****palabras del autor***
Hola mis hermosas lectoras, gracias por su apoyo y todos sus lindos comentarios.
pero quiero aclarar algo de esta novela es el inicio de una saga que por el momento llevamos 3 partes
-Matrimonio por elección el Inicio
-"Matrimonio por elección" que sería la continuación de esta
-"Matrimonio por elección la decendencia YANKELIVICH GREEM" sería la última.
Espero que les guste y no desilucionarlas, mil gracias.
CAPITULO 1
1985 en Kettlewell un pueblo en Upper Wharfedale, North Yorkshire, Inglaterra; era un pueblo hermoso, pequeño, que estaba algunos kilómetros de la ciudad, rodeado de hermosa naturaleza, estaba rodeado de cerros, sus casas eran hermosas, el río y el arroyo se unían por hermosos puentes que estaban en el pueblo.
A las afueras del pueblo a unos metros de la última casa estaba una pequeña choza, tenía una cocina y comedor o si a una pequeña mesa con dos cillas se le puede llamar comedor, en el otro cuarto, era pequeño, había una cama donde apenas cabían dos personas, un pequeño mueble donde guardaban la ropa y por último había un pequeño cuarto donde estaba un pequeño baño, una regadera de chorro, una tasa de baño pequeña.
Era realmente una muy pequeña casa para los tiempos y sobre todo para el pueblo, donde la mayoría de la gente vivía con comodidades muchos mejores que lo que esa casa podía ofrecer.
Gadiel YANKELEVICH vivía en esa casa con su esposa Perla de YANKELEVICH, él se dedicaba a sembrar verduras en una pequeña tierra que estaba a un lado de su casa, era menos de una hectárea, pero era un hombre trabajador, con su gran esfuerzo era el que siempre tenía las mejores verduras del lugar.
Él sembraba papas, zanahorias, repollo, jitomate, pepino, brócoli, coliflor, entre otras verduras, algo que la gente del pueblo, los restaurantes y hoteles del pueblo, buscaban cada día.
Él con su gran trabajo podía darle una vida digna a su esposa, aunque no tenía riquezas, ni como darle ciertos gustos, siempre estaba para su esposa, siempre sostenía su mano y cada día se levantaba con una gran sonrisa feliz de poder tenerla, cada día él la hacía reír, la hacía feliz algo que ella agradecía.
Perla muchas veces quiso ponerse a trabajar en algún sitio del pueblo, que sería limpiando alguna casa, en el restaurante u hotel; Pero Gadiel era algo machista en esa parte, nunca permitiría que su esposa trabajara, porque él era quien tenía que ser el proveedor y si no podía cumplirle, entonces era como no poder cumplir con sus obligaciones.
Perla nunca quiso hacerlo sentir mal, por eso acepto ser solo una mujer de su casa y a pesar de sus limitantes, alimento nunca le falto, siempre podía comer lo que ella quería, tenía ropa respetable, zapatos nuevos y sobre todo era feliz, ese hombre dedicaba su vida hacerla feliz.
Gadiel tenía ya 37 años y Perla tenía 35, tenían ya 15 años de casados, ella no había podido quedar embarazada, algo que le dolía mucho, iba al médico, que le decía que todo estaba bien, que no debería haber problemas para quedar embarazada.
Pero al no tener soluciones con el médico, decide ir con una yerbera, que vivía en una parte del bosque que estaba cerca del pueblo, era una mujer que muchos consideraban bruja y pocas personas preferían no acercarse a ella, a ella solo se le acercaba la gente desesperada.
Perla a escondidas de Gadiel fue a verla en compañía de una amiga, el camino era hermoso, lleno de naturaleza, flores, hermosos pájaros del lugar, hasta que llegaron a la pequeña casa afuera estaban unos niños jugando, una mujer sentada en una mecedora tejiendo y cuidándolos, ella baja del carro que era de su amiga, se acercó a la mujer, por un momento se hizo un silencio, ella no se animaba hablar a pedirle ayuda.
Pero en ese momento escucho a la señora que le decía.- señora, las personas se presentan ante un desconocido y usted solo me mira, me está incomodando, dígame ¿Qué busca aquí?
Perla se puso nerviosa y apenas si pudo aclarar su garganta y decirle. – me llamo Perla, señora, puede ayudarme, quiero un hijo, tengo 15 años de casa, nunca me he cuidado y a pesar de haber ido al médico sigo sin poder embarazarme.
La mujer dejó de cocer y volteo a verla, en ese momento se levanta, le indica que la siga, las dos entraron a la casa, la mujer le indico que la siguiera hasta una de las recámaras, al estar dentro le indica que se recueste en la cama.
Perla insegura hace lo que le dijo, se recuesta y en ese momento se sorprende cuando la mujer toca su vientre.
Se hizo un silencio incómodo y después de unos minutos la escucha decir. -señora Perla, puedo sentir que no tienes ningún problema, te are unas cuantas preguntas y serán muy íntimas, será mejor que me las contestes con la verdad.
Perla empezó a contestar cada una de sus preguntas y después de un largo rato la mujer le dice. - Señora Perla, su problema es la falta de intimidad y por lo que me dijo ustedes dos siempre lo hacen después de su menstruación, le puedo asegurar que usted y su esposo tienen la relación en sus días menos fértiles, yo le sugiero, que tenga más intimidad con su esposo, esa es su solución; Perla, los dos aún son jóvenes, solo háganlo, disfruten de ese placer, son esposos, si él no da el primer paso, entonces hazlo tú, no tengas vergüenza es tu esposo, disfrútalo sin límites y yo sé muy bien quien es tu esposo, es un hombre muy bien parecido, guapo, con un cuerpo muy bien formado, yo tuviera tu edad, a ese esposo, lo haría hacerme el amor todos los días.
Perla se sintió avergonzada con lo que le dijo, se levanta molesta por lo que le dijo y sin decir nada solo quiso irse de ahí alejarse de esa mujer, pero en ese momento que abría la puerta, la mujer toma su brazo y le dice. – Perla, no seas tonta y hazme caso, si realmente quieres ese bebé, empieza hacerlo más con tu esposo, porque de otra manera los años van a pasar rápidamente, tu cuerpo dejara de ser apto para tener hijos y te vas a arrepentir, te vas a sentir vacía, tu felicidad se va a terminar.
Perla bruscamente quito su brazo de su agarre y salió rápidamente de la casa, subió al carro y le pidió a su amiga que la sacara de ahí.
Él camino de regreso fue en silencio, su amiga al verla tan alterada no quiso preguntarle nada, solo la llevo a su casa y en ese momento que ellas llegaban Gadiel también llegaba en su camioneta vieja que apenas andaba.
Ella se despidió de su amiga y entro a su casa, se puso a hacer la comida, el resto del día estuvo tan molesta que hasta Gadiel lo noto; quiso preguntarle, pero apenas si hablaba o pronunciaba una palabra, cuando ella lo tomaba a mal, era la primera vez en sus 15 años de casados que él la miraba enojada y no sabía qué hacer, así que la dejo solo, prefirió irse a su pequeña huerta a seguir trabajando.
Gadiel llego a eso de las 7:30, su esposa estaba más relajada, aunque no decía nada, cenaron en silencio, algo que a él no le gustaba, trato de hacerle plática, pero ella parecía en las nubes, apenas si escuchaba lo que le decía o le contestaba algo; él prefirió dejarla en paz, pensando que cuando se sintiera mejor, ella le diría lo que le pasaba.
Después de la cena se metió a bañar, el agua era fresca y agradable, al terminar se secó con la toalla, se la puso en la cintura, después solo se fue a su recámara, se recostó en la cama, se sentía cansado; él tenía cerrado sus ojos, trataba de relajarse un poco, en ese momento escucha que la puerta se abre y lo que lo hizo incorporarse, voltear a ver lo que pasaba, fue cuando la puerta sé cerro con brusquedad, haciendo un gran ruido.
Gadiel mira a su esposa, ella se había parado frente a él, podía verla tan extraña, sus pómulos estaban rojos indicándole vergüenza, pero su rostro parecía molesto y eso lo hizo sentir extraño, hasta incómodo; se le queda mirando por un momento y en ese momento inseguro le dice. - Perla, por favor dime ¿Qué te pasa?, me estás poniendo muy nervioso y no me gusta nada.
Perla empezó a caminar de un lado a otro, no sabía cómo decirle a su esposo, que quería hacerlo diario con él, en esos tiempos hablar de relaciones aun entre las parejas, era un tema tabú y a pesar de la confianza que los dos se tenían, ese no era un tema agradable.
Pero ella quería un bebé y si tenía que hacerlo a diario con él, eso iba a hacer, porque su mayor deseo era tener un hijo que representara su gran amor, en ese momento desesperante ella le grita. – quiero hacerlo contigo diario, tengamos relaciones todos los días.
Gadiel se quedó sorprendido con lo que le pedía, pero más sorprendido estaba por la forma en que se lo dijo; ella no se lo dijo de forma seductora o romántica, sino que literalmente se lo grito, de una manera que más que placentera daba miedo, hizo ver el amor como algo que daba miedo.
Él se sintió algo incómodo, no esperaba que su dulce, amorosa, cariñosa, recatada y hermosa esposa le pidiera algo como eso, siempre pensó que era algo que ella no quería, por eso siempre se controlaba, para no enfadarla, para no hacerla hacer algo que tal vez ella no deseaba; él se crio con sus abuelos, por lo que los temas de relaciones no eran temas que se tocaran, no tenía estudios, era un ignorante en muchas cosas, con los pocos amigos que tenía, solo se hablaba de trabajo.
Su abuelo, le dijo que el acto era solamente para tener hijos, que las mujeres podrían sufrir un poco en ese proceso, pero su abuelo siempre se refirió al parto, algo que no supo explicarle bien, por eso él creía que ella sufría cada vez que tenían relaciones.
Pero aquí estaba escuchando lo más raro, ella le pedía hacerlo diario, no entendía eso, si se suponía que ella sufría en esos momentos, donde él la lastimaba, se puso tenso, sin saber qué decirle, sin saber como responderle, porque algo si tenía claro, no pensaba hacerle pasar por más dolor de lo que ya le causaba.
Gadiel se puso tenso, no esperaba que le pidiera algo como eso, sintió su rostro caliente, aunque su hombría estaba alborotada con la idea; pero a pesar de que ella se lo estaba pidiendo, él no se podía imaginar lastimándola cada noche, no quería hacerle ningún daño, eso simplemente no era algo que le gustara, solo quería hacerla feliz, el amor que le tenía era tan grande, tan especial, de esos amores que pocos se miran en un matrimonio y más en esos tiempos.
Fue un silencio bastante incómodo, donde no se atrevía a verla a la cara, miraba al suelo, tratando de que ese mal momento pasara; pero ella no pensaba olvidarlo, tenía ese deseo y estaba dispuesta hacer todo lo posible para tener a su hijo en sus brazos, en ese momento se arma de más valor y le dice. – Gadiel, no es tan malo, solamente tenemos que hacerlo diario, a mí me gusta estar entre tus brazos, hacer el amor contigo, me encanta; dime a ti, ¿no te gusta? ¿Te lastimo de alguna manera?, por favor dímelo, somos esposos, me gustaría que nuestra confianza llegara hasta para poder hablar de estas cosas sin ningún temor.
Amor, escúchame, estamos solos, nadie lo sabría, rompamos las reglas por una vez en nuestra vida, olvidemos lo que la gente diría si supieran que hablamos de esto en privado, por qué al fin de cuentas nadie lo va a saber y yo necesito saber ¿qué es lo que sientes? ¿Por qué no podemos disfrutar más de nuestra intimidad?, si al fin de cuenta nadie se daría cuenta, solo lo sabríamos tú y yo, que tiene de malo ser algo rebelde, en lo que nuestros padres nos enseñaron.
Yo solo quiero disfrutar un poco más de mi esposo, disfrutar de este amor que me das en ese momento y me voy a escuchar vulgar, pero quiero disfrutar de mi hombre, de su cuerpo, no solo de su respeto, de sus buenas pláticas, sino que también de nuestra intimidad.
Gadiel voltea haberla sorprendido, inseguro le dice. – Perla, mi amor como puedes pedirme algo así, si eso solo te lastima, mi padre me dijo que ese acto que a mí me hace sentir lo mejor, para las mujeres es todo lo contrario, a ti te causa dolor, te escucho grita y tus gestos que haces creo que son de dolor, por lo mucho que te lastimo; yo no puedo con eso, no puedo hacerte ese daño cada noche, solo para satisfacer mis necesidades, perdóname, pero no puedo.
Gadiel se levantó de la cama y pensó en salir de ahí, alejarse un poco de ella, para apaciguar esa vergüenza que le provoco en el momento de expresar todo eso en voz alta, pero en ese momento que él empezaba a caminar para alejarse de ella, toma su mano y la escucha decir, con una voz tan dulce y a la vez avergonzada. – Gadiel, tú estás equivocado, hacer el amor contigo no es causa de dolor, sino todo lo contrario, si grito es por el placer tan desbordado que me haces sentir, mis gestos son porque me haces sentir cosas tan buenas que no podría describirlas con palabras.
Yo trato de decirte, que disfruto esos momentos contigo, que me hacen sentir una mujer y me gusta hacer el amor contigo, quiero más noches contigo, que me toques diario, porque eso me gusta, es lo que más disfruto del día.
Gadiel se quedó sorprendido con eso, al voltear a verla, ella mordía sus labios, la podía ver ansiosa por su respuesta, su mano que aún seguía sosteniendo su brazo, estaba temblando, en ese momento supo, que ella estaba igual que él, totalmente avergonzada por haberle dicho esas palabras; pero a pesar de toda esa vergüenza que los invadía, era más fuerte el deseo de tenerse, de disfrutarse y ahora las cosas se aclararon, Gadiel sabía que su esposa disfrutaba al igual que él, lo único que lo limitaba de poder disfrutarla cada noche.
Gadiel no respondió ni una sola palabra, fueron sus actos los que le respondieron, él la beso con mucha pasión, la desnudo tan rápido como pudo y en ese momento se entregaron a su pasión; ella correspondió a sus besos y fue más abierta con él, dejo sus caricias en su cuerpo, tocándolo tanto como quiso, mientras que Gadiel le hacía el amor como nunca, se entregó completamente en esa pasión y esta vez sin ningún miedo o pensamiento negativo la hizo suya, dándole todo eso que tenía guardado, que tantas veces deseo entregárselo, sin ningún límite.
Esa noche se entregaron a su amor, hicieron lo que nunca se imaginaron hacer, uniéndose más, como pareja, haciendo más fuerte su amor, su relación de pareja; esa noche durmieron abrazados, completamente desnudos, no hubo más vergüenza entre ellos, en su recámara no había moral que valiera, ni etiqueta que les importara seguir, solo importaba ese amor y esa pasión que los embriagaba.
Eran las 8:30 cuando despertaron, era la primera vez que se quedaba dormidos hasta tarde, eso les gusto, Gadiel no fue a trabajar, no dejo que Perla se levantara de la cama, él mismo hizo preparo el desayuno y la comida del día, hizo que su esposa se la pasara en su cama completamente desnuda, no la quería ver vestida, quería disfrutarla como nunca; desde ese día los dos disfrutaban de sus noches, de su gran momento a solas y cada noche la hacían como si fuera su primera vez juntos, ella se fue haciendo más abierta a él, lo seducía cada noche con su hermoso cuerpo, era delgada, tenía un cuerpo perfecto todo en su lugar y bastante llamativo, su piel era morena clara, sus ojos grande color verde, su cabello era largo de color negro como el carbón, no era alta apenas media 1.56.
Perla le llegaba al pecho, algo que le encantaba a Gadiel, porque podía sostenerla en sus brazos sin ningún problema, para él su esposa era perfecta; su matrimonio paso a un nivel mucho más agradable, sus días eran cada vez más felices, para ellos simplemente ya no les importaba nada más, que su amor y siempre estar unidos.
Perla, yo no pensó en un hijo, solo pensó que, si su destino era ser madre, llegaría cuando menos lo pensara, solo se concentró en ese mor que su esposo le daba cada día, era feliz y ya no ocupaba nada más en su vida.
Dos meses pasaron cuando se dio cuenta de que estaba embarazada y ese momento solo hizo que su felicidad aumentara.
Gadiel se sentía el hombre más afortunado del mundo y desde ese día no se separó de su esposa, cuidándola, minándola como nadie en ese tiempo lo haría por su mujer.
Los síntomas los tuvo él, mareos, vómitos, raros antojos de comer tierra, fueron meses donde sufrió todos los síntomas, hasta las ganas de estar dormido; pero a pesar de todo eso lo disfruto, porque su mujer se la paso tranquilo, con un ánimo alegre, se podría decir que fue el embarazo más deseado del mundo.
Rápido pasaron los nueve meses y estaban ya contando cada día, para que su hijo naciera, pasaron tres días después de los 9 meses, ese día se la paso lloviendo, fue un día frío, húmedo, que no dejo salir a nadie de sus casas; pero lo peor de todo eso, era que el doctor tuvo que ir a una hacienda que quedaba a una hora del pueblo, atender al hacendado, todos en el pueblo sabía que cuando el doctor se iba a esa hacienda era para durar días, mismos que el pueblo se quedaba sin doctor.
Gadiel solo rogaba porque su hijo no naciera en esos días, que esperara a que volviera; pero nadie puede controlar esos momentos tan especiales y llegan cuando menos lo esperas, era una noche realmente tenebrosa, los rayos en el cielo no dejaban de retumbar, llovía tan fuerte que apenas se podía ver la calle, en ese momento los dolores de parto empezaron, la fuente se rompió, su bebé estaba por nacer.
Gadiel se puso tenso cuando escucho el primer grito de su esposa por la primera contratación, sabía que no había doctor, para él no había nadie que pudiera ayudar a su esposa, estaba tan desesperado, que solo podía pensar en las peores cosas, la muerte de su esposa e hijo, la muerte de su hijo o la muerte de su esposa, esas ideas lo estaban atormentando y él no podía aceptar nada de eso.
Perla estaba sentada tratando de soportar el dolor, en ese momento Gadiel cae de rodillas enfrente de ella, llorando por la desesperación, gritando tan desconsoladamente. - ¿Qué hago? ¿Cómo te ayudo?, no quiero que te pase nada, no puedo perderte.
Perla miraba a su esposo tan mal, tan afligido, que se sintió mal por él, no sabía cómo consolarlo, esos dolores tan fuertes que le daban no la estaban dejando pensar y por un momento se hizo un silencio, donde solo los rayos del cielo se escuchaban haciendo ese momento más terrorífico.
Perla estaba recostada en su cama, después de un pequeño silencio, ella se trata de parar y Gadiel corre ayudarla, ella se apoya en él, en el momento que estuvo de pie le dice. -vamos con la señora que vive en el bosque, a la que le dicen bruja, ella me va a ayudar, ya lo veras, todo va a estar bien y antes de que digas algo, ¡Gadiel, mi amor! por favor confía en mí, esto es por mí, por nuestro hijo, para que pueda nacer, ocupamos de su ayuda.
Gadiel no quería llevarla con esa mujer, pero al final terminó convenciéndolo, salió de la casa rápidamente, acercó el carro a la puerta, la ayudó a subir, una vez que el subió le dice. - Perla ¿estás segura?, Esa mujer tiene mala fama, dicen que es una bruja mala, que no es bueno que vayamos con ella, podría hacerte daño.
Perla le sonríe y con una voz tranquila le dice. - Gadiel, mi amor, ¿quién crees que nos ayudó a tener este hijo?, Yo estaba desesperada por qué no podíamos tener hijos y fui a verla, ella no me dio nada, solo me hizo unas preguntas, después solo me dijo que debíamos tener más intimidad, tenía razón, por qué mírame estoy embarazada a punto de dar a luz; amor no te pido que confíes en ella, te pido que confíes en mí.
En ese momento una contracción la hace gritar por el dolor, una lágrima salió de sus ojos, no era tanto por el dolor que sentía, sino por la desesperación de que algo malo le pasara a su bebé; Gadiel no podía ver a su mujer sufrir, en su desesperación terminó haciendo lo que le pedía, puso la camioneta en marcha, el camino estaba horrible, entre la fuerte tormenta que los acompañó todo el camino y la carretera de terracería no lo dejaban avanzar rápido.
Perla trataba de controlar su respiración y de soportar los brincos de la camioneta, no quería hacer ese momento más difícil para Gadiel, en todo el camino trato de no quejarse, de darle ánimos, para que estuviera tranquilo; el camino se les hizo eterno hasta que por fin vieron las luces de la cabaña.
Gadiel paró la camioneta enfrente de la puerta de la casa, bajó rápidamente y tocó la puerta
con desesperación; después de unos segundos la puerta se abrió, Gadiel mira a la mujer
frente a él y en ese momento desesperado le dice. - por favor, se lo suplico ayude a mi
mujer, está por dar a luz y ocupa ayuda.
La mujer miró a Gadiel, se podía ver su desesperación y sufrimiento, le indico que ayudará
a su esposa a entrar a la casa; la mujer rápido tomó una hoya la lleno de agua y la puso al
fuego, en cuanto Gadiel entró con Perla, le indico que la recostara en la cama, rápido se
acercó a ella y empezó a tocar su enorme estómago, después le pido que abriera sus
piernas.
A Gadiel no le gustaba nada lo que la mujer hacía, no le gustaba ver cómo la tocaba, tuvo
que concentrar su atención en el rostro de su esposa; después de unos minutos la mujer le
dice que le faltaba un poco para que su bebé naciera.
La mujer le dio un trapo seco a Gadiel y le dijo que secara el sudor de la frente de su
esposa y que no se separará de ella, que sostuviera su mano, que soportará un poco, que
el mayor dolor lo estaba llevando ella.
Gadiel hizo lo que la mujer le dijo, sostuvo su mano y limpiaba el sudor que se hacía
presente en la frente de Perla; la mujer preparó una tina con agua tibia y acercó trapos,
puso a hervir más agua, dentro puso una navaja, unas pinzas, para que se desinfectaran.
Después de unos minutos el parto empezó, la mujer se acomodo y empezó a pedirle que
pujara; seguía lloviendo con fuerza, en ese momento se escuchaban los gritos de dolor de Perla, mientras una mujer le gritaba que pujará más, mientras que su esposo sostenía su
mano y justo a medianoche nació su hijo.
Los llantos del bebé fueron acompañados de los rayos y truenos de la feria lluvia que caía sin
parar; la mujer les dijo que era un bebé fuerte, ella lo limpió en la tina con el agua tibia,
después lo envolvió en una frazada delgada y se lo entregó al padre, al tenerlo en sus
brazos, escucha a su esposa que le dice. - Amor, quedamos en que tú le darías su nombre dime ¿cómo se llamará nuestro hijo?
Gadiel estaba emocionado, ese era su primer hijo, su orgullo y en ese momento, mirando a
su bebé, con una voz emocionada dice. -Nuestro hijo se llamará JEAN, dime mi amor ¿Te
gusta?
Su esposa estaba agotada, pero le sonríe con dulzura, con su voz débil le dice. -Si me
gusta mucho, es un buen nombre para nuestro bebé.
La mujer los felicita por su hijo, termina de atender a Perla, la limpia y después recoge todo;
después de media hora les ayuda alimentar a su hijo, hace que el pequeño tome el pecho
de su madre y Gadiel no podía dejar de sentirse feliz orgullo de su hijo, de su esposa.
Eran las 3 AM cuando la lluvia se terminó, Gadiel le dio las gracias a la mujer, le preguntó
sobre cuánto les iba a cobrar; pero la mujer se negó a recibir un pago, le dijo que mejor
después le llevar de los vegetales que sembraba, él aceptó.
Gadiel cargo en sus brazos a Perla y ella llevaba en sus brazos a su bebé; él dejó a Perla
en el asiento del copiloto y después subió a la camioneta, en el momento que se iban a
poner en marcha la mujer se acercó a la ventana del copiloto, con una voz sería les dice. -
Gadiel, saca a tu familia de aquí, este pueblo se va a convertir en el fierro y tu no vas a poder
proteger a tu familia si te quedas; yo me voy a ir en una semana, no vuelvan aquí, por qué
no me van a encontrar.
Gadiel quiso preguntarle ¿A qué se refería?, Pero antes que dijera algo, de ella les dio la
bendición y se dio media vuelta, solo la miro entrar a la casa; él pensó en volver y preguntar
a qué se refiere, quería saber por qué les dijo eso, pero primero tenía que llevar a su
esposa a que descansar.
Los días pasaron rápido, pronto su bebé cumplió el mes, la mejor amiga de Perla había ido
a visitarla y él aprovechó para ir a llevarle unos vegetales a la mujer, pero sobre todo quería
preguntarle sobre lo que le dijo.
Fue al bosque a dónde vivía la mujer, pero al llegar la cabaña estaba sola, se podía ver qué
tenía tiempo que nadie vivía ahí; él se quedó pensativo, por un momento pensó, se subió a
la camioneta y rápido dio la vuelta para ir a su casa, en el camino estuvo pensando en lo
que la mujer le dijo, algo dentro de él le diga que sacará a su familia de ahí, pero también
pensaba que eso era imposible, no tenía el dinero para llevarse a su familia y no tenía
familia que le ayudará.
Por más que lo pensó al final terminó rendido, desecho la idea de irse de ahí, simplemente
no tenía como sacarlos; cuando llegó a la casa su esposa ya estaba sola, su amiga se
había ido, la encontró dormida y su bebé que estaba a un lado de ella, estaba despierto,
pero estaba tranquilo, sin llorar.
Gadiel se le hizo lindo, era como si su pequeño supiera que su mamá ocupaba descansar,
estaba callado mirando a todos lados, tranquilo; él se acercó y lo tomó en sus brazos, para
que su esposa pudiera descansar.
Cuido a su pequeño hasta que empezó a llorar por el hambre, tuvo que despertar a su
esposa para que lo alimentará; ella se levantó con una enorme sonrisa, algo que le
encantaba ver, que no importaba la citación, siempre la miraba feliz, con una sonrisa para
él.
Tomó al pequeño en sus brazos y le dio su pecho, lo alimentó y después lo durmió; ella
preparó de comer para ellos, 30 minutos después los dos se sentaron a comer.
El tiempo seguía pasando, miraban a su hijo crecer y nada malo pasaba en el pueblo,
Gadiel fue olvidando las palabras de la mujer; cuando su hijo cumplió cuatro años empezó a
irse con su papá, a pesar de ser tan pequeño él quería ayudar.
Gadiel se divertía con su hijo no podía hacer nada, pero siempre trataba de ayudarlo, le
daba una pequeña palita de jardín y lo dejaba que escarbar en algún lugar, también le
enseñaba lo que él hacía, contestaba sus preguntas, era un niño demasiado preguntón, se
la pasaba hablando todo el día.
Gadiel le encantaba pasar el día con su hijo y Perla feliz de que se lo llevará, para ella
poder hacer el quehacer de la casa; era una familia feliz, que nunca se metían en
problemas, que disfrutaban de estar juntos.
Con la llegada de su hijo y la falta de habitación, ellos ya no podían tener intimidad, Gadiel
no quería que su hijo durmiera solo, estaba planeando hacerle un cuarto para él.
Cuando cumplió sus 5 años, Gadiel tuvo listo su cuarto, era pequeño apenas cabía su
pequeña camina y un baúl donde guardaba su poca ropa; JEAN estaba feliz por su cuarto,
desde ese día se fue a dormir solito y ellos volvieron a disfrutar de su intimidad.
Perla fue al médico del pueblo para que le diera algo para cuidarse, no quería tener otro
hijo, quería esperar a que su pequeño creciera un poco más, para pensar en otro bebé; todo
iba bien para ellos, su pequeño crecía lleno de felicidad, el tiempo seguía pasando y pronto
estuvieron a unos días de que su pequeño cumplir unos 6 años, cuando ella se dio cuenta
que estaba embarazada.
Las pastillas anticonceptivas habían fallado, por qué ella no tuvo el cuidado que se debía;
Gadiel se puso feliz, otro hijo era lo mejor que podía pasarle a su familia, los dos decidieron
darle la noticia a JEAN el día de su cumpleaños, esperando que eso lo pusiera feliz.
Rápido pasaron los días, Perla hizo un pastel chico, para festejar a su hijo y preparo su
comida favorita; Gadiel le prometí a su esposa que mantendría a su hijo ocupado todo el
día, para que ella pudiera preparar la sorpresa, ese día hasta le compro comida en la calle,
tenía que llevar a su hijo a casa escurriendo.
Gadiel era un hombre que nunca se informaba de lo que pasaba en el pueblo, de los
problemas que había, solo se enfocaba en su familia en ser feliz; pero este día como tenía
que mantener a su hijo lejos de casa, decidió quedarse en una conversación de un
conocido.
El hombre le empezó a decir. - Gadiel, cuida bien de tú hijo, están desaparecido niños como
de la edad de tu hijo, es algo horrible, en tan solo 3 meses ya van 10 niños que
desaparecen y nadie sabe de ellos; todos en el pueblo estamos intrigados, preocupados por
esta situación, es pueblo chico para que pasen estas cosas.
Gadiel se sorprendió con lo que le dijo, realmente era algo raro e imposible que pasará ahí,
era un pueblo chico; él se quedó hablando con el hombre y al final solo le dijo que si lo
ocupaban estaba dispuesto ayudar
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