastimaron con sus uñas.
Por todo esto que estoy relatando, me parece increíble haber terminado trabajando como acompañante de citas. La necesidad nos obliga a hacer lo que nunca imaginamos.
En fin, mi encuentro con el primer cliente fue tranquilo. Yo tenía instrucciones de ir a sentarme en un bar específico, pedir una bebida y esperar. Así, estuve esperando quince minutos, nerviosa, sudorosa, me sentía observada por todos.
En mi cabeza había mil pensamientos a la vez: ¿Y si es desagradable? ¿Y si quiere que haga cosas asquerosas? ¿Y si al estar encerrados en su departamento u hotel me quiere tocar aún con mi negativa? ¿Para qué vine?
Finalmente, el cliente apareció. Era un hombre "mayor". Asumí en ese momento que tenía unos 55 años o un poco más, pero se lo veía bien. Quizás su traje impecable y sus zapatos que brillaban me dieron esa buena impresión. Él se quedó visiblemente sorprendido cuando me vio.
— Perdón mi indiscreción señorita, pero nunca envían chicas tan jóvenes y bonitas. Ahora mismo, me siento afortunado de poder compartir estos momentos con usted — me dijo con una amabilidad que yo casi no conocía.
— Muchas gracias, es usted muy amable señor Roldán. Espero que me tenga paciencia pues soy nueva e inexperta en esto de ser acompañante — le confesé con vergüenza, luego él se rió y ambos nos relajamos.
Fue muy comprensivo con mis torpezas y mi dificultad inicial para hablar de corrido. El vestido hacía que mi espalda quedara al descubierto y, al percibir él que yo tenía frío, me tapó con su propio saco. Antes de irnos me propuso algo:
— ¿Te gustaría acompañarme hasta mañana? No te preocupes, tengo una cama extra para ti, no busco sexo, solo disfrutar de tu presencia — me dijo mientras pedía la cuenta del bar por lo que consumimos
— Suena muy bien, pero no sé cómo es el procedimiento. En la agencia no me dieron tantos detalles. Tal vez yo debería llamar y. . .
— Ah, no te preocupes por eso. Yo ahora les aviso. Después de todo, soy accionista mayoritario de la empresa
— Oh, ya veo. Eso no lo sabía
— No por eso te sientas obligada a aceptar. Como te dije, no busco nada sexual. No tengo relaciones hace años por un desafortunado accidente en auto.
— Oh, lo siento muchísimo señor. Es terrible cuando sucede algo así a alguien.
— Sí, lo sé mejor que nadie. Eres muy amable Milagros. Quisiera seguir hablando contigo. Por el dinero no te preocupes, yo te pagaría si te quedas. ¡Y por hora!
Ambos nos miramos. Él parecía alguien agradable. Pensé en mi pobre amiga Cindy. Le había dicho que regresaría a las 22:30 para que viéramos una película juntas. Cuando me fui de repente, le dije que saldría a una cita a ciegas. No me creyó, era extraño que me mandaran a recoger en un coche de alta gama y me enviaran un vestido.
— ¿Vas a salir con uno de esos viejos con mucho dinero? — me dijo divertida cuando me vio cambiada tan provocativa
— No seas tonta ja, ja — le dije sin mirarla de frente. Siempre se daba cuenta cuando yo le mentía.
Mientras yo meditaba que hacer, Roldán me observaba esperando una respuesta. Supuse que la clave en este negocio era aprovechar las oportunidades, jugar con el deseo de los clientes y ganar todo lo que se pudiera.
— Bueno, creo que podemos llegar a un acuerdo señor Roldán — le dije con una mueca cómplice.
Luego de la invitación de mí primer cliente, el señor Roldán, finalmente me quedé en el hotel de 5 estrellas donde se hospedaba. Era un sitio enorme y lujoso, su dueña se había hecho famosa en la ciudad por su servicio detallista y excelente. La mujer le había puesto a su hotel su propio nombre, "Orfelia excelencia".
Mi cliente siempre me trató cordialmente, al menos esa primer semana. Su único defecto era que le gustaba mucho dar órdenes, por fortuna yo estaba trabajando y quería hacer las cosas bien y por lo tanto no ponía muchas objeciones a todo lo que me "sugería".
Roldán me insistía todo el tiempo que solo buscaba compañía, era casado, pero según me contó, su mujer vivía en España y nunca lo acompañaba en sus viajes de negocios, tampoco tenían sexo debido a su invalidez de la cuál no me dió tantos detalles.
En las mañanas desayunábamos en su cama, donde terminé durmiendo desde la primer noche, pues nos quedábamos viendo películas de terror hasta muy tarde. Algunas noches él me abrazaba y sollozaba hasta quedarse dormido. Pero, nunca me llegó a incomodar.
Pasaron las semanas, seguí teniendo citas con él, siempre por medio de la agencia. Esto era así porque yo me juré a mí misma no involucrarme sentimentalmente con él ni con nadie más, mientras trabajara como acompañante. Algo que creí que sería por poco tiempo. Pero no fue así.
...****************...
Seis años después. . .
— Milagros, puedes pasar — me dijo Cleopatra, sentada desde su nueva y amplia oficina. La mudanza de la agencia era reciente y todas las acompañantes debíamos ir a reportar nuestras citas semanales
— Buenos días, Cleopatra. Ayer salí con el señor Luna. Estuve con él cinco horas hasta que finalizó su cumpleaños, luego me dejó ir. Pero, quiere verme el Viernes nuevamente — le dije con pesadez. Me sentía cansada del trabajo y sinceramente estaba considerando renunciar
— Perfecto, veo que quiere seguir pagando por citas. Entonces, ¿no te trató mal? — me consultó mientras anotaba algo en un cuaderno con nuestros nombres
— No, al contrario. Como bien sabes, tiene un fetiche con los pies, así que me pidió que anduviera descalza todo el tiempo. Aunque, no lo dejé tocar mis pies, él no dejo de observarlos nunca y con eso lo mantuve calmado
— Muy bien Milagros, ese cliente se ha puesto agresivo un par de veces con otras acompañantes y como siempre tú supiste manejarlo. Es por eso, que te quiero pedir algo especial
Yo ya la conocía bien. Tanto años de trabajar con ella habían hecho que ya supiera cuando me iba a pedir algo especialmente importante.
— Oh, mañana es mi día de descanso. Realmente necesito tomarme un día para mí Cleopatra
— Si lo sé, lo que menos quiero es perjudicar tu día de descanso. Pero mira, sería solo recibir en tu depto a un cliente especial que ha pagado una suma muy grande y pensé en darte el 60% a ti. Es decir, un 10% más de lo habitual
— Ya veo, ¿un niño rico otra vez? Últimamente hay muchos que acuden a nosotras — le dije aburrida
— Si es un niño rico al parecer, pero pensé en ti porque me dijo que no le interesaba tener sexo. Solo quiere unos masajes tántricos(*) por recomendación de su psicóloga, eso y conectar con alguien. Al parecer le cuesta relacionarse con los demás, especialmente con las mujeres — me comentó Cleopatra, mientras buscaba el expediente del nuevo "cliente".
— Ya veo, bueno si es solo por masajes estimulantes y no salir a pasear, creo que lo puedo hacer — le respondí pensando en que debía pagar la cuota de mí auto y la tarjeta de crédito. Me estaba dando una vida de lujos y por eso no podía parar de trabajar
— Genial. Luego de esta cita, puedes tomarte un descanso de tres días si lo deseas. Quizás tienes ganas de viajar a algún sitio, lejos de esta ciudad
— Puede ser... estoy necesitando desconectar un poco de la rutina del trabajo — le respondí pensando en como iba a hacer para renunciar con todos mis gastos, incluídos los viajes recientes
— Este es el joven, se llama Joel y tiene solo 20 años — me dijo mientras me mostraba la foto de su perfil.
Tomé el papel con mis manos y lo observé detenidamente, era muy guapo y joven. Su apellido no aparecía. Sí algunos datos muy íntimos que siempre ayudaban. Allí pude ver que nunca había tenido relaciones sexuales, que era estudiante universitario y muy callado.
— Que extraño, pensé que nunca aceptábamos clientes menores de 21 años — le consulté intrigada
— Así es Mili, pero está vez debido a la enorme suma de dinero que ha pagado su mejor amigo, y que no pidió una acompañante que estuviera dispuesta a tener sexo, lo hablé con Oscar y ambos decidimos que podíamos hacer una excepción — me comentó en voz baja
— ¿Su mejor amigo? Ya veo, entonces yo soy el regalo para su amigo. Está bien, si ustedes creen que no van a tener problemas legales, en eso yo no me meto. Pero sí pienso usar el depto que me ha regalado la compañía, allí los vecinos ya me conocen. En el mío particular no saben que soy acompañante — le dije seria
— Ok, puedes usar el que te ha asignado la agencia.
No hay problema. De todos modos, ese ya casi es tuyo. Me has dicho que te quedan pocas cuotas, la cuál se estan pagando con cada cita que concretas. ¡Te lo has ganado Mili! — me respondió siendo excesivamente halagadora y falsa conmigo
— Bien, por lo que leo aquí el encuentro es mañana en la tarde ¿no?— le dije mientras me levantaba con pesadez de mí silla.
— Si mañana Mili, te agradezco la predisposición de siempre. Eres mí mejor acompañante — me dijo mientras encendía un cigarrillo y me guiñaba un ojo
Al salir por la puerta me cruce con dos jóvenes varones, uno rubio y otro morocho, ambos vestidos de negro con jeans algo extraños y recortados
— Ustedes dos pasen, en un rato tenemos la entrevista ¡Sean bienvenidos bombones! — exclamó Cleopatra mientras me despedía a mí y recibía los nuevos aspirantes a acompañantes. Eran cada vez más jóvenes y a la vez los pedidos de los clientes eran más extraños y exigentes a nivel sexual, lo cuál me estaba dejando algo marginada. Todo se estaba complicando demasiado.
Esa misma noche...
Me pasaron a buscar en una limosina. Había sido tan torpe que había olvidado que tenía una cita con uno de los clientes nuevos de la agencia. Cleopatra también lo pasó por alto, pero al recordarlo me envió un mensaje de texto:
'Esta noche te llevan a un hotel, intenta pasarla bien, no te van a pedir demasiado' fue todo lo que decía.
El sujeto de mí cita era un empresario joven, quizás tendría unos 40 años, al llegar me recogió en una limosina a las 21 PM, vestía un hermoso traje negro y fumaba un habano cuando me abrió la puerta trasera de su coche de lujo.
— Buenas noches preciosa, soy Fortunato y está noche serás mí invitada de honor en el hotel "Orfelia excelencia" — me dijo con aires de grandeza ante mi sonrisa fingida.
Yo no tenía ganas de nada más que de recostarme en mi cama para descansar. Para colmo, tenía un mal presentimiento en esos momentos. Solo me tranquilizó que iríamos a un hotel donde todos me conocían, incluida la dueña.
Al llegar al hotel, Fortunato pidió la suite presidencial. Apenas ingresamos a la habitación él me dijo que no quería masajes ni caricias, tampoco hablar ni mirarme. Solo quería que yo observara, algo que me pareció extraño.
Al poco tiempo dos jovencitos ingresaron con botellas de champagne en sus manos. Parecían nerviosos e inexpertos. No obstante, supuse que Fortunato los había buscado mayores de edad. De repente, los recordé. Esos dos habían ingresado a la oficina de mí jefa solo unas horas antes. Eran los acompañantes nuevos.
— Tú puedes observar todo desde el jacuzzi, te quedas en ropa interior y puedes beber algo — me dijo sin vueltas Fortunato
Ante mí falta de acción volvió a acercarse a mí y está vez no fue tan amistoso. Me miró fijamente a los ojos e hizo un gesto de molestia con la mano.
— Milagros, no te lo estaba sugiriendo. Es una orden. Y no te preocupes, se que no ofreces sexo. ¡Solo quiero que veas!
Decidí que levantarme para abandonar la cita sería un problema con la agencia y con el cliente, quien no parecía muy amistoso cuando no lo obedecían. Luego de un rato, me arrepentí de haber tomado esa decisión.
— ¡Bailen, bailen, quiero ver esos cuerpos juveniles, quiero que se quiten todo! — les gritaba a sus jóvenes invitados Fortunato, con excesiva euforia
Así soporté dos horas de una de las peores citas que había tenido. La experiencia fue incómoda porque ambos jóvenes estaban alcoholizados y no estaban seguros de lo que hacían, pero ante cada instante de duda el empresario les daba otro fajo con billetes.
Además del dinero, también los amenazaba con golpearlos, algo que por suerte no pasó a mayores. Yo había dejado mí celular lejos de mí alcance por si necesitaba ayuda. Un error de novata, lo cuál demostraba que con el correr de los años me había relajado demasiado con los clientes.
La cita terminó abruptamente cuando uno de los acompañantes se desmayó, Fortunato me despidió como si no hubiera ocurrido nada. Me dio un fajo de billetes y un beso en mi cachete que casi me hizo vomitar.
— Espero que la hayas pasado bien — me dijo ante mi cara de asco.
— 'Tengo que alejarme de este mundo de las acompañantes'— fue lo único que pensé mientras me iba de allí.
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