...Palabras de la autora:...
...Hola a todas y todos mis lectores, iniciaré un nuevo proyecto "POR AMOR", en la temática "YO Y MI HIJO". Espero todos sus aportes positivos. No soy experta, pero trataré de llenar las expectativas. Los invito a visitar mi perfil, ahí podrán encontrar todas mis novelas. Bendiciones a todas y todos....
ELENA
Hoy es el día más feliz de mi vida, es el día de mi boda, me caso con el hombre más bueno del mundo, Luis Santos. Nos conocimos en la universidad mientras estudiábamos Administración de empresas. El flechazo por cupido fue inmediato. Empezamos la relación de noviazgo con tan solo dos semanas de conocernos. Irene, mi mejor amiga no estaba de acuerdo con mi relación, porque ella decía que Luis le provocaba mala espina. Con el pasar de los años, su opinión hacia él cambió para bien.
Estoy en el altar, con mi vestido blanco, a la par de Luis, dando los votos de amor ante Dios y ante los hombres.
— Te amo Luis.
— Yo también te amo Elena.
Bailamos y tomamos un poco de licor, al final es nuestra boda y estamos felices. Los invitados empezaron a irse uno por uno, era un poco más de la media noche y ya era hora de ir a nuestro cuarto, donde por primera vez nos entregaríamos el uno al otro sin pensar que esa noche empezaría un martirio para mí, martirio que justificaría por qué yo lo amaba con todo mi ser.
— ¡Desnúdate!— Luis lo decía con un tono que no me gustaba, la expresión de su cara había cambiado. ¿Cómo es posible que de un momento a otro todo en él, cambió? Me dio un poco de miedo.
— Pensé que serías romántico, tú sabes que es mi primera vez.
Luis se acercó y me quitó el vestido de novia a jalones.
— ¿Qué te pasa? Debe ser el licor, estás muy borracho. Mírame, soy Elena Wheeler, tu esposa. Nos acabamos de casar. ¿Te sientes bien? ¿Quieres tomar un vaso de agua o bañarte?
Él me miró sonriendo.
— Sí, si es cierto, eres mi esposa— me abrazó— mi vida, te amo, perdon. Seguramente es el licor.
Después de eso, hicimos el amor como que tal no había pasado nada. Justifiqué lo había pasado porque pensé que el alcohol le había afectado un poco su comportamiento.
A la mañana siguiente en cuanto nos despertamos, nos dirigimos al aeropuerto para ir a las Bahamas a pasar nuestra luna de miel.
Luis es el segundo hijo del señor José Santos, un empresario importante y de María Merlo, una mujer que se ha dedicado a su familia y a la empresa. Los hermanos de Luis son, José, el hermano mayor y Samanta, la menor de ellos dos, y la consentida de todos.
Yo soy Elena Wheeler, hija única de Joseph Wheeler, un profesor de Física de la universidad de Harvard y de Matilde Roys, la contadora de la empresa de uno de los multimillonarios de la ciudad de Cambridge, estado de Massachusetts.
ELENA WHEELER
Llegamos al hotel donde pasaríamos nuestra luna de miel. Luis me abrazó desde atrás y me besó el cuello.
— Hagamos el amor antes de salir a la playa.
Accedí a su petición. Hicimos el amor durante un par de horas. Dado que la noche anterior había perdido mi virginidad con él, estaba un poco lastimada y estas dos horas sentía mi parte con mucho dolor y ardor. No dije nada porque quería complacerlo. Además, el sentimiento de amor que sentía por él me tenía cegada.
— Estoy satisfecho. Vístete y vamos a dar un paseo.
— Ya voy amor. Solo dame un minuto. Quiero darme un baño antes.
Al entrar al baño, le puse seguro. Ahí pude quejarme todo lo que quería, cuando el agua del chorro, caía. Yo amo a Luis, lo amo con toda mi alma. Al lavarme, me pude dar cuenta que tenía un poco de sangre en mi vagina. Al salir del baño, me tomé una pastilla para el dolor y me puse una toalla sanitaria.
— Apúrate. Has dilatado tanto.
— Ya estoy lista. Vamos— le sonreí.
Caminamos bajo el intenso sol. Llegamos a la playa.
— Qué lugar más bonito, ¿no te parece amor? Tendremos la mejor luna de miel. Eso te lo puedo asegurar.
— Claro amor.
Nunca nadie me dijo que tener relacione por primera vez podía doler. Cuando Luis se metió al agua, tomé mi celular y le chatee a mi mejor amiga.
— Una pregunta— le escribí.
— ¿Cómo va tu Luna miel? Envíame una foto. Siento envidia.
Tomé la foto y se la envié. Sentí innecesaria la pregunta.
— ¿Qué me ibas a preguntar?
— No te preocupes, me voy a nadar con mi esposo.
Puse el celular a un lado. Bueno, ya estoy casada con el amor de mi vida y soy feliz. Miré a Luis conversando con una joven muy sexi, llevaba un traje de baño tan pequeño que se le podía ver todo, solo tapaba sus pezones y la raya de parte.
¿Qué me está pasando? No estoy celosa. Además, él solo está platicando. Mi abuela decía que los hombres cambian, no es lo mismo ser novios de manos sudadas que estar casados. De novios, únicamente sé ven por ocasiones y él trata de demostrar todo lo bueno que es, pero casado pasas todo o el mayor tiempo con esa persona y vas a ver cosas que no te van a gustar, hasta en ese momento verás sus garras. Yo le decía a mi abuela que ella exageraba, porque mis padres era el reflejo de lo amoroso y del trabajo en equipo. Ellos eran cómplices y socios en todo.
Volviendo a Luis, él siempre era muy considerado conmigo, a pesar de ser de niveles económicos diferentes. Únicamente debo compaginar con él.
La chica sacó su celular y él escribo algo en el. Regresó como si nada a donde estaba sentada.
No le dije nada y él tampoco dijo nada.
— Me encanta este lugar. En la noche podemos ir a una discoteca y bailar un poco.
— La verdad, me gustaría descansar, el viaje, hacer el amor intenso y este sol me tiene algo agotada. ¿Podemos ir mañana?
— Pero yo no estoy para nada cansado y quiero aprovechar cada segundo aquí contigo. Así que vamos a ir aunque sea un rato, ¿no te gustaría conocer este bello lugar de noche? Dicen que es asombroso.
— Sí tú quieres ir, entonces vamos. Tienes razón en disfrutar a lo máximo nuestra estadía aquí.
Regresamos a nuestra habitación a eso de las 4 de la tarde. Pedimos algo de comer. Después de comer me acosté un rato.
— ¿A que hora vamos a ir a la discoteca?— le pregunté.
—9.
— 9 de la noche. Okay. Entonces ven y acuéstate conmigo, tendremos una noche intensa, así que recarguemos energía.
Luis se acostó y me abrazó. Nos quedamos dormidos un par de horas.
— Elena, despierta. Es hora de alistarse. Son las 7.
Me levanté y me alisté. La verdad no quería ir a ningún lado, nunca he sido de andar en discoteca. Era y soy una aburrida que prefiere estar casa.
Llegamos a la entrada de la discoteca y ahí estaba la misma mujer de la playa, vestía un top y una falda tan corta que se le veía sus bragas. Él me presentó con ella.
— Ella es mi esposa Elena.
— Mucho gusto, soy Francella.
La mujer es realmente hermosa.
— Entremos a divertirnos.
Escogimos una mesa. Trajeron unas botellas de cervezas. Fuimos a la pista a bailar, los tres. Luis bailaba con las dos y eso no me gustaba.
— Voy al baño— le dije.
Me fui a sentar a observar, Luis bailaba con la mentada Francella. Me levanté de la mesa y me fui al hotel.
ELENA WHEELER
Llegué al hotel y me senté en la cama a esperar. No sé si he sido una completa tonta en dejar a Luis con esa mujer. Realmente me siento molesta, como si no se da cuenta de que soy su esposa y yo debería ser su centro de atención, pero no me ha dado mi lugar y su atención estuvo dirigida a Francella.
Tenía ganas de llamar a Irene o mi mamá y contarle, pero no quiero parecer inmadura, que en la primera cosa que me disgusta llamó a todo mundo.
Eran las tres de la madrugada y yo seguía esperando que Luis llegara al hotel, ni siquiera un mensaje. Me mordía los labios porque me sentía ansiosa. No quería pensar mal, pero seguramente él la esté pasando muy bien.
En un momento de desesperación, tomé el celular y marqué su número. No me contestó.
Me acosté en la cama a llorar hasta quedarme dormida. Que sensación más fea es irte a dormir sintiendo que tu mundo cae en pedazos. Tan pronto nos casamos él ha demostrado ser alguien diferente, o siempre fue así.
En nuestro noviazgo no tuvimos sexo, era una hija que no le daba problemas a sus padres, no iba a fiestas, Luis me invitó un par de veces y las dos veces me negué porque tenía que estudiar. Me ponía a pensar en mis padres, si yo me trasnochaba en alguna fiesta, ellos también se trasnochaban esperándome y seguramente preocupados.
Escuché que la puerta se cerró. Entreabrí los ojos. Luis acaba de llegar. Fue directo a la cama. Revisé mi celular y eran las 8 de la mañana. Cerré mis ojos y mis lágrimas salían en silencio. Al rato me levanté de la cama, y él bien dormido.
No se quitó la ropa. Tenía labial en su cuello. Cuando vi eso, mi corazón se agitó tanto que sentí un dolor enmudecido en mi garganta. Mis labios temblaban, mis manos temblaban y un frío invadió todo mi cuerpo. Perdí las fuerzas en mis piernas y caí de rodilla al piso. Estaba viviendo por primera vez esto.
¿Qué hago? Salí del cuarto, me fui a caminar por la playa. Me senté a ver el cielo y el mar, en un punto parecía fusionarse. Lloré con amargura.
Me decidí y llamé a Irene.
— Hola Irene.
—¿Estás llorando? ¿Por qué tu voz se escucha así? ¿Qué te hice el desgraciado de Luis?
— No sé que hacer. Anoche fuimos a una discoteca, y él bailó con una mujer, sentí un poco de celos y me regresé al hotel, eran como las 10 de la noche, pero él regresó a las 8 de la mañana y su cuello tenía labial rojo, la chica de la discoteca traía ese color en sus labios.
— Maldito. Pero que le pasa a ese desgraciado. Desde un inicio algo no me gustaba de él, nos ha engañado a todo, es un lobo disfrazado de oveja. Te regresas ya.
— Siento morir.
— No te vas a morir por ese hijo de put*, te regresas ya, no me importaría viajar y patearle el trasero.
— No le digas a mis padres, ya sabes como son ellos y no quiero que se enteren. Gracias por escucharme.
— ¿No me digas que te vas a quedar?
— Quiero escuchar de su boca lo que pasó.
— Amiga. No vale la pena escucharlo, pero no te puedo obligar a hacer algo que no quieres— Irene colgó la llamada.
Yo sé que ella está molesta, pero necesito escuchar de sus labios lo que pasó, aunque eso signifique un dolor para mí.
Quedé sentada ahí por varias horas.
— ¿Aquí estás?— la voz de Luis— te he estado buscando por todos lados.
Dirigí mi vista a él. Mis ojos estaban humedecidos por mis lágrimas.
— Regresaste a las 8 de la mañana.
— Sí. Regresé a esa hora, yo tenía ganas de bailar y vi que tú te habías ido.
— ¿Por qué no me seguiste?
— Te dije que quería bailar, ya te había dicho antes que iba a disfrutar mi estadía en las Bahamas.
— ¿Lo disfrutaste?
— Sí y mucho.
— ¿Con Francella?
— Sí, con ella. Ella tiene pasión por el baile.
— Tanta pasión que te besó el cuello. Eres un cínico.
— No me faltes el respeto. No he hecho nada de lo que me pueda arrepentir. Estás pensando mal, discúlpate.
— ¿Qué?
— Qué te disculpes conmigo.
Me levanté de donde estaba sentada.
— Esto no te lo voy a perdonar. Mi esposo en nuestra luna de miel, me ha sido infiel. ¿Y yo debo de disculparme? Por favor.
Me fui al cuarto del hotel y alisté mi maleta. Luis estaba ahí viéndome.
— Estás haciendo grande esto. Si sales por esa puerta te juro que tu padre será despedido de la universidad, así que te quedas aquí.
— ¿Despedir a mi papá? Tú no eres el dueño de la universidad.
— Haz la prueba.
— No sabía que tú eras así. Me arrepiento haberme casado contigo— Luis me dio una cachetada— ¿Me acabas de pegar?
— Perdón no quise hacerlo, tú me provocaste. Perdóname Elena.
Luis me abrazó.
— Perdóname.
No quiero afectar el trabajo de mi papá. Se que la familia de Luis es influyente.
Solté la maleta y me puse a llorar.
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