Era de noche, yo estaba sola en mi balcón, mi familia no podía estar conmigo debido a la economía que en mi país de nacimiento había, mis amigos están con su familia y yo al no tener pareja ni nada solamente me queda estar sola.
Sentada mirando el cielo estrellado por el balcón, cerca de mi edificio había una iglesia, de la cual emanaba una luz brillante, esa luz me llenaba de tranquilidad, siempre que la veía levantaba mi colgante, un cuarzo que tenía dos colores, verde y rosado, y a la luz su color era perfecto.
Cerré mis ojos un momento, me hundí en mis pensamientos, quería al menos tener una persona conmigo... De repente, algo llamó mi atención y mi mirada se rozó hacia abajo, vi a un chico, vestía con una sudadera negra con la capucha puesta, no podía verle la cara, vi como entraba hacia el edificio por lo que no pensé que era algo importante, podía ser simplemente una persona del edificio.
Volví a cerrar mis ojos, respiraba ese aire frío el cual chocaba con mi cara haciéndome sentir tranquila, mire hacia la luz de la iglesia y sonreí leve, yo no era católica, creo en dios, pero no me gusta la iglesia ni nada de eso, solo en el hombre que nos creó a todos.
De repente escuché como mi puerta sonó con unos toques leves, pensé que sería algún vecino a pedirme algo o desearme feliz navidad, pero cuando abrí la puerta me quedé algo confundida, era el mismo chico que vi a través de mi balcón.
— Disculpa, ¿Tú eres Rebeca?
Me quedé mirando un momento a aquel chico, sus ojos eran castaños, su piel morena, cejas algo gruesas que lo hacían ver guapo, simplemente un hombre que cualquier mujer querría...
— Sí, soy yo.
— ¿Cree que pueda quedarme un momento?
— Bien...
Le dije y deje pasar, fui a la cocina y prepare chocolate caliente, le entregué una taza y ahora los dos estábamos en mi balcón sentado, él me miraba pensando que no lo notaba, mientras que yo solo miraba la luz de la iglesia mientras que con una mano sostenía la taza de chocolate y con la otra mi colgante.
Mire al chico, entonces él separó levemente los labios dándome la señal de que hablaría.
— ¿Por qué estás sola?
— Mi familia no puede venir conmigo, y mis amigos están con su familia.
— Lo lamento por ti.
— No te preocupes, ya ha pasado esto antes, pero dime... ¿Quién eres tú?
— Christopher...
— ¿De dónde me conoces?
— ¿No te acuerdas de mí? Fui uno de tus clientes en el bar Coc's
— Oh, ya me acuerdo, aunque... ¿Cómo me encontraste?
— Le pedí tú dirección a uno de tus amigos, perdón que parezca algo acosador... Es que es muy tarde y tenía miedo de pasar por estas calles solo.
— No te preocupes, se acepta tu presencia.
Pasaron unos minutos en silencio, hasta que decidí levantarme a buscar algo de comer, le traje también a aquel chico el cual agradeció con una leve sonrisa.
— ¿Crees?.. ¿Que pueda pasar la noche? Mi casa está muy lejos, y a estas horas...
Antes de que pudiera terminar de hablar lo interrumpí diciendo un sí, total, no quería pasar la primera noche de Navidad sola.
En la mañana el chico se fue, cuando él lo hizo yo me preparé para ir a la universidad, pantalones largos con detallado militar, botas negras, camisa negra con mangas cortas, y el collar de cuarzo, más una gorra negra.
Agarre mi mochila y me fui, al llegar vi a mis dos mejores amigos esperándome en la entrada.
— ¿Dónde estabas?
Pregunto mi amiga Dayana, con el ceño fruncido.
— Lo siento, me dormí muy tarde y la cama la sentía más cómoda de lo normal.
Dije con una sonrisa nerviosa, dirigí la mirada hacia mi mejor amigo James, quien miraba su teléfono atentó.
— ¿James, estás vivo?
— Si, pero para lo que consta tú no me paras bola.
Dijo posando su mirada sería en mí, me miro de arriba hacia abajo y sonrió.
— Vaya Tomboy.
— Obvió, las faldas conmigo no van.
— Bueno, vayamos a clase antes de que suene la campana, no quiero llegar tarde.
Dijo Dayana empezando a caminar hacia adentro.
Al llegar al salón nos sentamos, agarre mi teléfono y vi que faltaban minutos aún, así que decidí ponerme mis audífonos y empezar a escuchar música en vez de las palabras de los demás compañeros. Cerré los ojos un momento y recordé al chico de anoche, ese chico con ojos castaños mirándome atentamente, como si fuera una inspección, pero en vez de ser de mi casa o algo la inspección era en mí.
Estaba tan hundida en mis pensamientos que lo único que me saco de ellos fue la voz enojada de mi amiga, me quite los audífonos y la mire.
— ¿En qué tanto piensa?
— Nada, solo estoy cansada.
Le respondí, si le hubiera dicho que un chico entro a mi casa se hubiera puesto modo preocupada, ya que ella sabe cómo soy... Una chica que dice si a casi todo y que confía mucho en la gente... O en casi toda.
La clase empezó, todo fue bien y hasta tuvimos un examen sorpresa en el cual salí excelente, llegó la hora del almuerzo y me senté con mis amigos... James solo miraba su teléfono mientras yo conversaba con Dayana, y entre todo eso algo nos interrumpió, una voz masculina se escuchó detrás de mí, pronunciando mi nombre reconocí la voz y me gire, era él, Christopher.
— Vaya, ¿también estudias aquí?
— así es, estoy en último año.
— Significa que eres mayor que yo, ja, buena esa.
— Si bueno, es raro, todo este tiempo no te había visto por aquí.
— Es que no suelo venir al comedor, no suelo hablar con nadie, y hoy solo vine porque no traje almuerzo y pues... Tengo que comprarlo.
— ¿Te parece si lo compras y nos acompañas?
El asintió a mi pregunta, cuando fue a comprar su comida mi amiga Dayana me preguntó sobre quién era, le respondí que solo un chico que conocí.
Cuando Christopher volvió y se sentó con nosotros, yo empecé a hablar sobre ciertas cosas que a mí me gustaban, Dayana miro a James y le pegó para que al menos diera el 1% de atención a alguien.
— Perdón es que si mi novia me escribe le tengo que responder.
— ¿Sigues con la tóxica esa?
Le pregunté con el ceño fruncido, James era alguien de tener relaciones tóxicas, y cada vez que las tenía terminaba en su cuarto llorando como un bebé que busca a su madre.
— Pues si, ella me trata bien.
— Eso dijiste de las otras catorce y no acabaste en buenos términos.
— Cállate, tú no has tenido novio desde que naciste, culpa mía no es.
Cuando él dijo eso yo suspire con pesadez, yo no era alguien de tener relación, sobre todo porque nadie me proponía siquiera salir, yo solo me la pasaba en mi casa sola, mirando la televisión y en la noche trabajando como mesera en el bar de Coc's.
— Culpa mía no es no ser lo suficientemente linda para alguien.
— ¿Lo dice a la que todo le luce bien?
Dijo Dayana sonriendo de una manera pícara.
— Si bueno... Nadie, solamente nadie me invita a salir.
Dije con algo de tristeza, pues era ver, ni siquiera estuve cerca de tener algo lindo con alguien, solamente he estado sola y no más.
Note la mirada de Christopher posada en mí, le miré y sonreí leve, aunque ya la tristeza me habia invadido el cuerpo, sabía que si es por mi... Estaría sola, sola en mi casa, hasta que a alguien se le ocurra saber siquiera si seguiré viva...
Volví a casa con mi tristeza, todo el día estuve pensando en esas palabras "Sola", puede que sea linda y todo eso pero... Nadie me invita a salir o siquiera querer verme la cara, no me llaman, escriben o... Nada.
Soy esa chica que tiene todo el tiempo de su vida libre... Pero que nadie utiliza al menos para poder verme y preguntarme si estoy bien.
Las horas pasaron y tuve que ir a trabajar al bar, todo iba bien no había nada fuera de lo normal, cuando quise salir un rato a tomar aire, pasando por la entrada me jalaron del brazo, cuando vi a la persona lo vi a él, Christopher.
— ¿Qué haces aquí?
— Un chico te estaba siguiendo, perdón si te asusté.
Cuando dijo que alguien me seguía revise un poco el perímetro y al no ver a nadie regresé mi mirada a Christopher.
— Pero no hay nadie...
— Ya se fue.
— Bueno, ¿qué haces aquí?
— Quería verte...
Cuando él dijo eso un sonrojo leve se puso en mi rostro, sonreí leve y le abrace.
— Gracias por venir.
— No te preocupes.
Dijo él correspondiendo a mi abrazo, luego de eso nos quedamos un rato hablando y luego regrese a mi turno, él me ayudó con algunas cosas hasta que llegó el momento de regresar a casa, él me acompaño y le invite a pasar, igual, al día siguiente sería sábado y mi día libre.
— Gracias por acompañarme.
— No te preocupes, eres mi amiga después de todo.
Sonreí a su comentario, luego de eso caminamos hacia el balcón y como la noche anterior nos sentamos, y yo miré a la iglesia y esa luz mientras sostenía mi colgante de cuarzo.
— ¿Por qué te gusta tanto estar en el balcón?
— ¿Ves la luz de la iglesia?
— Sí.
— Esa luz me transmite calma, cuando hay noches que me siento sola, esa luz me hace sentir que al menos alguien me mira y está conmigo...
Mire a Christopher, quien me miraba con atención, lo cual me puso algo nerviosa pues le estaba diciendo algo a alguien que era el primero que me había preguntado eso.
— ¿Tus amigos no te visitan?
— James tiene novia y Dayana siempre está en fiestas... Yo soy menos de salir o tener pareja.
— ¿Porque?
— Nadie me invita a salir o siquiera se interesa por mi, así que me acostumbré a estar sola.
— ¿Acaso soy el primero que te visita?
Dijo Christopher con una sonrisa burlona en el rostro.
— La verdad... Es que si, realmente nadie me visita o se interesa en saber si estoy viva...
— Lo lamento por ti...
— No te preocupes, ya estoy acostumbrada.
Paso un minuto en silencio, Christopher se levantó y le indico a Rebeca que hiciera lo mismo, cuando ella lo hizo una honda de calor se transmitió en ella cuando Christopher le abrazo.
— No sabes mentir tan bien Rebeca...
— ¿De qué hablas?
— Hay personas que no sirven para estar solas.
— ...
Rebeca correspondió al abrazo, sintió que alguien, al menos alguien, una vez en la vida noto su sentimiento de tristeza en ella.
— Gracias.
— No me agradezcas, ¿somos amigos no?
Rebeca sonrió a su comentario asintiendo.
— ¿Te parece si me quedo y hacemos noche de pelis?
— Por mí bien.
Dijo Rebeca con una sonrisa brillante en su cara, luego los dos fueron a la cocina y prepararon, palomitas, ensalada de fruta, y un jugo de naranja, se fueron a la habitación de Rebeca y pusieron la película de terror "Insomnia, antes de despertar"
Rebeca era una persona que en vez de darle miedo las pelis de terror le daban risa, por lo que en unos momentos, una que otra pequeña risa salió de ella. Estaba feliz de estar con alguien que no le juzgaba y que le agradaba y que le dio un poco de cariño en un leve momento de tristeza.
— Yo no entiendo como no te dio miedo eso.
— Son películas de terror, el suspenso y todo causa una sensación, pero luego recuerdo que eso es una película y luego se me va el miedo.
— En eso razón no te quito, pero yo sigo con miedo después de eso.
Rebeca al escuchar las palabras de Christopher salir río levemente.
— Deja que busco más jugo, que no te coma el demonio.
Dijo riendo Rebeca caminando hacia la cocina.
Download MangaToon APP on App Store and Google Play