...CONTIGO YO QUIERO es una historia de Irwin Saudade (CHICO LITERARIO)...
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...***...
...RESUMEN/ SINOPSIS...
...Ella se acaba de mudar y parece disfrutar de estar en el pueblo. Él lleva mucho tiempo allí y nada le es motivo para ser feliz....
...Ella pura alegría. Él su tristeza. ¿Qué puede pasar si mezclas ambos sentimientos?...
CONTIGO YO QUIERO... es una historia que narra la amistad entre dos adolescentes, Keyla y Armin. Es ella quién llega como la chica nueva a una escuela preparatoria en el pueblo al que recién se ha mudado y, de una forma interesante, conoce al chico más acosado de la prepa.
Ambos se embarcan en sentimientos únicos e incomprendidos que se colorean cada vez que pasan el rato.
En esta historia hay de todo. Un triángulo amoroso. Un chico popular. El bravucón. El chavo tímido. Una chica con Heterocromía. Un amor frustrado. Una muerte. Una enfermedad. Un perro que muerde. Un engaño. Un divorcio. Un abuelito lindo. Juegos de Playstation. Juegos mecánicos. ¡Y la oportunidad de superar el pasado!
Ambos protagonistas se embarcan en vivencias rápidas y únicas que son parte de la adolescencia.
Esta novela corta toca temas como el amor juvenil, el acoso, las autolesiones, la buena autoestima y la muerte; temas que son muy comunes en la juventud.
La historia da un giro completo cuando Armin se queda sin su nueva y única mejor amiga, el bravucón se vuelve a enamorar de él y la escuela preparatoria llega a su fin. ¿Qué se supone que debe pasar cuando una promesa no se cumple a causa de la muerte de un ser querido?
...***...
...*DEDICATORIA** *...
...Para todos los que alguna vez sufrimos un cambio de circunstancias porque la vida es incierta y todo cambió de la noche a la mañana....
...Para ti, querido lector que lees esto, esté libro te pertenece. ...
...***...
...INTRO ...
El viento me golpea en la cara, siento un enorme dolor en el pecho y no tengo ganas de estar en casa. ¿Por qué a mí? ¿Por qué a nosotros? ¡Carajo!
Mis pensamientos son una revolución, los latidos de mi corazón me provocan más angustia y todo se fue a la mierda.
Mis mejillas estaban escurriendo en lágrimas. ¿A dónde podría ir a buscar consuelo? ¿A dónde podría ir justo ahora para intentar olvidar que nada de esto paso?
Estaba huyendo del presente, mis intenciones no eran del todo claras y mis pasos me lograron acercar a las afueras del pueblo. ¡Iría al cerro! Necesitaba paz. ¿Podría sentirme en paz cuando el futuro siguiera su curso? ¡Carajo! Neta que todo me dolía y no podía aclarar lo que mis ojos vieron.
¿Qué hubiese pasado si yo no hubiese regresado a casa tan temprano? ¿Y si mamá no se hubiese ido a visitar a mi abuela? ¿Hasta qué momento de la vida nos hubiésemos dado cuenta de la verdadera traición de mi padre? ¡Me toco a mí!
Los ladridos de un perro me hicieron voltear atrás, el animal corría en mi dirección y parecía que quería morderme. ¿A dónde huir del peligro y del dolor del corazón?
Me tropecé a mitad de la calle, sentí un ardor en mis rodillas y el miedo me consumió por completo. ¡El perro me iba a morder! Cerré los ojos y me dio igual lo que me fuese a pasar.
Escuche un chillido de miedo.
—¿Estas bien? —Su pregunta me hizo abrir los ojos.
Me levante, mis rodillas estaban raspadas y el ardor era intenso.
—Sí. Solo me raspe un poco.
Ella, era una niña que me observaba desde su patio, la reja nos permitía vernos.
—Le tuve que lanzar una piedra al perro, mi abuelo dice que ese perro de por si es bravo.
¿Por qué me había ayudado una niña?
—¡Gracias por ayudarme!
—De nada.
Yo seguía parado en medio de la calle de terracería.
—Tengo que irme.
—¿Quieres una paleta?
Paso su mano a través de la malla y me ofreció una paleta. ¿Por qué era tan amable conmigo? ¡Ahora mismo no me sentía muy bien!
Me acerqué a ella, quizá tendría unos siete u ocho años. Tomé la paleta y sus ojos me impresionaron muchísimo.
—¡Gracias!
—De nada.
El dolor de mis rodillas aumento.
—¿Quieres un curita? Tus rodillas están muy raspadas.
¿Un curita? ¿Qué caso tenía tener que curar algo que en realidad no era el verdadero causante de todo mi dolor? ¿Un curita me serviría para poder calmar toda mi angustia emocional?
—¡Gracias! Pero estoy bien así. Yo, me tengo que ir.
Su mirada era algo que jamás olvidaría, era como si su mirada fuese de otra dimensión o de otro mundo. ¿Por qué tendría así los ojos?
—¿Y si te pasa algo malo?
Esta niña era algo insistente.
—No, estaré bien. ¡Ya me voy!
Mi mundo cambiaría muchísimo a partir de ese día, no tenía duda de ello.
...PRIMERA PARTE...
...“TENERTE DE FRENTE”...
¿Algún día podremos ser capaces de entender los sentimientos ajenos a nuestras circunstancias? ¿Cuándo aceptaremos que la vida real implica soñar que los planes no siempre saldrán como uno planea? ¿Seremos capaces de tomar en cuenta los riesgos de que algo inesperado pudiera sucedernos?
...Un nuevo día normal......
Esta mañana me levanté un poco emocionada y algo interesada en querer ver cómo me quedaba mi uniforme nuevo. ¡Esto era realmente alucinante! Resonance sonaba a un volumen considerable desde mi bocina Bluetooth. Era la hora para alistarme e ir a la escuela.
Blusa blanca, falda azul cuadriculada y un suéter gris. ¿Me gustaba ver mi atuendo? Alise un poco la tela de mi suéter, menee mi cadera al ritmo de la canción con toques futuristas y me regale una sonrisa amplia. ¡Me sentía totalmente contenta! Saqué unos zapatos de charol negro, no me tarde mucho en atar las agujetas y salí de mi habitación luciendo como la chica nueva. ¡Esto era demasiado genial!
—¡Que guapa te ves!
La voz de mi madre me hace sonreír de tanta emoción en mi interior. Papá sostenía su celular en la mano y leía mensajes de texto en voz baja.
—¿Segura que no quieres que te lleve a la escuela? —dijo él.
Me acerque a papá, dejo su celular sobre la mesa y plante un beso sobre su frente. Me miraba complacido y con demasiada gentileza.
—Tranquilo pa, estaré bien. Igual y no está muy lejos la escuela.
—Eso sí, que bueno que no eres una hija chocante. Es bueno que te ejercites un poco para iniciar bien las actividades escolares. ¡Te ira bien este día!
Asentí. Mis padres eran realmente geniales conmigo.
—¿Te sientes nerviosa? —preguntó mamá.
—No, la verdad no. Me siento tranquila y bueno, esta noche no pude dormir bien por la emoción de querer estar en esta nueva escuela. Creo que me ira bien, eso espero.
Me ofreció una sonrisa.
—Eso me da gusto. ¡Ven aquí! Quiero abrazarte. ¡Estoy segura de que todo te saldrá bien hoy! Deseo que hagas nuevas amigas y que disfrutes esta etapa.
Sonreí, el calor de mamá es lo mejor del mundo y sus deseos, la cereza de mi pastel.
Después de darle un abrazo a mi madre y de tomar el dinero que papá me suele ofrecer cada mañana, salí de casa luciendo extremadamente segura de mí misma. ¿Alguna vez fuiste la alumna nueva casi a finales de ciclo escolar? Bueno, pues en mi caso, no me siento para nada como esas chicas nerviosas de las series que entran a una escuela nueva. Muy en el fondo, me siento afortunada de ser positivamente optimista ante los cambios recientes, y claro, la seguridad es algo importante para un momento como esté.
La calle que daba a nuestra casa estaba cubierta de grava, había árboles alrededor y el sonido de mis pies crujiendo con el suelo me hacía sonreír al ritmo del canto de los pajaritos. ¿Cómo debe sentirse una chica de mi edad en un lugar como este? Solo habían pasado tres días desde que nos mudamos a San Francisco.
¿San Francisco? Un pueblito pintoresco y algo tranquilo; todo lo contrario a vivir en la ciudad. Aquí parecía que la tranquilidad era un regalo para la sociedad y era mi turno de poder disfrutar de algo así. ¡Me gustaba aquí! Neta que no extrañaba mi antigua casa.
¿Por qué razón nos mudamos a un lugar campestre? ¡Hay tanto que decir! Y no hay mucho tiempo para poder explicar el motivo.
Unos cuantos pasos más tarde...
Justo al doblar sobre la calle principal adoquinada, veo a unos cuantos estudiantes caminar hacia la misma dirección que yo. Chicos al lado de sus amigos, mochilas en la espalda o bolsos de colores con fotobotones de algún anime de moda. ¡Íbamos para la misma dirección!
¡La preparatoria!
¿Como era mi mochila? Una mochila tejida artesanalmente con estambre de colores; papá dice que ese es un bolso hippie y que se me ve bien. Que combina con el color de mis ojos. ¡Porque tengo los ojos un poco hippies! Un poco bonitos y demasiado peculiares. ¡Tengo una mirada curiosa!
—¡Hey vamos a llegar tarde! —escucho que dice un chico adelante de mí por pocos metros.
Compruebo la hora encendiendo la pantalla de mi celular, faltan diez minutos para que la escuela cierre sus puertas y enserio que no me siento nerviosa. ¡Neta que no estaba extrañando mi antigua escuela!
Estoy por llegar al comienzo de la subida del cerro cuando veo a un par de gorriones pelear en el suelo por una migaja de pan. ¿Una escuela en la cima de un cerro? ¿Una escuela en un lugar como este? ¡Pues sí! Así es que, durante varías mañanas del futuro, mi rutina también implicaría que yo hiciera un poco de caminata pesada para llegar a la prepa.
¿Esto era parte de los nuevos cambios a los que yo me tendría que acostumbrar?
Veo a una pareja de chicos empezar a molestar a una chica. Le hacían burla con alguien que seguramente iba en tercer grado y cuando yo estaba llegando a la mitad de la subida, él pasó a mi lado. Me acomode un poco los tirantes de la mochila y mis ojos siguieron sus pasos con detenimiento porque hubo una chispa de curiosidad en mi interior. ¿Quién era él?
Chico alto, un poco delgado y con algo de músculo en las piernas y en la forma de sus hombros. Su cabello era de color café oscuro, con destellos de ser el chico popular de la preparatoria y el deseo de todas las morritas. Todos comenzaron a saludarle de forma muy agradable, ¡como si se tratase de una celebridad! Sonreí, rápidamente me di cuenta de que este chico tenia a todos a sus pies.
Los dos chamacos tremendos se acercaron a él y todos miraban con mucha emoción. ¡Seguro que eran los más guapos de la escuela!
—¡Germán! ¿Cómo es que te fue en estas vacaciones? —le preguntó un chico que caminaba a su lado.
Estábamos regresando de las vacaciones de semana santa.
—¿Escucharon que alguien se va iba a trasladar a nuestra escuela?
Otro chico interrumpió la pregunta hacia Germán.
—¿Ora?
—¡De verdad!
—¿Como lo sabes?
—¡Otsss! Yo siempre lo sé todo.
Germán y su otro amigo dejaron escapar unas risitas incrédulas.
—¿Chica o chico?
—Escuche que iba a ser una chica. La neta no sé de dónde viene, pero si, es una chica.
Comenzaron un barullo entre ellos. Parecían realmente muy unidos y algo alocados. No había duda de que ellos eran los galancitos de esta prepa.
—¿Creen que sea bonita?
¿Bonita? ¿Tan pronto hicieron esa pregunta? ¡Que simples!
—Quien sabe. La neta es que no la conozco. Pero bueno, yo creo que, si no es bonita, ella no será muy popular entre nosotros.
¡Así de básicos y tontos sonaban estos chicos! Parecían no notar mi presencia.
—¿Y si es realmente una belleza?
—Entonces podríamos intentar conquistarla. ¡Germán tiene experiencia en eso! Lo bueno es que estás libre y por supuesto que te apoyaríamos en esa conquista.
¿Libre de...?
—¿Dices que tengo experiencia porque soy un mujeriego?
—¡Pues sí! Ya has tenido varias novias y todas en esta escuela se derriten por tu cara de mitología griega.
Rieron tontamente. ¿Mitología griega? ¡Más bien parecía figura prehispánica!
—¿Crees que sería bueno andar de pica flor? —le preguntó el tal Germán.
—Yo creo que sería bueno andar de loco entre las chicas. Después de todo eres el más carita de nuestra generación y bueno, no está mal jugar con ellas. Eso es lo que hacemos los chavos, mi jefe dice que el hombre puede llegar hasta donde la mujer quiere. Y por lo que se ve, muchas quieren que tú seas su novio.
¿Hasta dónde quería yo que llegarán esos bobos? ¿El más guapito tenía derecho de ser el más mujeriego, solo por tener una cara bonita? ¡Que pasados de lanza! No pude evitar dejar escapar una risa por lo absurdo de toda su plática. Se giraron a mirarme y agradecí no estar demasiado lejos de ellos para que pudieran notar que no estaban caminando solos por la banqueta.
¡Canijos chamacos de prepa!
—¡No te creas tanto lo que te dice tu amigo! Deberían salir de este pueblo, hay caras más chulas que la tuya.
Vi sus caras sumamente sorprendidas, como si hubiera terror en sus miradas y la forma en que sus ojos se abrieron de golpe; eso fue lo mejor de esta mañana. ¡Bobos!
—¿Y tú eres…? —me preguntó Germán.
—¿Soy…? —me le quede mirando fijamente.
—Lo que quiero decir es que…
El contacto visual entre nosotros fue el detonante para que sus pupilas se perdieran en mi heterocromía tan rara. Mientras sus ojos se perdían en mí, capte a un perro correr en dirección a ellos con la intención de morderlos. Rápidamente me agache al suelo y simule que recogía una piedra para asustar al animal. ¡Ellos parecían asustados!
El animal freno.
—No me interesa escuchar lo que quieres decir. ¡No vale la pena! Bola de miedosos. ¡Nos vemos luego!
Sin esperar una respuesta, me concentre en seguir caminando para entrar a la escuela, pase justo en medio de ellos y los deje con la boca bien abierta. ¿Fui demasiado descortés? ¡Para nada! Después de todo, ellos habían sido demasiado desconsiderados conmigo al tratar de imaginar lo más superficial de la chica nueva.
—¿Como te llamas? —preguntó uno de ellos.
No quise responder su pregunta, ni siquiera me frené para darle mi respuesta.
—¡Nos vemos luego bellezas! —dije y volví a reírme
¡Así inicie la mañana de mi primer día de clases!
En el salón de clases...
—¡Muy bien! Pues miren chicos esta mañana tengo buenas noticias, queremos darle la bienvenida a una nueva compañera que acaba de llegar esta mañana. Ella recién se mudó de la ciudad y… bueno, la dejaré que se presente.
El ademán de la profesora me alentó a dar un paso al frente de toda la clase. Pizarrón de color blanco detrás de mí, de frente un salón lleno de chicos que me miraban con curiosidad y el sol iluminando todo gracias a las enormes ventanas. ¡Esto era agradable! Demasiado diferente a mi antiguo salón de clases, las escuelas públicas son demasiado geniales.
—¡Hola a todos! Mi nombre es Keyla y este es mi tercer día en San Francisco. Solía vivir cerca de la ciudad, por Angelópolis y estar aquí me transmite tranquilidad. No creo en los signos zodiacales, me da igual la astrología y sí, mis ojos son reales. Me gustaría poder decir más cosas, pero, prefiero que ustedes mismos las vayan descubriendo ¡Espero llevarnos bien!
Todos me observaban de forma curiosa, algunas sonrisas eran dedicadas a mí y no vi necesario tener que dar demasiados detalles de mi vida o sobre mis gustos porque no quería darme a conocer de forma fácil. A menos que ellos preguntaran.
—Muy bien, gracias por presentarte Keyla. ¿Alguien tiene alguna pregunta para su compañera?
Nadie parecía animarse a entrevistarme. ¡Que chistoso! Los chicos me miraban de forma atenta y las chicas murmuraban cosas que no eran importantes.
—¿Cuántos años tienes? —preguntó un compañero.
—Tengo quince años.
—¿Por qué te mudaste aquí? —preguntó una compañera.
—Mi abuelo vive en San Francisco. Vinimos a cuidar de él porque ya no puede valerse por sí mismo.
—¿Tienes hermanos?
—Un hermano mayor.
—¿Pasatiempo favorito?
—¡Tengo varios!
—¿Te gustaría…?
—Perdón chicos, pero ya es tiempo para empezar la clase. Podrán hacerle más preguntas a su compañera en la hora de receso. ¿De acuerdo?
—¡Si profesora! —dijeron al unísono.
Ella asintió.
—Hay un asiento disponible justo atrás, puedes acomodarte en esa banca. ¿Te parece bien?
—Si profa. ¡Muchas gracias por la bienvenida!
Sonreí y ella correspondió.
—¡Me gusta tener alumnos nuevos!
Ella parecía ser una mujer amable.
¡A mí me gustaba ser la chica nueva!
Segundos después, comencé a caminar entre mis compañeros hasta poder llegar a mi nuevo lugar. Era una banca de madera barnizada al natural y me causó curiosidad la forma en que estaba diseñada. Esto era un telebachillerato. ¡Super chido!
—Bien muchachos, vamos a comenzar la clase de hoy. Por favor presten atención a la clase televisada de español. Gómez, por favor apaga las luces.
Las luces se apagaron, corrieron las cortinas y el proyector disparó en la pizarra el video de la clase. ¡Esto era realmente muy ingenioso!
No tenía idea de que así fueran las clases en una preparatoria cómo está. Era como si estuviéramos en el cine, pero de forma más compacta y publica. Además de que el ambiente entre los estudiantes parecía ser genial.
¡Qué lástima que no todo siempre es como lo imaginamos!
...Unas clases después... ...
A la hora del receso, había varias chicas que intentaban acercarse a mí y de verdad que eran amables. Parecían interesadas en unirse a la chica nueva, pero yo no estaba tan interesada en responder sus entrevistas. Más que nada porque el receso es corto y yo tenía mucha hambre. ¡Ya sabes!
Mil veces prefería poder alimentarme a estar respondiendo preguntas superficiales.
Fui a la cooperativa escolar y compré una torta de milanesa.
—¿Eres nueva? No te he visto antes —me preguntó una de las señoras que atendía.
—Si, hoy es mi primer día en esta escuela.
—¡Pues un gusto en conocerte! Yo soy Micaela, pero todos los chicos me dicen doña Mica.
Ella parecía ser una mujer agradable.
—Un gusto en conocerla doña Mica. Yo me llamo Keyla.
—¡Qué bonito nombre! Seguro te lo pusieron por lo bonita que estás. Esos ojos mija… tienes una mirada muy chula.
Sonreí con un poco de rubor en las mejillas.
—¡Que va! Gracias por sus halagos, pero ni que yo fuera la belleza de la escuela.
—Yo creo que si lo eres. ¡Es más! Toma, por ser tu primer día te regalaré los dulces que quieras. ¡Anda! Agarra todos los que quieras.
Y fue así que trabe una buena relación con la señora de la cooperativa. Agarre dos pulparindos y solo me conforme con eso.
—¡Gracias! Ya me voy porque aún no como y el receso está por terminar.
—Si mija, está bien. ¡Buen provecho! Encantada de conocerte.
—¡Gracias doña Mica! El gusto es mío.
Mientras caminaba hacia una de las mesas de la tienda escolar, vi como Germán y sus compañeros jugaban basquetbol de forma intensa. El balón se movía rápidamente y ellos sudaban mucho a causa del calor del sol. ¡Un montón de chamacas estaban bien desvividas por ellos!
Encontré un lugar disponible para desayunar debajo de la sombra de un árbol, recargué mis codos contra la cubierta de la mesa, desenvolví la torta y di un bocado. ¡Sabía tan bien!
Entonces, sucedió.
—¡Hey! ¡Que tonto! —exclamó alguien desde la cancha.
— Armin, mejor no comas cerca de la cancha. Por eso te pasan esos accidentes.
—¡Que bobo se ve!
¿Accidente? Si ese par de mocosos habían hecho sus movimientos de forma muy intencional. Sus risas eran el resultado de ser bravucones y los jugadores más asquerosos que podías ver en este lugar. ¿Qué podías esperar de unas figuras prehispánicas como ellos dos? Si en las primeras culturas también había traidores como la Malinche.
Como en todas las culturas, siempre hay villanos y la cultura mexicana no es la excepción.
Fue ahí cuando descubrí que algo no andaba bien en esta escena. Todos miraban y decían cosas. Se burlaban del chico en el suelo y este, a su vez, parecía estar demasiado avergonzado. ¿Qué sentiría en ese momento? ¿Por qué nadie tenía consideración de él?
—¿Estas bien? —le pregunté extendiendo mi mano hacia él.
El chico alzó la vista a mí y parecía dudar de este gesto.
—¿Acaso importa? —sonaba a resentimiento.
—Si no importaras, ¿por qué crees que te estoy preguntando? —hice que mis cejas se curvaran de forma curiosa.
Sus ojos abandonaron mi contacto visual, los segundos pasaron, el balón estaba a un lado de nosotros y varios ojos estaban enfocados en la escena.
—¡Guapa! Pásanos el balón —pidió el bravucón.
No les di mi atención. Mi mano seguía extendida hacia el chico en el suelo y al ver que no tomaba una decisión, no dude en agacharme un poco para poder tomar su mano. ¡Tire de él! Se sorprendió por mi movimiento.
—¿Por qué me ayudas?
—¿Debería no ayudarte?
—Pues sí, la neta es que todos saben que soy la burla de esta escuela. ¡No entiendo porque intentas ser amable conmigo!
Su respuesta me sorprendió mucho.
—¿La burla?
—Siempre me están molestando y…
—¡El balón, guapa! —repitió el jugador de básquetbol.
Suavemente me giré a mirarle, era el mismo chico de esta mañana, un amigo de Germán. ¡Que fastidio!
Me limite a hacerle ojitos y le sonreí de forma cordial.
—No sé de qué me hablas guapo, creo que tú mismo deberías venir a recogerlo. ¡También tienes manos!
Se quedó con la boca abierta. Le di la espalda. Armin estaba acomodándose en el pasto. Había restos de comida regados cerca de nosotros y su camisa tenía una mancha de salsa.
—¿Prefieres estar en el suelo?
No respondió tampoco, parecía estar sorprendido por mi actuación. El viento sopló de forma suave y no pensaba hacer caso de su resentimiento.
—Yo…
—De acuerdo, me sentaré a tu lado. ¿Te molesta que te haga compañía?
Sus ojos parecían brillar con el sol, faltaban diez minutos para que el receso terminara. Las miradas comenzaban a abandonar nuestros movimientos y me sentí bien al hablar con él.
—¿Por qué dices que eres la burla de toda la escuela?
El jugador tuvo que abandonar la cancha para ir a buscar el balón que claramente estaba detrás de nosotros. ¡Obvio que no le iba a dar el balón! Era todo un groserote.
—¿Acaso eres nueva?
—Sí. Es mi primer día en esta escuela.
—Eso explica el porqué de tu amabilidad. ¡No sabes nada sobre mí!
—¡Está chido! ¿No?
—¿El no saber sobre mí?
—Ajá. Así puedo conocerte y hasta podríamos…
Pero algo no andaba bien, este chico tenía algo; un pasado que tal vez le robaba la oportunidad de tener más seguridad emocional.
—¡Gracias por intentar ser buena onda conmigo! Pero...no creo que sea buena idea. Prefiero estar solo la mayor parte del tiempo y, además, una chica como tú hace mal tercio con alguien como yo.
Le regale una mirada curiosa.
—¿Como que mal tercio? Presiento que estas muy acostumbrado a menospreciarte. ¿Me equivoco?
—¡No tiene caso nada de esto!
—¿Entonces porque vienes a la escuela? Digo, si no te gusta nada de esto que te pasa, ¿para qué venir? A eso es a lo que yo no le veo caso
—¿Tú por qué vienes? —contraataco con otra pregunta.
Sonreí, conocía la respuesta.
—¡Pues porque este lugar se me hace chido!
—¿Por qué estaría chida la escuela?
—¿Cómo que por qué? ¡Es obvio!
—Para mí no es muy obvio.
—En mi caso, yo nunca había venido a un telebachillerato y creo que esta experiencia es genial. Papá estudio en esta escuela y bueno, ahora estoy aquí. La verdad es que a mi si me gusta la escuela.
Algo en su mirada me hizo pensar en los posibles pensamientos de este chico. ¡Era obvio que algo negativo rondaba en su alma! ¿Que era eso?
—¿Por qué eres amable conmigo?
—Pues porque como ya te dije, soy la chica nueva y quiero ser amable contigo.
—Pero…
No le di oportunidad de responderme.
—Además ya lo decidí. ¡Seremos buenos amigos!
—¿Amigos?
—¡Claro! Por lo que veo, eres un chico solitario y por eso es que los demás te molestan.
—No. Bueno. ¿Qué sabes de mí?
—La neta no sé nada sobre ti, pero como que me causas curiosidad. Como si necesitara conocerte. ¡Entonces quiero saberlo todo de ti! ¿Como ves?
Sus cejas se arquearon. Mi intensidad era evidente.
—¿Tanta necesidad?
—Creo que eres un buen tipo. Y sabes que, el receso está por terminar y yo no he terminado de almorzar mi torta de milanesa. ¡Anda! Sentémonos en la mesa a desayunar.
—Bueno. ¿Segura que estás bien de la…?
No le di tiempo de terminar de hablar y tiré de su mano para poder ponernos de pie.
—¿El hablar contigo me convierte en una loca?
—Pues…
Era evidente que este chico lo veía todo de forma negativa.
—Mi nombre es Keyla y espero llevarme bien contigo Armin.
Nuestras manos seguían unidas. Ese fue nuestro intercambio de saludos.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—Lo escuche cuando ese patán te lanzo el balón.
—¡Ah!
—¿Quieres la mitad de mi torta?
—Pero…
—¿O prefieres que te dé un pulparindo?
—¿Tienes pulparindos?
—Si, doña Mica me regalo dos por ser la chica nueva.
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