"Pido disculpas a los lectores, pero la novela está incompleta, así que les pido no continúen leyendo."
— ¿Pero acaso te has vuelto loca? ¿Cómo se te ocurren que yo voy a irme a vivir a esa pensión de mala muerte?
— ¿Pero acaso quieres que nos sigamos viendo aquí en tu casa mientras Magdalena está trabajando? ¿No te has puesto a pensar que puede descubrirnos en cualquier momento? Además, estoy harta de tener que fingir ante ella y todo el mundo, que sigo siendo su amiga. ¡Ya no soporto esta mentira!
— Vamos Maggi cariño, baja rápido y ayúdame con esos paquetes mientras yo llevo el pastel.
— Si mami ya voy, es que pesan mucho.
— No seas exagerada cariño, apenas son dos bolsas de panes y algunas cositas para preparar la cena, además el pastel pesa mucho más. Anda date prisa para que le demos la sorpresa a papi, él no sabe que hoy pedí permiso en el trabajo para salir más temprano.
— Si mamita ya voy, pero tal vez papi no esté en casa, porque siempre llega tarde.
— Bueno, pero estoy segura de que hoy por ser nuestro aniversario va a llegar temprano, ya verás, por eso quise adelantarme para preparar una comida riquísima y darle la sorpresa. Pero ya entremos cariño que hay muchas cosas por hacer.
Magdalena y la pequeña Maggi entraron a la casa, esa propiedad había pertenecido al padre de Magdalena y al igual que el auto, se la había dejado antes de morir.
Era una casa vieja de dos pisos, pero estaba muy bien arreglada y sobre todo limpia, Magdalena no ganaba mucho dinero, pero, sin embargo, con lo poco que tenía, trataba de que su hogar se viera limpio y muy bien ordenado.
Ambas entraron a la casa, pero Marco se encontraba aún en la habitación con Angélica, el detalle estaba en que después de tanto sexo que habían tenido, ambos se habían quedado dormidos sin darse cuenta. Por su parte, Magdalena estaba colocando todo lo que había comprado para la cena en la cocina junto a la pequeña Maggi, ignorando lo que estaba pasando con su marido y su amiga en su propia casa.
— Bueno cariño, ya está todo en la cocina, mientras preparo la rica comida para papá, tú sube a bañarte.
— ¿Pero por qué me tengo que bañar si me bañé esta mañana?
— Porque si te tienes que bañar Maggi, has estado en el colegio y además hemos ido a comprar muchas cosas, por favor señorita sin chistar suba a bañarse o no va a comer pastel.
— Está bien mamita, voy corriendo. — La pequeña Maggi a pesar de no estar muy de acuerdo con el baño que tenía que darse, salió corriendo de la cocina obedeciendo a su madre con tal de poder degustar de ese sabroso pastel que habían comprado para su padre.
Mientras tanto, Magdalena pensaba en voz alta:
— Bueno, mejor voy a subir a la habitación a cambiarme para cocinar más cómoda.
Salió de la cocina y subió las escaleras con una sonrisa llena de ilusión por la sorpresa que le estaba preparando a Marco, a pesar de los años de matrimonio, continuaba muy enamorada de su esposo, aunque Marco no la trataba como ella se merecía, pero, sin embargo, pensaba que era el padre de su hija y por lo tanto, tenía que guardarle respeto ya que ese era el hombre que había elegido, además ella soñaba con tener otro hijo de él.
Magdalena ya estaba llegando a la puerta de su habitación, giró la manilla y cuando abrió la puerta...
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— ¡Cállate! Es que no puedo creer lo que está pasando, justamente hoy día de nuestro aniversario de bodas, yo te estaba preparando una sorpresa, pero resulta que la sorpresa me la he llevado yo.
Cuando Magdalena dijo aquellas palabras, Marco inmediatamente se llevó las manos a la cabeza, porque se había olvidado por completo del aniversario. Pero enseguida la atención de todos se desvió cuando la pequeña Maggi comenzó a llamar a Magdalena desde el pasillo que dirigía a la habitación principal, ella había escuchado los gritos de su mamá y estaba asustada pensando que le había pasado algo grave.
— ¡Mami! ¡Mami! ¿Qué tienes, mamá? — Magdalena, abrió los ojos muy sorprendida, ya que no quería que su hija entrara a la habitación y viera a su padre en tan detestable espectáculo, así que cerró la puerta de la habitación lo más rápido que pudo antes de que ella entrara y le dijo desde adentro.
— No pasa nada cariño, ve a tu habitación y espérame allí, por favor. — A pesar de la orden que le había dado su madre, la pequeña se encontraba asustada, ya que estaba segura de haber escuchado a su madre llorar, así que de forma ingenua insistió preguntándole a Magdalena desde el pasillo:
— Mami, ¿Papi está contigo? — Magdalena y Marco se miraron a los ojos y en ese momento ella dijo en voz alta:
— Si cariño, pero papi se siente un poco indispuesto, por favor obedece y ve a tu habitación, enseguida te alcanzo.
— Está bien mami. — La pequeña Maggi se fue a su habitación con una carita de tristeza, porque a pesar de no saber el horror que estaba viviendo su madre por culpa de Marco, ella sentía que algo no estaba bien.
Cuando Magdalena se aseguró que Maggi se había retirado a su habitación, le dijo a Marco y a Angélica, llena de mucha rabia y con ganas de acabar con ambos al mismo tiempo, les dijo en voz muy baja, de manera que su hija no escuchara:
— Si fuera por mí, en este preciso momento los mataría con mis propias manos, pero en realidad no vale la pena ensuciarme las manos por una basura como ustedes. No quiero que mi hija se entere de lo que está pasando, porque no le voy a causar un dolor que ella no se merece, suficiente con lo que estoy sufriendo yo en este momento, así que voy a salir de la casa con ella y cuando regrese, no quiero verlos aquí a ninguno de los dos. Así que Marco, recoge todas tus porquerías y te largas de mi casa y de mi vida para siempre.
— Pero Magdalena, por favor, no puedes hacerme esto, escúchame… — Le decía Marco tratando de detenerla, mientras que Magdalena se soltó del brazo y le dijo:
— No te atrevas a tocarme, no seas tan descarado, ya esto no tiene remedio, cuando regrese no quiero que estés en mi casa, porque te recuerdo que esta es mi casa, la que me dejo mi padre antes de morir. Y no te atrevas a salir antes de que me vaya con Maggi, no quiero que la
Así que se armó de valor y tomó a la pequeña de la mano mientras le decía:
— Cariño, ya te dije que papa se siente un poco indispuesto, pero te prometo que después vamos a regresar y podrás verlo, pero por ahora tenemos que irnos a casa de abuelita Romina, ¿Está bien?
La pequeña bajó la mirada, sintiéndose muy triste de no poder ver a su padre y de no entender lo que realmente estaba pasando. Por su parte, Magdalena salió a toda prisa de la casa, se subió a su auto con Maggi, yéndose a toda prisa rumbo a casa de Romina, la viuda de su padre, la cual vivía al otro extremo de la ciudad.
(… )
Mientras tanto, en la habitación se encontraba Marco y Angélica, totalmente desconcertados con lo que había pasado.
Marco ya había visto a través de la ventana que Magdalena había sacado a su hija de la casa, le daba golpes a la cama y al mismo tiempo caminaba por toda la habitación mientras decía molesto:
— ¡Esto no debió pasar jamás! Soy un imbécil, no debimos quedarnos tanto tiempo, todo esto es tu culpa. — Le gritaba a Angélica, mientras ella lo miraba incrédula de lo que la estaba acusando.
— ¿Has dicho mi culpa? ¿Pero es que acaso te has vuelto loco? Tú y yo estamos juntos en esto y sabías perfectamente que en cualquier momento Magdalena se iba a enterar de lo nuestro.
— Sí, pero no de esta forma Angélica. ¿No te das cuenta de que esto me puede hacer perder a mi hija?
— ¡Ja! No me hagas reír Marco, esto lo debiste pensar mucho antes de tener una relación conmigo, además nunca estuve de acuerdo en vernos aquí en tu casa, pero fuiste tú quien insistió en encontrarnos siempre aquí, con la excusa de no tener dinero para pagar un miserable hotel.
— Ya estuvo bien Angélica, vístete y vete, creo que no es conveniente que Magdalena regrese y te encuentre aún aquí.
Angélica no podía creer que Marco le hablara de esa forma después de todos los meses que tenían viéndose en donde le había prometido que se iba a divorciar de Magdalena para casarse con ella.
— ¿Y qué va a pasar con nosotros?— Le preguntó Angélica con lágrimas en los ojos.
— La verdad es que no sé qué decirte, las cosas se han salido de control, creo que no podemos vernos por ahora, eso complicaría aún más las cosas y no quiero perder a mi hija.
— Pero no puedes dejarme Marco y menos ahora, tú no puedes hacerme esto.
— Pero ¿No te das cuenta de que Magdalena puede quitarme la custodia de mi hija? Además, no tengo un solo centavo y tampoco tengo a donde ir.
Angélica se secó las lágrimas y se puso de pie caminando justo enfrente de Marco, luego le dijo:
— Pues no puedes dejarme en este momento porque yo estoy esperando un hijo tuyo.
Marco palideció con la noticia que acababa de darle Angélica, lo último que él esperaba era tener que enfrentarse a un problema que complicaba aún más las cosas.
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