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\\La Gema Del Juicio// Temporada 1

La catástrofe

El sol estaba en su mayor esplendor, las aves cantaban y los alegres habitantes del pueblo Ozryn paseaban por los hermosos caminos que habitaban el lugar. Ozryn es un pequeño pueblo escondido en el lado oeste del bosque of linght el cual es habitado por un fuerte clan de elfos. El pueblo era un lugar pacífico, no habían luchas ni peleas callejeras, tan solo era tranquilidad y armonía, pero lamentablemente todo llego a su fin.

Las campanas del pueblo empezaron a sonar escandalosamente alarmando a todo aquel que las escucharas, los padres empezaron a esconder a sus hijos e hijas dentro de sus cabañas tratando de esconderse de aquel peligro que los rodeaban. Todo el mundo esperaba que fuera un simulacro o una falsa alarma, pero no era así. El pueblo estaba siendo atacado por unos grandes y temidos orcos junto con un temido y enorme dragón negro que incendiaba y derrumbaba todo a su paso, obligando a que los elfos salieran de sus cabañas en cuestión de minutos, el pueblo estaba hecho escombros, las cabañas incendiadas, los puestos de armamento y provisiones destruidos, las cosechas aplastadas, padres desesperados y niños llorando.

Algunos elfos lucharon por sobrevivir, otros simplemente se escondían por el miedo que les causaban aquellas escenas, algunos derrotaron a varios orcos y otros murieron para salvar a sus familias. El lugar pasó de ser un sitio tranquilo a un infierno sin descontrol alguno. Al caer la noche las llamas se fueron apagando y los sobrevivientes fueron saliendo de sus escondites, todos estaban asustados, algunos pedían explicaciones de lo que avía pasado y otros buscaban a más sobrevivientes

Ya no quedaba absolutamente nada de aquel hermoso y armonioso pueblo, ahora tan solo habían puros escombros y cabañas derrumbadas.

- Y ahora que vamos a hacer\, el pueblo está hecho escombros. ¡Las cabañas quemadas y destrozadas\, las municiones destruidas junto con las cosechas\, nada sobrevivo!

- ¿qué fue lo que nos atacó?

- ¿a dónde iremos?

Todos se hacía muchas preguntas y la mayoría sin respuestas, pero avía una en excepción que todos se hacían

- ¿cómo pudo un grupo de orcos vencernos?

- ¡¡Sí!!\, los orcos no son tan fuertes\, todos nosotros hemos podido con ellos todos estos años

- Esta vez eran más fuertes\, acaso no lo vieron.

- Pero no estaban solos\, ¿acaso no vieron al dragón?

- ¿Dragón?

- ¡Eso es imposible\, los dragones no son nuestros enemigos!

- ¿Sí\, no se supone que tenemos un contrato de paz? Además\, que no tienen razones para atacarnos.

Todos estaban muy desconcertados, había miles y miles de preguntas y ninguna con respuestas. Pero habían algunas cosas que todos tenían en claro y es que eso no eran orcos normales, eran más fuerte e imparables, además de que avía un dragón de su lado, sin duda había algo raro en todo esto. Todos los sobrevivientes empezaron a buscar las armas y alimentos que sobrevivieron al inesperado ataque. La reunieron toda en un sitio para luego salir en dirección al pueblo más cercano que avía.

El pueblo fue completamente abandonado, no quedaba nada, tan solo derrumbes y destrozos... o era eso lo que ellos creían.

Entre dos árboles escondidos se podían apreciar una pequeña cabaña acogedora, la cual a pesar del fuego y la lucha que avía afuera seguía intacta. En aquel acogedor hogar se encontraba una pequeña niña Elfa de hermosos cabellos rubios y ojos color verde como la esmeralda. La pobre niña de aproximadamente ocho años se encontraba en una esquina de su habitación abrazando con fuerza a un pequeño, suave y polvoriento oso de peluche.

Estaba asustada esperando a que alguien viniera a por ella, pero eso nunca paso, estaba completamente sola en lo que antiguamente era su hogar. La pequeña con su oso en mano se levantó con el propósito de salir de aquel lugar. Al llegar a fuera se horrorizó con lo que vio, su pueblo destruido, sin vida y sin nadie a su alrededor.

La pequeña salió de la cabaña paseándose por los escombros tratando de hallar a alguien para qué la ayudará, grito a todo pulmón pidiendo ayuda esperando a que alguien la escuchara, pero siguió sin respuestas. Lágrimas comenzaron a salir sin parar de sus hermosos ojos, los cuales ya no reflejaban ningún brillo de esperanza.

Ya lo entendía, estaba sola sin nadie que pudiera cuidar de ella, mientras caminaba por el lugar en unos escombros encontró un arco todo dañado junto a algunas flechas en más o menos buen estado. La pequeña Elfa se agachó recogiendo aquellas flechas y las coloco en su aljaba, lo cual es una caja o cilindro que estaba hecha de piel, madera y tela.

También recogió el arco, el cual estaba hecho de madera de tejo y una cuerda trenzada se lo coloco sobre el hombro. La pequeña se dirigió a su cabaña nuevamente agarro una pequeña canasta para luego empezar a meter comida en ella junto con algunas prendas cuerdas y telas de cuero.

Al tenerlo todo listo salió de su pequeña cabaña en dirección a la salida del pueblo, iba caminando totalmente decidida a sobrevivir y no quedarse atrás, iba a encontrar a sus padres a pesar de todo el peligro quela rodeará, nada la iba a detener de su objetivo, no importa si tenía que ir en pueblo para encontrarlos nada absolutamente nada la iba a detener.

Mientras iba en camino a la salida del pueblo, su cabeza empezó a llenarse de preguntas sin repuestas ¿Dónde están mis padres? ¿A dónde ha ido todas las personas del pueblo? ¿Por qué los orcos que nos atacaron eran tan fuertes? ¿Tan imparable eran que nuestro clan no pudo con todos ellos? ¿A dónde me dirigiré ahora que estoy sola? ¿Mis padres estarán bien?

Al llegar a las fuerzas del pueblo Ozryn la pequeña niña se detuvo por un momento mientras miraba el profundo bosque para luego mirar el pueblo en escombros.

- Los encontraré y nada me detendrá mamá y papá...

Dijo la pequeña Elfa en alta voz antes de introducir en la profunda oscuridad del bosque of linght

El presente

El bosque era aterrador y solitario, el miedo a encontrarme aquello que ataco mi querida aldea iba incrementando cada vez más, la noche se estaba haciendo cada vez más oscura y el frío se estaba haciendo notar. No tenía a donde ir ni con quién. Ya llevaba varias horas caminando en toda la noche, estaba cansada, tenía sueño y frío, así que me detuve un momento, me agache y abrí la canasta, al abrirla rebusque por todas las prendas de ropa hasta encontrar un abrigo que me avía echo mi madre.

Me lo puse con delicadeza para no romperlo, para luego levantar la canasta y seguir mi camino. El bosque era enorme hasta parecía no tener fin. Seguí caminando sin rumbo alguno, todos los árboles eran iguales como si estuviera caminando en círculos, no importaba por donde fuera, no lograba salir de ahí. Hasta que me tropecé con una piedra haciéndome caer junto con todas mis cosas, la rodilla me dolía mucho, al parecer me avía raspado un poco y las cosas se habían salido de la canasta quedando totalmente regadas por el sucio suelo.

Me levanté como pude y recogí al arco junto con las flechas, empecé a recoger las provisiones junto con las prendas de ropa, hasta que escuche unas voces masculinas hablando a unos cuantos árboles de donde yo estaba. Emocionada, solté la canasta en donde estaba y me fui corriendo hacia donde provenían aquellas voces masculinas. Mientras iba hacia allí sentí como si se fueran alejando, así que no me quedo de otra y grite a todo pulmón.

- ¡¡¡Esperen!!!

Al llegar a dónde estaban ellos dos deje de correr y me apoye en mis piernas soltando unos cuantos suspiros de cansancio, estaba algo agitada, pero eso no me iba a impedir nada. Cuando logré recuperar todo el aire que me faltaba, con una sonrisa en mi rostro, fui levantando mi mirada.

-Que bueno encontrarlos, pensé que yo era la única sobreviviente

Me quedé totalmente petrificada al ver el rostro de aquellas dos criaturas que se encontraba frente de mí, mi sonrisa se desvaneció de un abrir y cerrar de ojos, mi piel se puso más pálida que el papel y el brillo que avía en mis ojos se desvaneció en un instante. Mi rostro pasó de ser uno de felicidad y esperanza a uno de miedo y terror.

Esas dos criaturas que se encontraba frente de mí no eran elfos, sino que eran unos enormes orcos. Su horrible piel verde, esos enormes colmillos aterradores y esos escalofriantes ojos negros. Al verlos sentí como mi cuerpo temblaba, mi respiración se fue entre cortando y empecé a retroceder sin quitarles la vista de encima.

-Vaya valla pero que tenemos aquí

-Sí es una pequeña e inofensiva niña elfo

Ambos orcos empezaron a reírse a carcajadas para luego mirarme de arriba abajo.

-Dinos, ¿cómo fue que lograste escapar?

-Pensábamos que habíamos escoltado a todos los elfos que vivían en Ozryn.

-Aléjense de mí...

Dije, pero ni siquiera se molestaron en seguir asiéndome preguntas. Uno de ellos saco una enorme hacha de guerra de doble filo mientras se iba acercando a mí. Agarre valor y saque mi arco junto con una flecha apuntando a aquel orco.

-Que piensas hacer con eso niñita, matarme... JA, JA, JA

Sin pensar lo dos veces solté la flecha haciendo que esta callera incrustada en una de las piernas de aquel imponente orco.

Aquella criatura calló al suelo gruñendo por el dolor que le causaba aquella flecha. Sabía mejor que nadie que no tenía oportunidad de acabar con ellos dos, así que no me quedaba de otra y salí corriendo con mi arco y flechas.

No sabía a dónde iba, lo que sí sabía es que el otro orco no dejaba de perseguirme. Mis piernas me empezaron a doler y mi vista se empezó a poner borrosa, no había comido ni vencido nada en horas y tampoco avía descansado.

En cuestión de minutos ya tenía aquel orco secar de mí gritando que me detuviera o si no me iría peor. Cuando no pensé que todo no podría ir peor me tropecé con una raíz de un árbol haciendo que callera rodando colina abajo.

Me dolía todo el cuerpo, no podía ni moverme. Me puse bocarriba para tratar de pararme, pero aquel orco me agarró del cuello y me levanto con brusquedad

-valla me sorprendes, al parecer eres muy resistente mocosa.

Aclaró aquel orco con voz fría y cortante. Tenía miedo, mis lágrimas empezaron a salir sin control, el aire me faltaba y rogaba porque alguien viniera a salvarme.

El orco empezó a acercar una espada a mi cuello haciendo que yo cerraré los ojos esperando lo pero........ Pero la espada nunca me tocó, al parecer alguien lo había interrumpido. Abrí mis ojos con temor y al ver a mi izquierda había un hombre de tercera edad con una túnica y un báculo apuntando al temido orco.

-¡¡¡Deja a la niña tranquila Gorrad!!!

¿Gorrad? ¿El orco se llama Gorrad? ¿Como es que este señor lo sabe?. El orco hizo caso omiso y me siguió ahogando, lo que hizo enfurecer a aquella persona. Aquel señor grito unas palabras para luego golpear el majestuoso báculo contra el suelo, de momento empezó a salir una hermosa y segadora luz blanca haciendo que el orco me soltase y se tapara los ojos soltando varios gruñidos de fastidio.

Cuando la luz se desvaneció el orco me miro con cara de fastidio para luego salir corriendo adentrándose en lo profundo del bosque. El anciano se fue acercando a mí mientras me miraba de arriba abajo, con una expresión de tristeza y asombro a la vez. Este me dio la mano para ayudarme a levantarme, a lo cual yo la tome.

- ¿Qué hacías en el bosque sola\, y más de noche pequeña? ¿Dónde están tus padres?

- yo... mis padres...

- Tranquila\, puedes confiar en mí

Al contarle todo lo sucedido, aquel señor me acogió en su humilde hogar, me cuido como si fuera su propia hija por todos estos 9 años, también me enseño varias cosas como la hechicería, pociones y artefactos mágicos. Aún sigo buscando a mis padres no tanto como antes, pero aún tengo fe de encontrarlos.

Es hora de una nueva aventura

Hoy en día tengo 17 años, he estado viviendo con mi maestro y tutor, el cual me cuido, alimento y enseño. Él es como un padre para mí y estoy totalmente agradecida por todo lo que él ha hecho por mí. Ahora mismo me encontraba en la ventana de mi habitación mirando como la hermosa y fría lluvia caía mojando a todo aquello que estuviera afuera.

Hacía un poco de frío por los fuertes vientos que había, lo que me preocupaba demasiado, ya que él había ido a ver si todo en el bosque estaba bien. Ya era costumbre que lo hiciera dos o tres veces a la semana, pero nunca se había demorado tanto. Después de un rato de tanta espera, escuche como una puerta se serraba, definitivamente era él, así que me tranquilicé. Salí de al lado de la ventana para luego ir a la puerta de entrada de la casa

-¿Harius? ¿Porque te demoraste tanto?, no sabes el susto que me diste

este me miro con una pequeña sonrisa en su cara para luego acercarse a mí

-Hay pequeña Eirlys, deja de preocuparte tanto por mí, seré un viejo de ciento cuarenta años, pero sigo siendo igual de fuerte

Finalizó con una risa a lo cual yo le sonreí, este paso por al lado mío haciéndome una seña para que lo siguiera, al parecer íbamos hacia su taller de hechicería. Harius se dirigió a una mesa donde tenía varios libros llenos de polvo y telarañas. Este coloco unos tres libro demasiado viejos los cuales llamaba toda mi atención.

-Eirlys te traigo un pequeño regalo

-¿que es?

-ven acércate

Me dirigí hacia donde él estaba mientras miraba los tres libros con curiosidad, haciendo que miles de preguntas inundaran mi mente. La portada de los tres libros era muy extraña, uno de ellos eran verde oscuro teniendo varios detalles en oro con un extraño símbolo en medio, el otro era rojo con una hermosa y fascinante cerradura en el y el ultimo era azul y se veía algo desgastado de los bordes.

-sé mejor que nadie el esfuerzo que has puesto para encontrar a tus padres y me sorprende que sigas pensando en ello, ya que no has recibido ninguna pista o noticia de ellos dos y a pesar de todo los sigues buscando

-sí, me prometí que no iba a parar hasta encontrarlos.

-y por eso mismo quiero darte una pequeña ayuda en tu búsqueda

-¿cómo?

-¿Sabes que son estos libros?

-no, es la primera vez que los veo

-bien siéntate y te explico que son y que contiene

-verás Eirlys, estos libros les pertenecían a mis antiguos maestros los cuales me enseñaron todo lo que sé hoy en día, estos libros provienen de un lugar muy importante para todas las criaturas mágicas, ese misterioso lugar se llama El templo de los siete grandes, eso era antiguamente un lugar donde podías encontrar a grandes magos brujos y hechiceros de un potencial admirable, en ese lugar avían barias bibliotecas y la mayoría estaban escondidas por pasadizos secretos o túneles que avían debajo del lugar. Afortunadamente, mi maestro encontró varios de ellos y tomo varios de sus libros de hechicera tanta oscura como blanca.

-valla

dije con total asombro

-porque no me avías contado esta historia antes

-esperaba a que tuvieras la edad necesaria para dártelos, ya que estos tres libros contienen hechizos y pociones muy peligrosas, además de que este libro es el más peligroso de todos ya contiene maldiciones y si no tienes la fuerza suficiente para este tipo de encantamientos podrías perder todo el control del hechizo

-¿tan peligrosos son?

-si demasiado peligroso

-¿por qué decidiste entregarme tal responsabilidad ahora?

-para que tú decidas si quieres buscar a tus padres fuera de este pueblo

Me quedé totalmente impresionada, en serio ya podía empezar mi búsqueda por sitios más lejanos, mis ojos estaban llenos de luz y felicidad la cual acompañaba una enorme sonrisa. Si él cree que ya estoy lo suficientemente entrenada como para empezar mi búsqueda por mi cuenta lejos de aquí es porque lo estoy

-¡¡muchas gracias Harius!!

-de nada pequeña, te has esforzado mucho por encontrar a tus padres, aparte de que también pusiste mucho empeño en aprender el arte de la magia, esto es lo mínimo que puedo hacer por ti.

Ambos nos unimos en un fuerte y cálido abrazo. Al separarnos este tomo los libros y me los entrego, después de agradecerle me dirigí a mi habitación totalmente emocionada. Agarre una mochila de tela resistente y empecé a guardar prendas de ropa junto con algunos libros de hechicera simple que Harius me avía regalado, de último agarre varias flechas y las coloque en mi aljaba la cual se encontraba enganchado atrás de mi puerta.

-  Eirlys ven la comida, ya está en la mesa

dijo Harius desde el comedor, baje en dirección hacia donde él estaba. Al allegar los platos ya estaban sobre la mesa, así que me senté. Avía arroz, algunos vegetales y carne de venado mi favorita.

-¿ya viste los libros?

-no, aún no los he visto

-¿y cuándo tienes pensado en partir tu búsqueda fuera del pueblo? Te ves muy emocionada

-Pues tenía pensado salir mañana mismo

-Tan pronto

-si mientras antes mejor

-como quieras, recuerda que si necesitas algo aquí me tienes para lo que sea

-lose y te agradezco mucho por eso

la cena siguió normal hablando de las maravillas que podía encontrar en mitad de su esperada aventura.

Eirlys casi no pudo ni dormir en toda la noche por los miles de emociones que invadían su cuerpo de momento. Felicidad, esperanza etc.

Al amanecer ambos se levantaron a primera hora del día para empezar a preparar y guardar la comida que se llevaría para su largo viaje. Todo estaba listo, la chica bestia una hermosa blusa verde esmeralda de mangas anchas y largas con una falda que era apretada en el abdomen y suelta hacia abajo de color café con su típico cabello rubio suelto.

Es hora de una nueva aventura

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