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Eileen Y Sus Concubinos.

Capitulo 1

Hace poco más de una semana desperté en este lugar, estoy rodeada de lujo y tengo sirvientes que están siempre al pie de mi puerta esperando cualquier orden que les dé, es muy extraño, pasé de no tener nada y vivir en la calle a tener todo lo que una persona sueña.

Lo último que recuerdo es ser apuñal*da después de haber sido viol*da cruelmente por tres hombres en un oscuro callejón en la ciudad que me vio nacer, de repente aparecí aquí, todo ha sido extraño, todos me tratan con un infinito respeto y me miran con admiración pero a su vez con lástima.

Los recuerdos han ido llegando poco a poco a mi mente y he colapsado muchas veces con tantas emociones, no he querido salir de mi habitación hasta estar totalmente segura que podre sobrevivir al nuevo estilo de vida que estoy llevando.

Yo era una joven de 19 años, mi nombre era Julieta y toda la vida había vivido en orfanatos, pero al cumplir la mayoría de edad me echaron como un perro, no había encontrado un trabajo y menos un lugar donde dormir por lo que dormía donde pudiera, bajo algún puente o en algún callejón donde la noche me recibiera.

Esa trágica noche me encontraba vagando por las calles buscando algo para comer cuando me arrastraron hacia un oscuro callejón, allí se encontraban tres hombres que se notaba estaban ebrios y drogados, mi apariencia no era la de una modelo de revista, sin embargo, era de muy buen ver, mi cadera era pequeña y mis p*chos estaban redondos y bien formados.

Recuerdo ser tomada a la fuerza por cada uno de ellos mientras yo me desgarraba la garganta tratando de pedir ayuda y lograr que alguien fuera a ayudarme, sin importar que tan fuerte gritara eso no sucedió, cuando se hartaron de mis incesantes gritos uno de ellos me clavó un c*chillo en mi abdomen y no se detuvo hasta que deje de respirar.

Cuando abrí nuevamente los ojos, me encontraba en una linda habitación, espaciosa y muy bien decorada, la cama que me sostenía se sentía suave y muy cómoda, llevaba puesta una bata de seda, me sentía a gusto durmiendo en una cama así, por un momento pensé que era un sueño hasta que escuche unos golpes en la puerta, lentamente me incorpore cuando poco a poco la puerta comenzó a abrirse.

Extrañada pregunté quienes eran ellas, al no reconocer quienes eran una de las doncellas salió corriendo disparada mientras decía que necesitaban al médico, cuando este se presentó me saludo de una manera extraña.

- Saludos a la luna del imperio, espero que su vida sea larga, prospera y llena de salud, me informaron que no recuerda nada y por eso estoy aquí, si me lo permite me gustaría revisarla.

Después de una exhaustiva revisión, el médico dijo que estaba sufriendo amnesia temporal debido a la caída que había sufrido, dijo que debía guardar reposo y no forzar la mente a recordar o sería contraproducente.

Para saber donde me encontraba decidí preguntar quien era, donde vivía y todo lo que pudieran decirme sobre mí, muy pacientemente la doncella que tenía frente a mí me fue explicando, ella era mi doncella personal, su nombre era Carolina, me dijo que mi nombre ahora es Eileen Crafton, emperatriz del imperio West, estoy casada hace poco más de un año y medio con el emperador William Deluca, por lo que me conocen como Eileen Deluca, actualmente tengo 20 y hasta el momento había hecho un magnífico trabajo en mi labor como emperatriz a lo largo de mi mandato, aún no había podido concebir al heredero al trono, ya que mi flamante marido nunca se había presentado a cumplir con su deber como esposo en todo este tiempo.

Mi adorado esposo había formado su harem a los pocos meses de nuestra boda y actualmente tenía al rededor de 8 mujeres con formándolo, Ana, la primera concubina era su favorita, no era más que una plebeya que había sido prost*tuta, Lucia, la segunda, era hija de un marqués, Marcela, la tercera, era hija de un conde, Alicia, la cuarta, era hija del ministro de hacienda, Patricia, la quinta, era hija de un duque de reputación dudosa, Bertha, la sexta, era hija de un barón, mientras que Camila y Dalia, la séptima y la octava respectivamente, eran hermanas, hijas de un vizconde, sin embargo, ninguna de ellas podía quedar embarazada por decreto de los antiguos emperadores, todo esto para evitar peleas sin sentido por el trono.

Yo era una emperatriz venerada por su pueblo, siempre estaba dispuesta a ayudar a los más necesitados y había implementado algunas leyes en pro de los derechos de las mujeres, mis padres son los duques de Crafton, Maximiliano y Aurora, tengo tres hermanos mayores al servicio del imperio, desempeñando cargos de generales de las diferentes divisiones a cargo de proteger el imperio, sus nombres son Eliecer, Santiago y Antonio.

Al comenzar a tener mis recuerdos descubrí que no me había caído por las escaleras por accidente, la primera concubina de mi querido esposo me había tirado, ya que si yo muero ella seria quien subiría al trono, pero en esta nueva vida estoy dispuesta a desenmascararla, mi doncella Carolina es una mujer de 30 años, muy linda y amable, desde que mi esposo conformó su harem me ha aconsejado que yo también tengo el derecho de tener uno, pero por tonta la verdadera Eileen nunca lo aprovecho, Carolina me dice que, ya que el inútil de mi esposo no vela por mi seguridad debo tener a alguien que se dedique a mí y este al pendiente de mi integridad, no pienso seguir permitiendo que las amantes de mi esposo me traten como quieran, de ahora en adelante tomaré el lugar que me corresponde, como esposa legal tendré su harem en mis manos y ellas tendrán que suplicar perdón de rodillas por todo lo que hicieron en el pasado, será un hecho.

Presentación de los personajes.

Eileen:

William:

Ana:

Lucia:

Marcela:

Alicia:

Patrícia:

Bertha:

Camila:

Dalia:

Duques Crafton:

Eliecer:

Antonio:

Santiago:

Capitulo 2

Hoy amaneció siendo un día precioso, he decidido salir a explorar el mundo que me rodea despues de tantos días de encierro voluntario, le pedí a Carolina que me buscara un bonito vestido, es verano y no quiero que sea algo exagerado, preferiblemente desearía que fuera de un material fresco pero elegante.

Después de estar lista salí al jardín y pedí que me sirvieran un vaso de limonada debajo de mi árbol favorito, mientras lo disfrutaba. llegó ante mi una visita inesperada pero sobre todo indeseada, se trataba de mi flamante esposo en compañia de su amante favorita, al verme se acercó con hipocresía a saludarme y como siempre su z*rra intentó hacerme menos por la ropa que decidí usar.

- Que pésimo gusto tienes Eileen, esas no son fachas en las que debe estar la emperatriz, pareces una plebeya, no la mujer más importante del imperio, que vergüenza.

- Que bueno que te des cuenta que soy la mujer más importante del imperio, no te he dado permiso para tutearme así como tampoco he visto que hagas la reverencia que deberias hacer ante mi, la emperatriz, yo puedo usar cualquier cosa que me apetezca, soy una mujer hermosa y sobre todo con clase, algo que tu nunca podrás tener, ahora donde quedaron tus modales, ¿es acaso así como te educaron en tu familia?.

Ana no podía ocultar su rabia, había intentado menospreciarme una vez más y al no lograrlo solo pudo poner una expresión dolida para mirar al inútil y pedirle que me corrigiera, argumentando que solo quería hacerme ver que no era el atuendo adecuado para mí, de inmediato él me miró e intentó reclamarme por la falta de respeto que había tenido con su amada concubina, estaban acostumbrados a que yo solo bajara la cabeza ante cualquier cosa que ellos dijeran pero eso había cambiado.

- Eileen, Ana solo quiere lo mejor para ti y tu imagen, no está bien visto que lleves esos atuendos.

- Alto ahí, en primer lugar no somos tan cercanos como para que me llame por mi nombre, de ahora en adelante para usted soy la emperatriz o Su Majestad, segundo, a quién debería decirle esas cosas es a su amante y tercero, si usted no me da el lugar que me corresponde en este castillo lo tomaré yo misma, de ahora en adelante espero que todas sus concubinas realicen el debido saludo al verme y no dirigirme a la palabra a menos que así yo lo solicite, que se enreden entre sus pantalones no quiere decir que pueden tratarme de tú a mí, soy por mucho superior a ellas y como tal deben mostrarme respeto, si no tenía nada más que decirme me retiro, se me quitaron las ganas de continuar disfrutando mi bebida.

Con la cabeza en alto y la espalda recta me dirigí a mi oficina, al entrar me di cuenta que había mucho trabajo acumulado, debía organizar las ayudas a las aldeas y gestionar los gastos mensuales de las concubinas, así como el pago de los obreros que estaban trabajando en el jardín que había mandado hacer la verdadera Eileen en el patio trasero del castillo de luna, que es dónde actualmente vivía, cada uno tenía su castillo aparte, donde vivía William era el castillo del sol y donde vivían las concubinas tenia el nombre de castillo de nubes.

Decidí organizar las ayudas y enviarlas lo más pronto posible con mi asistente, cuándo tuve todo listo cerré con llave mi oficina y me dirigí al comedor de mi castillo, era hora del almuerzo y yo estaba muriendo de hambre, por la tarde le dije al contador que necesitaba los libros de los gastos de los últimos 5 meses para crear un balance, había algo entre los gastos de las concubinas que no terminaba de comprender, habían cifras que no cuadraban con los informes que el ministro de moneda me había entregado y debía saber que era.

Después de la hora del almuerzo regresé a mi oficina a continuar con mi trabajo, organizando los deberes que había acumulado durante los días que estuve en cama, toda la tarde la pasé entre papeles y al caer la noche regresé a mi habitación, estaba exhausta, quería darme un baño y descansar.

Para la mañana siguiente, después de tomar mi desayuno me dispuse a ir a mi oficina nuevamente, aún tenía muchas cosas pendientes, lo primero que revisé fue la distribución de frazadas, cobijas, bolsas de dormir entre muchas otras cosas que necesitaban los habitantes de una aldea que recientemente habían parecido daños en sus hogares gracias a las fuertes lluvias e inundaciones, al tener todo listo le pedí a mi asistente que se encargará de repartirlas a las familias, cuando dieron las 10 de la mañana yo aún estaba esperando los libros de contabilidad de las concubinas y al no tenerlos en mis manos todavía me dirigí personalmente a buscarlos.

Al llegar a la oficina del ministro de finanzas me llevé una gran sorpresa, los documentos que había pedido aún no estaban en mis manos porque la concubina favorita del inútil de mi esposo no le permitía al ministro salir de su despacho, desde el pasillo se podían escuchar los sonidos obscenos qué estos hacian dentro de la oficina, no necesitaba entrar para saber lo que allí sucedía, sin embargo, irrumpí en el lugar tomandolos por sorpresa, con una mirada fría en mis ojos y sin expresión alguna en mi rostro le pedí al hombre que me entregara los libros junto con los documentos que contenían los últimos gastos de las concubinas, Ana intentó negarse, pero de nada sirvieron sus intentos por frenar que llegaran a mis manos.

Al verme salir del lugar quiso amenazarme diciendo que si yo le contaba a William sobre su aventura esta vez haría mucho más que tirarme por las escaleras, en ese momento una carcajada salió de mis labios, me giré hacia ella y rápidamente la tomé por el cuello antes de estamparla contra la pared, abrió sus ojos al sentir el impacto contra el duro material.

Capitulo 3

Antes de que pudiera replicar, con una voz fría le hable.

- Siempre he sabido que no eres más que una z*rra, es más que evidente que no te conformarías solo con un hombre, al punto de volverte la amante del ministro, es obvio que el emperador no es suficiente para satisfacer a una mujer que tiene un pasado como el tuyo, en el lugar donde te prost*tuias antes de ser la amante de mi esposo estuviste con muchos más y las costumbres no se pierden, yo si puedo decir que soy una dama y como tal no me rebajaré ante ti, el día que yo decida meter otro hombre o en su defecto hombres será porque serán mis esposos no solo mis amantes de turno, no cuentes conmigo para ser tu tapadera, en el momento que más me convenga expondré tu sucio secreto, veremos la cara que pondrá mi flamante esposo cuando le cuente lo que sé, pero eso solo ocurrirá cuando yo así lo decida, ahora quítate de mi camino, a diferencia tuya yo si trabajo por el bienestar de mi pueblo no como tú que solo saber calentarle la cama al emperador y quien sabe a cuantos más.

Ana quedó estupefacta, nunca imagino que esas palabras saldrían de mis labios, siempre había bajado la cabeza y nunca decía nada, pero estaba dispuesta a demostrarles que no me tratarían como se les diera la gana.

Una vez en mi despacho, comencé a hacer una revisión a profundidad sobre todos los documentos que tenía en mi poder ahora, comencé a notar varios cálculos maquillados, las concubinas estaba recibiendo incluso más dinero que yo en sus mesadas, además de comprar lujos innecesarios, vestidos y demás cosas totalmente sin sentido, recientemente le habían mandado a hacer una remodelación en cada habitación del harem, a cada una le agregaron un jacuzzi y por supuesto todo el dinero estaba saliendo de los impuestos del pueblo, en cuanto hice un reporte resumido salí como alma que lleva el diablo hacia el despacho del emperador, esto era inaudito, si sus amantes querían vivir entre lujos y excentricidades le iba a tocar a William costearlo de su dinero porque no iba a permitir que siguiera saliendo de los impuestos que pagaban los ciudadanos para el avance del imperio y si se negaba a hacerlo entonces ellas tendrían que trabajar y dejar de recibir sus mesadas hasta saldar la deuda.

Al llegar a su despacho pregunté a los guardias si estaba dentro y ellos respetuosamente inclinaron la cabeza antes de responderme que si, pero que estaba ocupado, antes de que pudieran informarle de mi llegada abrí la puerta, William no estaba solo, junto a él estaba Alicia, sobre su escritorio y con el vestido y cabello desordenados, era fácil adivinar lo que pasaba, pero eso había dejado de interesarme.

Con la elegancia que siempre tenía camine hacía el sillón que había a un costado y mientras lo hacía le dije que si ya había terminado necesitaba aclaración algo de suma importancia con él, Alicia se arregló rápidamente antes de darle un efusivo beso creyendo que me lastimaría con eso, yo solo gire los ojos ante tal ridiculez, al quedar solos le arroje los papeles a la cara y le informe lo que haría al respecto.

Al ver las cuentas con los gastos excesivos de sus concubinas se llevó las manos al cabello con desesperación, era una suma exorbitante.

- No imagine que gastarían tanto, siempre me decían que solo utilizaban sus mesadas por lo que no le vi problema alguno.

- ¿Qué esperaba?, tener tantas mujeres no sale económico, solo le advierto que sus mujeres no obtendrán ni un centavo más hasta cubrir en su totalidad la deuda que tienen, si quieren darse algún otro lujo deberá costeárselos usted de su dinero, como yo soy la encargada de la contabilidad y las finanzas del imperio, solo le advierto lo que pasará de ahora en adelante, espero que sean inteligentes y no se les ocurra reclamarme por no recibir sus mesadas o tendré que buscar una forma en la que sean de provecho para el imperio porque hasta donde tengo conocimiento calentar su cama no es un trabajo que aporte bienestar al pueblo.

Antes de que pudiera decirme nada me retire de ese lugar, mientras caminaba hacia mi castillo se me acercó Lucia con aires de grandeza como de costumbre.

- Sabía que tarde o temprano terminarías rogándole a mi Will por atención, dudo mucho que pueda dártela, ya que tiene mujeres de verdad a su lado y no necesita buscar consuelo en tus brazos.

Sin pensarlo, levante mi mano y le gire el rostro de una bofetada antes de decirle.

- Yo no necesito rogar por la atención de nadie, sé lo que valgo y no estoy para ser plato de segunda mesa, yo soy un privilegio no una opción a escoger, al parecer las p*tas no entienden, soy la señora de este castillo y la mujer más importante del imperio, ¿de verdad crees que me rebajaría a rogar por la atención de un hombre?, creí haber dicho que debían hacerme reverencia al verme, bajar su mirada ante mí y no hablarme a menos que yo lo pidiera, sin embargo, vienes ante mí, tratas de insultarme y además me comparas contigo, al parecer me va a tocar tomar medidas más drásticas con las amantes de mi esposo.

Su cara era un poema, al igual que Ana creyó que bajaría la cabeza y me quedaría callada, sin darle más importancia continúe mi camino y en cuanto llegue a mi residencia pedí que me prepararan un baño de espuma, aun tenía algunas cosas pendientes y quería relajarme antes de realizarlas, después de tomar un baño y estar lista para continuar mi trabajo mande a llamar al tesorero, debía darle la orden de no entregar las mesadas de las concubinas hasta que yo diera la orden, aun si le decían que irían ante el emperador, desde luego el acepto mi orden y después de hacerme reverencia se retiró, en ese momento entro una doncella con una invitación, la duquesa Rothschild daría una fiesta de té, los duques eran unos de los principales apoyos políticos al imperio por lo que debía estar en buenos términos con ellos, le pedí a la doncella que enviara la confirmación de mi asistencia.

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