Camila se hallaba en la amplia sala de la casa, sentada frente a su padre que sostenía entre sus manos una copa de licor y acababa de darle una noticia que la dejó completamente desconcertada. La televisión se hallaba encendida y de pronto un reporte especial llamó la atención de la muchacha.
-¡Últimas noticias!- decía la reportera mientras a sus espaldas se podía observar un imponente edificio- El empresario Adrián Lewis, heredero de la corporación Lewis, va a casarse esta semana con Flora Mitchel- los ojos de Camila se abrieron en sorpresa ante lo que estaba oyendo- Algunos creen que la familia Lewis está vendiendo a su hija- continuaba diciendo la periodista, Camila dirigía su mirada de la pantalla hacia su padre mientras con su cabeza negaba con frustración.
Su padre depositó la copa que sostenía en sus manos, la observó y sonriendo le dijo...
-Tú vas a casarte con él- aseguró
-Yo no puedo casarme padre- alegó la muchacha con angustia.
-Puedes y lo harás- dijo el hombre con absoluta seguridad de que sus palabras se cumplirían- Es hora de cobrar el favor por criarte, Camila.- la muchacha agachó la cabeza en señal de aflicción, reflexionando acerca de la situación.
-Pero... Adrián Lewis está en coma- alegó creyendo que esa era una buena razón para negarse a la exigencia de su progenitor.
-¡Exacto!- admitió el hombre- es por eso que no dejaré que sea Flora quien lo haga. Además, ve el lado bueno al hallarse en esas condiciones, morirá pronto, Camila- acotó casi sonriendo- si él muere obtenemos el dinero, y serás libre- admitió, demostrándole a la joven lo macabro de su plan.
Mientras ellos llevaban a cabo esa charla, Flora Mitchel, la muchacha que debía contraer matrimonio con el empresario se hizo presente en la sala. Ella era una mujer muy bella, y no estaba dispuesta a desperdiciar su tiempo en cuidar de un hombre en estado de coma, razón por la cual estaba de acuerdo con los planes de su padre. Con mucha elegancia y sofisticación Flora camino hacia Camila, quedándose frente a ella.
-Es tu honor, casarte con ese hombre casi muerto en mi lugar - dijo con mucha seguridad la mujer- Solo eres una bastarda- alegó y luego de pensar unos minutos al ver que la muchacha frente a ella negaba con su cabeza agregó- A menos que quieras que dejemos de pagar el hospital y el tratamiento de tu abuelo.
Camila no podía creer lo que oía, su padre y su hermanastra estaban dispuestos a todo para lograr su objetivo. Y por más que ella se negara a aceptar, su abuelo era la única persona que la amaba incondicionalmente, el único que había estado siempre a su lado incluso después de que su madre había muerto. Ella, simplemente no podía abandonarlo a su suerte, aunque tuviera que renunciar a todo por él.
-Está bien- dijo finalmente- Pero cumple tu promesa- agregó mirando a Flora quien sonreía descaradamente, y luego Camila salió de la sala, dejando sonriendo satisfechos a padre e hija, seguros de que sus planes irían de acuerdo a como habían pensado.
Camila tenía veintitres años, era una joven sencilla, llena de calidez y amor hacia los demás. Su cabello color rojo como el fuego, el color de sus ojos y su piel la hacían destacar en todo lugar al que iba. La muchacha no era una modelo,aunque no tenía nada que envidiarle a nadie, mientras había estudiado en la universidad muchos jóvenes deseaban tener algo con ella, aunque Camila solo tenía cabeza para el estudio pensando siempre en terminar su carrera y poder ayudar a su madre con el tratamiento de su abuelo. Lamentablemente, todos sus planes se vieron frustrados, con la muerte de su madre, teniendo que acudir a su padre para que la ayudara con todo lo referente a la enfermedad del hombre mayor.
Adrián Lewis, heredero de una gran corporación, destacada en múltiples proyectos que abarcaban el área de la construcción, ciencia y tecnología.
A sus veintisiete años el trabajo era su vida, pasaba alguna que otra noche en fiestas, donde obviamente no faltaban las bebidas, mujeres y sexo, pero todo se resumía a una simple manera de despejarse un poco de vez en cuando. El hombre era todo un monumento, si bien no era portador de una gran musculatura, su cuerpo tenía todo ubicado en el lugar y la manera correcta, cabello castaño, rostro simétrico, ojos claros, era el sueño de muchas y la realidad de ninguna. Varias mujeres habían intentado retenerlo pero todas sin mucha suerte. Y tras la terrible noticia de haber sufrido un fatal accidente automovilístico que lo dejara en estado de coma, ahora se sumaba la exclusiva de que había una mujer que se convertiría en su esposa.
Tras firmar el contrato con los abogados de la familia Lewis, Camila se presentó en la clínica donde se hallaba su ahora esposo, ¿para qué? No estaba demasiado segura, pero era mejor eso a seguir en casa de su padre soportándolo a él y peor aún a Flora quien se creía una dama digna de respetar.
Definitivamente, el hombre recostado en aquélla cama le daría menos problemas y dolores de cabeza que su supuesta família.
Luego de presentarse, obteniendo la autorización para ingresar a la habitación en la que Adrián se encontraba, Camila caminó con mucho sigilo, no quería hacer ruido. Vio el cuerpo del hombre que se hallaba conectado a varios aparatos que monitoreaban sus signos vitales y sintió pena por él. Con lentitud fue acercándose a la cama, sus ojos recorrieron desde la parte de los pies de la cama y fueron subiendo hasta la cabecera de esta, le impresionó lo guapo que era el sujeto que allí yacía.
-¡Guau! Al parecer las fotos no le han hecho justicia- habló en voz alta la muchacha, después de todo allí solo estaban ellos dos y no creía que él pudiera oírla- Eres muy... Muy guapo- expresó con tristeza- es lamentable lo que te ha ocurrido- dijo, y luego emitió un largo suspiro mientras su dedo índice delineaba el contorno del rostro de Adrián, deteniendose sobre los labios del muchacho- Me hubiera encantado ser tu esposa en otras circunstancias- seguía hablando Camila- que te hubieras enamorado de mi y todo eso...pero bueno, aquí estamos y es lo que hay.
De repente la muchacha sintió en su interior un enorme deseo de probar esos labios, ladeó su cabeza mirando alrededor, temiendo que en el lugar hubiera alguna cámara escondida, después de todo ese era un hombre muy importante. Cuando creyó que no había nada, acercó lentamente su rostro al de Adrián dispuesta a quitarse ese deseo que daba vueltas en su mente. Pero el ruido de unos pasos la hicieron detenerse, y de inmediato se sentó en la silla que estaba junto a la cama, como si no hubiera sido que minutos antes estaba dispuesta a besar al hombre que se hallaba moribundo.
Afortunadamente, la muchacha logró ubicarse en la silla y calmar su acelerado corazón antes de que alguien entrara a la habitación. Se hallaba sentada junto a la cama, sosteniendo las manos en su regazo cuando una mujer que a simple vista se notaba era muy sofisticada y un joven de cabello negro ingresaron al lugar. Camila, suspiraba con resignación, ya no había vuelta atrás, lo único bueno era que gracias a ese sacrificio su abuelo podía seguir recibiendo su tratamiento médico y ella sería libre de la presencia de Flora y su padre.
Mientras la muchacha estaba sumida en sus propios pensamientos, oyó el taconeo de los pasos de la mujer que se acercaban a ella, sacándola de su nube.
-Flora- dijo la mujer, quien no tenía idea del engaño al cual los Mitchel la habían sometido, sin imaginar siquiera que la joven frente a ella no era la muchacha que iba a casarse originariamente con su hijo- Hoy oficialmente te has casado con Adrián, así que bienvenida a la familia- Camila, solo sonrió con nerviosismo en agradecimiento.
-¿Así que esta es la nueva cuñada?- dijo el morocho que se hallaba apoyado en la pared a espaldas de la mujer mayor, quien por las deducciones de la muchacha sería la madre de su esposo y por ende el joven, su hermano, aunque no se parecían en nada- Debes estar desesperada para casarte con un hombre en las condiciones de mi hermano- agregó sin contemplaciones de ningún tipo el joven. Camila agachó la mirada, pues a pesar de no saberlo, él no se equivocaba en absoluto en lo que decía.
-¡Andrew, detente!- espetó su madre en un llamado de atención hacia el morocho, quien hizo una mueca con sus labios con disconformidad y Camila sonrió satisfecha por la reacción de la mujer.
-Hola, Andrew- dijo Camila sonriendo satisfecha, para luego dirigir su mirada a la madre de Adrián- Es un placer conocerla señora Lewis- le dijo a la mujer quien ahora estaba de pie frente a ella, cruzada de brazos y observándola detalladamente.
-Debes decirme madre ahora- interrumpió la mujer-¿No estás casada ahora con mi hijo?- le increpó.
-¡No, no...disculpe, no fue mi intención!- intento excusarse Camila con notable nerviosismo en su tono de voz.
-Déjame ser muy clara, Flora- habló una vez más la madre de Adrián acercándose a la muchacha muy cerca- Te compramos- aseveró- Por contrato estás obligada a darle un heredero a Adrián. Entiende tu lugar y limítate a hacer tu trabajo.- continuó la mujer logrando que los nervios y los latidos de Camila salieran disparados- Es más- agregó- cuando el médico venga nos llevaremos a Adrián a nuestra mansión y obviamente tú iras con nosotros. Pero si estas teniendo dudas sobre todo esto puedes renunciar y marcharte.
El silencio incómodo no se hizo esperar luego de las palabras de la mujer, Camila sentía temor ante su nueva realidad, no tenía la más remota idea de que sería lo que le esperara en la casa de los Lewis, la muchacha sabía que luego de la boda improvisada con Adrián, él sería trasladado a la mansión donde vivía con su madre, sin dejar de ser asistido en el lugar por médicos y enfermeras que estarían a su disposición las veinticuatro horas del día. Pero al parecer las cosas no le serían tan fáciles como ella había supuesto, su suegra demostraba ser una mujer controladora y su cuñado un ser bastante indescifrable.
-Tranquila mamá- intervino Andrew al notar que su madre se hallaba en una posición sumamente altiva- Ella no tuvo una boda- dijo refiriéndose a la muchacha que mordía sus labios con nerviosismo- no tuvo anillo, ni siquiera pido recitar sus votos. Yo tampoco quisiera estar aquí si fuera ella - acotó casi como una burla, con las manos en los bolsillos de su pantalón y encongiendo los brazos.
-¡Andrew, Ya basta! No estas en posición de entrometerte - insistió su madre mientras Camila se debatía interiormente en que actitud debería tomar, pues claramente su suegra no estaba dispuesta a soportar demasiado y su cuñado...bueno al parecer iba a ser una persona difícil de descifrar.
-" No pienso regresar- pensaba ella- Si me rechazan o hago algo que me impida continuar con esto, el único que va a sufrir las consecuencias va a ser el abuelo"
-¡No!- expresó la muchacha de repente llamando la atención de las dos personas allí presentes- Sé lo que vine a hacer aquí, estuve de acuerdo en casarme con Adrián y no voy a faltar a mi palabra- agregó mientras Andrew la veía con diversión en los ojos como si ella fuese un fenómeno de circo o algo parecido- ¿Quieren votos?- indagó, poniéndose de pie, para luego caminar hacia la cama donde yacía el cuerpo de su ahora esposo- Tendrán votos- afirmó.
La madre de Adrián la miraba con una mezcla de duda, enojo y preocupación, en medio del silencio que se había producido en la habitación solo podía oírse el sonido de la maquina a través de la cual eran supervisados los latidos del corazón de su hijo.
-Adrián- dijo Camila tomando la mano de su esposo- no sé si puedes escucharme, pero vine aquí hoy para casarme contigo, para tener y mantener una relación, para bien o para mal, en la riqueza o la pobreza- decía la muchacha ante la mirada atónita de la madre del muchacho que se sentía asombrada ante la acción de la joven , y Andrew negaba con su cabeza en señal de insatisfacción- En la salud y en la enfermedad para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe.
Las palabras de Camila, salieron de su interior expresadas con mucho sentimiento y respeto. La muchacha se acercó más a la cama, e inclinándose sobre el rostro de Adrián, luego de tomarlo entre sus manos, cerró los ojos y depositó sobre sus labios un suave y tierno beso.
De pronto los latidos del corazón de Adrián comenzaron a acelerarse, disparandose el ritmo al máximo y mientras la muchacha abrió sus ojos debido a aquel sonido, y pasó lo que nadie esperaba y ante la mirada atónita de los presentes Adrián Lewis despertó.
La madre de Adrián corrió de inmediato a llamar a un médico, encontrándose en el camino no con uno sino con tres que recibían en sus móviles en todo momento las variaciones de los signos vitales del muchacho, y al saber que estos se habían disparado corrieron hasta su habitación.
Al ingresar, Camila se hallaba en un rincón de la habitación y Andrew simplemente había salido de ella sin prestar demasiada importancia. Cuando los médicos se acercaron a la cama, notaron que él tenía los ojos cerrados, aunque sus latidos aparentaban ser normales. Pidieron a Camila y a la madre del empresario que salieran de la habitación puesto que necesitaban hacerle al joven una exhaustiva revisacion. Las tres personas que anteriormente estaban dentro de la habitación esperaban expectantes la salida de los médicos.
-¿Ustedes lo vieron, verdad?- indagó la madre de Adrián dirigiéndose a Camila y Andrew- ¿Vieron que él abrió los ojos?.
Camila afirmó con un movimiento de su cabeza, mientras Andrew se encogió una vez más de hombros restando importancia a la situación una vez más.
-Ya, tranquila mamá Espera a que los médicos den su opinión-espetó Andrew al parecer cansado de estar allí. La mujer asintió y terminó sentándose en una silla.
Pasaron aproximadamente cuarenta minutos desde que los galenos ingresaron al lugar, y al salir la madre del muchacho se puso de pie, mientras Camila y Andrew se acercaban a su lado.
-Lo sentimos señora Lewis- dijo uno de los médicos tomando la iniciativa- fue solamente un reflejo cognitivo, a pesar de que los signos vitales de su hijo han mejorado, su estado cerebral sigue siendo el mismo.
-¿Eso que quiere decir doctor?- indagó Andrew tomando del brazo a su madre quien comenzó a derramar lágrimas silenciosas.
- Que lamentablemente no sabemos cuando despierte, o si en algún momento lo hará- respondió él galeno- A pesar de que sus signos vitales han mejorado, sus funciones cerebrales no acompañan. Sólo espero que no se demore mucho, ya que cuanto más tiempo pasa el pronóstico es menos alentador.
-¿Cómo así?- preguntó Camila sorprendiendo a los presentes, el médico la observó con la duda reflejada en su rostro, sin estar seguro si debía o no responderle.
-Tranquilo, doc- dijo Andrew- es la esposa de mi hermano- agregó indicandole al galeno que si podía responder su pregunta.
-Bueno, señora- respondió el médico- es que mientras más demoren sus funciones cerebrales, su cuerpo tal vez ya no pueda responder a ellas.- Camila, asintió en señal de comprender las palabras que le había dicho el galeno.
-Quiero llevarlo a casa- dijo entre sollozos la madre de Adrián.
-No hay problema, ya mismo voy a encargarme de que preparen todo lo necesario para llevárselo agregó el galeno para luego marcharse junto a su equipo médico.
-Bueno...Al parecer te vienes con nosotros cuñadita- dijo casi burlándose Andrew, y la muchacha comprendió que ese hombre sería como una piedra en sus zapatos.
Casi al anochecer, tan solamente unas tres horas después la ambulancia trasladó al joven Lewis hasta su mansión, siendo acompañado por el médico y el enfermero que lo asistirían. Camila descendió del vehículo en el que viajaba con su suegro y quedó sorprendida ante la opulencia del lugar, la casa era un construcción muy moderna pero que destilaba elegancia y glamour. La muchacha caminó detrás de la madre de Adrián, hasta llegar a la gran sala, allí la mujer se detuvo a observarla
-Compartiras la misma habitación que mi hijo- le dijo y la muchacha asintió- ¡ Teresa! lleva a Flora a la habitación de Adrián.
-Sí señora- respondió la mujer- Por aquí señorita- dijo la empleada a la muchacha.
La joven caminó detrás de la empleada, subieron las escaleras hasta el piso superior a pesar de que se podía observar un ascensor a uno de los lados.
-El señor agregó el ascensor cuando realizó los planos de la casa- dijo la mujer- Pensando en la comodidad de su abuelo, sin imaginarse que un día seria el quien le daría uso- se lamentó
-¿Adrián diseñó la mansión?- indagó la muchacha.
-No solamente la diseñó, él participó en la construcción de ella- respondió Teresa con amabilidad mientras caminaban- Bien, aquí es.- le dijo luego de abrir la puerta de la habitación para que ella entrara.
-Muchas gracias, Teresa- dijo Camila y la mujer simplemente le sonrió antes de marcharse- Muy bien, aquí estamos- se dijo a sí misma la joven, caminando lentamente, reconociendo el lugar en el que viviría. Se detuvo a observar sobre el buró unas cuantas fotografías que había dispuestas allí, pudo reconocer a un muy joven Adrián abrazando a un hombre mayor el cual ella supuso sería su abuelo. También halló una en la que al parecer Adrián había terminado sus estudios, pues se hallaba vestido con toga y birrete, y por último una más reciente en la cual él sonreía despreocupado ataviado simplemente con unos jeans y una remera polo.
-Es muy guapo el condenado- dijo la muchacha sonriendo.
Se sentó en la cama, desató su cabello y quitó el calzado de sus pies, apoyándolos sobre la mullida y suave alfombra que había en la habitación. Se recostó en la cama, para luego cerrar sus ojos e intentar no pensar cuando oyó ruidos en la puerta, se enderezó sobre sus codos y vio que Adrián era traído en una camilla de hospital, estando aún conectado al aparato que controlaba los latidos de su corazón. De inmediato la muchacha se puso de pie, con algo de vergüenza intentó volver a calzarse sin tener demasiada suerte pues sus zapatos habían quedado justo debajo de la gran cama, donde por lo visto iban a acostar a su esposo.
No quiso preguntar, después de todo ellos eran marido y mujer, así que era lógico que lo dejaran allí. Luego de acomodar a Adrián en la cama, el médico que lo asistió la observó
-Habrá un enfermero para controlarlo en determinados horarios- le dijo y ella no hizo más que mirarlo fijamente- Cualquier cosa extraña que usted note, no dude en informarle.- agregó y luego se marchó dejándola sola, bueno sola no...con Adrián.
-¡Ay, no cabe duda de que eres muy guapo! Es una pena que te haya pasado algo tan feo - dijo con tristeza y suspirando la muchacha tomando la mano de Adrián con mucho cuidado.
Se quedó observandolo por largo rato, hasta que oyó la puerta de la habitación abrirse nuevamente, Camila se giró sobre sus pies para encontrarse con su cuñado quien la miraba de una manera muy extraña.
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