Amelia Xhu miró boquiabierta como su cita a ciegas salía corriendo -¡Lo siento mucho, olvide que tengo algo muy importante que hacer!- Grito el joven en voz alta mientras se alejaba como si alguien lo persiguiese.
-Ahí va otra cita fracasada. No sé que me dirá mi tío sobre esto.- Murmuró la joven en voz baja, apoyando su barbilla en su mano, viendo como aquel hombre subía a su coche y conducía lejos del restaurante.
Ya estaba acostumbrada a este tipo de situaciones, desde hace tres largos meses, su tío tuvo la increíble idea de que ya era hora de que tuviese algún novio, que se embarcará en una relación amorosa y se casará. De hecho, ella también considero esa idea, pero cada vez que pensaba en su trabajo, desechaba la idea completamente.
Ella tomó su bolso y se preparo para irse, soltando un suspiro, miró la silla donde se había sentado 40 veces en lo que iban de estos 3 meses. Aunque se sentía cansada de eso, tenía que complacer a su tío, quien siempre cuido de ella desde la muerte de sus padres.
Amelia salió del restaurante con una expresión seria, no importa qué, esa era la expresión que siempre tenía en su rostro. Al principio pensó que tal vez se debiera a eso, sin embargo, a la cuarta cita comprendió que a los hombres no les agrada el tipo de mujeres marimachos como ella. Ya que según su tío, resultaba muy poco femenino.
La mirada de la chica cayó sobre el museo ubicado delante del restaurante en el que su tío arreglaba las citas para ella -¿Cuánto tiempo tengo de no visitar el museo?- Dijo en voz baja la joven con un tono de crítica.
Desde su juventud, fue muy fanática de los libros de historia, leyó bastante a cerca de ello en su adolescencia. Aunque le agradaba, no le llamaba demasiado la atención como para dedicarse a ello, no era más que leer libros y aprender un poco.
Amelia ingreso en el museo, con intensión de distraerse un poco por su fracaso número 41, tal y como lo había hecho en los últimos meses. La joven pagó su entrada y se dirigió inmediatamente a la zona de historia de la realeza, sus ojos cayeron sobre los retratos de los emperadores y príncipes que marcaron historia en el pasado.
Finalmente, su mirada cayó sobre el único marco que no tenía retrato, más que un simple nombre "Matthew Liang" y un título "Famoso Comandante del Ejército Oscuro". Era lo único que tenía.
-Ese tipo debió ser alguien demasiado distanciado o frío, no permitió que hiciesen un retrato sobre él. Es tan egoísta, apuesto a que era feo.- La expresión sería de Amelia mostró algo de lástima, sin duda, era una lástima no llegar a conocer al famoso comandante que defendió al país en la Dinastía Yuan. Pensaba lo mismo cada vez que veía aquel marcó.
Dejando la curiosidad por aquel ser olvidado y desconocido, miró unos que otros retratos de príncipes famosos, emperadores y emperatrices que contribuyeron a sus esposos.
Al cabo de un rato, Amelia se sentó en una banca en el pasillo de historia real, mirando detenidamente el único marcó sin retrato del Comandante del Ejército Oscuro. De alguna manera volvió otra vez al mismo lugar, como lo había hecho en incontables ocasiones.
Desde que ingreso por primera vez a este museo, siempre miraba detenidamente este marcó, pensando detenidamente como podría ser la apariencia y el carácter de aquel hombre. Lo pensaba tanto que en cientos de ocasiones soñó con como podría ser aquel hombre, el hombre que no tenía absolutamente nada en su historial.
En la cartelera de presentación no decía si tuvo alguna esposa, hijos o parientes, lo único escrito en ella era su título y nombre. Eso la hacía sentirse curiosa, a pesar de saber que no era más que un ser olvidado y desconocido para el mundo.
Había ideado incontables rostros y cuerpos que pudiesen representar a ese antiguo comandante, si tal vez podría ser un hombre de mediana edad, uno de treinta y tantos o veinte y tantos años. Sin embargo, esas conjeturas de imágenes que creaban su mente no la satisfacían.
El hombre parecía no tener a nadie, ni siquiera una concubina ¿Entonces porque ella sí tenía que casarse?¿No era mejor quedarse sola, como aquel comandante? Para Amelia, eso era lo más factible.
Nunca le fue bien con los hombres y sus citas a ciegas siempre terminaban mal. Sentía que ya era hora de dejar eso atrás.
Con aquellos pensamientos en mente, cerró los ojos y soltó un suspiro, cuando de repente, sintió algo vibrar en su bolsillo. Ella sacó su celular y se puso de pie mientras respondía la llamada.
-Hola, tío ¿Cómo estás?- Saludo la joven sabiendo de quien se trataba, sus pies se movieron rápidamente hacia la salida.
-Querida Amelia ¿Qué tal te fue en tu cita?¿Encontraste al indicado?- La voz cariñosa de su tío vino desde la otra línea, sonando preocupado pero a la vez como si pidiese chisme.
Cuando la madre de Amelia falleció, el hermano mayor de la mujer se hizo cargo de la niña, y ya que él no tenía hijos, la trato como su propia hija. Siendo la única hija de su adorada hermanita menor, siempre se esforzó mucho por darle todo lo mejor a su sobrina bajo el apoyo de su esposa.
Gracias a este tío y a su esposa, Amelia logró sobre llevar la muerte de sus padres, quienes fallecieron de forma prematura en un accidente automovilístico.
-Es lo mismo de siempre, mi profesión es un desagrado para ellos. Tío, quiero darme por vencida con esto de las citas.- Hablo la joven en voz baja, saliendo de la recepción, sus ojos se cerraron y suspiro un poco, tratando de hacer que sintiera su frustración.
-Querida, ser una luchadora de Artes Marciales mixtas causa malas expectativas en los hombres. Te hace ver poco femenina, ya que es una práctica que realizan normalmente los hombres. Pero como a ti te hace feliz, esta bien, ya no te obligare a seguir asistiendo a esas citas, a cambio, tienes que cocinar nuestro platillo favorito para la cena.- Dijo el hombre de mediana edad con seriedad, apoyando la decisión de su sobrina con sinceridad.
Simplemente no tenía el corazón para hacer que su sobrina dejara de lado algo que le apasionaba tan solo para buscar otra cosa. Estaba bien con lo que su sobrina desidiese.
-¡Gracias, Tío, eres el mejor!- Exclamó contenta la joven, mostrando una sonrisa alegre y emocionada. Ella miro a ambos lados de la calle y colocó su pie en la carretera, lista para pasar.
-Entonces comprare los ingredientes, regresaré a casa temprano, espera...- Con una sonrisa, la chica dio aviso, sin embargo, antes de que pudiese terminar, el fuerte pitido de un coche resonó de la nada, seguido de los gritos de la gente.
Los ojos de Amelia se abrieron como platos cuando el automóvil apareció de repente ante sus ojos a toda velocidad.
"Juro que me fije a ambos lados antes de cruzar ¿Entonces por qué...?" Un fuerte estruendo hizo eco en la carretera cuando el automóvil coliciono contra Amelia, quien rodó al menos unos 10 metros sobre la acera antes de detenerse, boca abajo y mirando a la nada con los ojos muy abiertos.
La sangre salía lentamente de su cuerpo, tiñendo la acera de rojo y rodeandola.
-¡AMELIA!¿QUÉ FUE ESO?¿QUÉ ACABA DE PASAR?- En la mano casi destruida de la joven, yacían el celular, intacto, de él, la voz del tío de la chica aún se hacía presente.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Amelia, no podía sentir absolutamente nada en su cuerpo, sin embargo, el dolor mental era insoportable.
-Ti~tío... Lo... lo sien...to... no podré... llegar a casa hoy...- Las gotas de sangre salieron de sus comisuras con lentitud, tratando de forzar una sonrisa, dos lágrimas se deslizaron por sus mejillas antes de que su respiración se detuviera por completo.
"Matthew Liang..." Fue el último pensamiento que tuvo antes de morir.
El suave olor a flor de albaricoques llenó lentamente el aire, refrescando la mente y llenando de dulzura el alma.
El canto de las aves vino desde fuera de la ventana, animando el ambiente en el exterior, sin embargo, en el interior, el llanto triste y apenas audible de un hombre sonó desde el interior de la habitación.
Un hombre de unos treinta y tantos años yacía sentado al borde de la cama, entre sus brazos, la figura de una joven de unos 12 o 13 años yacía envuelta. Las gotas saladas rodaban por sus mejillas pálidas, pero aún así, su cuerpo aún estaba cálido, a pesar de no respirar.
-Hija mía, no abandones a tu viejo...- La voz del hombre sonó con gran amargura en la silenciosa habitación de gigantesco tamaño. Él se aferro con fuerza al cuerpo de su hija, la cual, acababa de fallecer.
Luego de un mes sufriendo de una fiebre alta, finalmente terminó perdiendo contra la enfermedad, falleciendo en medio de su lucha. Quien sabría que esto ocurriría justo a los días de que el Emperador por fin le permitiera regresar de proteger la frontera norte.
Vio a su hija sufrir durante una semana completa de aquel dolor tan fuerte que le ocasionaba la fiebre.
Sus brazos lentamente soltaron de forma reacia el cuerpo de su hija, dejando que su mirada cayera sobre el piso de madera de la habitación. Se sentía realmente vacío, desde la muerte de su amada esposa, lo único que le quedaba era su preciado tesoro, su hija.
Alrededor de 20 largos años luchando para proteger su país y darle prestigio al Emperador sólo para terminar de este modo, sin su esposa y ahora... sin su hija.
Mientras se lamentaba, sintió un ligero movimiento a su lado, haciendo que su cuerpo se paralizará. Su mirada se volvió lentamente hacia el cuerpo de su hija con los ojos muy abiertos. Un segundo después, sus ojos se encontraron con un par de perlas azules que lo miraban con seriedad, bajando y subiendo por su cuerpo como si lo estudiarán.
De alguna manera, esto provocó un fuerte escalofrío en la columna vertebrar del Gran General Kun, era como si la persona delante de él fuera realmente peligrosa.
-¿Papá?- Una voz ronca y baja salió desde los labios de la joven, haciendo que el hombre volviera en sí. Las lágrimas brotaron de sus ojos cuando vio una sonrisa aparecer en el rostro de su hija. Sin dudar, la tomó nuevamente en sus brazos, dando suspiros de alivio y agradeciendo al cielo.
Con el rostro enterrado en el pecho de su padre, la joven borro la sonrisa de su rostro, un brillo frío apareció en sus ojos "Realmente he muerto... Pero esa chica...". Amelia cerró los ojos y proceso todo lo sucedido.
Lo último que recordaba era el automóvil que se dirigió a toda velocidad hacia ella, la colisión fue tan fuerte que terminó muriendo en el acto, ni siquiera pudo despedirse de su tío. Cuando abrió los ojos, vio a una niña de 12 o 13 años bastante parecida a ella, mirándola en cuclillas con lágrimas en los ojos.
Esto la sorprendió pero viendo el cuerpo ligeramente transparente de la chica, se dio cuenta de que realmente había muerto. La niña colocó su dedo índice en su frente y sonrió gentilmente -Por favor, cuida a mi padre, es lo único que te pido...- La tristeza en sus ojos no disminuyó cuando su cuerpo se desvaneció por completo.
Fue hasta entonces que un fuerte ardor apareció en la frente de Amelia, el cual la obligó a cerrar los ojos y quedar inconsiente. Cuando volvió a despertar, se encontraba en el abrazo cálido de un hombre y al escuchar aquellas palabras dichas por él, cientos de recuerdos brotaron en su mente como si fuesen parte de una película, sin embargo, ninguno de estos era suyo, si no, de aquella chica a la que vio luego de morir.
"Ahora no puedo más que vivir en tu nombre... Muchas gracias...". Pensó Amelia, tal vez por la calidez que su ahora padre le daba, se quedó dormida, ya que después de todo, el cuerpo aún estaba muy débil a causa de la fiebre alta que sufrió la dueña anterior.
Mark Kun sonrió con gentileza al ver a su hija dormirse en sus brazos, la acosto con cuidado en la cama y salió silenciosamente de la habitación. Varios minutos después, sus gritos resonaron por toda la Mansión del Gran General, mientras daba órdenes a los sirvientes para su hija.
Cuando Amelia despertó, sus ojos tranquilos miraron la gran cantidad de tónicos, medicamentos y hierbas en su habitación, todos con la intensión de ser consumidos por ella. Habiendo procesado los recuerdos de la anfitriona, sabía que el hombre que la sostenia era su ahora padre, el que le especificaron cuidar, y que este era el general más famoso del Estado de Shuayan.
Gracias a los recuerdos dejados por la anfitriona, descubrió muchas cosas y entendió otras, lo que más le sorprendió fue el hecho de que todo iba de acuerdo a lo que había leído en el museo y en algunos de los libros de esta dinastía.
En este momento, el Emperador es Pehia Chen, el último último emperador que gobernó el Estado de Shuayan antes de unificarse con otros estados y convertirse en un País. Había reencarnado en el cuerpo de una chica que vivió hace más de 800 años en el pasado.
Amelia soltó un suspiro, esta chica se llama Sasha Kun, tal parece que ese será su nombre de ahora en adelante. Su padre es el Gran General Kun, protector de la frontera norte del Estado de Shuayan, además de su padre, también habían tres generales más, aunque la anfitriona no sabía casi nada de ellos.
Sasha Kun tomó el cuenco de medicina dado por la Sirviente personal asignada por su padre hace tres años.
En los recuerdos de la antigua Sasha Kun, ella se crió con su padre en la frontera hasta los 12 años, y luego fue traída de regreso a la Mansión del Gran General por él para que aprendiera lo que toda dama de la antigüedad debería saber.
La antigua Señorita Sasha siempre fue muy tranquila y sabía practicar artes marciales gracias a los pequeños pero estrictos entrenamientos que le daba su padre para que creciera bien y fuerte. Amelia no comprende como es que una persona que ha practicado artes marciales desde los 4 años se enfermo por un resfriado hasta el punto de morir por causa de él.
Amelia, ahora Sasha, se sentó en la cama con una expresión sería, de repente, una sonrisa apareció en sus labios. Como luchadora profesional de AMM, su pasión es luchar y pelear, en esta vida, su padre es un gran General que ha pasado casi toda su vida en el campo de batalla, como su hija, es muy normal que sepa artes marciales, por lo tanto, no tiene que ocultar nada ¿No es así?
Además, según los recuerdos de la antigua Sasha, nadie más que los soldados de su padre y unos qué otros sirvientes de la Mansión del Gran General conocen su apariencia y personalidad, por lo que podría sentirse mucho más tranquila sabiendo esto.
Amelia, ahora Sasha, soltó una pequeña risa, satisfecha con esto, esa niña sin duda le hizo un gran favor al darle su cuerpo. Mirando sus manos, una gran sonrisa apareció en su rostro -Señorita Sasha, prometo proteger a nuestro padre con todo mi corazón.- Murmuró la joven con determinación.
En su vida pasada, perdió a sus padres a una edad muy temprana, sus tíos la criaron y llenaron de amor su mundo. Ahora, por segunda vez, puede decir que tiene un padre con sanguíneo.
-Joven Señorita, el Maestro está aquí.- La voz de la sirvienta personal de Sasha, Mary, entro por la puerta e hizo una reverencia respetuosa mientras informaba.
Sasha asintió con calma, borrando cualquier rastro de sonrisa de su rostro, no tenía un amor sincero hacia este padre, pues lo único que los unía era la sangre.
A pesar de eso, no rompería su palabra, protegería a su padre a toda costa en esta vida.
-Ayúdame a cambiarme, iré a recibirlo.- Dijo la joven con seriedad, aun no comprendía del todo como ponerse estos vestidos. En su vida pasada compro algunos para saber lo que se sentía usar uno de estos, sin embargo, por culpa de su cuerpo super ejercitado, se le veía raro. Comprendió qué ese tipo de vestidos sólo le quedan bien a las chicas delgadas y robustas de pecho y cintura.
Su cuerpo apenas está empezando a desarrollar por lo que le quedan muy bonitos este tipo de vestidos que no se ajustan a su cuerpo. Además, en esta vida no dejaría de practicar artes marciales mixtas.
Cinco años después:
El sonido de algo chocando contra un objeto duro resonó por todo el jardín trasero del Patio Tao. Las hachas golpearon de forma consecutiva el centro del tiro al blanco, empujando con fuerza hasta tirarlo al suelo.
Una figura vestida con túnica entrenamiento de color azul yacía en silencio a unos diez metros del tiro al blanco. Su largo cabello negro se agitaba con suavidad, al igual que el flequillo de su túnica azul, la cual, marcaba perfectamente su hermosa figura curvilínea y bien desarrollada a pesar de tener sólo 17 años.
Sus ojos azules miraron con seriedad las hachas, asintiendo satisfecha, dio un paso atrás y cambió su postura.
-Hija, tu fuerza ha aumentado, pero déjame comprobar si eres lo suficientemente fuerte como para luchar contra mis subordinados.- La voz de Mark Kun vino desde atrás mientras miraba a su hija con un brillo orgulloso en sus ojos. Con el chasquido de sus dedos, seis hombres igual de grandes que él aparecieron de la nada, rodeando a Sasha en todos los ángulos.
-Padre ¿Qué me darás a cambio si ganó?- Preguntó Sasha con tranquilidad, volviendo su mirada hacia su padre, con una expresión un tanto gentil y determinada, levanto la barbilla.
Luego de cinco largos años siendo cuidada por este hombre, sintiendo su amor paternal y cuidado sincero, se dio cuenta de lo mucho que Mark amaba a su hija, gracias a esos sentimientos tan sinceros que le dio su padre durante todos estos años, lo acepto de todo corazón como su verdadero padre.
Pero de todo esto, lo que más le agradaba, era que a pesar de no permitir este tipo de cosas en este tiempo, su padre mismo la entrenó personalmente y le enseñó muchas cosas que no sabía en su vida pasada, como el manejo de la espada, la lanza, el hacha y otras armas más. Aceptaba a su hija tal y como era, e incluso se sentía orgulloso por lo bien que le iba haciendo lo que más le apasionaba.
Sin embargo, incluso esto tenía dos condiciones, primero; no podía practicar artes marciales ante personas de la realeza, ya que eso no estaba bien a los ojos de los demás, y segundo; tenía que practicar las cuatro artes fundamentales durante su tiempo libre, como caligrafía, música, pintura y bordado.
Sasha cumplió cada una de las expectativas de su padre, llenándolo de gran orgullo ante eso. Era muy buena en pintura, música y caligrafía, su bordado también era bastante bueno pero no tan bien como las otras tres.
En cuanto a las artes marciales, era incluso más increíble y sorprendente en ese ámbito, su aprendizaje era mucho más fluido que cualquiera de sus soldados y su fuerza siempre fue buena desde un principio, logrando derrotar fácilmente a tres hombres normales con tan sólo 12 años.
-¿No es que quieres ir conmigo al campamento militar dentro de dos días? Si les ganas, irás conmigo, pero su pierdes, te quedarás y escribirás "Amo a mi padre el Gran General" una hora al día hasta que regrese.- Dijo el hombre de cuarenta y tantos años mirando a su hija con una sonrisa.
Sasha sonrió y asintió ante las palabras de su padre, para ella, las luchas y las peleas eran mejor que cualquier cosa, si podía ir al campo de batalla con su padre, se sentiría muy bien con eso.
-Por favor, no te retractes de tus palabras, padre.- Respondió la chica, aceptando con determinación la apuesta. Ella soltó un suspiro, borrando cualquier sonrisa u expresión gentil en su rostro, la seriedad lleno sus ojos, así como la fuerte voluntad de luchar.
-¡Ahhh!- Con un grito, dos hombres se lanzaron directamente hacia ella, llevando sus puños con ferocidad hacia el rostro de la joven desde distintos ángulos de ataque. Ante esto, sin esperar a que su Señorita reaccionará, los otros cuatro también atacaron al mismo tiempo. No parecían contenerse en lo absoluto.
Las cejas de Sasha se arquearon un poco, esquivando y atacando a mismo tiempo los ataques del enemigo, protegerse se volvió su prioridad. No podía subestimar a los subordinados más especializados de su padre, todos ellos eran excelentes en sus trabajos, formando parte del pequeño grupo personal nombrado el Octogonal Mortal, formado por ocho guardias oscuros que siempre se mantenían al lado de su padre y solo recibían orden de él.
Y estos seis hombres con los que está luchando, son parte de ese pequeño grupo de guardias oscuros.
Sasha esquivo algunos ataques, sin embargo, fue golpeada por otros, obligando a que sus ataques se volverán cada vez más feroces. Muchas veces integraba ataques de kárate, taekwondo, jiu jitsu y algo de boxeo, su padre nunca le pregunto o cuestionó algo por el estilo, solo pensó que era su estilo libre de lucha, por lo que podía pelear libremente con los distintos tipos de artes marciales mixtas.
Muy pronto, los seis guardias quedaron en el suelo, con grandes moretones y fuertes lesiones corporales, y aunque Sasha también estaba muy lastimada, logro mantenerse en pie, quedando como la ganadora.
Mark se puso de pie y aplaudió alegremente, orgulloso de todo lo que su hija había logrado hasta ahora -Muy bien, te di mi palabra, ahora tengo que cumplirla, cariño, cura tus heridas y prepara tus cosas, saldremos en mañana a primera hora.- Dijo el hombre con contentura caminando hacia la salida del patio de su hija.
Varios segundos después, algunos guardias más aparecieron y desaparecieron con los guardias inconscientes en sus brazos.
Al quedar sola, Sasha soltó una elegante y contenta carcajada, satisfecha con lo que había logrado. Finalmente podría ir al campamento militar de su padre, el lugar que había deseado desde hace mucho tiempo conocer.
La joven de 17 años se dejó caer en el suelo, respirando con tranquilidad, cada vez que luchaba, se sentía tan viva, tan ella misma. En la Mansión de su padre, todos la respetaban y admiraban por su fuerza, en esta vida, incluso los hombres la admiraban, su mismo padre la admiraba y se sentía orgulloso de que fuese su hija.
Era un tipo de satisfacción sin presedentes que nunca había sentido en su vida pasada. Sin embargo, su frustración no se había ido por completo, ya que en esta época, los jóvenes tenían que casarse al cumplir sus 16 años, la cual cuenta como su mayoría de edad en esta época. Sasha ya tiene 16 años.
Aún no se había casado gracias al amor de su padre, evitando a toda costa un matrimonio hasta el momento.
Tal y como le ordenó su padre, Sasha curó sus heridas y preparo sus maletas para el viaje que les esperaría mañana, un día antes de lo esperado. De alguna manera, se sentía llena de expectativas sobre este viaje.
A la mañana siguiente:
A primera hora de la mañana, un carruaje salía desde las puertas principales de la Mansión del Gran General Kun, ocho soldados montados a caballos rodeaban el carruaje, protegiéndolo, ya que, después de todo, lo más preciado para el General se encontraba dentro del carruaje.
-Padre, eres tan exagerado. Pudimos haber simplemente cabalgado ¿Porqué carruaje?- La tranquila pero ligeramente infantil voz de Sasha vino desde el interior del coche, agitando el brazo de su padre de manera mimada mientras pedía una explicación.
Mark miró a su hija con seriedad, aveces no lograba entender a su pequeña, tampoco sabia lo que pensaba pero... ¿Porqué actuaba tan infantil cuando no quería hacer algo?
-Cariño, ya te dije que el viaje será de cinco días hasta el campamento del norte, necesitas tener descanso.- Explicó su padre con tranquilidad, bajando su mirada a los documentos militares en sus manos, tan solo para que su ceño se frunciera unos minutos después.
-¿Es el segundo príncipe otra vez?- Preguntó Sasha con cierta molestia, notando el pequeño disgusto en los ojos de su padre. Ella asomó su cabeza y miró los documentos con calma, su expresión se oscureció unos momentos después -Ese tipo se está pasando de la raya ¿No obligó a uno de sus hermanos a ir al campo de batalla para morir hace unos días?¿Cómo es que logró convencer a otro de hacer lo mismo? Lo peor de todo es que son tan estúpidos como para hacerle caso.- Murmuró la joven con seriedad.
Tenía muy en claro que los príncipes están luchando por el poder en estos momentos.
Mark suspiro y dejó los papeles a un lado -Los príncipes están tratando de ganar el favor del Emperador, yendo al campo de batalla es la mejor opción, así que escuchan las palabras del Séptimo príncipe y lo hacen. Además, Darren Chen ha estado siendo preferido por el Emperador últimamente, muchos príncipes tratan de ganarse su favor.- Explicó el hombre con seriedad, volviendo la mirada hacia su hija con un brillo gentil.
Sasha asintió de acuerdo, ella soltó el brazo de su padre y bajo la mirada -Hace una semana, el Séptimo príncipe vino a ti para una reunión privada, está tratando de complacerte para conseguir tu respaldo, sin embargo, te has mantenido neutral entre él y los demás príncipes. Padre, si no hacemos algo, podremos vernos envueltos por el Séptimo príncipe.- La joven expresó su preocupación de manera inmediata, sabía que en el peor de los casos, el Séptimo príncipe; Darren Chen, trataría de eliminarlos del mapa para conseguir el poder de Mark, quien poseía el segundo ejército más poderoso del Estado.
Mark, viendo la expresión sería de su hija, no pudo evitar soltar una fuerte carcajada, sabía muy bien que su hija era muy competente en este tipo de cosas políticas y estratégicas. De cualquier modo, él nunca le impidió meterse en sus asuntos.
-No te preocupes, él no obtendrá mi respaldo a menos de que se casé contigo, así que no hay nada que pueda hacer por el momento. Además, tampoco planeo respaldar al príncipe heredero.- Dijo el hombre en voz baja, pensando seriamente en estas cosas.
Sasha, quien escucho aquellas palabras, sintió un ligero escalofrío en su espalda ¿Casarse?
-Padre, sobre mi matrimonio... sabes que ya casi cumplo 17 años. Si alguno de los príncipes sabe esto, tratarán de sacar provecho para obtener tu poder militar, no quiero crearte problemas.- Expreso Sasha en voz baja, temía que la gente supiera sobre eso.
Pará muchas personas, la hija del Gran General no era más que una chica enfermiza que podría morir en cualquier momento. Sasha nunca salía de la Mansión del Gran General y las personas que llegaban para visitar a su padre nunca la veían, casi nadie conocía su persona, ya que para casi todos, era una chica que siempre estaba en cama, en su lecho de muerte.
Hasta el momento, no se había presentado ningún pretendiente, y los que trataban de divagar en el asunto, eran rechazados por Mark directamente con el pretexto de que su hija se sentía muy mal.
Al parecer, nadie estaba dispuesto a casarse con una mujer enfermiza qué nunca habían visto.
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