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«El Secuestro» Unidos Por El Destino

Capitulo 1

Advertencia ⚠️. Si eres de esos lectores sensibles, te recomiendo no leer la historia, ya que contiene escenas de maltratos, y violación. Gracias.

Aquí veremos a dos jóvenes completamente desconocidos, y con caracteres muy diferentes. Que serán secuestrados con la finalidad de procrear un bebé. ¿Lograrán su objetivo los villanos de esta historia? Los invito a leer.

...«El Secuestro»...

...*Unidos Por El Destino*...

La familia Lewis, era una de las más adineradas de la ciudad. Eran los dueños de las empresas petroleras más grandes y recocidas del mercado petrolero.

Todos los miembros de la familia, se encontraban reunidos en el salón de fiestas, de la mansión “Lewis”. El jefe de dicha familia, Don Eduardo Lewis, tenía un anuncio importante que darles a sus hijos y nietos.

Don Eduardo, era un anciano de ochenta años, con dificultades físicas. Presentía que su fallecimiento estaba cerca, debido a sus complicaciones de salud. Por esa razón convocó a sus familiares. Empezó hablar con dificultad, ya que la tos era frecuente.

— Papá, no te esfuerces.— dijo Natalia, su primera la hija.

— Ella tiene razón, papá, debería estar descansando.— Comentó Luis, su segundo hijo.

Don Eduardo continuó hablando, y con cada palabra, desconcertaba más algunos de sus familiares. La fortuna Lewis sería administrada por su nieto, Edgar, como lo había hecho hasta el momento. Pero el heredero universal de toda la fortuna, sería el primer hijo de, Edgar Lewis. Una decisión que dejó atónitos a todos los presentes.

— Abuelo, creo que estás tomando una decisión apresurada.— dijo Kevin.

— Como siempre, pensando en tu nieto favorito. ¿Y nosotros qué?.— comentó Samuel.

Don Eduardo se levantó y le pasó unos documentos a Edgar. En dónde estaba estipulada su última voluntad, pre anticipada. Luego volvió a tomar asiento, y dijo; — Porque pienso en ustedes, tomé esa decisión. Tu hermano y tú son unos derrochadores de dinero y solo les gusta la diversión.

— ¿Y yo? Soy tu hijo, ¿creí que me ibas a dejar a cargo de todo?.— preguntó Luis.

— Tú eres un avaro, ¿crees que no recuerdo cuando te deje a cargo por un tiempo?— dijo Don Eduardo.

Natalia se acercó al señor y lo abrazó. — Papá, todo se hará como tú digas, pero deja de hablar como si te fueras a morir.

Kevin sonrió con sarcasmo, luego dijo. — Claro… Tu hijo y tu primer nieto se quedarán con todo.

— Con una herencia que también nos pertenece a nosotros.— gritó Samuel.

Edgar estaba en silencio, escuchando los reclamos y viendo cómo se preocupaban por una simpleza. Se levantó, y caminó al ventanal. Luego de unos minutos y cansado de escuchar las tonterías de sus primos y su tío, hizo un comentario.

— No necesito que mi abuelo me herede nada. Eso ustedes lo saben.

— Entonces renuncia a todo.— sugirió Luis.

— Si ese es el problema, renuncio. ¿Dónde tengo que firmar?— dijo Edgar.

Don Eduardo sonrió levemente. Él sabía que uno de ellos iba a hacer esa proposición, y que su nieto por orgulloso lo haría.

— Edgar, puedes renunciar a todo, pero de toda manera, mi heredero será tu primer hijo.— aclaró Don Eduardo.

— Papá, no es necesario que hagas nada de esto. Mi hijo tiene la herencia de su padre, que es igual, o quizá más que la nuestra.— dijo Natalia.

— No lo hago para que él te tengas más dinero, lo hago para que ustedes no queden en la ruina.— dijo Eduardo.

La reunión familiar estuvo llena de conflictos, y discusiones. Sin embargo, poco le importó a Edgar lo que dijeron su tío y primos.

— Hijo, ¿adónde vas?— preguntó Natalia.

— Voy a cenar con Alondra.

— Deberías considerar buscarte otra mujer, para madre de mi bisnieto.— sugirió Don Eduardo, quien se acercaba caminando con su bastón.

— Abuelo, ya hemos hablado de ese tema. La amo.

Edgar Lewis, era un joven de veintiséis años. Sin duda alguna, poseía una fortuna incalculable, ya que su padre, fue dueño de una millonaria mina de oro y diamantes. Y como su único hijo, al morir le dijo toda su herencia. Era un hombre respetuoso, amable, todo un caballero. Pero de igual forma, era un hombre temible, imponente. Sus órdenes se tenían que cumplir. Capaz de causar escalofríos en los demás, con tan solo una mirada. Por su fuerte físico, su altura y el tono rudo de su rostro.

Amaba a Alondra García, con quién llevaba dos años de relación.

Cómo en todas las familias, tenía ciertas diferencias con algunos de sus familiares. Más aún, trataba de no darles importancias.

Una mañana muy acalorada se podía sentir un toda la ciudad. En el banco central, una larga fila de clientes esperaban para retirar, depositar, o hacer otro tipo de consulta. Edgar, era uno de esos clientes. Y aunque tenía una amistad con el gerente del banco, prefería guiarse por las reglas y hacer turnos como los demás. Eso sin decir que no tenía necesidad de presentarse a dicho lugar, pero su asistente de confianza tenía un contratiempo. Y le urgía saber cuál de sus primos, había retirado una fuerte cantidad de dinero.

De pronto, se escuchó un alboroto en todo el lugar. La reconocida modelo, Madolyn Parker, se negaba hacer la fila para realizar una transferencia. Su asistente personal estaba indispuesta, y ella tenía que pagar el envío de unas costosas y lujosas joyas. La modelo quería un trato exclusivo por tratarse de su persona.

Gritó en servicio al cliente. — ¿Por qué demonios tengo que formarme como ellos? ¿Acaso no sabes quién soy? Mi familia y yo tenemos millones de dólares en este banco.

Una de las empleadas, aterrorizada y con temor de perder su trabajo, le explicó.— Señorita, Parker, los ancianos y las embarazadas, tienen preferencias. Además, ellos van primero que usted.— le señaló la fila.

Madolyn sonrió con nerviosismo, evidentemente estaba alterada. Se acomodó el cabello, chasco los dedos y preguntó. — ¿Entonces tengo que esperar a que todas esas insignificantes personas, pasen primero que yo? — ella miró la fila.

— Sí, señorita.

— Sabes qué, al demonio, todos ustedes. Retiraré mi dinero de este banco.— le levantó el dedo del medio.

Le pasó por el lado a Edgar y él la sujetó por el antebrazo.— Señorita, le cedo mi turno.

Ella lo miró de arriba abajo, él estaba vestido de manera informal.— Lo que me faltaba, que un pobre diablo me tuviera lástima. Jódete.

Edgar la jaló hacia él, y ambos hicieron contacto visual por unos segundos. — Eres una malcriada.

— Y tú, un atrevido. Suéltame.

Él la soltó, y negó con la cabeza.— ¡Mal educada!

Madolyn era una joven de veintidós años. Modelo profesional e hija única de unos empresarios del mundo de la publicidad. Era una caprichosa y siempre obtenía lo que quería.

Después de ese inconveniente en el banco, se dirigió a la empresa de moda Versace. En dónde, en los próximos días, participaría un desfile.

Capitulo 2

Madolyn, al llegar a dicho lugar, se encontró con una modelo conocida, con la cual había tenido unos que otros conflictos.

— ¿Madolyn? Vaya, ¿cuándo regresaste?— preguntó una mujer, mirándola detalladamente, con cierto desdén.

— Hola, Alondra. Regresé hace unos días. No te imaginas la locura que es participar en la semana de la moda en París. Ay, perdón, olvidé que no te eligieron por unos cuantos kilos de más.— dijo con postura de diva.

— Ya recuperé mi peso normal.

— Te felicito. Y tú, ¿qué haces aquí?

— Voy a participar en el desfile. Abriré el evento.— expresó emocionada.

Madolyn sonrió a carcajadas, con las manos en la cintura.— ¿De verdad crees que vas a abrir el desfile?

— Por supuesto, me lo confirmaron los encargados.

Madolyn volvió a sonreír, parecía como si estuviera escuchando un chiste. — Querida, eso fue antes de mi regreso. Yo voy a abrir el desfile. ¡Qué pena! Siempre doy un paso más adelante que tú. Chao, querida.

Alondra gritó histérica, la odiaba. Madolyn siempre la hacía sentir poca cosa. En ocasiones le hacía maltrataba verbalmente. “Te juro que me la vas a pagar maldita. Lo juro”.

Alondra era una mujer de veinticinco años. Humilde y de bajo recursos económicos. Por suerte, estaba comprometida con Edgar. En un tiempo, fue la chica de servicio de la empresa de publicidad, de los padres de Madolyn. Desde allí comenzó a sentir adversión por la joven. Renunció a su empleo e incursionó en el mundo del modelaje, con la finalidad de llegar más lejos que Madolyn. Pero sus esfuerzos eran inútiles, y por esa razón, fue creciendo en ella un rencor desmedido por la joven.

Después de un día ajetreado y con algunas complicaciones laborales, Edgar regresó a la mansión. Encontró a Fermín, el jardinero, su esposa y su hija de dieciséis años. Esperándolo en la entrada, con maletas en manos. Él bajó del auto y se acercó a ellos, estaban evidentemente devastados.

— ¿Qué sucede, Fermín?

— Una desgracia, mi señor, una desgracia le ocurrió a mi hija.

La adolescente lloraba desesperada, en el hombro de su madre. 

— ¿Qué le sucedió a Lupita?

Ellos tenían miedo de hablar, se miraron y negaron con la cabeza.

— Saben que pueden contar conmigo.

La señora, con valentía y con sed de justicia, le dijo.— Señor, su primo Samuel, abusó de mi hija. Le robó su inocencia. Ella es una niña.— empezó a llorar.

Edgar brío sus ojos azules, consternado.

— ¿Qué? ¿Eso es cierto, Lupita?— preguntó Edgar, no porque tuviera dudas, sino porque quería escucharlo de sus labios.

La adolescente asintió con la cabeza. Él se acercó y la abrazó. — ¿Puedo saber cómo y cuándo ocurrió?

— Señor, no queremos problemas, por esa razón nos vamos a México.— dijo Fermín.

— Huir no es una opción. Samuel tiene que pagar por lo que hizo.

— Anoche, su primo llegó ebrio. Yo fui a la cocina por un vaso de agua, y él me topó la boca. Me llevó arrastrando a la habitación de servicio y me dijo que si gritaba, mataría a mis padres. Ahí hizo todo lo que quiso conmigo y me amenazó con matarnos a todos si decía lo que ocurrió.— explicó Lupita, entre llantos.

— Mírame. Te juro que él va a pagar por lo que te hizo.

— Señor, él dijo que nadie me creería si lo denuncio.

— Aquí lo importante es que yo te creo. Fermín, ¿pueden quedarse hasta mañana?

— Lo siento, señor, Edgar, pero no queremos estar ni un día más en esta mansión.

— Bien, Rodrigo los llevará a mi apartamento. Mañana tenemos que hablar.

Edgar entró a la mansión. Lleno de rabia, preguntó por Samuel y le informaron que no se encontraba en la casa. Él estaba dispuesto a obligar a Lupita si era necesario, para que denunciara a su primo.

— Cuando llegues Rodrigo, busquen a ese hijo de puta, y lo llevan a la bodega de la petrolera. Encargarte de que pase la noche cómodamente.— le ordenó al hombre detrás de él. Joel y Rodrigo eran sus guardaespaldas.

En la mansión Parker. La familia estaba reunida en el comedor, listos para cenar. Madolyn ojeaba una revista de entretenimiento. Estaba impaciente, esperando a su prima.

— En serio, ¿Tenemos que seguir esperando a la monja para probar los alimentos?

— Aquí estoy, Madolyn.

— Trata de ser más puntual. — dijo la modelo.

La religiosa hizo una oración y empezaron a cenar.

Juana, el ama de llaves, tenía muchos años trabajando para los Parker. Sin querer dejó caer un vaso con jugo y salpicó a Madolyn.

— Vieja inútil. Maldición. No sirves para nada.— gritó la joven.

— No le hables así a Juana.— dijo Amanda, su madre.

— Discúlpate, con ella.— dijo Carlos, su padre.

— Juana, arrodíllate y limpias mis pies.

— Ya basta, Madolyn. — gritó Carlos, y tocó la mesa con fuerza.

— ¡Ay! No lo dije en serio, pero se lo merece por inservible.— dijo Madolyn y se retiró a su habitación. 

Isabel, la religiosa, se persignó, exclamó a Dios. “Señor, ten misericordia de ella”.

Los padres de la joven estaban indignados por la grosería de su hija. Ellos eran buenas personas, no entendían en que habían fallado con Madolyn.

Al día siguiente

Edgar fue a darle los buenos días a su primo. Este estaba amarrado a una silla, únicamente en bóxer. Golpeado y cansado de estar en la misma posición.

— ¿Qué diablos te pasa? ¿Me tienes así solo por unos cuantos dólares?— preguntó Samuel. Con el rostro ensangrentado.

Edgar le propinó varios puñetazos.— eres un hijo de puta. Ladrón… Y violador.

— ¿De qué demonios hablas?

— ¿Te suena el nombre, Lupita? 

Samuel sonrió con satisfacción. — ¿De eso se trata todo esto?. Ella quería, yo solo le hice el favor.

Edgar lo volvió a golpear.

— Es una niña. ¿Cómo te atreviste a ponerle tus sucias manos encima? Desgraciado infeliz. Una mujer jamás debe ser tocada sin su consentimiento. Las mujeres se respetan, son sagradas. Me voy a encargar de que te denuncie y pase muchos años en prisión. Hijo de puta.

Capitulo 3

 ¿Tanto te preocupa esa empleada, que prefieres un escándalo público para tu familia? ¿Por qué la defiende tanto?— preguntó Samuel.

— No la defiendo como mi empleada, la defiendo como mujer. Como una niña que fue abusada. ¿Usaste protección?

— ¿Me crees tan imbécil como para embarazar a una sirvienta?

— Disfruta de las horas de libertad que te quedan, más tarde los policías vendrán por ti.— dijo Edgar y salió del lugar, no sin antes ordenar que no le dieran ni agua y lo mantuvieran en la misma posición.

Madolyn se despertó con el sonido de la aspiradora. Maldijo una y otra vez, salió de la habitación y le gritó a la empleada que se encargaba del aseo. Isabel, que salía de su aposento, la escuchó y le reclamó por su comportamiento.

— Son las once de la mañana, ya dormiste suficiente. Deja de tratar a los empleados como esclavos. Eres una malcriada, insolente.

Madolyn esbozó una sonrisa sarcástica. — Y tú eres una recogida. Una cretina pretendiendo ser cristiana.— dijo la joven y cerró la puerta con fuerza.

Horas más tarde. Edgar fue a su apartamento a ver a la familia de Fermín. En el estacionamiento del edificio, su espacio estaba ocupado. Parqueo su auto como pudo y subió hablar con sus empleados. Ellos estaban sentados en el sillón, en espera de él. El joven, de ojos azules, se acomodó y empezó a platicar con ellos. Quería acompañar a la adolescente a poner la denuncia, pero se negó. Los padres tampoco querían que ella lo hiciera.

Edgar insistió, pero ellos estaban reacios. Él lo único que quería era justicia, sin importar que se ensuciara su apellido.

— Señor, Edgar, le agradecemos mucho, pero no sigas insistiendo. Estamos decididos, únicamente queremos volver a nuestro país.— dijo la madre.

— Señora, no le pasará nada, y después pueden irse a donde ustedes deseen. Samuel tenía que ir a prisión. Le corresponde a Lupita hacer la denuncia.

El joven continuó insistiendo sin ningún resultado. Sentía impotencia, por qué dejar que algo de esa índole, quedara impune. En vista de que no logró convencerlos, decidió darles dinero. Aunque sabía que eso no reparaba el daño.

— Al menos, acepten este dinero. No le estoy pagando, lo que le pasó a Lupita solo se paga con cárcel. — le tendió la mano con el cheque al señor.

Fermín miró la cantidad de dinero y negó con la cabeza.

— No podemos aceptar todo este dinero. Disculpe, señor.

— Quiero que empiecen una nueva vida. Son buenas personas.

Por lo menos Edgar logró que aceptaran el dinero.

Mientras que, por otro lado, Madolyn fue a visitar a su asistente, ya que está se encontraba en cama, con un resfriado. La joven llegó al lujoso edificio, y quedó sorprendida. Gaby trabajaba para ella desde que empezó su carrera en el mundo del modelaje, y nunca la había visitado. Al llegar, tocó el timbre del departamento. Inmediatamente, la chica de servicio le abrió la puerta.

— Buena tarde. Bienvenida, señorita, la señora la espera en su habitación.

— Llévame con ella.— pido ignorando el saludo.

La empleada la condujo a la habitación. Gaby tenía el semblante pálido. Estaba demacrada y con ojeras.

— Te ves fatal. Deberías ponerte un poco de maquillaje.— dijo Madolyn, parada en la puerta.

— Hola, Madolyn, puedes acercarte, no tengo una enfermedad terminal.

— Parece lo contrario. Necesito que te recuperes pronto, te necesito. ¿Este apartamento es tuyo, o pagas renta?

— Es mío.

— Definitivamente, te pago mucho dinero. Te voy a bajar el sueldo.

Gaby le dedicó una fulminante.

— Ay, era una broma.— explicó Madolyn

Si había alguien que merecía ser bien pagada, era Gaby. Puesto a que, ella soportaba todas las malcriadezas de Madolyn.

Las mujeres estuvieron conversando por unas horas, después Madolyn decidió irse a su casa. La joven se encontraba en el estacionamiento del edificio, tratando de salir del lugar. Pero había un auto que le impedía el paso. Muy molesta, le gritó al hombre encargado de la seguridad. “¿Dónde demonio está el dueño de este auto?”

El empleado trató de explicarle, pero ella no le dio oportunidad.

— Señorita, el señor no tarda en bajar.

— Me importa un carajo. Llame a ese imbécil, para que baje inmediatamente.

— ¿Qué está pasando?— preguntó Edgar, que se venía acercando a ellos.

Madolyn lo miró, él le parecía conocido, pero no recordaba de dónde.

— ¿Eres el dueño de este auto?— preguntó ella.

— Sí.— contestó con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

— Eres un imbécil. ¿Acaso no te sabes parquear? Ya decía yo que un fallo tenía el edificio.

— Eres una mal educada, grosera. Y aparentemente no sabes leer.— respondió Edgar. Se subió al vehículo, y se retiró. Dejándola hablando sola.

Madolyn miró el nombre del puesto donde estaba su carro, y dijo. “Edgar Lewis, imbécil. Por qué tiene que tener un lugar exclusivamente para él. No es justo”.

Edgar volvió a la bodega, en dónde tenía a su primo. Con mucho pesar lo libero. No quería dejarlo libre, pero no podía hacer nada.

— Si vuelve a tocar a otra mujer, sin su consentimiento… Juro que te mato. Le entregué diez millones de dólares a Lupita, lo voy a descontar de tu sueldo.

Samuel se levantó adolorido. Caminó cojeando hasta llegar a Edgar. Le dedicó una mirada amenazante, y le dijo. — Si hace eso, te juro que te vas a arrepentir. No te di la orden para que le pagara a esa puta, y menos esa cantidad de dinero.

Edgar exhaló, y se rascó la garganta.— ¿Me estás amenazado, o son ideas mías?

Samuel se quedó callado, pero hablaba en serio, y lo peor era que él sabía que Edgar no bromeaba.

——

La oscuridad de la noche invadía todos los rincones de la ciudad. En la mansión Lewis, todos comentaban acerca del supuesto asalto que sufrió Samuel. Edgar lo escuchó inventar una historia, y parecía muy creíble ante los ojos de los demás. Por la salud del abuelo, decidió no contar la verdad.

Autora: Si te gusta la historia, házmelo saber. Gracias.😙

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