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¿Es Mío? Talvez...

Soy Allan

Soy Allan, veintidós años, sin trabajo a tiempo completo, sin familia, sin amigos y sin lo más importante, una novia, soy un saludo de la nada, hace un par de años tuve un accidente de auto, perdí la memoria, aunque no tenía nada bueno que recordar, al fin y al cabo no tenía nada importante que recordar, ¿o si?

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Desperté a las cinco de la tarde, tenía una transmisión a las siete, así que preparé lo necesario, agua, las palomitas rancias de siempre, pero que quitaban mi hambre y mi sopa instantánea antes de la transmisión.

No tengo trabajo, así que hago videos reaccionando a series anime por las noches, no soy tan popular, pero tengo algunos fieles suscriptores, miramos videos toda la noche hasta el amanecer, hablamos de cosas sin sentido y terminamos riéndonos como unos estúpidos, no digo que esté bien, pero tampoco me desagrada.

Hoy iba a ser igual, hay veces en las que tengo crisis existencial, pero se me pasa cuando prendo la cámara de video, empecé la transmisión saludando, presenté el vídeo de la noche.

- Hola a todos, soy yo de nuevo, ¿cómo les va?

Así transcurrieron las horas, estaba entretenido, el género gore no es el que más me gusta, pero a mis seguidores sí y les había prometido una maratón así que aquí estamos.

Todo iba tranquilo, solo era yo acurrucado con todas mis fuerzas en la silla tratando de no dar un brinco cuando saliese alguna escena sangrienta, la verdad es que me moría de susto, odió ver sangre, no me gusta.

- Finalmente, hemos acabado, no diré que la pasé genial, por el contrario, iré a limpiar mis pantalones, nos vemos.

Terminé la transmisión, revisé los comentarios y todos se la pasaban de lo genial comentando como me cagaba de miedo, que asco de seguidores... En fin, son seguidores, cuando quieren son buena onda y cuando no pues aporrean lo caído. Seguí leyendo los comentarios y casi al finalizar empezaron algunos comentarios extraños.

"Alguien está mirando por la ventana"

"oye mira atrás"

"Santa mierda, ¿qué es eso?"

Pensé que solo trataban de asustarme, los ignoré, aunque...

Atrás mío solo está mi ventana, que curiosamente da a la calle, eran las tres de la madrugada cuando esos comentarios empezaron, ¡mierda!

Corrí hasta la cama y me tapé con el cobertor, no iba a salir hasta que el sol saliera completamente, sea lo que sea cuando todo esté más claro podré verlo, creo.

Hasta que...

El llanto de un bebé.

¡Carajo!, obviamente grité para mí solo, esas cosas son tan jodidas, se me congeló la sangre, no saldría, en verdad no saldría, estaba tan asustado que en ningún momento se me ocurrió que ese bebé no fuera un fantasma.

Pasó media hora y el llanto no cesaba, después de una crisis de pánico y de rezar a santos que incluso no conocía fue que caí en cuenta, ¿y si es un bebé de verdad? ¿si lo dejaron ahí porque ya no lo quieren?, mi corazón se detuvo, en verdad pude sentir como mi corazón se detenía, ¡que bestia soy!

Un bebote

Cogí un palo de escoba, mi almohada y algo de coraje. Me asomé lentamente hacia la ventana mientras pensaba que el sótano no fue un buen lugar para alquilar, juré que si conseguía algo de dinero extra por ahí me rentaría un mejor lugar para vivir, pensé en una casa por el campo, pero luego pensé en la conectividad y la disponibilidad de recursos, soy un vago sin remedio y la vida en el campo no era para mí, pero fue tranquilo sería, soñé, en esos breves segundos me imaginé en un campo abierto rodeado de bosques y una llanura de flores amarilla sin nada a miles de kilómetros de distancia, que sueño.

El llanto del bebé me trajo a la realidad, abrí la ventana y ahí estaba, la canasta era bastante grande y pesada, saqué la mitad de mi cuerpo por la ventana para poder jalar la canasta y entrarla en mi humilde cueva.

Vaya, que bonito y regordete bebé, espera...

Lo miré un poco más, lo observé con cuidado, se parecía a alguien, ¿a quién?, no podía descifrarlo.

No era un bebé recién nacido, ya tenía dientes y era muy pesado, lo cargué con esfuerzo y estuvo por resbalarse de mis manos un par de veces. Lo seguí mirando, él también me miraba, hace unos instantes lloraba como si no hubiera un mañana y ahora míralo, muestra sus dos únicos dientes y trata de agarrar mi cara, tiene mejillas tan gorditas y rosadas, que hermoso bebote... Aguanta, ¿qué es ese asqueroso hedor?

Dejé al bebé en su canasta y fui a cerrar la puerta del baño, ya que vivo en el sótano a veces el olor se vuelve insoportable por las mañanas, pero cuando me acerque a cerrar la puerta del baño me pareció que el hedor ya había desaparecido, igual cerré la puerta.

Volví con el bebote, y el hedor volvió.

Oh no, no, no, no, no, no y no.

¡Qué mier...! Tenía una suposición, una que esperaba y no fuera cierta, pero tengo muy mala suerte, el bebote estaba sucio... ¿Qué se supone que haga?, ¿Debería regresarlo a la calle y que alguien más se encargue?, si, eso haré.

Alcé la canasta y estaba dispuesto a dejarlo dónde lo encontré, pero como si el bebote se diera cuenta de lo que pensaba hacer empezó a llorar a todo pulmón, el pánico se apoderó de mí y no tuve más remedio que regresarme la canasta.

¡QUE PROBLEMÁTICO BEBOTE!

Me puso un gancho de ropa en la nariz, estuvimos mirándonos como diez minutos sin hacer nada, reflexioné un poco, y caí en cuenta de que si no lo cambiaba yo... Lo cambiaría otra persona.

Me coloque mis mejores trapos, no me quite el gancho de la nariz y salí a la calle con la canasta en brazos.

No te preocupes bebote, conozco a alguien que puede ayudarnos y sobre todo ayudarte a ti que te estás pudriendo.

Caminé lo más rápido que pude y llegué a la casa de esa persona.

Hola

¿Tú?, ¿qué haces aquí a esta hora?, ¿qué es eso?, ¿qué diablos...?

Se llama Champa, es un amigo que conocí en línea, es un omega muy buena onda y que tiene dos diablillos que dicen ser hijos suyos.

Quiebra

El bebote se estaba pudriendo, en serio, ese hedor no es de humanos, Champa estuvo por cerrarme la puerta en la cara, pero yo fui más rápido y entré empujando la puerta.

- Debes ayudarme

- ¿a qué te refieres con que debo?

- Champa por favor...

- No es Champa, es Charlie

— ¡oh! vamos, Champa, somos amigos...

— Hace tres semanas

Champa tenía una mirada complicada de descifrar. La verdad tenía miedo de que me echara a la calle con el bebote en brazos. Al final aceptó, y aquí estamos, yo intentando no desmayarme y Champa tratando de no soltar una palabrota en frente de los niños.

— Ese bebé es muy apestoso, mami.

El de la verdad es Taylor, el hijo mayor de Champa.

— De seguro lleva tiempo con el pañal sucio, debiste cambiarlo a penas se ensució.

Champa me dio una mirada de hielo, pasé saliva y solo agregué.

— Creí que era un fantasma

La cara de "¿en serio?", de Champa fue muy graciosa, pero no podía reírme en su cara, después de todo me estaba ayudando. Solo asentí y mordí mis labios para no dejar escapar una carcajada.

— Ya está listo.

Fue el anuncio de Champa que hizo que volviera a pisar suelo, los miré y ahí estaban, Champa estaba hecho para criar niños, se veía radiante con el bebote en brazos, sí, diría eso para dejar al bebote en casa de Champa y librarme.

— ¡Fuera de mi casa!

Así me botaron con el bebé en brazos, ¿en verdad era tan difícil?, ya tenía dos bandidos en casa, uno más no le haría daño, pero al parecer Champa no pensaba así.

En medio de la calle con un bebé en brazos, nunca pensé que algo así pudiese pasarme, que locura.

Pero... Espera... Este bebé no es mi responsabilidad, entonces...

— Lo dejaré en alguna otra puerta.

Eso pensé, mejor dicho, lo dije y el bebote lo había entendido y comenzó a llorar a todo pulmón.

...----------------...

Ahora estamos en mi cuarto del sótano, me llené de pánico en medio de la calle y tuve que huir para que la gente dejara de mirarme así de extraño. Casi al llegar el bebé se calmó y algo que erizó mi piel paso... El bebote estaba buscando pecho y me mordió un pezón

...🤯🤯🤯🤯🤯...

Casi dejó caer al bebé del susto, pero afortunadamente no lo hice, entré a una tienda de conveniencia y compré un cartón de leche. Aunque no era oficial ahora sí que lo es.

Estoy en quiebra, sabían que un cartón de leche de fórmula casi es un asalto a mano armada. Podría haber comprado una docena de sopas Maruchan con ese dinero, fue un robo descarado y cuando se lo reclamé al de la tienda solo me miró feo y me dijo...

— Señor, para empezar, si no tenía para cuidar un hijo debió cerrar bien las piernas o tener un buen método anticonceptivo, ahora sí le parece excesivo el costo de la fórmula simplemente dele leche de su pecho.

La cara de seriedad que puso al decirme eso lo fue todo, para empezar soy beta, no podría tener hijos, además me gustas las MUJERES y jamás abriría las piernas a nadie.

Pagué la fórmula con todo el dolor de mi corazón y el de mi bolsillo.

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