Charlotte de Armish de 17 años, hija mayor del Conde de Armish, se encontró sola en la gran cama, había pasado su noche de bodas en una pequeña Cabaña a las afueras de la Ciudad, muy cerca del puerto ya que tomarían un Barco muy temprano en la mañana para viajar al Continente Occidental, lejos de todo.
Aun sentía miedo al recordar los gritos de su padre mientras ella corría por el bosque ubicado en la parte trasera del Gran Castillo de su Padre.
Habían tenido una hermosa pero muy sencilla ceremonia en la pequeña Capilla del Puerto. Su padre no aprobaba al hombre que ella amaba por eso decidió escapar con él, ahora que estaban casados, ni siquiera su padre se podría oponer. Pero por miedo al poder que ejercía el viejo Conde siendo el hombre más rico de todo el continente, tomaron la decisión de irse lo más lejos posible.
Charlotte se sentó en la gran cama y recorrió la pequeña pero acogedora cabaña, su vestido y ropas aún estaban en el suelo de manera desordenada, se sonrojo al recordar su noche de bodas junto al hombre que amaba. Había sido la noche más hermosa que recordaba, él había sido gentil y muy paciente con ella. Se tomo su tiempo para prepararla, la beso con delicadeza y la abrazo mientras le quitaba una a una las capas de ropa y su sencillo vestido de novia.
Se recorrió los labios rojizos he hinchados por la intensa noche, luego bajo lentamente por su cuello, donde aún podía sentir los labios de él. Sus castos pechos que fueron contemplados y besados hábilmente por su ahora esposo
Habían muchas cosas del matrimonio que eran desconocidas para ella, el acto de anoche era una de ellas, recordar su sorpresa ante la explicación de su esposo, casi se atraganto con el vino cuando el comenzó a desvestirse delante de ella. Luego se acercó lentamente y la beso con delicadeza, poco a poco el beso comenzó a intensificarse y las manos de él recorrieron su cuerpo hasta que la desnudo por completo.
Luego la recostó en la cama, haciéndole promesas de amor con cada caricia, Charlotte le entrego su virginidad y su cuerpo al hombre que tanto amaba, sus ojos verdes que brillaban en cada embestida eran una imagen que recordaría toda la vida.
Pero en ese momento se sintió tan sola, pensaba despertar con él a su lado, pero parece que su joven esposo, tenía otros planes.
Decidió levantarse y asearse con el agua que él le dejo en la palangana, su cuerpo aún tenía un leve olor a sudor y sexo. Se lavo cuidadosamente cada rincón de su cuerpo y roció unas gotas de aceite de lavanda que tanto le gustaba a él y decidió preparar lo necesario para partir, sería un viaje largo asique llevaba todo lo necesario.
Pasaron varias horas y Charlotte comenzó a preocuparse, no era normal que demorara tanto, con determinación, se puso una capa negra para no ser reconocida y salió decidida a encontrarlo. Al cerrar la puerta alcanzo a avanzar solo unos metros hacia el muelle cuando se encontró con la figura de un anciano de ojos grises y mirada tenebrosa vestido con una larga túnica negra. Quien estiro su brazo entregándole un pergamino.
Ella no entendía que sucedía, cuando iba a dar un paso al costado para evitar al hombre, se sobresaltó con su gélida voz.
-Eres Charlotte verdad?? – Le pregunto el anciano con voz firme y despectiva.
Ella no respondió, ante el miedo que el anciano podría haber sido enviado por su padre.
-No tengas miedo, tengo una carta para ti. Tu esposo la envío.
-U-una carta?? – ella pregunto sin entender a qué refería, porque su esposo le dejaría una carta, si estaban por irse juntos.
La joven estiro la mano con desconfianza y abrió el pergamino. Una sensación fría le cubrió todo el cuerpo y las lágrimas comenzaron a brotar por sus mejillas. Sin pensarlo comenzó a correr tan rápido como pudo hacia el muelle.
Pasaron mil pensamientos por su cabeza, mientras corría sintió que su corazón se saldría del pecho ante la agitación, se le acabo el aire de los pulmones, el sudor corría por su frente y su espalda. Su pelo negro era una maraña en su cabeza.
Llego al muelle, pero se dio cuenta que era muy tarde, el barco que mencionaba su esposo en la carta ya había zarpado y solo podría distinguir la silueta del hombre que amaba dándole la espalda.
Sin fuerzas cayo de rodillas al suelo y grito su nombre con desesperación.
-Leooonnnn!!!!! …….
Mientras un sollozo agudo y doloroso salía de su garganta.
Continuara .....
Helena despertó agitada y sudando, el mismo sueño se había repetido innumerables veces en los últimos años, pero desde hace una semana no había dejado de ver los mismos ojos verdes y la figura que se desvanecía en el horizonte.
-Mierda!! – Maldijo la joven con frustración, odiaba sentir la opresión en su pecho, muchas veces deseo poder llorar para liberar el sentimiento de dolor que nunca pudo borrar de su pecho, pero era inútil, desde ese día era inútil.
Helena froto su rostro con ambas manos y soltó un suspiro, debía dar una clase y no quería llegar tarde o su Padre la regañaría. La rutina diaria desde que había llegado a la Torre de los Magos era siempre la misma, lo único que había cambiado hace 2 años, era que se había convertido en asistente e impartía clases de magia defensiva a los magos en formación.
Se levanto rápidamente, se lavó y vistió. Como era de costumbre se cubrió con una capa burdeo, la misma que le había dado su Padre el día que se convirtió en una mago de alto rango, nadie confiaba en la pequeña y temerosa joven que había llegado hace unos años a la Torre de los magos, pero el orgullo que vio en los ojos del hombre que la había acogido cuando no tenia a nadie, hacia que cada día quisiera ser mejor para que el se sintiera orgulloso de llamarla su hija.
Helena se apresuro a bajar las escaleras en dirección al salón de clases, llevaba varios libros en las manos, estaba desarrollando una fórmula de magia de ataque. Quería combinar varios elementos, pero había sido un fracaso tras otro, asique decidió leer los libros de magia antigua quizás allí encontraría algo que la pudiera orientar. Suspiro porque debía devolver los libros ese mismo día o perdería el privilegio de prestamos por una semana. Aun siendo un mago de alto rango le tenia mucho miedo a la vieja bibliotecaria que arrugaba el entrecejo cada vez que la veía. Nunca había podido descifrar si la odiaba o simplemente era parte de su tenebrosos temperamento.
Al llegar al final del pasillo podía escuchar las voces de los magos en entrenamiento, suspiro con desgana.
-Son tan ruidosos – comento en voz baja para nadie en particular.
Se percato que nuevamente la ruidosos “magos bebes” molestaban a la pequeña y tímida Noelia.
Helena frunció el ceño ante la escena, no soportaba a los ruidosos enanos, pero por una extraña e inexplicable razón Noelia había sido capaz de captar su atención y algo aun mas extraño, su aprecio. O algo así.
-Noelia deberías resignarte a que el fuego no es tu elemento, deberías rendirte, además Los grandes magos dan por hecho que se te asignara el atributo de tierra.
La voz burlona de Aurora era tan molesta como su presencia, Helena frunció el ceño ante la mujer, era pequeña pero esbelta, tenía una excelente formación mágica pero su personalidad era tan despreciable como su rostro.
-Concuerdo!,
Peter la miro con una sonrisa burlona. Noelia fulmino a los magos en entrenamiento reunidos en el salón de la tierra. Aurora y Peter eran hermanos ambos eran bajos, tenían la cara redonda y el pelo enmarañado como la lana.
-Dejen a la mujer en paz buitres. – Se escucho una fina pero firme voz a los lejos.
Todos los presentes elevaron la mirada ante la voz, se encontraron de frente con una mujer de estatura media, rostro redondo y hermoso, tes aceitunada, cabello negro y lacio que caía sobre sus hombros hasta la espalda, iba vestida con una túnica color burdeo que se ajustaba a su pequeña cintura y caía sobre sus amplias caderas hasta sus piernas.
Los ojos marrones de la joven maga de alto rango se clavaron en Noelia.
-Que nadie te diga que puedes o no hacer Florecita. Puedes ser tan grande como quieras, eres una maga excelente. Solo con unos años más de estudio, podrías dominar todos los elementos incluidos la Magia de fuego. – Luego se dirigió a los hermanos y dijo. – Que los “Prithui” solo se centren en la tierra no sígnica que todos debamos ser así de limitados. – Fulmino a los hermanos con la mirada.
Era de conocimiento general que la mayoría de los magos de la Tierra que vivían en la Torre de los magos eran del Clan Prithui, estos descendían de los antiguos gnomos del bosque y las minas escondidas en las montañas por lo cual era natural su afinidad con el elemento de la tierra y tenían una habilidad excepcional para trabajar el acero y fabricar herramientas para los magos.
-Además es posible controlar todos los elementos, solo basta constancia – Helena dijo con un deje de orgullo, era sabido por todos que la joven era excepcional en la magia de tierra y viento, pero tenía la capacidad de controlar todos los elementos a su antojo, además contaba una cantidad ilimitada de Mana lo cual era extremadamente raro para cualquier mago.
Noelia suspiro con insatisfacción y se dirigió a Helena -Sin embargo, lo que quiero aprender es magia de ataque. No importa que tan bueno sea un mago de la propiedad de la tierra. Solo puede brindar ayuda en la retaguardia.
Helena, que estaba harta de que los magos parlanchines atacaran a su amiga, respondió intentando parecer desinteresada
-Si quieres aprender magia de ataque de la propiedad de tierra, solo tienes que convertirte en la mejor. Si eres un mago de elite, puedes aprender magia antigua a tu antojo pequeña Florecita.
-No quiero eso! Yo quiero salir de la Torre lo antes posible. Cuando te conviertes en un mago de alto rango, no puedes salir a voluntad.
Helena se sorprendió de las palabras de Noelia, hace algunos años las mismas palabras estaban en su boca, ella soñaba con conseguir su elemento y salir al mundo para buscar a… - En ese momento sacudió su cabeza y una voz la saco de sus pensamientos.
-Y eso que tiene?
Aurora se encogió de hombros como si no pudiera entender.
-Qué hay de bueno en salir allá afuera cuando está lleno de monstruos. Además, estamos expuestos a ser acusados por herejía. El Gran Santuario aun nos tiene en la mira, es preferible hacer investigación mágica en la Torre por el resto de tu vida.
-Eso ya no sucede. La persecución de los magos termino hace mucho tiempo. Los tiempos han cambiado mucho, además los Caballeros Santos igualmente utilizan magia y son reconocidos por el Gran Santuario.
-Eso es solo para humanos comunes. Los magos mestizos de diferentes razas como nosotros se convierten en presa facial para los cazadores, solo están a la espera de que salgamos de la Torre para ser capturados.
Helena blanqueo los ojos la conversación, ya se había repetido decena de veces, soltó un largo suspiro ante la escena ya conocida.
-Hasta cuando hablaran de lo mismo? Ahora, incluso su Santidad el Papa no tiene la capacidad de acusar ante un tribunal a ningún mago es más! Ni siquiera el rey o su familia tiene esa potestad sobre la Torre.
-Noelia, habías dicho que provienes del continente al Sur de reino de Rubino, no es así? ¿Deberías conocer al Señor de Juwel?
Helena levanto una ceja, sabía que Noelia se ponía tensa al escuchar el nombre de ese lugar y aún más esa persona, nunca le pregunto en detalle, ella misma sabía que las personas tenían secretos que esperaban nunca salieran a la luz.
- ¿Te refieres al héroe de la última guerra?
-No deberían nombrar ese lugar, ya olvidaron que allí vive un “traidor”, además el Señor de Juwel lo protege.
Noelia se estremeció ante la voz de Aurora y no pudo evitar comenzar a temblar.
-Es mejor que no nombres a ese hombre, o acaso quieres ser odiado por todos los magos, la historia del Desertor del Clan Donner es famosa en toda la torre por eso se le llama el “traidor”.
Noelia trago saliva, ella sabía perfectamente a quien se referían, más aun esa persona había sido su primer maestro y amigo, pero no podía permitir que nadie se enterara o ella seria repudiada al igual que él.
-Los ignorantes siempre hablan desde su posición. – Escupió Helena con furia.
Cada vez que escuchaba insultos dirigidos hacia Benjamin, Helena se molestaba al punto de la rabia, Noelia nunca comprendió su actitud, pero no tenía el valor de preguntarle, aun así, le reconfortaba el fervor de Helena por defender a su amigo.
-Bien! saquen sus libros, ya hemos perdido demasiado tiempo, en cosas triviales. –
La voz firme de Helena inundo el oscuro salón, era una maga muy joven, pero había logrado ser la ayudante más prometedora de los magos del atributo de la Tierra, pese a que manejaba los otros elementos, Helena decía que la tierra le daba la libertad que siempre deseo. Bueno era de esperar que fuera buena era la hija del líder del Clan Donner un viejo mago muy poderoso de la Torre de los Magos, uno de los clanes más antiguos y comenzó su estudio en magia desde que tenía 17 años, o eso era lo que se sabía por el comentario de los otros magos.
-Por hoy lo dejaremos aquí, necesito sus formular mágicas en mi escritorio al comienzo de la próxima clase, pueden retirarse por ahora.
Helena se recargo en la silla que estaba frente al escritorio, sentía su cabeza abombada y un dolor punzante comenzaba en su nuca.
-ahhhhh!! Estos niños son tan ruidosos, gracias a dios por hoy ya he terminado. – dijo la joven para ella misma, frotando su rosto con las manos, solo habían sido 2 horas, pero le parecía un año. Por fin podría ir a la biblioteca para seguir investigando sobre magia antigua.
Helena se levanto tomo sus libros y se dirigió a la biblioteca, iba sumida en sus pensamientos, había leído muchos libros, pero ninguno tenía la información que ella necesitaba. Tenía una leve idea de que en algún momento había escuchado que era posible mezclar la magia de viento, agua y fuego para desarrollar un ataque, pero no recordaba el resultado o si quiera quien lo había comentado.
-Demonios, no logro recordar – mientras la joven maldecía para ella misma escucho una voz a lo lejos.
-Helena! – Grito Noelia con voz alegre.
Noelia, que estaba en el extremo del pasillo vio a Helena caminar con una actitud de frustración y decidió acercarse para hablar, ninguna de las dos sabía cómo explicarlo pero se tenían mucho cariño.
-Noelia que sucede? – Helena la miro con curiosidad, rara vez se acercaba por iniciativa propia, era común encontrarse en la biblioteca cuando ambas leían ya que Helena pasaba gran parte de su tiempo en el campo practicando con la espada. Pero hoy estaba particularmente… presente.
-Encontré este libro es muy interesante, trata de Magia de tierra y como desarrollar fórmulas de ataque, quizás te sirva para tu nueva fórmula para el próximo concurso. – Noelia le puso el gran libro frente a sus ojos.
-En serio es para mi? – Dijo Helena con ojos asombrados.
-Por supuesto, siempre haces cosas por mi, me encantaría poder ayudarte aunque sea una vez.
Helena se sonrojo y dijo. -Gracias Florecita… me servirá mucho.
-Lo sé, así que vamos Helena, tenemos mucho que leer.
Noelia la tomo del brazo y tiro de Helena para bajar las escaleras, estaban a punto de salir del edificio, pero notaron que varios magos aprendices estaban parados a unos pasos de distancia mirando hacia el jardín.
Inconscientemente se acercaron también y desviaron la mirada. Sobre el gran patio cubierto de hojas secas, se veían cuatro hombres con túnicas negras y largas caminando en fila.
Noelia entrecerró los ojos y miro de cerca. Llevaban una capucha que les cubría la cabeza, así que no podía ver sus rastros con precisión, pero era más que obvio que todos eran extranjeros.
Helena que fruncia el ceño igualmente le dijo en voz baja.
-Nunca había visto a esos magos antes.
-Deben ser magos o comerciantes que vinieron a comprar herramientas mágicas. – Dijo uno de los aprendices que estaba cerca de ellas.
-Pero es extraño, no han llegado barcos al puerto. – respondió otro mago.
Helena pronto se dio cuenta de que las predicciones de los presentes eran erróneas. Ella conocía el patrón dorado bordado en el dobladillo de esas túnicas. Tenía el recuerdo ya que lo había visto antes. Era un escudo que solo estaba permitido para los… Paladines de los Caballeros Sagrado.
Helena que se había paralizado por un momento, se acercó tropezando hacia la ventana, uno de los hombres con túnica llamo poderosamente su atención, pero no podía deducir el porqué. Luego se volvió hacia Noelia y se dio cuenta en su expresión que sabia algo que ella no y le pregunto sin rodeos.
-Noelia tu conoces a esas personas verdad? ¿Sabes quienes?
-Yo? … lo único que sé es que son los Caballeros del Gran Santuario, los vi alguna vez hace algunos años, pero no tengo más información.
El rostro de Helena se llenó de ansiedad ella sabía perfectamente quienes eran, pero había algo en su interior que no podía aceptarlo sin darse cuenta tomo a la joven de los hombros. – ¿Ese hombre parado al lado del anciano, sabes quién es? Noelia dime! – La ansiedad de Helena era palpable y por un momento Noelia se estremeció ante la mirada de la joven maga que expedía chispas de fuego ante su insistencia.
Noelia estaba muy asombrada, miro nuevamente hacia el jardín, no podía reconocer a todos, pero uno de ellos tenía un aire familiar aunque no estaba segura, asique digo titubeando.
-Pu-puede que sea… el comandante de los Caballeros, su nombre es León…
Antes que Noelia pudiera terminar la frase, vio como la cara de Helena palidecía de forma alarmante y sin poder decir nada, salió corriendo por las escaleras como si algo grave hubiese pasado.
Noelia no entendió nada de lo que había pasado había innumerables secretos que la Torre de los Magos debía esconder de la Iglesia. En la biblioteca había muchos libros de magia que no se podían leer porque estaban clasificados como “Libros Prohibidos”, los laboratorios de investigación estaban repletos de instrumentos experimentales que podrían darles una impresión sospechosa. Pero no entendió la actitud de Helena. - .
Helena corrió por las escaleras, era como sus piernas tuvieran vida propia, al ver la silueta supo de inmediato quien era, pero escuchar el nombre del Caballero había detonado algo en su interior.
No podía creer que el estuviera allí…. ¿Su esposo había regresado?
Continuara…
Alatar Donner se encontraba en su despacho, arrugaba su frente mientras leía las noticias que habían llegado desde el continente del Sur, el aumento de los monstruos se había vuelto preocupante en el último año, lo que provocaba la desesperación de la familia real la cual exigía el envío de nuevos magos como medida de protección.
-Ahhh! – un fuerte suspiro salió de la boca del viejo mago – piensan en los magos como herramientas desechables, mientras no son capaces de entrenar caballeros con las capacidades de defender a su pueblo. Me dan asco. – el humor del mago había ido en picada desde la mañana, no paraban de llegar malas noticias, no quería alarmar al consejo, pero sabía que en algún momento debería llevar el tema de los monstruos a discusión, como sea no era normal el aumento a tal magnitud.
La torre de los magos se encontraba en una hermosa isla protegida por un gran escudo mágico que tenia cerca de 1000 años, fue construida por los magos antiguos, en el centro de la isla flotaba estoicamente una gran torre la cual a su alrededor era protegida por cinco pilares que simbolizaban los elemento, Tierra, Fuego, Agua, aire, y un quinto que nadie incluso el viejo líder de la Torre conocía con certeza, viejos libros detallaban un elemento único con la capacidad de redirigir o transmutar a los demás pero después de tanto siglos solo quedaban historias que en el trayecto fueron modificadas quedando solo un confuso cuento de hadas que relata como el Éter había sido el elemento que ayudo a ganar la ultima guerra.
Cada aprendiz que llegaba a la torre era evaluado por el consejo independiente si tenía o no una carta de recomendación, eso lo sabia el mas que nadie cuando hace casi diez años propuso a su reciente descubierta hija para ingresar como aprendiz.
La sorpresa de los ancianos fue evidente ante una hija de la cual nadie tenía conocimiento, Donner no dio mayores detalles de la joven solo se escuso que vivía con su madre quien había muerto, al ver la tristeza en el rostro del joven nadie se atrevió a dudar de la historia, de todas nadie nunca podría siquiera imaginar el verdadero motivo de sus lágrimas.
Alatar Donner aun podía recordar los ojos de desesperación de su sobrino Benjamín cuando le pidió ayuda, no lo había visto desde que decidió convertirse en un traidor escapando para vivir una vida de mercenario bajo sus propias reglas, era el mago más prometedor de la Torre, todos daban por hecho que sería el siguiente líder del Clan Donner pero Benjamín tenía otros planes, siempre fue libre y su sueño de dejar la Torre y viajar por los reinos lo era todo para él. El día que habían decidió celebrar la ceremonia de los elementos para nombrarlo sucesor, Benjamín se enteró que una de las reglas de los Grandes Magos es no abandonar la Torre, los secretos de la magia antigua era algo que los ancianos no estaban dispuestos a compartir, asique si quería seguir aprendiendo magia prohibida jamás podría ver el mundo, ese fue el día que Benjamin se fue sin mirar atrás. Pero Alatar no estaba preparado para lo que sucedería esa noche en la que habían pasado tantos años, el cielo oscuro se precipitaba en una fuerte lluvia cuando alguien golpeo desesperadamente su puerta, él se apresuró a abrir y vio esa figura flacucha y pálida con ojos azul cielo junto a una pequeña joven que se escondía tras él. No pudo negarse ante la fragilidad de la joven que lo miraba con unos ojos tan brillantes como el sol, era tan delicada como un suspiro y sus ojos podían iluminar el cielo como una estrella. Jamás pregunto por qué huía o de quien, era notorio que provenía de una familia acomodada, sus modales eran excelentes y sabia como expresarse ante una multitud sin perder su elegancia y delicadeza, era como una pequeña flor de cerezo que florece en primavera. Si bien Benjamín había tomado la decisión de huir de la Torre y vivir la vida a su manera, el viejo Mago sabia que sus razones eran las correctas por lo cual cuando se vio en la obligación de pedirle ayuda dejando de lado su orgullo, entendió que estaba desesperado y la única manera de ocultar a una persona del mundo era en la Torre de los Magos, ya que los magos eran neutrales, no se inmiscuían en política o religión por lo cual ni los cinco Reinos ni el Gran Santuario podrían entrarla aquí, además el viejo mago no pudo evitar ver a su pequeña Agatha reflejada en la joven, si aun estuviera con tendrían la misma edad.
Estaba tan sumido en sus recuerdos que no fue hasta que el asistente entro al despacho preocupado de la nula respuesta de su maestro que volvió a la realidad.
-Maestro se encuentra bien? – el joven asistente entro al despacho luego de golpear varias veces, entro ante la idea que su maestro hubiera colapsado, era unos de los mejores magos, pero su edad ya no era un juego, las canas eran un claro reflejo de ello, pese a que aparentaba mucho menos edad debido a ser descendiente de los Elfos.
-Me disculpo Gustav, no escuche, ¿qué sucede? – las palabras del mago eran calmadas como su temperamento, pero no puedo evitar sentir un escalofrío en la espalada debido a la expresión del joven, claramente no eran buenas noticias.
-Maestro ha llegado una comitiva desde el Gran Santuario, el Comandante de los Caballeros Sagrados pide audiencia con usted - el joven estiro su brazo y le entrego un pergamino con la firma y el sello de su Santidad el Papa, Alatar no pudo evitar la sorpresa ante el documento, que era tan importante que el Papa enviaba a nada menos que al Comandante de los Caballeros Sagrados.
Alatar abrió el pergamino y leyó las tres escuetas líneas que solicitaban una reunión con el consejo de la Torre, pero mas importante porque el tema no podía ser escrito en el documento, que necesitaba ocultar el Gran Santuario para enviar la información con el segundo Sacerdote mas importante de los cinco reinos.
El viejo mago maldijo para sus adentros y se apresuro a indicar a Gustav para que sigan adelante.
En menos de un minuto ingreso al gran despacho un viejo sacerdote de ojos grises y mirada tenebrosa, Alatar sabía perfectamente quien era, ya se habían visto anteriormente en la Torre, pero su encuentro no había terminado de la mejor manera. El viejo sacerdote era seguido por un joven Caballero tan alto como una montaña y con unos profundos y brillantes ojos verdes, la piel del caballero estaba ligeramente oscurecida debido al clima de las misiones pero su elegancia era abrumadora, estaba cubierto por una distinguida armadura dorada que dejaba entrever el cuello de una sotana bajo ella, en la cintura colgaba una reliquia sagrada la “Espada del Arcángel Gabriel”, era la espada más poderosa del Gran Santuario, la cual solo era merecedora del mejor Caballero y sin duda eso se podía saber con solo mirar el aura que desprendía al ingresar a un lugar. Pero no fue la espada lo que llamó la atención del mago sino un sencillo anillo de platino que calzaba en su mano izquierda, quien lo viera podría deducir que era una argolla de matrimonio, pero eso era imposible, ya que era de conocimiento que los todos los Caballeros Sagrados eran Sacerdotes con años de entrenamiento en magia sagrada. Alatar no pudo evitar sentir una leve sensación de familiaridad en la pequeña joya, pero elimino sus pensamiento sin sentido.
-¿Sumo Sacerdote Garrel, a que debo esta sorpresiva visita?, me informaron que venia escoltado por el Comandante de los Caballeros Sagrados? – Alatar saludo cordialmente al anciano, no era santo de su devoción, pero quería evitar rencillas con el Gran Santuario a toda costa, no había pasado mas de un siglo desde que la iglesia había dejado de perseguir a los magos con el pretexto de herejía por lo cual quería mantener las relaciones de cordialidad.
-Señor Donner, pido me disculpe por llegar sin invitación, pero el asunto que vengo a tratar merece tal urgencia, decidí que era conveniente traer la carta de su Santidad yo mismo y ver si es posible ser recibidos por el consejo hoy mismo. – Alatar no pudo evitar su sorpresa ante las palabras del anciano, sus sospechas eran ciertas, esto era mucho mas grave de lo que se había imaginado.
-Siento la urgencia en sus palabras, por favor le pido que tomen asiento y me diga que lo trae de visita a este lugar tan alejado del Gran Santuario y de Dios.
Las palabras tan descaradas del mago tuvieron el efecto deseado en el anciano sacerdote, su actitud calmada se vio decaer por unos segundos, fue casi imperceptible, pero Alator no pudo evitar sentir la punzada de satisfacción ante sus palabras.
El Sacerdote decidió dejar pasar el insulto del mago, estaba claro que se encontraba en una posición de desventaja, era el quien venia a pedir el apoyo de los magos, los mismos que no hace menos de 100 años eran perseguidos y ejecutados bajo los cargos de herejía por practicar magia fuera de las normas de la iglesia, el anciano no pudo sentir alegría en su interior al pensar que no seria del todo malo ver arder al mago en una hoguera de fuego azul.
-Permítame presentarle a Sir León, comandante y líder de los Caballeros Santos y portador de la reliquia sagrada. – los ojos de Alatar se posaron en el joven a la derecha del Sacerdote, el mago no pudo evitar su sorpresa, era muy joven para ser Comandante y aun mas joven para ser un Sacerdote. Era noblemente bien parecido, casi demasiado para ser un hombre de Dios.
-Permítame entregar mis respetos Señor Donner, es un honor estar en presencia del líder de los Magos. – las palabras del Caballero denotaban su educación y posición privilegiada, su elegancia maximizaba su presencia pulcra y perfecta.
-Le pido las escusas correspondientes, pero el asunto que hoy nos trae aquí, me temo que involucra no solo a los siervos del Gran Santuario sino a todos los reinos. – Donner se sintió momentáneamente noqueado ante las palabras tan directas del Caballero, era evidente que iría directo al punto sin rodeos.
-Me sorprenden sus palabras, pero agradezco su sinceridad, por favor continue. – Señalo el mago, sus palabras eran pausadas, mostrando calma en todo momento, parecía imperturbable ante cualquier tempestad.
-Hemos realizado un destacamento para inspeccionar las tierras del Norte debido a indicios y avistamientos de monstruos. – El Caballero hizo una pausa y miro al mago directamente a los ojos – y hemos confirmado el resurgimiento de duendes y trolls. Me temo que es muy probable que se desate una nueva guerra.
Donner miro fijamente al Joven de ojos verdes, sus palabras denotaban fuerza y arrogancia, no demostraba duda ni temor ante la noticia de una nueva guerra, al contrario, era como si sus ojos brillaran ante la idea de ir al campo de batalla, como si no tuviera nada que perder.
Después de unos segundos, fue Donner quien rompió el silencio de la habitación.
-Entiendo lo que me dice Sir León, pero hablo desde la experiencia al decir que unos cuantos duendes no son motivo suficiente para resurgir una guerra de hace cientos de años…. Estoy seguro de que los Caballeros Santos están más que calificados para subyugarlos, no hay necesidad de convocar a la Torre de los Magos. – el mago tuvo especial cuidado en poner el tono de burla adecuado a sus palabras sin la necesidad de perder su calma.
-Entiendo a que se refiere Señor Donner – respondió el León - pero esos cuantos monstruos no son del todo…. – León hizo una pausa buscando las palabras correctas, sin perder la paciencia, lamentablemente esa no era una de sus virtudes – Normales, ya que ….
Antes de poder continuar con su explicación, la risa del viejo líder de los magos retumbo por toda la amplia habitación – ja ja ja debo decir que sus palabras son muy graciosas Sir, nunca en mis muchos años de vida he visto algún monstruo que se pueda catalogar como normal, por lo cual, si esa es su explicación, me temo que debo declinar su solicitud, no molestare al Consejo de la Torre de los magos solo por el miedo de un niño a enfrentar a los duendes del bosque que asechan bajo su cama en las noches, ni mi hija tendrá miedo a enfrentar a unos ejercito de Duendes, si no tiene mas que decir le pido que se reti….
-Maldición! – por primera vez la cara del Mago se distorsiono al escuchar el grito del Caballero, sus puntiagudas orejas comenzaron a hervir hasta el punto de quedar rojas y en el momento que estaba levantando su mano para echar a sus indeseables invitados en una ráfaga de viento y arrastrarlos por el suelo el Caballero escupió – Se regeneran! ¡Los malditos monstruos se regeneran! –
Alator sintió un escalofrió en todo su cuerpo, había leído alguna vez que existieron magos que desarrollaron fórmulas de magia infinita, pero eran solo viejas historias que se habían perdido en algún libro y si no fuera porque él había vivido más años de los que la gente pensaba, nunca habría tenido si quiera una idea de que eso era posible –
-Cientos no miles de veces!, no importa cuantas veces sean cortados o degollados vuelven a regenerarse sin importar que… han devastados mas de 40 aldeas en el Reino del Norte… - El Caballero respiraba agitado y empuñaba su mano con una rabia infinita, se sentía humillado por acudir a pedir ayuda – Estoy seguro que su hija puede ser un poderoso Mago, pero ni siquiera 1000 Caballeros Sagrados fueron capaces de subyugar el ejercito de Monstruos del Norte, solo han sobrevivido 60 personas y eso solo fue porque mi espada tiene un rango de alcance de 300 metros – La rabia y frustración en la mirada del Caballero demostraban que la se culpaba por la perdida de esas vidas, pero era claro que hizo todo lo posible, era una victoria salir con vida y aún más haber podido salvar a algunos de sus compañeros.
-Bien…. – Respondió el Mago – Sir León, tienes toda mi atención ahora…. Dime en que te puede ayudar la Torre de los Magos….
Los ojos del Caballero brillaron ante la respuesta del Mago, estaba mas que claro que había captado no solo su atención, sino que él tenía información que el Gran Santuario desconocía completamente.
-El Gran Santuario enviara un Destacamento a las ruinas del Reino de Krom, según algunos documentos es posible que allí haya información respecto a este tipo de Magia desconocida – Sir León hizo una pausa y dudo ante de pronunciar sus siguientes palabras, odiaba tener que pedir ayuda y aun mas a alguien que claramente despreciaba – Es de conocimiento del Señor Donner que las ruinas están en Idioma antiguo el cual al ser un idioma her…. desconocido para el gran Santuario, necesitamos apoyo de los magos para descifrar la información.
Alator sonrió ante la solitud, entendió que el Gran Santuario estaba admitiendo que dependía completamente de la Torre de los Magos.
-Porque debería destinar una grupo de mis Magos y exponerlos a este peligro Sir León?, La Torre de los Magos es una fortaleza impenetrable, no nos preocupa unos cuantos monstruos inmortales, aquí jamás ingresaran, mi gente está a salvo, ¿porque deberíamos a poyar a quienes son responsables de la muerte de miles de magos bajo el amparo de la Iglesia? - Las palabras de Donner desconcertaron al Caballero, pero estaba en lo correcto, esta fortaleza jamás había sido penetrada ni por el Caballero mas fuerte del reino, no había razón alguna para apoyarlos.
Sir León suspiro y solo dijo – Estoy aquí para negociar un acuerdo con el Consejo de los Magos…. Estamos dispuestos a firmar un acuerdo de libre convivencia asegurando la libre práctica de la magia sin represalias por parte de la iglesia. ¬– Estaba claro que las palabras le quemaban la garganta al Caballero era como repetir una blasfemia, darle la libertar a la torre para la práctica de magia, era reconocer que el Gran Santuario había actuado de manera incorrecta en la antigüedad.
-Mmmmm, lamento decirle al Sir que no nos interesa la aprobación del Gran Santuario, hemos estado aquí por siglos, y si su intención es amenazarme e insinuar que si no firmo ese acuerdo vendrán por nosotros… adelante… puedo defender esta Torre ante cualquier amenaza…. Eso lo incluye a usted…- El tono del Mago era muy calmado pero firme y sus ojos imponían respeto, no había nadie que pudiera negar la ferocidad del líder de los Magos.
El Caballero entendió que no había posibilidad de negociar, pero era una respuesta que el esperaba, esta misión no sería fácil, eso lo tuvo claro desde el momento que el Papa le había la libertad de negociar bajo cualquier termino.
-Bien… entonces que el Señor Donner me diga… cual es el precio de su colaboración. Estoy dispuesto a pagarlo.
-Que!? – El grito del Garric se escucho hasta afuera de la habitación. Gustav sentado en su escritorio al otro lado de la puerta pudo escucharlo y temía que su Maestro estuviera masacrando a los invitados, él sabía que la apariencia vieja y pacifica era totalmente opuesta a la crueldad de ese hombre. – León que dices!? ¿¡No puedes negociar así con este tipo de personas!?
-Sumo Sacerdote Garris, le pido que confié en mí.
-Creo que necesitas desesperadamente mi ayuda no es así? – El tono de burla de Alator Donner hacia que hirviera la sangre del Caballero.
-Si ese es el caso, aceptare su cordial oferta… - León no pudo evitar esbozar una pequeña risa de satisfacción, la cual no duro mas que unos segundos – Siempre y cuando…. Toda la información que se reúna en la expedición sea íntegramente propiedad de la Torre de los Magos, incluyendo por su puesto la firma del acuerdo de no persecución y practica libre de magia para todos los magos certificados por la Torre.
León entendió que este viejo mago era mucho mas astuto de lo que el pensaba, pero no estaba en posición de negociar, su desventaja era clara. Necesitaba la ayuda de los magos con desesperación.
-Bien, me parece que tenemos un trato… pero… - el Caballero hizo una pequeña pausa – Exijo que su mejor traductor sea parte del destacamento y usted lidere a los magos que nos acompañaran.
Alator borro de inmediato su sonrisa, el mejor traductor del idioma antiguo era alguien que claramente no querría salir de esta Torre, aunque se estuviera incendiando.
-Helena…. – Susurro el viejo mago
Continuara….
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