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Tengo Que Decirte Adiós

Te extraño.

Escucho la música que me relaja mientras escribo en la computadora para terminar mi trabajo de la universidad cuando sorpresivamente el ruido de las gotas de lluvia chocando contra la ventana interrumpiendo la balada y por un momento apartó la mirada de la pantalla para observar la ventana, siempre este mes es muy lluvioso y aparecen los recuerdos que se apoderan de mi mente dejando un vacío en mi corazón.

Han pasado tres años y medio desde su partida, teniendo como consecuencia que solo queden cicatrices en mi cuerpo y heridas en el alma que no han sanado porque no hay un motivo, además de que existe una constante existencia de culpa, miedo, enojo, rencor y soledad que no me deja en paz.

Siempre me dicen la misma historia la causa de su muerte fue por “suicidio” algo que realmente no encuentro, hasta la fecha, ningún sentido y quieren que continúe con mi vida como si no hubiera pasado nada, cuando la realidad es que en un abrir y cerrar los ojos perdí al amor de mi vida.

Pero a pesar de eso cada mañana trato con un gran esfuerzo continuar con mi vida, logré ingresar a una universidad para complacer y convencer a mis padres que su pequeña niña quería seguir con su vida, para que pensara que ya no sufro, pero la realidad es que terminé encontrando en la soledad un refugio.

No niego que tengo conocidos en la universidad,, pero trato de mantenerlos al margen de unos simples compañeros que solo veo de lunes a viernes, no salgo más que con una compañera pero solo por mantener en pie la mentira de que estoy bien, no quiero preocupar a mis padres.

Regreso mi mirada a la pantalla de la computadora, realmente necesito concentrarme en terminar el trabajo, al menos puedo mantener mi mente ocupada haciendo tareas, trabajos y estudiando para los exámenes de la universidad, logrando el efecto de que sea más tolerable el dolor y la pena.

......“Unas ideas más para la conclusión y término”......

Es lo único que quiero pensar. Quiero seguir engañándome de que hay un futuro para mí. Que en algún momento todo el dolor y toda esta pesadilla que se ha convertido en mi vida terminara, y podré al fin decirle adiós al hombre que a pesar de que no se encuentra en este mundo, sigue siendo el amor de mi vida.

El adiós que no le pude dar en su funeral, pues estaba internada en el hospital bajo observancia, ya que cuando él murió me encontraron junto con él inconsciente por un golpe en la cabeza, lo que provocó que yo no recuerde nada de ese día. Cuando me dieron de alta, mis padres decidieron llevarme a su última morada, al final siempre será alguien importante para mí. Pero el no saber qué es lo que pasó ese día me atormenta. ¿Qué fue lo que te sucedió? ¿Por qué no pude detenerte?

......“Jessica, por favor concéntrate”......

Acabo el trabajo y lo envío al correo correspondiente, estiró mis brazos hacia arriba lo que provoca que alce la mirada y contemplé la cámara que me regaló en el último día de mi cumpleaños, está en la repisa justo arriba de mi escritorio, la tomo y observó la maca que le hizo.

......“J.C. + M.E.N. \= <3”......

Sin esperar más mis lágrimas recorren mis mejillas y empiezo a sentir un fuerte dolor en mi pecho, el sentimiento de tristeza y los recuerdos inundan mi mente. Me doy cuenta de que a pesar de que ha pasado tiempo lo sigo extrañando, que el sentimiento de amor se ha fortalecido cada día que ha pasado. Me despierto todos los días deseando que todo lo que he vivido haya sido parte del coma. Que en cualquier momento despertaré y quién me recibirá será él, con sus alegres ojos cafés y su típica sonrisa burlona.

Me acerco a la ventana con la cámara en mano, observó las gotas de la lluvia caer igual que mis lágrimas. ¿Algún día dejaré de sentir este dolor en mi pecho?, ¿Algún día dejaré de amar a Mario Ernesto?. Abro la ventana para al menos sentir un poco la briza.

—Mario Ernesto, cada día que pasa te sigo extrañando. Mi amor, qué destino más cruel nos tocó.

Lo digo en susurro para que el viento y la lluvia puedan llevar mi afecto hasta donde esté él.

Es un deseo continuo, que en ocasiones consume mi imaginación, el saber lo que realmente sucedió ese día. Las preguntas retumban en mi cabeza, ¿Sabías acaso que todo esto sucedería? ¿Qué tanto perdí de mi memoria? ¿Cuál fue la razón para que te suicidaras?. Tal vez sabiendo todo esto podría al fin poder decirte adiós y continuar con mi vida.

Todos me lo dicen, Tengo que decirte adiós.

Pensamiento

                   Ring, Ring, Ring

        Abro mis ojos consecuencia del ruido del despertador, siento una profunda pereza para iniciar el día pero recuerdo que es necesario, por lo que me  levanto rápidamente de la cama, sin embargo me empiezo a sentir mareada, lo que hace que me sienta en la cama.

        Trato de respirar lentamente mientras cierro mis ojos, hace días que no me sentía así pero se que es consecuencia de las pastillas antidepresivas que suelo tomar.

        Cuando me siento capaz de mantenerme de pie vuelvo a levantarme, obviamente con toda la precaución posible. Me siento mucho mejor, el mareo se ha ido, así que continuo con mi camino hacia la repisa para apagar el despertador, acto seguido despierto la luz de mi cuarto, para así hacer mis estiramientos matutinos para empezar la rutina de siempre.

        El ruido del celular me sorprende, es un mensaje de texto por el tono que usa, lo tomó para ver la notificación de WhastApp.

        Lucia Rivas: Buenos días hermosa, quería saber si sigue en pie nuestra salida del día viernes, para recordarle a mis padres antes de que se vayan a trabajar.

        Lucía, mi compañera y “amiga”. Que no se malinterprete, después de perder a Mario Ernesto no he logrado confiar en alguien al cien por ciento. Es por ello que debo de mantener la mentira ante mis papás de que me encuentro bien, así que en ocasiones salgo con ella. No mentire que me agrada Lucia, pero somos dos personalidades y gustos diferentes. Lo positivo es que somos compañeras de la misma carrera, así que es un beneficio, ya que es una gran ayuda para los trabajos en equipo. Lucia tiene las virtudes de ser responsable y estudiosa. Pero es de confesar que en ocasiones nuestras personalidades chocan, ya que ella adora hablar con medio mundo, mientras que yo evito a toda costa hablar con las personas.

        Se puede decir que puedo confiar en ella, ya que me ha demostrado que me puede cubrir cuando lo necesito, como yo puedo hacer lo mismo por ella,

        Puedo “confiar” en ella pues en ocasiones me cubre cuando lo necesito, así como yo lo hago cuando ella lo necesita.

                   Jesica C.: Si. Pero ¿Sigue en pie el plan del domingo?

                Lucía Rivas: Claro que sí, yo te acompaño.

        Dejo a una lado el celular para ahora si iniciar con la rutina, me baño y me cambio con un outfit algo básico pero con colores principales el negro y gris, uso solo crema en mi rostro, delineador negro y un labial color rojo.

        Una vez terminada la rutina bajó hacia la cocina, donde me sorprendo, ya que están mis padres junto con un desayuno listo para mí. Mierda, sé perfectamente qué significa esto. Se irán lejos por algún corto o largo tiempo.

         —Buenos días mi amor, ven siéntate a desayunar antes de ir a la universidad.— Dice mi madre con una sonrisa amistosa, mi padre está a su lado tomando café, ambos ya vestidos cómodamente para solo tomar sus maletas e irse.

    —¿Se van a ir de viaje otra vez, verdad?— Comento de manera fría mientras los observo molesta. Se puede notar que mi mamá tiene alguna incomodidad. Miro la hora en mi reloj y noto que son las 6:20 a.m, mi clase empieza a las 7:00 a.m., por lo que es mejor que salte nuevamente el desayuno para llegar a mi clase a tiempo.

        —Mi amor, tú padre y yo debemos de ir a España a negociar con unos inversionistas, nos iremos dos semanas.— Suelta rápidamente. Siento un dolor en mi pecho, pero poco a poco me he acostumbrado a este dolor en mi pecho.

        —Está bien, que se diviertan.— Salgo rápidamente de la cocina para así tomar las llaves del carro y largarme a la universidad. Escucho a mi padre llamándome tras de mí, sin embargo hago caso omiso. No quiero que me vean llorar.

        Arrancó el carro y voy directo a la universidad, mi mente solo piensa que nuevamente estaré sola en esa casa. Me veo nuevamente cuando era pequeña en medio de una enorme casa en silencio y estando sola. Siento un hueco en mi estómago, a estas alturas ya no sé si es de tristeza, decepción o hambre.

        Al llegar al estacionamiento, me detengo en un espacio vacío. Limpio mis pequeñas lágrimas y miro la hora en el celular, la cual marca las 6:50 horas de la mañana. Tengo tiempo para tranquilizarme y mentalizarme en distraerme con las clases.

         Finalmente salgo del carro como si no hubiera pasado nada dirigiéndome hacia el salón correspondiente. Busco un asiento vacío junto a la ventana, por lo que puedo observar que el cielo se encuentra nublado.

        Saco de mi mochila mi carpeta para así poder ocupar una nueva hoja, donde anotar la fecha del día de hoy.

...18 de Agosto....

        Llega el profesor que da la clase, trato de poner atención pero mi mente no ayuda, dado que se encuentra inundada de pensamientos de tristeza y soledad, por lo que en un pequeño momento de inspiración empiezo a notar lo siguiente:

...Te extraño mas de lo que pensaba...

...Me duele más de lo que recordaba...

...No se porque te pienso...

...No se por que esta melancolía llegó...

...Y sobre todo en esta época...

...Supongo que aquí inicio...

...Supongo fue porque aquí termino...

...Me duele y finjo no sentirlo...

...Pero en lo más profundo de mi ser sigues tan enterrado...

...No te puedo sacar...

...Aunque no quiera, sigues aquí...

...Me hace falta tu presencia, me hace falta tú dulce compañía...

...Ahora estoy sola...

...¿Qué debo de hacer ahora?...

...¿Cómo puedo decirte adiós?...

        Se incrementa el dolor en mi pecho. Es bastante dejar ir a alguien que tanto amaste. Observó hacia la ventana, donde el cielo refleja mi tristeza.

        En ocasiones pareciera que puedo sentir su presencia, como en estos momentos. Siento como si algo calmara el dolor en el pecho, y en mi mente puedo escuchar su voz, como si estuviera susurrando.

...“mira el cielo mi amor, y encontrarás la fortaleza que necesitas, mira las nubes mi niña y podrás sentirme a tu lado, mi vida míralos y me tendrás aunque esté lejos, aunque terminemos o cuando yo no esté míralas y yo estaré contigo”...

       Trato de tranquilizarme y seguir con la clase. Debo hacerlo o en cualquier momento lloraré.

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Mensaje

Por fin se termina la clase que tengo a las diez de la mañana, lo que significa que tengo tiempo libre. Así que lo mejor que puedo hacer es ir hacia la biblioteca y estudiar para el examen de la siguiente semana.

Al llegar busco alguna mesa sola, la cual si logro encontrar. En la biblioteca las mesas, sillas, así como los sillones de descanso son de color negro, haciendo un contraste con las paredes y piso que son de un color puro, el blanco.

Creo que esos colores representan en ocasiones la mentalidad de algunos compañeros y profesores, ya que siempre tienden a señalar que dentro de la carrera se debe de vestir de cierta forma, así como la toma de decisiones, sin que se deje el camino de ver más allá de las cosas. Supongo que es una de las razones por las que llegó a tener conflictos en el gusto de la carrera.

Visualizo una de las mesas vacías, por lo que me dirijo hacia ella y siento en la silla para luego sacar mi carpeta, así como el código correspondiente de la materia con la finalidad de estudiar. Es necesario repasar algunos conceptos, así como ir verificando los artículos que el profesor mencionó durante la clase, solo para cerciorarme de que sean los correctos.

Empiezo a sentir ligeramente un dolor de cabeza, pero cada segundo que pasa parece incrementar. Dejó a un lado lo que ando haciendo y prefiero acostarme en la mesa con los brazos cruzados, una manera de esconderme de todo en medio de ellos.

Mi mente tan traicionera hace que recuerde esas tardes en las que Mario Ernesto y yo estudiabamos para los exámenes.

—No puedo más, es bastante información.

—Claro que si puedes mi amor, es fácil en verdad.

—Lo dices porque eres un genio a comparación de esta simple mortal.

Siempre he amado la mirada de ternura que tiene Mario Ernesto, provoca un sentimiento de paz en mi cuerpo. Creo que su simple presencia la genera.

En este tiempo juntos siempre me ha hecho sentir especial, tan amada. Lo miro a los ojos y sonríe, toma mi rostro con tanta delicadeza como si tocará algo tan frágil y de pronto me besa, sus labios son suaves y perfectos, me dejo llevar ante su exquisitez al besar.

Lo único que puedo pensar es en lo bien que me siento estar a su lado. Me siento tan amada y correspondida que dudo que alguien pueda ofrecerme y que yo corresponda ese amor. Genuinamente lo amo.

Se separa de mí para volver a mirar a los ojos, mismos que brillan por tanto amor.

—Eres tan bella, inteligente y responsable, te prometo que estudiando juntos lograremos nuestros sueños.— Susurra entrecortado. Me encanta su tono de voz.

Acto seguido besó mi frente. Un beso que sé que significa que la persona que deposita dicho beso, es por que ama de manera tan pura a la otra que desea no solo tocar su piel o su corazón, sino algo tan sagrado como el alma.

—¿Seguimos estudiando?. — comenta mientras deposita en mis labios un beso.

—Si amor.— Le sonrió y continuamos con lo que estamos haciendo.

Mis ojos se llenan de lágrimas y mi respiración se agita un poco.Debo de tranquilizarme, no es un lugar en donde me gustaría llorar y mucho menos tener un ataque de pánico.

Trato de disimular fingiendo que me quede dormida. Aunque siendo sincera ¿Alguien estaría observando lo que hago?. Regulo mi respiración, inhalando y exhalando despacio, así como poco a poco seco mis pequeñas lágrimas.

Cada día que pasa me doy cuenta lo mucho que lo extraño. Extraño la calidez de sus brazos, cuando nos tomábamos de las manos para caminar. Pero es una cruel realidad darme cuenta que no volveré a sentir ese calor tan especial en su toque. Ahora él se encuentra descansando debajo de la tierra, no volveré a ver esos bellos ojos cafés, mucho menos su dulce sonrisa.

El dolor en mi cabeza aumento, como consecuencia de que llore. Mantengo el control de mi respiración, pero comienzo a sentir un malestar en mi pecho.

Espero unos cinco a diez minutos para sentirme mejor y levantar mi rostro de mi escondite. Deseo de todo corazón seguir siendo esa persona que pasa desapercibida y nadie note mis ojos inflamados, sin embargo y para la mala suerte que tengo un chico que es amigo de Lucía se sentó enfrente de mí y me miró extrañado.

—¿Te encuentras bien? ¿Jesica?— Menciona de manera dudosa, como si no estuviera equivocando en pronunciar mi nombre.

Me quedé paralizada por unos segundos. Me siento incómoda sobre todo por que se me formó un nudo en la garganta, así que decido afirmar con la cabeza. Decido rápidamente buscar dentro de mi mochila una botella con agua, la abro y bebo de ella para deshacer el nudo.

—Compañera te noto que estás pálida, ¿quieres que le marque algún familiar o a Lucía?

—No, gracias….

Me quedo callada al darme cuenta que no se su nombre. Él al darse cuenta de lo que está pasando hace un gesto de molestia.

—Lucas.— Comenta irritado.

Me sonrojo ligeramente apenada con él, pues recuerdo que me ha dicho su nombre en más de una ocasión en los breves encuentros que hemos tenido con Lucia. Lucas es un chico bien parecido, es de una estatura de un metro setenta, por lo que me ha comentado Lucia es uno de los chicos más atractivos de la facultad.

—¿Segura que estas bien? ¿Has comido bien?— Su voz es más amable. ¿Tan rápido puede cambiar su tonalidad?.

—Si, en verdad no hay necesidad de que le hables a alguien.— Comento de manera tajante, pero el simplemente nuevamente me examina y decide mejor tomar su celular y comenzar a escribir.

—Le mande mensaje a Lucía para que venga a verte, te ves pálida ¿sientes algún otro dolor?.

—No.— Miento, obviamente no le diré si me siento bien o mal, sobre todo el hecho de que para mí no es una persona de confianza. Además de que Lucia me lo presentó con la finalidad de que me abra a nuevas amistades, o en su caso, para que saliera a pequeñas citas, a lo que frene rápidamente. Aun tengo miedo, no estoy lista para dar esos pasos. Aun sigue en mi corazón Mario Ernesto.

Me quedo callada, no hay más que se pueda decir, así que es mejor que empiece a guardar mis cosas en la mochila. Cuando tomo mi teléfono puedo notar que tengo una notificación de un mensaje nuevo, pienso por unos momentos que puede ser Lucia pero por unos minutos siento como algo dentro de mi se quiebra al leer el contenido.

Número xxx: Hola Jesica. Soy la señora Gabriela Melendez, la mamá de Mario Ernesto.

Espero que te encuentres bien.

 Me tomo el atrevimiento de escribirte por este medio para comentarte que estaré este fin de semana en la ciudad y pretendo visitar el día domingo la tumba de mi hijo, sinceramente quisiera que me acompañes, ya que es necesario entregarte algunas cosas.

Espero tu confirmación. Excelente día.

No he sabido nada de la madre de Mario Ernesto desde el día en  que me llevaron por primera vez a la tumba de mi amado. Las últimas palabras que me dirigió fueron de manera fría y recalcando que su hijo se encontraba tan mal que no solo prefirió suicidarse, sino que también me lastimó. Que él fue quien provocó aquellas heridas. Pero a pesar de que haya dicho todo eso, una llama en mi no me deja creerme en su totalidad dichas palabras.

¿Qué es lo que me quiere entregar?, mi curiosidad es más por lo que es mejor que confirme mi asistencia.

Jesica C.: Si claro, nos vemos el domingo.

Sé perfectamente que soy la única que visitaba la tumba de Mario Ernesto. Trato de hacerlo seguido, dejándole flores, así como quedarme ahí leyendo algún libro en voz alta, teniendo la esperanza de que él escuche mi voz. Esa pequeña actividad era algo que continuamente pedía que hiciera cuando estábamos juntos.

—¿Te sientes mareada o algo? En verdad te noto mal.— La voz de Lucas provoca que aterrice en donde me encuentro. Al encontrarme con su mirada puedo notar que muestra cierto grado de preocupación por mi.

—Jesica, estás totalmente pálida. Ven, debemos de ir a desayunar.— Llega Lucia con nosotros.

Acepto su propuesta con una afirmación con la cabeza, me levanto de la silla tomando mi mochila, lista para seguir el paso de aquella chica alegre.

—Gracias Lucas, nos vemos el jueves, ¿va?.— Siento como Lucas me mira y luego mira a Lucia con cierto grado de complicidad.

—Si, claro.

Lucía camina en dirección a la puerta, yo la sigo pero antes me despido de él con un simple adiós con la mano. Puedo sentir como me sigue con la mirada. Es extraño cómo me siento tan incómoda con él, como si algo en mi cuerpo pidiera a gritos que lo mejor es mantenernos alejados de él.

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