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La Esposa De Mi Padre

Angelo Della Giovanna.

Ángelo observó por la ventana de su oficina, a sus cuarenta años tenía todo lo que un hombre podía desear, tenía dinero, una hermosa esposa y un pequeño hijo que algún día heredaría toda su fortuna.

La vida parecía perfecta, pero en el fondo él sabía que no lo era.

Su esposa lo engañaba, él sabía que Beata solo se había casado con él por su posición económica. Beata era más joven rubia de ojos claros, una tentación para cualquier hombre. Siempre se había negado a ver lo que en realidad pasaba, pero esta vez Beata había cruzado todos los límites, lo había puesto en ridículo exponiéndose con su amante públicamente, traicionándolo en su propia casa.

Angelo Della Giovanna miró a su esposa por última vez.

Beata Fiorelli sujetaba con fuerza la mano de su pequeño hijo.

La despiadada mirada de Angelo le dejo claro que esta vez no se dejaría conmover, por las dulces palabras de su esposa. Esta vez Beata lo había traicionado de la peor manera para un hombre en su posición, lo había humillado en su propia casa acostándose con su chofer

Benicio Della Giovanna miró a su madre suplicando de rodillas en el suelo,el tenía ocho años y aunque no comprendía por qué en esa noche tan fría su madre lo había sacado de su cama si podía comprender que su padre era el responsable del sufrimiento de su madre.

Angelo, un hombre rico, se encontraba en su mansión tomando una de las decisiones mas difíciles de su vida con una mezcla de dolor y rabia en sus ojos. Su confianza y amor hacia ella se habían desmoronado cuando descubrió su traición. Beata había caído en los brazos de su chófer, una humillación inaceptable para Angelo.

Angelo sabía que no podía dejarse llevar por las palabras dulces y las promesas quebrantadas que había escuchado tantas veces antes. Esta vez sería diferente. La desilusión y el dolor eran tan intensos que ya no podía perdonarla.

Angelo tomó una decisión difícil pero necesaria para proteger su propio corazón y la reputación de su familia. Anunció solemnemente que Beata sería alejada de su hogar y que nunca volvería a formar parte de sus vidas. Aunque le dolía ver a su hijo sufrir.

— Hijo entra a la casa ordenó Angelo

— No lo haré mi mamá llora por tu culpa exclamó Benicio

Beata se puso de pie tomando a su hijo en brazos.

— Benicio se irá conmigo exclamó ella.

— Cómo si te importara en algo exclamó Ángelo.

— Sí me corres no lo volverás a ver, respondió ella intentando que su esposo se retractara por miedo a perder a su único hijo.

Ángelo miró a su hijo aunque lo amaba no podía permitir que Beata se quedara.

Así que dejo que se llevara provisoriamente a su hijo, ya recuperaría a Benicio demostrando que era una madre negligente.

— Lleven a la señora a donde les indique ordenó, Ángelo a uno de sus hombres.

Beata paso la noche junto a su hijo en un hotel, tenía que conseguir que Ángelo la perdonará otras veces lo había hecho creyendo ciegamente en ella. Utilizaría a Benicio para extorsionarlo. Así que al día siguiente saco a su hijo de la cama y se subieron a un tren alejándose lo más posible de Ángelo.

Después de dos días Ángelo envío a su nuevo chofer al hotel donde se encontraban Beata y su hijo.

Al regresar el chófer se dirigió al despacho de Ángelo.

— Señor lamento informarle que la señora abandono el hotel ayer por la mañana dirigiéndose a la estación del tren exclamó el chofer.

Angelo golpeó su escritorio, incrédulo de que Beata se atreviera a llevarse a su hijo...

Esa fue la última vez que Ángelo supo algo de su hijo y su esposa.

Con el paso de los meses y ante la ausencia de Beata, Ángelo consiguió el divorcio, el cual resultó tener un sabor amargo, consiguió que un juez le diera ella era la adúltera. Pero al no permitirle regresar a su vida Beata se llevó a su hijo.

Con el paso del tiempo el corazón de Ángelo se volvería cada vez más duro, a medida que su fortuna crecía también lo hacía su resentimiento, para él las mujeres se volvieron un objeto decorativo los años pasaban y él solo se dedicaba a hacer crecer su fortuna no le bastaron sus negocios en Italia, se expandió por toda Europa y luego a América. Era uno de los hombres más influyentes.

...****************...

Habían pasado veinte años desde el día que había visto por última vez a Beata y su hijo.

Ese día volvería a contraer matrimonio con una bella joven americana, Phoebe.

Nada mal para un hombre de 65 años, Phoebe sería su joya más preciada.

Mientras él se preparaba para el gran día a unos kilómetros de su casa una puerta de madera maciza con un enorme candado era abierta por Peter Braun.

En un frío y oscuro rincón Phoebe se encontraba acurrucada.

Peter Braun ingresó a la habitación y tomo a su hijastra del brazo arrastrándolo contra su voluntad, sacandola de ese oscuro sótano, la llevo al piso superior de la propiedad y la arrojo dentro de una habitación, a los pies de un maniquí, sobre el que reposaba su vestido de novia.

— No quiero casarme con ese anciano grito Phoebe sollozando.

— Vas a casarte así tenga que llevarte amarrada a la ceremonia grito Peter.

Martha Braun madre de Phoebe ingresó en ese momento a la habitación. ¡Tú ya sabes lo que pasara si no cumplimos!, le comento Peter a su esposa.

Luego de cerrar la puerta Martha se acercó a su hija, Phoebe se arrojó a los pies de su madre tomándose de su regazo suplicando su ayuda.

— No seas melodramática Phoebe, te casaras con un hombre rico, vivirás como una reina.

— ¡Es un viejo!, exclamó ella.

— No hables así, no te eduque así respondió Martha indignada.

— Mamá conocí a alguien, yo no quiero casarme con ese hombre.

Ella se apartó de su hija y la abofeteo,

— Espero que no hayas cometido la burrada de entregarte a ese hombre.

— No mamá, mintió ella mientras pensaba en lo que había ocurrido en esa semana. ¡Por favor ayúdame!, suplico.

—Tú nos pusiste en esta situación tendría que darte vergüenza. Tú mataste a tu padre dejándonos en la ruina, si no te casas con Ángelo perderemos lo poco que queda, tu abuela irá a parar a la calle, a veces hay que hacer sacrificios, deja de pensar solo en ti. Duchate que vendrán a prepararte exclamó Martha...

Destino incierto.

Phoebe se miró, no creía que en el mundo hubiera otra mujer más desdichada que ella, no quería casarse, no podía casarse.

Si tan solo Leo no se hubiera burlado de ella otro sería su destino.

Todo había empezado quince días antes, en realidad mucho antes cuando apenas le informaron que se casaría con Ángelo.

Solo que no había tenido el valor de huir de casa hasta quince días antes de la boda.

Phoebe, con apenas 18 años, había escapado de su hogar en busca de una libertad que estába a punto de serle arrebatada. La playa de Miami, parecía ser el refugio perfecto. El sol dorado y las olas susurrantes le ofrecían un respiro de su complicada vida.

Mientras tanto, Leo, un hombre de 28 años, se encontraba en Miami por un viaje de negocios. La rutina y el estrés eran su pan de cada día, él se encontraba trabajando cuando se cruzaron por primera vez.

Phoebe y Leo se cruzaron en la arena dorada, y sus miradas se encontraron en un instante. Fue como si el universo hubiera conspirado para que se conocieran en ese momento. La atracción magnética entre ellos era palpable.

Durante días se vieron y llamaron constantemente.

Los días pasaron, una tarde mientras caminaba de regreso de la playa al hotel donde se hospedaba Phoebe vio a Peter Braun en el estacionamiento, al huir de ahí Phoebe no noto que Braian el yerno de Peter la seguía.

Ella huyo en busca de Leo necesitaba que él la ayudara a ocultarse, pero mientras ella esperaba parada junto a la puerta una mujer apareció en el lugar y dijo ser la esposa de Leo.

Mientras ella salía del lugar, Braian la tomó del brazo y se la entregó a Peter obligándola a regresar a casa.

Ahí estaba ella cinco días después, cinco días en los que había sido encerrada como si fuera un animal, a minutos de ser entregada a un hombre cincuenta años mayor que ella, un hombre del cual no sabía nada. El cual la estaba comprando como si fuera un mueble, algo decorativo.

La puerta de la habitación se abrió, Braian la observó con desprecio, ellos nunca se llevaron bien, él solía incomodarla con comentarios inapropiados sobre su cuerpo, siempre que podia.

— Es hora muévete, exclamó Braian.

Phoebe paso junto a él y lo miro con desprecio.

Ella estaba a punto de cruzar por la puerta cuando Braian la tomó del brazo y la empujó contra la pared aprisionándola con su cuerpo.

— Suéltame grito ella mientras forcejeaba con él.

— Tómalo como nuestra despedida exclamó él mientras la besó contra su voluntad y la manoseada.

— Suéltame maldito cerdo grito ella golpeándolo en la ingle, mientras forcejeaban y ella caia al suelo.

— ¿Qué está pasando acá?, porque tardan tanto pregunto Peter.

Braian sonrió con malicia, — la zorra de tu hijastra acába de insinuarse, me dijo que se entregaría a mí a cambio de ayudarla a escapar.

— ¡Eso es mentira!, exclamó ella.

—Cállate, no digas una palabra más exclamó Peter. Tienes suerte de que tu esposo esté esperando en el jardín al igual que los invitados, caso contrario te daría la lección de tu vida. ¡ Ve con tu esposa Braian!.

Phoebe se puso de pie, mientras Braian abandonaba la habitación.

Ella comenzó a caminar dirigiéndose al jardín, cada paso que daba hacia un futuro incierto, era una tortura. No sabía que le esperaba, pero al menos se libraría del acoso de Braian, del maltrato constante de Peter y la falta de amor de su madre.

¿Cómo podía su propia madre odiarla tanto?. Era cierto que ella había causado el accidente donde su padre había muerto, pero no había pagado el precio ya por ese error.

— Pareces una princesa, le dijo su pequeña hermana Livy.

— Tú eres una hermosa princesa le dijo Phoebe dándole un beso en la frente, ella si tenía suerte, su madre si la quería.

Su madre se acercó y le acomodo el velo.

— ¿Por qué tanta demora?, pregunto Martha.

— Tú hija no tuvo mejor idea que montar un espectáculo respondió Peter.

— Que vergüenza, porque siempre tienes que arruinarlo todo, ahora sonríe que espantaras a los invitados exclamó Martha.

Ella no sonrió, no podía sonreír al menos no entraba llorando.

La caminata por ese pasillo lleno de flores del brazo de Peter se hizo eterna a su paso había murmurós y como no los iba a haber si la diferencia de edad solo indicaba que ella se casaba por su dinero y que el estaba comprando una joven esposa para que calentara su cama todas las noches, de solo pensar en la noche de bodas sentía que su cuerpo iba a desfallecer, no pensaria en eso.

— Ángelo te entrego a Phoebe a quien quiero como una hija, cuídala bien dijo Peter mientras la tomaba de la mano.

Ángelo asintió, Phoebe sintió náuseas de presenciar semejante hipocresía.

La ceremonia pasó sin que ella se diera cuenta, Ángelo apenas la miro.

A pedido del novio no habría fiesta, luego de la ceremonia comenzaron a despedirse de los pocos invitados que habia, Phoebe se despidió de su familia con. un frío saludo no fingiria un amor que no sentia, luego se acercó y se despidió de Livy a ella si la abrazó y prometio traerle un regalo tal como la pequeña le había pedido. También se despidió de Zoe la esposa de Braian hija de Peter solia sentir pena por ella, era agradable y se querian aunque no solia frecuentarla puesto q eso significaría pasar tiempo con Braian y lo último que quería era eso ellos abordaron un auto, para sorpresa de Phoebe se dirigieron al aeropuerto.

Phoebe observó el enorme avión privado con un pequeño logo en uno de sus costados.

Ella caminó detrás de él cabizbaja, abordando el avión.

— ¿Dónde vamos?, pregunto ella por primera vez.

— A Italia, tu nuevo hogar exclamó Ángelo. Ponga el bolso de manos de mi esposa en la habitación le ordenó a la azafata.

Ella tomó asiento en el lugar que le indicaron, mientras las puertas se cerraban y el avión comenzó a moverse Phoebe miraba por la ventanilla, el futuro incierto ya la habia alcanzado...

Recién casados.

Después de que el vuelo se elevó Ángelo le ordenó a la azafata que llevara a Phoebe a la habitación, así podría cambiarse.

Phoebe observaba la cama sabía que el vuelo sería largo, en ese momento sintió la puerta abrirse y Ángelo ingresó. Ella lo miró asustada, le tenía miedo.

— ¿Quieres que té ayude a cambiarte?, pregunto él. Ella negó con la cabeza. Ángelo se quitó el saco mientras la observaba fijamente, era muy bonita, pero no tenía esa belleza armoniosa no era que tuviera un gran físico, era bajita algunos dirían que tenía una belleza exótica. Así que cuando Peter Braun se la ofreció como compañía, él no lo dudo solo que hizo algunos cambios a ese arreglo. Aunque Peter Braun no pareció muy alegre con el acuerdo final, si estaba muy feliz de recibir muchísimo dinero, más aún seguro esperaba que su adorada hijastra enviudara pronto y el poder manejar esa fortuna.

Ángelo observó a su esposa y cruzo los brazos de manera impaciente.

— ¿Porque demonios no te has desnudado?, hazlo o lo haré yo dijo él.

Él se acercó a ella, Phoebe se puso de pie y con manos temblorosas comenzó a quitarse el vestido quedando semidesnuda enfrente de él.

— ¿Eres virgen?, pregunto él molestó. No te atrevas a mentir exclamó.

Ella lo miró y comenzó a llorar. — Ahórrate el drama, de haber sabido que eras así no hubiera pagado tanto por ti comento Ángelo molesto odiaba las lágrimas femeninas en su experiencia eran puro teatro.— Vístete y puedes quedarte aquí no tengo ganas de verte llorar todo el viaje dijo Ángelo preparandose para abandonar la habitación.

— ¿Yo no quería estar aquí?, ustedes me obligaron exclamó ella.

— ¿Acaso puse un revolver en tu cabeza para que me aceptaras?, pregunto él.

—No solo le ofreció mucho dinero a Peter y asi consiguió una esposa.

Enojado ante esa afirmación Ángelo regreso junto a ella.

— Niña no sé si eres tonta, tu adorado papa te estaba vendiendo al mejor postor y no precisamente para esposa dijo él la tomó de la cara apretando con fuerza. ¡Deberías sér más agradecida!, dijo él soltándola Ángelo abandono la habitación. Phoebe comenzó a llorar hasta quesarse dormida.

No volvió a saber de Ángelo hasta antes del aterrizaje.

Cuando ella salió de la habitación él la observó.

Ella se sentó algo apartada para no molestarlo, después de todo él le había dicho que no quería volver a verla.

El Jet comenzó a descender, al bajar del avión unos impresionantes coches y unos hombres vestidos de traje aguardaban en la pista.

— Señor Della Giovanna, bienvenido dijo unos de ellos.

— Gracias Marcello. Sube al coche Phoebe ordenó él, ella subió por donde le indicó el chófer, Ángelo subio por la otra puerta y se sentó junto a ella.

Mientras el auto se incorporaba al tránsito, estaba anocheciendo.

Phoebe observaba por la ventanilla del lujoso coche la ciudad mientras los rascacielos se convertían en elegantes mansiones a orillas del lago de Como. El paisaje se volvía cada vez más impresionante a medida que se adentraban en un sector de casas opulentas. Al bajar del auto, Phoebe quedó atónita al contemplar su nuevo hogar: una lujosa mansión de estilo renacentista italiana que se alzaba majestuosamente entre jardines exuberantes y un impresionante frente al lago.

Ángelo, su recién estrenado esposo, observó a Phoebe con un desprecio apenas disimulado. Ella representaba todo lo que él odiaba. Phoebe, por otro lado, miró a Ángelo con temor, consciente de la hostilidad en su mirada y sintiéndose como un pez fuera del agua en aquel mundo de opulencia y apariencias, ella le había dejado claro cual eran sus sentimientos, y ahora pagaría las consecuencias de su atrevimiento.

Phoebe caminó detrás de Ángelo mientras ingresaban a la casa. El lugar era increíble desde el momento en que cruzaron el umbral. Los pisos de mármol pulido reflejaban la luz de las lámparas de araña que colgaban majestuosamente del techo alto y ornamentado. Cada paso que daban resonaba en el amplio vestíbulo, llenándolo de un eco que parecía contar historias de generaciones pasadas.

Ángelo avanzó con pasos seguros por el pasillo principal, deteniéndose solo para hablar con la empleada.

— Bienvenido señor Della Giovanna, señora dijo la empleada.

— Alda que una de las empleadas instale las cosas de mi esposa en la habitación y dale una recorrida por la casa.

— Cómo ordené, la cena estará lista en una hora comento Alda.

Angelo asintió y desapareció del lugar dejando a Phoebe con la empleada. Alda observó a la joven, entre los empleados se había rumoreado que el señor Della Giovanna, había comprado una joven americana como esposa pero nunca había imaginado que era tan joven.

— Señora Della Giovanna, le mostraré el lugar dijo Alda, ellas comenzaron a caminar por los diferentes espacios

Alda señaló algunas de las obras de arte que adornaban las paredes. Pinturas al óleo de maestros renombrados, esculturas de mármol esculpidas con precisión y muebles antiguos que parecían sacados de un museo se combinaban para crear un ambiente de esplendor y lujo.

Phoebe, a pesar de su inicial intimidación, comenzó a sentir una mezcla de asombro y curiosidad. Cada rincón de la casa parecía tener una historia que contar. Alda la llevó a través de los salones, donde los enormes ventanales ofrecían vistas panorámicas del lago de Como y los jardines meticulosamente cuidados.

Al llegar a la biblioteca, Phoebe sonrió. La habitación estaba llena de estantes de libros y una chimenea de mármol en el centro. Phoebe, comenzo a explorar los títulos, revelando una rica colección de literatura clásica, historia y filosofía. Phoebe se sintió atraída por un viejo tomo de poesía.

Una hora después se encontraron para compartir una cena íntima en el comedor formal, Phoebe y Ángelo se sentaron uno enfrente de otro, separados por varios metros, la cena fue en silencio, el ambiente estaba cargado de tensión.

Cuando la cena estaba terminando, Ángelo recibió una llamada urgente lo cual le dio la oportunidad a Phoebe para retirarse a su habitación, llevándose su libro.

Terminaba de ducharse y vestirse cuando la puerta se abrió era Ángelo...

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