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Lágrimas De Cristal

capítulo 1

James Spencer y Sarah walton se conocieron en el verano después de que ella se recibiera como licenciada en piano, Sarah era americana y James un ingeniero ambiental, británico, su amor fue único, al instante de mirarse y cruzar palabras los dos supieron que eran el uno para el otro, razón por la que pocos después de su noviazgo que duró un año se casaron en el verano cuando cumplirían dos años de novios.

En la primavera del siguiente año recibieron una hermosa niña fruto de su amor, a la que llamaron, Anya Jasmine Spencer walton.

Anya fue creciendo al lado de sus padres como cualquier niño con unos padres cariñosos, una semana después del cumpleaños número cinco de Anya sus padres viajaron a Londres por compromisos, de regreso tuvieron un accidente automovilístico donde ambos perdieron la vida, apagando así una llama en el pequeño corazón de su hija.

Anya quedó a cargo de su tía Margaret Spencer, hermana de su padre.

Margaret era una mujer de carácter fuerte y frío, su padre y su tía también eran huérfanos por lo que su tía era su única familiar.

debido a que Emma no tenía una buena relación con su padre, por lo cual nunca quiso que Anya conociera a su abuelo.

La noche del accidente de sus padres Anya se quedó en total silencio, no habló más y comía porque la obligaban, su tía le hacía cumplir diferentes castigos, encerrándola el sótano por días durante las frías noches, también había días dónde la arrodillaba durante todo el día sin comer hasta que la pobre niña se desplomaba sola en el piso frío y mojado, pero, nada de esos castigos le dolían tanto como la pérdida de sus padres, era tanto que no era capaz ni de votar una sola lágrima.

Así pasaron semanas y meses hasta que el abogado fue a leer el testamento, ese día la misma Margaret, bañó y vistió a la niña, colocándole un delicado vestido verde con medias blancas y mocasines negros, peinó sus cabellos rubios y la llevó al despacho para que el abogado quién era amigo cercano a su padre viera como se encontraba la niña, en presencia de este se comportaba amable y cariñosa con la pequeña, quien se encontraba sentada casi sin pestañear con sus ojitos Azules perdidos en el infinito.

Sus padres le habían dejado bienes por lo que había un testamento donde nombra a su tía como tutora legal hasta que Anya alcanzara la mayoría de edad, así También una buena educación en los mejores colegios y un fideicomiso para la universidad.

El abogado también le entregó a margaret una carta que Sarah había recibido de su padre pero aún nadie la había leído, le pareció importante ya que era lo único que Sarah tenía de su familia.

Margaret tenía un esposo llamado Philip Ivanova, con quién tenía una hija llamada aurora.

Philip siempre se sentía mal, por la forma en como su esposa le hablaba y se comportaba con su propia sobrina no se daba cuenta de los maltratos que esta le hacía a la niña porque su empleo no le permitía estar siempre en casa, ya que se destacaba como gerente de una cadena de hoteles y no estaba mucho en casa,, pero las veces que estaba, jugaba y buscaba entretener a la niña, pues era su sobrina política pero igualmente la amaba.

A él le preocupaba mucho la salud de Anya por lo que le informaba cada día a su esposa que la llevaran con un médico porque no era normal que la pequeña no hablara.

—El día de mañana llevaré Anya para que le realicen unos exámenes médicos.

Expresa Philip a margaret.

—¿para qué, sí ya está bien?.

— ¿cómo que para qué?, es que acaso no te has dado cuenta cómo está?.

—No es permanente lo que tiene, en algún momento se le pasará, y ya te he dicho que las decisiones sobre mi sobrina las tomo yo.

—yo también soy su tío y tengo derecho a opinar sobre ella, porque ahora que no tiene a sus padres nosotros somos los responsables de ella.

—Dije que no, y no se habla más del tema.

—El padre de Sarah, ¿qué sabes de su padre?.

— Nada, no se nada, Sarah no quiso dejar a su hija a cargo de su padre.

—Si, pero eran otras circunstancias, Sarah murió, él tiene que saber que perdió a su hija y que tiene una nieta.

—si, Sarah no quiso contactarlo ¿por qué lo haríamos nosotros?.

— porque Anya necesita otro ambiente, todo esto le hace daño, tal vez si contactamos a su abuelo, y si conociera a su familia materna mejoraría.

—no, no estoy de acuerdo, todo se quedará como está, irá a un internado y a la universidad, cuando sea una adulta que ella decida buscarlo.

Philip no quiso discutir con su esposa decidió dejarla sola, fue a la habitación de su hija, ya que se encontraba dormida y pasó a la habitación de Anya.

Anya se encontraba jugando sobre alfombra con su muñeca sin decir una palabra ni sonreír miró a su tío, quien se acercó y le pasó la mano por la cabeza.

—¿por qué no te has dormido?.

Preguntó sabiendo que no le respondería.

La tomó en sus brazos y la llevó a la cama, la niña se quedó mirando el techo con sus pequeñas manos encima de la cobija que la cubría de su pecho para abajo, Philip buscó una fotografía de sus padres y mostrándole le dijo.

— Mira ellos te aman así como yo, y te cuidan desde las estrellas.

Por primera vez su mirada cambió y mirando a su tío señaló con su dedo índice la fotografía y dejó salir las lágrimas por primera vez desde que perdió a sus padres.

—¡ papá! ¡ mamá!.

Philip sorprendido por lo que dijo se emocionó al igual que ella.

—Así es princesa, papá y mamá. Anya respiró Y de nuevo

llorando más pronunció.

—mami, papi.

—sí, son mami y papi.

La pequeña se acurrucó y se durmió mientras su tío le habla de sus padres con amor y cariño.

Después de esa noche Anya recuperó él habla de nuevo, pasaron los años al cumplir los ocho años su tía la mandó a un internado católico en Irlanda donde le enseñaron modales y educación, como también aprendiendo a tocar el piano, ya que heredó el amor por la música como su madre.

Así pasaron los días, los meses, los años y Anya

Así fue creciendo, convirtiéndose en una hermosa señorita.

capítulo 2

El día de su llegada Margaret preparó la bienvenida de su sobrina, cosa que le parecía extraña ante los ojos de Helen el ama de llaves y la que un día fuera nana de Anya.

A ella le costaba volver, algo en ella extrañaba el lugar donde fue feliz con sus padres, pero también era el mismo lugar donde un día se despidió de ellos.

Al llegar y bajarse del auto y tocar el suelo del lugar donde jugó, rio y corrió.

La casa que había heredado de su padre y que él había heredado de su abuelo era una herencia familiar, en el testamento James Spencer recalcó que sus tíos tenían que vivir en esa casa con su hija por esa razón sus tíos la habitaban.

El sol metiéndose en el horizonte reflejaba la mansión cuando se escondía detrás de los árboles, Anya recordó perfecto y claro como si viviera lo mismo de nuevo, se miró a ella misma jugando debajo del manzano y a su madre mirando desde la casa mientras tocaba el piano, y en otro recuerdo se contempló junto a su padre en el jardín tocando la tierra con sus manos y dónde le enseñaba a ella con mucho mimo el amor a la tierra.

Sonrió, pero otro recuerdo vino a su mente, que hizo llorar su alma de nuevo, se apreció junto a los féretros de sus padres, era tan claro el recuerdo que recordó como iba vestida.

En un vestido de algodón y abrigo de lana negro, con dos rosas blancas.

Sintió también como un frio invadió sus extremidades para luego sentir un fuego en su corazón que creía apagado, después de tantos años sin pisar ese lugar se dio cuenta de que solo llama estaba baja y silenciosa pero, el regreso hizo que avivara de nuevo provocando así un dolor punzante que taladraba todo su ser, secó sus lágrimas y caminó adentrándose a la casa donde la recibieron sus tíos y su prima.

—¡tío amado, no puedo creer que ya estoy de vuelta!. Exclamó Anya abrazando a su tío Philip.

Anya caminó por la sala y respiraba el aire de toda la casa, olor que extrañaba y que por supuesto le era familiar, se quedó mirando el enorme cuadro de sus padres que colgaba en la pared donde estaba la chimenea.

Entre charlas fueron a la mesa para cenar.

A la hora de dormir fue otra tortura para Anya, por supuesto le habían preparado una habitación acorde para su edad, pero Anya fue directo a su antigua habitación, sus manos temblaban al tocar la manilla de la puerta, entró y era como si el tiempo no hubiese pasado por ahí, su cama, sus juguetes y El pequeño piano, lo podía recortar porque fue el último regalo de sus padres, incluso sus pequeños vestidos colgaban en el clóset aún, una voz detrás de ella hizo que se exaltara.

— ¿está todo como lo recuerdas, cierto?. Preguntó su nana.

—sí, veo que te encargaste de cuidarla bien. Responde Anya.

—así es mi niña.

Abrazó de nuevo a su niña como la llamaba cariñosamente y salió de la habitación.

Anya tocaba la caja de música y el cepillo con el que se peinaba sus cabellos, luego se recostó sobre la pequeña cama y se quedó dormida.

A la mañana siguiente despertó cuando los rayos de sol entraban por la ventana, se levantó y fue a la habitación que le habían preparado, al momento del desayuno su prima le hizo muchas preguntas.

—¿ qué quieres estudiar ahora que saliste?

— me gusta la carrera de bellas artes, pero también me gustaría convertirme en una pianista profesional, como mamá. Responde Anya.

—¿cuánto tiempo te quedarás aquí?. Preguntó Aurora.

—no lo sé, creo que después de buscar trabajo para poder pagar mis estudios.

Anya lo dijo porque no tenía conocimiento del fideicomiso que sus padres les habían dejado, porque claro, solo tenía cinco años cuando sucedió la lectura del testamento y no tenía conocimiento de ello, porque lo que estaba en su mente era vivir sola.

—¿ qué pregunta es esa? ¿acaso no ves que está en su casa? ella se puede quedar el tiempo que quiera. dijo su tío.

—tienes razón, ¿ cómo es eso de que quieres buscar trabajo? ¿ dónde, si apenas tienes dieciséis años?.

—sé que será difícil, quizás consiga algo en una cafetería, puedo hacer muchas cosas.

Aurora sonrió con risa burlona y le dijo.

—de verdad estás loca, mira que pensar en trabajos y en estudiar, es lo más aburrido que he oído?

—no entiendo porque lo dices, ¿tu no fuiste a la universidad?.

—no, lo dejé porque no es para mí.

— pues yo sí quiero estudiar, y lo haré. Dice Anya.

— bueno, ya estuvo, no te apresures en lo que quieras hacer porque hay tiempo para todo. Expresó su tío.

Al terminar el desayuno Anya fue al jardín a por unas flores, ella misma las cortó, cuando estaba por salir su nana pregunta.

—¿A donde vas?.

—tú sabes a dónde nana.

— está bien, pero dile a alguien que te lleve, no conoces a nadie y te puedes perder.

—tranquila nana, sabré llegar, además tengo mi teléfono.

Cómo pudo Anya llegó al cementerio a la tumba de sus padres, se sentó en un lado y pasó su mano donde estaban grabados sus nombres, con la garganta cerrada casi y le permitía hablar.

— ¡perdón! ¡perdón! ¡perdón! por no haber venido antes, los extraño muchísimo, me han hecho tanta falta, todos estos años han sido difíciles y duros sin ustedes, me he sentido sola y cada día que pasa siento miedo, miedo de perderlos de nuevo, digo de nuevo porque a medida que qué pasa los años siento miedo de no poder recordar con claridad sus rostros, tengo fotografías pero, y sus voces, sus sonrisas, las añoro.

—¡por favor, ayúdenme a no hacerlo nunca!.

mamá, papá, como deseo que estén aquí, conmigo, he deseado eso cada día de mi vida.

Después del cementerio, Anya caminó por el pueblo, al final de la calle que daba a la salida del pueblo, la cafetería que a su vez funcionaba como heladería.

de niña su madre solia traerla por las tardes, recordó también que jugaba con la pequeña hija del dueño, por lo que decidió entrar, y si, eran los mismos dueños.

Al entrar todas las personas que se hallaban en el lugar voltearon a verla, ella miró detalladamente todo y dijo entre sí.

—¡no ha cambiado nada!.

pidió un helado de grosellas, su favorito y el que solía pedir cuando iba de niña.

Una jovencita la atendió y como era un poco parlanchina le pregunto.

— ¿eres nueva por aquí?.

-si, llegué ayer por la tarde. responde Anya.

La chica la miró de nuevo y sorprendida exclamó.

—¡no puede ser, es la chica Spencer, es Anya Spencer, hija de James y Taylor Spencer, papá es ella!.

Anya sonreía sin decir nada.

—¿oye me recuerdas? soy yo, Alice.

—si, te recuerdo, ¿todavía vives aquí?.

— ¿ si, todavía, ¿y tú cómo has estado? ¿donde estuviste?.

Alice le hacía preguntas tras preguntas, y anya no sabía cuál responder primero.

—no seas imprudente, Alice, manifestó Charlie padre de Alice.

— disculpe señorita, mi hija habla mucho.

Anya incómoda por las disculpas del señor Charlie.

— no, ella tiene razón señor Charlie, es la primera vez en el pueblo después de tantos años, quién mejor que Alice Para mostrármelo.

expresó anya.

— ¿papá puedo tomarme el día para llevar a Anya a conocer el pueblo?.

— claro, tomate el tiempo que quieras. Responde Charlie a las peticiones de su hija.

Anya apenada dice.

— no, pero puede ser otro día, no quiero interferir con tu trabajo.

— no, está bien vayan chicas.

las jóvenes salieron de la cafetería y caminaron por el pueblo.

—¡vamos a la plaza!.

manifiesta Alice, a medida que iba caminando alice y le iba indicando los nombres de las calles y los apellidos de los residentes de cada casa, se sentaron en unos de los bancos de la plaza.

—¿ aquí todos se conocen verdad? Preguntó Anya.

— si, debido a que es un pueblo pequeño.

—¿ tienes muchos amigos aquí?. pregunto anya.

—no muchos, la mayoría de los jóvenes al terminar la secundaria se van a la ciudad, para poder estudiar en la Universidad ¿y tú tienes muchos amigos ? imagino que sí.

— no, ni siquiera tengo un solo amigo.

— ¿donde estuviste? ¿ a donde te llevaron? después de lo de tus padres no supimos más de ti. pregunto Alice con mucha curiosidad.

A lo que Anya respondió.

—mis tíos me enviaron a un internado a Irlanda y como ya culmine, regresé.

— Irlanda, tan lejos, ¿ oye, y tú viste todos estos años encerrada?.

— los primeros días y meses fueron difíciles pero ya después me acostumbré.

— no entiendo, ¿ cómo soportaste tanto tiempo?.

— cuando tienes tareas diarias no te da tiempo ni para aburrirte.

—¿ y no viste a tu familia desde entonces?.

— no a mi tía, pero si a mí tío, él iba dos veces por mes, siempre que iba me llevaba obsequios, en las vacaciones me enviaban a campamentos de verano, y realice un curso de pintura desde los 12 años, pero no me permitían regresar.

—¿por qué?.

—No lo sé, me lo pregunté muchas veces pero ya no.

—¿y que aprendiste?.

—aprendí a cocinar, lavar la ropa, coser, y todos los oficios que según las monjas que nos enseñaban, las jóvenes tienen que aprender a realizar los oficios del hogar, para así cuando te cases ya sabes todo eso, y así atender a tu esposo, era lo que te metían en la cabeza.

— ¿y tú quieres casarte?.

— no, como crees, tengo dieciséis, yo no me quiero casar nunca.

Anya pronunció con mucha seguridad esas palabras.

¿ qué otra cosa te enseñaron?. -pues aprendí francés, y búlgaro, te enseñan otros idiomas pero yo quise el francés porque me iré algún día a estudiar arte a Paris, y búlgaro porque mi tío es búlgaro, también se tocar el piano, y como te dije el arte de pintar, eso porque a mí me gusta, ¡ah!, y el ajedrez es uno de los deportes que te enseñan y otras muchas cosas, también te enseñan modales y etiquetas.

— vaya, tienes muchas cualidades, ¿te quedarás a vivir?

— no lo creo, porque quiero ir a la universidad, ¿tú estudias?

— Ya terminé la preparatoria y también quiero ir a la universidad, pero no lo sé aún, todo depende de mis padres.

¿y qué quieres estudiar?. Preguntó Anya.

— no lo sé, tengo muchas opciones en mi mente, pero aún nada concreto, ¿y como te llevas con tu prima?. Pregunta Alice.

— normal, no hemos compartido mucho.

— ¿tienes novio Anya?.

Era la primera vez que Anya oía esa pregunta, debido a que fue prácticamente criada por monjas que no le hablaban de ese tema, Por lo cual Anya no tenía conocimiento de lo que era tener novios, las viejas monjas le enseñaron que las jóvenes tenían que esperar que un pretendiente pidiera permiso a sus padres, conocerlos luego les pediría la mano y así se casarían, y vivir con el mismo hombre y el resto de sus vidas, no les hablaron de lo que era enamorarse o el significado de este.

— no, ¿de qué hablas no tengo edad para tener novios?. Sorprendida por lo que había dicho Anya Alice mencionó.

— es normal tener novios, estamos en pleno siglo XXI. Anya preguntó un poco confundida.

— ¿tú tienes novio?.

—no, pero sí me gusta un chico.

Después de hablar por un rato Anya pregunta.

—¿sabes dónde puedo conseguir un trabajo?.

—¿para quién?.

— para mí, estoy buscando trabajo.

—si quieres puedes trabajar con nosotros, necesitamos a alguien para que me ayude a atender. Propone Alice.

—pues esa persona soy yo.

— bien, hablaré con mi padre, él no se negará.

— muchas gracias.

Anya consiguió trabajo en la cafetería y así pasaron los meses y estaba feliz trabajando y ahorrando lo más que podía.

Dos años después una mañana sus tíos la llamaron al despacho.

— dígame tía.

— es el momento de que te informes sobre el testamento de tu padre, el señor que está ahí es el abogado encargado de El testamento. Expresa su tía.

Sin decir una palabra Anya se sentó a escuchar lo que el abogado tenía que decir, después de oír todo y darse cuenta de que sus padres le habían dejado un fideicomiso se alegró muchísimo porque ya tenía la universidad paga, solo tenía que elegir cuál.

salió muy contenta y feliz por la noticia, le gustaba ir al bosque a recolectar frutas silvestres Y como estaba de buen ánimo decidió ir, para luego volver al trabajo.

En la cafetería Anya llegaba con una sonrisa y sus ojos brillaban de alegría.

— ¡por favor dime qué es lo que tiene tan feliz , pregunta Alice.

— es la mejor noticia que he recibido en toda mi vida, ya no tendré que trabajar para ir a la universidad.

— ¿te aprobaron la beca?.

— mucho mejor que eso, mis padres dejaron un fideicomiso para la universidad.

—¿dices que te dejaron dinero?.

—Si, y así podré ir a la universidad que yo quiera, y lo que es mejor, en cualquier parte del mundo.

— Me alegro por tí, felicidades.

Las jóvenes se abrazaron y tomaron cada una con una copa con jugo de naranja para festejar.

Anya Spencer

capítulo 3

Bastian Dimitrova es un empresario de origen búlgaro, exitoso, dueño de un físico excepcional y de carácter fuerte, es empresario, pero también es un apasionado de la fotografía, por lo que cursó también la carrera de artes visuales, desde temprana edad sabía lo que quería hacer con su vida, y si lo consiguió, al combinar la universidad a los veintiuno, su padre y su abuelo le pidieron que trabajara en la empresa familiar junto a su primo, aceptó con la finalidad de poder levantar su empresa ganando su propio dinero, 3 años después por fin obtuvo su editorial pero, al momento de irse su padre y su abuelo no quisieron que se fuera porque también era miembro de la empresa, siguió con su familia porque respetaba las decisiones de sus mayores.

Con la empresa y la presión de su familia Bastian se sentía saturado y la fotografía era el único medio que tenía para sentirse completo, y digámoslo así, alegre y no agotado, su abuelo era un hombre de carácter duro y se regia por reglas antiguas y disciplina, que aplicaba con su familia y sobre todo con sus nietos, como Bastian era el mayor su abuelo quería que este se casara y tuviera hijos para que su legado se mantuviera y por supuesto, lo que más deseaba era tener bisnietos, pero en esto si no podía complacerlo Bastian porque él siempre le recordaba a su abuelo que no estaba hecho para el matrimonio y en su vida privada si no les permitía opinar.

Su familia se ha dedicado a la fábrica de vinos, siendo unos de los fabricantes más influyentes y sus viñedos son los mejores, por esta razón Bastian tuvo que viajar con su abuelo a Londres, con la finalidad de gestionar acuerdos para la compra de una destilería cerca de la ciudad, que se encuentra en la quiebra y aprovecharán la oportunidad.

Al llegar al pueblo donde se encontraba la distraería Bastian quiso dar un paseo por el hermoso bosque, tomó su cámara y salió a recorrer el pueblo, para luego adentrarse en el bosque.

Sacó su cámara y captaba fotografías de animales y el paisaje, era lo que más le gustaba fotografiar, pocas veces lo hacía con personas, no pasaron más de cinco minutos cuando por el lente de la cámara pudo apreciar lo que para él era, la joven más hermosa que jamás había visto, la joven se encontraba recolectando bayas silvestres, la miró por unos minutos y siguió su camino, pero algo lo detuvo, y aún sabiendo que no debía hacerlo, procedió a sacarle una instantánea sin que la chica le diera cuenta, pues él no se dejó ver con ella, y finalmente siguió su camino.

Después de estar en el bosque, de vuelta al hotel entró a una cafetería para tomar un café, era la única del lugar debido a que era un pueblo pequeño.

Mientras miraba las fotografías sacadas, Bastian no se percató de que le estaban hablando.

—¡ buenas tardes!, ¿qué desea ordenar?.

Sin mirar a la persona Bastian responde.

—un café doble sin azúcar, por favor.

—bien, ¿desea algo más? ¿si me permite, le recomiendo un postre para acompañar el café?.

—no, gracias, solo el café. Dijo Bastian mirando a la persona, para de inmediato notar que era la misma joven del bosque que habían visto horas antes, su mirada se detuvo en ella por unos segundos para luego recuperarse y decir de nuevo.

—solo el café.

—en seguida le traigo su café, Responde la joven, la amiga y compañera de trabajo de la joven pregunta.

— ¿qué pidió?.

— un café doble sin azúcar.

— es muy guapo. Dice, a lo que responde.

—si, lo es, pero también es muy extraño, porque pidió un café doble sin azúcar y ni siquiera pidió postre, es que acaso no mira lo bien que saben los pasteles, por ejemplo, ese de vainilla está delicioso, y él solo pide café sin azúcar ¿Quién hace eso?, si la vida es dulce, ¿cómo un ser humano puede tomarse un café sin azúcar?.

Dice la joven pero, sin percatarse de que el hombre misterioso estaba detrás de ella escuchando lo que decía de él, su amiga le hizo un gesto, pero ella todavia no entendía, y siguió.

—Apresúrate, tengo que llevarle su café, me imagino que debe de tener su mente y su alma negra y simple como el café que se toma. Dijo la joven.

—Está detrás de ti, susurró a su amiga, ella sin voltear a ver quién estaba detrás, se llevó sus pequeñas manos a la cara, apenada volteo, y dijo

— discúlpame, ahora mismo le llevó su café, en ese momento deseaba que, no fuera un principe azul, quien la rescatara de la incómoda escena, sino que fuera la tierra misma, quien se la tragara

—no, de hecho quiero ordenar de nuevo, dijo el hombre.

—por supuesto, señor si quiere alguien más puede atenderlo dice la joven.

—yo puedo atender al señor, insinuó la otra chica.

—no, quiero que la señorita sea la que me atienda, Replicó el hombre.

—la joven aún más apenada y sonrojada por la vergüenza que acaba de pasar le responde a aquel hombre.

—claro, diga, ¿ qué quiere ordenar señor?..

— quiero un café late, y también quiero una rebanada de ese pastel de vainilla que se ve delicioso, Dijo el hombre.

la chica todavia aún más avergonzada, le regalo una sonrisa y le respondió

—por supuesto, enseguida le llevo su orden, le llevó lo que pidió al hombre, y a medida que se avecinaba la bandeja temblaba entre sus manos.

El hombre con su mirada penetrante la miraba directamente y contemplaba detalladamente, sus manos, su cuello, sus cabellos, sus labios, sus cejas, y sobre todo sus ojos. En esos pocos minutos que estuvo cerca, ella no lo miraba a la cara, pero cuando de pronto lo miró, él sintió un ligero pálpito en su corazón y en la segunda mirada ya lo había dejado completamente hipnotizado, ella aprovechó para de nuevo pedir disculpas.

—¡señor discúlpame nuevamente por el comentario que dije!.

—no se preocupe, usted tenía razón. Dijo el hombre a la chica.

Después de terminar su café el hombre fue a pagar y se despidió diciendo.

— ¡gracias! ¡ por cierto, estaba muy bueno el pastel de vainilla!

Después de que el hombre se fuera las dos chicas se miraron a la cara y rieron a carcajadas.

— Anya, estás loca, le dice su amiga.

—no más que tú, le responde Anya a su amiga Alice.

Bastian Dimitrova

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