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Fantasy

¿Qué pasa con Leo?

Una pareja de novios se encontraba teniendo una cita en el zoológico y santuario, Jesse, un buen lugar para olvidarse de la rutina que ambos compartían de lunes a sábado, llamada: Universidad.

“¡Mira, te está mirando!” Dijo ella emocionada mientras señalaba a un pequeño panda.

El pequeño panda había posado su tierna mirada en Leo, el novio de la chica, quien en comparación a ella, él no parecía estar tan entusiasmado por la eventualidad.

“¿Leo...?”

“... Lucie. Hay algo que tenemos que hablar...”

...****************...

Entre los estudios de Lucie(19 años) y el trabajo de Leo(34 años) como profesor de Matemáticas en la misma universidad, ellos solo disponían de unas cuantas horas al día para poder estar juntos. En otras palabras, eran pocos los momentos que podían ser llamados "tiempo de calidad" en su relación.

Pero independientemente o no de ser así, Leo últimamente parecía estar molesto por algún motivo. Repentinamente, empezó a ser distante con Lucie, ocasionando que ese "tiempo de calidad" se reduciera drásticamente aún más.

Inevitablemente, Lucie empezó a sentir que Leo la estaba evitando. Cuando él llegaba a casa luego de impartir su última clase, normalmente ella estaría en el sofá de la sala haciendo su tarea y él le preguntaría por su día y se acomodaría a su lado dándole un beso en la mejilla. Pero ahora, cuando Leo llegaba a casa y Lucie se encontraba ahí, él se dirigía directamente a su estudio particular luego de saludarla con un simple hola, como si fuese una empleada o una más de sus conocidos.

¿Qué está pasando? Se preguntaba Lucie. Ella no lograba descifrar la razón de este cambio en su comportamiento.

La última vez que Leo llegó del trabajo Lucie incluso intentó cambiar de roles preguntando primero: “¿Cómo estuvo tu día, profesor?” Pero él solo contestó: “Bien,” y luego se metió a su estudio.

Lucie empezó a cuestionarse mentalmente: ¿Acaso hice algo malo? Lo más lógico le pareció suponer que ella era la causante de todo esto porque, las personas se molestan cuando haces algo mal, ¿no? Ese fue su primer pensamiento. Seguido por el segundo: ¿Será que ya no quiere estar conmigo, pero no se atreve a decírmelo? Y el tercero: Tal vez está molesto porque me adueño de sus bolígrafos sin decírselo. Y el cuarto, y el quinto, y el sexto...

¿Acaso no hubiera sido mejor preguntarle a él qué es lo que sucede, y ya? Esa pregunta la hubiera ayudado a descubrir la verdadera razón del cambio repentino en el comportamiento de Leo. Desafortunadamente, esa fue la única pregunta que Lucie no se planteó.

...****************...

“Tal vez está celoso...” Opinó una de las amigas de Lucie.

Lucie estaba tan desconcertada por los recientes acontecimientos en su relación; de modo que, pidió opinión a sus amigas de la universidad.

Quizás ellas comprenden estas cosas mejor que yo.

No muchos sabían de la relación que había entre Lucie y Leo. Lucie le contó sobre eso solamente a dos de sus amigas de la universidad: Sofie y Julie, luego de hacerlas prometer que no se lo dirían a nadie más porque, si se esparcía el hecho de que una estudiante de cuarto año tenía una relación amorosa con el profesor de Matemáticas, podrían generarse ciertos rumores. Dirían cosas como: "Está con él solo para obtener buenas calificaciones," o, "el profesor de Matemáticas es un pervertido."

Además, podrían despedir a Leo de su trabajo por mezclar su vida amorosa con la profesional. Aunque de hecho eso no era así...

Lucie y Leo mantenían sus sentimientos apartados de lo laboral (académicamente hablando). Acordaron mantener una relación Maestro-Estudiante mientras estuvieran en la universidad, y una de pareja amorosa fuera de ella.

“¿...Celoso? ¿Leo?” respondió Lucie a su amiga Sofie, “¿Por qué habría de estarlo...? ¿Acaso le molesta que salude a los demás profesores igual que a él?”

“No, Lucie. ¡Con los estudiantes!”

“¿Eh?”

Lucie jamás había sentido interés por alguien de su edad, mucho menos por alguno de sus inmaduros compañeros de curso. Había excepciones con algunos de ellos a los cuales; Lucie, consideraba que eran muy brillantes y muy maduros para su edad. Pero a ellos solo les tenía respeto, sin ninguna clase de sentimiento implicado. Sin embargo eso no quería decir que a Lucie no le gustaran los chicos de su edad, simplemente nunca se enamoró de alguno.

“¡Sii!” dijo de un brinco Julie, quien también estaba dando su opinión. “Ahora que lo dices, cuando estábamos en su clase lo vi un par de veces volteando hacia ti cada vez que un chico se te acercaba. Sobre todo cuando lo hacía el chico nuevo que recién ingresó a la universidad.”

“¿A, sí?" Dijo Lucie con un poco de asombro en su voz.

¿Leo está celoso por el estudiante de ingreso? Ellas no sabían si eso era verdad, pero, dado el comportamiento de Leo, a Lucie le parecía lo más probable. Además, los cambios en su relación coincidían con la fecha de inscripción del nuevo estudiante.

“Lucie, solo piénsalo,” dijo Sofie con un tono claro. “Él definitivamente quisiera estar en el lugar de ellos para poder estar contigo y pasarla bien como alguien de tu edad.”

“¿Tú crees?”

“Por supuesto,” continuó Sofie. “Él se derrite de la envidia al ver como socializas con esos chicos más jóvenes que él.”

“Y... ¿Eso está mal?” preguntó Lucie.

“Pues, supongo que no,” respondió sinceramente Sofie. “No está mal que tú les hables. Pero creo que deberías dejarle claro que a ti solo te gustan mayores.”

“¡¡A mí no me gustan mayores!! ¡¡Solo Leo!!” Lucie lanzó las manos hacia su boca al darse cuenta de que había levantado un poco la voz. Quería dejar claro a sus amigas que a ella no le gustaban solo los tipos que fueran mayores que ella, a pesar de que Leo era uno.

“Lo sabemos, Lucie,” dijo mansamente Sofie ayudando a bajar las manos de la boca de Lucie. “... Tengo una idea. ¿Por qué no salen los dos a algún lugar y pasan un buen rato juntos como la pareja que son? Así podrías averiguar si lo que creemos es verdad. Si alguien tiene una respuesta definitiva para eso, ese es el mismo profesor Leo.”

“¿Y, a qué lugar me sugieren invitarlo?” preguntó Lucie.

“¡Justamente tengo dos boletos del Zoológico para este fin de semana!” Dijo animadamente Julie sacando dos boletos de su bolso.

“...No, no podría aceptarlos,” dijo Lucie enseguida pareciendo inesperadamente nerviosa mientras agitaba sus brazos. “Tú los compraste. Son tuyos...”

Lucie no aceptaba regalos, por ninguna razón en particular, solo no lo hacía por educación. Ella tampoco hacía regalos de vez en cuando para solidificar sus relaciones. No. Ella tenía la costumbre de hacer regalos solamente cuando era el cumpleaños de alguien o si realmente sentía que esa persona lo necesitaba. Pero si a ella le ofrecían un regalo en cualquier ocasión que no fuera en su cumpleaños o en Navidad, prefería no aceptarlo.

“...Nah, no te preocupes,” le dijo Julie hablando amablemente. “Mi prima está en su primer año de la carrera para biólogos. Teníamos planeado ir al zoológico para que ella pudiera estudiar de cerca el comportamiento de las tortugas, pero uno de sus profesores decidió obsequiar una tortuga a cinco de los mejores estudiantes de su curso; así que, la cerebrito ya no me necesita para hacerle compañía... Me obsequió los boletos pero yo ya no tengo planeado ir. Así que puedo dártelos a ti Lucie. Tomalos.” Y puso los boletos en las manos de Lucie.

Lucie observó los boletos mientras los sujetaba, y dijo: “¿Estás segura de que puedo quedármelos?”

“Si, no hay problema,” respondió Julie con una sonrisa.

Y esa es la razón por la que una pareja de novios formada por una universitaria de 19 años y un profesor de Matemáticas de 34 saldrían en una cita al zoológico y santuario, Jesse, posteriormente.

“Buena suerte, Lucie.”

“Sí, Buena suerte.”

Ambas amigas le desearon buena suerte; sin embargo, esa cita sería recordada para siempre por Lucie como el principio de una larga y angustiosa sentencia de amor...

Lucie y el profesor de Matemáticas

Lucie

Yo soy Lucie. Una universitaria en su último año de la carrera de enfermería.

Me gradué de secundaria a los 16. Y si todo marcha bien, en este año me graduaré de la universidad a los 20.

Mi cumpleaños es en septiembre. Estamos en junio así que todavía tengo 19.

Soy la más menor de entre mis amigos en la universidad, aunque eso realmente no es relevante. Mi mejor amiga Sofie es solo un año mayor que yo, y mi otra mejor amiga Julie es un año mayor que ella. Si ellas fueran incluso 10 años mayor que yo, eso seguiría siendo igual de irrelevante para mí.

Las relaciones entre personas no necesariamente deben tener un límite de edad, ¿saben? Aunque supongo que dirán que es común que alguien como yo piense así, debido a que mi novio es un par de años mayor que yo... Así es, mi novio Leo. Él tiene 34 años. Así qué solo tiene 15 años más que yo. Tampoco es demasiado, ¿okay?

Y todavía no les cuento la mejor parte...

Leo, además de ser mi novio, es uno de mis profesores en la universidad. Específicamente el de matemáticas.

La edad de una persona pierde todo tipo de relevancia al momento de enamorarse. Independientemente de quién te enamores. Pero eso solo lo comprendí cuando conocí a Leo... Vi en él lo que jamás había logrado ver en alguien más. Supongo que él seria como mi media naranja, o mi amor a primera vista como le dicen.

Sin duda alguna el destino me hizo encontrarme con él.

Aunque, el destino, a veces no es bastante claro cuando trata de decirte que algo no está yendo del todo bien...

Los últimos días Leo ha estado comportándose de una manera extraña. De la noche a la mañana sentí como si él ya no fuera el mismo. Tal vez exagero, pero, no miento al decir que Leo ahora se comporta distinto conmigo. No sé qué es lo que le pasa, pero, él... está evitándome. Incluso cuando estoy en su clase. Cuando lo observo y él se da cuenta de que lo estoy mirando, se pone nervioso y aparta la mirada, y luego actúa como si nada hubiera pasado.

He tenido mis dudas estos últimos días, pero, aún no le he preguntado qué es lo que en realidad le sucede.

Hablé con julie y Sofie sobre el asunto, y las dos están de acuerdo en qué lo mejor sería preguntárselo a él directamente. Sin embargo, no puedo evitar sentir miedo a su respuesta... Quisiera estar para siempre al lado de Leo pero... ¿Cómo reaccionaría si él me dijera que ya no quiere estar conmigo?

Fuu, ¡soy un verdadero desastre!

¿Qué debería hacer? Julie me obsequio dos boletos para invitar a Leo al zoológico pero, ¿debería hablar con él ahora? La verdad, preferiría primero escuchar su respuesta. No aceptas una cita proveniente de alguien que odias, ¿o si? Aunque ni siquiera sé si en realidad me odia...

¿Por qué demonios está ocurriendo esto? ¡Aaahrr...!

Son las 5:37 pm. Leo sale del trabajo a las 6:00 pm. Los boletos del Zoológico son para mañana... Invitaré a Leo y averiguaré de una vez que es lo que rayos está pasando. Si, eso es lo que haré.

***

Los horarios de Leo en la universidad, como profesor de Matemáticas respecto a sus clases, variaban de modalidad de lunes a sábado. Sin embargo, su jornada de trabajo era de 9 am a 12 pm y de 1 pm a 6 pm. Un total de 48 horas laborales semanales.

Aunque Leo era libre de dejar la universidad a las seis en punto, la mayoría de las veces se quedaba y pasaba a la oficina del rector para charlar un rato con él y con los demás profesores de esto y de aquello.

“Profesora Suzanne, ¿cómo está su madre de salud? Espero poder disfrutar junto a ella de la fiesta de invierno de este año.”

“Ella está bien, esté seguro de que asistirá. Ella también lo espera con ansias.”

“¡El profesor Joseph lleva 45 años casado con su esposa! Sin duda alguna es admirable.”

“¿¡45 años!? Creo que eso sería demasiado tiempo para mí.”

“Lo dices porque todavía no has encontrado a la indicada.”

“Profesora Sara, ¿qué le parece si vamos juntas al retiro espiritual este fin de semana?”

“¡Por favor, sii!”

“¿Retiro espiritual? Me gustaría ir también. ¿Puedo ir con ustedes?”

“Si, por supuesto.”

“¿Qué hay de usted, profesor Leo? ¿También quisiera acompañarnos?”

“Gracias, pero creo que esta vez paso. Espero que la pasen bien.”

Leo se llevaba bien con sus colegas en el trabajo, pero con frecuencia les rechazaba sus invitaciones para salir juntos. Sobre todo porque no le gustaba tener que responder afirmativamente a una propuesta súbitamente salida de la nada. Él prefería contar con el tiempo suficiente para poder subestimar los posibles riesgos o posibles beneficios detenidamente antes de acceder a algo. Aunque si ellos le insistían, él de todos modos aceptaría por educación.

Sus compañeros de trabajo siempre lo invitaban a salir porque lo consideraban alguien muy agradable y amistoso, pero ya estaban acostumbrados a que frecuentemente él los rechazara. Así que rara vez le insistirían para convencerlo de aceptar.

“De acuerdo, lo invitaremos a la próxima.” No obstante, siempre contraatacaban con ese tipo de respuestas para qué la próxima vez a él no le fuera tan sencillo escapar de sus propuestas.

La charla entre los catedráticos transcurrió por un par de minutos más. Luego de que finalizó, Leo se despidió de todos y se marchó.

Normalmente Leo va a casa utilizando el transporte público (autobús,) pero esta vez decidió ir a pie porque estaba de buen humor y no se sentía tan cansado.

Eran las 6:23 pm cuando Leo llegó a casa, luego de una caminata de 10 minutos desde la universidad hasta el hotel residencial en donde rentaba un apartamento. Un dormitorio de 3 metros cuadrados, una cocina y una sala de estar correspondientemente comparables, un cuarto extra (su estudio), y un cuarto de baño, justo lo necesario para residir cómodamente junto a su novia Lucie, quien seguramente esperaba por él sentada en el sofá de la sala.

Repasando mentalmente la plática que recién acababa de tener en la universidad con los profesores, Leo recordó el chiste que contó el profesor de biología; Steven, mientras conversaban: "maestra, si corro dentro de una universidad, ¿cuenta como carrera universitaria?" A Leo no le hizo tanta gracia, pero de todos modos se río por educación. Lo que en verdad si le causo mucha risa fue que pudo notar que a los demás profesores tampoco les hizo gracia el chiste, pero al igual que él también se rieron. Fue algo chistosamente incómodo. Así que cuando Leo abrió la puerta de su apartamento lo hizo con una pequeña sonrisa en su rostro y luego entró.

Invitación

Lucie estaba haciendo su tarea en el sofá de la sala, como de costumbre. El sonido de su lápiz de grafito corriendo sobre el papel de su cuaderno era el único ruido que recorría la estancia. Con cada segundo que pasaba, las paredes retumbaban al compás del tictac del reloj analógico que Lucie había estado observando regularmente desde que su manecilla más pequeña apuntó hacia el seis...

Ya habían pasado 23 minutos desde eso, y Lucie sabía que se aproximaba el momento de afrontar el problema que se hospedaba en su relación.

¿Cuál será el motivo del cambio en el comportamiento de Leo? ¿Por qué su relación había cambiado de una manera tan repentina? Más importante aún: ¿Por qué Leo no ha querido expresar cuál es el problema realmente? Eran muchas dudas las que tendrían que ser resueltas.

Sería la hora de la verdad. El momento más esperado. La resolución de los hechos. El enigma al fin revelado y... Lucie escuchó el seguro de la puerta siendo abierto...

Lucie levantó la cabeza hacia arriba y se estremeció mientras su vista dejaba atrás lo que sea que estuvo escribiendo en su cuaderno, volteó hacia la puerta y en su mente aparecieron dos enormes signos de exclamación al ver quien había llegado a casa...

Era Leo. Al fin había llegado. Era el momento de ponerse en marcha.

“Hola, Lucie, ” dijo Leo cuando la vio.

Por alguna razón que Lucie desconocía, Leo había estado sonriendo cuando abrió la puerta. Pero para su mal presagio, su sonrisa descendió cuando la saludo a ella. Pese a eso, ella le devolvió el saludo.

“Hola, profesor.”

Lucie se refería a Leo como "profesor" siempre que lo saludaba. Leo creía que ella lo hacía solo para fastidiarlo, aunque Lucie ya le había dicho que era solo un apodo de cariño. Sin embargo, la mayoría de las veces ella lo llamaba por su nombre.

Leo inmediatamente se dirigió hacia su estudio, como solía hacer últimamente luego de llegar a casa. Lucie no le apartó la vista de encima mientras él avanzaba.

Leo justamente estaba tomando la perilla de la puerta de su estudio cuando Lucie le dijo: “Oye, Leo, quiero hacerte una pregunta...”

Leo volteó su cabeza en dirección a Lucie y respondió: “... Dime.”

Lucie titubeo: “Tú... ¿Tienes planes para el día de mañana?”

Esa pregunta lo tomó por sorpresa, pero; aun así, Leo volteó los ojos hacia arriba tratando de recordar si pasaría el día ocupado o no. Pero antes de que pudiera responder algo, Lucie se apresuró a hablar.

“Antes de que respondas, quiero que sepas que hay una posibilidad de que alguien tenga dos boletos para el zoológico en su bolso.”

Leo puso cara de intriga y soltó la perilla de la puerta para voltearse.

“¿El zoológico...? ¿Hablas de ti?”

Lucie asintió. "Sip, Julie me los obsequió para que fuéramos los dos juntos. ¡Mira!" Y sonriendo sacó los boletos de su bolso para mostrárselos.

“¿Y por qué no vas con ella?”

La sonrisa de Lucie se desvaneció al oír esa pregunta.

Entonces sí está enojado, pensó Lucie. ¿O acaso está celoso de que pase mucho tiempo con las chicas?

Si observamos su respuesta, esa es la típica frase que diría alguien que está celoso.

{Oye, mi amor, ¿quieres ir al cine conmigo?}

{¿Por qué no lo invitas a él? A fin de cuentas últimamente pasas más tiempo con él que conmigo}

Eso es lo que expresaba esa respuesta.

Pero Lucie descartó ese pensamiento de inmediato: Leo no se pondría celoso por algo tan infantil.

En cambio, todavía no desechaba la posibilidad de que estuviera celoso de un chico de su curso. Eso sería algo más lógico y entendible. En ese caso solo tendría que pedirle que confiara en ella, y ya. Le diría: ¡No hay amor si no hay confianza! O algo parecido.

Aunque pensándolo bien, eso es algo por lo cual Leo hablaría con Lucie directamente, en caso de que en realidad estuviera celoso. Inevitablemente, a Lucie se le hizo un nudo en el hilo. ¿Entonces qué rayos pasa?

“¿Qué?” le respondió Lucie. “¿Entonces no quieres ir?”

“No, me refiero a, ¿por qué Julie te los dio a ti para que me invitaras a mí, en lugar de que fueras con ella?”

Así que... era eso.

Buena pregunta. A Lucie se le olvidó completamente que su plan únicamente lo sabían Julie y Sofie. Leo no estaba enterado para nada. ¿Por qué Julie le obsequiaría boletos para el zoológico para que ellos fueran a divertirse sin ella incluida? Lucie tenía que inventar un pretexto y rápido.

“Ah, verás...” empezó a decir Lucie, jugando con sus dedos. “A Julie le obsequió los boletos una de sus primas, pero ella dijo que ya había perdido el interés de ir. Por eso me los obsequió a mí... Julie... sabe que tú eres mi novio, y entonces... a ella le pareció buena idea que tú y yo tuviéramos una cita. Y yo se los acepté porque ella me convenció de que sería una buena idea invitarte. Por eso.”

En parte era la verdad. Pero había más motivos además de eso.

“¿Entonces qué dices?” Continuó Lucie, con un tono repentinamente animado. “¿Quieres ir?” Y puso una sonrisa de oreja a oreja.

¿Quién podría decir que no ante ese rostro tan adorable?

Sin embargo, Leo solo se volteó y tomó la perilla de la puerta nuevamente.

Lucie perdió las esperanzas de algún modo arreglar la situación al ver su negativa acción de darle la espalda. ¿Ni siquiera va a responder? Ese fue un pensamiento muy doloroso para ella.

Leo, aún sujetando la perilla de la puerta que daba hacia su estudio, se quedó quieto mirando al frente, guardó silencio unos segundos, y entonces habló...

“Está bien, Lucie,” y después entró a su estudio.

¿Dijo que sí?

En realidad, parecía que Leo no tenía intenciones de aceptar la invitación de Lucie desde un principio. A ella incluso le pareció que él se sintió forzado a aceptarla. Pero por lo menos ese era un primer paso, y había salido relativamente bien.

Al menos si aceptó, pensó Lucie.

Haciendo eso a un lado. Inmediatamente después, Lucie terminó de hacer su tarea y se abalanzó hacia la cocina para preparar la cena. Lucie siempre esperaba a que Leo estuviera en casa para poner mano en la cocina. La razón: es porque ellos dos siempre cenaban juntos, y si Leo salía tarde del trabajo, al volver a casa, ambos salían a comer juntos algo rápido o a un restaurante.

Terminando de cenar, Lucie le comentó a Leo que iría al supermercado para comprar todo lo necesario para su cita de mañana en el Zoológico. Ella lo invitó a acompañarla, pero él dijo que se sentía algo cansado y que quería descansar un poco. Así que Lucie fue al super sola, pero igualmente estaba entusiasmada por la cita de mañana.

Ciertamente, el tema de Leo y su comportamiento antipático aún no estaba para nada resuelto, pero ahora, al menos, ambos tendrían una cita. Talvez sería la ocasión perfecta para que los dos volvieran a ser la misma pareja amorosa de siempre. De cualquier modo, Lucie decidió no darle muchas vueltas a las cosas y simplemente las dejaría fluir. Fluir y fluir.

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