Desde que nací he tenido una miserable vida, estaba destinado a sufrir en este mundo todos los días me preguntaba.

¿Por qué había nacido?

¿Para qué?

Nací en una familia muy pobre en un pequeño pueblo olvidado de Japón apenas y teníamos para comer una vez al día mi padre abusaba y golpeaba a mi madre casi todos los días mi hermana mayor era una prostituta con tan solo 15 años nunca fue a la escuela, por ese lado creo que tuve algo de suerte pude terminar la primaria después de eso mi padre me obligó a trabajar en granjas de cerdo tuve que aguantar hasta cumplir los 15 años mi madre falleció cuando cumplió los 13 y mi hermana se casó con un viejo millonario y se mudó para Tokio.

Estaba solo con mi padre así que decidí mudarme para otra ciudad comenzar una nueva vida, pero todo fue de mal en peor llegue a una gran ciudad llamada Kioto era un mar de personas nunca había visto tantas en mi vida los primeros días dormí en basureros, en parques conseguí trabajo en un restaurante de ramen no pagaban muy bien, pero al menos comía gratis, ahorre por meses dinero para poder rentar un apartamento, cuando tenía casi todo el dinero un grupo de ladrones me asaltaron cuando salía del trabajo yo siempre llevaba el dinero conmigo porque no tenía donde dejarlo, se llevaron todo y otra vez estaba sin nada el dueño del restaurante vio lo que pasó y decidió despedirme porque no quería que los ladrones se metieran con el restaurante.

Una vez más estaba perdido perdí toda esperanza y ganas de vivir busqué trabajo en otros lugares, pero nadie quería contratar a un vagabundo pase dos años pidiendo limosnas en las puertas de centros turísticos a menudo me corrían los guardias, pero por fin llego este día en el que todo termina aquí estoy en el techo del edificio más alto de la ciudad hoy está soleado hace un buen día perfecto para morir...

Salte desde el edificio cuando iba cayendo pude ver como todos los recuerdos de mi vida caían como gotas alrededor de mí...

— Bienvenido pequeño desafortunado...

— Dónde estoy de quien es esa voz, acaso este es el infierno o el cielo está todo oscuro.

— Oye te estoy hablando no seas mal educado ante la diosa más poderosa de todos los tiempos muestra un poco de respeto humano cobarde.

— Diosa... Estoy confundido podrías explicarme donde estoy.

— Estás en una dimensión mixta de entre la muerte y la vida soy la diosa Arka y me encargo de juzgar a las almas yo soy la que decide su destino.

— Mucho gusto diosa Arka, Soy Ryusen un humano común y corriente...

— Ya lo sé idiota soy una diosa sé que te acabas de matar y sé dé la vida miserable que tuviste... Siento un poco de lástima por ti así que te tengo una propuesta.

— Propuesta... Que propuesta...

— Dada a tu miserable vida en la tierra, te propongo renacer en un mundo totalmente distinto lleno de magia, seres fantásticos y muchas aventuras te estoy dando la oportunidad de tener una vida mejor... Que dices aceptas.

— Mmmm....

— Mmm... No

— ¡Ha!

— Como ya dijiste tuve una vida miserable, no quiero renacer en otro mundo y tener la misma suerte así que paso de nacer de nuevo quiero desaparecer.

— Entiendo lo que dices, pero hay un pequeño problema con tu caso... Todas las personas que se quitan la vida van a un solo lugar llamado el abismo donde sus almas pasan el resto de la eternidad sufriendo haciendo que se arrepientan de haberse suicidado.

— Así que no tengo opción, que hay que hacer para no ir a ese abismo.

— Eso es obvio a todos se les da la oportunidad de reencarnar en otro mundo y rehacer su vida y bien ahora quieres ir.

— Pero puedo conservar mis recuerdos.

— Por supuesto, no se diga más volverás a nacer en una familia de mestizos, espero que no vuelvas hasta aquí de nuevo...

— Espera mestizos...

— Hasta la próxima Ryusen espero que disfrutes tu nueva vida.

— Espera, Espera, como que mestizos...

Arka dijo unas palabras en otro idioma y empecé a caer en un blanco enorme y sentí como mi alma se asentó en el cuerpo de un niño recién nacido al abrir los ojos mi sorpresa fue muy grande una mujer con pelo verde y pequeños cuernos que parecían de cabra con lágrimas en los ojos me decía...

— Ya, ya, ya, bienvenido mi pequeño Hiro soy tu madre, nunca te dejaré solo, te cuidaré y amaré con todo mi corazón daré mi vida por ti si es necesario...

Las palabras de aquella mujer que ahora es mi madre me dejaron tonto nunca nadie me había dicho unas palabras tan cálidas y protectoras... Me puso en su regazo y empezó a cantar una canción...

...♫♫ Los Ángeles cantan la estrellas y luna alumbran para que tú duermas mi dulzura ♫♫...

La canción no era la mejor, pero salida de su cálida voz me hacía sentir paz y tranquilidad me hice el dormido ella se acercó a mi oído y me dijo...

— Hasta pronto Hiro mami tiene que ir a trabajar no te portes mal estaré aquí en un par de horas-

Salió de la pequeña casa de madera que estaba a punto de caerse, parecía que otra vez había nacido en una familia pobre, pero esta vez es sentía que era distinto...

Pasaron 5 años desde que vine a este mundo nunca me ha faltado nada mi madre me ha dado todo lo que ha podido vivimos en unas montañas nunca he visto ninguna otra persona mi madre dice que es porque nos tienen miedo, porque somos mestizos tal como dijo la diosa que nacería siendo un mestizo... Cada vez que mi madre regresaba del trabajo traía un golpe diferente en el cuerpo y manchas de tomates en la cara, sentía mucha rabia y quería matar a los que le hacían eso...

Aprovechando que estaba en las montañas salí a explorar y llegué a una cueva enorme y oscura hice una antorcha y entré... No parecía haber nada adentro cuando ya me retiraba me tropecé con algo duro y sonó como que fuera metal alumbre con la antorcha y era un cofre medio enterrado en la tierra con las manos escarbe y saque el cofre lo lleve afuera, al abrirlo me encontré una espada negra con el filo de la hoja tan delgado como la de una hoja de un árbol no pesaba nada aún con mis pequeñas manos podía empuñarla fácilmente parecía un objeto de gran valor...

Decidí quedarme con la espada y entrenar algo de esgrima en las montañas, pero la espada tenía algo raro cada vez que la empuñaba me sentía débil como si succionara mi energía, deje la espada bajo tierra en lugar que nadie la podría encontrar, se hacía de noche y volví a mi casa al llegar me encontré con mi mamá de tirada en el piso desmayada con muchos moretones por todo el cuerpo y no tenía ropa la casa estaba destrozada había huellas de caballos alrededor, mi mamá tenía rasgos de que la habían violado...

Mientras yo no estaba ella pasó por un infierno, atendí a mi mamá, durmió durante dos días seguidos se levantó y se fue a trabajar trate de detenerla, pero se fue diciendo que algo malo pasaría si no va a trabajar...

Pasaron 5 años yo seguí entrenando en las montañas matando todo tipo de criatura extraña que no conocía mi mamá como siempre regresaba a casa lastimada... Hoy fui a entrenar como siempre cuando regrese a casa mi madre nunca regresaba me empecé a preocupar, pero espere tanto que me quedé dormido en la puerta, pero ella no apareció...

Fui corriendo a buscar mi espada que estaba escondida bajo tierra en las montañas, me puse una túnica negra con capucha para que cubriera el color de mi pelo y los cuernos que tenía para que los demás no supieran que soy un mestizo.

Salí para el pueblo donde trabaja mi madre al llegar al pueblo había una gran multitud reunida en el centro del pueblo me pregunté qué estaba pasando y fui a ver... Lo que estaba llamando la atención de todas las personas era mi madre estaba colgada en una cruz rodeada de soldados.

Todos gritaban "Quemen a esa estúpida mestiza" Mi madre con lágrimas en los ojos gritaba "Por favor no tengo un hijo que cuidar no me maten" al verla en ese estado me quedé en blanco sin saber que hacer, un soldado con pelo negro tan largo que le llegaba a las rodillas era alto, con ojos rojos se subió a la plataforma y grito...

— Silencio mis queridos ciudadanos esta mestiza cometió un error grande al querer mezclarse con nuestra belleza humana como soldados al servicio del Rey Tartos tenemos la obligación de matarla, pero para que esperar a que se queme eso tomará mucho mejor le cortamos la cabeza y se la damos de comer a los perros-

"Tiene razón hagamos eso" Grito un hombre entre la multitud... No podía moverme no podía creer lo que estaba pasando en en segundo el soldado sacó una espada y le corto la cabeza a mi madre todos los que estaban observando empezaron a reír, saltar, aplaudir y beber de la alegría como si estuvieran en una fiesta, me llene de rabia sin pensarlo saqué la espada que la traía conmigo en la espalda y empecé a matar a todos los que podía la espada parecía moverse sola, la capucha que tapaba el color de mi pelo y los cuernos se cayó dejando en descubierto mi identidad al verme todos empezaron a gritar "Es el hijo de la perra que acabamos de matar" Los soldados intentaron detenerme, pero era demasiado fácil cortarlos en dos que no me podían parar...