¡Saludos! Primero que todo, muchísimas gracias por estar aquí. Para mí es un gusto que entre tantas obras, hayas elegido la mía para leerla. Si encuentras esta nota es para advertir el contenido que encontrarás a continuación:
✓ La obra NO está corregida aún, por lo que es posible que encuentres errores y “HORRORES” ortográficos, de redacción, etc. Estoy corrigiendo poco a poco cada una para que puedas disfrutar de una buena y fluida lectura, pero a esta aún no le toca el turno. Esta novela la escribí en el 2018, fue una de mis primeras obras, no conocía nada de gramática, de acentuación, en fin, de nada. Aun así, quise compartirla con ustedes. Espero puedan comprenderlo y tenerme PACIENCIA.
✓ Algunos capítulos están desorganizados, refiriéndome al # del capítulo, ya que las escenas eróticas fueron eliminadas por la plataforma, por lo cual, cuando corrija la obra estaré modificando el contenido para que sea aprobado. Si hay muchos asteriscos es debido a que hay ciertas palabras que la plataforma censura por diversos motivos como por ejemplo: palabras soeces, de índole sexual o parecido, por lo que no está en mis manos y espero pueda comprenderlo.
✓ En algunas historias encontrarás fotos de los personajes, pero en muchas de ellas no lo hago porque me gusta que el lector se lo imagine a su gusto. No obstante, también hay casos donde la forma en que veo a los personajes, no coincide con ningún modelo real.
✓ Por favor, si es la segunda vez que lees la historia, no reveles ningún acontecimiento. Permite que quien no haya tenido el privilegio de leerla, pueda disfrutarla y crear sus propias teorías.
Ya habiendo aclarado estos puntos; espero disfrutes de la lectura. ¡Un abrazo!
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Era una mañana común y corriente, aun así, había mucho tráfico. Al parecer, todo el mundo se puso de acuerdo en salir a la misma hora. Miraba el reloj, deseando que se detuviera el tiempo y el tráfico desapareciera; hoy era mi primer día de trabajo y, a pesar de haber salido a tiempo de la casa, parece que no era mi día de suerte.
Subí la radio al escuchar que estaban pasando mi canción preferida, «R. Kelly - I Believe I Can Fly» eso quizá me serviría para calmar mis nervios y el mal humor. Cantando la canción, como si estuviera en la ducha, me percaté de que las personas del auto del lado me estaban mirando. Creo que esa artista que llevaba por dentro lo hizo de nuevo. Subí la ventana para que no pudieran escucharme y continué cantando.
Llegó un momento en que la canción me comenzó a deprimir; quisiera tener alas para ya haber llegado al trabajo. Fue como un balde de agua fría, pensar en el hecho de que solo soy una simple humana, y que mi amargado jefe me va a despedir si no logro llegar a tiempo. Golpeé la cabeza en el volante y sin querer toqué la bocina; la persona del auto de enfrente sacó su dedo del medio por la ventana, y abrí los ojos en sorpresa, al ver que era una señora bastante mayor, de lo contrario, le hubiera insultado.
Luego de varios minutos, pude irme por la salida que me tocaba para ir directo al trabajo. Llegué a la agencia tres minutos antes de que me tocara entrar. Saludé a quienes me ayudaron el día de la entrevista y subí en el ascensor; al abrirse, me encontré a mi jefe y estaba parado frente a la puerta mirando su reloj.
—Buenos días, ¿o debería decir buenas tardes? — me miró serio, y bajé la cabeza.
—Buenos días, Sr. Cooper. Disculpe mi tardanza, le prometo que no volverá a ocurrir.
—No llegó tan tarde, solo unos cuatro segundos luego de la hora de entrada.
¿4 segundos? ¿Y este bicho raro estaba contando eso?
—Sígame, le mostraré su lugar de trabajo.
Jasper es mi nuevo jefe; serio y amargado, trata a todos mal en la agencia. El primer día que lo conocí, me tropecé con él y me dio una mirada, que fue peor que recibir una puñalada. Su agencia de modelaje es la número uno en todo California. Es un privilegio, o golpe de suerte que me hayan aceptado aquí con la poca experiencia que tengo. Es muy inteligente y conocido, siempre aparece en todos los medios. Físicamente es muy atractivo; alto, tez blanca, delgado, tiene un perfil y un rostro casi perfecto, excepto cuando frunce el ceño; tiene unos ojos color cafés, su cabello es castaño oscuro y siempre peina a la moda.
—Este será su escritorio, está justo frente a mi oficina. Aquí tiene un altavoz, por donde la estaré llamando siempre que la necesite. Por otro lado, es importante advertir que me gusta que estén siempre pendiente de mi llamada. No soy muy paciente, ¿puede comprenderlo?
—Entendido, Sr. Cooper.
—Es mi asistente, no una ejecutiva, así que puede llamarme Sr. Jasper.
—Sí, Sr. Jasper.
—Las reglas son muy básicas; atender llamadas, programar citas, acompañarme a todas las reuniones y siempre cargar con una libreta de notas y un lápiz. ¿Hasta ahora estoy siendo claro?
—Sí, Sr. Jasper.
—Mi agenda está en su escritorio, necesita avisarme de todos los compromisos que tenga y anotar los que le informen. Hay una cosa importante; mi familia viene ciertos días a la semana y tiene prohibido dejarlos entrar a mi oficina mientras no estoy. Lo demás se lo iré informado mientras me vaya acordando. Su contrato lo firmó en el día de ayer, así que debe saber las reglas básicas; aparte de que no es la primera vez que trabaja de asistente. ¿Ha entendido todo hasta ahora, Srta. Nichole?
—Me ha quedado todo claro, Sr. Jasper.
—¿Qué tengo para ahora? — me miró, y me acerqué al escritorio para ver su agenda.
—Tiene una reunión en 30 minutos con la Sra. Keyla Peters, en el Centro de convenciones.
—Muy bien, prepare sus cosas para que me lleve.
—¿Ya tan rápido?
—Debe tener en cuenta que es muy poco el tiempo que estará en la oficina; mayormente estoy en reuniones o atendiendo los eventos de pasarela, y para todo eso debe acompañarme.
—Perfecto.
Busqué todo lo necesario y lo guardé en la cartera. Me dio sus llaves y caminó al frente, yo lo seguí para entrar al ascensor. Al llegar al estacionamiento, me mostró cuál era su auto y quedé sorprendida. Las personas adineradas se pueden dar ciertos lujos. Era un auto de último modelo. ¿Qué más podría esperar? Si choco un auto como este, no podré pagarlo ni vendiendo el trasero. Le abrí la puerta trasera pensando que se subiría, pero se fue al frente. No encontraba cómo encender el auto, y él no decía una sola palabra.
—Disculpe, Sr. Jasper. ¿Cómo puedo encender el auto?
—¿No suele leer instrucciones, Srta. Nichole?
—¿Y este auto las trae? — pregunté sorprendida.
Jasper giró su cara y escuché como si se estuviera riendo de mí. Hubiera querido decirle muchas cosas, pero es mi jefe y no puedo faltarle el respeto. Miré por el lado del guía, pero no tenía dónde insertar la llave.
—Tome su tiempo— miró su reloj y me sentía más presionada.
¿Cómo es posible que no pueda encender un maldito auto? Miré las llaves y me di cuenta de que tenía un botón de encender y, al presionarlo, el auto encendió. Me quedé asombrada por lo que acababa de ocurrir. Justo en la pobreza. Que auto magnífico. Jasper carraspeó y lo miré.
—Ya que ha descubierto a América, ¿podemos irnos?
Este hombre es irritante.
—Lo siento, Sr. Jasper— sonreí.
Debería insertar esta llave en su trasero para que se ría con ganas. ¡Maldito idiota! Manejé hasta el centro de convenciones y me estacioné en frente, él se bajó y yo lo seguí, pero daba unos pasos de jirafa. Al entrar miré a todas partes, había muchas modelos en grupo y caminando de lado a lado, fotógrafos y reporteros. Al ellos ver a Jasper, caminaron hacia nosotros. Maldición, debo alejarlos de alguna manera. Me paré enfrente de él y ellos se acercaron para hacerle preguntas, pero se quedó en silencio.
—Venga por aquí, Sr. Jasper — señalé a otro lugar para que caminara, y él trató de caminar conmigo.
No nos dejaban pasar, y por más que traté de que no se cruzaran en su camino, solo soy una contra más de seis reporteros. Sentí una suave mano que agarró la mía y, al mirar, vi que era Jasper. Miró mal a los reporteros y me hizo caminar con él. Caminamos por un largo tramo y nos logramos deshacer de ellos.
—Lo siento mucho, se supone que haya sido yo quien lo protegiera— le dije agitada y me solté de su mano.
—Eres mi asistente, no mi guardaespaldas. No vuelvas a hacer esa tontería, se pudo haber perdido entre esa gente.
—¿Eso qué significa?
Se giró de nuevo a reírse y caminó. ¿Este hombre seguirá burlándose de mí? ¿Qué tipo de jefe es este? Lo seguí hasta que se detuvo frente a la pasarela, donde había muchas modelos, que cuando lo vieron se bajaron para acercarse.
—Sr. Jasper, es una sorpresa tenerlo por aquí— me empujaron para rodearlo.
—Sally me dijo que no están cooperando con su nuevo instructor. ¿Qué está ocurriendo? — habló en un tono firme y todas se pusieron nerviosas.
—Déjenos explicarle, señor.
—No están tomando esta carrera en serio y saben que detesto eso.
—Es solo que él va muy rápido y no comprendemos nada de lo que dice o hace.
—El instructor es buen amigo mío y es muy bueno en su trabajo, le ha enseñado a muchas modelos famosas y no se quejan como ustedes. Espero no escuchar ninguna otra queja o voy a cancelar la asistencia al evento, y tendrán que buscar otra agencia. ¿Les quedó claro?
—Lo sentimos mucho, Sr. Jasper, no volverá a ocurrir.
—Eso espero — pidió un espacio y se paró al lado mío —. Ella es mi nueva asistente, su nombre es Nichole. Ella estará a cargo ciertos días de ustedes, así que sean buenas con ella.
—Sí, señor— todas me miraron como bicho raro y era comprensible, no me parezco en nada a ellas. La única gordita que había en todo ese lugar, era yo.
—¿Nos va a evaluar, Sr. Jasper? — preguntó la rubia de ojos claros.
—Sí, hagan la fila — respondió.
Se pusieron en fila y de lado, mientras él iba agarrando el trasero de cada una de ellas. ¡Este tipo es un pervertido!
—Has aumentado bastante, Norma, pero aún te falta un poco más. Las demás están iguales, sigan con los ejercicios.
—Gracias, Sr. Jasper — se despidieron de él y se fueron a la pasarela.
Jasper se giró hacia mí y me miró.
—¿Qué hay con esa cara? — me miró fijamente.
—Es la única que tengo — respondí automáticamente y sin pensar.
Jasper arqueó una ceja y me miró serio.
—Quise decir, me sorprendí mucho con lo de hace un momento— si vuelvo a hacer algo así a mi jefe, me va a despedir. ¿Qué rayos está pasando contigo, Nico?
—¿Por qué la sorprende? ¿No me diga que está esperando que le haga lo mismo?
—¿Qué dijo?
Se giró, llevando su mano a la cara.
—Vámonos.
¿Otra vez se está burlando de mí? ¿Y este qué se cree?
—Buenos días, Sra. Peters— se dieron un apretón de manos.
—Buenos días. Tanto tiempo sin verlo, Sr. Jasper. No pensé que vendría a nuestra cita, ya que la última vez tuvimos ese malentendido.
—No tenía pensado asistir, pero quería enseñarle a mi asistente cómo se hacen las cosas— su tono fue tan cortante e indiferente, que me sorprendió.
Keyla sonrió con las muelas de atrás. Este hombre le puede mencionar la madre a cualquiera como si nada y nadie le dice o hace nada.
—Ella es Nichole, mi nueva asistente.
—Un placer. Es extraño ver a alguien como usted por estos lugares— sonrió hipócritamente y pude notarlo a simple vista.
—¿Y cómo es ella? — preguntó Jasper esperando su respuesta.
—Diferente— miró a Jasper y él se mantuvo serio.
—Claro que es diferente, ni modo que se parezca a Karina.
—¿Por qué siempre tenemos que llegar a lo mismo, Sr. Jasper?
—Porque gracias a ti es que esa mujer intentó drogarme.
—Eso no es cierto.
—No me importa si es o no cierto, solo sé que no me interesa seguir mencionando a esa mujerzuela. Ahora te pido que sigamos con el tema del trabajo, está incomodando a mi asistente— ella me miró y volvió a sonreír.
—Lo siento, Srta. Nichole — se disculpó y claramente se notó forzado.
Me sentía fuera de sitio, y más con ese intercambio de palabras. Creo que se notaba lo incomoda que me estaba sintiendo. Caminamos a la pasarela y nos paramos a mirar a las mismas mujeres con las que habló Jasper hace unos minutos atrás. Él se les quedó mirando fijamente y Keyla también.
—Algo me dice que Norma está haciendo desarreglos. ¿Estás evaluando su dieta? — preguntó Jasper.
—Sí, todo está en orden con ella.
—Srta. Nichole, quiero que vayas atrás con las chicas cuando terminen para que las vaya pesando. Anotarás el peso de cada una de ellas y lo escribirás en la libreta de notas, luego me lo traerás.
—Sí, Sr. Jasper.
—No haga borrones en la libreta—no entendía la razón por la cual pedía eso, pero de igual manera estuve de acuerdo.
Mientras Jasper hablaba con Keyla, una señora alta, tez blanca, pelo ondulado y rubio, se acercó a Jasper.
—¡Qué sorpresa! No pensé que estarías por aquí, madre.
—Lo mismo digo. ¿Qué haces por aquí en un día como este? — preguntó su madre.
—Estoy aquí con la Srta. Nichole, mi nueva asistente— me miró para que me acercara y me detuve a su lado.
—Un gusto conocerla, señora— le dije amablemente.
Ella se quedó en silencio y me miró de arriba abajo. Por su expresión pude darme cuenta de que no fui de su agrado.
—Ella es Cindy, mi querida y amable madre —dijo Jasper.
Su tono sarcástico se pudo notar muy rápido. Yo me sentí tan incómoda, que no sabía dónde meter mi cara.
—Ve con las chicas, ya mismo la buscaré — me ordenó.
—Sí, Sr. Jasper.
Me fui por detrás de la pasarela y había dos chicas esperando.
—¿Y tú qué haces aquí? — preguntó la rubia de ojos azules.
—Vine por órdenes del Sr. Jasper. Debo pesarlas. ¿Podemos comenzar con ustedes?
—Es raro que dejen pasar a cualquiera para esta área.
Vi la báscula y me detuve al lado, claramente ignorando su comentario.
—Órdenes son órdenes. ¿Comenzamos? — ignoré la burla de ambas y continué.
Jasper
—Me puedes decir, ¿qué demonios te pasa, madre? ¿No te enseñaron a ser educada?
—Cuidado de cómo me hablas, Jasper.
—Si sigues molesta con lo que ocurrió con Karina, ese no es mi problema, pero al menos no te desquites con mi asistente.
—¿A eso le puedes llamar asistente? Karina era la mujer adecuada para ser tu asistente. Tenía las cualidades necesarias, tanto físicas como profesionales.
—Claro, y buscó drogarme quién sabe con qué motivo. ¡Bravo! ¡Qué asistente tan perfecta! No me hagas repetirlo dos veces, no me agrada que te desquites con los demás por tu estúpida forma de pensar — alzó la mano dispuesta a darme una bofetada y la sujeté en el aire —. Ese tiempo de pegarme llegó a su fin hace muchos años, así que baja esa mano y no vuelvas a intentarlo o no respondo.
—Estás muy altanera desde que te convertiste en esto que tengo en frente.
—Te guste o no te guste, esto soy.
—Quiero que consigas otra asistente. Si no quieres a Karina está bien, pero al menos no dejes mucho de qué hablar contratando a una mujer como esa.
—Esa mujer tiene nombre y creí habértelo dicho. Por otra parte, ese debe ser mi problema, no el tuyo. Lo diré una sola vez; no interfieras en mis asuntos, madre.
Nichole
—Eres muy torpe para ser asistente. ¿Realmente has hecho esto antes? — preguntó la rubia de ojos azules.
—Ni que fuera complicado anotar el peso.
—No creo que te peses a menudo, estarías arriesgándote a romper la báscula — las chicas rieron y no pude evitar sonreír.
—Gracias a Dios solo pesa la grasa, porque si pesara el bótox y la silicona, creo que estarías en sobrepeso también.
—¿Escuchaste eso, Raiza? — las chicas se burlaron de ella y furiosa me empujó.
—¿Y tú quién te crees que eres? ¿Piensas que porque eres la asistente de Jasper, puedes hacer lo que se te da la gana aquí? Estás en el lugar equivocado, ballena
No puedo perder la paciencia o puedo perder mi trabajo. Traté de ignorarla lo más que pude.
—Lo que digas, mujer. Ahora súbete para pesarte, no tengo todo el día.
Me miró mal y se subió a la báscula. Ignoré su actitud y continué en lo mío. Al terminar con todas ellas, me despedí y bajé las escaleras de la pasarela, cuando sentí que me empujaron fuertemente por la espalda y caí al suelo. Gracias a Dios que fue en el último escalón, o de lo contrario, me hubiera lastimado mucho más. Me lastimé un poco el tobillo, pero fue por los tacones. Solo a mí se me ocurre ponerme esto para trabajar. Miré en dirección a las escaleras y estaban tres de ellas cruzadas de brazo mirándome. Traté de alcanzar la libreta de notas y el bolígrafo, cuando Jasper lo recogió por mí.
—¿Qué está pasando aquí? ¿Qué haces en el suelo? — me fui a levantar y me extendió la mano para ayudarme.
—Me tropecé, Sr. Jasper. Siento mucho que me haya tenido que ver en este momento tan vergonzoso— no estoy para problemas ahora, será mejor dejar las cosas así.
—Y yo me chupo el dedo — comentó sarcástico, y fijó su mirada a las chicas que estaban en las escaleras —. Ven conmigo.
Recogí mi bolso y caminé detrás de Jasper para subir las escaleras de nuevo. Mi tobillo me estaba molestando para subirlas a la velocidad de él. Luego de alcanzarlo me paré a su lado y él las hizo poner a todas en fila.
—¿Quién lo hizo? — preguntó en un tono firme y molesto. Incluso a mí me dio escalofríos escucharlo hablar así.
Se miraron entre ellas y él caminó lentamente mirando a cada una.
—Parece que ninguna piensa hablar. Ya que quieren jugar, permítanme unirme también. Irán afuera y darán 50 vueltas al centro de convenciones en tacones y corriendo. ¡Muevan ese trasero todas ahora! — ordenó.
Eso es demasiado drástico y cruel. No encontraba qué decir porque, a pesar de haber visto a esas tres en las escaleras, no estaba segura de quién había sido, y no podía culpar a la tal Raiza, ya que ella no estaba entre esas tres.
—¿Yo también estoy incluida en ese castigo? — pregunté nerviosa.
—¿Desea correr también?
—No, pero si debo hacerlo, lo haré.
Sonrió, y sacudió la cabeza.
—No me oculte las cosas que le sucedan. No me gustan los secretos. Se lo pasaré solo por hoy, ¿de acuerdo?
—Lo siento, no volverá a suceder, Sr. Jasper.
—Vamos afuera. Tengo que asegurarme de que las den.
Él se quedó vigilando a cada una de ellas y contando cada vuelta que daban, se veía ansioso mirando su reloj. Había pasado una hora y media, y aún no terminaban.
—¿Necesita que le traiga algo de tomar o de comer? — le pregunté.
—No, iremos por algo tan pronto ellas terminen. Hoy no voy a poder mostrarle el proceso de selección, pero mañana vendremos de nuevo— se giró hacia mí y miró mis pies—. Le recomiendo que use zapatos cómodos para venir a trabajar. ¿Ya no le duele?
—No, ya estoy bien. Gracias por preguntar, Sr. Jasper.
Me dolía como un demonio, pero no iba a estar quejándome en mi primer día.
—No es la primera vez que sucede esto, por eso le pido que me diga las cosas. Si alguien la molesta, no dude en avisarme. Yo tomaré las medidas pertinentes para resolver cualquier asunto que se presente. Por otra parte, debo advertirle que no será nada fácil su trabajo. Espero esté preparada para trabajar bajo mucha presión, porque aquí las cosas se ponen algo tensas, y más cuando estamos en temporada playera.
Dos modelos se detuvieron y Jasper se giró hacia ellas.
—Aún les falta una, ¿qué esperan para darla?
—Le diremos quien fue, pero no podemos correr más, Sr. Jasper — dijeron ambas fatigadas.
—¿Quién fue? — Jasper se quedó escuchándolas atentamente —. Muy bien, ahora den la última vuelta.
—Pero, señor…
—Se mantuvieron calladas hasta ahora, así que cumplan con el castigo como las demás— les dio la espalda ignorando cualquier comentario que pudieran añadir.
Debo procurar no provocarlo, o no quiero imaginar el castigo que me dará. Ese hombre se toma las cosas muy en serio. Estuvo esperando que regresaran todas. Cada una de ellas se veían sumamente cansadas, y para completar, era la hora donde hace más calor. Llegaron algunas sin los tacones puestos.
—Kiara, Nina y Lucy, vengan al frente— les ordenó serio.
Las tres dieron un paso al frente y bajaron la cabeza.
—No hace falta mencionar lo que sucedió hace un momento, ¿o sí?
Las tres se miraron y sacudieron la cabeza.
—¿Qué esperan para disculparse?
Me miraron y se disculparon las tres a la vez. Me sentía algo incomoda por la situación, pero por dentro me sentía satisfecha, al ver que no se salieron con la suya las tres mosqueteras. Acepté sus disculpas y Jasper las miró nuevamente.
—Me han hecho perder mucho tiempo, y es algo que no soporto. No voy a tolerar este comportamiento tan detestable y patético. No doy segundas oportunidades, y menos cuando han llegado tan lejos. Espero sus cosas estén recogidas para cuando regrese mañana.
—Pero el evento será en un mes, y hemos estado preparándonos para esto, Sr. Jasper.
—¿Pensaron en el evento cuando empujaron a mi asistente? Agradezcan que no sucedió algo mayor, o de lo contrario, no solo sería el evento lo que estarían perdiendo ahora. Las demás pueden seguir ensayando, el instructor vendrá en la tarde, así que las quiero preparadas.
—Sí, Sr. Jasper.
Se fueron todas y Jasper caminó en dirección al auto, así que me fui detrás de él. Le abrí la puerta para que se subiera y, en sus labios se ensanchó una sonrisa.
—Que caballerosa es, pero no necesito que me abra la puerta, es usted quién va a subir ahora — aguantó la puerta esperando que subiera y lo hice para no hacerle perder más tiempo.
Al subir y encender el auto, vi que esbozó una sonrisa.
—Temía que no encendiera luego de todo lo que hizo para hacerlo.
—Veo que le gusta burlarse de mí.
—¿Herí sus sentimientos?
—Sí, lo hizo. ¿Cómo se supone que sabría que el auto iba a encender por un botón? No sé si se ha dado cuenta, pero soy pobre y no acostumbro a manejar este tipo de autos.
—Lo pobre no es lo gracioso, es que carga unos espejuelos colgados de su cuello, pero no los ha usado en ningún momento. ¿Cómo podría haberse dado cuenta?
¿Este idiota me está diciendo ciega en mi cara? Este auto debería tener un botón, pero que al presionarlo, lo haga volar con todo y asiento por los aires.
—Es muy observador, Sr. Jasper — respondí entre dientes.
—Sí, y también puedo leer mentes. Debería tener más cuidado con lo que piensa— me miró de reojo y sonrió.
Eso sí me causó miedo. Me quedé en silencio y miré en su agenda. Tenía varias citas para la tarde. Por lo que veo es cierto que está todo el tiempo ocupado. Supongo que tendré que acompañarlo a todos sus compromisos. Trabajar en una oficina médica, no es lo mismo que trabajar para él.
Se detuvo frente a Cassell' Hamburgers y se bajó. No pensé que vendría a un lugar como este, ya que creí que solía visitar lugares donde te cobran hasta por usar el papel higiénico. Este restaurante es mi favorito, lo he visitado muchas veces con mi compañera.
—¿No va a bajarse?
—Sí— me bajé del auto y lo seguí.
Cuando ordenó, vi que sacó su tarjeta con la intención de pagar las dos órdenes y le entregué el dinero a la cajera para pagar lo mío. Jasper miró a la cajera y ella me miró a mí.
—Quédese con eso de propina y cobre las órdenes con mi tarjeta— le dijo Jasper.
—¿Está seguro, señor? — preguntó la cajera.
—Sí.
—No, señorita— iba añadir algo más, pero Jasper me miró fijamente.
Su mirada me hizo cerrar el pico.
—¿Cláusula 7.1? — me miró, esperando mi respuesta y traté de recordar cuál era esa.
No tenía idea de qué trataba de decir, así que me disculpé. Caminamos a la mesa y nos sentamos.
—La agencia, en este caso yo, me encargo de proveerle lo necesario a mi empleada; y eso incluye sus comidas. Si permito que pague usted, lo que estaría cobrando, terminaría gastándolo solo en comida. Debe tener en mente que estará comiendo fuera durante las horas de trabajo. Lastimosamente no puedo enviarla a su casa para que vaya a preparar sus comidas y regrese. ¿Lo comprende?
—Comprendo.
—¿Ya dejó su otro trabajo?
—Tengo que presentarme mañana a buscar mis documentos y llevar la carta de renuncia.
—¿Le gustaba mucho ese trabajo?
—Sí, me encantaba.
—¿Era un doctor o una doctora?
—Una doctora.
—¡Qué bueno! — carraspeó —. Digo, es bueno que haya aprovechado esta oportunidad. Yo sí suelo pagarle bien a mis empleados, por eso suelo ser muy exigente con ellos. Además de que sé que es muy sacrificado.
El mesero nos trajo la orden y él miró su plato.
—¿Suele comer en este tipo de lugares? — le pregunté, al ver que agarró el tenedor.
—Sí— su respuesta no sonó muy convincente.
—¿Viene a menudo aquí?
—Es la primera vez en este lugar. ¿Usted viene a menudo?
—Sí, la verdad es que me sorprendió que me trajera aquí.
—Le pregunté en la entrevista de cuáles eran sus comidas favoritas y mencionó las hamburguesas, por eso la traje.
—No tenía que hacerlo, Sr. Jasper.
—Yo quise. Buen provecho.
Me le quedé viendo sorprendida. Es la primera vez que veo a alguien comer una hamburguesa con tenedor. Quería burlarme, pero prefiero reservarme la burla. No quiero que me vayan a hacer correr en tacones. Al terminar de comer, me estiré.
—Estoy llena como una puerca— dejé escapar ese comentario en voz alta y Jasper me miró.
Normalmente hablo de esa forma con Claudia, mi compañera, y por un momento pensé que estaba con ella. Sentí tanta vergüenza por haber dicho eso delante de mí jefe, que llevé mi mano a la cara. Escuché la risa de Jasper y tuve que mirarlo, era como si le estuvieran haciendo cosquillas, pues no paraba de reír.
—Es entretenido ver su rostro en este momento. Eres muy divertida— rio más fuerte.
—¿Suele comer hamburguesas con tenedor todo el tiempo? — pregunté, a lo que su risa se pasmó.
—¿Le gusta correr, Srta. Nichole? — esbozó una sonrisa maliciosa.
Entendí esa referencia a la perfección.
—Si le digo que no, ¿eso me ayudaría de algo?
—Quien sabe.
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